LA MANO izquierdA de la oscuridad
Las 140 páginas de esta novela
parten de una idea del género muy interesante e innovadora en nuestra
cosmovisión, y de una estructura peculiar en la forma de organizar la tensión
de la trama. Sus puntos débiles son el estilo narrativo, la descripción de los
personajes o su lentitud en el ritmo, pausado e interrumpido por digresiones e
hipotextos antiguos. Está escrita en 1969 (un año después de mayo del 68),
probablemente influida por las religiones sincréticas (unión de creencias panteístas
que ven la naturaleza como un todo y no dividido en contradicciones dualistas),
por el feminismo desde los años 30 a partir de Simone de Beavouir, por las
corrientes existencialistas y estructuralistas propias de su momento histórico.
Incluso se denota ya cierto tímido asomo a las corrientes metaliterarias de
posmodernidad y a las teorías deconstructivistas, por ejemplo en el tema del
género al plantear una revisión del concepto, que es una construcción cultural (Simone),
y de la performartividad o rol sexual
asumido en la situación (Derrida). El mensaje también es pacifista (al abolirse
el género no hay violaciones, ni guerra ni tortura ni pena de muerte. Este constructo
social, cultural y político provoca diferenciales sociales y una mística de
masculinidad con voluntad imperialista que desemboca en conflictos bélicos).
Utiliza el nombre genérico masculino
para referirse a estos seres, algo de lo que posteriormente se arrepentiría,
pero quiere dejar claro que sus habitantes no se consideran cosas objetuales. No
tendría sentido referirse a ellos con el pronombre “it”, “esos”, no encontrando
un equivalente en su idioma que englobe a los dos géneros-sexos. “No puedes pensarse en los guederianos como
neutros. Son sujetos potenciales y equivalentes”. Por todo ello, al final la
autora usa el genérico del país propio del investigador y le carga a él la
responsabilidad de no haber encontrado mejor forma de denominarlos. No se
inventa un pronombre específico.
Dentro de toda esta excepcionalidad física y sexual de estos seres, y de esta heterogénea civilización; hay muchas similitudes con el mundo humano: comparten la misma tecnología, los mismos problemas existenciales, la muerte, el amor, las necesidades primarias de alimentación, refugio, sexualidad, protección y afecto y los deseos y sublimaciones que posibilitan nuestra cultura. Incluso el periodo de gestación del embrión es el mismo que en las mujeres terrícolas, o el ciclo menstrual. Para tratarse de unos fallos genéticos causados por seres humanos en un espacio y un tiempo muy distintos al nuestro, nos remiten bastante a nosotros mismos. (Incluso en los planos intelectuales y sicoafectivos) Tampoco aceptan a todos los seres, pues aquellos que tratan de prevalecer uno de sus aspectos masculinos o femeninos sobre el otro son vistos como bicho raros. También está el desprecio e indiferencia con que se trata a los esquizofrénicos, aquellos que trastocan el lenguaje y rechazan las costumbres, el honor y la religión común.
La autora no rechaza el dualismo,
la diferencia está en que no lo contradice sino que acepta las dos “manos”, la de
la luz y la de la oscuridad, como ambivalencia, sin prevalecer una sobre otra
negándola. Parece no anular ninguna de las posibilidades del mundo. Todas estas
se resumirían en dos, no siendo antagónicas sino necesariamente compatibles. De
hecho, toda la novela se establece gracias a estos dualismos y ve la autora la necesidad
de definir la unidad a través de la suma de partes que, aunque diferentes, están
cohesionadas, como la propia novela que mantiene la coherencia, la concordancia
y el sentido unitario en todo momento. Juega constantemente la autora con lo
dual: ya desde que describe las regiones de Karhide y Orgoreyn y sus
diferencias, el origen fundacional en los dos hermanos, los dos protagonistas (son
varones, pues apenas tiene presencia la mujer, a pesar de tratarse de una
autora que además quiere plantear la trasformación del concepto del género,
aunque Straven sí que es descrito como un personaje de aspecto andrógino
ambiguo) o el resto de elementos que se definen por su diferencia con su otro polo.
La autora emplea un un lenguaje
sencillo, aunque aparezca terminología propia de la política, la religión, o un
registro seudo tecno-científico y sociológico que puede despistar al lector,
aunque obedezca al tono objetivo de informe científico de investigación en el
que se expresa el diplomático en su misión pacifica de estudiar y lograr la
alianza con el planeta. Trata de mantenerse como un
testigo fidedigno, objetivo, y mimetizar la realidad del lugar, para conseguir
científicamente y rigurosamente la veracidad. Pero constantemente conjetura,
opina, no se limita a describir los hechos y costumbres, sino que hace hincapié
en unos, se adhiere a usos locales, rechaza o se extraña e impresiona de otras.
Finalmente acaba involucrado incluso emocionalmente, vitalmente, por lo que ya
es imposible mantenerse neutro. Acaba aceptando y ejerciendo las prácticas
sexuales de Kremer que en el prejuicio inicial había cuestionado. Con su
investigación lanza constantemente la comparación con nuestro mundo y la
pregunta de si esta sociedad que plantea sería posible, viable, o meramente
utópica. Al final y al cabo, es fruto de una intervención genética humana
fallida, y en muchos aspectos estos sistemas sociales son hasta deseables, y
más en el contexto de la autora. Es una novela metareflexiva, en el sentido de
que plantea un experimento mental y continuamente se refiere a sí misma y al
conjunto de hipotextos como pudieran ser estos textos míticos que se incrustan,
jugando con la intertextualidad, y con ello, como ya hemos indicado antes,
adelantándose a los metarelatos posmodernos.
Quizá haya una cantidad excesiva
de palabras inventadas en nuestra opinión, aunque esto caracteriza la ciencia
ficción, y también obliga a rellenar muchos espacios vacíos o de
indeterminación por parte del lector, que reconstruye la historia y construye
en su mente el paraje y sus particulares vecinos. El receptor va significando los
lugares más ambiguos de la novela, a la par que el protagonista, compartiendo
su extrañamiento ante este mundo y
sus costumbres diferentes a las que nos vamos habituando. La novela va explicándose
a medida que se lee, pues empieza incluso en media rex, dos años después de haber llegado el diplomático al
lugar, se omite el primer contacto con la región extraterricola, y la mayoría
de datos.

En cuanto al estilo de prosa no
nos parece muy cuidado o elaborado, sino más bien falto de recursos literarios,
con un lenguaje excesivamente sencillo, que no excede en cultismos. Las
descripciones son escuetas y funcionales (salvo el hielo que puede hiperbolizar
en este juego de metáforas, exageraciones y alegorías hasta el hartazgo) No
ocupan sus páginas grandes introspecciones psicológicas de los personajes,
tampoco son planos, como matizaremos en el análisis de personajes. Sin embargo
las digresiones por parte del narrador abundan, no delimitándose bien las
partes accesorias o de relleno de las partes fundamentales en pensamiento o
para el desarrollo de la trama. Creemos que obedece a una intención consciente
de describir detalladamente este mundo, verosímil gracias a estas notas casi al
margen que va apuntando el estudioso o el político, y para no desvelar la
trama, a bien de mantener la tensión y la expectación en el lector hasta las
últimas páginas.
No puedes saltarte nada, no sabes
en qué momento va a meter un poema precioso, un nuevo giro a la historia o una
nueva forma de pensar un concepto. De esta forma satisface a medias las
ilusiones que se va haciendo el lector, y otras quedan traicionadas, y bien son
rellenadas por el lector, o se mantienen sin respuesta, pues como dice uno de
los profetas: “sólo tiene sentido preguntar aquello que tiene respuesta”. Quizá
los fallos en cuanto a estilo se deban a la traducción. La novela, por lo
demás, engancha, va aumentando en intensidad e interés por parte del lector, a
medida que descubre más aspectos de este micro mundo y se va adentrando en el
viaje iniciático de los dos personajes. La novela se engloba dentro del subgénero
de la ciencia ficción, no distinguiéndose bien sí trata de una utopía, una
distopia, o una mezcla de ambas, pues juega con la ambivalencia de la vida en
todo momento. La idea central es una
sociedad sin género o con género neutro, lo cual plantea la sexualidad ambigua,
un aspecto físico andrógino, la abolición de la guerra, la propiedad privada,
la esclavitud, la misoginia, la homofobia…
Y otra forma de pensar la
religión, la política, la economía y la sociedad, un deseo colectivo que
compartían muchos de los autores de esta generación del mayo del 68. Puede considerarse también una novela iniciativa
y de viaje, de road movie, de tránsito
(en esta época se escriben o al menos consiguen su público las novelas de la
generación beat. Se trata de un viaje, aunque sea en trineo, por un desierto,
aunque sea de hielo) O puede verse como una novela de formación, una bildursroman,
en la que ambos protagonistas descubren la sexualidad o algo más de sí mismos y
de su interior (en esta época hippie y de psicodelia tenían mucho éxito las
novelas de Herman Hesse, y los ensayos que planteaban una sexualidad más
oriental o tántrica, una antisicología más mística, corrientes budistas y
taoístas o los trabajos de la escuela de Frankfurt que cuestionaban de raíz la
democracia, el capitalismo y los esencialismos de la religión.) Los temas de la
droga tampoco son ajenos a esta novela, o el intento de hacer una ingeniería
social a través del género de la ciencia ficción que importa no en cuanto a
posibilidad de futuro sino en la medida en que nos hace reflexionar sobre la
sociedad en la que vivimos.
2- Estructura
La novela está presentada primeramente
en forma de informe, describiendo los usos y costumbres del país a
colonizar-convencer, señalando ya los hitos temáticos que se repetirán a lo
largo de la novela. Termina con parte de los diarios de Straven, notas tomadas
por él, recopiladas luego por Genly. Además se intercalan leyendas épicas
fundacionales de cada localidad. Por tanto, hay constantes cambios de narrador
y punto de vista, jugando con diferentes perspectivas y una polifonía de voces.
La novela comienza con el ceremonial del desfile del rey y sigue con la audiencia
ante él. El tercer capítulo se dedica a la visita a los profetas, encargados de
explicarle la religión. Y hasta el capítulo 7 no entra en la verdadera materia
del libro que sería el género o su ausencia, lo cual podría frustrar al lector
que haya llegado a esta novela buscando esa lectura feminista o al menos
tolerante. Te tienes que “tragar” la descripción del rey y los profetas para
llegar al meollo. Va describiendo la
pluralidad de las interrelaciones del país a medida que el enviado se adentra
en los diferentes espacios, pues cada lugar tiene su propia idiosincrasia que
se explica al principio, centrándose luego en la parte narrativa. Para apoyar
esta contextualización de las regiones se insertan una serie de textos
mitológicos: algunos relatos tradicionales de la localidad, otros recogidos
supuestamente de la épica y epopeya tradicional. De esta forma van tomando
forma las primeras referencias y concretándose. Straven marcha al exilio,
considerado un traidor a la patria. El propio enviado en misión especial es
encarcelado, con lo que tampoco se omiten los aspectos oscuros del país como la
granja penitenciaria, o la pobreza, enfatizando en todo momento la diferencia
con nuestro sistema y prevaleciendo siempre la imaginería de esta estructura
social frente a la nuestra. Lo que desconcierta y extraña al investigador acaba
siendo aceptado, e incluso valorado, buscándose un sentimiento homólogo de
identificación en el lector. La parte final sería este viaje a través del duro
y frio desierto de hielo, como metáfora de la parte oscura de la realidad, que
es también un viaje de iniciación interior en ambos protagonistas y en el
lector.
Aun así, el hielo es
indiferente a estas metamorfosis de los personajes, pues finalmente Straven es
asesinado. Su amigo se lo comunica a su familia (al hijo que este ha tenido con
su hermano antes de ser asesinado) Al narrarles la historia, según ha ido
recogiendo las notas del político, parece involucrar también al lector a que
trasmita él mismo el relato. Al final nos sentimos participes: oyentes, como el
hijo de Straven, que debemos continuar la historia. Atrasa este final
conscientemente: el viaje en hielo se hace interminable, retardando la trama y
manteniendo el suspense. Ralentiza la historia, las preguntas no son respondidas
hasta el final, si es que lo son realmente. La novela se cierra en anillo más
que en círculo, la conclusión parece recordar a la forma con que empezó: reconociendo
la dificultad de mantenerse objetivo investigando la localidad y cómo se mezcla
lo racional y lo imaginativo tanto en el relato como en el propio mundo
paralelo. Sin embargo, no sigue una estructura lineal cronológica, pues
cualquier momento se puede interrumpir con una de las 7 historias legendarias y
hay saltos al futuro y al pasado, ya que propiamente se trata de un viaje al
futuro, y tampoco tiene gran importancia el espacio diacrónico, al pretenderse
universalizar estas singularidades y contraponerlas a nuestro mundo, o al mundo
contemporáneo de la autora en 1969.

3-Valoración de los personajes
Estraven. Es el diplomático exiliado por
el rey, acusado de traición. Pertenecía a la Comensalía y tiene que pretender
este penoso viaje de ostracismo, hablando un idioma distinto al suyo y señalado
con el dedo por haber faltado al honor de la región. Se le describe físicamente
como un niño viejo de aspecto andrógino, más femenino que masculino. Se le
presupone una intertextualidad en sus órganos. Aparece a los ojos de su amante
como un ser oscuro y reservado: No puede empatizar del todo con el trauma que
le produjo la muerte de su hermano. Ejerce un rol de maestro sobre su amigo,
también el de guía de viaje e iniciador sexual.
Genly
Ai. La autora le
describe con un color de piel oscura, que contrasta con la tez más pálida, pero
también negra, de los grederianos, aunque no explota este elemento con el tema
de la integración racial. Es enviado por la alianza de planetas Ekumen en
misión de embajador para conseguir la adhesión del país por medios pacíficos.
Se queda impresionado de la organización de este planeta y no puede mantenerse
objetivo pues el país le cambia la forma de pensar e incluso de experimentar su
sexualidad. Acaba sintiendo algo más que amistad por Estraven (afirma que se
busca en el amigo lo que tiene de nosotros mismos y del amante nos atrae la
diferencia que nos completa. El amor es una mezcla de ambos sentimientos) La
autora le hace pasarlo mal a su personaje durante toda la reclusión en la
granja, y en el viaje por el hielo, la parte dónde más conocemos la sicología profunda
de ambos personajes, y se responden algunas de las preguntas que nos habíamos
hecho. Se centra en describir la marginalidad a la que estos dos seres han sido
expulsados, que les unirá aún más en este viaje interior compartido.
El
rey Argaven V.
Se le describe como un loco que no molesta mucho, pues le manejan como quieren
los ministros y el kiorremi, los comensales. Su primo Tibe, sin embargo, es descrito como un rey calculador, pero
cruento, que quiere usurpar el poder, cuyo mayor problema es no saber cuándo parar.
Quiere llevar el planeta a la guerra, potenciando el comercio y la burocracia.
El rey maneja el reino con mano izquierda, nunca mejor dicho, pero su primo
tiene otro proyecto para el país.
4-TEMAS
Simbología de la mano izquierda
completaría de la derecha, luz/ oscuridad, vida/ muerte, feminidad
/masculinidad… y aceptación de la dualidad sin oponerla.
El
no género, la
sexualidad libre, “el estado de kremer determina toda la administración
política, social del planeta Gueden, junto al código de honor, los valores
shifgredor.” Plantea una sexualidad no
heteronormativa binaria sino ambisexual,
que no se identifica con un género específico. Estos seres intersexuales (o
hermafroditas) adquieren un rol o performatividad
sexual según las necesidades del encuentro sexual.
El kremer obedece a la necesidad
reproductiva, pero plantea abolir la familia tradicional, la discriminación por
cuestión de sexo o género (nadie te señala con el dedo), la cultura de la
violación, de dominación-sumisión, la misoginia, la homofobia e incluso la
guerra, causada por valores masculinos, los incapaces de integrar su parte
femenina, natural y creativa. La guerra parece haberla causado una mística de
masculinidad, en nombre de un eterno femenino (desde la excusa de invadir Troya
por Helena hasta el premio final de las epopeyas consistente en la princesa
como trofeo y objeto de deseo sexual, o de inspiración, pero nunca reconocida
como sujeto activo) No existe el concepto de enemigo o extranjero. No hay
tampoco discriminaciones étnicas o en cuanto a raza, pues le mismo protagonista
lo describe la autora como de tez oscura, más negro que estos extraterrestres, aunque
no explota el tema. Tampoco tiene sentido hablar de instinto maternal, al
investigador le sorprende la ternura con que ambos progenitores tratan a sus
vástagos, sin que prime un instinto u otro. El hijo ya no es una propiedad más
del padre, como el resto de propiedades que en este planeta tienen un sentido
colectivo, de comunidad. 
Sistema
económico basado
en la propiedad colectiva en las cooperativas agrarias, en las fábricas y en el
sistema de funcionariado administrativo que garantiza que haya trabajo para
todos. La tecnología ha llegado, impuesta por los Hainis y los ceteanos, los
gremios comerciantes y el partido político Comercio Libre, pero es la misma que
la humana: el motor, la televisión, la radio, los esquís, armas básicas de
saqueo…Se comunica el estado con sus súbditos a través sobre todo de la radio,
hecho que nos remite constantemente a la otra distopía lanzada por George
Orwell: la de un Gran hermano tecnológico que controla a sus ciudadanos a
través de los constantes y repetitivos mensajes de radio de su líder, y también
a El mundo feliz de Adoux Huxley, en
el que la sociedad también vive mejor supuestamente gracias al progreso tecno
científico. Téngase en cuenta el éxito, hasta casi convertirse en mitos, que
tuvo esta ciencia ficción de ingeniería social en los años 60 y 70 de
revoluciones estudiantiles. Las novelas de Ray Bradbury, como Farenheitt y otras, el Blade Runner que en su momento fue un
fracaso de taquilla o La naranja mecánica
de Anthony Burgess, que cuestionaban de raíz los principios democráticos,
militaristas y capitalistas en que se asentaba el mundo de la autora. Vendría a
completar esta serie de reflexiones hacía el futuro el Walden de Skinner, que plantea una sociedad conductista, como la
que ahora sufrimos. La autora trata de
darle una visión tecnocientificista a estas descripciones, algo que caracteriza
a la ciencia ficción: su necesidad interna de verosimilitud, de resultar
creíble. La crítica al sistema político y a lo tecnocentrico es obvia y se hace
explicita durante toda la novela, más aún si entendemos el contexto en que se
escribe la novela: en pleno mayo del 68, con un fuerte desengaño universitario
hacía el capitalismo, la guerra de Vietnam, la invención de la bomba y la
guerra atómica, la política conservadora de EEUU y por ende de la cultura
angloamericana europea.
A pesar de esto, el planeta de
Invierno también tiene un duro sistema penal y carcelario, como se denota
cuando el protagonista es encarcelado en la granja, en la que le dejan morir de
hambre y frio, además de administrarle inhibidores sexuales para impedir el
estado de kremer ya que es engorroso que en ese momento de deseo primario no
tengan pareja con la que fundirse. La
autora sugiere que también hay manipulación política a través de la radio, pero
ese sentido comunitario y de respeto al código de honor no escrito (shifgredor)
inunda todo el gobierno de un aire democrático, incluso en el mandato más
arbitrario del rey loco. Tampoco se elimina el asesinato, pero sin el sentido
bélico o nacionalista que le connota nuestro sistema. No hay esclavitud ni pena de muerte (bastante
pena es ya la natural), ni torturas.
Sistema
político.
Treinta y tres cabezas de distrito forman el cuerpo de gobierno (ejecutivo,
judicial y legislativo) Se refiere a la Gran Comensalía de Orgoreyn, pero
también a los ciudadanos, al pueblo. No se hace distinción entre individuo y estado,
historia y progreso, familia y comunidad. Por más dispersos que estén y más
plurales que sean estas regiones, todo está integrado en este sistema
monárquico con un profundo sentido unitario. Se entrevé cierto municipalismo de
inspiración anarquista, como en la comuna campesina agrícola o en la forma de
gestionar la fábrica. Tiene gran importancia la burocracia y el sistema de
funcionariado, en torno a este parlamento y en el resto de administración
estatal. Se garantiza el pleno empleo. Con una tecnología bastante básica,
muchos recursos naturales en materias primas, unas infraestructuras sencillas,
una superestructura basada en el código de honor y unas estructuras controladas
popularmente, parece que no tiene sentido hablar de plusvalía, burguesías
(aunque existan zonas portuarias comerciales y pequeños gremios comerciantes,
artesanos y de profesionales liberales) y el trabajo parece ser voluntario.
Todo ello permite hablar de un sistema más democrático que el nuestro, aunque
haya cárcel, exilio, asesinatos y guerras. La política solo se entiende y vive
comunitariamente, desde ese respeto a la tradición, al pasado, a los valores
como el honor y a la religión que posibilita que nadie pueda reírse de la
muerte de un niño, ¡por la leche de Meshe!
Religión no dualista, más práctica que mística, más clara que oscurantista, sin textos inaccesibles para el fiel cuestionados en bibliotecas privadas, ni credos institucionales, ni dogma, ni ideología y casi sin dios. Se basa en la fe personal. Los profetas tienen la función de responder las preguntas concretas de los creyentes, no de encriptar la doctrina ni de sembrar más preguntas y dudas teleológicas (al no tener respuesta la certeza de la muerte; no conciben estas mentes tan abiertas las histerias de culpa, perdón, confesión, redención.) La creencia en un todo panteísta no está reñida con el deseo sexual, sino que se apoya en esta religión casi tántrica y con sentido oriental, de sublimación y enajenación en el inconsciente colectivo. (La influencia de las teorías de Jung en la autora es más que notable)
Esa divinidad de Meshe en la que se funden ambos amantes
sin género parece ser andrógina. Se trata, en definitiva, de una filosofía
concreta y sencilla que acepta la pluralidad de la vida, sin contradicciones en
los dualismos, sin sembrar divisiones en el individuo entre su razón y sus
sentimientos o pulsiones animales. Puede inspirarse en el budismo que, sin dios ni
ídolos, aspira a un estado de meditación y contemplación del universo llamada nirvana, en la que el problemático mundo
y el ego se relativizan para abordar este problema con distanciamiento,
objetividad y serenidad y así superarlo, y no reprimirlo sino sublimarlo o
trascenderlo. La otra referencia es el taoísmo, que se basa en la paradoja de
que los polos duales del mundo no se contradicen sino que se complementan en
esta unidad conjuntiva que es el todo. La muerte forma parte del ciclo vital
(¿de qué se muere uno más que de muerte natural?). Se acepta con sereno estoicismo
el dolor, se busca el epicúreo placer, sublimándolo al infinito. No se renuncia
a la búsqueda de los absolutos, tampoco se niega la ambivalencia de la vida. Lo
metafísico no puede negar lo físico. Todo se basa en esa unión de contrarios
(oscuridad/ luz) Se elimina el dualismo por ejemplo del género, volviéndose más
ambiguo y cambiante
Todo se estructura en torno a
esta dualidad, incluso las regiones, o la fundación mítica de las ciudades, con
esa lucha de los dos hermanos que acaban fundiéndose en un todo y teniendo a un
hijo en común. Es la imagen del Ying/yang. Meshe, la divinidad principal, se
explica al pueblo en las cosmogonías y mitologías y textos sagrados, pero forma
parte también del refranero popular. No hay jerarquías ni enriquecimiento de la
cúpula o casta sacerdotal. No creen hasta no ver, como Santo Tomás. No hay
respuesta para la muerte, único misterio que seguirá sin responderse y del que
no pueden culpar a dios, como tampoco matar en su nombre. La novela tiene una
intención profundamente pacifista, que no un mensaje nihilista sino henchido de
valores democráticos y unidades de sentido en un proyecto de futuro. Los ritos
están más relacionados con lo báquico, órfico, dionisiaco que con lo apolíneo.
Se trata de danzas, cantos, elegías, acompañadas de cervezas y drogas suaves y
legales, con un sentido comunitario y lúdico. Aparecen liturgias como las
proféticas o las adivinatorias, pero no son “ciencias” especulativas sino
empíricas. El azar parece ser lo único que determina el destino trágico: “el
hielo ignora todo el viaje iniciático que compartimos” La metáfora del hielo
como lo duro de la vida, el frio de la muerte que no se endulza ocultándola,
negándola, reprimiéndola. Si se conocieran
las respuestas a los misterios no habría dios, la gente pregunta solo lo que
sabe que tiene respuesta, quien pregunta algo paga el precio de su
respuesta.
Esperemos de la misma forma, a lo
largo de este trabajo, algunas preguntas que la novela haya podido suscitar (en
su comienzo, nudo o final) sí hayan encontrado respuesta.