miércoles, 17 de abril de 2019

NATURALEZA MUERTA EN EL MERCADO DE ABASTOS DE BARAKALDO


El bodegón agitanado hasta huele. Porcinos emanan de su cuerpo graso perfume de jamón; bacalaos exhiben sus saladas gracias a mar; aceitunas chorrean una mezcla de ajo y Andalucía. Quesos incrustándose en la nariz para quedarse; los muy cabrones de Cabrales, fuertes y pegajosos, no quieren irse. Hasta el hielo huele a los residuos sanguíneos del cuerpo roto del besugo. Los productos quieren salirse de las celdas de este mercado de abastos, no les gustan ser solo naturalezas muertas de un literato jugando a naturalista del surrealismo, pues en otra vida fueron animales vivos y eso era vital. Los ojos de los pescados, brillantes y vivos, se clavan en los tuyos grises y tampoco se quieren ir por pura indolencia ya. Algunos te miran como gatitos, pero otros mantienen su condición de clase pescada y su orgullo de "muertos y pobres pero con el honor de “a 9,9 el kilo.” Voluptuosos tomates hacen el amor, “los verdes” sobre “los rojos” y algunos pochos solo sirven ya para zumo los pobres. Una lechuga espachurrada, con su faja de esponjosa y verde montaña de rugosidades carnales que solo huelen a agua. Gritos: “un eurito menos” El calamar se cuela en la balanza. Lloran las cebollas y quisquillan las quisquillas. A la señora se le han caído ya tres bolsas, las tira adrede para ser el centro de atención esa mañana de lunes en el mercado en que se siente tan sola sin los nietos. Me marea el olor aceitoso, no he dormido nada... ¡y los efluvios y hedores y la gente hablando más alto de lo habitua..l!, 'los vendedores mirándome como si no hubieran visto a nadie escribir mientras pasea por un mercado municipal de abastos! Saboreo tres aceitunas, salado caramelo machacado de ajo y agua. Siguen gritando y las luces de león agresivas ciegan mis ojos que no han dormido hoy. Siguen gritando, suenan como petardos, me gritan “cuidado, quillo” a la oreja pues he debido caerme, así que me recompongo. Todos han girado sus cuellos y cabezas, que por determinismo suelen anndar acompañados, para mirarme. La señora también me mira, con envidia de que yo consiga sin pretenderlo ser siempre el centro de atención. Al fin hallo la paz interior poniéndole ojos tortolitos al besugo, y el me devuelve semicerrados los ojitos de besugo, dormidito entre los hielos como un niño bueno. Solo el blanco me calma. Entiendo que sea el color de la pureza. ¡Es ahora el mercado tan puro y además casi todo a un 1 eurito! 

 Resultado de imagen de MERCADO DE BARAKALDO ESTA, ESTA SEÑORA DE ROJO ES LA QUE DEJABA CAER LA CESTA DE LA COMPRA PARA SENTIRSE EL CENTRO DE ATENCIÓN.

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