viernes, 17 de abril de 2020

ORDESA DE MANUEL VILAS

Manuel Vilas concibe la literatura confundida con la vida y prefiere el término autobiografía que el de autoficción. En una entrevista de un periódico hemos encontrado un diálogo entre Giralt Torrente y su traductor en el que conversan precisamente sobre si están escribiendo autoficción o autobiografía. Siempre nos planteamos que al autor le haya pasado y vivido lo que cuenta. Los libros siempre son relatos autobiográficos: por fríos que se crean, llevan a su autor dentro. La autoficción es la categoría en la que el autor se convierte en un personaje de su propia historia pero a la vez constituye una novela, una ficción, una trama. La buena literatura se ve que es real porque la ha vivido el autor y la ha basado en experiencias Hay autoficción en Dickens o Cervantes. En los años 70 había directores de cine que rodaban episodios directos de su propia vida. Que haya sucedido en la realidad no lo convierte en un auto ficción sino la sensación de antes de realidad, por eso es un absurdo que tengan que coincidir los nombres del autor y del personaje protagonista literario o que haya quien quiera comprobar que son verosímiles. Hay películas que también dicen basadas en hechos reales y son auténticas ficción. El autor confiesa soy alcohólico, acaba de morir mi padre, hay una mediación lingüística en la obra pero nunca traiciona la realidad, no deja de ser autobiográfico y se dan los dos pactos, autobiográfico y de ficción. Habla de la realidad, de la verdad vital de cada uno. El Ulises o En busca del tiempo perdido de Proust interesan como auto-ficciones pues son experiencias no solo vividas por el personaje sino por el autor y ya está contando su vida.


Soldados de Salamina quizás sea una opción más clara porque constituye una especie de novela histórica a la vez que una recreación de la investigación histórica y el propio Javier Cercas aparece como personaje. Para que sea autoficción tienen que darse los dos pactos el de autobiografía y el de oposición. Mi lucha son 7 volúmenes, una ficción verosímil de Norman, todo lo que cuenta el real y lo llama novela, hay una mediación lingüística y busca una construcción también literaria y por tanto constituyen las palabras un lenguaje traicionero, distorsiona con las emociones, con la insuficiencia lingüística, con las sobre-interpretación. No debe hacernos traicionar la intención de verdad y honestidad. Se ve esta narración autobiográfica claramente en Manual para mujeres de la limpieza de Lucía Berlín. Hay otros autores de parecidas características que están escribiendo este tipo de literatura en estos momentos en este país. Marta Sanz con Lección de anatomía o Javier Pérez Andújar con Los príncipes valientes.  Sergio del molino en la España vacía o Umbral en Mortal y Rosa ante la muerte de un hijo; nostalgia, morriñas, recuerdos, la ausencia en Coplas a la muerte de su padre o en Carta al padre de Franz Kafka, la excesiva presencia en otros casos de un padre castrador al que solo se desea devolverle el semen… son temas literarios, con sentidos personales que se hacen significado simbólico colectivo pues forman parte de la ambivalente vida. 

Giralt Torrente (Tiempo de vida) pierde a su padre por un cáncer y constituye esta narrativa con ese sentimiento de la lejanía física de un padre ausente que les abandona y se va a Nueva York a vivir su bohemia vanguardista, se obsesiona con “la amiga de Brasil” y solo ese periodo final de cuidados paliativos entre el hospital y su casa supone un acercamiento reconciliador. Les une ya tarde pero intensamente, hasta la lejanía total que supone la muerte. Cuenta su vida el propio autor y sí logra conformar con el relato de su vida una ficción novelesca o literaria lo llamamos autoficción. En Soldados de Salamina; Javier Cercas aparece como un personaje de su narrativa por ejemplo.  Pero Vilas no cuenta una ficción ni trata de darle a su relato experiencial las condiciones de una ficción. Hay películas basadas en hechos reales también, pero otra cosa es la voluntad de contar tu realidad envolviéndola como si fuera una ficción literaria. Extraer la verdad de las palabras del autor confesándonos su vida con sinceridad siempre queda en manos del lector. Al receptor le queda la vibración de no saber sí lo que cuenta es real, sí le ha pasado o es una impostura más de su mentirosa condición de literato, esta seguridad o certeza es imposible para el crítico e incluso para el autor mismo.  En esta obra sí sentimos que esto lo ha vivido-sufrido  y que se desnuda realmente, y aunque no lo hubiera vivido un buen autor ha de sentir lo que escribe para darle verosimilitud y que un lector demasiado extrañado (extrañamiento) no rompa el pacto de ficción: ese creerle al autor por unas horas real su ficción. 

Vilas quiere decirlo todo al margen de las palabras y de lo que piensen sus lectores y críticos.  Su poesía es atrevida, sus artículos en el correo muy interesantes. Y en esta obra busca una verdad intelectual pero sobre todo emocional, le ha ocurrido algo grave y dramático: la muerte de sus padres. Empieza a escribir cuando su madre, a quien tanto quiere, fallece. Es una forma de reconstruir y de construir su imagen y por tanto devolver a la vida a alguien que ha muerto, a  un ser ausente cuya presencia es constante y física como un fantasma abriendo la nevera. En algunos pasajes considera a sus padres fríos o pocos cariñosos, pero siente que desde luego se quisieron. Su estilo es realista, pero en una prosa poética muy lírica sin ninguna retórica y sin pelos en la lengua. En su poesía también toca el tema del crematorio, inspirado en las baladas de los muertos al modo de Eliot en La tierra baldía. La dama fría de la muerte  a muchos habrá tocado de cerca y por eso su obra emociona, incluso hace llorar, no está pensada para leer de seguido, hay que interrumpirla al poco y retomar la historia, interiorizarla pero sin dejar que nos abrume tanta emoción. Hay quien lo ha leído de un tirón y no la ha disfrutado lo mismo. Está hecha para leerse salteada y por eso los capítulos son tan fragmentarios y breves. Se pueden leer como relatos independientes. A los que lo leen de una sola vez se les hace repetitivo porque es denso, en el sentido humano y eso afecta.  Pero yo me lo he leído en un par de tardes y he sobrevivido, no es para tanto. Hay pesimismo sobre todo si lo lees de un tirón porque engancha en un encanto nihilista, de materialismo melancólico, pero en el fondo es un canto de celebración a la vida. Ha escrito el libro desde la voluntad de trascender la muerte la de sus padres, sus abuelos, la de  los habitantes del pueblo de su recuerdo infantil y está lleno de remordimientos y sentimientos de culpa por cosas que en el pasado se dejan sin resolver, pero no culpas cristianas, sino pragmáticas: más se arrepiente de lo que tenía que hacer en algunos momentos de su vida que de lo que no ha hecho. Este propósito de desnudarse ante sí mismo, de reflejar una situación  límite, una grave crisis personal y una fragmentación personal comenzó cuando perdió a su padre en el 2005 y tomó forma cuando su madre moría en el 2014, unos años después.

En el libro hace balance de su vida después de la muerte de sus padres y de alguna forma constituye una reconciliación consigo mismo, una forma de sublimar el trauma. Vilas cayó en la adicción del alcoholismo, quería dejar el alcohol pero hay mucha intolerancia, enganche e hipocresía con el tema. No se limita a hablar de sus padres, hace también un retrato generacional, un recorrido histórico por la historia de este país con ironía triste, recordando a esos que han crecido sin conocer la tumba anónima de sus padres en la guerra o incluso sin haberlos conocido en vida. Los padres de Vila fueron unos padres atípicos, constituyeron una familia atípica en aquella España demasiado normal, gris y franquista.

Vilas también dio clases de Lenguaje en un instituto, asistiendo a la realidad dramática de muchas adolescentes No Future y ni-nis que ni estudian ni trabajan, así que es muy crítico con la educación. Hace una hipérbole de todo, lleva todo al extremo y de esa forma ridiculiza (idealiza-demoniza) ironiza su realidad, puede mantener una cosa y al momento la contraria, en una dialéctica en la que nos deja la última palabra al lector. Crítica muy duramente la falta de vocación en algunos profesores y retrata a otros que ponen mucho de su parte. Son los representantes democráticos de trasmitir un conocimiento a sus alumnos,  con la responsabilidad de educarles a estos jóvenes no sólo en contenidos humanísticos sino valores humanos. Muchas de estos adolescentes provienen de hogares rotos, de familias desestructuradas o disfuncionales, de clases humildes o bajas de extrarradio, afectados por la crisis. Los profes son el único aliado que les pueden  ayudar a un futuro esperanzador.  Es un conflicto moral en el fondo, porque en sus estrechas vidas tienen una movilidad reducida: sólo uno de cada diez logrará salir de esa clase humilde, las clases siguen bastante estamentales en nuestra sociedad capitalista que todo lo promete si las hormigas consumimos y trabajamos efectivos en pos del queso. Peso este ascenso de “honor” social solo lo da la cultura. La educación es la única que puede abrir los horizontes y en esa figura es muy importante el profesor,  autoridad moral y vital. Al describir las clases con estos chavales trata de dar sentido al sinsentido, soluciones prácticas. Se plantea si está trabajando porque lo obligan a hacer esto o por cobrar la nómina, pero en realidad siente la necesidad de condenar la violencia cuando uno de los alumnos presume de una matanza en un instituto que ha viso por la TV y todos lo jalean como si fuera un acto heroico; ¡Ya es hora de que hiciéramos lo mismo nosotros aquí! Este profesor les hace ver que no les gustaría ser ellos víctimas de esta violencia y que esta siempre es rechazable y condenable. Eso es educar y no escribir Cifras y datos en pizarras.

A mí el capítulo que más me ha gustado ha sido el primero. La obra la abre un primer capítulo: la recepción real del premio Cervantes a Juan Goytisolo. Un narrador omnisciente sabe hasta lo que piensa nuestra reina de España y el retrato de Goytisolo que acepta el premio pensando para sí mismo que nadie le quiere y que nadie la ha leído y que eso es que lo has leído tampoco le quieren. Goytisolo aceptó este premio porque estaba mal económicamente y una familia marroquí le estaba manteniendo y con ella vivió hasta su muerte, sus hijos no podían estudiar en la universidad y él acepto el premio con la cuantía bastante considerable para que pudieran pagarse los estudios porque la autora había rechazado todos los anteriores premios literarios. Lo máximo que puede aspirar un escritor en nuestro país es que una reina te paseé por el palacio y te enseñe los retratos de la familia real.  El  autor va a cubrir este acto social y visita la galería de retratos reales del palacio la familia real, quienes representan a todos, son los representantes de los ciudadanos y los únicos que se pueden permitir conocer a sus ancestros y tenerles allí mismo en el palacio. La obra es una reivindicación de la gente normal frente a las familias reales. El Rey es otorgado con una genealogía excepcional, parece que solo tienen derecho ellos a un pasado, pero en realidad la España franquista y la de la transición a la democracia de cualquier persona (o la de cualquier época y lugar) la han labrado personas anónimas y muchos de sus hijos ni siquiera saben dónde están enterrados o ya ni se acuerdan de ellos.

La obra apuesta por estas personas normales y corrientes como sujetos históricos, más allá de izquierdas y derechas, y de una crítica política, al capital, a la alienante urbe y a la burguesía  que también está presente.  La obra tiene mucho contenido y por eso la ha fragmentado en capítulos sueltos para dejar respirar al receptor y que rellene los espacios vacíos y lugares de internación desde sus propios horizontes vitales y lectores. Se funde lo vivido con lo leído y la obra importa por lo que evoca, hace añorar al receptor. Habla del presente donde el pasado lo invade todo,  del más acá más que de la metafísica que está tan teleo, tan lejos. Universaliza unos sentimientos personales convirtiéndolos en comunes. Es curioso que todos los personajes tienen nombre musical Bach Vivaldi Verdi y este efecto está muy bien logrado hasta su madre es muy buena muy alemana.  La obra se cierra en anillo, circular, serpiente que se muerde la cola, espiral hermenéutica, eterno retorno.  El sentido es Ordesa es el sentimiento con sus padres, la familia feliz que fueron y en momentos infeliz el padre le echa de casa pero le quiere,  la última parte de la novela acaba en poesía porque directamente es la mejor forma de reflejar los sentimientos

El autor quiere volver al momento concreto de ese verano con su padre en el pueblo, volver al sitio donde se hospedaba en las vacaciones tan cortas y quiso volver con sus hijos pero no había sitio aquí en la montaña, volvió a sentir la soledad lo físico de aquella Ordesa de su padre y por esa zona revindica el pueblo con la referencia al Monte Perdido ya la pérdida de sus padres qué es lo que en realidad refleja los hijos siempre tratan de desapegarse de no hacerles caso pero esa interrupción entre padres e hijos huele a Soledad no quiera la soledad porque entran ya también sufrimiento pero está a gusto solo. Extraña a veces se la obra a su mujer y a sus hijos es el misterio de la vida, la continuidad de padres e hijos, la vida que sigue y no sé para. El cristianismo está basado en una relación padre hijo y la obra constantemente crítica a la religión por ejemplo cuando dice hay demasiado cura. La novela puede considerarse mística trascendente teleológica pero no teológica con esa normalización y ritualización cristiana. Es una obra, materialista, física, concreta, tangible. Siempre ha tenido un sentimiento de culpa por incinerar a sus padres en un cementerio. Se puede ver a los padres aunque no estén físicamente allí, no hay tiempo pero si espacio porque hay huesos y la obra es un canto a la materia, a lo que se ve, lo que se toca, a las cosas materiales, a lo terrenal, pero a su vez es algo espiritual, lírico, sentimental que consigue trascender los fantasmas. Es una obra pesimista y vitalista en clave luminosa y oscura: la luz ilumina las cosas materiales como el sol de aquel verano de infancia y da ganas de vivir y aprovechar el momento y el carpe diem. Sus padres son también físicos, tangibles, un fantasma terrenal, lo que hemos perdido pero no nos abandona cada mañana al despertar en el recuerdo cada noche cuando no se acuestan. No se pudo despedir de ellos, no los ha perdido, los tiene en su recuerdo, vivirán mientras él los llore,  sucede siempre la muerte y no puedes tenerlo todo controlado. La novela me ha puesto optimista porque refleja lo trágico de la vida pero también la forma de afrontarla y es que la vida no es para echar cohetes.

Critica la España de su generación, la educación, el estado de la cultura, el trabajo, las clases sociales, los abusos a los niños cuando un cura le tocaba y ya más de mayor un dependiente joven de una tienda aunque allí le protegió su tío, también el sistema público de la sanidad y de la educación ya que el tendero sastre de la tienda de juguetes y aquel fraile profesor  intentaron tocar. Crítica también cierta mística de aquella lucha antifranquista de la transición y de la consecución de la democracia. En realidad es la historia de la gente sencilla y humilde la que movió el país y no la de aquellos jóvenes que se divertían en la movida madrileña. Se siente seguro escribiendo esta novela porque es más fácil hablar de alguien parecido a ti en una columna de prensa. Habla de los abusos y que le molestó más el acoso de aquel vendedor que tanto se parecía a él por la edad pero la de profesor le traumó más porque constituye una autoridad, un modelo en el que reflejarse. A los 25 años se atreve a decírselo al tío y al padre no. En la obra también se toca el tema político y critica duro tanto a la derecha como a la izquierda, como cuando dice que han sustituido el retrato de Hitler por Stalin. Hay muchas críticas constantes. Es una obra muy reflexiva, llena de digresiones, apasionada, pero muy contradictoria, está muy bien expresada, tiene unas descripciones, unas técnicas narrativas, unas frases y unas palabras muy originales. Algunas figuras en la obra como sus padres o su tío aparecen retratados como santos varones idealizados, el tiempo en espera y la muerte llega para todos. Tiene problemas con el matrimonio de sus tíos que le acoge, la tía se muere y se queda con su cuñado y siente cierta nostalgia amorosa, la mujer se acaba de separar y se pelean en el divorcio por dinero los hijos y van a casa de la madre pero aunque la cita menos la echa mucho de menos, se echa mucha culpa de cosas. No aparecen sus hijos o su mujer como personaje, solo menciona dos, habla de la felicidad del hermano que no le habla, hace retratos introspectivas complejos

Hay un dominio del lenguaje muy sencillo pero muy bello y una objetivación constante por ejemplo de la corbata exhaustiva, la describe con miles de adjetivos descriptivos y calificativos; la corbata, la triste, caliente, anudada al cuerpo, la corbata histórica. Goytisolo cuenta que iba a rechazar todos los premios y sin embargo ahí está aceptando casi con tristeza al premio. La obra habla de lugares comunes, de la muerte de los padres, del alcoholismo, de la educación, de las diferencias sociales, pero lo hace con una visión muy personal y perspectiva original y no cae en los tópicos pues habla de lo eterno, los grandes temas literarios con un lenguaje asequible descifrable, pero de forma diferente, por ejemplo en expresiones como los historiadores romanos o la visión de Santa Teresa como una club de fútbol moderno.  Es muy hermosa la descripción de su madre, como come fruta y se acuesta acurrucándose en su falda. Algunas de estas reflexiones sobre la vida le llevan a pensar en la muerte, no está conforme con su actitud vital y por eso ante la muerte vuelve para atrás hacia sus problemas y sentimientos, su emotividad y se habla así mismo, pero hablando al lector. Decide escribir la novela a partir de la muerte de su madre. La madre le telefoneaba por teléfono y se preocupaba de su alcoholismo, pero él ni siquiera la respondía al mensaje. Algunos párrafos parecen hechos desde la incontinencia verbal o emocional, pero desde luego es un efecto muy trabajado y conseguido en el autor. A su madre la salva, la redime. En la obra la madre aparece también con sus carencias, con sus problemas, es imperfecta, como todos los seres humanos. En un capítulo la crítica y en otro la destruye, pero siempre aparece desde la sencillez. Al principio y final de su vida refleja la falta de contacto físico entre sus padres, la distancia con ellos, su frialdad, que no le dieran un beso, que no le acariciaran, que no estuviera allí la madre en el entierro, eso le pesa mucho pero no hay contradicciones. Le pesa todo hasta el final, puede parecer depresivo y desde luego estaba sufriendo una crisis el autor cuando escribe esta ficción, parece dar vueltas en círculo sin salida, no puede salir de allí, pero escapa del laberinto y sale de los callejones sin salida y vuelve a repetir lo mismo y al final rompe con todo, la vida se ha roto y nada tiene sentido ni otro camino sin esa seguridad cambiar los recuerdos no le hacen un hipocondríaco del todo como su la relación con los médicos así es difícil criticar la sanidad como nos los alcohólicos con sus adicciones y en el fondo les estamos invitando a que vuelvan a caer con nuestros prejuicios

Ángel Molina reconstruye la muerte de su hijo imitando Mortal y rosa de umbral en una narrativa autobiográfica dónde esterilizar dolor como Las coplas a la muerte de mi padre de Manrique. Al autor de la España vacía todos le decían que fuera el psicólogo y él estaba ya harto, que me dejan en paz, el dolor es un mecanismo humano que hace que uno salga de aquí, él sigue viendo a su madre en el presente, es un fantasma muy vivo y real, dime la verdad amarga de la vida con alegría y la obra concluye en julio, el verano tiene mucha protagonista a la obra, recrea su dolor y la rehabilitación de esos veranos de infancia feliz de paraíso fetal, de ese tiempo recobrado por el recuerdo de la literatura en que fuimos inconscientes. Cuándo muere alguien no puedes echar trabajo hay que salir de esta separación, se te puede caer todo  encima. Hace balance de su vida basándose en la muerte de su madre. Cuando se murió su padre no fue tan consciente, pero ahora se queda solo y fue un clic en su vida. Otros cogen la depresión por una razón más tonta alguien escribe este libro porque no puede seguir siendo un depresivo y el libro le invita a una racha de optimismo y refleja la vida tal cual es, pero sigue para adelante y el pasado solo el impulso hacia el sueño y el proyecto de futuro- o se pregunta de dónde viene para saber a dónde va y al final el hombre sigue evolucionando y creciendo. Tras siglos y siglos de evolución se agarra a la vida con los muertos, la gente cree que las personas y los perros van a estar siempre presentes, pero hay un momento en que se vuelven metafóricos. Insiste en que nada queda en el vacío. La foto es un modo perfecto del recuerdo. Los padres viven en el sueño de sus hijos. La incineración o la inhumación representa la corrupción de la carne, su madre pesaba 90 kg y ahora era nada, la materia tiende al no ser y a la nada que se han llamado no ser. La vida está llena de contradicciones y paradojas y la literatura funciona también así, el autor todo lo lleva al extremo, lo exagera a la hipérbole, lleva sus opiniones al máximo y se contradice a sí mismo en una dialéctica peculiar en la que no consigue llegar a una síntesis y deja que está la rellene lector implícito. Reivindica aceptar los dualismos sin contradecirlos, sin hacerlos antagonistas, aceptando la ambivalencia de la vida porque la muerte forma parte del ciclo vital y está llena de una reflexión apasionada que nos encanta con la vida. La misma casa deja de ser metafórica y se vuelve algo real si está su padre que repite los mismos errores con sus hijos que repitió su abuelo y él repetirá con los suyos. Tiene que hacer lo mismo porque así estamos hechos los hombres. Recuerda que el padre decía que sus hijos no le hacía ni caso ni le cogían el teléfono, la misma situación la vive en el lecho de muerte.

Vilas quiso conseguir los recuerdos personales pero su madre se había deshecho de ellos. A sus padres les tiene vivos, no necesita recuerdos, no ha muerto nadie si se acuerda de ellos, realmente son unos fantasmas de surrealismo cotidiano. En Portugal se llamaba este libro Todavía hay belleza. Crítica a la sociedad española y que aquella familia de clase media tuviera un cuarto de invitados, una galería en la que no podían hacer nada y sus padres habían quedado con amigos, pero seguían dedicando ese cuarto a la nada y a los fantasmas. Su madre se iba a todas las peluquerías en el verano, incluso ya de mayor, era una persona muy presumida y siempre estaba comprando ropa. Los sentimientos se despiertan con objetos muy concretos, a veces una lata de Coca Cola o resalta el hecho de que las patatas fritas ya no se llaman igual. Habla del sueldo que va a cobrar un chaval de reponedor y de que su madre llamó por teléfono a su mujer y esa fue la causa del divorcio. Describe a la amiga de su madre que estaba muy bien físicamente y que era profesora y también la idealizó y tuvo la suerte de visualizarla en bikini.  Habla de su vocación literaria, de su humildad. El padre era pobre, pero fumaba y firmaba como un rey. El padre ponía siempre el coche en la sombra y se desatendida de él y lo dejaba muerto de asco. Con el primer sueldo compro el coche. Por ello cuando fue profesor en los colegios tenía que enseñarles aquella frase de "Juan le quemo el coche" y se preguntaba por qué coño Juan quemó el coche y le habría dado de ostias a Juan que era el sujeto, el proletariado de la gramática. También aparece una descripción del parto. El último capítulo se convierte así en el primero en un círculo y en una final redondo, en anillo. Imaginas el parto pero no al modo grandilocuente de Dalí, en la obra el autor puede viajar en el tiempo y enmendar los errores. La casa de su madre estaba hecha un cristo cuando ella murió. Tiene mucho en común con la figura de su padre. Hay fragmentos en los capítulos en que rememora momentos felices del pasado, pero no lo ve con nostalgia o añoranza sino que canta la vida presente, a los momentos que siguen y si sucedieron seguirán sucediendo. No se queda en el “qué felices éramos entonces” sino que hay un equilibrio entre lo triste y alegre y lo que importa es lo felices que somos ahora. Recuerda el coche las excursiones que hacían por el monte, queda equilibrado porque si no sería un desgarro emocional o un patetismo sentimental. Hay momentos de celebración a la vida también no solo de nostalgia, fragmentos en que muchas cosas del presente revive las del pasado y al revés. No puedes despertar a los muertos porque estos están descansando y al final les tiene como fantasmas, pero acaba aceptando su muerte; han constituido una realidad y ya no están esa noche aunque siguen existiendo los muebles.

Canta al futuro, a la idea ilusionante de que todo sigue en él y que no se marchan porque ya no es pasado ni futuro, es el presente y por eso dice "duerme conmigo otra noche". Lo bonito es creer en algo del pasado que te ayude a vivir el tiempo presente y todavía sigue cuando se separan, cuando los padres mueren porque todo sigue existiendo, porque la vida no para, porque se integran los muertos en la vida actual y no hace falta la presencia física de alguien para saber que le quieres y para tenerlo con él y recordar los momentos. Se empeña en que todo el tiempo vivido sea presente.  Él es el señor del tiempo que le queda,  dueño de sus errores y la muerte queda desvirtuada como un antagonista sin contenido ni significado ni sentido. Solo se arrepiente de las cosas que hizo o no hizo, no espía culpas, no se siente culpable de aquello que no compra, hay una queja lo que no vio,  lo que no presenció,  a las cosas que no entendió, a su ludopatía, al premio que mandó cuyo dinero se gastó en un bingo. Trata de justificar cómo era su madre o sus padres, les describe como unas personas guapas y frívolas, siempre de fiesta, hay muchas cosas que se imagina porque no la has vivido, no la has presenciado. Por tanto es un narrador omnisciente, intradiegético en todo momento de la obra, pero también heterodiegetico porque otras historias, la de estos fantasmas, la de esos seres que habitan en el pueblo, la de su propia familia, se mezclan con su propia historia vital que necesita pulsar como un chillido, o lamento y sobre todo se lamenta de no haberles enterrado.  

Le hubiera gustado haber sido músico en vez de escritor y por eso quizá llama a todos sus personajes con nombres de músicos. Se nota que ha vivido esta autobiografía porque es muy auténtica y sincera, también El guardián entre el centeno parece haber sido vivido por el propio Sálinger. Hay que superar el pudor para entrar en la propia existencia y convertirla en un mundo de la ficción, como las series de televisión o las redes sociales. Solo queda la verdad al final. Sabe que la realidad es una ficción, una pos-verdad y no está creando sólo una fantasía sino también la verdad. El cristianismo ha creado obras como las Confesiones de San Agustín pero en realidad nos ha hecho regodearnos en lo confesional o aconfesional para sentirnos culpables y nos ha creado ese sentimiento de vergüenza y de pudor ante nuestro propio cuerpo para que nos recogemos en el dolor y rechazamos el placer. Otros países nórdicos liberados de la religión son más confesionales, se atreven a revelar la verdad de su corazón intimista y él se atreve con todo con el dolor que le provoca el divorcio, con su esposa, con la muerte de sus padres y la pérdida física de sus hijos a los que casi no ve tras el divorcio, pero no se queda llorando, autocompasivo, lastimoso o victimista. El hecho de buscar palabras estilísticas y dar estructura a unos recuerdos no la convierte en una ficción y por eso rechaza el término autoficción.

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