ELS JOGLARS Era una comuna de comediantes independientes de
teatro alternativo. Su nombre homenajea a estos juglares medievales y a La Comedia del Arte. Les conocemos por
los últimos años con Albert Boadella. Nació el grupo en el 62 a raíz de un
curso de pantomima de Italo Riccardi, actor chileno formado en la tradición de
mimo de la escuela francesa. En el curso coinciden Albert Boadella, Anton Font
y Pierre Saragoussi (primeros alumnos españoles de Marcel
Marceau) y la actriz Carlos Soldevila, sus fundadores. Se resguardaron en la
Agrupació Dramàtica de Barcelona (dirigida por Frederic Roda.) Eran en su origen 15 mimos aficionados. Por el grupo
han ido pasando los actores Jesús Agelet, Pilar Sáenz, Minnie Marx, Jodi Costa,
Xavier Boada, Dolors Tuneu, Lluis Elias, Fontseré, Pep Vila, Xavi Sais, Ricciardi
y Boadella, su líder. El grupo se silenció en el gobierno de Aznar por sus
simpatías con el PSOE (e incluso les declararon personas non gratas en muchos
pueblos) y desde el 2012 su líder es Ramón Fontseré Algunos de ellos estudiaron
con Étienne Decroux. Buscan mecanizar el teatro para liberar al actor y
al público, acentuar que es una ficción, la expresividad del actor, y el mimo
latino frente al nórdico tradicional. Ensayaban en un pabellón enorme, y
experimentaban pues además de intelectual y social era un teatro vanguardista, buscando
en Europa nuevas técnicas de interpretación y puesta en escena, recursos
formales, aparataje escénico, lenguajes comunicativos- estéticos y expresivos
más sencillos y minimalistas, directos, claros, divertidos, reflexivos. Usan un
tablado sencillo, simbólico, minimalista: necesitan y quieren el espacio
minino. Derivan del teatro carnavalesco, y su teatro colorista, imaginativo e
ilusionado es fragmentado a través de gags
y sketches. El grupo itinerante se movía por el país (centrándose sobre
todo en el ámbito catalán, revindican su folk sin pecar de nacionalistas o proselitistas
de su Cataluña.) Refleja raíces populares pero a partir de la tradición
cuestionada deconstruye y revisa tópicos, proponiendo utópicas mejoras futuras,
enfocadas en el socialismo en que creen.
Este teatro reivindicativo de la libertad también ha
de ser valorado por su estética original y bien hecha; o por sus personajes de
esperpento o caricatura del comic o las películas cómicas de Charlot, Buster
Keaton, el show de Benny Hill, Jack Tati…Exageran personajes, vestuarios,
atrezos, discursos… Todo. Sus obras parecen rituales para la farsa (y no para
la farsa ritualista de creer en un dios ficticio, propia de los oficios
religiosos), teniendo como referente esas fiestas medievales y renacentistas.
Apelan a una reacción más emotiva y sensorial que a la razón y a la especulación
de ideas. Se inspiran en La Comedia del
Arte, la iluminación romántica, la
estilización del simbolismo, la referencia a la luna por parte de Pierrot, lo
espiritual pero no religioso sino carnal, terrenal. Incorporan elementos
circenses: acróbatas, malabaristas, trapecistas, a veces hasta animales del
mercado, saltimbanquis, payasos, mimos, pierrots, colombinas… sin faltar globos
para los niños. Querían llamar Giullari
al grupo, ósea bufones. Siempre intentando escapar de la censura franquista, deforman
fantásticamente la realidad (como toda ficción) y así la crítica parece más
indirecta, pero denuncia. Sufrieron marginación y persecución como los
juglares, algunos grupos de la comedía del arte, el resto de grupos
independientes o el propio Fo. Quieren invertir el texto, pues en él la ironía
expresiva no verbal prevalece. Revindican no ser juzgados por un criterio literario
sino por una teoría global del espectáculo en interrelación con las otras
artes. Dan más énfasis a la figura del actor (del grupo), del director y del
público, y no al autor. Hoy podemos debemos valorar estas obras como
literatura, por sus textos y por lo que los textos no dicen pero sugieren;
junto a sus aspectos de fotografía, escenarios, atrezos, interpretación,
vestuarios, maquillaje en cada ciencia especializada en estos apartados. Y todos
ellos en conjunto conforman un espectáculo. En las teorías posestructuralistas,
de recepción, semióticas, se da más importancia a la interacción con el
receptor (espectador, lector, visitante del museo…) y a la reinterpretación o
segunda lectura de ese receptor que a la intención del autor. Es la obra quien
nos habla y no sus creadores, según estas teorías. Aunque opino que debería
reivindicarse más el autor implícito.
Esta obra mezcla elementos de varios géneros como en
cualquier obra (incluso los autos de fe precisaban de rudimentarios sistemas de
luz, aparatejos técnicos de la época, vestuarios, maquillajes…); hay por tanto
hibridación heterogénea, una especie de “bricolaje” de materiales. Recogen los
espectáculo de este grupo (y por ende todas estas compañías amateur, no
profesionales) elementos del cine policiaco, del mudo cómico (Charlot y los ya
mencionados), del cabaret, de los títeres, los musicales, el circo pusinesco, la
historia de la “España negra”, los mitos y creencias del país… Incorporan
rasgos e hilachas del folclore popular, reflejando estereotipos sociales,
metiéndose con estos tópicos lugares comunes. En el 72, con la obra Cruel Urbis introducen el habla y la
palabra, que acompaña inferiormente al mimo y su pantomima; con un significante
vacío: ese lenguaje incomprensible que también usa Darío Fo en sus programas
televisivos o el grupo Akelarre (de hecho; representaron una obra de teatro
dadá Crujir de comedietas junto a un
grupo de poetas y artistas dadaístas llamado La Galleta del Norte en Barakaldo, al que por cierto yo pertenecí.
Su nombre se burla del periódico facha vendido en el país vasco La Gaceta del Norte, del que muchas
veces recortábamos noticias, frases, palabras para darlas un nuevo sentido
poético y no factual. Se convertía así ese lenguaje periodístico, mancillado
por el sistema económico burgués, en arte dadá, a través del azar, lo
aleatorio, el aparente caos formal, al que enseguida se encuentra un sentido,
aunque se trate de un significado más emocional que intelectual.).Usan la voz
como elemento expresivo pero al servicio de lo visual, la teatralidad, y
valoran más el espacio real que la ilusión del tiempo. Juegan con registros del
lenguaje no transitados, con lo popular, criticando lo eclesiástico, la burguesía,
a la clase media, la jerga profesional especializada representante de un sistema
económico y político. La música, el baile, la connotación corporal, la
gestualidad, la mímica, la prosémica y kinésica, los ruidos estridentes y
chillidos…son elementos tan o más importantes que el propio texto literario.
Este teatro folk acabó comercializándose por su propia supervivencia o se fue
mutando en un teatro sencillo para niños ya que era más rentable, o volviéndose
más intelectual al gusto hípster, aunque siga apelando más lo sentimental. Recuperan
temas de la cultura hegemónica pero los subvierten. Hacen una relectura y
reescritura (reinterpretación de los fondos y recomposición estructural de las
formas) en un pastiche de parodia irónica,
un nuevo simulacro (Baudrillard), homenajeando
a la par que cuestionan e innovan. Insertan al texto tradicional ingredientes nuevos,
perspectivas más libres y democráticas. Tienen siempre de referencia un modelo
que a veces celebran y siempre revisionan, decostruyendo los sentidos. Imitan a
un personaje famoso o a un político, no siempre como denuncia sino también para
confirmar su fama y popularidad (cuando es este quien paga) o cuestionar porqué
tanto éxito este señor. La parodia no siempre es denuncia. Hay una participación
social, un modelo repetido en lo griego hasta Shakespeare e incluso en Moliere,
pues es lo natural en el arte de las candilejas. Lo artificial fue el teatro
teológico (No sé por qué gusto a la iglesia tener a unos siervos obligados a la
función, aburriéndose o peor: llenándose de miedo.)
Salen y entran nuevos actores de Els Joglars, sufren
la persuasión política e ideológica, pero como siempre es entretenida la obra acaba
por funcionar sin apoyo económico institucional, movidos solo por la ilusión
con su público o el deseo de adoctrinarles hacía lo que creen correcto y echar
unas risas. Su teatro es compromiso de denuncia, participación política,
diversión, entretenimiento, juego. Recuerdan sus modos a las improvisaciones de
juglares y cómicos italianos, pero ellos sí cuentan con un texto escrito,
aunque mínimo y sobre el que improvisan, tras pocos ensayos. Estas compañías
fueron tejiendo una memoria colectiva de palabras, gestos y posturas
trasmitidas. Sus obras se impregnaban en su receptor mucho tiempo después de su
puesta en escena. Boadella o Barea son líderes pero todos los integrantes se
sienten coautores, codirectores. Solo nos han llegado algunas de sus obras
debido a la precariedad para grabar y no querer dejar demasiadas pruebas cara a
la censura. Entre ellas las más representativas de este primer periodo son El Joc en el 70, Cruel Urbis en el 71(denuncia a la tortura), Mary D´Ous en el 73(un musical con matices de melodía de fuga,
jugando con los temas de descomposición y emoción), Alias Serrallonga en el 75 (más convencional formalmente: palabra,
música, escenografía e infinidad de elementos no verbales que priman en el
espectáculo.) Implican a su público, que puede modificar la obra con su
respuesta y a su vez la obra alterar la reacción de la audiencia. En su laboratorio
escénico ensayan muchas y otras las improvisan, Seleccionando materiales entre
los fenómenos de la realidad para montar el espectáculo. Siguen un modelo de
teatro abierto (americano): abierto a un público, a la innovación formal, a
otras perspectivas. Rechazan etiquetas y formulas ya establecidas. Siempre
estan experimentando un nuevo lenguaje teatral. Es un teatro sensorial,
plástico, creando atmosferas. Su estilo original culmina en los 80-90, aunque
siga el grupo en funcionamiento.
La Torna se estrenó en
el teatro Argensola de Barbastro (Huesca) desde el día 7 hasta el 30 de
noviembre del 77. (Torna es una palabra catalana que refiere
al contrapeso añadido a una mercancía en excedente para que llegue exactamente
al peso indicado y habla por tanto de “contrapartida” y “cambio”.) El 2 de
marzo de 1974 el anarquista Salvador Puig Antich y Heinz Chez morían ejecutados
en Barcelona y Tarragona respectivamente, el mismo día, la misma comunidad
autónoma y el mismo método (garrote vil), en un esfuerzo por parte del gobierno
franquista por confundir los asesinatos para restar relevancia política a la
ejecución de aquel. Tratan los
humoristas de hacer lo mismo con otro fin: mezclar un crimen político y la
ejecución de un criminal común. Chez era presentado como la
"torna", el "redondeo" de Puig Antich. Heinz Chez, el cómico ambulante
polaco, murió como una rata sin haberse investigado los aspectos psicológicos
ni sociales de su existencia, aquellos que podían haberle llevado al crimen.
Tampoco se aclararon las extrañas condiciones en que todo se fue judializando
hasta su ejecución a garrote vil por el gobierno oficial. La intencionalidad de
esta fusión es desorientar a la opinión pública y ver las diferencias y
semejanzas en contraposición entre un activista político y un delincuente
común. Sacan
los hechos a la luz para liberarlos, 4 años después, de la mistificación construida
por el régimen. Fue un acto de defensa y de toma de posición por la elección de
vida y de arte frente a las ejecuciones a muerte. También se ejecutaba de
idéntica forma a los juglares medievales. Este cómico de la calle formaba parte
de su misma categoría: cómicos severamente estigmatizados y limitados, el democrático
sistema español en el 77, en plena Transición, hacía lo mismo que los brutos
medievales. La
patética vida de Chez ha quedado como un enigma, incluso para los que pudieron
intimar con él. Nada sabemos realmente de este hombre. Él mismo narró la muerte
de sus padres durante la guerra. Tenía cinco años. Fue internado en un campo
alemán de trabajo para niños. Y se dedicó a errar en su oficio de comediante de
calle por el mundo para ganarse la vida, solo y con toda esa carga traumática
pesando junto a su marginación, pobreza y exclusión social, viviendo casi en la
indigencia. En el 77 disparó mortalmente
sobre un guardia civil en un camping de la provincia de Tarragona. Ni antes ni
después de la ejecución se identificó nadie como familiar ni amigo. Fue un ser
solitario del que sigue sin saberse casi nada: ni de su persona y sus acciones
(es posible que hasta su nombre sea falso, su nombre real debía ser Georg
Michael Telcel). Hay pocos datos
sobre este hombre y su proceso (se decía que los jueces deliberaron mientras se
comían una paella y firmaron la sentencia ya borrachos.) Se construyó una farsa,
imitando a la farsa real de este proceso, en la que todos los personajes
actuaban con caretas a excepción de propio Chez, víctima y testigo de todo el
montaje que se creó a su alrededor...
El espectáculo se ha creado como una
versión libre sobre el tema, con la finalidad esencial de salvar del olvido una
de entre tantas injusticias cometidas en nombre de lo que se llamó justicia. Trataron
con la máxima simplicidad los elementos escénicos, la narrativa (la mayoría de
las situaciones, a pesar de su tono esperpéntico, son auténticas.) Como la
mayoría de este teatro independiente, no construyeron una tragedia sino una
comedia de máscaras tal como debía ser la visión de Chez hacía este país de
acogida, pues aquel hombre desconocía nuestra lengua, costumbres y ritos
judiciales. (Se hizo una versión de “Arlequín,
servidor de dos amos” llamada “Argelino,
servidor de los amos”.) Él, como inmigrante, no conoce el sistema de leyes,
los ritos, no entiende las preguntas que le formulan al desconocer hasta el
idioma. No entendía nada, un extrañamiento
que los actores han querido trasladar a su público. Daba la sensación de ser
todo ridículo en este sistema organizado en el ideario falangista. Es un
exiliado venido a una ciudad europea esperando salir de la miseria, engañado
por la televisión y sus series felices, pero se encuentra con unos españoles
que le explotan aún más que en su país de origen. No parece muy conseguida en
lo formal, estético, espectacular, pero tuvo gran acogida. Fue aprobada y
respetada por la censura, pues andaba en lo límite de lo simbólico y lo real:
había diluido o camuflado la denuncia, pero ahí estaba a nada que buscaras. El
tablado minimalista sirve de escenario y sugiere la idea un bar, pero podía
servir de prisión (por la que se pasean los guardias), la mesa de juzgado, el
bar del campin… Usa una escenografía simbólica, simple: una tabla sencilla
según las necesidades de escena con un inclinado vertical u horizontal según el
momento, y efecto cromático. Se mofa de la figura anacrónica y desfasada del
guardiacivil. Viene a decir: este sistema hay que cambiarlo porque está trasnochado.
La obra nos enfrenta a una continua puesta en discusión, al cuestionamiento de
todo. Los actores no se toman en serio ni así mismos ni a la obra, que en el
fondo termina el receptor. Hay toda una actitud filosófica detrás de etas
formas modernas de crear teatro. Se trata de devolver la justicia poética, en
este caso teatral, al asesinato político y cuestionar la justicia terrenal que
no investiga los casos y firma sentencias borracha. No es una obra fácil,
aparentemente sí, como un espectáculo de marionetas intrascendente, pero
ambiciona concienciar a su público. En Misterio Bufo, Darío Fo cuenta una
historia parecida con el destino de juglares y comediantes (en concreto en el homenaje
del comediante polaco Carré, un anarquista injustamente asesinado por la
guardia civil) y también en Muerte
accidental de un anárquico. Aquel “diálogo de besugos” o monologo más bien con
la policía es absurdo y divertido, delirante, no lleva a nada más que a
desnudar el mito de justicia, pues son los guardias opresivos y supuestamente
racionales los verdaderos trastornados ante la lucidez loca de su detenido.
La Torna empieza con la aparición de unos guardias con
máscaras ridículas, “¿Qué han matado en un
camping a un compañero?”, “¡Pudiera ser”! El procesado se define por su
mirada escéptica, por la forma de observarles alucinado. Es el único
personaje representado de manera absolutamente realista, con gran introspección
psicológica, el único que no lleva
máscara. (Su
uso nos devuelve a La Comedía del Arte:
Los sentimientos elevados son de lo único que no debían mofarse, por lo que no
portaban los nobles enamorados mascaras) Mascaras zoomorfas (gallina, ave, cuervos, cerdos…) y calaveras
retratan a los demás (guardiaciviles y jueces.) Se burlan de su comportamiento,
gestos, diálogos en jerga de esta policía que juega a abogada, psicóloga y
eclesiástica. El juez sólo emite
estupideces por la boca: “Le han matado, ¡pobre!,
ya descanse.” Se basa la obra en sketch, gags cómicos. El asesino no
entiende lo que dicen en catalán, se muestra estático y extrañado. Es una obra valleinclanesca, exagerada,
esperpéntica (Valle se metía mucho también con los militares en Ruedo Ibérico, Luces de Bohemia.) El
juez tiene un carácter mimético, pomposo, de tipo ocre, gris, franquista. Le
preguntan su origen. “Villa Alcantarilla
de Arriba”, responde otro por él sarcástico. ¿Profesión del padre? Le hacen una serie de preguntas personales y
absurdas. ¿Porque disparó dos en vez de
uno? Y comentarios impertinentes: ¿en tu país hay mucho money, o solo comunistas?
Constantemente danzan en torno a una revista erótica (ya hemos analizado el
fenómeno del Destape en estas ediciones pornográficas) y le preguntan por la
modelo. Le enseñan unos documentos (faltan páginas), le describe un testigo
para el retrato robot “Tiro, boca, tripa.”
Molesta el modo
tonal, exagerando acentos, matices… pues más que hablar estos policías parecen
escupirle al detenido, sin despegarse de la revista erótica ni dejar de salivar.
El juez estaba entretenido con Florinda Volcán en la Interviú. “Le tenemos rodeado, ahora le detenemos.”
Pero sus movimientos se ralentizan patéticamente al esposarle. Le firman la sentencia,
borrachos y opinando cristianamente “ya
se arreglará todo”. El implicado les da las gracias para mayor absurdo. “Estírese, relájese, expiración,
inspiración.”, como en una sesión de yoga o una preparación al parto. Le preguntan al asesino si tuvo una madre
severa freudiana y fálica, un padre duro castrador o baila drungen drungen como alemán que es. Sus padres murieron a los 6
años de edad. El guardia le habla de vaquitas, del campo, del ambiente sano de
naturaleza, uno de los tópicos que de Alemania se tenía. Al reconocerles haber
sufrido un campo de concentración, le preguntan si le torturaban, le daban
descargas eléctricas...por puro morbo. Cazar es matar algo que se mueve, opina
el policía disparando a una mosca. Entre los verdugos uno tiene un hijo con
síndrome de Down, ha venido de visita otra familia con un hijo de idéntico
problema de estigmatización. Se masturban estos “discapacitados” (según quienes
les consideran sin capacidad), y luego le dan la mano sucia. Se ha quedado el
down prendado de una chica y quiere hacerla el amor: las madres se
escandalizan, “ven, nen, vamos a comprar
un juguete”, la histérica madre chilla y le pone más nervioso. Luis
Racionero dirá que lo de sacar a escena actores representando a niños down
junto a verdugos viene de la más pura tradición de esta España negra que podría
haber pintado Solana. Con la representación ridiculiza los géneros-etiquetados;
el joven, el down, el siquiatra. Refleja los caracteres físicos y psicológicos
de estos personajes (psicólogo, abogado ridículo con discurso vacuo, fútil. inútil
que no se cree ni él) Aplican normas de protocolo de actuación a cada caso,
pero en la obra se desvirtúan del contexto legal y resultan absurdas. Mediante
la caracterización de representativos universales se identifican y reconocen
con estos personajes. Con cierto surrealismo deforma a los seres desde una
mirada nada naturalista. Cambia la cara y el carácter del actor en varias
escenas. Juega con la contradicción y el oxímoron, con poner estos puestos y
supuestos en evidencia, en dialéctica continua, distorsionada, ridiculizada,
feroz y divertida. Todo confiere una cierta brutalidad al show (el charco en
que el asesinado se cae, el discurso de seducción de la camarera.) Hay una
incoherencia e impertinencia de máscaras, exageración hiperbólica y juega entre
el dinamismo y la paralización: permanece estático el acusado polaco ante la
situación y la estructura policial-judicial-política fosilizada. Se están
emborrachando cuando firman la sentencia. También se ve lo estático en la
automatización deshumanizada de los guardias.
Mezcla modalidades visuales y gestuales, la profanación, la burla, la
mitificación, la ridiculización hacía las figuras institucionales y la
mistificada e idealizada figura del acusado. En la cárcel representada (sigue
siendo la misma tabla y mesa, que no nos engañen) se da cierta comunicación
entre nuestro protagonista y el otro prisionero, a modo de solidaridad
comunista entre el portugués y el polaco. “¿Qué
ser cojones? ¿Pelotas, bolas?” Trata de explicárselo.
Analiza el
semiótico Juri Lotman en el 74 el carácter cruel y auto irónico del teatro de
comedia (que viene de las marionetas) y del cine italiano, carácter que
atribuye a la tradición titiritera y Comedia
del arte. Así pierde carácter alegórico (simbolismo religioso) para
adquirir un valor social más marcado. El compromiso y reacción social política
vendrá de la capacidad de Els Joglars para convencer al público de su mensaje. El
espectáculo hace hincapié en la emotividad del espectador, lo pasional,
Investigan con un laboratorio aparte de la escenificación y ensayo estas
propuestas de trabajo con máscaras y disfraces. Lo paradójico y la parodia
prevalece con la expresión gestual corporal, y el lenguaje verbal se da no por
lo que dice sino por cómo se expresa con acentos exagerados, tonos y matices
del habla. Todo ello añade efectos caricaturales a la farsa. El lenguaje no
añade nada de información, se apoya en la gestualidad, y en otros elementos
expresivos diferentes siendo lo sonoro lo más característico, pero no lo único.
Hay una elipsis de la sangre como tal y cuando aparece la sangre del asesinado
es una mancha de tomate ridícula. Dibujan un simbólico y llamativo charco rojo
pisoteado por los guardias y clientes del bar. Juegan con el instrumento de
tortura: el garrote vil. Desde el absurdo irónico, omite en elipsis la
violencia y sus consecuencias, corroída por el distanciamiento humorístico,
invalidada por su carácter grotesco e insostenible. Parece no haber habido más
crimen que el de estar aguantando al Franco.
El 2 de
diciembre del 77, dos años después de la lenta agonía de Franco y dos días de
su último estreno en el Teatro Bartrina de Reus (Tarragona), tras sólo 40
representaciones, el capitán general de Cataluña prohibió la representación y
el director, Albert Boadella, fue detenido y encarcelado. Fue trasladado a un hospital (obviamente se escapó),
pero no sería formalmente exculpado hasta febrero de 1981. El mismo sistema le
había condenado a la cárcel por una farsa sobre un condenado a la cárcel. La
torna de la torna. El colmo de los colmos. Le juzgan en un tribunal militar real
por insulto y ofensa a la guardia civil y a los tribunales militares. (Este
destino aguardaba a muchos juglares y cómicos renacentistas.) Tas unas pocas representaciones le llevan a él mismo
a la cárcel en aquel mismo sistema penal judicial tan franquista. Se inició un
consejo de guerra contra varios miembros de la compañía. Años más tarde, seis
actores de la obra, entre ellos Ferran Rañé y Arnau Vilardebó, demandaron a
Boadella defendiendo que La torna era una creación colectiva que fue
tomando cuerpo en los ensayos con la participación todos los actores y no cn el
protagonismo de este señor, que se excedía a sus funciones de director y actor
secundario. La mayoría de estas compañías sentían estar con creando y actuando
entre todos, por lo que no solía haber cabecillas, aunque en este caso y en la
Karraka si había un miembro con mayor trascendencia. A los compañeros de la
obra les sentó mal que llevara la obra con otra gente a escena y por eso le
denuncia. Boadella saca entonces La Torna
de la Torna, jugando con el meta espectáculo interespectacular, la caja de
muñecas rusas o chinas, el disfraz y espejo sobre el espejo, aquel juego del
teatro barroco, tan de moda estos años que hasta Pilar Miró se atrevió con El perro del hortelano de Lope. Este
retorno y remix se estrenó en Reus el 25 de junio de 2005. En el nuevo montaje;
un grupo de viejos militares, los mismos implicados en el caso, residentes
ahora en un geriátrico, sueñan que se les aparecen escenas del montaje original
de La torna. En 2006 los tribunales sentenciaron a favor de Boadella. Pasó
a la historia española este juicio por haber sido causa, en plena Transición,
de un consejo de guerra dictado contra los componentes de una compañía de
cultura y provocó un movimiento de repulsa tanto nacional como en la
internacionalidad democrática en favor de la libertad de expresión. Actualmente el grupo no revindica tanto la
catalanidad, e incluso denuncian sociopolíticamente su tierra “independiente”.
Hace 5 años dejó el grupo Boadella y siguen su estela sus colaboradores. No es
su obra más exitosa ni la mejor desde un punto vista formal o estético, pero sí
es muy representativa del teatro de la Transición. Ha llegado fragmentaria,
trataron de no dejar rastro ante la posible censura o juicios posteriores, como
efectivamente los tuvo.
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