martes, 19 de noviembre de 2019

REFLEXIONES RURALES SOBRE LA OBRA DE C. M GAITE


REFLEXIONES RURALES SOBRE LA OBRA DE C. M GAITE

La expresión “darse aires de ciudad” se ha devaluado, los necios confunden valor y precio. Escuchar“ciudadano” suena a Comte y a padre funcionario correcto, cívico y aburrido, a padre notario de C.M. Gaite, y a Álvarez del Manzano-logos. Lo del buen ciudadano no es el barrio de Marzana-vida moviéndose (heroína, sida y Torcí  incluida.)

La des-esencia femenina. Abro la persiana, ventanero, pues de Safo a Teresa a Rosalía hay un río íntimo de palabras, que ya no es la ventana del  suicidio de Kinkegaard al amor y la náusea de Sartre llamando a Simone por su nombre sin apellido. Ya no es la esencia femenina imaginada por tantos hombres en términos de todo o nada, de ángel o demonio, virgen o Eva, ya no es la mujer domesticada (ángel del hogar) ni la salvaje (mujer fatal del celuloide literario), ni la ama de casa múltiple esclava ni la autoself super woman autor realizada en el office de Mariana León escribiendo sobre el erotismo entre Freud y Jung (debía ser tántrico); ahora es Sofía Moltalvo, una mujer de su casa, (de su cuarto de atrás, interior) que  planta al marido, que tiene sus altibajos, su Nubosidad Variable, que aumenta con su hiper-sensibilidad y logo-verborrea, y que harta ya de escribir a escondidas por no ser escuchada, sale a los cafés sola y se echa amigos. Instala en su escritorio la maquina Singer de  coser de la abuela, el collage dadá de fragmentos formando un Todo coherente, el cenicero con sus rastros de pitillo existencialista… y cocina para ella sola (y para su hija hasta que aprenda a cocinar por sí misma buena literatura.)Con estas letras tejidas por la propia mujer; la mujer ya no es tesoro culpable o inocente de Troya; ni princesa de la isla utópica del pirata ni tampoco la Piker de la sucia cantina donde llorar esas lágrimas de haber sido solo la sucia enfermera. Y así deja en un happy end con final abierto: la princesa del cuento,  al menos no se arroja a las vías del tren por exceso de tostón de Tolstoi, tampoco es puta títere o marioneta prostituida y movida en el teatro moral del viejo Zola, ni Bobary incapaz de controlar su fantasía, ni Isolda envenenada por Tristán con su poción. Se lo cuenta una mujer a otra, madre a hija, una amiga a la otra, unas aldeanas hablando el mejor castellano entre ellas, y no con el alma machista de Corín Tellado con que se dirigía a la masa femenina, cosa bien distinta y desteñida.

La des-esencia masculina. Y lo mismo aplica Carmen al otro género de interlocutor. Kafka no se recrea en el hado funesto del anti-héroe romántico y el aura de poeta maldito sino que sus personajes “hacen de su intromisión denuncia silenciosa de la deshumanización social!” Gaite anota en uno de sus primeros cuadernos:“¡bendita cucaracha ignorante del camino que abre a lo fantástico. Y este personaje de funcionario-archivero se repite en muchos de sus libros hasta en Lo raro es vivir. En sus primeros cuentos esta becaria de filología apasionada por la historia introduce música de los Beatles en la aburrida oficina de la jerga Guttenberg del franquismo, para sentirse ella misma menos cucaracha.“Todo lo que se necesitas es amor”, echarle ganas al cuento. Echarle fantasía a la realidad, aunque lo cotidiano ya es surrealista  per sé:Bretón sólo describe lo que ve en la fábrica, pero no introvertido o surrealista como Kafka sino de reportero suprarrealista que des-automatiza, des-alinea, des-enajena, extraña, epata. Gaite llamaba la atención con su boina y performance hacía lo humano, lo esencial. Su objetivo es des objetivizar, des-codificar, deconstruir, el escritor real queda entre lo visible y lo invisible para desmaterializar la sociedad.

Pessoa también refleja su ser multiplicándose en heterónimos, fragmentándose para construirse, destruirse –perderse en los laberintos de Borges para encontrarse ´-salvarse- y así no caer en la esquizofrenia social de no aceptar sus multiplicidades aparentes, des-compactando lo que parecía unitario en la sique. Gaite escribe una narración del eros, vitalista, y no la neurótica-victima-egocéntrica del thanatos. Hay desdoblamiento en sus personajes, como en el Quijote, Todorov, el barroco o Platón… pero acepta esa dualidad complementaria del  espejo, sin caer en el Narciso alter Ego. Este se ve en la Reina de las nieves: su esencia, (su nenúfar lo llamaba ella) sería esa reina de las nieves que ya ni se acuerda, cuando ha estado toda la vida haciendo punto y repunto con su recuerdo. Nunca perdió la sonrisa afectuosa de Wendy buscando a los niños listos y curiosos por interlocutores. Es un lenguaje íntimo, un macro mundo con autonomía per sé, un cabaret donde juega el erotismo. No quiere morir  el autor en este insomnio porque me he encontrado hoy de interlocutor. Lo de implícito o explicito es una redundancia de la teoría de la recepción: obvio que la distancia mediatiza la interlocución; la memoria, el paso del devenir interior en el autor al escribir el recuerdo en retahíla; una distancia del propio lenguaje insuficiente, engañoso y peligroso sí es manipulación, propaganda, publicidad, política sofista o escolástica de un cura aburrido. Inocente si es razón vital de ortega y poética de Zambrano, si se toma como un juego y se cuenta bien. Y por último está la distancia del lector crítico: la afectiva de reducir a  formas, morfemas, grafías y etiquetas. Esa es la peor. La que duele. Por eso la literatura solo es sustituta, bálsamo, fármaco de la vida. La primera literatura es oral. Y C. M Gaite prefiere una conversación a escribir, un amigo a un libro. Ya no está Carmen físicamente, solo las huellas rastros senderos fichas fragmentos señales signos correlatos versiones laberintos de una existencia vital. Revive el autor cuando un lector le atiende, un dialogo que quiere trascender la autonomía de la literatura-ficción, que desdobla al receptor en dos tiempos y espacios, o muchos, inmersión-sumersión en la aventura y en la sorpresa, en la liebre blanca de Alicia, en el milagro de Teresa que es poder contar lo que uno siente, aunque el interlocutor sea soñado. Sea un sueño o real hay que dirigirse a ese interlocutor no como esencia de masa o musa o de fantasma sino como persona de carne y hueso   
Carmen a través del espejo: C. M Gaite anciana con su sonrisa gélida o más bien irónica en la retahíla del lago de Nueva York (con los cristalitos rotos, el espejo desfragmentado, incapaz de ordenar ya los cuadernos, el caos de papeles por el piso sigue recordando a la que esperaba el porvenir con Aldecoa, sentados en una escalera mascando chicle o comiendo pipas o lo que fuera, como en todo pueblo. “…y el porvenir que no venía…“y tan seguros del “seremos escritores”….pero la misma palabra que a Laforet y al resto de “chicas de provincia” les sabía a caramelo de libertad y con deleite degustaron…(aunque a veces supiera amarga, condena al error y a la soledad, infierno del otro)… Á. del Manzano  la mastica, la devalúa, la deja sin fondo, proyectándose en“la receta de la tarta de fresa”, dispuesto a bailar un vals macabro con la abuela sin novio de la niña de rojo, con tal de robar el caramelo y cortar rollo y movida al barrio.
  
El cuarto de atrás.Carmen se deja llevar por el hombre de negro, la pasividad en este baile nupcial de muertos es lo que marca sus señas activas de identidad (en un género concreto, en una generación concreta.) El periodista pregunta por su obra. Ella al principio responde contando su vida íntima: recuerdos de helado de limón con la paga del domingo y de Carmencita Franco con ese diminutivo de princesa con  labios de fresa de la cursilería de R. Darío y demás nenúfares del franquismo. Se identifica, ¡no es tan mal espejo si refleja lo humano esencial, a esa niña, y no los fundamentos del régimen! En el fondo otra cría que intercambiaría cromos y TBOs, le robaría libros del padre y se asomaría de vez en cuando a la ventana del Pardo con un helado de limón, en vez de fresa como supondría el maldito poeta con miedo a resultar de derechas o poco esencialista y personalizar, humanizar, a la niña esta; pues ningún niño es tonto ni vive en torre de marfil de candidez cristiana sino que se hace preguntas, interrumpe el discurso, pide que se cuente con más ganas, berrea y se estremece de miedo sí le cuentan lo de las Brönte bien contado. El recuerdo del helado se hace vivo, doblemente porqueno es ya solo el recuerdo: también es un helado de limón presencial, dadá, en un teatro de cabaret dentro del libro que le tiende al interlocutor por negro que se pinte el telón o a  los amigos, a la salida del libro. Se triplica, se multiplica el helado.

Luego cambian los roles, performances, intercambian calzas verdes y es este  hombre el que parece una doña Inés avergonzado de que le monte por teléfono el numero teatral un personaje de Almodóvar con acento gaditano. El lobo “solo entra en el cuarto de una mujer si ella le da permiso.”Ella no queda sola, osea con Ferlosio, ya entre o no entre en la boca del lobo esa noche. Va sonámbula a dar un vaso de agua y contar un cuento a la niña, dormida, torcida, mal presagio. Pero no se queda sola. No, porque a mí y a cualquiera le toca la llaga íntima, y a la vez reflexiva, de su propio cuarto interior. En esta novela queda la autora en una semidesnudez erótica y no en la pornografía del auto-retrato del  ego de marta Sanz. Una se lleva el cum lauden y premios de verdad en forma de sonrisa inmortal y además se queda semi-desnuda  y la otra se queda igual de sola pero  “destapada del todo”, como esas pelis del destape que quiere denunciar y que al final abala la doctorada en bestsellers Sanz con su narración del insípido pubis del ego; y reseñada por Chirbes como si la debieran algo por vivir en Malasaña, abanderar histérica-mente el feminismo  y haberse doctorado en coñazos. En cambio, Carmen tiene otro ritmo, tenue, sinuoso, dulce, pero firme, tan segura de la superioridad de la mujer que no lo grita, lo cuenta divertida. No  aburre (con los excesos del ego). Dan ganas de seguir leyendo el cuento de nunca acabar.

Tan segura de la ficción de dios que busca al  Jesús y la Teresa humana. No le preocupa sí es verdad o mentira, como buena gallega, sí es real o fantasía, subjetivo u objetivo. Reclama que lo cuenten bien. Nos han contado mal la vida del carpintero y cuatro clavos ensalzando en cambio tres galimatías de aquí-no. Los urbanistas, publicistas, funcionarios aburridos, malos notarios (y no como el padre de Carmen o Kafka o Pessoa, que eran más humanos) tienen también sus “proyectos de futurición” de Ortega y son estos los que hablan “a la humanidad”, los que emplean “esta demagogia a nadie dirigida,destinada a la nada”, a la masa informa. Le decía esto Ortega auna persona sin lista, a un individuo sin lista.Y emplea una retórica sencilla, palabras “con empaque de rey, como hablan los aldeanos en Castilla”, para devolver al pueblo o a las cabras locas que queden en él su aristocracia, su moral de señores quijotescos y de marqueses de  Carabás en vez de gato  con bota con moral sumisa de sanchos; y desnudando al emperador -el fascismo-, no por derecha o izquierdas, religioso sino simplemente porque era“facha”,  mera forma, fachada, sin individuo dentro. Sí la religión es relación con uno mismo, no tomándose como ego ni alter ego sino con la humildad señorial de Teresa al personificar a cristo bienvenida  sea, un espejo interior para verse más guapo esta mañana, a la monja le ayudó en su vida y dejó literatura para que otros practiquen la fantasía en su vida diaria. ¿Oía voces o fueron unos señores concretos los que la mandan escribir? Es lo de menos de dónde venían esos delirios, éxtasis… sí de la fe o de la cebada. No importa la existencia o no de dios o una idea primera o cosa así si no tiene una consecuencia física de progreso humano (fundar conventos de monjas más libres con unas fundas vitales no es tan vacuo como perderse en la morfología de la palabra dios del filólogo o en la esencia exterior a esa palabra del filósofo metafísico.)El trasfondo es la persona, en la forma lleva ya su fondo. Importa cómo el libro de la vida le ayuda a esta monja que escribe como puede, con pocos libros de formación, y sí ayuda en la vida practica a otras personas, como lo hace en C.M Gaite.

Los escritores no oran retoricas a la plebe, ¡bastantes solos se quedan los muertos cómo para no querer una persona real y humana a su lado!, por egoísmo de cariño se llaman bardos y han de imaginar el rostro del lector y de otro escritor a su lado, entusiasmados con el seremos escritores y con sus caídas depresivas que no se deberían contar en una literatura alegre por no aburrir al personal. Se necesita siempre un interlocutor, aunque sea soñado. El sueño se achica cuando más se extiende al colectivo ciudadano y menos al concreto bicho humano. Unamuno no podía hablar si no siento unos ojos mirándome, sin especificar lo civilizada de esta compañía, y ahora dicen que no hay nada más enrevesado y complicado que Una más Uno; el otro. ¿Era más  sencillo de entender Xubiri y estratificar la ciudad de dios y la del hombre? Lo que hay que buscar lo divino en el otro concreto y no regodearnos en nuestra propia dualidad.

En la ambivalencia (contarnos bien la mentira) de que la ciudad se la inventa siempre uno, más solo que la una,  y aldeano. Cuando los niños malos te persiguen con tirachinas y te tiran del pelo y te ensucias en el barro es cuando no se puede escribir, solo vivir, y se idealiza la infancia al crecer, y se inventa la ciudad en el pueblo para abrir los visillos a los aires libres de una ciudad, igual que el pueblo se sueña uno ya urbanizado cuando esa ciudad de Nueva York agobia más, y es el infierno de Nada, de una familia civilizada y no de unas islas Canarias con solecito y playas y el único paraíso que hay: el de infancia. Rememorado una y otra vez, en mil versiones. De la odisea a Proust, un viaje de retorno, de vuelta de Norta –ciudad ficticia- a Granja de Moreruela –un pueblo real, por fantasma y deshabitado que esté-Yo he vivido en esa Granja y en esta ciudad, de cuyo nombre no quiero acordarme, solo puedo escribir. En Norta se escribe diferente que en Surta: en aquella marina del horror o en el invierno de esta ciudad en crisis pos-pos industrial se escribe, en el invierno que es un amigo sereno, pero el verano es un amor tormentoso que da calor pero no palabras. Solo en medio de este norte y este sur, en ese pueblo de cabras, viví y fui algo parecido a feliz. Y es un eterno retorno a lo Heraclito-Nietzsche, no a lo Parménides-Platón: se repite siempre pero no en mí sino en otros que vinieron antes y vendrán después. Mi alma fallecerá con mi cuerpo, no del todo mientras se ame un libro y al escritor que hay dentro. Se repite y si se cuenta bien no aburre. Se repite nunca igual, siempre distinto, en otros ríos, con otros bañistas, pero se le parece, se asemeja, hay parentescos, versiones de mi bisabuela y de la otra Carmen que resultan creíbles, mentiras y  ficciones verosímiles cara a uno mismo y a los demás, aunque sean irreales desde un punto estupendo de buscar lo esencial y filosófico- filológico o científico. A la literatura no se le pide  eso. No se debería pedir la verdad al escritor sino  que lo cuente con ganas, decía Barthes, con ganas también ya el pobre de morir en la vida real y pervivir solo dentro del texto, que dejaran en paz su vida de verdad, la íntima, sin tanta mistificación. Y por eso Barthes, al  final y pese a tanto deconstructivismo acabado en abismo, se me hace algo humano, se le puede sacar algo humano a ese café donde la camarera se entera de que es escritor por la tv. (Incluso la matemática del Oulipo y Wittgenstein esconde trasfondos de lenguajes humanos ampliando la vida.)Barthes mata al autor para revivirse él  como persona detrás y  revivir al lector que tendrá que esforzarse  en buscarle. No va a dejar todo mascado el autor posmoderno.

El verano es el calor y el pueblo no permite la palabra. La ciudad es el frio de la serenidad, donde evocar la poesía pura que se ha vivido en un pueblo.  (Para Gaite, y para todos, por frío que se tenga el…¿corazón? ¿Huesos? Nietzsche decía “estomago”. “Fragmento de interior” suena aún más frío, se puede convertir en interiorismo de armarios y casillas-estanco de la meta-literatura, cuando ella se refiere a mudanzas del alma. Viene a decir es que son  cachitos, hilitos, no un bordado o fresco a lo tapiz renacentista en el Pardo. Unamos las piezas del puzle, del collage meta-inter literario en interrelación vital, disciplinar, artística. A los niños es a los que habla y por eso lo llama “cristales mágicos de dentro”, se la entiende perfectamente.)

Necesitas comprender la dualidad, imaginar la infancia de niños buenos y malos, pues unos  que te pegan y otros te cambian cromos y cuentos.  La república se la inventa Platón en una isla, expulsado de la polis y con amante y maestro muerto. Más resentido con los otros niños del juego imposible. Se la inventa Agustín de Hipona en lo más románico y anguloso de un pueblo: el monacato, la soledad. Resentimiento es volver a sentir, en el fondo, aunque esté llene de dolor y arrepentimiento el recuerdo. La ciudad se la inventa uno con los aires y sirocos locos de África y el viento solano. Rimbaud se inventa París traficando con hachís y su escopeta y no cuando vive drogado entre los aires- humos fabriles contaminados y los propios fuegos fatuos. El sur vital posibilita que haya mundo norte ficticio. Sin verano en Canarias no habría invierno en Barcelona y meta-invierno en Madrid para nunca volver  físicamente a esa isla del demonio y la madrastra. Se pasan estas mujeres la vida huyendo, en fuga, pero llevan un ritmo lento en el interior para superar este trauma pos-guerra y pos-familia. Ferlosio en el infierno del Jarama es cuando sueña un alma de Alfanshuí individual. Agustín creía que una ciudad es  suma de almas cuanto más contaminada veía su alma de africano. Rousseau llamaría salvaje a este hombre bueno en esos momentos en que él mismo no andaba subido a las ramas. Confiaba que la ciudad educaría a  su hijo mejor que él, y sólo él le habría dado una educación sentimental, estética, progresista, dejándole libre en el campo, otro paseante solitario. En el pueblo queremos la ciudad y en la ciudad el pueblo. En verano el invierno y en invierno el verano. Entender y a la vez soñar era el mal que  perseguía el insomnio de Carmen en el cuarto de atrás ¿no es el de cualquier persona? Y cuando aceptamos esa imagen visual (visionaria, a lo Rimbaud, pero sin dramatismos meta-literarios ni revolucionarios), sin juzgarla de mito o logos, de fantasía o realidad, conseguimos descansar. A la mañana siguiente ya nos plantearemos sí interpretarlo freudianamente, ¡esa es otra!, volver a buscar entender lógicamente lo soñado, ¡y así hasta aburrir en eterno retorno! o contar esto bien para que otro persiga la flor. Del paraíso de infancia solo va a quedar una flor en la almohada. Y ni siquiera ese nenúfar deberíamos contar, pero necesitamos contarlo: ¡al menos una flor! No es ego ni alter ego, ¡es solo el yo, que le falta el otro! Una carencia afectiva, claro, pero esa necesidad no se puede esquivar, reprimir, esconder bajo la alfombra y tampoco regodearnos en la  sublimación. Contarlo con alegría: hoy he encontrado una flor dentro de mí, necesitaba contarlo. Mi infancia tuvo un matiz de flor y hada.  “No hay paisaje sin burgués ciudadano porque para el campesino la huerta solo es trabajo”. Una mentira a medias, una cosa muy de Marx: Carmen es un nombre que me calma el alma, le añade una C dulce en medio, y me invoca a la marisabidilla de Salamanca pero también a la  bisabuela semi-analfabeta de Gallarta. Y digo semi, porque ella hablaba otro logos, porque hay lenguajes de lo inefable que no necesitan palabras. Un sordomudo, un loco, un muerto, sigue una parole de imágenes  que un estructuralista no podría encasillar. Y no tenía forma de decir dios pero tenía  el sol, y su buen fondo vale por todos los  sofismos del mundo, ¡son una larga lista positivista de ismos!

Quiero ponerle gafas a la “perspectiva”, cigarro a la “voz” fatal y quitárselo de la boca para cambiarlos por flor y caramelo, como ella cuando trataba de superar el dolor de unas muertes tan cercanas no contándolo directa y patéticamente sino a través de un diario para dejar de fumar (razones a fumar: un libro, un amigo, una espera, una muerte, un nenúfar  que no se puede repetir ni contar y que “vale” solo la duración del pitillo para el autor, al margen del “significado” social testimonial de una época y del  “sentido” personal vital que le encuentre su lector, pero eso  sigue siendo valor y no precio. Eso se puede cuantificar, puntuar, y nunca se valorará del todo como le habría gustado que le reconociera el otro a uno.) Me imagino a la “autoridad” con arrugas de niño y le ha perdido el “respeto” a la reina de las nieves, por cosas del querer. Pero, por cosas de fraternidad también, de “hermana” (decía Verlaine, en vez de decir “amada” como un Petrarca-Garcilaso dirigiéndose a la nada inmaterial de la esencia) no quiero verla desnuda del todo, no quiero llamarla en la palabra que solo una hija torcida al lado fantástico podría llamarla. Ni tampoco  la quiero demasiado vestida, plena, civilizada, reverenciando con ironía a su majestad denotando su desnudez.  Sino en una luz intermedia entre lo humano de todos y lo íntimo que solo es habitación propia de cada cual, trastero y cuarto de atrás imposible además de trasladar en palabras a nadie en esta interlocución. Y así como amiga sí podría llamarla Carmiña, o hermana Carmen, pero nunca amarla (pide que la toquen y a la vez la dejen intacta, no la invada el texano la casa llena de papeles.) tocar físicamente al autor pero tan suave,  dulce, tenue,como en las rimas de Bécquer, como ella  arrodillada en la iglesia y recordando que a su madre se le escapó el “solo se quedan los muertos” del señorito sevillano sin haberlo leído.

No la quiero convertida en “nenúfar”(así llamaba ella a la esencia, a la flor que se queda en  perfume y se evapora y olvida del frasco que lo contenía) ni en su forma aparente con boina remasterizada (eso solo  son versiones de un mismo perfume y sabor esencial.) Ni considerar a mi bisabuela una Aldolza Lorenzo de pueblo cosechando la huerta interior sin una vulgar palabra para nombrarse, ni tampoco una heroína de novela de Baroja que luchara en su caserío por la libertad de los maquis. Ni una dulcinea gélida en Nueva York, una reina de las nieves, demasiado idea y poco persona; pero tampoco que abrume el intimismo o patetismo (y  en Gaite no abruma nunca, hay que ir a buscarla, tiene el amigo que ir detrás e invitarla al acto cultural, se hacía querer y eso hace que no se pueda separar vida y obra, algo que no podemos decir de Umbral o Cela. ¿Por qué he imaginado esa “voz” con cara? Esto no me pasa aunque lea unas memorias  en primera persona. Bécquer también usa la primera persona, y no es porque sea una retórica más actual pues yo de la Sanz no quiero imaginarme ni el pubis. Me he imaginado la cara detrás de los Cuadernos de todo y al principio era la cara de la compañera que me denunció por machista pero luego la cara se iba llenando de arrugas y eso la rejuvenecía, tenía que seguir leyendo, cada vez era más agradable y dulce la voz literaria, más humana, entre lo gélido de una Reina en el lago helado de nueva york y la pasión de unas cumbres, por borrascosas que fueran, una llama a lo teresa que no se puede  aguantar  cuando deambula como una vagabunda por la quinta avenida, donde la gente no se mira, te pones una bolsa de basura o boina en la cabeza y ni con esas te miran a los ojos, es lo que Unamuno quería: que el lector mire a los ojos al escritor cuando le cuentan el cuento bien.

No le gustaba la muchacha muerta sobre una cama de hotel de Hopper; la había dibujado un hombre en su mente: sola. Pero sola nunca estaba. Fantasmas, sabía jugar a solas con las sombras, de Peter pan, con su espejo. Ella habla mucho de teresa  pero no de la santa ni de dios sino de la mujer real, la que amaba, sentía, sufría por un hombre, estaba viva. La motejaban la loca dela casa antes que motejarla santa matrona en la casa de locos doble de la teo-filosofía y de la literatura (atea pero fantástica). Volver a personalizar a dios/a, darle andro-forma, para no caer en el panteísmo (cuando todo se diviniza todo pierde su divinidad concreta.)No el dios idea sino el interlocutor soñado en todo su delirio de imaginarlo sin metáfora y elucubrar con espalda al ángel, devolverle la forma concreta sin que pierda el fondo. Igual que cuando su hija tenía que hacer un trabajo, una tesis o algo así, sobre la influencia de un tal Rousseau en un tal Kant. Carmen le decía que imaginara cómo le hablaría un señor de tal edad a otro, y sólo así, humanizando, se puede comprender al escritor implícito en el texto, cuando ya sólo queda un papel o una foto o una tumba o un dibujo o una película o una iglesia y no una persona viva, existente. Quisiera verla viva y no tener que llamarla. “No sé ni donde me enterrarán, pero será un sitio donde los que vengan a llorarme no podrán hablar en mi nombre.” Parece ego, pero contiene tres verdades; yo no te he llorado sino que te he dado espejo de alegría; yo  ha he hablado; y ahora te toca  hablar a tien tu nombre.Nos pasa el relevo y no nos oculta que va a morir el mensajero. Los fantasmas vienen cuando no se los llama, incluso cuando no quieren venir, mi bisabuela está ya un poco harta de  aparecer en mis relatos. Y todo para decir que las dos Carmenes, por sus canales hidráulicos y subterráneos del inconsciente y del cuarto de atrás (el recuerdo, lo soñado, lo irracional), de muy distinta forma, intuyeron ya algo; la deshumanización del  individuo en la ciudad. la una leyendo a Ortega. A la otra no le hizo necesidad.

Carmen murió abrazada a sus cuadernos. Acosada por la seguridad del aeropuerto, velando por la propia seguridad de quien siempre había querido tener vela propia, pero no en su entierro sino en su vida, añorando el candelabro del cuento de terror de las Brönte de la infancia, en  el oscurantismo ilustrado del ateneo de Simancas,  y en el foco artificial de una película de Borau, mezclando a Celia con Teresa y Almodóvar….Me parece una pueblerina metida a la fuerza en una ciudad, pero luego me consuela que mi bisabuela fuera feliz con un café con leche hablando sola con el televisor de lo mal bicho que era ese Aznar. No nos consiguen civilizar tan fácil a los individuos.  Los demonios tenían otros proyectos para ella, para la ciudad, para mí y para ti.  Lobos con piel de cordero con estructuras más lógicas que nuestras fantasías de chalados. Ya no es tiempo de reyes filósofos, veía Hölderlin con la revolución francesa, pero aún esperaba a los viejos dioses. (Justo lo contrario a  Platón, que ya pasaba del juego con los otros y quería imponerse como único  dios a unos niños llenos  de dioses.) Sigue siendo tiempo de poetas, aunque sea en Nueva York y no tengan cuaderno de todo y sientan que la infancia no ha sido más que otra fantasmagoría proyectada en el escaparate gélido de Tyfannis, probándose una boina, un fragmento de interiorismo, una sonrisa de Audrey Herburn a ver qué tal sienta hoy, un retal del bordado entre las Brönte y Todorov, unas perlas barrocas frente al espejo doble de Alicia, un disfraz donde la vida y la muerte son el mismo sueño, un rol y una performance que no haga daño a Marilyn Monroe calando demasiado en el personaje erótico o en el desnudo sin justificar de Ana belén.

Creo que estas escritoras y hasta mi bisabuela buscaron siempre reinventarse, de-construirse, desaprenderse, ojala no me enseñarán nada las escuelas de Salamanca, y ser buenas, sin epítetos de  salvajes o refinadas, sin letreros de feministas, como los gestos sin lenguaje que ponía mi bisa a la TV. Y todo para evolucionar, crecer, madurar, sin perder a Peter pan cayendo en el retrato de Dorian gray o en la flor nenúfar de Narciso. No hay ego en Peter cuando habla a otros niños perdidos, ni en Celia  cuando regala juguetes a los niños pobres;  es un yo. Y tampoco alter ego: es una niña/o concreto al que se dirige el cuento, el regalo, la dádiva del escribir y el leer y el conversar, pero sí no hay…habrá que inventarlo.) Contar el cuento y contarse el cuento no nos hará daño sí nos lo cuentan y contamos bien, sí nos dicen que detrás de la caperuza sufriendo látigos en una profesión de semana santa hay un hombre y nos señalan las costuras del pantalón, en vez de mentirnos con que sí somos buenos vendrán los reyes. No porque nos duela que los reyes existan o dejen de existir, sino porque nos duele que nuestros padres no eran reyes sino unos pobres hombres  que no sabían contarnos bien la post-mentira.  Por eso duele que cuenten mal a los Grimm y nos edulcoren cómo acaba la bella durmiente, cocinada en una olla por la  suegra madrastra. No hiere que las hermanastras y hermanos nos corten el pie sino que encima nos mientan y no nos cuenten esa parte. Y lo intuía-temía-esperaba también mi bisabuela, quitándose el  cigarro al fantasma, abriendo las persianas, diciéndole que seguía desnudo, como en el pueblo. En la nueva fantasía urbanística de la megapolis y la meta-literatura no cabe espacio para persona dentro tanto hipertexto digital del videojuego que ya no es juego sino su copia, su fantasmata, su recuerdo, su ensoñación  platónica. El invierno mata el verano, la ciudad nos ha quitado el pueblo o lo que quedara de el en cada alma individual, nos han quitado la movida, y nos ha devuelto a una fría y deshumanizada tecnocracia que es la teocracia medieval con maquinitas y plagiadores desalmados  siguiendo a Aristóteles, a Cicerón o a la serie de Juego de tronos y coños. En vez de vivir un juego de tronos real.  Hay niños y niños. Y cada cual decide qué juego jugar, pero espero que en la globalidad de estas mega-polis super-pobladas de la meta-literatura aún haya  espacio para respirar lo humano. Nueva york es una fantasía urbanística sin persona dentro, la esencia de la esencia, lo más frío de la idea: la libertad económica de la habitación propia de la literatura en la que falta lo esencial que es una Virginia  Woolf, una persona  que pueda contar su interior y no se haya deshumanizado. El último acto de C. M Gaite fue el de Álvarez del Manzano premiando el fin de la movida interior. quizá eso la mató.

sábado, 26 de octubre de 2019

ESBOZOS SOBRE CARMEN MARTIN GAITE


Me abruma que esta autora haya escrito tanto, se asegura que guardaba unos 600 cuadernos de todo, 300 artículos de prensa tirando del hilo y ni se sabe lo que quemaron ella y su hermana “cuando les daba la piromanía, para que no se lo expropiara el hombre de Texas americano” (el capitalista lobo de Caperucita en Manhattan) ¡Se puede abordar desde tantas perspectivas y tantos aspectos que no sé qué hacer; quizá partir de Cuadernos de todo, que aglutina toda su obra de ensayo, novela...y su propia  vida, y del Cuarto de atrás! Para leer y escribir se necesita “atención”, hasta para distraerse en el vuelo de una mosca o estar en las nubes hay que prestar atención. Y luego se necesita un pretexto. Con el concepto de Retahíla (“Serie larga de sucesos o cosas no materiales, iguales o análogas, que están, suceden o se mencionan una tras otra.”) se referirá a unos textos largos de aparente escritura automática, semiautomática porque piensa mucho antes de escribir, en la que luego tacha algunas palabras, añade, quita y hace correcciones. Mediante frases cortas y fragmentarias va hilando un discurso lleno de coherencia y además de recursos metafóricos evocativos y sugerentes. Gaite inventa un macrocosmos  lingüístico con sus propios neologismos inventados, hace del diccionario  un lenguaje propio mezclando los usos lingüísticos de posguerra e interesantes lecturas posestructuralistas, deconstructivistas. ¡unos pensamientos mágicos tan lógicos que se necesita un "ritmo-lento" para contar bien, mimar, coser, enhebrar, ordenar, tirar del hilo de la cometa y hasta  cocinar todos estos retales, retahílas, retazos, ovillos, fragmentos de mi interior destinados a esa búsqueda del interlocutor soñado. Necesito para empezar a escribir de ella crear  un ambiente idóneo de representación teatral o performance deconstructivista posmoderna en mi propio cuarto de atrás: el pitillo de Greta Garbo sobre el  cenicero, los fetiches de costura con la máquina de coser puzles y collages y fotos de actrices, los libros llenos de hipotextos desperdigados por el suelo y todos estos consejos para cocinar la escritura. Convierto mi mesa de estudio en un taller de poeta-obrera manufacturera, del gremio costurero artesanal y boina “I love Nueva York” a lo dadá. 
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Abro mi ventana a otras ventaneras-soñadoras-fantasiosas que queramos hacer estas labores artesanales  y domesticas por propio gusto y no por imposición del marido Ferlosio ni obligados por autoridades, como esos maestros que contaba C. M. Gaite que distinguían entre la redacción subjetiva de invención y el relato objetivo del viaje en el bus a un monte con iglesia. Ella quiere ver la ventana por delante y por detrás, dirá en su entrevista con García Soler. Se empieza a escribir desde el cuarto de atrás, nuestro inconsciente, tratando de ordenarlo (su casa en Dr. Esquerro no es el mejor ejemplo, mi mente y este análisis tampoco) ¡en qué trabajo titánico y tiránico me he metido!; prometeico por transgresor y algo destructivo de mi vientre (Nietzsche opinaba que los sentimientos se hallan más allí que en el topos arterial del corazón, y que se “escribía con las vísceras”). Es titánico, pero no tarea absurda de Sísifo, por lo que a mí me puede aportar a mi propia escritura, por lo que pueda llevar a  conocer su figura (un juego de versiones de sí misma) y su obra (un juego de fragmentos de interiorismo que no pierde la coherencia ni en su vida ni en su unitaria obra)

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Quienes no distinguen de trasformación de estilo, finitos temas e infinitas significaciones la colocaron el letrero de "monotemática", Pero es una  autora polifacética y variada  en el tratamiento a estas obsesiones repetidas. Le daba a todos los palos y “a los palos secos" de los morfo lingüistas patada parecida a la que recibe el pobre Todorov en El cuarto de atrás, aun siendo su Introducción a la literatura fantástica el preferido entre aquellos libros de ismos de Propp, Bajtín, Chomsky, U. Eco,...que solo hablan de sí mismos (meta) y para sí mismos, sin ese lector común de interlocutor. Parece  estar hasta los mismos de tantos ismos y aunque asegura en El cuento de nunca acabarno me  arrepiento de estas lecturas, pero quiere usar estos ensayos en una novela ¡y menos mal porque así no me llamarán para conferencias de ese tipo!” ¡Aunque no dejaron de llamarla!) Así surgió ese maravillo libro que no sabría encasillar sí de enseñanza a la escritura, o pedagógico para estas madres de los 80 que querían ser escritoras mientras sus hijos se aburrían en los columpios y ella inventaba divertimentos jugando con estos niños abandonados de sus progresistas padres, como Wendy con los niños perdidos o una Miss Lunatic del Retiro o de Central Park. En el cuento de nunca acabar no se sabe dónde acaba la teórica literaria aconsejando en un taller de escritura, donde la pedagoga interesada en una educación sentimental al menor (el primer receptor de historias, de cuentos orales, el interlocutor preferido por la autora es ese niño que interrumpe a la madre pidiéndole que lo cuente “pero con ganas” (Barthes dirá: “a un escritor no hay que pedirle  tanto que escriba algo como que lo diga con voluntad de escribirlo”)

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Hay miles de trabajos poniéndola “letreros, estandartes y banderas”, algo por lo que protesta repetidamente en Cuadernos de todo. ¿Metaliteraria? En una  entrevista afirma desconocer prácticamente esta palabra cuando escribió El cuarto de atrás, quizá falsa modestia. Se la considera memorialista pero ella se queja del exceso de autobiografías en su tiempo, y afirma que no pretendía  escribir sus memorias pero toda su obra ya la recuerda y se teje de retales y fragmentos de ella misma dejándose ver, pero no como un libro abierto sino con un erotismo bien enmascarado. ¿Cronista social, testimonio de la posguerra, barroca, autora-ficción, cuentista infantil, narradora fantástica, neorrealista? (etiqueta únicamente por pertenecer a la generación del  50 y por Entre Visillos, un Jarama femenino, la novela coral de unas “niñas de provincia”  de  alta clase social  en una ciudad de con mentalidad pueblerina de casarse cuanto antes, a lo Jane Austen.) Prefiere “contar” a decir o narrar, al tradicional verbus dicendi, sabe que la tradición literaria fue en su origen oral, revindica lo sensorial interior sobre la grafía de la forma, la literatura es el sucedáneo, fármaco o bálsamo de la vida,, surge cuando no tenemos interlocutor a quien contárselo  directamente, cuando necesitamos que la escritura sea memoria perdurando, testimonio vital de palabra para las nuevas generaciones, que ella consideraba muy parecidas a la de su juventud (Se refiere a La movida o el Kronen, con el paradigma de su alumna y amiga Belén Gopegui.) C-M Gaite se sentía joven a cualquier edad, un tema del paso del tiempo y la vejez que lo asume con serenidad en Cuadernos de todo.  La voz literaria de Gaite rejuvenece a cada novela nueva, hay quien dirá que se “recicla” a las modas de cada momento histórico de España, pero sí algo odiaba era estar ir “a la page”o “demodé”, etiquetas de progre o retro y la trasgresión por la trasgresión, (“no puede un escritor plantearse: ¡voy a escribir un cuento original! sino encontrarse en el medio del cuento con ¡coño, este cuento me está saliendo original!” (C. d todo.)  
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¿Feminista? Su retahíla es la queja gallega; mezclando lo concreto y lo abstracto en una queja contra el varón y una reivindicación de género, los monólogos de los personajes femeninos se mezclan y multiplican en una voz coral. Pero detestaba el feminismo de masas, gaseosa, como se lee una y otra vez en sus artículos. También la visión esencialista de la mujer impuesta por la estructura totalitaria, pues muchas adolescentes se dejaban engañar por las radionovelas de amor y otras construcciones culturales. Ella pide que se escuche, se vea, y se toque a la mujer real y concreta. Su obra es una cantiga de amigas (ahora se descubre que bajo las voces figurativas “amado” y “amada” se escondía la  canción de dos mujeres solas, dos ventaneras, de ventana a ventana cantando  el amor  soñado.) Y así va analizando desde las canciones galaico-portuguesas, los poemas trovadorescos, prestando especial atención a las amadas fríamente por los héroes de la épica medieval (la pobre Isolda bebiendo la poción de Tristán, Doña Jimena esperando casta al cid castellano…) Siempre desde una perspectiva femenina. Como mujer libre  del medio siglo se interesa más por “la espera” de la mujer al héroe que por el héroe en su Odisea. Helena era incapaz de desembocar ella sola, con su belleza censurada de pandémica, la de Troya. La virgen no podía redimir tampoco el pecado de Eva que no fue el otro que hacerle morder al hombre el  deseo a través del logos, esa manzana prohibida. Se queja Gaite de este esencialismo hacía la mujer, ya sea elevarla positivamente como un modelo (Isabel de  Castilla –la marida del gran Fernando, Dulcinea del Toboso princesa entre las aldeanas, Doña Inés el ángel del señor para la sección femenina) o contra-ejemplo (Lilith, la primera mujer en los evangelios apócrifos negada a copular con Adán, el hijo de Dios; maría la prostituta de Madgala, la mujer fatal, a la que ella llama la  enfermera, el segundo plato en Tatuaje de  Concha Piquer hasta que el marinero encuentre otro amor de  cantina de postre.)

Ella no quiere ser ángel ni diablo, sino C M Gaite y por eso le interesa la pueblerina Adonza Lorenzo que necesita agacharse a cultivar el campo y luego preparar la cena al gran literato que la tenía por musa y Diotima  entre las cocineras. Le  interesa la Teresa de Ávila motejada “la loca de la casa” en el convento (“la casa de locos de la teología”, ironizaba  Voltaire) antes de motejarla santa y matrona de los escritores. Quiere ver tras el mito, la mentira, la parte de verdad que había en esas mujeres, una divinidad que estaba dentro de sí mismas y no respecto a unos ojos masculinos. Por eso, cuando reflexiona sobre la mística de Teresa, por ejemplo al final de sus Cuadernos de  todo (misticismo porque la muerte concreta, física, la de uno, va llegando.” Y no te engañes, guapa, te estás haciendo vieja”) trata de imitar la serenidad vital y formal de esta monja, pero apenas habla de Dios, habla de los sentimientos de esta señora, igual que lo hará cuando estudie a la monja portuguesa. Se han considerado “histerias femeninas” los “éxtasis, delirios, ataraxias…”de estas religiosas por algún prejuicio materialista de Freud de reducir lo intangible a un instinto material, por boutades como las de Ortega y Gasset en sus ensayos sobre el amor “esas alucinaciones con el alter ego se debían a cierto pan de cebada común  en Ávila” etc. Tal como se lo han contado en el colegio o en La Sección femenina estas mujeres eran malos espejos, donde la mujer escritora no puede reflejarse ni refractar su propia visión del mundo. Teresa dijo “la mujer a  dios y a los pucheros” y hoy a una feminista le puede alarmar, pero Gaite lo quiere entender como una receta de cocina individual,  cocinándose en el alma algo que los demás no podían comprender y llamaban locura.

También le ponen el letrero de antifeminista porque no se comportaba dura como un hombre ni nos odiaba sino que buscaba siempre el dialogo y no sustituirse en nuestros defectos, tan segura de la superioridad de la mujer en muchos  aspectos que no tenía que estar repitiéndolo a cada momento; y tan segura de que "el sexo es un rato" que apenas habla de él, pues ya hay mucha literatura mal contada y aburrida (la novela rosa, las apologías morales  condenándola la libertad sexual femenina) que lo que menos le interesa es el  acto en sí, sino cómo se cuenta, como se lo cuenta la mujer misma. La sexualidad es poder y saber, leyó en Foucault, y la mujer ha desconocido la suya hasta hace bien poco. La sexualidad es un juego añadirá  ella, un acto performativo (siguiendo este feminismo deconstructivista) que tiene valor por su performance en sí, por la interpretación de estos roles del filerasta y el pederasta que pueden ser intercambiables en cualquier orientación o tendencia sexual. Es lo natural; lo libre del placer y también lo impuesto del instinto, pathos y ethos hasta en el sexo, no inventamos nada, ni las posturas, que ya aparecían en las obras más remotas (en Aristófanes x ejem.), pero jugamos a contarlas  otra vez, de otra forma, con más ganas.  Más que el sexo le interesa el  discurso de la sexualidad (Foucault), cómo nos han contado esta historia. Y nos la han contado mal por ejemplo desde la censura carnal de Platón hasta la escolástica tomista. No quiere a la Laura esencial de Petrarca o a la Isabel Freyre de Garcilaso, sino conocerlas a ellas como mujeres reales, y no a través de los ojos de un interlocutor que no  les deja intervenir en su discurso entusiasta de idealización.
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Le preocupa el tema de dios como la creación de otra ficción, otra construcción cultural por motivos de ordenación de la polis y  sus derivados pragmáticos y comerciales, y mal  contada. Lo que le preocupa es  que la gente se tome al pie de la letra este sueño sin atreverse a contarse sus propios cuentos y fantasías. Parece tenerlo todo claro desde los 8 años  cuando empieza a leer y escribir; sigue una línea barroca (cervantina, calderoniana) pero dicho en toda su sustancia fantástica, es una  surrealista cotidiana, costumbrista mágica, intimista, crítica social…¡letreros que otros le hemos puesto! Y otros con los que ella misma se adornó: ventanera, soñadora, fantasiosa, en las nubes, buscadora de nenúfares-esencias platónicas-, costurera de  sueños, cazamariposas (como le decía su profesor y le  dice el profesor a Sofía en Nubosidad variable: “no deje de perseguir mariposas con su red” Su escritura trata de ordenar el caos, recomponer fragmentos, retales, botones, costuras, retahílas dispersas, cristales mágicos, versiones, interpretaciones de un espejo desfragmentado  donde ya no puede reflejarse la madrastra de Blanca nieves. Recomponer el espejo hecho añicos de Narciso buscando la flor, lo más esencial de  sí misma, sin caer en el ego (en la narración egocéntrica, de victima  autocompasiva, gastronómica, insustancial de un saludo fatico en el ascensor…de la narración thanatos)
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Ella apuesta por la narración eros, desde los textos del entusiasmo platónico (El banquete, el Fedro), desde su profundo conocimiento sicoanalítico (Freud para olvidarlo, con sus histerias femeninas, sus envidias al pene, sus homosexuales enfermos de la lívido. Jung para resoñar a Freud. Lacan para solucionar los traumas familiares….incluso presta atención a obras que alguien podría considerar menos serias como El héroe de las mil caras de  Campbell buscando esos arquetipos, símbolos, estereotipos, signos del inconsciente, del cuarto de atrás, un cuarto que no es de su propiedad sino de todos los que se acerquen a un libro bien contado.) Busca adherir con pegamento de cola un mosaico interno, un fresco  collage, un macramé de telas con sus fantasmas y demonios de Dostoievski, una interrelación alejandrina, borgiana, tejida de sueños (decía Shakespeare) “todos vivimos de sueños, unos de los propios y otros de los ajenos  Su mirada retrospectiva se construye en el presente inmediato, desde su cuerpo, sólo desde él es posible toda trascendencia, la metafísica no es más que una materia reflexionando sobre sí mismo, soñándose, la metaliteratura es la literatura hablando de sí misma, del hecho de sumergirse en la lectura, del por qué a  veces la abandonamos y dejamos para el día siguiente, por qué con unos textos necesitamos fumar (evaporarnos, irnos de nosotros mismos, sobre  esto reflexiona cuando trata de dejar el vicio)