El escritor y el editor. Lo imprevisible de los éxitos literarios.
Aramburu sube a Facebook el 6 de
setiembre de hace dos años su publicación de Patria. No imaginaba el éxito que iba
a tener. Tenía ya una carrera impecable, solida. Premio nacional, el de la Crítica,
el de Euskadi…Autorretrato sin mí es
su novela de este año, 192 páginas de prosas poéticas, en las que hay humor. Habla
con su editor de Tusquets y con María Eugenia Salaberri, presidenta de la Asociación
de escritores y Roberto Herrero, otro escritor de la misma asociación.
Le impresionó así mismo el éxito,
no se lo esperaba. El escribe textos, los combina, y luego recibe ilusiones.
Pero lo suyo ha sido una excepción entre la norma de los escritores, pues las
ilusiones rara vez se cumplen. Hablando con Rafael Chirbes comentó que él nunca
había generado debate como escritor y cómo todo esto le vino de improviso, de
la noche a la mañana. El libro no se escribió para el éxito, pero es una novela
extraordinaria. Ha vendido casi 500 mil libros.
¿De qué personas de la editorial depende
el éxito literario? Fernando Aramburu no tiene agente literario, aunque
reconoce su labor, a veces no hay una interrelación correcta y por eso prefiere
defenderse así mismo. No hay una fórmula
mágica para triunfar. Aramburu no quiere dispersar su obra en varias
editoriales. Y estos le han publicado todo, incluso los cuentos primeros cuando
nadie le conocía. Le han sacado varias veces las castañas del fuego si por
ejemplo un ayuntamiento no le pagaba lo acordado cuando iba a una conferencia. Le
pagan hoteles y viajes.
¿Qué ha pasado para que haya este bum de novelas del terrorismo¿ ¿Por qué ha sido un éxito top ventas un libro
tan duro? En su trayectoria ha ido pasando de los cuentos cortos a novelas cortas
y al final a esta, una novela completa. No se lee así mismo, pero reconoce que
es un libro de vibración reflexiva. El autor terminó su tarea tras escribirlo. La
fortuna ayuda, pero el boom se da porque ETA ha dejado las armas. La gente
reclama experiencias personales. No el qué pasó sino el cómo se vivió en un
determinado lugar y época. Parece deliberado, pero los editores no son tan
inteligentes de haberlo planeado, y le han acusado de oportunista. La novela
tiene la virtud de convencer a cualquier lector. Contenta a catedráticos, sociólogos,
políticos y también a los que se acercan por primera vez a la literatura, o al lector
ocasional de Bestsellers. Es un fenómeno solo en España, pero no es solo una
novela local. Han hecho 4 ediciones. 50 mil libros. Ediciones de 10 mil libros
cada una (Las mías son de 300, y sí se venden, ¡aich…!) Al editor Juan Cerezo le
reciben como al descubridor de Messi y esta gran novela ha servido para
publicar a autores noveles, jóvenes, y
novelas modestas, minoritarias. No le han hecho la ola pero le han agradecido mucho
escribir esta novela y a Fernando le han regalado un vino más viejo que él, que
estaba malo.
Antes no generaba beneficios pero
confiaban en él. Su primera novela la hace en Alemania, trabajando en la
docencia (daba clases de castellano) y a las 4 de la mañana escribía su párrafo
para salvar el día (o ganarlo). Mandó tres copias a tres editoriales distintas
y Tusquets sin conocerle de nada le empezó a publicar todo, cuentos de 312 páginas.
Había publicado de joven, pero esta editorial le dejaba intervenir en la elección
de portada de cubierta. La primera novela Seis Barral no la aceptó por un
informe interno y también la presentó a Anagrama. En la feria de Frankfurt firmando
libros aparecían muchos lectores agradecidos. También ha recibido muchas
citicas y hasta amigos novelistas le bromearon que lo siguiente era hablar de los
talibanes. Aparte de la alegría e ilusión del premio, sigue escribiendo y quizá
le suponga un peso el premio recibido, una presión. Las repercusiones le
llegaban de forma indirecta, cada vez llamaban más o venían a visitarle a su
casa. Le paraban por la calle si le reconocían. Es un hombre hogareño con
muchos ritos y disfruta sentado al escritorio y lo demás son añadidos. No se va
a quejar de la fama. ¡Si le va a pasar una vez en la vida y ya está! Le abordan,
pero a un futbolista más, se contenta. Cuando se pone a escribir solo existe el
trabajo y se olvida del premio y de seguir manteniendo las expectativas generadas
en su siguiente novela. Puede escribir en cualquier parte. Ha escrito en
habitaciones de hotel, trenes… Necesita que a la noche haya algo escrito con lo
que despertar, para poder dormir. Le piden una segunda parte y si va a ser la continuación
de Patria.
Ha hecho una novela sin tomar
partido, ni buenos ni malos ni una caricatura abertzale. Todo es susceptible de
hacerse novela. Huyó de la idea de que fuera un relato, pues ya lo había
intentado esto en Los peces de la
amargura. Tampoco quería estirar el éxito pero a sus lectores les ha
convencido con su siguiente novela.
En abril de 2015 Patria estaba acabada y tuvo la aprobación
de 4 personas a las que dejó la novela para que le aconsejaran y en febrero del
2016 lo mandó a la editorial. Lo primero que diseñó es la portada. Busca personas
que le hagan una crítica en privado (que es señal de amistad) y le señalan
erratas tipo ortográficas. Se lo pasa a un amigo académico de la lengua vasca Irazoke
y le señala este los galicismos, por ejemplo. Juan Manuel Díaz de Gereñu, catedrático y
profeso en Deusto de San Sebastián, le acompaña en todos sus escritos. Es una
ayuda impagable, le prestan una ayuda externa, porque la crítica oficial suele
ser de menos ayuda cuando ya está publicado y más destructiva. Le dicen hasta
si el final es soso o lo que puede suprimir o las repeticiones o si no pasa
nada en un montón de páginas digresivas. Patria
está relacionada con una realidad que hemos tenido. Consultó a un historiador de
la historia de Euskadi y a un experto en patriotismo. Le hicieron sugerencias y
por eso es una historia colectiva. La estuvo corrigiendo en varias pruebas y
versiones. Pule mucho la obra y hasta que no está acabada y corregida no pública.
Afirma que se ha beneficiado de
la crisis económica e España. Es un autor más caro que los demás, si se le
invita a un sarao hay que pagarle un viaje en avión y al menos tres noches de
hotel. En 2012 y 2014 no le invitaban a nada por este tema. Eso le dio mucho
tiempo para escribir nuevas novelas, ya que no le traían porque era caro. El lector
necesita una mirada externa. Alguna vez ha cambiado el título del libro porque tenía
razón el editor. Reman en la misma dirección y no se siente humillado, le dejan
mucha libertad. Hay criterios no estrictamente literarios con los que sí puede
entrar en conflicto. Le hacen sugerencias. Hay escritores que esperan que les inviten a
sitios y que la editorial les haga casi la novela, pero a él no le dicen “suprime
esto o incorpora grandes párrafos”, porque el mismo se exige mucho y confían en él.
Una de sus novelas le recomendaron titularlo Los trompetistas de utopía. Cambió el título, pero al final lo dejó
como decía el editor. Sin embargo, no permitió que le cambiaran Fuegos con limón. (Su primera novela
importante) Mandó diez posibilidades y eran todas el mismo. Comprendieron que
el autor estaba convencido de su título.
A Umberto Eco le atribuyen la
frase de que el mundo está lleno de libros maravillosos que nadie lee. Necesita
el libro una calidad intrínseca por encima de la media para que se destine a
ser publicado. No es frecuente que aparezcan estos hallazgos y hay una masa de
libreros, lectores y críticos deseando descubrir un ave nueva, un libro
original, una historia fascinante, algo que nunca hayan leído. El editor no quiere
ser derrotista sino optimista, como lo ha demostrado Patria, pero es una excepción a la regla, un caso excepcional. Este
libro no se parecía a nada, se veía que tenía talento. Cada escritor tiene una relación
sentimental con su libro, muestra sus preferencias, su formación cultural,
opiniones y posición ideológica. Aramburu vuelve periódicamente a los libros de
niño y se reencuentra con el que fue (La
infancia recuperada de Savater), aproximándose al origen. Le gusta escribir lo que le gustaría leer y ha
formado un criterio. Patria no es como una despedida para él, piensa seguir
escribiendo. No todo es digno de publicarse. Va a una tertulia de personas sencillas
no relacionadas directamente con la literatura que argumentan si les gusta un
libro o no. A veces el escritor se aleja del gusto del público. El lector tiene
que creerse la historia, los diálogos y hacer suya la obra.
¿Se puede ser amigo de los
editores? Se puede ser socio. A Juan Cerezo le tiene aprecio y mucha lealtad. Puede
haber relaciones de amistad o no, pero ante todos son socios, afirma el editor.
“Yo pensaba que me querías”, protesta en bromas Aramburu. Hay cosas que discuten
y le rebate con respeto. Le han invitado a ir a muchos lugares. Llama a Juan cuando
le han propuesto algo y necesita su opinión. La relación no es solo comercial
sino humana, no solo profesional. Llevan muchos años. Había publicado Los años lentos y Los peces de la amargura que ya trataba el terrorismo. Con esta
novela muchos lectores descubren los otros tonos y palos que Aramburu toca.
La novela no necesita una introducción
histórica, la atmosfera política, el lugar, la época…son localizables. Refleja el
odio, violencia, el silencio, la fractura social, la depresión y el dolor. Lo aceptan
todos los periódicos, los argentinos, los de todo el mundo. A mucha gente que
ha vivido la guerra civil le ha llegado también. ¿Van a cambiar las formas de
editar y publicar? Aunque se editara en papiros no va a cambiar su forma de
escribir. Ahora se publica en ebooks. Éramos reacios a escuchar audiolibros,
pero ahora hay mucho consumo de ellos. Y la posibilidad de bajarse podcast
desde casa. Con palabras Aramburu nos tiene sujetos a la página y lo
maravilloso es que puedes leerla y tomar notas de las maneras fuertes de contar
una historia. Lo han leído en todos los países. Puede provocar un gran dolor en
el lector. Puede conseguir una dosis de suspense y tensión, como en el cine de
Hiscoth. No está perdido el arte de crear historias sino que hay muchas
posibilidades. Viene esta historia y luego le siguen todos los demás escritores
en un bum de novelas sobre el terrorismo.
No ha perdido amigos con la
novela, sino que ha ganado conocidos. La clase política vino a él con el libro
y no él a los políticos. Hay una lectura política pero no es la única. Hay episodios
relacionados con el terrorismo pero también amor, viajes, relaciones laborales,
algo de sexo. Ha conocido personalmente victimas del terrorismo que le han
abrazado y políticos oportunistas. Ha conocido personas que le han reconocido
que estuvieron equivocadas. Hay ciertos rincones ideológicos donde ya sabía que
no lo iba a aceptar, pero como escritor está obligado a aceptar la crítica
siempre que sea constructiva y productiva y respetuosa. Ha ampliado su círculo
de conocidos, que no de amigos.
¿Cómo ha sido la reacción en su
ciudad natal de San Sebastián? No ha visto grandes carteles. No va mucho allí. Le
han felicitado a su madre. Ha vivido cenas entrañables. En un autobús urbano le
preguntan si es Aramburu aunque saben que lo es. Se toma unos segundos porque
no sabe en qué condiciones le abordan, pero les da la mano a todos. Le han
solicitado en muchas bibliotecas de Euskadi. No estamos en la situación que
vivimos antes. Se puede debatir sin amenazas, sin violencia. Es un balance muy
positivo.
El personaje de la madre del preso a mucha gente le parece poco creíble
o verosímil. El final es abierto, con intención para que reflexiones. ¿Había más
finales posibles? ¿Qué te han dicho de él? El final ha dado lugar a muchas
interpretaciones de todo tipo y apuestas. Él quería llevar al lector a ese
final, y si acude allí o no es otra cosa. El lector acede con sus conocimientos
humanos y juzga a partir de ellos. Puede que no cuadre el final con sus deseos
y convicciones e ideologías. Cuando analizan la novela suelen evitar hablar del
final. Además le ha prohibido Juan Cerezo hablar del final para no destripar la
novela. Es un final muy cincelado. Tenía que haber lo mínimo racional y que
fuera emocional. No quiere traicionar su ciudad y no habrá Patria dos. Le quiere dejar al lector con ese final. Poniéndose en
el lugar del lector, tiene también deseo de repatriarse y de coexistir pacíficamente
en Euskadi. Nos quiere dejar con esa posibilidad. No es un final dramático ni
cierra nada. El texto es un soporte narrativo que queda abierto a más lecturas.
El hecho de que al final se encuentren y no se digan nada le parece realista.
Pero la madre abertzale no acaba con el castigo moral que cierto lector hubiera
deseado. Aramburu da la razón a todos y luego lo acaba cómo le da la gana.
Patria se lee tremendamente fácil
y una lectora recomienda Bambi sin sombra,
un cuento de Alicia perverso y Un piojo
llamado Matías, un cuento infantil lleno de humor. Muchos críticos y
lectores han protestado que les parecía injusto que Patria fuera la última palabra sobre el terrorismo. Le intriga cómo
se recibe el libro fuera, internacionalmente. Es un libro tan grato, tan fácil
de leer y tan buen artefacto literariamente que funciona muy bien. No cree que un libro pueda abarcar todas las
posturas y experiencias. Es un testimonio más y no el único. Ha intentado hacer
un testimonio en grupo. Los periodistas y los publicistas le preguntan en cada
entrevista por otras novelas que hablan del terrorismo y que igual él ni ha leído.
La suya le parece perfecta, redonda. Se ha convertido en un fenómeno donde el más
ajeno es el propio autor. Se le desborda el fenómeno. Todos dicen que han
encontrado la inspiración ahora, pero quizá es que antes no se atrevían con
tantas amenazas y listas negras etc. Caben opiniones y testimonios diversos, de
todas las posturas. Patria ha abierto la veda sobre el tema y ha despertado el
interés de los lectores por la cuestión. Incluso se baraja la posibilidad de hacer
una película.
¿El hecho de vivir en Alemania le
ha facilitado hacer esta novela o hubiera sido diferente hacerlo en San Sebastián?
Solo tiene su experiencia, pero intuye que el ángulo de visión y experiencia vital
había sido distinta y se habría relacionado con otras personas. Se equivocó al
pensar que la distancia de lugar sería un impedimento. ¿De qué se estaba
alejando? ¿De la charla entre borrachos en una taberna rural? Albert Camus dice
que para entender el mundo conviene a veces alejarse de él. Él viajaba
continuamente y no existe distancia geográfica con internet y redes sociales y él
todas las mañanas lee los periódicos de su ciudad y medios españoles. A partir
de las 8 mira las esquelas. Necesitaba la reflexión reposada, porque uno no escribe
bien en caliente. Es el jugador de ajedrez que mira la partida en general, lo
que hace uno y otro, pero antiguamente solo veías lo que tenías cerca, el
movimiento del alfil o la reina. Antiguamente mandabas un artículo por fax, y
ahora todo va vertiginoso. Ha leído mucho, se ha documentado en bibliotecas y
ha hablado con muchas personas. Las
vivencias humanas y testimonios personales son lo más valioso de su documentación.
Nunca ha pretendido otra cosa que dejar un testimonio humano, frente al
historiador o sociólogo que aportaría más datos.
Como escritor no ha escrito
ese libro que siempre quería escribir, ese está por venir, siempre es utópico. Cuando
pone punto final la criatura desaparece, la borra de la cabeza y a por la
siguiente. No puede vivir sin un proyecto, pero no se recrea delante del
ordenador con autocomplacencia y satisfacción del ego. Tiene la conciencia de
lo pasajeros que somos y de nuestro cupo de años por vivir. Ha aprendido en su
casa (padre obrero y madre ama de casa) la conciencia del trabajo y de que todo
lo que han conseguido ha sido por su propio esfuerzo. Siempre ha querido dejar
una obra literaria para agradecer lo que han hecho otros. Hemos nacido en un
siglo privilegiado, el XX, y nos hemos encontrado sinfonías y cuadros
maravillosos y obras que nos han enriquecido la vida. Y hay que agradecer lo
que otros hicieron de positivo por nosotros, tratando nosotros de dejar algo
positivo para los siguientes. Le gusta mucho jugar con la cultura, es su juguete
preferido.
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