BILBAO, BILBAO.
PASEO TURISTICO POR LA CAPITAL DE NORTA
Dedicado no a Unamuno o a Blas de Otero como sería tópico preveer sino al músical Bilbao-Bilbao.
Empezamos esta
visita-tour-travel-bidea, cortesía cobrada del Corte Inglés-PNV-BBVA, en Abando, como no podía ser menos: la
BBVA es el corazón de fe al capital-estado y mente maquiavélica del Botxo. La
verdad que podrían haberse ahorrado este viaje, (y por eso se lo hemos cobrado
con tanta urgencia), ya que “el Universo solo es un Bilbao más grande.” ¡Aquí
las tienen!: Unas torres de Babel-batua, fálicos símbolos del poder económico
masculino, desafiando a un dios inexistente, pero represor aún. Saquen fotos a
tan coloristas y estéticos bancos BBVA y al resto de “rasca-leches Behiak”. Es
nuestro Center-Bussinnes, el Centro de Negocios… Bueno, aquí lo llamamos Zentro de negoziok. No se preocupen,
que yo traduzco esta lengua tan bonita que no suena a piedra de Harri-Txoketes ni a tronco de Aizkolari ni a Basajaun baserritarra con boina, sino a lamia, lorecillas y a pura tertulia en el Lamiak. No es que
sea difícil de aprender, en absoluto, palabra de Sabino, pero no encontrarán
una sola palabra semejante al castellano, porque no deriva del latín ni de
ninguna lengua románica. Hay quien cree que proviene de unos Gonzalos de Berceos
que traducían literalmente lo que quería su región “pagana” amada cristianamente,
asi que estaban al capritxo del vasco y jamás confundirían a su Mari con la
virgen o cosa así. Eran más mimados cuanto más se resistían a cristianizar y
por eso no manipularon nada, ni religión, ni costumbres, ni a Sabino ni esta lengua
rusa, india o gestada en un batxoki tras mucho txakoli. Así que nos ha llegado
totalmente pura y sin que ningún vocablo se asemeje a lenguas españolistas u imperialistas.
Nos vigilan montañas de Tártalo con su teológico ojo que todos nos ve, “cinturones
de hierro” para ir tirando y resistiendo ahora y siempre al romano y español
invasor. Pero aprietan tan dulcemente como una carolina vasca y por eso ni en esta
ciudad lineal ordenada ni en en todo Euskal Herria hallaran una sola
cuesta. Nos escapamos-elevamos en el funicular de Artxanda a lo verde, al
cielo, pues en Euskadi el cielo es siempre verde, como el Puppy posmoderno, la
maría que sin pecado nos coloca, o la re-esperantxa neocatólica para redimir a
todos esos viejos retroprogres viviendo de RGIS, excedentes que nos han quedado
aún vivos de aquella “movida”.
La
ría nos
atraviesa como herida que no sana y divide en dos márgenes la región: la margen
derecha y “de derechas” con su aburrido Neguri,
sus “palacios de invierno,” sus “torres de marfil” y sus “jaulas de oro” y de “hierro”
para canarias burguesas cotorras: con periquito y marido empresario. Y la
margen marginada por nacer a la izquierda y “de izquierdas rojas y sangrantes”.
Siempre están de malos humos fabriles y son todos “martxistas de La pasionaria”,
sucios y mineros, viven en unas casas apretadas a lo gitano allá por los Santurtxis (en los Santutxus parecido)
y tienen ritos paganos en torno a un tal Jolín, su becerro de oro. ¡Menos mal
que ahora han venido unas Amaiaks de nuestro Campo y unas neskas de nuestro
natxión a poner orden en su plan urbanístico y verde en sus perras vidas!
Gracias a nuestras femi-vasco andreas tienen carrefures, eroskis y torres muy
altas y no sé de qué se quejan los explotados en Usoa. Pero ese locus
armonius es otra visita que “regalan-cobrando” los antiguos Altos Hornos,
una “arcadia feliz” no incluida en el precio que habéis pagado por veniros a
Norta.
La ría también mana entre sus
aguas la límpida suciedad de sus bilbotarras, hasta los pozos sépticos de las
afueras posindustriales y sus desconciencias, algo abandonados estos barrios
dormitorios porque aunque sostengan económicamente la urbe cobijan “proles y pobres
de esos”. Bilbao no está aislada, cerril y cerrada por montes y prejuicios sino
que es una ciudad europea, progresista y abierta al mundo. Y como “el universo
es un Bilbao más grande”, aquí no hay fronteras ni independencias autárquicas
de esas. Pero la ría no es la única herida: la gran vía supura un pus, pues, aún más infecto que aquel capitalismo inocentón
que simplemente fue matando bichos humanos, poco a poco. A borbotones supura la
gran vía hordas de consumismo estresado, con bolsas de la compra, por las
cañerías y salidas metálicas del Corte
Inglés. ¡Vaya, ha empezado a llover mierda del culo del divino Gargantúa!
¡Bueno… son cuatro piedras, no se preocupen! Lo llamamos “cala-bobos”, así que, salvo que sean españoles, ósea “sinsorgos”, no teman nada. Admiren
estos bonitos bancos y centros comerciales idénticos unos a otro, de nombre
británico pero mercancía de EEUU “made in Hollywood Dream Factory”. ¡Vaya,
siempre igual!, en las puertas se junta la chusma con los bocatas de chorizo
que les regalan por pena en El jamones Claudio
de la Calle sin Esperanza y han tenido la indecencia de confesarnos su
indigencia. Luego les llevaré al mercado de la Ribera para que puedan debatir
la ontología nietzscheana con los yonquis seropositivos tendidos en toallas.
Les ofrecerán su heroína en jeringuilla, se la quemarán en papel de plata,
cortesía todo de los Bares La Ribera.
Se trata de una hostelería no capitalista sino de anarquismo libertario y por
eso un duque muy vasco promociona y publicita El Sistema y la Carolina Bilbaína del amigo. A mí
también, como guía con contrato temporal, me obligan a repetir este mensaje
publicitario durante el viaje, para que el café me salga a mitad de precio, “es
lo que hay, oh gran santo Tomás”.) Tampoco en el tour está incluido el
servicio-luxe de nuestras infatigables trabajadoras del sexo, aunque su
servicio a la comunidad, a la capital del Capital y al buen haber matrimonial sea
un producto, una mercancía, ¡un objeto de primerísima necesidad! No, no
insistan, porque se me entretienen demasiado por sus garitos y clubes de
perdición, sus cabarets y molinos rojos, y luego no me quieren ver la
exposición de Oteiza en el Guggenheim, reflejado nuestro Pan-Todo-Teo Vasco.
Sigamos transitando por la Gran
Vía, aunque Colón de Haro no sepa si
señala a los imperialistas yanquis o a la vergüenza del capitalismo
deshumanizador de la BBVA o a la Rioja de donde viene el apellido del fundador tan
vasco. No se entretengan por los botellones de los esplendidos y amplios Jardines de Albia, unos jardines “a la
italiana y a la francesa” más largos y floridos que los de Versalles, en los
que las fuentes emanan agua cristalina, la luz brilla, y se respira mejor, gracias a Sefanitro y Altos Hornos. Un bardo de
nuestra noble lengua aparece en cuerpo entero como un basajaun allí y con él
tendremos suficiente y no hará falta asistir a la cabecita del salamantino
maqueto. Tomamos un café en el Iruña,
una “gota de leche” que no puede faltar en este bideak. Prueben nuestros bollos
suizos, perdón, bilbaínos, pues llevan mantequilla con label vasco de kalidad, hecha con nuestro queso de Ibaizábal y por supuesto con chorretones de RH negativo, y mucha sangre obrera baracaldesa condimentando
la carolina bilbaína. Dejemos el Iruña porque acaban de llegar las
viejas de las asociaciones de poesía y las del club del ganchillo se disponen a
cantar poemas a Bilbao, a la Ría y creo que por séptima vez recitarán a Blas de Otero y entonces sí que
“llueve, llueve, llueve”, insistentemente además (aunque como dijo un noble
ilustrado de Bilbao que nació donde le dio la gana: “no se puede decir así,
sino elegantemente”.) Ahora han descubierto a Ángela Figuera, su versión femenina (los mismos temas, el mismo
estilo, pero ya se sabe… ¡mujer= metáfora de la divinidad, no una persona real!)
Y oye de esto “txito kallados”, que no se entere Sabina de la Cruz, que sigue
siendo muy celosa y el verdadero y gran amor del bardo tantas veces casado pero
necesitado de enfermera (con Fidel la sanidad es un desastre y la de aquí es la
mejor del mundo.) Juntos conformaron una entrañable pareja de ancianitos
“rojos” muy católica y muy vasca. Además se han traído a Mikel Bilbao, que es bilbaíno hasta en apellido, y les sigue a las
viejas de la geriátrica pasarela
Zubizuri de la poesía, a todos lados el perrito faldero, ¡cómo saque el
txistu estamos perdidos…!
Visitamos ahora el casco viejo, corazón de las sinfe en
la fe de la villa que ninguna razón entiende. Pueden parecer físicamente calles
laberínticas, estrechas, aburridas, sucias, oscuras, angostas, opresivas,
orinadas y vomitadas, pero metafísicamente nos llevan al más bello monologo
interior angustioso, kafkiano y asfixiante y así nos acercan más al sufrimiento
de nuestro redentor que nació allí, en el caserío aquel del olentxero que ven a
su derecha. Estas casas mal construidas, apoyadas las unas a otras, avejentadas
y estrechadas por dentro, están tan bien construidas como el puente de
Calatrava: ¡son perfectas! Y esconden en sus callejones recónditos nostalgias
carlistas como la de Unamuno, delirios antinacionalistas del anti-racista, anti-misógino
y ante-todo-trastornado Sabino Arana
(nuestro fundador de Haro, ya que injustamente no le dejaron ni ser alcalde del
Botxo ni presidente de la Real Academia
de la Lengua Vasca. Que no le dejen a Unamuno,
un castellanizado, es comprensible. Lo otro: un error histórico como lo del concierto
vasco y no los fueros. ¡A ver si va a ser lo mismo un conciertillo que unos
señores Fueros forales!) Nuestras 7 calles, famosas en el mundo entero son: Somera modorra y gomorra; Tendería de bragas sin mácula de la
virgen de Begotxu; Barrenkalle y
Barrenkalle Barrena siempre sin barrer de lesbianas y mariquitas por medio
y por la barrena, ¡qué asco!; Artecalle
del antiarte; Ronda militar de la
Extraina; y Carnicería etarra.
Los rojos dicen que el verdadero
corazón de la villa son los bilbis, las
bilbaos las viejas, los consulados, los mercados de la Ribera y los ducados de
Marzanas. Como Galia de Asterix y Obelix que se precie, tenemos bardos
llamados versolaris que nadie escucha porque todo lo va improvisando (como en el bar K2 con el cadáver exquisito
surrealista del Javier Arnaiz o el ayuntamiento con la política) y siempre
acaban medio ahorcados en el árbol de
Guernika, amordazados la boca con una “nuez” y amenazados con cartas bomba
si chistan. También tenemos miedo de que el cielo caiga sobre nuestras boinas,
pues como han comprobado aquí llueven piedras teológicas muy pesadas, que calan
solo a los bobos que leen aún al vasco Zubiri en grave gravedad con sus vidas.
Tenemos muchos druidas Panoramix con txapela, sotana y cadenita cruz
cristo-marxista encadenada como grillete. Sirven una poción mágica vasca que te
hace más violento, más reprimido sexual y más vasco. Los niños de las barriada de La Peña lo saben y acuden a
la parroquia a colgar sus posters del Ché de Azpeitia y a por caramelos de
edulcorada fe en el feísmo, aunque no se atreven a confesar cristianamente al
aita (no al aita de verdad, me refiero al cura ontológicamente “verdadero”) que
sus padres vinieron de Medina de Pomar, del pueblo de Fatxadolid y de otros
extranjeros internacionales cuando el éxodo industrial les invitó con un cheque
esplendoroso a unas vacaciones gastos pagados por la Verde Arcadia Feliz. No vaya a ser que les excomulgue por no ser
suficiente gudaris ni soldados de Cristo, la Patria elegida y de Dios Oztxi Jaun, la oztia. Ellos son
nuestros Davis y hay muchos Goliat de viento. También hay otros
individuos-ciudadanos que ofrecen pociones para que la columna de Urruti sea
más roja de sangre y más trajana, pero a estos vamos a dejarles tomar su café
con leche en paz de su movida, y en santa ambivalencia de los heroinómanos que
han sorteado para conseguir sus cafés a mitad de precio y su RGI con RH negativo.
También anda por ahí Amy Winehouse perdida tras su perro, sus bragas, su carro
de la compra y el alquiler en Cortes. Y la marquesa de Marzana tropezándose y
culpando al Hado de su caída y decadencia.
Las
cortesanas de Cortes
son tan irreales como las Dulcineas o Dios. Las prosti-putas ahora son grandes
individuas-ciudadanas libertarias y libres, gracias al trabajo comunitario
municipal de estos barrios de Dios. Y por la labor libresca y escolástica de
las monjas de Norai: gracias a Dios y a estas beatas, estas altas ejecutivas
del sexo están auto realizadas profesionalmente y en una organización
empresarial de mafia y timo de la pirámide que ya quisieran en los Japones. Pueden
disfrutar de derechos sindicales, laborales, vacaciones, esplendidos sueldos,
bajas por maternidad, medios anticonceptivos, medidas higienicosanitarias,
derecho a huelga, su reconocimiento social y profesional…Son Dulcineas siempre
bellas metáforas de la divinidad, pero ¡al grano!, sin dejar de acechar trigo
aunque las elevemos al “eterno femenino”, como la ambivalencia manda. Nosotros
siempre somos sus quijotes y hacemos de estas adolzas lorenzas unas señoras de
bien hacer (ya que tenemos muy vistas a las nuestras) En ellas vemos la belleza
de la divinidad, pero que sigan dándole al rastrillo, afilando el palo y
ordeñando. Sus bragas están más limpias que las de la Virgen de Begoña.
Aprenden idiomas con sus compañeras de oficina: rumano, árabe... Reciben cursos
de informática, subvencionados por Lanbide, en los cibers donde chatean
desesperadas con desconocidos o mandan dinero a sus familias de Colombia.
Eligen su perfomatividad, su rol sexual, su género, pueden cambiar de bragas y
de chulo si así lo precisan. Tienen todo
nuestro respeto sin fraternidad, igual que el que se presta a las cajeras. Son
unas auténticas individuas-ciudadanas (salvo las que vengan de Medina de Pomar,
insisto), que se organizan comunitariamente como todos en el barrio de Marzana.
Viven en la ambivalencia, nos valen ambos senos, ¿verdad?, pues ya está. No son Ateas, religiosas o agnósticas, no son
sencillas de definir, no. Son nihilistas panteístas, lo deberían ser todo y no
son nada, ¡qué ambivalencia! (pero aceptamos y nos ambi-vale elevarlas
cristianamente y darlas por la falda en la vida real.) Poseen una moral de
férreo anarquismo libertario y un nihilismo desengañado resperanzado luego en
el panteísmo aristotélico-espinosista-tomista-txubiriano de new age, óseo muy
cristianas, vascas y decentes. Dulcineas y metáfora de la divinidad. Nosotros
“nos hacemos hombres” y así las hacemos Dulcineas.
Y es que en Euskadi somos muy
machos, no existen los mariquitas del
ambiente, no se visibilizan. A estas “locas” ya se encarga la psiquiatría
farmacológica de medicarles “la enfermedad” Los hemos metido en unos guetos
donde escuchan palabra de santa Alaska traducida por Euskal Irratia y pueden dormir y “lo que no es dormir” en unos
cuartos luminosos, amplios y muy higiénicos. Los llaman “cuartos oscuros”, ¡son
cosas de estos angelitos, siempre bromeando y frivolizando con las cosas!, angelillos
que se limitan a escribir el mensaje “divino” de la gran loca de esta casa de locos
de la religión, en la tierra representada por la Cuarta Parroquia, el Corazón de María y otras 800 iglesias más y
por estas pías cristianas de Norai.
Ellos allí practican también idiomas, hacen “griegos” entre ellos los ángelitos,
o un “francés” a un inglés guiri que ha venido a nuestras sabinas tierras. Y
después de esos polvos estos lodos de resaca franquista, pues pueden tomarse un
café en el comedor social, cortesía de la parroquia. Ya saben que Dios les ama,
la iglesia les quiere, que jamás les sodomizaran los curas como las malas
lenguas difaman que ha hecho hasta hace bien poco. Estos pervertidos, metáfora
de la divinidad invertida, son amados por las monjas de Norai, igual que Jesús
amó a su Juan el amado. Nos traen la modernidad pos o posmo que dice el otro,
las borracheras, a Madona, la hipocresía frívola, sus cuerpos machacados en
gimnasio, y carteras que amablemente ofrecen a los chulos y putos de los sex-shops de Zabalburu o a los moros Patxis que aman sus móviles con todo su "amor al prótximo a robar".
Y es que los inmigrantes encuentran en Bilbao el paraíso terrestre y todo
nuestro apoyo, jamás nadie dirá que vienen a robarnos las RGIs de Diputación. No
sufren aquí ataques racistas o sexistas y no hay zona más ajardinada y lujosa
que la de las calles Bailén o Dos de mayo. Pueden ir al museo de Reproducciones,
a recitales feministas en el Sarean, a performances en Carpintería Vieja, y a
las galerías más hípsters y posmodernas ya que todas estas cosas las hemos
creado pensando en ellos, que son mayoría en el barrio y no en nosotros. En
Euskadi somos así de generosos, ¡siempre dispuestos a compartir fraternalmente
con Murcia nuestro PIB nacional! Además disponen de toda la droga que quieran,
ya que nosotros ya hemos muerto de heroína durante la movida de Bilbao de Santo
Azkuna, que se miraba tanto en San Tierno Galván. Y ahora les toca a ellos. No
sé de qué se quejan esos rojos del capital-estado, si el café en el mercado de
la Ribera se lo dejan a mitad de precio por promocionar el bar a los turistas
que quieran conocer lo vasco. Siempre habrá algún individuo-ciudadano, amante
de lo vasco, que se lo explique dando mil rodeos dialecticos: “Espinoza tomaba
en el bar de mi amigo pinchos de Logo, te invito a venir, ya que –Machado Leopardi
Pessoa- son clientes habituales.”
Del ayuntamiento saquen algunas fotos si no les ciegan los ojos
vendados de la justicia de ojos velados, pero desde que ya no está Azkuna limpiando la ikurriña, la
bandera fatxa, la republicana o la europea según que billete aparezca por el
salón árabe parece que no ha gobernado sempiternamente el PNV, como Sabino
manda. Este alcalde de la movida, este abuelito adorable, se miraba en Tierno
Galván como ya les he contado, y por eso nos trajo la movida de Bilbao, la heroína, la paz, el amor al “prótximo
maketo” y las fiestas internacionales de Bilbao; las Aste Nagusiak. Años y años su infatigable esfuerzo en
subvenciones ha financiado las txosnas,
que desde los tiempos de Mikel Barullo
son las mismas e igual de interesantes y limpias. A esto se le llama economizar
los recursos naturales de nuestra Nación vasca: no hace falta renovar al
Asterix luchando por la Galia contra el español invasor. Ni las pancartas de
Presoak Kalerak (ni siquiera las fotos de estos ya que allí siguen,
desperdigados por las tierras del Cesar, por malos) Caminen entre la
“revolución de las masas”, agolpadas en las comparsas vomitando kalimotxo, ¡La
Love Parade alemana nos envidia!
Escuchen, escuchen, “los Discursos a la Nación Vasca” de la
Otxoa criticando a los que viven en mansiones de Algorta y coleccionan vestidos
y muñecas del consumo. Maravíllense de su defensa a los gays, salvo a los feos ¡Hori
da!, o los que no se besen sino que “hagan el tonto” ya que espantaban su local
(en realidad; el bar al estar situado en Indautxu, nuestro zentro de negoziok,
se llenaba de trabajadoras de edad madurito-solteronas –milf-de clase alta que
se escandalizaban de ver dos tíos besándose, pero muy acostumbradas al acoso
del ancianito Nielfa sobre el paquete de los guapos acercados a sus baños de
tránsito, la zona peligrosa) Escuchen el pregón de Ramón García hablando de lo bilbaíno que es . Cuando viene aquí les
juro que cambia el acento, pues nos quiere más que a los de la Puerta del Sol a
los que en el fondo desea una indigestión de uvas por españolistas. Este muñeco
esperpéntico, que ahora ven quemándose, no sé si representa a la Marifiesta, a la virgen de Begoña, a
la Andrea, a la neskita borrachamente vasca poteando y potando txikitos, o a la
decadencia de un Bilbao quemándose infernalmente en la gabarra y trainera del
descalabro económico.)
La muñeca chochona ha
desaparecido en el fuego que purifica el alma, pero siempre tendrán a la
andramari, a nuestra Virgen pura Begotxu, amatxu de todos, de cada bilbaíno, de
Dios nuestro jauntxo del PNV, de Jesús nuestro gudari de HB (o cómo se llamen),
del Papa nuestro capital, ¡y aún con las bragas sin mácula! Las viejas la aman,
y en sus sueños menopaúsicos y seniles quieren tocarla, espiritualmente ¡hori
da!, y estar cerca de su seno y senos. Por ello se han ido todas juntas a vivir
al barrio en cuesta hasta el barrio de La Ascensión
al Jauntxo Jesutxu (cuyo olimpo está en Artxanda, como todos sabemos por la Ikastola) y así estar más cerca del señor: del cementerio. Begoña
es un asilo residencial con mucha marcha ya que las ancianas están todo el día
de juerga orgiástica: partidas de brisca, cafés, alimentar a las ratas de
ciudad con migas de pan y leer dinámicamente al dionisiaco Zubiri explicándoles
claro y sencillo la teología. Otras, las más despistadas, se fueron para Santutxu y ahora viven en latas de
sardinas, en calles angostas, superpobladas, laberínticas, sin verde, también
en cuesta y escala mística, en un barrio sardina, en una pecera burbuja para
pizcos, sin una pizca de lata de sardinas que llevarse a la boca, gracias a la
pensión de ¡nuestra gloriosa Diputación
Foral de Vizcaya!, pero que pueden disfrutar de tanto verde en este barrio
y del Benidorm del Intxertxo. Las periferias están prohibidas, barrios como la Peña no se enseñan al guiri que
viene a nuestro Bilbao de postal “tipical vasco”, tampoco Zorrotza, Lutzana… ¿cómo se va a mostrar Barakaldo? Pero no nos subamos tan arriba como a la
virgen-cementerio de Begoña ni vayamos a caer tan bajo como ser de Bara-asko
jolín en esa orilla infecta del Caca-agua.
Pasen (si se lo permiten vómitos
y orines) y escuchen las machaconas y reiterativas canciones de nuestro Radical Rock Vasco. Siempre son las
mismas, están en eusquera aunque no se entiendan más que gritos y siempre
revindiquen idéntica reiteración. Nos las robaron estas letras los Madriles,
¡qué movidas! y Bob Dylan. Aquí no escucharán que la respuesta está en el
viento, tampoco que la tenga el BBVA o el alcalde, solo el Irrintxi de un txoriak de
Mikel Laboa siempre libre, como Euskadi: unos muertos (y por tanto libres hacía
el señor), otros amenazados (libres de irse), otros en el exilio (más libres
que en el extranjero español imposible), otros represaliados por la Extraina (salvo que sean Abertxale y
entonces es competencia perruna y cínica de los Txakurra) pero libres de escoger sistema de tortura y en qué pueblo
de Cuenca gozar su presidio en celdas muy místicas, como la que acaban de
instalar en Vitoria. Somos todos libres
como el sol cuando amanece en el Botxo lluvioso, libres como el mar lleno de
industrias obsoletas y residuos navales y de astilleros. Euskadi es la tierra
de la libertad, que ya quisiera la estatua esa de los New Yores nuestro Colón,
y su Central Park nuestro Artxanda y su Woody Allen nuestro José Fernández De
la Txota. No, aquí no dejamos entrar a la libertad económica, como libre-dejan
esos imperialistas. Y aquí siempre hay “libertad, libertad, sin ira libertad”.
Libres como tu móvil liberado ya por fín de la compañía Euskaltel y liberado de
tus manos porque te lo acaba de robar el moro Josetxu de Bilbao la Vieja. Subamos
a la noria del Parque de Etxebarria,
extendamos los brazos como alas al señor y repitamos: somos txoriak libres,
somos txoriak libres… ¡qué fuegos artificiales! Son metáfora de la divinidad de
Fumantxu también. ¡Cuidado!, que caen ahora pedruscos de cenizosos restos del
fogoso artificio vasco, peores que el sirimiri teológico de antes.
Pero la aste nagusi ha acabado y
aún nos queda lo mejor: el Bilbao
cultural. Hemos hecho un recorrido por el Bilbao medieval hasta la
industrialización, pero no sé si saben que ahora somos posmos, posmodernos y
por eso hemos traído el Guggenheim
no como negocio sino por “amor al arte”. Caminemos por la gran vía comercial,
ignoremos los bares de Indautxu (el de “la Otxoa” ha tenido que cerrar porque
ya no quedan hombres en Bilbao dispuestos a irse con la sílfide) y así llegamos
al parque de los patos. Otro gueto
para los gays de antes, donde dan vueltas a la pérgola hasta encontrar macho
con quien copular en los soportales, hasta que llega a la policía. A veces se
producen confusiones, pues hay inmigrantes durmiendo por el suelo, y a veces no
son maricones aunque sean sucios y marginados. Vaya, está el travesti Asier
Bilbao cantando en la Pérgola, otro
que bilbaíno hasta en el apellido, moviendo la media insinuante como moulin
rouge y soltando impertinencias a un público de locas que se ríe de que se rían
de ellos. Aquí al menos duran más los espectáculos, los paga el ayuntamiento,
ya que en su bar dura lo que dure el cubata del cliente y según los cubatas que
se logren vender. Pero a lo que íbamos: el
Euskalduna con sus árboles cuadriculados como estas mentes, que, al igual
que el Gughem, parece otra basura industrial más, como todos los astilleros de
alrededor. El museo marítimo, los
barcos encallados, el bar de Ana “la del
Luz de Gas” donde se celebran fiestas tras las bodas por poderes, el Zubiarte donde podremos pasar la tarde
entera dando vueltas en un espacio cerrado explotados de estímulos de venta y
luego comer una hamburguesa de carne de can chino, ver Super-xenas, beber
Coca-Cola vasca (aquí tienen una) y seguir gastando. Como ven, hay muchos
puentes, el puente de Calatrava nos
da un poco vergüenza porque se cae de bonito, el de Deusto ya no se nos abre y miren su universidad: siempre teológica de escolástico oscurantismo
comercial. Verán por la zona varios bares: la
comercial o galerías Urquijo, galerías Mazarredo. Y el museo de Bellas Artes
eclipsado en esta zona artística por el titán de titanio, Tártalo, buque de la
posmodernidad posindustrial, esperanza verde cual Puppy floreciendo en Primavera.
No están psicológicamente preparados para asistir a sus exposiciones, así que
creo que terminaremos la visita en lo que sostiene Bilbao:
Su equipo de fútbol; los leones del Athletic. Los hijos de
la virgen de Begoña. Tantos años de franquismo, teología ilógica, nacionalismos
de todo signo solo podían envenenarse de una forma: con el futbol, el opio del
pueblo. En sus leones (de la fuente de la calle del Perro) la mística de la masculinidad encuentra su
ferocidad, garras y fuerza de súper hombre. Esto de las pelotas “te entra o no te entra”, porque consiste
en “meterla bien.” Ellos son unos gudaris machos con un par de, que
penetran en la portería en el aro (y todos pasando por el aro de este absurdo.)
No tienen revés (por lo que parece no salen muchos de ese armario metafórico),
así que te la meten derecha, como suele hacer la derecha. Tienen armas propias,
por lo que no les gusta la importación (de jugadores, porque la importación de
dinero bastante) Nos enseñan sus peludas piernas, se abrazan, se besan con sus
sudadas camisetas, se revuelvan por la hierba, se corren por el campo y acaban
duchándose juntos y compartiendo toallas y pastillas de jabón en los
vestuarios. A los forofos, los fans, los crédulos, los hinchas, los hay de todo
tipo, pero podríamos dividirlos aristotélicamente en tres categorías: los que
creen en ese dios, esos reyes magos y leen a ese Xabier Zabiri; los que creen
en ese Sabini y los que creen que el Athletic va a seguir en primera
división. Estos son los peores. Son unos
viejos con bufandas opresivas de dos colores solo (como todo pensamiento o amor
platónico. La ikurriña tiene tres porque sigue la santa trinidad Aristóteles-Tomas
de Aquino-Txubiri) Se pelean entre sí, gritan, jadean, escupen al suelo el puro,
llegan al orgasmo en cada gooool de Matías Prat, tosen tacos machistas, vomitan
su misoginia y homofobia, se descargan de su represión sexual y se enajenan
perdiendo la conciencia personal en pos de la colectiva irracional (un rito
religioso o una experiencia mística o metafísica siempre enajena, enloquece, te
saca de ti hacía un objeto irreal o una mente colectiva y se vive casi de forma
orgiástica, sexual, a la par que trascendente, reprimiendo lo físico en pos del
ideal) San Mames, aquel mártir del santoral cristiano, ha encontrado nuevos
mártires sacrificados por su partido de fútbol o partido político o partido
metafísico, y todos se resumen en uno: ¡Bilbao, Bilbao nagusia!.
“Los de Bilbao de toda la vida”
se quedan atrapados por la inmanencia de una ría sucia, sombría, verde de moco,
que sin embargo atrae magnéticamente y emboba para que pueda caer el calabobos
divino. Otros, sin embargo miramos a un cielo re-secularizado y a una Luna de Bilbao, que es la del vizcaíno
del soñador Quijote, la luna de André Bretón, una luna lunera, atea pero más
mágica que la vulgar metáfora de dios o todo principio teleológico que la
metafísica pueda racionalizar. Una luna cascabeleando gitana, bañada en cuchillo
de plata y navaja de Bil-vi, reflejando en la ría de las Lamiak solo su plateresco
imago, su sombra, su fantasmagoría. Bilbao no es lo que era, sólo la sombra de
la sombra de lo que fue. Y al hombre gracias, que sí llega a ser por dios…
¡No dejen de probar nuestro buen bakalao de Bilbado y nuestras sardinitas frescué, llevadas por toda la orilla por nuestra sardinera internacional con la falda arremangá, la ostia, pues!
¡No dejen de probar nuestro buen bakalao de Bilbado y nuestras sardinitas frescué, llevadas por toda la orilla por nuestra sardinera internacional con la falda arremangá, la ostia, pues!
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