ANATOMIA DEL DRAMA. MARTIN ESSLIN
Me propongo extraer en este
resumen las ideas más importantes del ensayo Anatomía del drama de Martin
Esslin. En ciencias humanas la fecha de publicación de un ensayo crítico
literario como este tiene relativa importancia: la última bibliografía no hace
caducar los ensayos anteriores, aunque este libro sea del 77, y sea antiguo.
Esslin desconocía la telemática de ahora. Si quieren conocer algo de La celestina bastará leer los últimos
100 ensayos publicados, pero el estudio de María Rosa Lida de los 70 seguirá
siendo una monografía imprescindible aunque hayan pasado 60 años. Es una pena que
este libro no esté traducido al castellano. Martin Esslin anuncia que va a
reflexionar teniendo en cuenta su saber académico (es crítico y profesor y
autor de otros ensayos) pero también practico (es productor y director teatral)
Debe decidir diariamente qué obras representar como director y cuales enseñar a
sus alumnos. El estilo está redactado maravillosamente. “Una cosa es que un universitario o critico diga
que una obra de teatro es excelente y otra tomar la decisión de escoger esa
obra y representársela al público” El auto de La Sibila Casandra es maravillosa, nos lo dice nuestro profesor como
crítico erudito, pero debe conectar con el público, y que produzca unos
beneficios en condiciones normales, pues el teatro no deja de ser una
industria. Frente a la perspectiva erudita y crítica desinteresada, está la mirada
interesada comercialmente del productor y en medio se halla la del director. ¿Cómo
trasformar El perro del hortelano a
algo interesante para el público (como hizo Pilar Miró)?
Definición del drama. Drama no es solo sinónimo de teatro ni es el
del todo el concepto de espectáculo del ensayo
de Kowzan. Abarca teatro, cine y televisión
y radio. Se notan las imprecisiones de las definiciones del diccionario para
definirlo. El drama es un fenómeno difícil de delimitar conceptualmente, cuyos
bordes son porosos. De una manera aparentemente informal, Esslin introduce tres
maneras de mirar el teatro: (Tres bordes porosos del triángulo dramático que lo
comunican con la vida (juegos de simulación de pc, rituales y espectáculos
pueden ser o no ser drama) ¿dónde empieza uno y otro?) El drama es la manifestación del instinto de juego. Los niños juegan a ser niños,
indios y vaqueros, papas y mamas haciendo cocinitas y cochinaditas, y también
están improvisando al juego, al play, al rol, al drama de simulación. Es la manifestación
del ritual: la danza tribal, los oficios
religiosos, las grandes celebraciones de estado. Y es un espectáculo; algo que uno va a haber, algo para ser visto y oído
(radio) En griego drama es el lugar donde uno va a haber algo.
El elemento principal de una obra son los actores. No hay drama
(historia ni conflicto) sin actores: todo lo demás puede faltar (Kowzan concluye
que la mayoría son con afabulación y actores, pero deja más espacio abierto a
otros) en carne y hueso. (También como sombras proyectadas en pantalla o
títeres) Una ficción interpretada, actuada. Queda fuera lo que no es ficción
(el drama documental) Hace una excepción con la actuación de los mimos. El
teatro solo es una secundaria forma de expresión dramática. Cine, tv, radio de
massmedia usan el drama con mayor influencia social y con técnicas diferentes (el
grabado), pero es drama también pues comparte características y raíz. Se ha
convertido el drama en una necesidad vital, que no sólo se aplica a Sófocles
sino a las radios o telecomedias o a los anuncios de tv/radio. Estamos rodeados
de comunicación dramática todos los países industrializados del mundo, por lo
que deberíamos analizar el aspecto sobre nosotros y nuestros hijos. Esslin nos
expone a los considerables riesgos de ser manipulados certeramente en nuestra
conciencia, pero nos ofrece nuevas posibilidades de enfocar el drama como arma
política. Hay una multiplicación del alcance de las formas dramáticas con los
massmedia: suponen un gran riesgo y una enorme oportunidad.
Entre la década de los 40 y la de
los 50, Esslin fue guionista en el servicio extranjero de la BBC. Debían estos dramas documentales proporcionar
una idea sobre la vida en Gran Bretaña para personas no angloparlantes y
mostrar el modo de vida del Reino Unido. Debían ser documentales cercanos a la
realidad, pero para describir una oficina de empleo no podían ir con una
grabadora a grabar a los clientes hablando en inglés. Escribió el guion para
uno de estos programas, sorprendido con esa mezcla de formalidad burocrática y la
cortesía y amabilidad de los funcionarios. Podría haber escrito discursivamente
y literariamente pero el cliente le pide datos. El funcionario no es
desagradable, pero mantiene distancia y límites. Por su tono de voz se denota
que trata de ayudar a la persona que acudía a la ventanilla y eso precisaba de
una descripción narrativa pero también visual. Una descripción así, solo
verbal, no habría sido muy creíble, habría sonado a apología de intención
propagandista, habría sido prolija, un análisis psicológico interminable.
Decidió dramatizar esa pequeña escena. El funcionario interpretaba su rol: “Siéntese.
¿Su nombre y último trabajo?” Con la voz, el tono, comunicas más que con las
palabras. En este drama las palabras son secundarias. La información de esta
pequeña escena cuando se representa reside en la interacción entre los dos
personajes y en la forma en que reaccionan (en la radio se hace con la voz.) Son importantes los signos no verbales, más
comunicativos, expresivos, que la mera palabra.
Drama es la acción mimética que representa e imita el comportamiento
humano, sin la excepción de dramas abstractos. Se da énfasis en la acción.
No es sólo drama la obra de literatura, aunque las palabras al escribirse
pueden ser tratadas como literatura y no solo drama. Pero hay un elemento más
allá de las palabras; actuar, interpretar, la acción. Cuando habla de action
no se refiere al argumento o a la historia sino a la
actuación-interpretación-representación, al sentido en la retórica aristotélica
de actio (gestos mímicos, no verbales y de pronunciación que acompañan a la
palabra) Se mezclan la distancia, la amabilidad, las ganas de ayudar del
funcionario con lo que dice.
El drama ha de ser la forma más económica de expresión con
las sutilezas y matices de las interrelaciones, interacciones y complejidades humanas.
Un novelista debe describir la apariencia y el aspecto físico de un personaje, pero
en el teatro se comunica con el maquillaje, los vestidos y la ropa, el propio
cuerpo. El escenario comunica un decorado, el mismo ordenamiento de los
personajes… En una narración habría que describirlo y en el teatro va implícito
en la representación. Se ahorra el dramaturgo los elementos descriptivos con
los recursos no verbales. El drama ha de ser la forma más sutil de operar en
varios niveles a la vez. La literatura discursiva narrativa (novela, relato
corto, cuento, y en este caso teatro) opera solo en una dimensión, más lineal,
pero se construyen dobles sentidos por acumulación, añadiendo elementos paso a
paso. Hay un alto grado de abstracción en una historia dicha de esta forma. El
autor decide qué elemento introducir después. El drama puede mostrar
simultáneamente varios aspectos de la trama a la vez, junto a otros elementos.
Los matices hay que señalarlos con una indicación en el teatro escrito, pero en
el drama hay que incorporarlos. –Hola- dijo él, (tenía la sensación de que era
irónico, ¿estaba siendo sarcástico?) El otro personaje se pregunta por el
verdadero significado, pero estas dudas son sugeridas por el narrador a modo de
digresión. En el teatro un personaje saluda y el otro no explicita sus dudas,
no es necesario un monologo interior. Percibes no solo palabras sino gestos y
el tono. Recibimos el enunciado verbal y también su gesto, tono, pronunciación
y aunque no lo diga tácito nos lo sugiere.
La forma dramática deja al
espectador libre para interpretar el subtexto oculto tras el texto manifiesto,
le dirige en otra dirección al que las palabras son digeridas. Interpreta la
intención o connotaciones ocultas bajo el texto manifiesto. El espectador experimenta
directamente emociones del personaje en lugar de aceptar la descripción que el
narrador nos hace de ella. Decidimos por
nosotros mismos cómo interpretar la acción, y contribuye al suspense, a la trama.
Nos preguntamos en todo momento qué quieren decir los personajes, no hay nadie
que nos guie. Los espectadores del drama se enfrentan directamente a la
situación. Sugerir sutilezas de las complejidades humanas tiene como correlato
el hecho de que el espectador puede ir interpretando todos estos signos
verbales o no, intuyendo las connotaciones de los personajes sin esa figura del
narrador. Es la naturaleza del drama, que fuerza
al espectador a interpretar lo que pasa delante de el en multitud de
niveles comunicativos, preguntándose por ese tono de voz (¿qué sentido tenía?),
a cada instante reinterpreta los signos. El drama tiene todas las cualidades
del mundo real, cuando hablamos con alguien, parecen situaciones reales. En la
vida real se nos dice algo y nos preguntamos qué nos quieren decir. La
diferencia es que las situaciones son reales y en el teatro ficcionales (juego
de representación) El teatro es la simulación de la conversación. No es un pasatiempo
frívolo. Esslin escribe para convencidos del significado del arte y la ficción pero
también para quienes creen aunque la ficción es irrelevante. No porque sea
ficción es insignificante y además cumple muchas funciones sociales.
Funciones del drama:
Función de instrucción y perpetuación de la normatividad del sistema
social. Los niños juegan a
simulacros para aprender las normas de comportamiento social. Son
entrenamientos (papas, médicos), las crías de animales juegan para aprender a
volar, orientarse. Son dramáticos, imitan situaciones de la vida real y pautas
de comportamiento. El instinto de juego es esencial para la supervivencia del
ser humano y la especie, más que un mero pasatiempo. Lo que vale para los niños
podría valer para la comedía, tragedia, farsa, pero no es así. La terminología
psicológica “rol” procede del teatro
y mascara etimológicamente proviene de persona. Los niños ensayan y aprenden
los roles que desempeñaran en la vida adulta. Las niñas sufren un lavado de
cerebro al aprender cierto rol femenino en su infancia, asumiendo juegos
masculinos o diferenciando sus juegos. La sociedad inocula los roles sociales
durante toda la vida, instruyendo. Los sociólogos hablan de un proceso de
interacción de estos roles y papeles que nos han tocado en la vida. Así que una
función del drama es mostrar, difundir, insistir en códigos de comportamiento y
papeles que debe cumplir cada uno en la sociedad. El drama tiene una función de
instrucción, difusión de normas de comportamiento social, potenciando la imitación
y los contraejemplos que deben evitarse. Una película de gánster creada para
mostrar que no es buena idea hacerse criminal puede llamar a serlo, mostrando
cómo se hace uno un mafioso. Muchos de estos patrones se trasmiten, en sentido
positivo o negativo. Es seguir jugando a estos juegos infantiles ya de adultos,
viéndolos, asistiendo a ellos o actuando, participando. La proyección de ese
sentido lúdico. El drama es un juego por delegación: en vez de jugar nosotros
nos identificamos con unos actores. Se muestran códigos sexuales por ejemplo,
haciendo que la gente se ría de los errores de los curas pillados en burdeles y
así refuerza nuestros códigos de comportamientos. Es alivio de ansiedades e
insatisfacciones e inseguridades y de errores de conducta. En la Atenas de
Pericles lo veía la gente con la peste en sus bocas. Cuando más tenían que
llorar más reían con las comedías griegas clásica. A Esslin le parece el
público muy vulnerable.
En el proceso cognitivo, cumple la función de hacernos pensar y
filosofar. El drama influye en la forma más concreta de cómo debemos pensar
en las situaciones humanas. Cuando más nivel de abstracción del autor más
lejano quedará esa obra de la realidad humana. Se puede debatir sobre sí la
pena de muerte es eficaz o no, en abstracto, pero otra cosa es trasladar este
concepto, que puede ir acompañado de estadísticas, a la realidad humana,
mediante el drama. Imaginemos una persona a quien se le aplica la pena capital.
La mejor y más concreta forma de reflexionar sobre ello es imaginar un caso
real de un sentenciado a la pena de muerte y hacer una recreación de la escena.
Imaginar una obra de teatro representable. Los equipos asesores de los planes
de acción para contingencias en guerras nucleares o epidemias elaboran
escenarios (está muy de moda entre los economistas y economicistas) Son situaciones
concretas interpretadas por todos los integrantes, incluso quienes tienen que
tomar las decisiones. La mayor parte de drama serio, hasta Samuel Beckett
quizá, fue una forma de filosofar en términos no abstractos sino
existencialistas. Sartre se sentía compelido a escribir obras de teatro además
de novelas: Las moscas. Beltor
Brecht, marxista, creó un laboratorio de experimentación con personajes en
situaciones concretas, ¿qué pasaría sí? Los problemas humanos fueron expresados
maravillosamente por el teatro del absurdo (Ibsen, Shaw, Pirandello, Beckett,
Ionesco) y por Antonin Artaud en su teatro
de la crueldad…
El drama como experiencia colectiva: ritual Como todo laboratorio
social, los actores y espectadores no controlan el experimento del todo.
Tampoco es una forma de pensamiento rigurosa pues obedece al punto de vista de
los emisores del drama (director, autor, actores, e incluso espectadores del
público y su reacción) que en todo momento se preguntan cómo pueden delimitar
su impacto social. El juicio y la reacción del destinatario, del público, es lo
que garantiza que esa reflexión sea rigurosa y no caprichosa (por la peregrina
intención del autor o servil de los actores y directores.) Autor e intérpretes
son la mitad del drama porque sin público no hay drama. Un drama que no se
representa es solo literatura. En la representación un drama funciona o no
funciona, el espectador lo encuentra aceptable y creíble o no, con todos su
matices por medio. Descodifica el auditorio lo que ve en el espectáculo, remitiéndose
a su experiencia personal y conocimientos. El público oye lo que el fantasma le
dice a Hamlet, y también ve como el actor-Hamlet duda si es real o un espíritu enviado
por el diablo para tentarlo. Es invitado a experimentar la vivencia del
personaje sobre el escenario. Si es creíble- verosímil (concepto de
Aristóteles de la mimesis) hay convicción. Esto no quiere decir que estén de
acuerdo con Nora cuando abandona al marido en el desenlace de Casa de muñecas. Pero todo el público se
lo preguntará, sí la situación dramatizada podría ser real o no. La representación
seria de un problema humano ha de hacerse en términos rigurosos, creíbles.
Funciona como garantía del espectador de este rigor y como aceptación social de
este problema presentado en toda su riqueza. El drama naturalista representa
una escena verosímil, y hablan con decoro los personajes. No es el drama
realista limitación de la fantasía sino representación de los resortes profundos
de la psicología humana.
Aunque se represente de forma fantástica
o abstracta, representa siempre la lógica
de lo ilógico. Una obra perfectamente realista, como lo eran muchos dramas
románticos, nunca es real: las cosas no suceden como en la vida real. No debe
ser verosímil entendido en el sentido del realismo o aristotélico sino como lógica
de la acción y que represente los conflictos humanos. Un drama es externamente
realista, no hay nada fabuloso si es mimético del todo, pero cuando termina
concluimos que la vida no es así. La
cantante calva busca la lógica de lo ilógico, una sinrazón razonada y el
espectador decide: esto me convence o no, y así controla los caprichos del
escritor o de quienes lo producen y tiene la última palabra. El espíritu crítico
del autor garantiza que el drama pueda ser medio de conocimiento y no sólo de
instrumentalización política social. Se cumplen y rompen siempre las unidades aristotélicas (tiempo,
espacio, acciones casuales, decoro de personajes) Aunque hablen en absurdo, los
personajes de La cantante calva
hablan según les corresponde en el rol que Pirandello les da.
El profesor hace un entreacto
(creo que este hombre tiene la virtud de convertir el teatro en algo
aburridísimo)
Hay una fuerte participación del espectador en esa
comunicación dramática. Es una reacción colectiva, que se representa durante la
representación, y no puede ser detenida o suspendida en el tiempo como la
novela. Tiene este efecto de feedback, de retroalimentación
multidireccional; los actores captan cómo el público reacciona. El
público reacciona entre ellos, risa y llanto se contagian y hasta los actores lo
notan. En el teatro en vivo vemos los efectos
más perceptibles e inmediatos, y hay que controlar la reacción del ´público,
igual que se puede medir en radio y tv el share
de audiencia, y en la literatura con la listas de ventas, Bestsellers etc. Cada
vez tiene más lucidez ese público. La intensidad emocional le lleva a un nivel
más elevado de intuición espiritual y puede convertir esta experiencia en algo
cercano a una experiencia religiosa, sagrada, algo memorable en la vida del
individuo. Es la magia de las bambalinas, una iluminación mística. El público
llega a una catarsis colectiva, algo que ya vio Aristóteles, como en los
rituales hacía una supraconciencia o
mente colectiva, inconsciente universal (los ritos de Eleunis, dionisiacos,
órficos, que Nietzsche estudia en El origen de la tragedía; el valle de lágrimas tiene su principio en estas fiestas bacanales con caracter tambien mágico-simbolico-ritual de sacrificar animales, emborracharse y enajenarse toda una noche en un monte)
Releva Esslin también algunos de
los riesgos del drama: la manipulación.
Al volverse religión de masas, y experiencia vivida en colectiva, hay una
excrecencia de reacciones emocionales contagiosas en el público que no casa
bien con el espíritu crítico individual. Aborrega al individuo en forma de masa.
Es una estimulación recíproca. Por eso en tv se producen grabaciones con
público en el estudio con risas en lata, para que el espectador se contagie de
estas risas colectivas. Hitler no hablaba solo ante un micrófono; debía haber
un público grande escuchándole y ensayaba ante el espejo esos ridículos discursos
histriónicos. La masa es más maleable que el individuo. Masa y poder de Elías Cannetti habla durante 100 páginas de la
manipulación de la dictadura a través del teatro. El colectivo anula al
individuo. Esslin tiene demasiada quizá confianza en el ser humano, pero eran
los tiempos: los mayos del 68. A Platón no le gustaba el teatro porque veía ese
peligro de manipulación en los ciudadanos que se dejaban arrastrar por sus
pasiones. Esta ambivalencia del hecho teatral, del cine etc es un capítulo
incompleto que le falta a este ensayo. El drama incorpora los riesgos que
entraña su aspecto colectivo y ritual, de manipulación subliminal. Todo lo que
dice en el capítulo tercero del ritual es verdad pero le pone muy nervioso al
profesor. Le da miedo.
Estilo y carácter La parte del guion es fija, pero cada interpretación
o montaje del texto es diferente. Los actores reaccionan de forma diferente a
ese texto e incluso según sus estados de ánimo. El componente fijo o texto
literario ha de aceptar también la ambivalencia de lo fluido y cambiante, lo
relacionado con la interpretación y representación de este texto en la puesta
de escena. El texto siempre es el mismo, cambian las representaciones (no en el
caso de tv radio cine) El actor es palabra en carne viva (parafraseando El evangelio de San Juan) Hace Esslin una
digresión que parece superficial y no lo es: el actor carne en el sentido más
tangible del término, carne de carnicería con marujas armadas de su ticket de
compra. El público va al teatro a ver gente guapa, la “beautiful people”,
atractiva. No hay que negar el componente erótico del drama, sería una
hipocresía necia. Vamos a ver a gente sexy, con sex appel, gente a la que nos gusta ver. Quienes hacen los papeles
de los galanes son atractivos no por casualidad sino porque lo demanda el
público. Una cualidad del teatro es que apela a lo más bajo y a lo más sublime
y en la mejor obra adquiere esto su fusión genial. Disfrutamos de Romeo y Julieta, y también de la mujer u
hombre joven que excita nuestro deseo. El deseo excita poesía y la poesía
ennoblece el deseo. La unión terrenal y espiritual, que es una dicotomía falsa,
queda abolida y reafirma la ambivalencia humana. Nótese la importancia que tienen los actores,
su biografía, para llamar a una audiencia, puede llenar Nuria Espert un teatro
o vaciarlo. Puede tener un actor feo la virtud de mover masas (a la puerta de
salida.)
Los actores pueden interpretar
como quieran el texto. El guion texto orienta a los actores en su
interpretación. El actor puede acompañar la actuación ofreciendo al visitante una
bebida y esto no lo hará en sublime verso blanco y si lo hiciera tendría un
efecto cómico que aquí no se pretende. El actor tiene que decir el texto con
actitud más rígida, digna, gestos más estilizados, más estáticos y menos
dinámicos, según la obra. Es improbable que se rasque la nariz o se toque la
cabeza si dice en perfecto verso blanco una verdad amarga de estas, pero quienes
salen en el segundo pasaje emplean ritmos más agiles, con una actitud menos
solemne, menos formal. Beltor Brecht, autor y director de teatro, les pedía a
otros autores dramáticos que escribieran de forma gestual, para poder así indicar
a sus actores la interpretación (el
método Stanislasky de improvisación que servía para enseñar en el Actor
estudio de Nueva York a James Dean o Marilyn Monroe lo aplica también Artaud a
su teatro de la crueldad) Hay actores
de improvisación y otros de método, de
escuela.
El estilo del texto marca la
interpretación del actor. El estilo
verbal predispone al público a reaccionar de una forma y no de otra, genera en
él unas expectativas. Los diálogos indican el género al que pertenece la obra y
las ajusta a estas expectativas, independientemente de que este el público informado
del género de la obra. Indica el carácter de la obra. Cada personaje tiene su
propio estilo de representación, ajustada al género de la obra. Si estamos en
una tragedia, la mayor parte de los personajes se expresaran en un registro
solemne y dentro de los distintos dialectos. El estilo puede funcionar como forma
de caracterizar al personaje e indicar el estadio, el espacio del conflicto
dramático de esas escenas. Los personajes se caracterizan por la acción, por lo
que les vemos hacer en el escenario, no por lo que dicen y esto es lo que nos
hace recibir su carácter. En el drama el propio lenguaje o palabra es acción, y
enlaza así con las ideas de Austin de hacer cosas con palabras y los actos con el
habla. Además de decir algo, se está haciendo algo. A menudo la palabra es
acción y vuelve a los conceptos que anteriormente había insinuado. Los
conceptos de texto y subtexto (verbo y soberbia o prepotencia del propio texto
y obra) Tras un enunciado hay una intención: está ordenando, está disculpándose,
está haciendo algo. El espectador tiene que desvelar por sí mismo esa acción,
actitud y reacción. El autor alude a El jardín
de los cerezos de Chejov: Lo que no se dice en el drama es tan importante
como lo dicho. Importa la situación, el contexto en que se dice. Con la
incapacidad de decir una palabra correcta, con el silencio, se caracteriza a
los personajes y a la acción a la vez. Lo que no son capaces de decirse marca
que estos personajes no aceptan la pérdida de su condición económica (Tío Vaina, del mismo autor)
Capítulo 5 la estructura esencial del drama La tarea básica de
cualquier emisor de teatro es captar,
suscitar y mantener la atención del auditorio, de principio a fin de la
representación. Solo cuando se consigue este objetivo se pueden pretender
fines más ambiciosos, pretenciosos, alimentando el suspense o interés. Hay expectativas
suscitadas pero no satisfechas hasta el final, acerca la obra a su destino pero
no llega a él hasta la conclusión y varia constante en el ritmo, la andadura,
evitando cualquier clase de monotonía que induzca al aburrimiento y por tanto
la desconexión con la trama. Ha de irrumpir en la atención del espectador
(juega el profesor también con esa parte del suspense: el temporalizador de
internet parece que anuncia que cuando llegue al fin el reloj estallará la
bomba) El interés no siempre se provoca por medio de la intriga del argumento.
En un ballet sin intriga, al comienzo la belleza puede ser suficiente para
suscitar el interés y la expectación por ver la obra completa, los pasos de
danza sostienen la concentración del auditorio mediante un buen lapso de
tiempo. Su primera proposición, el comienzo, y el tratamiento al variarlo
suscita interés. En Esperando a Godot
los personajes siguen afirmándose a sí mismos que nunca pasa nada, lo cual crea
escepticismo en el espectador, en su horizonte de expectativas, que no se cree
esta good
continuation. Han ocurrido muchos
episodios que traicionan esa máxima de que no pasa nada: aunque no haya
intriga, temáticamente se genera suspense.
¿Qué va a pasar a continuación?, sé lo que va a pasar pero ¿cómo cómo va
a reaccionar fulano?, ¿qué estoy viendo en el escenario? Es una pregunta que
nunca abandona al espectador. La obra responde a un patrón, a diferentes clases
de suspense y expectación. Hay una pregunta básica que debe emerger suficientemente
pronto en cualquier obra dramática para que la audiencia se fije a ella como
eje de la historia. Relativamente temprano se plantea el receptor ya el enigma
o la cuestión o el factor de interés general, que concentra la atención. ¿Quién
cometió el asesinato?, ¿conseguirá a la chica al final?, ¿se enterará el marido
cornudo del amante de su esposa? El público ya prevé a dónde va la obra, cuál
es su principal cuestión y la atención se orienta en la dirección adecuada,
pero no deja nunca de preguntarse qué itinerario seguirá.
Juan Manuel Rozas comenta El arte nuevo de hacer comedias en este
tiempo de Lope de Vega, en la página web de la Biblioteca Cervantes
(virtual.com) Es una obra en verso la de Lope, como todas las suyas. Lope sabía
escribir en prosa, y a veces, cuando se distraía mucho, hasta le salían versos al
hablar. La epístola a los pisones
está escrita en verso, según su modelo genérico y afirma Lope: “Ha de haber conexión
desde el principio hasta que vaya declinando el paso, pero no se permita la
solución hasta la última cortina, la postrera escena, porque si el vulgo sabe
cómo acaba la obra pierde interés y se va”. La capacidad humana de atención es
relativamente exigua, y no se mantiene solo con un elemento inicial de
suspense. Sobre el arco principal se tejen arcos subsidiarios, que emergen de
añadidos elementos. (Dibuja el profesor un arco con escamas de dinosaurio del
que toda la clase se ríe.) A la vez que no dejamos de preguntarnos quién le
mató, nos cuestionamos cuando el detective interroga al jardinero qué leches
sabrá este o si estará metido en el ajo. El elemento principal acarrea a la
espalda los subsidiarios y pueden emerger al elemento principal. En Hamlet el primer suspense es ¿aparecerá
el fantasma otra vez?, y luego ¿aparecerá Hamlet? Y ¿qué dirá? Cuando ya ha
oído todo de su padre, emerge la venganza, que es el elemento principal de
suspense. ¿La conseguirá? Cada escena o
sección del argumento y la representación, además de contribuir al desarrollo
del factor principal, tiene su propio elemento de interés particular. En
cualquier momento de la obra director y actores deben ser conscientes del
elemento tácito y su coexistencia con ese otro nivel de interés dentro de la
escena: el general y específico. Vale también para los lectores y críticos de
esta obra dramática: cómo esa escena contribuye al interés general de la obra
individualmente y en general. Hay un tercer elemento de suspense, el micro
suspense. En una obra bien diseñada; todo depende del enunciado del dialogo o
del detalle de la interpretación de los actores. del suspense general de dos
decisiones o más y de los suspenses accesorios.
El suspense en unidades mínimas del dialogo o interpretaciones debe
dejar varias respuestas posibles a cada pregunta en el aire, y también en la
interpretación y gestos de los actores. Lo previsible supone la muerte del
suspense y del drama. El buen dialogo es imprevisible; respuestas, enunciados,
gestos duplicados por otros medios. Todo lo demás, al ser elementos muertos,
debe ser eliminado.
Oscar Wilde sabe crear paradoja y
sorprender en su teatro. Los gigantes de la dramaturgia, como Shakespeare,
hallan su genialidad en la originalidad de su lenguaje y en las imágenes. Al
dialogo y la interpretación se añade un tercer arco, por las réplicas verbales
o no de los actores. Cada hallazgo verbal, rasgo de ingenio y particularidad
del dramaturgo, contribuye al interés y la atención. El ingenio visual, el movimiento
de cámara, los hallazgos pictóricos descriptivos… cumplen la misma función en
radio/tv, que los movimientos de los actores, solo les diferencia la pantalla
audiovisual. Un dialogo aparentemente muerto se llena de sentido con una mirada
inesperada de un actor a otro, o un brillo que aparece en los ojos de un tercer
interprete. Puede haber distracción en ese micro suspense en el público: si se
fijan en el vestuario o que el escenario está mal diseñado, y sí hay descansos,
alivios, una digresión para el espectador. Luego se retoma el argumento
principal. Haciendo un corte en cualquier obra descansamos todos. Deberían
estar estos tres niveles de interés en toda obra representada, y si falla uno falla todo.
Que haya atención doble, simultanea, en el drama es más importante que
en otros géneros. En una narrativa puede desconectar el lector para releer.
El espectador no puede volver a ver la obra (en teoría), y a cada “paso” (este
término de “escena” es un cultismo medieval) es más necesario pertinente esto.
Debe ser interesante en sí mismo, para que no se desentienda de lo que ocurre.
En obras de Lope hay momentos de canción o baile, que contribuyen a crear más
atención en el público y como distracción. El dialogo recuerda a los
espectadores por dónde íbamos. Cada segmento funciona por sí mismo.
Tradicionalmente, y desde Aristóteles, el drama se ha dividido en exposición,
desarrollo y complicación de la intriga, hasta la solución. Planteamiento, nudo y desenlace. Las famosas
triadas estas que tanto gustaban al griego. Se explicaba al principio la
relación entre personajes y los antecedentes del conflicto. Llega al clímax, al momento culminante, en el
final y la audiencia entra en catarsis.
Se ha superado esto en las formas contemporáneas. El nivel se ha sofisticado:
la gente es más observadora, capaz de interpretar guiños, indicios que se dejan
caer. Es una audiencia más intelectualizada, más escéptica de creer en el valor
aparente de esos signos. Más entrenada, más informada, más escéptica. El nivel
de incertidumbre previsible ha crecido notablemente y se ha incorporado como
nuevo factor de suspense. Se dice menos que antes, lo que se explicaba en la
introducción se vuelve dicho a medias o no dicho, contribuyendo al suspense. En
Antoniani Gazman, como en el teatro de Becquett o Ionesco, ya no nos
preguntamos qué va a pasar sino qué está pasando. Mucho del nudo tiende a
convertirse en un desvelamiento progresivo de esos antecedentes y relaciones que
antes eran iniciales. La generalidad del público es más entendida y ha
complicado la estructura del teatro. Se ha acostumbrado a estos elementos de
retardar la información, y quiere buenas obras, está más instruido y es más
difícil de engañar con la magia
dramática.
Tan importante como el argumento son los personajes. Por complejas
que sean la acción y la trama, si no nos interesan los actores y los tipos no
lo hará la obra. Recuerda Esslin el carácter espacio temporal, la doble dimensión dramática, que permite
formalizaciones y estructuraciones. La claridad de la estructura marca la
señalación clara del curso de la acción, y está entre los elementos importantes.
El dramaturgo, a través de los actores, debe suministrar indicios para que
tenga el asistente la sensación de que asiste a una sucesión de escenas con un
sentido y una forma. Hay que evitar la monotonía, e incluir la variación entre
un segmento y el siguiente. Marcar el Timing, o el tiempo, en una forma
artística es marca del buen autor, director y actor: la extensión de cada
escena o sección. Hay que calcular el tiempo que dura cada acto o sección: de
la pausa más breve, que separa el levantamiento de ceja a un bostezo. Y Lope sigue teorizando:” Y que siempre haya
un actor hablando, que si no el público se inquieta en esas distancias y desconecta
si se alarga demasiado.” Se trata de enlazar escenas y que no haya una
sustitución completa de actores. “Sin ser esto un vicio, aumenta mayor gracia y
artificio”, dirá Lope. Hay que mantener ritmo, sincronización, agilidad, para
que la obra fluya.
El término de economía
(Kowzan), Eslin lo define como lo más eficaz y eficiente. Es el drama al fin y
al cabo un método de comunicación. Descodificamos la comunicación y todo lo que
sucede en esa hora debe contribuir al acto. Max Frix describe en sus diarios
que cuando le convocaron al teatro de Zúrich llegó demasiado pronto y se sentó
a esperar en una sala vacía y oscura; las luces se encendieron y un mozo colocó
las sillas para el ensayo. El dramaturgo invitado a la obra vio estas acciones como
en trance: cada movimiento sucedía con su importancia en un escenario iluminado.
Tendemos a concebir que en estos espacios van a mostrar algo significativo,
nada que no sea necesario debería eliminarse porque nos parecería una
intrusión. Hay que ser consciente de la función de cada elemento, con esa economía
comunicativa: todo es potencialmente significativo, pero debemos seleccionar lo
que se va a decir en función de lo que queremos comunicar. Entraña esto una selección
de signos verbales y no lingüísticos, y no de forma restrictiva o ahorrativa. Un
renglón de dialogo puede no contribuir al desarrollo de la obra, pero puede ser
esencial como clave vital del personaje, un mueble crea una atmosfera.
Abrámonos a una concepción amplia del objeto de la comunicación escénica, que no
es solo contar una historia: hay que categorizar personajes, lugares… En Tío Vaina, Chejov indica que sobre la
mesa del empresario ruso debe colgarse un gran mapa de África: la incongruencia
de este mapa nos habla del carácter caprichoso, pero nos hace más preguntas: ¿Lo
ha heredado, comprado en un rastrillo? ¿Lo han puesto para ocultar una
telaraña? Ser un poco económicos en el teatro no cuesta nada. No seamos
rácanos.
No tiene por qué aprehender toda
la audiencia esa riqueza de signos en su conjunto. Mucha parte del efecto del drama es subliminal, instintivo,
reaccionamos ante una forma de hablar y actuar, de forma inconsciente y sin
analizar cada elemento de esa impresión general. Vemos al héroe simpático, a ella
atractiva, sin ser conscientes de por qué. Pero hay una decisión consciente y
deliberada del autor, que escoge en un casting
al actor que mejor suscite este efecto por sus características, aunque llegue
esto irracionalmente al público. El crítico ha de hacerse consciente de estos
factores también. ¿Por qué tiene ese efecto esta escena, o por qué se desmonta?
Todo está relacionado. Una escena muy silenciosa puede aburrir tras otra igual,
pero es un alivio tras una ruidosa. El contexto lo es todo. Lo más simple mueve
montañas, puede una frase tonta volverse el significado más potente de la obra,
a modo de estribillo que acompañe al asistente mucho tiempo después de
abandonar el teatro.
El drama del Romanticismo, con el
que comienza la época contemporánea, y en media
rex con el paradigma de la Modernidad, podía definirse simultáneamente de
dos formas: según lo definían los propios dramaturgos del movimiento y cómo lo
han definido los críticos a lo largo de la historia. Son los problemas que
alberga categorizar respecto a una época pasada un movimiento. El valor de
estas estructuras tiene el sentido expresar impresiones generales. No son parcelas-estanco
rígidas, ni separadas en compartimentos. Las formas históricas y de género
(estas menos) son conceptos transhistoricos o relativos a lo diacrónico, no
fenómenos universales con límites estrictos. La escena del portero es de estilo
realista en el discurso final de Macbeth.
Schiller adaptó esta obra en el XVIII eliminando esta escena del portero, una de
las más eficaces de la obra, porque no podía admitirse ese acto en tal obra
poética. Una obra clásica puede contener en sí misma una escena realista o
romántica, y sigue siendo clásica.
Hay peligro en tomar estos
conceptos demasiado en serio, como si fuera ultraje a la naturaleza y al buen
gusto que dentro de una obra seria haya un monologo de porteras. Son necesarias
las categorías para clasificar y pensar, pero los fenómenos individuales escapan
a esta categorización y no podemos permitir que el concepto no nos deje
comprender la obra en su espíritu total, en su corpus. Harold Penter desarrolló
cierto tipo de intriga, hasta el punto de que el crítico de las siguientes obras
suyas le reprochaba no haber escrito algo suficientemente “Penteresco”, como si estuviera obligado el autor a estar anclado en
su propio estilo. Había elevado a categoría
absoluta un término relativo. Claro que hay elementos fijos: una manzana debe
ser siempre ser manzana y no convertirse en una pera, (aunque haya versiones de
lo que comió Eva y tentó a Adán) Hay cosas que no pueden permitirse convertirse
en otra cosa. Existen los individuos, las categorías son abstracciones, solo útiles
si comprendemos a estos individuos ciudadanos. Se convierten en obstáculos a
veces los conceptos universales para comprender al individuo o a la obra
individual. No podemos juzgar mala lectura la de Schiller, forma parte de la
historia de la recepción de las obras: si un hombre tan ilustrado como él rechazó
el monologo del portero es porqué resultaba difícil de concebir en el horizonte
de posibilidades de su época una obra hibrida como Macbeth.
Hay por tanto dos tipos de categorías historiográficas. Unas
acuñadas como eslóganes por los propios escritores para promocionar su obra o
definirse así mismo; y otras a posteriori como creación de los críticos o
historiadores filológicos. Algunas tienen doble origen, como el término Romanticismo.
El objetivo de Esslin en esta parte final de su ensayo es trazar la historia de
los movimientos dramáticos contemporáneos. Sin tener una forma programática,
surgió el Romanticismo alemán, sin saber ellos mismos que eran románticos, no
había aparecido el término aún. Buscaban otra forma de arte frente al clasicismo
francés, combinado con un impulso nacionalista volkgeist, ese marcado interés por edad media, la recuperación del cristianismo
no institucionalizado y la religión panteísta pietista que causaron interés por
lo místico gótico y el ocultismo. Goethe, Schiller y otros de una manera
consciente querían contribuir a un arte clásico produciendo obras que ahora
consideramos románticas. Estaban engendrando el romanticismo sin saberlo. Los
hermanos Schlegger y autores posteriores pusieron nombre a aquello. Fue un
término creado a posteriori por los críticos a algo que ya tenía una andadura.
Gautier, V Hugo, muy influidos por el romanticismo inglés-alemán, que surgió
más tardíamente, proclamaron una nueva estética y allí ya usaron el término romántico
como un eslogan. Se proclamaban ellos mismos románticos como oposición a los
realistas. No son mejores peores unos términos porque tengan un origen u otro;
lo que importa en estos conceptos es que tengan un contenido y sean útiles para
definir un movimiento. Pasa parecido con el término barroco. Wilton y Wester
pertenecían al periodo sin saberlo. Es un término útil, aunque lo sea a
posteriori, incluso si a quienes se les aplica no son conscientes de su
significado. Si no se toma como una definición completa de las obras a las que
se les aplica, sirve para describir ciertos rasgos que comparten esas obras y
que son básicas. En la zoología o historia natural, ni un elefante ni un ratón
han de saber que son mamíferos, y aunque los dos lo sean no son mamíferos iguales,
sino que han de verse en su individualidad,
pero este término sirve para entender a los dos animales. Los conceptos abarcan
rasgos básicos de un conjunto de fenómenos, pero no agotan la individualidad de
la obra-autor concreta. La ironía es que en el romanticismo francés, que proponía
una ideología común en la praxis, hay un esfuerzo consciente de intereses
particulares que a menudo ocultan profundas diferencias psicológicas entre
ellos. En otros, no conscientes de llevar una empresa común, hay más conexión
que entre los que se afirmaban camaradas de una corriente. Se llamaban como una
misma escuela, pero son muy distintos entre ellos.
El realismo es un término descriptivo acuñado por los críticos y el naturalismo un concepto programático de
una escuela concreta iniciada por Zola. En el xix reaccionan los realistas contra
los altos vuelos poéticos de los dramas románticos, tendiendo a escribir en
prosa sobre asuntos de la vida cotidiana y en teatro igual. Ibsen comenzó
escribiendo comedias románticas y extensos dramas épicos en verso (en la órbita
romántica) hasta pasar a los temas sociales que se hacían en prosa. Zola inició
el naturalismo, aplicando el nuevo espíritu positivista de la naturaleza
científica a la literatura. Rechazaba el teatro clásico, romántico e incluso
realista que se mostraba heroico, y lo creía inspirador en la realidad. El
drama debía desvelar la verdad de la sociedad con el mismo espíritu científico
que se estudiaba la naturaleza. En Goths
Ibsen trató el tema tabú de la enfermedad venérea, provocando un escándalo en
la época. (En el XIX era tabú, pero en el XVII y XVIII no se hablaba de otra
cosa. No es lineal la historia, como tampoco cierto que el XVII fue una época
bárbara) hay un uso particular del termino naturalista si leemos la teoría
crítica literaria del siglo xx de posguerra, donde se discutía la literatura
comprometida. Fue el tema favorito de la crítica marxista. En la URSS y su
órbita, y en el influjo en la izquierda
internacional, el término realismo socialista,
como parte del materialismo dialéctico y
científico marxista, se usó como concepto de un arte aprobado por la élite
estalinista, mostrando a la sociedad soviética como debía ser y no como era.
Mientras que el naturalismo se usaba para denigrar el arte burgués y execrar
aquellas obras de arte que muestran también la cara más sórdida de esa sociedad,
aquí el término se rendía servil a esa elite burguesa dentro de la dictadura
proletaria. Entre el Galdós realista y el Zola naturalista también es indudable
que Zola está más cerca del marxismo que el conservador “garbancero” de Galdós,
pero no es un precursor el naturalismo del marxismo sino que se convirtió en un
término para llamar a una literatura antirrevolucionaria, mientras que el
realismo en la URSS se pretendió “revolucionario”. Hay obras que descubren las
contradicciones y miserias rusas y estas fueran las censuradas. La madre de
Gorki no tuvo ningún problema de censura. El término realista ha contaminado muy
negativamente la literatura crítica en occidente. B Brecht usa el naturalismo
de esta forma: anti burgués, reflejando una crítica social dura. Streinberg, Zola,
Ibsen, o Hoffman, en el cambio del xix al xx, compartían el impulso básico del
naturalismo de captar el conjunto de la experiencia humana, aunque fuera
sórdida y fea, no dejar nada sin decir. Lo cual implica la exhaustiva acumulación
de detalles significativos.
En el drama romántico, los héroes
hablaban en lenguaje poético elevado sobre el amor y la gloria. En El maestro de obras de Ibsen, Solnen habla
de sus edificios, de la iglesia, y sube a lo alto del campanario y así se
convierte en símbolo de esas ambiciones y de su incapacidad para conseguirlas.
Con el detalle concreto, más que con sentimientos abstractos, los objetos
progresivamente se convertían en símbolos, en encarnaciones de ideas. El
romanticismo trataba con abstracciones, el naturalismo con detalles concretos.
Y al darle un sentido simbólico a esos detalles, prepara el movimiento
siguiente: el simbolismo. Se diluyó este grupo en el otro. Se concentraban más
en esas imágenes, metáforas poéticas, imágenes liricas, regresando a cierto
punto de neoromanticismo que no despreció el uso del verso. Herald Hoffman,
líder de escuela alemana simbolista, describía la cara sórdida de la vida: el
alcoholismo, la existencia embrutecida del proletariado, pero se orientó luego a
asuntos poéticos históricos en versos. Hay un nexo entre naturalismo-realismo y
luego con el simbolismo, que es heredero a su vez del románticismo más
abstracto.
El Galdós de La desheredada, cercano al naturalismo, acaba escribiendo cosas
simbolistas, incluso para el teatro. Streinberg y Frank Bedequin, que empezaron
como naturalistas, tomaron un camino levemente distinto. Al representar la
experiencia exactamente como es, entendieron que debían pintar el mundo externo
fiel y miméticamente y solo cuenta y media la forma. Pero también que hay que
contar el mundo interior, introspectivo, de las personas. La sonata cost, Los damascos, la obra El sueño intentan representar el mundo del sueño. Bedequin sentía
el mundo como un lugar grotesco, tendía a la caricatura salvaje y al mundo
onírico. Después de Sprim, Semenin describe la tragedia de sus protagonistas
adolescentes arruinados por su ignorancia del sexo, caricaturizando de forma salvaje
y grotesca, los monstruos fosilizados del personal de la escuela. Al final el
héroe se encuentra con el fantasma de su amigo, sin cabeza, la lleva bajo el
brazo y aparece un caballero misterioso enmascarado. Trata de seducirlo para
que se suicide y el otro personaje intenta que viva. Trata de encarnar la
esencia de los hechos, fuerzas que luchan por la fuerza del héroe, entre la
pulsión de muerte y la de continuar viviendo. Explícitamente, va de su interior
al exterior, caracterizado y personificado en dos personajes. Esto fue el
comienzo del expresionismo.
El énfasis en hacer claro la naturaleza
esencial del conflicto implicaba también expresarla de forma tan enérgica y
directa como fuera posible. Ni siquiera tienen nombre los personajes: el
estudiante, el hombre viejo, la momia, el coronel (recuerda al pastor, la
serrana de los autos de fe) Es también regreso a las alegorías barrocas y románticas.
En Sánchez Badajoz veíamos virtudes y vicios enfrentados en un Juego de cañas que se vuelve un
conflicto de veras. Aquí vemos un conflicto de veras en metáfora. La pulsión
del eros-tanatos como dos personas reales y distintas en su individualidad. Es
la renovación de lo barroco-romántico con otro concepto de psicología humana más
pre freudiana. Encarnaban fuerzas invisibles, abstractas, psicológicas, como las
virtudes y vicios de los mesteres clericales. Brecht es un movimiento entero en
sí mismo. Sigue el teatro del absurdo, pero hace su propuesta de un teatro
épico. En sentido social y de crítica. No la épica de Hollywood, esa película
histórica con producción lujosa. Deriva Brecht del clasicismo alemán, Goethe y
Schiller recurrían a la oposición entre drama y épica (que viene de
Aristóteles) La poesía dramática era opuesta a la épica narrativa (novela y
novela corta) que presenta acontecimientos como venidos del pasado (ayer,
entonces) y la dramática se centraba en el aquí y ahora, el presente
eterno. El autor y los actores se esfuerzan
para que la audiencia piense que está presente en estos hechos. Se identifica
con los personajes, y es testigo, siente que está participando. La idea de
ilusión escénica, propio de la tradición clasicista y sobretodo del barroco,
nos hace olvidarnos de qué estamos viendo una ficción, como si asistiéramos a
algo real visto desde una ventana de voyeur:
la calle misma, el escenario veneciano de la comedía del arte italiana que era
una calle con miles de puertas de diferentes personajes.
Esta forma de teatro estaba en
contradicción con la teoría marxista de Brecht. Cada época tiene
características y formas diferentes de sentir y de conciencia. Si un espectador
de los años 50 se pensara que los acontecimientos de Edipo podían haber sucedido en su época, se debe a que ha sentido lo
mismo que Edipo. Pero una naturaleza humana, imparmente e intemporal, es un concepto
antimarxista, pues Marx quiere cambiar la sociedad humana a través de la
conciencia. Carlos Blanco Aguinaga, que era marxista hasta el carné, nos
explicaba justo esto, nos dice el profesor. Una idea de una concepción humana eterna
no se concilia con el pensamiento marxista. Por eso quiere Brecht un teatro no
dramático sino épico. Un teatro anti ilusionista, mostrando las condiciones
sociales de su época o antiguas, para trasmitir información importante a la
audiencia que debería ver la obra con aptitud crítica, distanciada, y no
sumergirse en la obra. El distanciamiento, mal traducido como efecto de
alienación, pues el extrañamiento de
los formalistas rusos, en la teoría; y el
automatismo psíquico y el libre flujo de conciencia de los surrealistas
franceses, en la práctica, buscaban precisamente desalinear a la tribu,
desajenar al individuo de un pensamiento programado por otros. En realidad el extrañamiento persigue mantener al
espectador distraído de la atención del pensamiento oficial, a salvo de ser
imbuido succionado por ella, aunque le meta en otra ficción que le haga
replantear su pensar.
Mientras los naturalistas y el
gran Brecht se concentran en la realidad social, otros siguen a Joyce Kafka Streinberg
y se vuelven al mundo de los sueños, y surge el teatro del absurdo, más
vinculado a lo subjetivo y por supuesto al movimiento surrealista y marxista. Amedé de Ionesco trata de una pareja casada
aterrorizada porque en la habitación de al lado hay un cadáver: el del amante
de la mujer que ha matado el marido. Es un concepto absurdo de cadáver que
crece, pero sigue un suspense terrorífico cuando un gran pie atraviesa la
puerta. Acaba expulsando ese fantasmal cadáver a la pareja de la casa. Tal
imagen poderosa de pesadilla hace sentir. Por lo que ocurrió en la habitación
de al lado, el desamor crece y se rompe la pareja y los conceptos tradicionales
de familia y hogar. Son estas pesadillas imágenes poéticas de la realidad. Se inclina
este teatro del absurdo, que no absurdo, al modelo narrativo épico de lo lirico
en Brecht. Es un drama de poesía: arco de imágenes, metáforas y símiles que se
van desplegando. El teatro usa piezas de imágenes puras, concretas, que se van
representando, igual que los poemas. Siguen la misma lógica, aunque en el
teatro sean escénicas, físicas. En el drama convencional el énfasis se pone en esta
épica y personajes. En Brecht en la demostración de los patrones humanos para
cuestionárselos. No importa tanto la historia sino cómo esos personajes se
derrumban dentro de la obra, derribando también nuestros edificios mentales de
marfil y falso oro. En el absurdo la imagen y la metáfora escénica, no verbal, sirve
para crear la trama y el suspense.
Faltaría hablar sobre el teatro de la crueldad, el teatro del minimalismo.
Es un esquema, y Esslin se deja muchas cosas. El drama sigue la misma historia
que los movimientos artísticos, y tienen su correlato en la literatura.
En el último capítulo sobre los géneros teatrales, Esslin los enfoca desde
un punto de vista teórico y práctico, algo que ya había amenazado en el prólogo
de este ensayo: “como critico teórico me preocupan desde un punto filosófico,
pero lo veo diferente como director. La importancia es la misma o mayor, pero
más práctica que teórica”. Debe el director enfrentarse a una obra sabiendo a que
género pertenece para montarla y diseñar su puesta en escena, cómo tiene que
ser representada la obra, según sea comedía o tragedia y no se pueden
representar todas las obras de igual forma. El
jardín de los cerezos lo clasifica Chejov, su autor, como una comedia pero
Stanislasky le replicó por escrito que era una tragedia. Puede ser leída de
ambas formas. Es ambigua respecto al género. Pero es la excepción. Lo normal es que el género este definido y
defina sus elementos. Y afecte al modo de representar una obra. Un fragmento
podría pertenecer a una comedia, a una tragedia o a una farsa de orientación
estrictamente cómica. Hay correlación entre el estilo verbal, de
representación, de interpretación, el género y las características de público.
Podría estar una escena en cualquier género, pero se lee diferente según dónde
se incluya la obra en su conjunto. Hay obras ambiguas, territorio indeterminado
que denominamos tragicomedia. Menciona la importancia Esslin que tiene la
tragicomedia en el teatro contemporáneo, pero no ignorando que el teatro
barroco castellano o en el isabelino de Shakespeare se usaba mucho, no es la
misma mezcla o ambigüedad de género que en El
jardín de los cerezos. Unas obras deben ser representadas en estilo cómico
y producir profunda tristeza y otras trágicamente y producir comedia, otras
piden un cambio constante entre una escena a otra escena. Muchas son difíciles
de representar y un desafío, pues juegan con los elementos constantemente.
Ilusión y realidad. En el drama encontramos que una obra
representada es la fusión de lo imaginario de un escritor, fijado de una vez
para siempre en el texto, con un elemento vivo de realidad física con los
actores (sus vestidos, escenario que les rodea, cosas que manejan) sobre un
escenario, y por tanto se funde realidad y fantasía. Es en el actor donde los
elementos de realidad y ficción se encuentran. ¿Hemos venido a ver a Otelo
representado por Oliver o a Oliver representando a Otelo? Hay tensión entre el
personaje representado y el hombre real que presta su realidad física a la
fantasía del poeta dramaturgo. Aunque el teatro sea una caja de ilusión, la
ilusión nunca es completa. Llevamos la contraria a esta tendencia del teatro
clásico renacentista y barroco, pues la ilusión completa es imposible. Siempre
hay ilusión y realidad. Aquel campesino del siglo XVII respondió al lamento de
Ricardo III: “Mi reino por un caballo” ofreciendo su ganado. “Ven tú mismo”, respondió
el actor, “que eres un burro y un asno”. No apreció el espectador poco
cultivado ese mágico equilibrio ente la fantasía y la realidad. Más entrenados nosotros
en apreciar el drama, encontramos placer a dos niveles: nos conmovemos por los
infortunios de Otelo, nos vienen lágrimas a los ojos, pero también, de una
manera esquizofrénica, decimos: “¡qué hermosamente ha conseguido ese efecto!, ¡qué
bien está haciendo esa pausa moviendo esa ceja!” Percibimos el espectáculo
teatral a los dos niveles. ¿Cómo vas a ver una película de Gary Cooper sin
pensar en él? Siempre está presente, aunque solo cuente el personaje, siempre está
ahí el actor y valoramos a la vez el arte interpretativo de los actores como
doble componente del espectáculo, a la vez que la obra. Al igual que siempre
está el autor implícito en toda obra,
aunque sea enfurruñado en la primera fila por cómo destrozan su genialidad. Ha
querido nuestro profesor, durante todo este breve curso sobre teatro, drama y espectáculo;
contrastar esos dos tipos de teatro: el medieval, mimético y no ilusionista y
sin embargo abstracto y moral (primitivo
se le llamaba antes) y el que recupera los modelos clásicos (grecolatinos), renacentistas
y barrocos: el de la era moderna y contemporánea que es el teatro de la ilusión,
por crítica social que pretenda y realista naturalista que se autoproclame.
Cada uno de estos elementos responde a una de las dos caras del teatro; su
magia y su realidad. Lla ilusión sigue, aunque no hubiera mucha en el valle de
lágrimas medieval teológico, aunque por hoy el espectáculo ha terminado, y los
actores han recibido mucha mierda (pues la mierda de los carruajes burgueses
era señal del éxito en público de una obra).
https://tightwriters.com/como-mover-archivos-de-windows-a-un-mac-sin-usar-el-asistente-de-migracion/
ResponderEliminarLa tabla periódica se ha vuelto tan familiar que forma parte del material didáctico para cualquier estudiante, más aún para estudiantes de química, medicina e ingeniería. De la tabla periódica se obtiene información necesaria del elemento químico, en cuanto se refiere a su estructura interna y propiedades, ya sean físicas o químicas.