Con una madurez sorprendente para ser debutante, Mikel Gurrea construye una demoledora crónica sobre la desintegración de esa supuesta Arcadia feliz. De cómo la construcción del paraíso prometido a cargo de una pareja con ideales da paso a una lucha de poder en la que el progresismo de fachada queda en evidencia y los roles de género van mutando. En un claro crescendo, la cinta, exenta de todo romanticismo, se agiganta ante la atónita mirada del espectador a sabiendas de que la bomba de relojería estallará en cualquier momento.

Y a la vez que la extracción de esas capas de corcho desnudan las contradicciones de la pareja protagonista –prodigiosos Vicky Luengo y Pol López–, Gurrea pone sobre la mesa temas sociales que cuecen y enriquecen aún más la historia: la xenofobia dentro de la misma clase obrera, la precarización laboral, las relaciones de poder o los privilegios de clase, y lo hace sin dejar que se convierta en una película de tesis donde miradas y silencios cobran suma importancia. Eso sí, todo antes de que el fuego que traerá esa Tramuntana capaz de llevarlos(nos) a las montañas de la locura se lo lleve todo por delante, y sea ya demasiado tarde.

Para quienes todavía idealizan la vida rural: nada es como lo pintan

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Lo mejor: su contundente final digno del Von Trier más inspirado.
Lo peor: un metraje algo dilatado.

FICHA TÉCNICA

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