La historia comprende muchas fechas, nombres importantes de artistas que construyen, o generales que destruyen. Pero tantos nombres propios se pierden en la olvidadiza e injusta memoria histórica. Por eso vale la pena rescatar del polvo del pasado estas viejas historias. La historia no hace más que repetirse, vacilona.
La historia de mi bisabuela, se empieza a tejer 20 años antes de que ella nazca. Por los acontecimientos que están teniendo lugar en Oquendo y Luyando(Álava) donde nacen respectivamente Tomasa y Leandro, los abuelos paternos de Carmen. Mis tatarabuelos. Los dos se conocen y huyen juntos de la guerra carlista en un carro, con un destino incierto, en un desierto de caminos y llanuras alavesas. Un viaje, su vida empieza en un viaje, en una época en que nadie se movía de donde había nacido y morían allí.
Llegan
hasta Castro donde nace Miguel, él mas tarde padre de Carmen. Crece y estudia
mucho. En él sus padres, que habían sufrido su particular éxodo rural, ponen
sus esperanzas y al fin... Se hace capataz de camineros de la diputación. Un
trabajo consistente en quitar los jaros de los caminos, hacerlos más
accesibles...
A veces los lazos de sangre, los familiares son tan absorbentes que todo tu mundo gira en torno a este circulo. Esta idea familiar es conservadora, pero también brotan nuevos sentimientos. Esto sucedió en Euskadi, donde se vivía bastante aislado en los caseríos (caserío de Ugarte) ¿Cuántas historias de amor, odio, venganza, sufrimiento mudo y ansias de liberación se habrán vivido en estas cumbres borrascosas vascas?
Imaginemos a Leandro, ya casado, viviendo
con su esposa Tomasa y su hijo Miguel. Pero cobija a alguien más. La dulce
Carlota, que fue a casarse muy joven. Se despidió de su hermano y de su cuñada.
Trataba condescendiente a su sobrino Miguel, tal vez por que veía venir la
predestinación o el sino que le uniría para siempre con su familia.
Carlota no era tan pobre como su hermano
y crío a sus dos niñas en un clima de ternura, en un lenguaje especial que solo
encuentran las mujeres entre ellas.
A simple vista no se observaba rivalidad
u odio entre la mayor Visitación y la caprichosa Felisa. Pero pronto iban a
amar al mismo hombre y para colmo su primo.
Un matrimonio de conveniencia tejido
entre los mayores 10 años antes; casar a los primos. Pero Miguel, si encuentra
el amor ,que no le dan las muchachas del pueblo, en su prima Visi. Y esta tenía dote. Y la boda se celebra.
¿Y ahora? Miguel era un buen partido y
con puesto en la Diputación, pero Visi se había criado lejos de otros niños,
sobreprotegida por su madre y no la habían dejado estudiar.
Volvieron al caserío de los padres de Miguel. En esa época eran comunes los matrimonios de conveniencia, y sobretodo de convivencia. - Ya nos querremos con el tiempo- rezaban estos. Lo extraño eran los que por amor rompían toda barrera social. Ese había sido el de Leandro y Tomasa, que tuvieron que huir de sus familias, par formar ellos una.
CAPITULO 1 INFANCIA Y JUVENTUD ALFONSO XII Y LA REPÚBLICA
En
el caserío de Ugarte es donde nace un 28 de febrero de 1906 su primera hija, la
primogénita, Carmen Egurrola Jocano Fica Egurrola, mi bisabuela.
Debido al trabajo de su padre, Carmen tuvo una infancia muy movida y tuvo que trasladarse varias veces de casa. Halla donde tenían que arreglar un camino, la diputación le ponía un piso. Sus residencias fueron Ugarte, Karranza, Malcuarto, San Fuentes, el Casal... las dos ultiman pertenecientes al valle de Trapagarán, por donde cambio mucho de barrio y donde más vivió. No salió del país Vasco hasta mucho después de casada. Una vida de viajes. Por lo tanto fue a varias escuelas todas ellas escuelas nacionales de barriada. Escuelas públicas como ikastolas, aunque el Euskera no se permitía estudiar.
En cada localidad (Se trasladaban cada año más o menos, cada ciclo de embarazo) nacía un hijo, mas o menos, y en cada sitio solían permanecer algo así como un año. así fueron llegando todos sus hermanos.
Pero en un parto, en el parto del 5 hijo,
en 1913, cuando mi bisabuela Carmen contaba con solo siete años de edad, Visi
fue a lavar al lavadero después del parto y allí cogió unas fiebres posparto,
seguramente debido al esfuerzo de criar hijos y seguir adelante con la familia.
Enfermó y en pocos días murió. Por aquel
entonces vivían en San Fuentes y después del fallecimiento vino a cuidar a los
niños su tía Felisa. Aquella misma noche Felisa le consolaba a Miguel,
intentando no resucitar el amor que por el sentía. Querría haber sido ella, la
mayor, la primogénita. Siempre la tuvo un poco de envidia.
Miguel solo tardo un año. En 1914 Miguel
se casaba en una boda bastante más pobre y discreta, sobretodo discreta, con su cuñada Felisa, que paso de tía a tía-
madrastra.
En algunas culturas como la
gitana-zíngara, están obligados a
casarse con el familiar más cercano del cónyuge fallecido, para recordarlo.
Mientras Felisa se encargaba de cuidar mucho mejor a sus hijos propios que a sus hijastros, la abuela Tomasa cayo enferma de reuma artrítica y tuvo que permanecer once años en cama. Así que se trasladaron todos otra vez a su primera residencia, o mejor dicho a la residencia de su primer matrimonio, a Ugarte para atender la casa. Todos tenían que ayudar y de niña la abuela Carmen tenia que recorrerse desde el caserío de Ugarte hasta San Fuentes a por agua, comida que les aprovisionaban los vecinos o cogían de la huerta y otro recorrido hasta su escuela. Encima era la mayor y tenía que cuidar a su prole de hermanos. Pero no todo fueron esfuerzos y lagrimas por que tuvo también muchos amigos por su carácter abierto, aunque algo mandón y quejica a momentos.
Su abuela Carlota, madre de sus dos
“madres” era la hechicera de la familia. Nada que ver con su vieja abuela
paterna Tomasa, siempre postrada en la cama y refunfuñona. Carlota había sido
muy hermosa y joven, aun lo era en el interior. Parecía haber pactado con el
demonio para parecer siempre tan juvenil, y hechizaba a Carmen, de la forma que
había encantado a sus hijas. La contó muchos dichos y cuentos que después de 96
años aun recuerda:
Erase una
vez un sargento...
ya estamos a
medio cuento
y érase una
vez un soldado...
Este cuento
se ha acabado.
O
La historia de Tohenu.
Erase una vez que se era un hombre que
tuvo la suerte de encontrarse un garbanzo en el suelo el hombre pensó que con
un garbanzo no hacia nada y como ya tenia el que comer fue a ver a la vecina
–oiga señora vecina no querrá usted un garbanzo –la pregunto, ella contentísima
le dijo –uy pues me viene de perlas para el cocido que estoy haciendo-
Al
día siguiente por el camino se encontró otro garbanzo y pensó –que tonto he
sido regalando ese garbanzo ahora ya tendría para comer voy a ver si aun lo
tiene la vecina-
Dicho y echo, fue a su casa
y la pidió su garbanzo diciendo- gracias por guardármelo ¿me lo devuelve? Ella
para no quedar mal dijo que se lo había comido el cerdo y él la contesta –si el
garbanzo no me da el cerdo os voy a quitar – y así lo hizo y se llevo el cerdo
luego se acordó que se celebraba una boda y les regalo el cerdo pero cuando
volvía al pueblo iba quejándose: ¿por qué habré dado yo ese cerdo? Con la de
jamones que podía haber tenido y lomo, morcillas... Y mientras se relamía
pensando en los miles de provechos que le podía haber dado decidió volver y
recuperarlo, así volvió a la boda pero el banquete había acabado y estaban en
el baile.- no te puedo dar el cerdo porque nos lo hemos comido –le decía el
novio a lo que el hombre replico: - si el cerdo no me dais a la novia os voy a
quitar –y así lo hizo y ella estuvo encantada de que la raptaran porque había
sido obligada a casarse y ambos vivieron felices y así acaba la historia de un
hombre que encontró un garbanzo
Fue
creciendo, siempre solidaria, pendiente de los demás. Anulando sus gustos, sus
preferencias por el bien de sus hermanos. Tenía una gran carga pero la llevaba,
no por Dios, sino por sus hermanos. En su interior seguía creciendo la vocación
de ayudar a los demás, de servir a la sociedad para salvar vidas. La rondaban
otros chicos, pero ella tenía mucho que hacer, no tenía tiempo. En especial
insistía mucho un chaval extrovertido,
alma de todas las fiestas de San Fuentes, un poco calavera pero en el fondo
honrado. Se llamaba Toribio.
Carmen solo pudo estudiar la educación
básica, aunque su padre era un hombre de letras. En alguna ocasión debía de
firmar él mismo los contratos de los que trabajaban sus tierras. Allí el 80% de
Ugarte era analfabeto. Él enseñó a varios a leer, escribir o al menos a saber firmar. Con tantos hermanos,
Carmen no pudo estudiar. A ella la hubiera gustado saber Euskera.
De muy joven se fue a servir con otra hermana, Felisa en varias casas hasta dar con el hotel Bilbao que ya no existe. Donde hacían las camas. A este hotel venían los personajes ilustres y famosos de la época, desde empresarios y millonarios hasta personalidades del mundo del toreo o del cine y el teatro. Carmen y su hermanan soñaban ilusas con ese mundo, mientras hacían las camas del hotel. Estos además de dejar suculentas propinas repartían entradas e invitaciones de su espectáculo Luego mi abuela vendía o cambiaba por butacas del gallinero, para como ella dice ahorrarse unas perras o volver otro día.
También estuvo trabajando con el Dr. Tierra, un prestigioso medico que le enseño a poner inyecciones. Este tenía una hija grave que estuvieron cuidando hasta su muerte. Así es como Carmen consiguió el prestigio de enfermera y en el gobierno de Azaña. Para ser enfermera por los pueblos no hacían falta estudios, sino ganas y deseo de servir a la república. En esta idílico gobierno vivió uno de los momentos más felices de su vida. No solo por ser una colaboradora nata de las izquierdas (a pesar de no abandonar nunca del todo su fe cristiana) sino por su trabajo y el noviazgo con Toribio. Ejerció de matrona y enfermera. Era requerida a cualquier hora para cuidar a cualquier enfermo. Aunque fuera a las tantas de la noche, para poner una inyección.
CAPITULO
II SU MADUREZ; MATRIMONIO Y GUERRA 1936
En 1936 se casó con D. Toribio Aranda, el
muchacho sin estudios, pero atractivo y
vividor, el amor desde su infancia. Como su madre Visi, como su abuela Tomasa,
se había casado por amor. Se habían estado buscando toda su vida sin saberlo y
ahora que ella era enfermera y él un
minero socialista de treinta años, habían reunido el dinero necesario para
casarse. Nada podría separarles. Provenían de la misma familia numerosa y
pobre. Habían estudiado juntos.
Compartían la misma ideología política. Y contaban los mismos años cuando se
casaron. (No sabían que Franco y Azaña
conspirarían con toda una guerra civil de 3 años para intentar separarlos)
El día de su boda fue el 15 de Febrero, diez días antes de su cumpleaños. En el anillo de boda están equivocadas las fechas. Meses después estalló la guerra civil. Y durante esta, fueron a vivir al caserío de sus suegros, hasta tener dinero para un hogar en Gallarta (Carmen no hizo mas que lo que habían hecho Visi y Felisa; irse a vivir al caserío de sus suegros.)
La feliz etapa pronto iba a teñirse de sombras negras, de los fantasmas de la familia, de esas oscuras verdades escondidas ahora entre sus arrugas y años. Tuvieron cuatro hijos. Los dos primeros eran gemelos que nacieron con poco peso, el niño nació muerto y la niña de poco peso al poco murió. Esta desgracia hirió tanto a Carmen que no queriendo aceptar sus muertes súbitas, los embotello en un frasco hasta que su marido se lo tiró sin concesiones. Humor muy negro.
Humo negro de muerte, de A.H.V. Que acababa de
dar trabajo a medio Baracaldo, y todas las Encartaciones. Y los alrededores de
todas las provincias de España. Se fundaron centros autonómicos (El gallego, el
Leones...) Y ahora querían controlar toda la industria los nacionales.
Y esto repercutía a Toribio Aranda, que era minero en las Encartaciones, para servir de materias primas (El hierro, la hulla) a A.H.V y otras fabricas. Así que por cuestiones económicas o ideológicas.(El gobierno de Azaña) el caso es que se fue a combatir a la guerra civil.
Dejó de nuevo embarazada a Carmen, pero
desapareció durante los 3 años que duró la contienda. Con la incertidumbre que
eso produce; pocas cartas, no saber si esta vivo o muerto, en la guerra o ha desertado,
perdiendo o ganando, con otra mujer...
Muchos hombres en esa época aprovechaban
para formar una nueva vida. La guerra era como una bomba de relojería, que les
hacía replantearse muchas cosas; su vida, ante la presencia tan cercana de la
muerte.
La siguiente en nacer fue mi abuela Marivi Aranda Egurrola y cuando esta tenía cuatro años
y medio nació Javi. Mi abuela y su hermano se querían mucho. Y cuando Javi
murió protegiendo a otro hombre en unas obras, fue el golpe más duro que ha
recibido mi abuela en su vida. Y para el resto de mi familia. Se había casado
con una gaditana llamada Mila que volvió a casarse, con Antonio.
Marivi fue educada en el hogar, aunque no fuera muy propicio por las borracheras de su padre. Carmen ni pensó en divorciarse porque estaba mal visto y por sus hijos y porque el régimen de Franco lo prohibió. Aunque en todo ese tiempo vivió sola, estando casada. Para esa época ya eran muy modernos; sus abuelos Tomasa y Leandro casados a escondidas, su padre se casa con su cuñada, a la vez su prima y Carmen vive independiente, teniendo marido (Y hablamos de los años 40).
Carmen sacó adelante su familia. No podía llevar a los niños a una guardería pero a los tres años Marivi ya sabía leer y a los cinco hacer operaciones. Así no es de extrañar que cuando fue a la escuela, educación primaria, fuera la mas lista de clase. Llegándose a pensar que había sido una niña prodigio desaprovechada.
Pero parte del mérito de su educación intelectual fue de su profesora Pilar, galardonada con la cruz de honor de Alfonso XII. En una ocasión le convocaron al tío Javi para un concurso de inteligencia, pero como eran las fiestas de su pueblo y eso era lo principal, no fue. Hay muchas más anécdotas de la escuela de los niños. Como que por ejemplo Maribi se quedo dos años más de los que debería en la escuela, porque ayudaba a la maestra . Y porque a pesar de que se le daba muy bien estudiar, no podían permitirse una carrera de letras. Y así hacía trabajos, dibujaba, y el mérito en un concurso de dibujo se lo llevó otra. Porque ella en teoría no estaba escolarizada. El que si que estaba escolarizado y no iba a la escuela, engañando a la abuela, era Enrique. Paradoja; lo que uno no quiere, al otro le viene bien.
Cuando Franco ascendió al poder el cuñado de Carmen (el marido de Rosario)fue detenido por causas políticas (Por ser comunista). Su hermana Rosario se quedó sola con dos niños. Como era mucha carga para ella, le pidió que cuidara al chico que además era el mayor y el mas travieso y desobediente. Se llamaba Enrique. Al principio no se porto muy bien con su nueva tutora engañándola respecto a su edad(dijo que tenía catorce cuando tenía doce)para no asistir a la escuela, obligatoria hasta esa edad.
Pero luego se hicieron compañeros del alma, casi como si fuera su madre. Unos días juntos saludaron a una cabra, como si fuera un teniente de policía “Arriba España”. Se rieron mucho de la tontería. También por esa época los italianos que apoyaban a los nacionales entraron en su pajar y la robaron el traje del novio que iba a usar el prometido de su prima. Así que ella, valiente y temeraria, se presentó en su cuartel de policía a denunciar el robo.
- Señora, aquí no robamos nada.- fue la
respuesta. Pero Carmen ya podía haber iniciado otra guerra mundial o haber
muerto allí mismo, que no se iba sin su traje.
Y al volver al pajar lo encontró, se lo
habían devuelto por orgullo.
Carmen no se amedrento por el ejército, y
su caserío siguió siendo refugio de inmigrantes, rojos, exiliados, comunistas,
republicanos o simplemente heridos. Montó un hospital de emergencia, de
guardia, en el granero y más tarde, en
democracia, la darían la cruz por sus servicios.
Al final de la contienda, volvería su
marido, se iría Enrique, crecerían sus hijos y todo se haría normal. Pero fue
un misterio el paradero hasta entonces de su marido, que prefirió no hablar. Se
tomó un puchero de sopa, porque traía hambre(De 3 años?)y no soltó ni prenda.
Era un misterio y sigue siéndolo, porque se llevó el secreto, las atrocidades
que había visto en la guerra, el dolor, la aventura, todo, a la tumba.
Pero la anécdota más impactante de toda esta guerra, es cuando murió su hermana y tuvo que ir en tren hasta su ciudad. Pero el tren empezó a ser bombardeado, y Carmen fue una de las muchas mujeres que tuvieron que saltar del tren en marcha. Para salvar su vida. Muchos murieron en este famoso bombardeo al tren de Gallarta.
Mi abuela había caído en un pozo, no se
fracturó una pierna de puro milagro. Y casi no lo cuenta, si no le saca un
sordomudo que pasaba por ahí. Un sordomudo que al menos no era ciego. Desde
luego toda una aventura, que junto a la de la cabra más repite.
III CAPITULO LOS AVECHUCO
La familia Avechuco entró a formar parte
de la vida de Carmen por casualidad, por esos accidentes que da la vida, se
puso a servir a este matrimonio burgués de Gallarta.
Todo el pueblo les pertenecía. Eran los ricos del pueblo. Poseían una lujosa
mansión en el barrio del Casal. Un enorme caserío, más grande que el de Ugarte,
como una mansión.
Miguel Avechuco fue el primer cardiólogo
de Vizcaya. Se casó con Isabel la
Avechuca, que no pudo darle hijos, pero siempre prefirió a su hermana Irene,
mas guapa y sensible.
Miguel Avechuco y Miguel Egurrola
tuvieron en común(Aparte del nombre); enamorar y enfrentar entre ellas a dos
hermanas.
Juntos, los tres, porque ahora la hermana
(Irene) vivía en la casa, habían envejecido, entre trabajo, compromisos
sociales, viajes y recorridos por todo el mundo.
Aunque fueran envidias infundadas, Isabel
se convirtió en la sombra de su hermana, en una celosa, y se enloqueció al
extremo en aquella casa, descolorida, gris, que se iba abandonando, como su
propia cordura.
Y a la par que perdía la cabeza, la casa
se descuidaba y todo se llenaba del polvo de los años. Y de desidia. Todos los criados iban huyendo,
alarmados por los ataques de esa loca y el aire fantasmal que la casa iba
tomando. A la vez decaía su fortuna, su juventud, los muebles victorianos y
eduardinos. Y todo se cubría del polvo fantasmal y lúgubre de los muertos en
vida . Carmen y su madrastra Felisa, entraron a limpiar el polvo de estos
fantasmas de aquella casa de locos.
Isabel no se peinaba, se negaba a ducharse, era como una niña, tiraba platos, y solía beber leche condensada mezclada con vino. Bebía mucho.
En el espejo victoriano se reflejaban sus
rizos ya nevados. Su cara se distorsionaba e Isabel dudaba si estaba borracha o
los años en verdad habían sido tan
crueles. Sus arrugas serían grietas en el espejo. Si cerraba los ojos podía
volver a mejores tiempos, a la India, a cuando disponía de Miguel para ella
sola. Cuando aun era joven y no dependía
para todo de esa sirviente, Carmen. La estaban haciendo dependiente. Odiaba a
su hermana Irene y a las criadas. Todo parecía una conspiración contra ella,
querían volverla loca, quitarla el marido, desposeerla de toda su mansión, de
sus joyas.
No pudo contener esa rabia y golpeó el espejo. Se rompió en pedacitos, se había herido la mano. Y la sangre la asustaba, su sangre alcoholizada no era azul como las princesas. Quiso ser fuerte y no gritar, pero lo hizo. Y vinieron a ver que había hecho ahora.
También apareció una niña que no había
visto nunca ¿Quién sería? Era la nieta de su dama de compañía, de la criada de
la casa; Maribi. Estaría de visita. Su mansión ya era un parador turístico
donde no había intimidad. Desde hacía años no limpiaba, no regaba las plantas.
La casa había dejado de sentirla suya.
Irene miraba el espejo roto, sintiendo
pena por su hermana, por sus celos. Procuraba evitarla y en las comidas siempre
se mostraba callada y educada. En realidad no había un solo detalle, para sospechar que estuviera
engañando a su hermana con su marido. Irene quería a su hermana, se preocupaba
por ella.
Pero
había cambiado mucho, ya no eran confidentes, siempre la gritaba. Y ella, la pobre, se sentía intrusa en esa
casa, en la que siempre sería una invitada.
Una sombra había aparecido detrás. Se reflejaba en el espejo el rostro de su hermana Isabel, seria, como nunca lo había estado. Su cadavérico rostro la asustó. Disimuló- Eres tu hermana- - - Me he llevado un buen susto- la observó y se rio. - ¿Por qué vas de luto hermana?-
Absorta no sintió el empujón de su hermana,
que la había lanzado por las escaleras. El espejo se encontraba al final de la
gran escalinata, por la que ahora resbalaba “accidentalmente”.
En ese momento Carmen salía de su cuarto.
Desde hacía aproximadamente un año, dormía en el cuarto contiguo al del señor,
porque este estaba ya mayor y cada vez la necesitaba más(esto como no,
despertaba celos en la distorsionada mente de Isabel).
La asesina en cuanto comprobó que su
hermana no respiraba, se marchó como había venido. Su pelo aun estaba caliente,
sus ojos no se cerraban. Y los tuvo ella que cerrar porque no soportaba esa
mirada. De culpabilidad. La repetía,
como si sus labios de carmín pudieran despegarse; asesina, asesina.
Aun tenía la muy idiota una expresión de
incredulidad en su cara. Isabel se fue con la frialdad de quien ha matado una
mosca molesta. Hay muchas formas de matar,; veneno, ahogamientos,
arsénico...nada tan fácil como un empujón, un accidente (domestico).
Carmen que lo había visto todo escondida
detrás del cortinaje, se asustó aun más con un trueno. El primero de una larga
noche fría. Sabía que si al día
siguiente lo contaba a alguien, perdería automáticamente su puesto de
trabajo. Y se buscarían líos con la
policía, pero aquella loca no podía dejar el cadáver de esa mujer ahí. Pero en
la quietud de esa noche no iba a transportar el cuerpo, frío como la luna,
hasta su cuarto. En esa situación nada podía hacerse; dejar pasar la noche y no tocar el cuerpo, no
quería dejar todo aquello impregnado de huellas dactilares. Se repitió así
misma que había sido un accidente y que no había visto nada esa noche. Ojos que no ven, corazón que no siente. - si
no me hubiera despertado- se decía así misma,
actuaría como los 3 monitos (Ver, oír y callar) aconsejaban.
Aunque ya no estaba su hermana por medio,
las relaciones deterioradas entre Isabel y el viejo Daniel no mejoraron. Él empezó también a perder la cabeza. Ella
estaba senil pérdida y Carmen no tenía más que trabajo con los viejos en ese
estado. Bañándolos, acostándolos... Eran como niños. Ella dormía en el cuarto
de sirvientes, hasta que un buen día se derrumbó esa parte de la casa. Luego ya
no se separó casi de Daniel y este la cogió un gran cariño.
Cuando murió su mujer, que estaba
durmiendo abrazada a él, Carmen que iría a cambiar el orinal, tuvo que
arrastrar el cuerpo de aquella mujer muerta, hasta otra habitación. Volvía a
hacer una noche de perros, con truenos y gotas que caían como lagrimas de un
cielo piadoso, aun con una mujer tan perversa. Tal vez por eso, Carmen se acordó
de la muerte de Irene. Ahora tenía que esconder el cadáver de Isabel, porque
sabía que un golpe así podría hacerle mucho mal en el debilitado corazón del
anciano Miguel.
A la mañana siguiente Miguel, amanecía solo. Carmen fue, siempre guiada por su gran corazón(Otras personas habrían actuado en su propio provecho o habrían escupido la verdad) la que le dijo:
- Isabel ha cogido esta mañana un tren
para Londres, no quiso despedirse. Así que esta de viaje-
Si, Un tren para no volver, un viaje al mas allá, un loco tren sin maquinista . ¡ A Londres! Ja, con sus años... todo anunciaba ya la locura progresiva también de Miguel, el primer cardiólogo de España. Y todo parecía una maldición de aquella fantasmal casa, que iba arrastrando primero por la locura y después por la muerte, a cada miembro de esa casa.
Un lugar donde las enredaderas trepaban y
se llevaban los años de vida de aquellos ancianos. No mucho después, murió de
pena el anciano Miguel, con 100 años.
Y se les murió en el baño a la Felisa y a
ella, mientras lo duchaban y lavaban. Debió emocionarse con unas chicas tan
guapas, bromeaba mi abuela.
Y el Avechuco que la había cogido mucho
cariño, pudo haberla dejado todo el dinero de la herencia (Porque ella lo
cuidaba, vestía, medicaba, bañaba...) de no creer ciegamente que su amada
estaba en Londres.
Así que por la buena fe de mi abuela,
todo el dinero pasó al Estado y a los malcriados sobrinos. Que nunca habían ido
a visitar a sus tíos, que asqueaban. Esta vez arrasaron con todos los cuadros,
el piano, los libros, las obras de arte, el sofá Chesterfield... Y fueron
llegando notarios, anticuarios. Nunca la casa había tenido tanta actividad.
Interesados, todo el pueblo asistía expectantes a este robo legal.
La casa la vendieron incluso y con ella
me imaginó que acabaría la leyenda de los Avechuco. Ahora pertenece a una mujer
vieja y solitaria, gallega. Supongo que no ha tenido ninguna desgracia, a menos
que los espíritus de Irene, Miguel e Isabel sigan pululando por allí.
Los fantasmas de esa casa de muñecas no
sé donde descansan, pero aun en Bilbao quedan médicos, abogados, con el
apellido Avechuco. Siendo muy popular por Bilbao.
Después de servir en esta casa, mi abuela ya se compró la casa de San Fuentes. Mi abuela se casó con mi abuelo Josemari y tuvieron a Miguel y a mi madre Maribi. En esta casa estuvo, sufriendo las muertes de todos sus hermanos, el nacimiento de sus nietos y biznietos y la muerte de su hijo y de su marido, hasta que en el 96 mi abuela la invitó a vivir con ellos, en su entonces piso de María Auxiliadora.
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