100 años es todo el
tiempo destinado al ser humano para realizar sus sueños. Murió Matusalén,
incluso has muerto tú, yo que te creía inmortal. Eras para mí la diosa
naturaleza, la madre tierra, un titán centenario, fuerte y dura como roca. Despertamos del sueño para sabernos más
muertos cada día pero no escribo en pasado, para mí sigues viva. Tus lágrimas
resbalan por tus arrugas y por la línea de tu sonrisa y sufrimiento. Cumplías
años el 29 de Febrero y lo celebrábamos cada 4 años, así que has muerto a los
25. Me cantabas las nanas de tu abuela y tus batallas de guerra y amor perdido.
Fuiste condecorada en la república por tu labor de enfermera. Luchaste sin más
armas que tus manos, sacando vidas de los úteros o dando aliento a los
moribundos. En mi familia eres una institución que preside nuestra mesa; Carmen
Egurrola Jocano.
Me besas con cariño en
la frente, y me das la paga en un apartado, cada día que faltara a mi cumple sumabas una moneda más. Recuerdo el
sabor de tus caramelos de menta o las muñecas de porcelana de tu cuarto, los
paseos por Granja de Moreruela, la bolsa de basura que te ponías en la cabeza
para protegerte de la lluvia y tus dos mecedoras solitarias. Tengo 18 lunas y
tu eres mi sol, mañanero y vespertino. De bebé me paseabas con el carrito
orgullosa. Siempre has sido buena, blanca e inocente, por eso te daban miedo
las cosas negras y las serpientes.
No sé si eras creyente,
los fuertes sólo creemos en esta tierra campesina, en este más acá donde
venimos a sufrir y pasarlo bien, a rezar el rosario y a bailar en las verbenas.
Naciste en un caserío, cuidabas la huerta. Escapaste de un tren en marcha en
pleno bombardeo.
Te casaste con un
minero, el amor de tu vida, que desapareció en la guerra.
Esta guerra mató a tus
hermanos y tú cuidaste de tus sobrinos, y después de tus hijos, nietos y
biznietos.
Tuviste un aborto de gemelos
y tu hijo murió en un accidente salvando la vida a un compañero Tanta muerte te
devoró las entrañas como Dionisios destripado por los titanes. Naciste y te has
ido en carnavales, la fiesta pagana del renacer de la carne, de Baco.
¡Luchadora de esta vida!: Luchaste con tu corazón.
Trabajaste con un
médico rural. Serviste en un prestigioso hotel donde te regalaban entradas para
ver coplas y corridas de toros (tu pasión). Cenabas lo mismo con jefes de altos
hornos que con obreros del pueblo Y serviste en una mansión, llena de
fantasmas. Te prometo hacer de esta historia un guion de telenovela como las
que veíamos juntos en el sofá. A ti te dormían, pero te gustaba que todo se
dividiese en buenos y malos, criados y señores.
Yo me dormía en tu regazo como un niño bueno.
Ni siquiera puedo
imaginar lo que has sufrido y reído. Lo tuyo fue andar, pisar fuerte y pisar
tierra. Madrugábamos para ir a las eras y buscar moras en las zarzas. Plantamos
un huito en un garaje pero talaron el árbol porque impedía pasar a los
coches. Pero a ti no te han talado, mi
viejo y duro roble. Caminábamos por el árido y pedregoso camino, se hace camino
al andar. El sol impregnaba a tus ojos un hálito de vida. Eres más vital que lo
que yo seré nunca, pero de ti sacaré fuerzas para serlo. Al irte se ha ido mi
infancia. A mi madre la dijiste poco antes de morir que me veías muy perdido.
Estos días no podía verte así, abuela; postrada en tu cama, encogida como un
ovillo, drogada en una especie de dulce amodorramiento, en duermevela, sin
cerrar los ojos, mientras se consumían tus suspiros. El abuelo apagó las luces
del cuarto, y como vela extinguida, te desvaneciste de la vida, envuelta en
sueños. “Sé fuerte” fue lo último que me dijiste, despedida que se prolongaba
para nunca serlo. Mientras tú sueñas, abuela, a mi me sobrecoge esta pesadilla
de perderte. Tu aletargada y yo insomne.
La vida es sueño, soñar
despiertos mientras los otros echan la siesta.
Siempre has sido dura, a vueltas de la vida pero no del amor. Así, entre
sueños te has ido, abuela, pero quedan los cuentos, los cuentos nunca nos
abandonan del todo. Te reconfortará saber que todo sigue igual; somos una
familia que se pelea por los langostinos y sigues presidiendo nuestra mesa.
Nunca viste más mundo que estos caseríos pero ¿sabes?, la vida es andar, y a
veces caerse pero resistir, no desistir, no mirar atrás. En paz te has ido,
niña dormida viendo su telenovela. .¡Que orgullo de bisabuela Carmen!. Tus
arrugas son mi sendero. Sigo el brillo de tu cara curtida por el sol del
pueblo…tu cabeza poblada de sueños y realidad. Nadie podrá decir que has muerto
porque estas viva dentro de mí y de todos los que te amamos.
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