miércoles, 22 de diciembre de 2021

LA PATRICIA ALBERTA

 Obra teatro La Alberta

Interior de un palacio patricio en la época imperial romana

Esclavos griegos

La emperadora Alberta

Su hermano Ares

El cesar

La cesara

Mensajero

Profetisa Antonia

ACTO 1

Corifeo: -Ay, la Alberta, se nos ha cagado, la Alberta se cagó-van sus esbirros a limpiar la caca.

La emperadora abrazada a un montón de peluches: ¡caca!¡caca! ¿A qué esperáis para limpiar mis lágrimas? Quisiera ser la emperadora que mi madre fue, pero me ha dejado de herencia la vergüenza y esta vida es toda su dádiva, a mi hermano en cambio... Mi primer mandato será apresar  a mi familia para siempre en una jaula, atada a grilletes. A partir de ahora honrareis a mi  peluche Fantañoño, desde este día ¡jurarle amor eterno ante esta torre de marfil y sí no lo hacéis...

-si no lo hacemos lo de siempre, nada nuevo bajo el sol; ¡el que proteste al río!

-te tememos oh gran cesar Alberta, pero has de saber que no eres muy original, la mayoría de emperadores cuando llegan al poder toman como primera medida cargarse a sus enemigos políticos . Nosotros pensamos que contigo iba ser diferente, usted antes molaba.

-No lo tenía pensado lo de envenenaros a todos pero gracias por la idea. ¿Complacer a los sublevados con una muerte dulce? No, peor muerte en vida les he reservado: estas pastillas del siquiátrico de Asclepio que tantos años me han hecho tragar el bueno de Galeno. Algunas saben a gominola.

Entra un emisario: -Vengo lunas corriendo desde Maratón, con la lengua fuera, me siento desfallecer…le suplico por piedad un vaso de agua…-

-traigan un vaso de bebida isotónica, por Zeus- 

Corifeo: (Entre titubeos) su hermano ha regresado de las campañas bélicas y con sed de venganza y bebidas edulcoradas también, va a invadir el palacio y va a quitarle su cetro

Alberta, acariciándose su corona de laureles y mesando el pelo del mensajero: --¿por qué gimoteas? ¿No te habían dicho nunca antes que siempre matamos al mensajero?

le guillotina con una daga

hazte tu mismo los honores

II

Empieza la ceremonia de coronación.

Alberta-quítate esos laureles eternos,  se te enredan en el pelo y esa máscara pesada de tragedia, sería demasiada carga y edulcórame mi carita de corazón con esa crema  hidratante de marca blanca.

Coro -¿No teme que la máscara tape su bella esencia divina?

Alberta-Aun bella le salen granos y heridas de comer pasteles por un embudo.

Los esclavos griegos recogen el detritus y la limpian el culo con manuscritos de Alejandría.

- yo, que tengo mil carreras, ochenta máster en puterio letrado, me veo reducida a ser solo un cuerpo, no me aprecian más que mi coño.

-calla, coño, que aparece la divina Antonia

II    consulta a la pitia con un coro de su conciencia

-¿Por qué no puedo dormir? El mal de mis noches es entender y a la vez  soñar. Acudiré a la pitia Antonia del oráculo de Steiner, allende Delfos, en la séptima colina de Santutxu. 

Antonia. -Lo que le ocurre es muy normal, si fuera supra normal sería usted divina y sí fuera subnormal sería humana.  Pero encontraremos una respuesta en el divino oráculo de Xubiri.  

la pitonisa le pasa un porro y se lo fuman.

inicia la patricia Alberta un monologo con un abanico en forma de luna a modo de espejo:

La luna hace de mi espejo, la luna me abanica, es mi madre. por las noches me baño en las aguas del río prohibido y lloro, como una lamia sin consuelo y con patas de rana. Yo no nací, a mi me recogieron de las aguas de una terma, soy adoptada y por ello nunca he encontrado en mi familia más que un enemigo. Puedo presumir de un nacimiento mítico como el de Rómulo y Remo, criado por la loba de mi madre y el cabrón de mi padre.  Desde niña mi hermano pronto dejó de hablarme, no comprendía que yo siempre he volado a ras de la mediocridad de estas siete colinas de Roma. Desde que nací me han mimado con algodones, pero a la vez me criticaban por la espalda esas sierpes viperinas de las vecinas, hasta el punto que me han hecho creer que soy una escoria, la meretriz más sucia del lupanar más oscuro de toda Roma.

III   tertulia en el café con sus amigas

Vivir con miedo os será una forma de que viváis cada día con más intensidad, como si fuera el último. Disfrutad de este suculento banquete, pues será el ultimo. puede estar envenenado, uránico o pandémico, solo lo saben los astros, ¿no os da esto serenidad?

No me toques, he dicho que nadie me toque.

Ten calma, hermana.

Mis huesos de cristal, los oigo romperme, me ahogáis con vuestros egos, chillidos, dolores, culpas, miedos…-¡arrancarme ya la piel, que yo no llego!

Siempre estás con tus ataques de histeria, vas a despertar a todo el reino

Me da tan igual la vida…Entre todos habéis hecho de mi esta piltrafa, soy la apestada del reino, hasta los esclavos me llaman la loca. y van gritando por la calle; la loca, la loca…les oigo, no puedo escapar de esas voces, por todas las esquinas de palacio me persiguen esos sonidos histriónicos, esas voces me han acompañado siempre, desde niña. yo era menos que una mota de polvo, siempre la loca, siempre la escoria de la familia, ninguneada por todos, a nadie le importa mi dolor, siempre a las faldas de mi madre la reina, motejada, insultada, el hazmerreir de mi hermano el importante. y si grito porque me encuentro sola todos lo ven como el llanto de una niña consentida y mal criada.

 IV

¿qué vamos a hacer con la Bernarda Alberta?

la niña está tomando mucho poder, ya no nos roba solo chucherías, ahora pretende gobernarnos, ¿qué vamos a hacer al respecto?

-yo me niego a envenenar a una hija, es inmoral

- por favor mama, pero si ni siquiera es tu hija-

-ya pero igual que hay peluches a los que se les coge cariño...

- nada de sensiblerías en mi casa, la vida es un o ella o nosotros y nuestro deber de estado es envenenar a esa muchacha.

-¿y cómo lo haremos?

-pondremos un poco de cianuro en su desayuno de crispis

- por fin el reino encontrará la paz cuando matemos a esa niña. la tenderemos una trampa, cuando venga como cada mañana a darnos pena con sus balbuceos de niña consentida. Nos convertiremos en agua al morir, no en cenizas.

 Entra un ejército de soldados de la legión romana.

V

-le traemos su desayuno-

-¿y qué esta vez? ¿cianuro, opio, cicuta?

La patricia se bebe su desayuno.

-sé qué queréis envenenarme, nada se me escapa.

-te hemos preparado una ceremonia- (el hermano le pone unos laureles) 

- eres la hija del Cesar y vas a  acceder al trono.

- yo lo que quiero es mataros a todos, me habéis llamado adefesio, decís que estoy gorda como en la conjura de los necios, que soy una niña mimada y que no soy capaz de hacer nada en la vida pero no es verdad, y os lo voy a demostrar. Me voy a vengar de todos. En cuanto veis que voy tomando poder me empezáis a temer y queréis reducirme porque siempre he sido una molestia para vosotros. Sé que mi hermano me quiere matar, que mis propios padres pretenden envenenarme para no tener que aguantarme. Mi madre intenta convencerme de que entre en razón, mi padre y mi hermano le han encargado que me envenene. En este monologo me quiero desahogar, explicar mis traumas al universo aunque nadie me haga caso. Me habéis estigmatizado, me habéis hecho creer que soy un desecho social.

-¡basta! Ya he aguantado demasiada tontería en este palacio. bebe esto, hija, es por tu bien.

Alberta bebe el ungüento y lo escupe cuando nadie la ve.

Entierro. Hacen una fiesta unas vestales con laureles y ofrendas y libidaciones.

-Al final mi hermana ha muerto y tanta paz deja en el reino como secretos se lleva a la tumba.

-sufre pero a nadie le importa, todos se ríen de mi hija, se la toman a chufla por muy emperadora que haya sido, al final por compasión el público la va a resucitar.

Todos se acercan a ver el ataúd donde Alberta cierra fuerte los ojos y permanece callada haciéndose la muerta.

- ¿De verdad crees que la hemos matado?

- La niña encerrada en un ataúd ya no molesta. -

Van pasando los familiares a ver a la fallecida. Alberta tiene una media sonrisa en la cara. Todos piensan que está muerta y ella se sonríe con el equívoco.

-Ha fallecido la gran Alberta Estulticia Choncholis, patricia de la región romana, bajo los auspicios del gobierno del Cesar en el año 1 d.c

-Rindámosla un homenaje como solo ella se merece. Que vengan las coeforas a rendir culto a las hereidas, las meigas y que las parcas de la muerte cubran con sus telas la noche. Llorar plañideras por esta que fue grande de Roma, aunque menospreciada y vilipendiada por su familia, marginada siempre en su gineceo.

Todos pasan por el velatorio donde en un ataud la patricia Alberta les observa calladita, haciendose la niña buena, y luego la muerta.

Todos comentan cuatro topicos, los que se esperan en el entierro, palabras de compromiso, cuando le han estado toda la vida haciendo la vida imposible y riendose de ella. Ella sale de repente del ataud y les saluda, con el pelo mojado y un rictus mortuorio pero sonriente.

- No estaba muerta, ha sido todo una interpretación, la mejor interpretación de mi vida, una loca verdadera que finge su propia locura, para vengarse de su familia.

 

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