EL ARCO Y LA LIRA OCTAVIO PAZ
Hay aquí más poeta
buscando metáforas, sinónimos, que teórico normativo: sus capítulos, sugerente exhaustiva
información, no pueden resumirse. Lo haré. Repasa la historia de la poesía, por ende la cultura euroamericana. Analiza
al héroe de epopeya, de tragedia antigua y barroca, de épica medieval y moderna
(la novela) Señala el inicio de la poesía moderna con el giro secular
renacentista (Maquiavelo, Montaigne, Copérnico, Galileo, Descartes, Spinoza,
reforma protestante), el teísmo intimista barroco y deísmo ilustrado (Escéptico
Voltaire, retorno natural en Rousseau) que restan insoportable gravedad al Ser,
tragedia al lacrimógeno valle. Si el metro castellano tradicional es más canto
fúnebre, profesión religiosa o marcha militar que danza de Baco, llega la
originalidad romántica y explota en trasgresión vanguardista (simbolistas en el
parnasodecadente malditos, surrealdadá, futurismos, el 98…) Al llegar al 27 se
detiene, se percata de que ha sustituido el capítulo sobre métrica con uno histórico.
Repasa poéticas. Colerigde ya no habla de Dios o Razón (Kant seculariza y limita la Razón Teórica pura ciencia y Practica moral de la teología heterónoma) sino de sentimiento e imaginación. Desconfía hasta del juicio lógico universal ilustrado que mitifica la diosa razón. El idealismo irracionalista alemán (Fitse, Novalis, Hölderlin, Schopenhauer, Nietzsche), Sturm un Drag, Volkgeist, espíritu nacional, reacciona contra el positivismo, idealizando lo que consideraba oscurantismo: la épica medieval, lo sobrenatural del amor-muerte no institucionalizado. Lleva a praxis violenta (sueño de la razón) y retorna el monstruo dogmático (terror jacobino, Napoleón, santa Alianza, fascismo de doble signo). El realismo burgués en su prejuicio al romántico le acusa de no reflejar el mundo tal como es. Responde Bretón: es el surrealismo cotidiano de su fábrica. El existencialismo nihilista de posguerra rechaza todo esencialismo. El pueblo libera la poesía de su Piedra lujosa ensangrentada, instigado por la burguesía que construye nuevas prisiones, burocracias, funciones, formas, estructuras, parcelas estancos, fracturadas de nuevo en la deconstrucción posmoderna. Aragón, P Eluard se abrazan a la causa realista socialista, materialista dialéctica-histórica, pasa la poesía a la acción de la revolución al servicio de una dictadura proletaria de élite bolchevique, que la limita.
En la Imagen explica que la metáfora,
símil, símbolo, alegoría… enfrenta lo real a un nuevo sentido, el resultado no
es idéntico o contradictorio sino ambivalente: la pluma es piedra sin dejar de ser
pluma, se complementan, ¡paradoja Tao! La religión normativiza un ser ideal (Platón
lo antepone y contradice al existir material. La causa final no se puede bañar
en el mismo rio que la fundamental) El No-ser se desgarra al llegar la muerte y
no poder Ser. No sabemos qué antecede a qué, solo la existencia por certeza. Otros
ritos hablan de Kairós, nirvana, zen, haiku: estado contemplativo de meditar el
ser desde el instante detenido (incluso en la pasividad de ataraxia o distracción
en la musa-raña hay voluntad: vacío pleno, música callada de soledad sonora, el
silencio comunica).
Desde un perspectivismo histórico, 0.Paz desconfía por igual del mito de objetividad cientificista como de la mente universal arquetípica -Jung. El hombre no tiene esencia (Gasset) Sí cree en la magia de crear metáfora revolucionaria liberando al hombre de su peso histórico, devolviéndole inocencia y conciencia existencial natural, en la voluntad consciente-creadora. Si la filosofía es un (¿), la poesía es un (!).
Desde un perspectivismo histórico, 0.Paz desconfía por igual del mito de objetividad cientificista como de la mente universal arquetípica -Jung. El hombre no tiene esencia (Gasset) Sí cree en la magia de crear metáfora revolucionaria liberando al hombre de su peso histórico, devolviéndole inocencia y conciencia existencial natural, en la voluntad consciente-creadora. Si la filosofía es un (¿), la poesía es un (!).
Con el salto de Kinkegaard no se refiere 0.Paz a la defensa al suicidio cristiano sino a la objetivación del conflicto para sabiamente enraizar con el interior roto. La presencia-ausencia del noúmeno atrae y repele, genera amor-terror el misterio, pero estas ideas sentimentales las crea el hombre negando otras (desmonta así la esencia el platonismo). La religión es repulsiva en cuanto exterioriza lo interior elevándolo, pero desprendiéndolo de lo inmanente. La metáfora de un Dios como luz solar frente a engaños de tiniebla, destructor de su propia creación y con un profeta redentor de ese pecado-culpa impuesto, tiene componente de fe y fundamentación lógica en la filosofía clásica reinterpretada por S. Agustín, S. Tomás. El desgarro de a dónde nos lleva la muerte nos lleva a cuestionar quién nos arroja a tal destino de ceniza y polvo. Heidegger acusa a la religión de aprovechar ese miedo: histeria de redención, perdón y confesión no se explican sin auto culpa del pecado. La angustia de Unamuno por resucitar incluso con zapatos no se satisface (se le queman en la estufa) tras una vida dedicada a llegar a Dios por fe o logos. Dios sólo deja el albedrio de aceptarle o condenarnos, y al hombre indigno e incompleto. En nombre de vida eterna futura, rechaza la presente, hay que devolver el regalo. Aunque vivamos ignorándola, la muerte forma parte del ciclo vital, hay que trabajar su aceptación sin vértigo al vacío. La modernidad separó la triada platónica- Verdad (filosofía), Bien (ética), Belleza (arte)- de la religión. Crear es creer en algo, aunque no tan absurdo como lo de Tertuliano. Asumimos becerros e idolatrías (al líder, jefe, partido, propiedad privada colectiva) olvidando el dios soy yo de Nietzsche. Llegamos tarde para los dioses y pronto para el ser, decía Heidegger. El hombre acaba pero es cabal de su inconclusión, se enamora, echa su siesta de fausto y ve magia entre las hojas.
No aspira 0.Paz a salvar su alma o condenarla, sino a existir en danza. Le ocupa el más acá. La poesía puede hacer inmortal al hombre en el recuerdo de quienes le amaron o amarán. Surge cuando el corazón se siente así mismo y ya no sólo sobrevive animal sino consciente de su existir. La necesidad de ser (desear) es potencia de crearse (aunque nada tan vivo como vivir, dirá Nietzsche) La poesía ilusiona Ser dentro del Existir, no sólo consuela dulce la muerte o aboca al nihilismo. La poesía crea el mundo al nombrarlo. Proyecta y recuerda el que creímos ser o seremos, nos deja ser otro, perdernos, encontrarnos. Congrega el Kairós y lo revive en ilusión de eterno instante. Necesita de la palabra; la trasciende. De la historia; la supera. Convierte en universal lo personal: se vuelve subjetivo de nuevo en la experiencia lectora. Los temas se repiten, pero fondos y formas cambian. Enajena momentáneamente a escritor/lector y luego le hace más consciente. Evade, también ayuda a vivir. Es testimonio, también denuncia histórica que preocupa al sistema no por lo que dice sino lo que pretende, sugiere, genera y libera. El verbo desencarnado no es valor en la historia sino vida e historia en sí mismo.
En la confección poética Paz distingue en el poeta su talento (frente a don-gracia: influencia lectora, experiencia vital-social, práctica) de su inconsciente y de la técnica/corrección. La inspiración ya no es revelación externa (iluminación en Platón, tópica de musa, panteísmo aristotélico “alma de las cosas” natural, mística, fantasía romántica, razón divinizada) sino mezcla de consciente cartesiano e inconsciente freudiano (responsable del automatismo que deja libre flujo a la asociación de ideas) Acusarán esta forma de poesía de improvisada, fácil, perezosa (la obra se mide por su resultado, no por el estoico esfuerzo) o psicopatológica. El conductismo tratará de reducir la creación poética a la motivación por un premio-castigo del editor burgués. El surrealista des automatiza la sique (concebida ahora como enajenada y fragmentada) con los extrañamientos formales, des aliena la tribu de su opresión clasista (Marx), esencias (Nietzsche), del mismo lenguaje (Wittgenstein). Bretón y los suyos se abandonan conscientemente a ése inconsciente revelador en sueños, hipnosis, drogas y juegos de azar casual. A Paz le parece deshumanizada la poesía sin intervención del yo, muere el autor si solo el propio lenguaje inspira cómo seguir e Importa más la trasgresión-originalidad en ese instante que la tradición retórica o la temporalidad de la época o histórica que también reclama aparecer. Las palabras no surgen de la nada sino del lenguaje que comparte poeta y pueblo y sin referente tampoco habría poeta ni poesía. El monólogo interior de Joyce, la poesía pura, los juegos matemáticos del Oulipo, la electrónica, realzan esa prepotencia de la obra frente al autor. Ve más ideografía en los Caligramas de Apollinaire que en mucho arte contemporáneo. El arte dadá es publicidad de otro signo. Poetizar sigue siendo oficio de solitarios náufragos lanzando preguntas sin respuestas al aire y botellas al mar.
El yo crea, al menos trasforma. El lector ve representada la imagen, la revive. El alquimista del verso dorado trasforma las cenizas lingüísticas y transfunda los minerales reales con lo lúdico del niño nombrando el mundo por primera vez, renovando palabras milenarias, que desprende del lenguaje común de su pueblo (creador potencial) y les da un sentido personal mayor que el simple neurótico, devolviéndoselas al universo. Lo consciente tiene un fin y lo inconsciente (al corregir Jung la visión materialista de la libido en Freud) un fin colectivo arquetípico. La palabra era oral, musical, colectiva. Se escribe más tarde. En la biblioteca de Alejandría se quema La comedía de este valle, la lectura silenciosa e individual sorprende a San Agustín. La poesía se abarata a la masa (industria tras la imprenta) Torna en ocio ligero. Por más que quiera epatar (denunciar) al burgués, la asumen como distracción de un clown-bufón loco e inofensivo, más ruido que furia. No es el poeta quién se considera maldito sino el sistema social quien lo criminaliza y margina a parasito del lumpen, parias, vago y maleante, outsider. El poder usa sus ideas y nombre tras su muerte, asimilando y reciclando su crítica. Mendicidad, deudas, drogas, enfermedad, suicidio, exilio interior y asesinato les persiguen en vida. Los poetas con mecenas eran contados, no todos podían permitirse el castillo de Goethe.
Se mezcla ese volkgeist en ese romántico que sabe que sueña: ya no sólo alude a lucidez sino a ceguera, pero sigue sacralizándose como sacerdote profano, profeta visionario de lo sacrílego, del pecado. Muere el dios inventado, los fantasmas claman nuevas cadenas, temen la libertad. El noble genio, laureado en limbo eterno, al que dios-musa dicta la obra pasa al obrero del verso para un público. Baja de grado hasta la muerte del autor en la posmoderna metapoesía. La poesía pura rompe con el mito de autor al ser la propia obra la que se concibe así misma, según sus necesidades formales internas o la teoría del receptor que prioriza al lector. Tampoco hay temas poéticos sino tratamientos poéticos a temas. No simpatiza Paz con la poesía proselitista propagandística ni con la originaria de fundamentos esenciales si no deja participe al lector. Todo lenguaje, incluso el folk popular, el coloquial dialectico, es retorico. Se distingue entre poesía alta, oscura, difícil, grave, para iniciados; y otra clara, sencilla y más humana relacionándola con periodos de auge o decadencia histórica, pero en la necesidad se afila el ingenio. Cambiamos un mundo padecido deterministamente a una nueva ficción.
Da O.Paz pistas formales. Recuerda que no todo lo rimado es poesía ni lo lírico obliga a tal recurso. El poeta concreta la abstracta Poesía en su obra. Clasificar no es comprender, rechaza etiquetas: los géneros se hibridan, las distintas críticas aíslan aspectos sin abarcar el todo y separan en artificio forma-fondo (se conciben/reciben unidas.) Las artes se interrelacionan en el mismo objetivo creador. Un solo hombre poblaría de plurisignos (significantes/ significados) el mundo. Cada poema difiere por el Yo sujeto al contexto diacrónico en historicidad.
El juego
metapoetico no sustituye versiones anteriores: complementa lo reinterpretado, renovamos
el logos común, dignos de actualizar la herencia. El poema trasciende movimiento,
corriente en que se quiera encasillar, y a la lengua misma. El estilo tiene
“valor” de utensilio de artesano lírico en “relación” al código lingüístico con
“significado” en su época. El discurso prosaico se escribe, entraña sinestesias
y diversos significados más profundos que el habla y permite la ambigüedad
semántica. El poeta puro concreta (escoge la palabra precisa, exacta, clara,
sencilla) sugiriendo una lectura exacta pero dejando libertad al lector. Mejor
leer el poema que cualquier crítica filológica. Buscamos lo que ya llevamos:
una experiencia humana. Significar lo real lo revive, pero hay un abismo ente
el lenguaje y lo real (solo cuestionando vocablos ya criticamos significados
tenidos por eternos-universales). El
lenguaje humano se distingue del fonema animal sin lexema (Jacobson) y del cibernético
(Levi Strauss), pero no desprecia Paz la comunicación no verbal.
Nos explica también Paz El ritmo del poema. La lengua dinámica varía históricamente. La frase poética rompe su sintaxis gramática, fonema, morfema y lexema. Sólo se aprende la lengua o comprende el poema en conjunto, no en frases. Confiamos que el referente lleva su signo, la cosa su idea y lo interpretamos con una conciencia mayor (logos) o menor (mito). El poeta solo sigue el ritmo del pensamiento-lenguaje y usa los recursos retóricos sin preguntarse por ellos. Como en acto de magia, a la imagen inconsciente le aplica una técnica. No trae el poeta fuego prometeico del Logos sino contemplación en nuestro espejo de Narciso. Progresa o rompe el ritmo, concretando así el tiempo que no es el real del horario o el calendario sino tan indefinido como el de los mitos y ritos. La filosofía clásica sigue un ritmo dual o tripartito. La epopeya épica uno recurrente, reiterativo, sucesivo, con rima, formulas y tópicas como mnemotécnica. Imitar no es reproducir fiel lo real sino representar -hacerlo presente al lector- (la mimesis se funde en la ficción) Se ha perdido el sentido ontológico de Aristóteles a la naturaleza en la urbe industrial: el paisaje solo existe en su contemplador. No refleja lo que hay sino lo que debe haber para quien, con hambre, desea sentirlo. Frente al tiempo (línea recta con impedimentos a un final) de la prosa, el poema danza en espiral hermenéutica en ritmo de zigzag: al terminar un verso inicias otro reinterpretándolo. El ritmo no se desliga de la imagen del verso, la métrica sí (sus condiciones son normas silábicas/acentuales según cualidades sonoras: entonación melódica armónica, y el pensamiento analógico y no espontaneo de la retórica latina, siendo pausas y acentos su parte más rítmica) El ritmo es el mismo lenguaje-pensamiento y los metros históricos (ahora el verso libre y en prosa).
El capítulo Los signos en rotación sirve de conclusión: queja por el estado actual de la poesía y reesperanza en ella. La poesía no es un valor comercial, se ignora. Seguirá queriendo recrear un mundo que la desprecia y mucho más tarde quizá la valore. Una sociedad sin poesía se reduciría al lenguaje común vulgar. Una poesía sin sociedad o autor está muerta. La poesía se ha revolucionado. El mundo sigue ambivalente, con guerras, monopolios multinacionales, clases. Se revindican poesías indígenas y poscoloniales. Se impone también el neoconductismo neoliberal, proselitismos y propagandismo, la publicidad. El objeto tecnocéntrico sigue deshumanizando, lo económico sustituye lo político y teocéntrico, la nueva mistifica femenina desconoce aún su eros reprimido, las formas sobre el fondo y el vacío al fin. En círculo vamos de ninguna parte a ningún lado. Rimbaud ya vio ese círculo infernal de la metapoesía, por lo que grita ¡cambio, acción, revolución! y no ¡poesía! Lo meta se encierra en el espejo circular de Narciso, consciente de que todo está dicho, con otras formas, de que no habrá más revolución que la que hubo y engulló al que la defendió.
La globalización posmoderna homogeniza, repite, incomunica de sobreinformación (el medio es el mensaje, pero lo justifica y paga el fin maquiavélico neoliberal), y ruido frívolo reactualizado, fragmentario del meta relato, re encantado de mitos, sin contexto, bajo aparente pluralismo heterogéneo. En un dialogo ambos se escuchan y así mismos y concluyen. En un monologo, como la novela de tesis realista, solo se escucha el autor así mismo. Si ni siquiera nos oímos a nosotros mismos no podemos reclamar atención. Se ha perdido conexión interior, paisaje natural, contacto con el otro. La tecnología es referente presente y acción pero no representa reflexión. Instrumento contingente a su duración, función y eficacia pragmática. El nuevo héroe trágico condenado al vacío en lo instantáneo automático deshumanizado, en “el ahora” comercial, desprendido del pasado, sin sueño de futuro. La altura de los tiempos más acelerada no deja vida para el kairós.
El nihilismo ateo es también acto de fe. La poesía un espacio de ideograma en el lector que recompone las piezas del puzle y concluye la obra. No importa el mundo de Mallarmé sino el que nos abre su palabra. Su mundo no estaba fuera sino dentro de él. La palabra en rotación como el delta del río de Heráclito hacía un espacio plural. La música de la poesía es el ritmo verbal, pero sus imágenes se representan en la sinestesia de la imaginación, y le susurra al lector: yo no soy tú, pero tú eres mi yo. Nace del silencio que balbucea por recuperar el verbo y busca un tú. La ¡ de la poesía se convierte en un ¿. No porque lo pregunte el poeta, es el mismo lenguaje-pensamiento quién interroga. El poeta escucha al río de su tiempo (aunque no diga nada) Habla de ausencia y deseo de presencia. El poeta sólo es la lira. Dispara el arco más allá de sí mismo. Como este ensayo, que se hace tan poético, siendo solo libro de instrucciones del arco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario