miércoles, 21 de julio de 2021

PALIZA POR NO SACAR EL DNI EN UNA ESTACION ABANDONADA CON "SEGURATAS" FRANQUISTAS Y HOMOFOBOS

 ALEGATO DE DEFENSA ANTE EL ACUERDO DE EXPEDIENTE SANCIONADOR ES20190402.

Los hechos no suceden como han redactado en sus informes de incidencia los dos vigilantes de seguridad y paso a explicarlos tal como yo los viví. Quiero alegar que me parece inmoral tener que sufrir esta sanción cuando en esta infracción administrativa leve se oculta y/o maquilla intencionadamente una agresión física grave por parte del vigilante M. Álvarez González hacía J.J. Gil Campo, además de violencia verbal y simbólica hacía ambos por causas discriminatorias de homofobia. El abogado que me ha defendido en otros momentos me ayudará en la vía contencioso-administrativa si no se resuelve en este acuerdo esta infracción leve sancionada con 350 e con un30% de descuento incluido. Está abierto un proceso penal: la patrulla de la Ertzaintza H4368, en su actuación policial con referencia al atestado 594A1904906, informó esa noche de sábado del 16 de marzo al juzgado de guardia de Bilbao que al presenciarse en el lugar del altercado ninguno de los agentes presentaba indicio de agresión, mientras mi amigo se hallaba tendido en el suelo con las consecuencias de la violencia ejercida por el agente Álvarez. En el acuerdo de inicio de expediente sancionador ES20190402 contra mi persona se miente al afirmar “fue necesaria asistencia sanitaria para un vigilante” pues la ambulancia vino para recoger al herido Juan José Gil Campo y a esta persona únicamente trasladó de Urgencias al Hospital de Basurto. Sí se requirió esta asistencia sanitaria obviamente fue por el estado en que este chico había quedado en el suelo sangrando de nariz y labio y quejándose del costado; y no por la tortita que el vigilante se pega así mismo en la mejilla; pero todo esto se confunde en la forma de redactarse el parte, y en el acuerdo al inicio de expediente sancionador se da ya por hecho que la víctima fue el vigilante cuando fue al contrario. La patrulla viene enseguida para formalizar los datos cara a nuestra sanción económica. La humanidad de la ambulancia tarda mucho más. No sé precisar sí una hora, me pareció bastante más, pero no estaba contando el reloj en tan dramática situación. Nos obligan a separarnos, sin poder acompañarle en el vehículo pues fui prácticamente echado de allí, despedido con un “larga ya, pesado” tras una dialéctica incomoda por su parte. Intenté que me explicaran qué delito cometíamos por pasar por una franja sin circulación ferroviaria habitual y menos a esas horas de la noche de un sábado, y sí todo esto no era más un juicio connotativo a la orientación sexual por parte de estos vigilantes que una infracción leve en seguridad ferroviaria. 

Ignoraba completamente que fuera delito salir de la estación de Abando por esta vía de trenes estacionados, camino al bar a donde nos dirigíamos, quizá debido a que tengo reconocida una minusvalía síquica del 67 % o a que debería informarse de esto mejor a la ciudadanía, aunque sé que desconocer un ley no exime de su cumplimiento. Fueron escasos minutos los que permanecimos en la zona a esas horas de la noche. Nos apeteció encariñarnos, como podríamos habernos escondido entre unos coches, temíamos que aún pueda resultar extraño un contacto homosexual (sí lo presencia un menor creo que puede sancionarse como delito de escándalo público.) Y efectivamente: sigue siendo recibido con extrañamiento; los vigilantes afirman que “nos  sorprendieron realizando conductas lascivas (sexo)”por vernos abrazados, y este tono en el parte de incidencia es discriminatorio por razón de orientación sexual, sí se hubiera tratado de una relación heterosexual no lo habrían censurado de “acto lascivo”, con sus sinónimos en la RAE de “libidinoso, lúbrico, obsceno, lujurioso o vicioso.” En este parte, número de incidencia 215/920,M. Álvarez González afirma que  J. J.  Gil Campo no presenta documentación”: tarda en encontrarla entre su ropa, pero la presenta sin ejercer violencia. Yo saco mi DNI al instante y él no “se negó a dar su documentación” sino que la busca nervioso por la situación. Miente el vigilante al declarar que “sin mediar palabra se revuelve y me golpea en el pómulo y mejilla derecha.” La tardanza en encontrar su DNI provoca que el vigilante M. Álvarez se impaciente, le golpee en la cara, y le lesiónese así la nariz. Luego “se procede a reducir al suelo”, lo afirman palabras textuales de su parte de incidencias. El vigilante le empuja y este chico se marea de la sangre que se le desprende por boca y nariz y se desvanece al suelo. Comprendan que no pueda testimoniar con absoluta fidelidad hechos que sucedían rápido, conmocionándome, y en los que me preocupaba más de mi propia integridad física. En todo caso he presenciado una agresión y no un simple “golpe” en el que J.J. Gil Campo se cause él solo las heridas, tal como insinúa el parte con los verbos “golpeándose” y “se golpea”, en las dos versiones que ambos compañeros de profesión se secundan. Después el vigilante(supongo que para alegar autodefensa, o que solo intervenían en el protocolo de “reducirle al suelo” o Dios sabe si por un humano sentimiento de culpabilidad) acercó la mano del lesionado a su cara para simular que este le había abofeteado previamente, y esto sí recuerdo advertirlo con nitidez porque me impresionó tal cinismo.

Los informes médicos tras ser tratado de urgencia en el hospital de Basurto dan parten de rotura del labio y dislocación en el hombro, y en la nariz, por lo que ha tenido que ser operado a lo largo de estos meses. Aún sigue en recuperación y en espera de otras operaciones de cirugía, en espera también de que el agresor corra con estos gastos, tal como Gil Campo me ha ido informando, hasta que ha cortado la comunicación por teléfono sin dar motivo. La Ertzaintza me ha notificado que no ha puesto aún denuncia y que yo no podía presentarla en su nombre, limitándome a testificar cuando la ponga o me llamen al juicio que la propia patrulla de la Ertzaintza ha requerido. Se me ha implicado en esta presunta  infracción según el artículo 108, pero no he obstaculizado los mecanismos de apertura/ cierre de puertas ni  de parada o socorro en unos trenes inoperativos a la circulación y más en esa medianoche de sábado.

No se ha impedido el tráfico ferroviario de estos trenes estacionados ni la circulación de viandantes ni hemos puesto en peligro a otros usuarios ni deteriorado el material de estos vehículos emplazados en esta infraestructura ni al tramo en sí. Por todo lo cual considero que no hemos atentado contra el sistema de seguridad ferroviaria; por el contrario es una infracción muy grave la violencia del vigilante de seguridad agrediendo a este chico y la hostilidad mostrada a ambos usuarios dentro de su propiedad, cuyo Código Deontológico no he encontrado investigando en la Ley del 2015. Mas sí uno de los propósitos principales de la Ley 38del 29 de septiembre de 2015 es evitar un accidente; la irregularidad de estos vigilantes ha provocado justo lo contrario con todo este penoso incidente.

Un agente de seguridad me aseguró que generalmente no se multaba económicamente sino que solía llegar una carta con una amonestación ética por escrito cuando nunca ha habido antecedentes como afirma el mismo acuerdo ES2090402, o dicho de otra forma y sí se permite la ironía (ya que se ha permitido la homofobia):sí se trataba de “nuestra primera vez”. Ahora entiendo que me tranquilizara así el vigilante para que no fuera tomando medidas preventivas a esta sanción monetaria que me llega tres meses después de aquel 16 de marzo. Con medidas preventivas me refiero por ejemplo a que, a los dos días de la agresión, volví allí a preguntar a un agente de seguridad cómo se podía acceder a estas grabaciones con objeto de presentar en una oficina de policía la filmación. Aunque yo no haya sido el agredido sino el testigo creo que estaría en derecho de solicitarla: según la letrada que me representa “todo ciudadano que presencie una agresión puede y debe comunicarlo en comisaría.” Este agente no me facilitó ninguna trasparencia sobre este asunto, alegando que no era su competencia la sala de videos, incluso bromeó que le estaba “acosando de nuevo” y que me iba a denunciar, fingiendo llamar a la policía por su móvil. Todo esto me parece un abuso de autoridad y una infracción a la seguridad cívica, pero no por parte nuestra sino por quienes profesionalmente deberían dedicarse a defenderla. ¡Sí hay un video en que se nos ve pasando por esta franja la misma cámara ha tenido que registrar el ataque ocurrido a medio metro de distancia, este video no desparece “misteriosamente” grabando solo la parte que interesa a la parte denunciante! Es extraño que la cámara 15 grabe solo el matiz 17, de 23:28 a 23:34, es decir; se corte cinco minutos después, el tiempo entre “sorprendernos” tras seguirnos directamente, violentarnos verbalmente y a él agredirle físicamente. Sí hubiera sido consciente de que constituía un delito pasar por esta zona no lo habría hecho, máxime cuando estos vigilantes venían persiguiéndonos tras amonestarnos por una conducta ¿lasciva? en la zona pública de la estación Abando. Pero al ser franja pública y nuestra sexualidad respetada en una democracia no podían llamara la policía, su intención desde un primer momento, como prueba que se llame antes y llegue antes la Ertzaintza para tomar datos cara a la multa que la ambulancia, lo humanamente prioritario.

Actualmente no tengo trabajo ni ningún tipo de ingresos más que los que me aportan mi pensión de discapacitado, y no paso un buen momento económico. Esa misma noche perdí mis gafas que acababa de comprar la semana anterior,  pienso que ya me salió bastante cara la noche, y más a Juan José Gil Campos. Por todo ello les suplico en este acuerdo previo a un expediente sancionador y a un juicio penal por agresión del vigilante a esta persona (en la que testificaré esto mismo), y a un potencial proceso por el contencioso, que no nos sancionen ya más. Desconozco qué significan 350 euros para su empresa; sé lo que suponen para mí, que apenas he tenido un recorrido laboral (me pagaban menos de 100 e al mes en una empresa de trabajo protegido) y no recibo siquiera la ayuda de la RGI ante mi situación “en riesgo de exclusión” según los trabajadores sociales. Estoy intentando tramitarla, pero por el momento sólo cuento con la pensión no contributiva para afrontar yo solo el alquiler del piso con todos sus consiguientes gastos. No ha habido ningún deterioro material a la infraestructura y sí daños físicos y morales a un ser humano. Un trabajador autorizado al acceso a esta vía ha sido quién ha causado paradójicamente este peligro para la vida y salud de los usuarios de su servicio, al que se refiere la Ley, y no nosotros. No ha habido más intencionalidad que la de “escondernos”, como si aún hubiera de esconderse la libertad y performatividad sexual “en la oscuridad” que subraya la denuncia, yen el oscurantismo que añado yo, informando de esta agresión a la asociación LGTB+ de Bilbao en la que milito. La tarea “lúdica” de estos empleados, denotada ensu parte laboral, parece ser “sorprendernos”, en el año casi 2020 del siglo XXI, insisto. No he obtenido ningún beneficio y como ven suficiente perjuicio, y mi participación no ha sido del todo consciente dada mi minusvalía siguiendo a este chico que simplemente me atraía, sin que tenga de dar más explicaciones de esto en mi alegato. No cuadra en la balanza de justicia, ética, o simplemente de humanidad…que tras una agresión ¡encima nos multen! Se solucione esto como se solucione tengan por certeza mi promesa sincera de que no volveré a pisar esta franja, regulada como propiedad privada desde2015, dentro de la estación de Abando.


LA PANDEMIA Y EL MIEDO INVISIBLE ¿EN UNA O DOS DOSIS?

No sé si creerme que vivimos en la mayor pandemia de la historia, no sé hasta qué punto es tan grave este virus que asola el mundo entero y ha hecho que vacunemos hasta a los niños más pequeños. Quizá lo hayan creado en un laboratorio siniestro de Japón para alienarnos y asustarnos aún más en esta sociedad neurótica y capitalista en que vivimos, para que no salgamos de casa y nos hagamos más pequeño burgueses o grande burgueses acomodados en casa viendo la tele con una birra en la mano ni veamos a nuestros amigos, para que los ancianos en las residencias no vean otra semana más a sus hijos y nietos o para qué. Muchos nos hemos puesto la vacuna por borreguismo, porque sí no se sigue lo que diga Vicente que vaya la gente se es marginado y acusado de negacionista o reaccionario o contracorriente y porque ir contra el rebaño nos puede ahogar. O nos la hemos puesto por rutina, por costumbre y porque ¡total¡ no duele. Muchos se o nos la hemos puesto para poder viajar, aunque no sea al extranjero este verano porque no llegan los cuartos y quizá sea el siguiente. Aunque sea viajar a nuestro pueblo de infancia o a un pueblo cercano. Muchos otros se la han puesto por miedo, porque el miedo es el arma más dañina con que nos reeducan y conducen. Hay sanitarios que no se la ponen y otros médicos les llaman la atención, ¡qué irresponsabilidad!, también es una irresponsabilidad ponerles la vacuna a los que estamos sanos o crear esta situación de alarmismo e inseguridad desde los medios de comunicación. Y porque estar vacunado no te garantiza al 100% estar inmune a este horrendo virus. quizá sí al 90% como piensan los buenistas. Se supone que hay libertad, que la vacuna es optativa pero en muchos trabajos te obligan a vacunarte o para viajar y no quedarte confinado en un hotel una semana que es un rollo y sin libros y tabaco se hace insoportable. Hay libertad pero sí no te vacunas te llaman negacionista o reaccionario, como si aún quedarán residuos del franquismo o de la lucha contra él en un tema aparentemente tan liviano como ponerse o no ponerse una vacuna. Todos los años se pone la de la gripe y no hay tanta polémica, ¿dónde está la opción de vacunarte o no?, qué eufemismo. No, digamos que es obligatorio vacunarte porque si no te miran mal en la cola del pescado y en tus reuniones sociales. Y te señalarán con el dedo, y te llamarán irresponsable. Es obligatorio y una vez vacunados sigues llevando la mascarilla por rutina, igual que se lastra una vida infeliz o preciosa. Con la escusa del coronavirus han cerrado páginas webs culturales, públicas o privadas. Con la escusa de esta pandemia enfermiza no he podido chapotear en el agua de unas piscinas públicas porque siempre me ponían la excusa; está cerrado por el virus, está cerrado por la huelga…y así he pagado un año entero las piscinas públicas de mi pueblo y las he disfrutado 5 días, además siempre con mi miedo e inseguridades a que me robarían las chanclas y la toalla, o la sensación de que los demás bañistas se reían de mis pasos de pato mareado por el polideportivo, o con el miedo a no saber en qué taquilla he dejado todos estos bártulos y tener que nadar memorizando el número de cajón en unos vestuarios laberinticos por los que me pierdo. No es tan grave la situación como nos la pintan, muchos peluqueros o profesionales siguen haciendo su trabajo humano de tocar a otras personas para ganarse un salario sin llevar esa braga decorativa o ese trozo de gasa hospitalaria llamada mascarilla. Sin embargo, cuando empezó la pandemía se me ocurrió salir a la calle a comprarme una coca cola en un chino. La gente hacía sus compras rutinaria y borregamente y nadie les decía nada. pero a mí me tuvo que parar la benemérita, la ertxantxa, la policía, y pedirme todos los datos. La mayoría de personas normales no salen a la calle con el DNI pero sí no lo llevas puesto en tu bolsillo te pueden dar una paliza por homofobia con la excusa de que no has sacado tu carné de identidad (al que le interese profundizar en este tema puede leer mi artículo alegato en contra de las palizas por homofobia en una estación de tren de Renfe.) Por salir a la calle en plena pandemia a por una cocacola me han puesto una multa de 600e, ¡nunca una pepsi ha salido tan cara! Pero lo que más me fastidió es que la gente seguía haciendo sus compras y solo se fijaron en mí. Lo cual me recuerda otros embargos judiciales como el del tren, la denuncia por machismo de una compañera de clase por decir irónicamente que me tendría que hacer tía y bollera para poder ir a una charla de literatura femenina del XIX, o mis problemas con profesores por mis ironías románticas o la inconveniencia de llamar a una compañera de clase solterona por gustarle las novelas de Jane Austen. Con la excusa de la pandemia también me han timado en internet, comprando artículos de decoración que no han llegado por vagancia, falta de rutina o demasiada rutina administrativa de los trasportistas. Con la excusa de la pandemia no han defendido en una LGTB+ a mi amigo víctima de la paliza por unos vigilantes de seguridad que parecían de otros tiempos pretéritos. Con la excusa de la pandemia mundial nos hemos hecho todos más vagos, con la excusa de este juego social y de chinos (con perdón de los chinos) el sistema (sanitario) me ha obligado a hacerme un test de Cobid ya que mi padre lo había contraído en esas clases de idiomas a las que va cuando bien sabido es que no tengo apenas relación con él y dormimos en camas separadas. Ha sido bastante engorroso lo de meterte un instrumental por la nariz aunque me haya librado de que me hayan hecho una PCR en mis partes pudientes traseras. Estoy frivolizando y tomándolo con humor, pero entiendo la gravedad de la situación, aunque no llego a los extremos hipocondriacos a lo Woody Allen de mi padre. Este texto trata de ser humorístico para restar gravedad al asunto e intentar que esos adolescentes confinados en sus cuchitriles se independicen de sus videojuegos y salgan a la calle a respirar, o para que esos ancianos en residencias olvidados se tomen un mosto tranquilamente en el bar sin estar preocupados de los horarios de cierre que tanto importan a los adolescentes para planear sus botellones, que son como liberaciones de la opresión familiar para recluirles en una nueva opresión; la del juego social del coleguismo y la ocurrente y original pregunta de ¿te has vacunado con astraZeneca o con moderna, (cuando nadie te pregunta por tu orientación sexual o tu partido político. Miento, es lo primero que se pregunta en las redes de contactos gays o heteros (siempre versatil y con condón) o lo primero que se pregunta en los sindicatos.  Porque esta pandemia nos está volviendo acomodicios y vagos y sobretodo solitarios y asociales pues ya se sabe que hasta las abejas tienen sus sistemas de marginación, de clases y de pérdida de contacto humano y afectuoso. He escrito este artículo para cabrear a todos esos ciudadanos bien pensantes que enseguida llaman negacionista o sólo se interesan por sí te has vacunado o no, como con rabia de no poder ellos mismos ir contra corriente. Son los mismos que te reprochan hablar de política o sacar el tema catalán en las comidas familiares y que parecen estar siempre cabreados con todo lo que se salga de lo convencional. He escrito este artículo para poder tomarme un café con leche sin el miedo y las prisas de cuándo cerrarán el comercio hostelero. Un virus que con su excusa nos está reafirmando en la pérdida de contacto humano, sexual, amoroso y amistoso.       



        

martes, 20 de julio de 2021

INTERTEXTUALIDAD Y PLAGIO


No sólo hay que deleitar con palabras bonitas o entretener con tramas de acción a lo Rambo o novelas históricas evasivas.

La literatura tiene el compromiso social y político de ser ética y hecha desde los buenos o malos sentimientos de cada cual (mejor desde los libres sentimientos). Creo que por ese ideal apostaban Derrida o Sontag, muertos recientemente, “moralistas obsesivos”. (Los medios respetan nuestro duelo porque apenas existen cara a la televisión y aún conservaron su intimidad en estos mundos paranoicos de seguridad y unidad.               La universidad invisible perpetua el secretismo de los monjes eruditos, un hermetismo obligado por la circunstancia y desde luego no voluntario)

Toda obra es un botín múltiple. Y esta frase se la he tomado prestada a Umbral, pero él se la encontró un día que pasaba por casa- Sthendal, quien a su vez se había olvidado de devolverla a la biblioteca de Alejandría, la cual continuó el legado de la de Babel y todos estos caminos iban a dar al jardín volteriano de los caminos bifurcados de Borges. A su biblioteca universal. 

Y es que a mí, como a todo inocente anarquista, la propiedad me parece un robo.          La propiedad es una cosa muy burguesa, tanto tienes; tanto eres, y hace al “teniente” un ser poco existente. (o al “tenedor” de trastos varios) Por eso, la literatura pertenece a quien la necesita, no a quienes la escribimos. La literatura es del Pueblo (Populus pero no como palabra para usar, instrumentalizar y quedar bonito, sino pueblo concreto- y no en términos de absoluto-  que empieza por tu familia y amigos)

La literatura, bálsamo cura- penas, catártico prozac, antidepresivo, remedio de los males invisibles, sentimientos sublimes y sicopatologías varias, pertenece a quien necesita consuelo. Y necesita consuelo tanta la burguesiíta que se cree princesita romántica como el pobre que pide en la calle. En eso todos somos iguales; el sufrimiento nos aúna como Fuente Ovejuna, y los ricos también lloran y maman. La literatura la escribe el inconsciente colectivo, el id y nuestras abuelas que nos narraban cuentos populares, la tradición y hasta nuestros vecinos. Y luego los escritores nos inspiramos en esa tormenta de ideas de nuestra época, lo cual no nos resta mérito ni es truco de falsos modestos. (¡modestos aparte!).

Todo artista tiene algo de cleptómano y la buena sociedad burguesa le deja llevarse la vajilla siempre que el artista se lleve un tenedor y le devuelva una miniatura minimalista (Por ejemplo un poema objeto sobre el tenedor). La literatura, vista así, se ha erguido sobre un montón de objetos robados, de palabras prestadas, de diálogos y jergas robadas al pueblo y retratos de personas de carne y hueso. La literatura es un robo doble; a la tradición cultural, al saber, y a la realidad, a la sociedad. Némesis y mimesis aristotélica. Y a mí eso me parece sano. La literatura, sustentada en la tradición anterior, va escalando la montaña de libros, intentando el hijo superar al padre y el escritor novel superar sus “maestros”. Por eso decía Foucault lo de que toda vanguardia literaria era una asesina de la literatura anterior y todo escritor un Edipo que ha de matar a los padres literarios para amar a solas a su mamá Literatura. Lo cual no significa que crea en el progreso lineal y positivista, siquiera literario, pues siguen siendo mejor los clásicos que los actuales. Cualquier tiempo pasado fue mejor, ya se sabe. Por eso a mí me da igual que me usen otros escritores, les insto a robarme ideas y a inspirarse.

Lo único que no quiero es que me usen los políticos o me instrumentalicen como nuevo gurú de los libros de consejitos de empresa. A las personas no nos gusta que se nos use como objetos, como instrumentos de creación de opinión pública, como máquinas interpretativas en un momento concreto.

La intertextualidad es un concepto postmoderno, pero esto de las “influencias” es tan viejo como la literatura.  El mismo Aristóteles en su Retórica recomienda a los aspirantes a escritores que copien de los modelos clásicos. Copiar la naturaleza o la realidad es la Mimesis y copiar la literatura anterior es la Némesis. Sí seguimos a Aristóteles por la autoridad que de él emana, y creemos su palabra como verdadera, resultaría que no sólo habría que citar en pequeños homenajes a nuestros libros o escritores, sino incluso parafrasearles sus estructuras gramaticales. Lo cual se ha hecho toda la vida y en mi opinión sólo debería ser un primer borrador pues no aporta originalidad ninguna. El mismo Aristóteles se convirtió desde Santo Tomás en una cita de autoridad. Su sola mención legitimaba un texto. Por eso nuestro buen arcipestre de Hita ironizó con la cita apócrifa que le atribuyó: “el hombre trabaja por sustento y por buscar hembra nueva y placentera. Ya lo dijo Aristóteles y por ello es cosa verdadera”

El escritor es un indigno heredero de sus antepasados. Estos le miran desde su condición pétrea de estatuas y comendadores de piedra, removiéndose en sus tumbas, doliéndose por cada palabra violada.  A todos nos dolería que violasen a nuestra madre, a nuestra hermana o a nuestra mujer. Y así ha de entenderse el dolor del escritor cada vez que llevan su obra al cine, pues el escritor se esposa religiosamente y canónicamente, como Dios manda, con la Literatura. Aunque yo todavía vivo en pecado con la literatura pues mi “obra” se resiste como una niña bien difícil de cortejar, que se me hace mucho de rogar y que nunca me da el sí a mi propuesta matrimonial. Lo cual me hace desesperar esperando y pensar que quizá nunca la escriba. Snif snif. Una lagrimita. Y como todos los que no sirven para escribir quizá me haga crítico. Jeje. 

El escritor también tiene mucho de panteísta o empirista y siente a esa presencia viva de sus ancestros. Los antiguos escritores son sus padres literarios, pero esta escrito en las leyes darvinianas de la naturaleza que ha de superarlos, el escritor ha de rebelarse al padre. Por ello, el mejor escritor será el que más ha leído y respetado a sus antecesores, robándoles cuando ellos no miran, pero con mucho tacto. El mal ladrón es el que roba haciendo ruido de cacharrería, se trata de ser ladrones de guante blanco. Todo hombre inteligente sabe que es mejor siempre aprender que enseñar. Porque aprender, visto en un sentido mercantilista y materialista, es también robar conocimientos e informaciones. Y la información es más que un valor en el siglo XXI; es un poder. El saber no ocupa lugar, por eso es patria común, no lugar, utopía, a- nacionalista, cosmopolita y global- universal. Por eso el saber ha de desinstrumentalizarse políticamente y desmaterializarse económicamente sin que esto signifique su concepción de “saber x saber” (siempre hay una finalidad) o el estilista, aristocrático y egoísta “arte por el arte”. (el mito del genio aislado)

No hay de momento- y espero que nunca haya- una universidad para escritores.               Un escritor no se hace en los talleres literarios (allí se hacen colegas y camaradas, más bien, y se comparten ideas o experiencias) Un escritor se hace con sus lecturas. Sólo se aprende a escribir leyendo. Se da por supuesto que el escritor, antes de lanzarse a escribir, es un letra- herido, un devorador de libros, una pequeña rata de biblioteca que eternamente gira en esa polea. Buscamos entre los mamotretos y los códices la piedra filosofal de todos los eruditos, el secreto de la felicidad, la gran palabra que sea capaz de convertir todo en ese oro metafórico de la felicidad.  La felicidad dorada.

Pero eso que damos por supuesto ya no podemos darlo; hoy el autor postmoderno no necesita leer para escribir bien. Ó eso se cree él. Yo creía imbécilmente, apoyándome en mis muletas, que sólo leyendo a otros aprendería a escribir. Y ahora resulta que no, que no hace falta, que escribir todos podemos sin necesidad de aprender pues “nacemos sabidos”. Escribir sólo es dejarse llevar y soltar lo primero que te salga. “Escritura creativa” creo que lo llaman (y para ser creativa estos talleres cuestan un ojo de la cara, hablando prosaicamente). La gente aún se cree ese mito del escritor aislado, el escritor puro sin influencias. Un escritor en su torre de marfil o biblioteca borgiana, alejado de lo que pasa en la calle, documentándose sobre códigos Da Vinci y sin escribir sobre su experiencia autobiografíca.

Pero eso del escritor aislado es imposible, primero porque aunque naciéramos asóciales y geniales por naturaleza el hecho es que estamos metidos y embarrados en esta animalidad política. (En el fondo ninguno estamos solos, aunque nos sintamos así).      Y no nos hemos educado como el Emilio, sino que nos han educado condicionándonos con un Súper Yo que como no seamos conscientes de él nos va a hacer sólo escribir tópicos. Y segundo, porque aunque el escritor fuera un cabezón obstinado en no leer a ningún otro para no “contaminarse”, el hecho fenomenológico es que tiene Televisor.

Y por su televisor echan Tómbola. El hombre es un animal influenciable, mimético y copión por lo que aún tiene de mono. Y ya que es imposible no dejarse influenciar, yo al menos prefiero influenciarme de buenas compañías y no de malas. Elegir mis lecturas. Porque sí no leemos no tendremos más que contar que lo que ya te cuentan en el televisor. Y sí no vivimos pasa igual; sólo tenderemos a contar lo que ya sale por el telediario. Y eso no es literatura, es televisión. A diferenciar estas cosas enseñaban en Barrio Sésamo. Por eso muchas novelas antes tenían influencia cinematográfica y hoy en día tienen influencia de los seriales y teleseries baratas de la televisión, lo cual denigra la literatura más que todas las vanguardias antiliterarias juntas.

Una novela experimental, un Ulises de Yoyce, no mata la novela; la renueva. Lo que mata la novela verdaderamente son los best seller estilo pelí acción o las confesiones de tocador de nuestras famosillas. Y esto hace que no sepamos separar paja de trigo, pero saber separar esto es cosa intuitiva, de sentido común, common sense. Lo enseñaban en Barrio Sésamo, también. Y el que no sabe distinguir cultura de masas y de elite es porque no quiere. Y de lo que se trata es de que los mass groups lean alta literatura, la de élite. Democratizar y divulgar la literatura o saber sin que esto suponga un menoscabo cualitativo. 

Así que no pongamos el grito en el cielo cada vez que un escritor cometa intertextualidad. Mejor que aparezcan párrafos fusilados a Proust, que no las influencias inconscientes de su televisor. No estoy a favor del plagio explicito, desde luego, pero quiero ver qué hay detrás del plagio. El escritor que plagia lo hace generalmente por falta de tiempo, por exigencias de editor y mercado, porque (como a Cela) se le amaña un premio y no tiene ni tiempo de escribirlo. El perfil del plagiador suele ser el de un periodista metido en esto por rebote, por ejemplo la Ana Rosa esa.

El que se sirve de la fama, el que explota a los “negros”, al que le escriben las obras conjuntamente un equipo de redactores escribanos y copistas como en el medievo. Este escritor es un mercenario del dinero y eso va emparejado generalmente a una gran falta de imaginación, todo lo cual explica el plagio. Ya decía Shopenhauer que hay escritores con algo que decir y otros que dicen lo que sea con tal de cobrar. 

No hay, por tanto, dos cosas más alejadas que el plagio y la intertextualidad. Y creo que es sencillo diferenciarlo.

El verdadero autor intertextual homenajea a los escritores que ama y respeta. Y sabe que la literatura postmoderna tiende cada día más a la polisemia, a la multisignificación, a ser una “obra abierta”, como decía Umberto Eco, abierta a muchas lecturas e interpretaciones. E incluso a la meta literatura y auto- crítica explicita. En cambio, el que plagia generalmente es el mismo que en el colegio copiaba todo de la Encarta o la Wikipedia o robaba trabajos a otro o miraba en los exámenes al compañero de al lado. Y sí después de explicarles todo esto, no diferencian el trigo de la paja, será ya porque no les da la gana. Quizá sólo querían insultar a Lucía Etxebarria y les de igual de que acusarla. 

LARGA VIDA A LA NOVELA

La literatura se convierte cada día no ya en un monologo interior sino en un eco polifónico (como su móvil) de voces. Algo que unos llamarán “esquizofrénico” y otros “muy abierto”. (la esquizofrenia postmoderna se llama borde- line) Toda obra humana esta multirrelacionada e ínter disciplinada.

En la novela postmoderna ya no es una voz la que habla sino muchas, porque el escritor quiere que hable el Pueblo, que hablen sus personajes, y no él, y que hable incluso el lector, posibilitándole el feedback. Haciendo de la literatura una verdadera comunicación multidireccional donde se retroalimenten escritores y lectores, y salgan todos enriquecidos y todos habiendo aprendido cosas nuevas. Una comunicación multidireccional, multicultural y demás tópicos.

Cargando con el peso de toda una civilización “catastrófica”, el postmoderno cree que todo esta inventado y nada ya original o nuevo podría crearse, por lo cual sabe que citar a Platón es mucho más trasgresor que citar la última tontería de Almodóvar. Pero no es cierto que todo este inventado en la literatura; la literatura aún esta por inventar.

Y aunque mueran escritores, no muere la novela. Siempre habrá poesía. La novela no se muere cuando se muere un escritor u otro decide dejar de escribir. La literatura es tan abierta que hasta el siglo XVIII por Literatura se ha entendido “saber” o “ciencia”. El gay saber que dijo el otro. Y se decía literatura de la física, por ejemplo. Literatura engloba tanto lo mítico como lo lógico, lo humano y lo técnico, lo humanístico y lo científico. La división y especialización es cosa ya de los positivistas, del espíritu de Dilthey y de los malditos poetas malditos que creyeron desligar la literatura de la moral o la “metafísica” (lo cual es imposible)

El riesgo actual que corremos es volver a la novela un objeto de experimentación, una cosa de laboratorio (como la novela perfecta y pura, flauberiana, que pretendía Ortega y Gasset)

El peligro es hacer de la novela un objeto de exposición, de vitrina, de museo, académico, que sólo la lean universitarios.  Y esa novela que olvide el súper yo social, a la gente, a su pueblo, de donde ha venido, sus raíces, desapegada de la bajura de su tiempo, esa novela estará condenada a la extinción. Y en cambio, auguro larga vida a la novela social, con la gente de a pie, con la “gente sencilla” que diría tiernamente Neruda. Aunque algunos en este país se hayan cansado de la novela social... yo no me canso de mi gente ni de las personas. Porque todas las novelas son tan sociales en el fondo como individuales y todo ello junto las hace universales, totales y globales.            Y esto hace salir a la novela del encasillamiento actual que la constriñe como camiseta ceñida del gay metro- sexual.

No olvidemos el súper yo, escritores amantes de nuestro ego. Ruíz Zafón en la Sombra del viento refleja el habla popular de la Barcelona en el franquismo con mucho humor, aunque quizá mucho estilo “Cuéntame”, añorante de no sé qué tiempo pasado mejor.

Y esa novela es muy social, muy popular, como las antiguas novelas decimonónicas de los folletines, pero no olvida la calidad estética. Es decir; no toma al pueblo por tonto, no le subestima. Y como trata a sus lectores con respeto y como lectores cultos; sus lectores le leen con gusto.  (El secreto del buen escritor es hacer creer a su lector más listo que él.)   Eso es lo que quería decirles hoy. Que sí la novela ha muerto... ¡viva la novela!. A rey muerto rey puesto, algo habrá que la sustituya, pues la novela no deja de ser la épica de la burguesía. Y ahora que la burguesía ya no es burguesía sino “bohemius borgueus” o BOBOS postmodernos la novela ya no podrá ser novela, sino otra cosa. Quizá nivola. Quizá simplemente lamento funerario, como en los romanos, destinado a la Eternidad, a la Posteridad, a un lector potencial de otro siglo que pueda entender el mundo catastrófico y calamitoso en que en vida morimos.