sábado, 23 de febrero de 2019

LO QUE BORGES ENSEÑÓ A CERVANTES

El vol. Lo que Borges enseñó a Cervantes: Introducción a la literatura comparada sintetiza críticamente las principales teorías y perspectivas dentro de la ciencia, y por tanto es la forma idónea de que un estudiante de posgrado se adentre en la disciplina. Darío Villanueva, además de haber sido director de la RAE, presidió varios organismos relacionados con ella: la Asociación Internacional de Hispanistas, la Sociedad Española de Literatura General y Comparada (SELGYC) y la Asociación Española de Teoría de la Literatura (ASETEL). Fue catedrático de Literatura Comparada en la Universidad de Santiago, y rector en ella entre 1994 y 2002. Haun Saussy es un erudito reputado (presidió la Asociación Americana de Literatura Comparada y fue profesor en la Universidad de Chicago), y César Domínguez ostentó la Cátedra Jean Monnet de Integración Europea y también fue profesor en Santiago. Ellos mismos forman un contexto variopinto y multicéntrico, de lo local a lo global, estudiando una materia que se define por su heterogeneidad, pretendiendo ampliar el horizonte en sus diferencias complejas. Quizá se tenga la impresión que la ocupación de los comparatistas es fundamentalmente epistemológica, pero en este libro hay una preocupación a su vez por lo ético, educativo, social, por ese lector común que revindicó Virginia Woolf: interlocutor ideal que disfruta leyendo y asociando las obras a su enciclopedia mental, relacionando, contactando obras. Una comp. literaria consiste en leer una obra a través de otras; hallar trasferencias y conexiones entre obras, artes y contextos culturales.. “Inter” y “trans” serán los prefijos que recorrerán este ensayo. El eje vertebrador de los capítulos lo protagoniza sin duda la utopía de Liter. Mundial (Weltliteratur) de Goethe. Siguen una evolución casi cronológica: comienza en los inicios de la disciplina (no ocultando las vicisitudes en el periplo) y acaba en una posmodernidad como amenaza de oportunidad, apocalíptica o integrada. Se puede uno abocar al nihilismo del desprestigio universitario de la filología y del mismo oscurecimiento de los estudios humanísticos durante toda su trayectoria, o aferrarse en la Resperanza de su amplitud de objetos de estudio y perspectivas. La clásica definición de Henry Remak «La Liter. Comparada la estudia más allá de los confines de un país particular, y en sus relaciones con otras áreas de conocimiento” quedó cuestionada por las dudas que la teoría deconstructivista lanzó sobre la trascendencia de la liter.; y por la nivelación posmoderna que la ha desvalorizado en el “cualquier frase del twitter sobre Borges me vale” y en unas meta e inter redes sociales que más que transduccir en la praxis copian-pegan, mimetizan mensajes descontextualizados, fragmentarios y reiterativos más fielmente que esos copistas medievales siguiendo a Aristóteles (El apocalíptico U. Eco caricaturizaba al posmoderno de nuevo escolástico del sistema dictado por EEUU.) Y así se olvida lo realmente importante en literatura: seguir creando y leyéndola. Los llamados Estudios Culturales no significan tampoco una solución, sobre todo en su realización norteamericana. Su apertura temática los ha convertido en un cierto cajón de sastre en el que la liter. resulta un simple almacén de bigdata, más información repetida a lo loro para aprobar un examen que logos- palabra trascendida en conocimiento simbólico e interiorizado por su receptor.
La Liter. Comparada debería representar la experiencia de los grupos archilectores y no el gusto o canon personal del crítico. Y conciliar lo individual con lo plural de cada creador-receptor y con lo universal que tiene el humanismo en cuanto parte de lo humano. El teórico rumano A. Marino en su libro de 1977 La critique des idées littéraires aseguraba que existe una «lectura simultánea» por la que la historia literaria deja de ser una diacronía para establecerse en la práctica lectora en sincronía, invadiendo la lectura el tiempo y espacio de este receptor y trascendiéndolo a un marco espaciotemporal ficticio. Desde el punto de vista del lector, T. S. Eliot puede influir en Shakespeare, tal como hace un personaje de la divertida novela de David Lodge El mundo es un pañuelo. Una lectura que se haga de Cervantes influye en cómo se comprende las metaficciones de Borges y al revés, lo cual explica el título paradójico. El ensayo desfamiliariza los prejuicios ya desde esta valiente titulación (¡Pero sí uno es anterior al otro…!) Por cierto; en la primera publicación en EEUU llevaba una denominación más academicista, Introducing Comparative Literature. New Trends and Applications. En la edición castellana se ha pretendido una intención más divulgativa, buscando a ese lector común que ha existido siempre y, en fin de cuentas, es el buen lector. Este manual introductorio pretende proporcionar un enfoque claro y conciso de la disciplina a universitarios sin conocimientos previos sobre Liter. Comparada (o limitados); invita a ser leído durante el curso de un seminario (ha sido el caso), así como a cualquier lector interesado.

Alcanzará su objetivo si consigue demostrar que su estudio no ha muerto, y que las comparaciones no son odiosas, a no ser que se entienda por «odiosas» esas nuevas problemáticas, como las llama Guillén. Se pretenden sanar las carencias que nacionalismo y positivismo han provocado en estos estudios, pero es inevitable que surjan nuevos conflictos. Ha prevalecido la Historia literaria, quizá por una lectura romanticista, sobre la teoría, pero Guillén recuerda que hasta hace pocos siglos priorizaban las poeticas. No hace falta retrotraerse a la edad media, donde todo estudio del texto profano estaba subordinado al esencialismo (sí “cuadraba” con su doctrina) porque basta recordar el panorama hace 50 años. Dependerá el futuro de la disciplina de la amplitud cultural y tolerante de los críticos, de su capacidad para establecer analogías y paradojas en lecturas más detalladas (close reading) que distantes. Se trata de multiplicar la secuencia diacrónica en distintos ámbitos lingüísticos supranacionales y abrir los márgenes del estudio literario hacía nuevos horizontes de trabajo (la liter. poscolonial o desterritorial, la visión de género, los estudios interculturales…) Se evidencia por tantas y diversas formas de entender el fenómeno literario que “los muertos que vos matasteis gozan de buena salud” (frase incorrectamente atribuida al Don Juan de Tirso de Molina.) El libro se divide en nueve capítulos. El 1º, 8º y 9º escritos por Villanueva; el 2º, 3º y 7º por Domínguez; y el 4º, 5º y 6º por Saussy. Los siete primeros ofrecen los enfoques más relevantes en el momento actual para una sistematización científica de la investigación empírica (sobre la experiencia del lector común), y los últimos abordan la amenaza de muerte y la esperanza de estos estudios. La definición de Liter. comparada queda así abierta: un proceso de recepción y re-escritura en circulación (traducción, adaptación, transmediación…) observando patrones repetidos en diferentes escalas espacio-temporales. Les influye mucho en esta concepción del comparatismo el célebre ensayo de Claudio Guillén, “La literatura como sistema.” Estas relaciones establecidas entre obras diversas, dinámicas y relativas en su diacronía, forma complejos sistemas literarios. Esto obliga a reconocer la vida de las obras más allá de sus culturas originarias, según ponen en boca del estudioso eslovaco David Damrosch y a definir relaciones (correlatos, variaciones, rupturas, bucles) entre obras en otros contextos. Más que de “comparar”; se trata de “poner en relación”, comunicar unas obras con otras aunque aparentemente las separen brechas abismales. Vill. resume los paradigmas de Tinianov, Mukařovský, Vodicka, Lotman, Groeben, Schmidt, Tötösy, Lambert, Marino, Casanova, Moretti, Miner o Skwarczynska sobre la Liter. Comparatista y un parénquima de cuestiones: la educación, la aculturación, la transducción, la formación del canon, la circulación de obras… Saussy sugiere la idea de contemplar palabras, textos y contextos como invenciones y respuesta a unas necesidades sociales y psicológicas. Esa difusión espaciotemporal requiere una óptica comparatista que no solo perciba autores, obras y movimiento sino el descubrimiento y el uso adaptativo de los lectores. A pesar de que algunos diagnostiquen estos estudios en crisis o den su parte de defunción; nuevas perspectivas los amplían: la teoría de la Recepción de Iser y Jauss cuestionan la tradicional pasividad del receptor en su dialogo directo con la obra más que con el autor Y la teoría de los Polisistemas de Itamar Even-Zohar reconsidera el canon al reconocer la pluralidad de otros sistemas polivalentes, igualmente válidos.

El capítulo 1 analiza la posición de la Liter. Comparada dentro de los estudios literarios, que constituyen una red rizomática de cruces entre la poética, la teoría, la crítica y la historia de la liter., cada una de ellas con sus propias tradiciones y metodologías distintas. Revisa brevemente la historia de la disciplina, desde sus orígenes hasta el presente, esbozando su espiral evolutiva, presentando un escenario cada vez más amplio de tejidos artísticos, más allá de la tradicional compilación de “escuelas, temas, influencias, motivos, símbolos y motivaciones nacionales”, pues se ha dispersado en otras secciones anatómica, en diálogos políglotas y perspectivas migrantes y exiliadas, resultado de las experiencias vitales de muchos comparatistas, conscientes de que sus culturas y naciones ya nunca podrán ser solo una. Vill. establece el marco de estudio. Más que definirla, abre una dialéctica con el lector pues la disciplina está continuamente mutas mutandi, ampliando su campo y objetos de estudio, abarcando un horizonte más global e incidiendo más en las diferentes mediaciones y momentos de recepción (la influencia implica recepción en el autor. Una nueva concepción de la poligénesis ha contribuido a ampliar también sus horizontes) y posprocesados. Frente al modelo cronológico, historicista y biografista heredado del positivismo, actualmente se interrelacionan nuevos aspectos, intentando apartarse de las deficiencias a las que ha llevado su ideologización: nacionalismos, etnocentrismos, angloeruocentrismos, un “multiculturalismo” que creía que bastaba tener muchas culturas y desconocía que es necesaria la interculturalidad igual que no se puede compartimentar en especialidades y parcelas-estanco. Han aislado los fenómenos y se trata de integrarlos.

En el siglo XX la Liter. Comparada entra en la universidad (en un contexto sobretodo norteamericano) se celebran congresos internacionales, se publica en revistas especializadas… y va aumentando el interés tras la 2ªg.m. siempre aquejada por las intromisiones del poder (las guerras mundiales o la guerra fría con sus dos posicionamientos). El nuevo paradigma no anula el anterior; lo completa y pretende corregir sus errores. No parece convencerles las metodologías deconstructivistas en su praxis de unos estudios culturales, de género o poscoloniales realizados desde el relativismo hermenéutico. Se trata de unir y no de separar, pues relacionar implica integrar: una liter. Desterritorial, pos y descolonial (de lo centralizado por la metrópoli colonial o el centro de poder a lo autonómico y local revalorando incluso lo oral y tribal sin caer en lo que llaman provincialismo) e incluso trasfronteriza en las difusas barreras de los géneros y entre otras disciplinas artísticas o humanísticas. Pretende atenerse a la fenomenología de la experiencia lectora Obra-receptor y no irse por las ramas noumenicas, pero sí abrirse a nuevas cosmovisiones, pues la liter. y su estudio siempre están sedientas de novedad y a punto siempre de llegar no puede autoconcluir. Para solucionar las nuevas dialécticas surge esta teoría interliteraria, caracterizada por su tolerancia con lo plural y heterogéneo.
En el cap. 2 se muestra cómo nace la teoría interliteraria entre la división convencional de la escuela «francesa” insistiendo en las influencias y la «americana» incidiendo en segmentar una pluralidad de estudios en los que ha irrumpido cierto relativismo interpretativo. Los estudios descoloniales desafían el concepto y el canon occidental literario (tema al que volverá en el cap. 4) obedeciendo a un creciente interés por la Liter. Mundial en los últimos diez años. Este interés, más lejano o más cercano culturalmente, es temático. El objetivo de este cap. es reforzar varios ejes estructurales paralelos al núcleo vascular de la teoría americano-francesa encarnada por René Wellek (1958) y Paul Van Tieghem (1931). A estos niveles habría que añadir simultáneamente el elemento de origen, destino, y sus respectivos contextos. Estudía esas formas de recepción, que permiten al autor equilibrar filiaciones genéticas y afinidades tipológicas y de representación en el nivel individual, psicológico y sociológico. El cap. concluye con una serie de casos prácticos destinados a proporcionar aplicaciones visibles de la teoría de Ďurišin, incluyendo la multifuncionalidad, la complementariedad de la tradición oral, o la incorporación tardía de la crítica literaria occidental a culturas no occidentales, anticipando la discusión sobre Descolonialidad que se presenta en el capítulo siguiente. Cómo pervive lo colonial en la liter. se denota en el hecho de que quien quiera ilustrarse en un país africano o bien ha de ir a una universidad con un plan eurocentrista o estudiar en una universidad del núcleo central urbano que ha asimilado el mismo plan; o en que escritores victimas del apartheid hayan tenido que publicar en la lengua considerada invasora de la nativa.

Los cap. 3º, 4º y 5 exploran el concepto de World Literature estudiando la comunicación y circulación temática de textos a través de medios y espacios que no pueden ignorarse. En el cap. 3º se refiere a los estudios descoloniales, un campo estrechamente asociado con América Latina que muestra cómo, aunque el imperialismo puede estar superados en el orden político, siguen sus mecanismos del poder y su huella y trauma cultural. Propone R. Panikkar que junto a una filosofía trascendental, moral, del lenguaje y fenomenológica (métodos analógicos todos ellos) se añada el método dialógico imparativo, que como todo dialogo es una postura más abierta y horizontal y el propio para estudiar la obra abierta. Se trata de reintegrar lo popular y folclórico (folk) frente a lo etnocéntrico en esta globalización, lo original e individual frente al discurso único dictado neoliberal. Discute así una revisión del mercado común de obras “mundial, universal” revindicando reconocer obras marginadas no por su falta de calidad sino por criterios extraliterarios. La Liter. Global es más que información o metadato: son conocimientos. Esta nueva metodología revalora el trabajo en equipo (este ensayo es un ejemplo de esa colaboración entre academias.) El eje espacial ha de ensancharse y cuestionar la división temporal clásica en corrientes y obras canónicas, atendiendo a áreas minoritarias en el mercado lingüístico y literario. Buscar lo universal de cada individualidad cultural: tendemos a imitarnos entre nosotros, sin caer por ello en significaciones esencialistas excluyente. Y contemplar los efectos en el receptor, su “catarsis emocional”, siendo el componente afectivo tan o más cardinal que el intelectual en el origen, intermediación y destino de la obra. La “transposición intersemiótica” de Jakobson es la transducción o transmisión más la transformación que implica en el receptor, aunque no la formalice por escrito. Al analizar la liter. como un sistema de signos se cuestiona la autonomía de géneros que quedan hibridados, de las corrientes, de las culturas jactadas de aisladas de otros ecosistemas y de la especialización de ciencias y artes.

En una sociedad de información y comunicación sigue siendo urgente trascender la palabra Logos con sentidos humanos (tras su secularización de la superchería.) El debate sobre el papel de los escritos post-coloniales en la formación del canon (véase el Informe Bernheimer) se llevó a cabo durante el proceso de descolonización y el desarrollo estas antiguas colonias de literaturas nacionales. W. Mignolo ha mostrado que se trata de un proceso de desvinculación, y Domínguez se pregunta dónde se sitúa la comp. en esta situación y para ello esboza un resumen de la filosofía comparativa de Panikkar, C. Shunqing, Z. Yu, y diversos estudiosos latinoamericanos; mostrando las tensiones entre la “desvinculación”, que busca representaciones mutuamente excluyentes entre culturas y realza las diferencias, y la idea de L. Xing de “similitudes ambiguas”. Todos estos nuevos brotes aumentan el tronco del proyecto de la Liter. Comparada. Domínguez reconoce las contribuciones del comité de “Historias Literarias Comparadas” de la Asociación Internacional AILC / ICLA, que ya en su denominación en plural sirve de ejemplo de estas relaciones entre comunidades interliterarias. Habla de mapas, puntos de conexión y margino-centrismo, haciendo hincapié en el enfoque sistémico utilizado. A la discusión se sustenta con referencias a trabajos de investigadores como M. C. Papa, J. Neubauer, y emplea (llevando a la praxis empírica esta relación interartistica que teoriza) gráficos destinados a hacer que los puntos teóricos sean más visibles. En el cap. 4º cuenta la anécdota de Goethe percatándose de que había más liter. aparte de la suya, y presenta el punto de vista estético y filosófico de Hegel enfocando el hecho literario como otra dialéctica en busca de síntesis y la perspectiva sociológica de su discípulo Marx. Sigue pidiendo visibilizar la obra del mal llamado tercer mundo, el ensanchamiento geográfico y en general de los estudios. Habrá que aceptar que incluso términos formalistas, concebidos para denominar estrictamente conceptos lingüísticos, tienen su carga connotativa; las humanidades nunca podrán ser otra ciencia más en el positivismo de Comte, escapa a las clasificaciones de Dithley y no puede reducirse a sus acólitos naturalistas. Ese pretender “no meterse en política y contextos” entraña lo más conservador de una obra: su estancamiento en una normativa lingüística formal sin entender que su uso muta, evoluciona, y así debe recogerlo la academia. No solo reconociendo el lenguaje popular, su lucha de neologismos y arcaísmos; sino las mutaciones trasnacionales que sufren las lenguas. En la práctica no estudiamos la liter. de África sino a tal autor del sub o hipercanon africano. Analiza los procesos aculturación, transculturación, difusión, asimilación, neoculturacion, desculturización, el predominio de la metrópolis representando la Civilización sobre lo colonizado y de lo céntrico sobre lo periférico. Para ello la disciplina ha de relacionarse con la antropología, sociología... Las traduciones y readaptaciones han sido constantes y con un hilo conductor reconocible, hay que pensar en la obra como en un descubrimiento, una exploración y no como una colonización de nuestra interpretación “civilizada”. La liter. es la suma de palabras comunes a un diccionario informal y personal, humano.

El capítulo 5 La escritura consiste en un uso del lenguaje que testifica la creatividad y vida humana; está íntimamente ligada al propósito de superar nuestra mortalidad. La liter. trata estos temas que nos preocupan a los seres humanos a través del tiempo y del espacio, que son en el fondo finitos (resumidos en amar, morir) pero no los sentidos que les damos. Nos permite escuchar a quienes murieron, redescubrir lenguas extintas, mundos desaparecidos y descubrir visiones del mundo distintas a la nuestra, que la enriquecen. Para G. Steiner también alude cada creación a temas anteriores y juzga la posmoderna de variaciones sobre un mismo tema “sin tema”. No se puede concebir una liter. sin tema y la posmoderna precisamente se caracteriza por su intereferencial. Pero cuando se deja la obra tan en dialogo con el receptor siempre corre el peligro de la sobreinterpretación o de una comprensión extraña al texto (pues no hay malas o buenas lecturas, malinterpretaciones de la lectura única, igual que no hay bien o mal pensantes sino librepensadores), pero sí debe ser coherente la lectura con lo que el autor ha querido expresar. Los tópicos pueden reflejar cosmovisiones nacionales, tradiciones y volverse incluso motivos temáticos: el amor, el número tres (el preferido por Aristóteles para su organización de ideas), el viaje…Son recurrentes y tampoco tantos, pero sí han ido variando los sentidos históricamente, en cuanto el ser humano es un organismo vivo, mutable sicoafectivamente. Es interesante analizar el chauvinismo en una obra del romanticismo francés, lo que no interesa es que esta creación “importante, esencial” eclipse la posibilidad de leer otras. En las mitologías, tradiciones, ritualizaciones, tabús, elipsis con lo sagrado…se pueden hallar esos arquetipos y prototipos que Jung denota en la sique individual y en un inconsciente colectivo por distantes en contextos culturales que se hallen (Campbell analiza la figura del héroe, la máscara y el viaje en su conocida obra.) En este sentido, toda cultura indígena, la tradición cultural milenaria china en concreto, tienen mucho que decir.

Estas repeticiones de moldes universales en temas o caracteres de personajes no debe llevar a buscar leyes universales, inmutables, atemporales… sin examinar detenidamente el contexto (sociológico, religioso…) No es comparar “esta obra es igual que la otra” sino preguntar qué tipo de relación guarda con aquella. Desde Aristóteles se sabe que la liter. refleja a veces la estética de la fealdad (Platón jamás toleró la mimesis de lo no-bello.) Amor y muerte reinan entre los temas, tan relacionados como la pequeña muerte del orgasmo francés o la trascendencia hybris del amor platónico-romántico pretendiendo sobrevivirla. La muerte aceptada dentro del ciclo vital, con sus ambivalencias dramáticas y cómicas, leves y graves… el amor y la guerra (la destrucción legitimada en el honor y amor patriótico.) No es literatura comparada inventariar que en El amor en los tiempos del cólera sus ejes temáticos son el amor y la guerra sino argumentar la relación entre ambos conceptos. Claro que se topara con una autocensura psicológica: la obra despierta algo en el interior del receptor y no se quiere ver. (¡Cuentan la anécdota de que le pasó a Freud!)

El cap. 6 se dedica a ofrecer nuevas perspectivas sobre la diversidad de lenguas, la traducción (otra transducción), su invisibilidad, la ocasional imposibilidad de obras o términos intraducibles. Gracias a la esta transducción las obras literarias circulan a través del tiempo y el espacio, las literaturas entran en contacto entre sí. Los temas literarios constituyen un inventario finito pero su polisignificación, polisemia, y ambigüedad se traslada incluso al plano más pragmático y morfosintáctico, dándose también allí luchas de poder y comercio (importación y exportación de préstamos lingüísticos, lucha generacional entre arcaísmos y neologismos.) El fin de la traducción parece ser borrarse así misma: injustamente no los recordamos a estos trasmisores de la forma y muchas veces de los fondos. Si se visibiliza demasiado su esfuerzo lo acusamos de falta de rigor y de fidelidad, sobreinterpretación. Se trata más de acercar el lector al escritor como afirmaba Venuti y habría que reflexionar sí el lenguaje no es siempre citacional, meta, referenciándose así mismo, construido de palabras robadas del diccionario, del habla común y de las correlaciones entre otros códigos plurales, no solo los estrictamente literarios. El autor no es original en las palabras sino en el uso personal que las da, ni en los temas sino en los tratamientos literarios a estos. Se apropia de lo universal, lo singulariza y vuelve su subjetividad universal para otra individualidad. El texto quizá sea siempre hipertexto, macramé de otros tejidos culturales. El valor de la traducción universal es comercial para Apter y lo intraducible el hogar sagrado de la propia identidad. Parece que incluso una disciplina como la traducción (que trata de mimetizar lo más fiel posible unos significantes en otro código) está impregnada a su vez de significaciones ideológicas: posturas más estilistas, arcaicas, provincialistas…Definirlo como intraducible es una forma de traducirlo y hay que distinguir entre lo aun no traducido y lo traduciendo. La liter. Europea medieval no puede discutirse sin sus modelos latinos (Curtius). La diglosia sería el conocimiento de al menos dos lenguas cuya relación, mediada por el contexto y la acción social, sitúa y estratifica determinadas áreas del lenguaje fuera del habla ordinaria. Multiplicándose exponencialmente en la poliglotía. Sin embargo, lo “macarrónico” instala un carnaval entre sagrado y profano (Bajtin). Analiza el multilingüismo, la mezcla de códigos más allá de la monolengua (ese inglés comercial, no el culto de Shakespeare sino pragmático, esperanto universal como antes el latín, que Huxley parodiaba en su obra) asociándolo por ejemplo a la realidad del criollo. La traducción es más que un vínculo entre dos zonas en blanco. Recuerda a los comparatistas la necesidad de ser poliglotas en su lectura. Saber un idioma no es solo conocer su gramática y hablarlo, sino entender sus sentidos para no ser analfabetos funcionales. La existencia de traducciones no debe excusar el monolingüismo. La estructura fractal de este vol. refleja la historia de la propia disciplina comparatista, ya que, como puede observarse, cada cap. envía a anteriores, a varios niveles de lectura. Una vez que tenemos una idea más clara de esta inmensa red interliteraria, el cap. 7 aborda la posibilidad de construir historias literarias inter y transnacionales. La historia literaria comparada se ha convertido en un campo más experimental en las últimas tres décadas, y merece ser discutido un punto de vista alternativo sobre la liter. en el tiempo, en contraste con la restricción típica que responde a las líneas nacionales. La Liter. Comparada no es un catálogo de publicaciones, una historia de anécdotas, ni una lista positivista de escritores y obras clasificadas en su sección espaciotemporal como si de un coleccionismo de mariposas incrustadas en un manual- álbum se tratara. Habría que replantear la ordenación en periodos amplios y el contenido, incluyendo y revalorizando a los eternos secundarios. “Implica la continuidad de ciertos componentes y la desaparición de otros, el despertar de posibilidades olvidadas, la veloz irrupción de novedades, el efecto retardado de otras” (Entre lo uno y lo diverso.)

Los múltiples subalternos (mujer esclava doméstica-negra-pobre-analfabeta-sureña) tienen algo que decir, aunque sea en la narración testimonial de quien puede darles voz y letra relatando su historia de esclavitud. Se trata de reconocer que la ciencia humanística tiene más de humana que de ciencia, lo que no aminora la dificultad de sus estudios y aumenta su importancia e interés social. La Liter. Relacionada (un término más riguroso que “comparar”, que sugiere competir por el canon, “compare nuestra gama de productos y elija el mejor”) busca similitudes, diferencias, paralelos, contrastes, analogías… estudia diacrónicamente estas variaciones aceptando y analizando su relatividad histórica, en vez de atenerse a unas supuestas leyes universales, eternas… esencialistas. Comparar sería elegir una pluralidad de obras (la libertad siempre es de elección, y condena a equivocarse) que presenten varias situaciones culturales diferentes pero con algún parecido, en el periodo y espacio lo más abierto posible, rastreando su línea de evolución histórica e ideologica (por lo que es necesaria la simbiosis interdisciplinaria), privilegiando comparar las más cercanas espacial y temporalmente o que compartan más significados, reconociendo asimismo sus distintivos. A través de hipótesis deducidas de una lectura empírica (sin prejuicios a priori) se logra una síntesis aceptable a estas dialécticas y se plantean nuevas preguntas desde otros enfoques. J. Culler dirá que la teoría crítica es una suma de pensamiento y escritura de límites difícilmente definibles, buscando la solución práctica a los problemas y la concepción de leyes interliterarias tras la lectura y no previas a esta.

Ilustra estas ideas ejemplos de algunos trabajos concretos pioneros interesantes (sobre literaturas marginadas africanas, caribeñas, suramericanas, mediterráneas…estudios culturales internacionales dinámicos, migrantes, que incluso plantean ecocríticas.) En este mapa de archipiélagos culturales hay que considerar los fenómenos migratorios que les apartan de su condición de islas aisladas. Diacrónicamente hay nodos temporales que unen distintas corrientes y las separan, pues reflejan generalmente momentos de disyunción y crisis. En torno a la ciudad, metrópoli, lo céntrico, se van tejiendo nodos culturales que han tratado de invisibilizar otros. Debe reescribirse el paradigma cultural desde los márgenes, adscribiendo una dimensión dialógica, tanto internamente (en diálogo con estas otras tradiciones) como externamente (en diálogo con perspectivas culturales mayores.) Ha prevalecido en el estudio la liter. del Norte sobre la del Sur, la del hombre sobre la mujer, la del blanco de clase alta con ilustración eurocéntrica y después norteamericana sobre la escrita desde la marginalidad. Se cree tejida en una conquista del este al oeste pero el estudio histórico recuerda que más bien ha sido al revés. Ha dominado la cosmovisión occidental sobre la oriental, y hay que replantear el eje espacial en lo trasnacional. Hay que ser conscientes de estos nodos temporales, topográficos, institucionales, figurativos, incluso cartografías emocionales. Un nodo es un núcleo dentro de una red cruzada, como la literaria. Hay que romper las fronteras académicas, lingüísticas y los mitos de culturas aisladas tendiendo puentes de interculturalidad, cosiendo y no segmentando las alas de pobres mariposas como puede llamarse metafóricamente a las literaturas del trauma (entre ellas la del holocausto, la del género, la de la plural perfomatividad sexual, la concebida desde la diferencia mental que esta civilización en su mito de racionalismo ha siquiatrizado.) Los marginados del centro unitario escriben desde donde les dejan: desde los márgenes, las afueras, las diásporas y múltiples exilios exteriores e interiores. Lo rural, la raza, el sexo, su orientación… son determinaciones biológicas en el creador que pueden apartar su obra del estudio. Se trata de acercarse a lecturas outsider y “tierra de nadie”, (la confeccionada en Gibraltar), reconocer sus dependencias y autonomías (literarias), su originalidad y dialogo con otras, y no tratar de simplificar el trabajo con reduccionismos sino afrontar valientemente la heterogénea problemática de estos nuevos objetos de estudio.

En los dos últimos capítulos, Vill. cierra en una elipsis parcial el debate, reconociendo por qué se ha diagnosticado una crisis real a estas disciplinas, bosquejando sus problemas actuales, y hacía dónde mirar: es necesaria la relación inter-artística e internacional. El libro termina con este “regreso a la literatura”, un cap. que replica, en su movimiento pendular, cuestiones y controversias presentadas a lo largo del vol. Esta transposición replicativa introduce preocupaciones actuales sobre el papel de formatos hipertextuales y digitales en la creación artística, en su tensión entre puntos de visión o de ceguera concretos. Ofrece una visión comprensiva del fenómeno de las nuevas tecnologías, del papel de las obras artísticas y las culturas dentro del mercado de la comunicación con sus nuevas interferencias de los poderes económico-políticos, y cómo media y sobrevive la transducción e historia literaria en este contexto conflictivo.

En el cap. 8 Villanueva, quien ha seguido muchas líneas de investigación entre cine y literatura, explora el eje interartístico e interdisciplinar de la Liter. Comparada que ha contribuido al desarrollo de la disciplina desde su fundación: la relación con las humanidades de donde nace proviene esta disciplina autónoma y su dialogo con formas musicales, plásticas, espectáculos teatrales y cinematográficos, massmedia y transmedia. Somos animales miméticos, pero cada individuo se imita e imita la realidad de distinta forma, dotándola de distinto sentido, aunque haya eones comunes en lo mágico de un inconsciente colectivo compartiendo arquetipos que vemos una y otra vez repetidos en obras de espacios y tiempos extremadamente distantes. Buscar lo universal que humaniza, pero sin caer en la cerrazón esencialista (las triadas éticas, estéticas y epistemológicas platónico aristotélicas y luego escolásticas- de “lo bueno, bello y verdadero” son “malas, feas y falsas” por cuanto excluyan de su canon, y cuantas pluralidades heterogéneas reduzcan al monismo.) Habla el autor de la necesidad natural hermenéutica del ser humano, desde las alegorías cristianas hasta la teoría de la estética (acentuada esta interpretación de las iconologías y simbolismos con Kant, en el romanticismo y con Hegel desde lo laico), que explica el nacimiento de la lingüística con Saussure y de la semiótica que sigue pretendiendo interpretar estos signos culturales (símbolos, iconos, índices, símiles…) Lessing defendió la autonomía de cada arte, lo cual no significa que no deban y que de facto se relacionen. Por no hablar de los talentos dobles, tiples, múltiples. Apollinaire fue de los pioneros en reconocer el cine como séptimo arte. La separación entre artes espaciales y temporales se quedaba corta con estos adelantos de los hermanos Lumière y no digamos con la irrupción de las nuevas tecnologías que rompen el marco espaciotemporal e incluso la distancia entre el mundo real y el aparente, con la interactividad en medios virtuales que convierten al receptor en prosumidor narrativo.

Vuelve a recurrir a los conceptos acuñados por Genette en su obra Palimpsestos: el hipertexto en relación a un hipotexto anterior transformándose en lo intertextual. El concepto de metaliteratura y metatexto, el texto que refiere así mismo (a las condiciones de su génesis, de su mediación, que apela a su receptor) y a su vez es intertextual, posprocesado, recreación. Se abre la posibilidad de comparar el arte más allá de la estética formal: teniendo en cuenta la traducción, la recepción intercultural local, transnacional… teniendo en consideración contextos del autor, la distribución y circulación de la obra como un producto económico más y las condiciones de lectura (“close”-“distant”), los aspectos materiales, la oralidad y la digitalización. Norbert Groeben, considera la liter. en un contexto básico de acciones comunicativas y sociales que comienzan con la creación y la lectura, pero que incluyen distintas formas de mediación y de transformación del producto literario en otros derivados, lo que obliga a estudiar interdisciplinarmente la relación interartistica (cómic, pintura, escultura, ópera, pieza musical, versión fílmica o televisiva, etcétera); y a estos derivados (versión, recreación, reinterpretación, lectura y relectura transductora del hipotexto, la crítica, interpretación, comentario, parodia, pastiche, resumen, adaptación, cambio de género, paráfrasis de todo tipo de artes) en cuanto rescrituras transformacionales. El productor es el agente de cuya acción nace como resultado la obra; y el transformador, posprocesador o simplemente el recreador reacciona a la recepción de la obra elaborando otro producto relativo a ella. El hipotexto Don Quijote no es solo meta e interliterario en sí mismo, sino que en su recepción se ha transducido y posprocesado en hipertextos interartisticos e internacionales. Shakespeare es otro ejemplo. Explora la comp. de temas e imágenes como un etnógrafo; empleando herramientas y técnicas según las condiciones de uso. En sus ejemplos de ecfrasis va de los Caligramas de Apollinaire (inspiradores de la poesía dadá, concreta, visual) hasta los poemas figurativos latinos (carmina figurata) y griegos (technopaegnia) y de la ecfrasis clásica del escudo de Aquiles a las fílmicas. Ruwet parte de un fundamento lingüístico formulado por Jakobson, el de la proyección del eje paradigmático sobre el sintagmático que en el caso de las secuencias poéticas produce una concentración de recurrencias o «couplings». La repetición, variación o contraste son determinantes en toda configuración estructural que tenga un desarrollo en el tiempo, como es el caso de los textos literarios y musicales, idea que subyace asimismo en Music and Literature, de Brown de 1963. Reconoce las relaciones fónicas entre palabra poética, músicarítmicos y eufónicos con las figuras de onomatopeya, aliteración y demás; relación incluso sintáctica y temporal en la dispositio; y semántica (signos arbitrarios, convencionales, abiertos a la ambigüedad polisémica.) Para Lévi-Strauss la música es “lenguaje sin lexema implícito”, lo que no implica que carezca de sentido en el autor y receptor, que construye un hilo narrativo, rellena sus vacíos y sus lugares de indeterminación (aplicando estos conceptos de la teoría de la recepción -Iser, Jauss-; Ingarder). Eliot y Valery consideraban la literatura una música rítmica y ambas producen sublimes sinestesias. En su origen la literatura fue oral, con una autoría colectiva, la mediación de los rapsodas y unos receptores. Adjudicar al bardo desconocido el seudónimo “Homero” es cómo considerar su obra de colectividad anónima. No se trata solo de analizar ecfrasis pictóricas, fílmicas… en la obra; hay que ocuparse de los films, cuadros, cibernarrativas basadas en obras literarias, en todas sus formas de recreación. Todas las artes “inspiran” si en estos tiempos se permite la palabra a creadores de diversas técnicas. La denominación “iluminación reciproca de las artes” acuñada por Walzel aúna lo mítico romántico con lo lógico ilustrado.

El último cap. aborda la muerte y resurrección de estos estudios. Repasa los partes de definición de las Humanidades emitidas por grandes apocalípticos: de Dios por Nietzsche, de la Historia por Fukuyama, del Tiempo por Thompson, del Pasado por Plump, de la novela, de la Tragedia por Steiner, del Autor por Barthes. Bassnet atribuye la causa mortis de la Teoría Literaria a la disminución de cátedras específicas, alumnos e interés; el predominio académico norteamericano; el impacto de los estudios culturales; la tecnología y el antieurocentrismo propiciado por las perspectivas poscoloniales y multiculturales más que interculturales. La universidad tradicional está siendo reemplazada por la “corporativa”, organizada según capricho neoliberal en jerarquía de las más útiles y pragmáticas. La academia no puede enclaustrarse en especializar a “los nuevos barbaros tecnocientíficos” que diría Ortega y es prioritario una colaboración interdepartamental e interdisciplinaria. Ofrece otras visiones pesimistas de C. Guillén, Bloom, Harold, Said, Miller y Irvine, unidos a ese clímax de fin de Galaxia Gutenberg de McLuhan hacía una Galaxia Internet de Gran Hermano tecnocéntrico como salido de una ciberliteratura de ciencia ficción en estos tiempos de posverdad y omnipresencia televisiva (con su gradual perdida de contenidos) que pone en riesgo la liter. y su estudio, o al menos la obliga a replantarse. Otras visiones son más integradas: la “Tecnópolis” de Postman sueña una nueva biblioteca de Alejandría de ebooks, la recuperación del modelo oral y el deseo de recobrar el griego. El ciberdrama, ciberautor, ciberbardo, cibertexto, lo meta, lo pos, lo inter (no se interrelaciona cuando el texto solo es una reiteración en internet desvirtuada del contexto) Hoy prima la actuación frente al concepto de autoría que ha bajado de grado (del genio inspirado por musa divina y laureado en su limbo hasta el visionario, poeta obrero, manufacturero del lenguaje y finalmente hasta su muerte en Barthes) La posmoderna es una autoría más colectiva (como la medieval) pero inmediata, interactiva. También se prioriza la obra, la recepción o el proceso de comunicación y posproducción sobre el de creación. Este mundo virtual es nuevamente platónico polarizado entre la realidad y la ficcionalidad digital, los hiperenlaces con su transtextualidad; la relación interartistica con el diseño gráfico y visual; los nativos, hackers; lo inefable de estas galaxias de sobreabundancia informativa y bigdata (no logos sino sobrebasura), el exceso de liter. y de autores (en este sentido me ha hecho reír la propuesta de Zaid de unas geishas consolando egos literarios), y todo el resto de amenazas, potencialmente fortalezas para sacarnos de zonas de confort, por seguir en estos términos con que el economicista legitima su discurso. La actual literatura no es farmacum del alma sino basura consumida y tirada, fastfood, bluff, timo y engaño publicitario a través de la tiranía de la cultura de masas. La flexibilidad en lo literario es algo por lo menos debatible; el canon se puede y debe cuestionar (y las lecturas no canónicas sobre obras del canon), pero en este “dialogo con los muertos” que decía Eliot un profesor no puede ser anticanónico. Bloom, Said, Spivak y otros autores dirán que no se trata de producir más obras sino de reaprender la lectura, entre todos, para no perder esta competencia. Habría de leer entre lo global (diverso) y lo local (uno), entre lo cosmopolita y lo individual. Dar identidad es buscar lo universal en lo individual y de ahí la preocupación de estos académicos por lo social-político y lo educativo-ético. La Liter. Comp. no disfruta aún en España de todo el prestigio socioacadémico que debería y se plantean problemas que incardinan la práctica literaria en la mal comprendida globalidad (como una mera ampliación del libre comercio económico y de los massmedia) y, provocan una actualización de la propia enseñanza de la Liter. Española, tantas veces planteada en clave cerradamente nacionalista y positivista. De ahí que hubiese sido aconsejable aligerar el libro de referencias exclusivas del mundo académico anglosajón, y felicitarles por incluir teorías y pensamientos de contextos no angloeuropeos, incluso no occidentales, norteños y masculinos. No voy a acusar ciertos errores tipoortográficos de la obra ante la perspectiva de que el número de párrafos convenientes para esta reseña es cada vez menor y porque me parecen más graves los errores de fondo que de forma. Precisamente algo que me ha sorprendido es que se refiera al «mensaje» de las novelas, no distinga «significado» de «significación» y no emplee mejor “sentido” (ya que algo se significa por igual para todos, pero cobra distintos sentidos en cada receptor.)

También considera el canon como la lista de obras de lectura en clase (un canon rebosa lo académico) y sin embargo no se han referido a aspectos extraliterarios de comercialización que son formas de mediación, posproducción y sobreinterpretación; desvirtuándolas de su contexto, estableciendo un canon del Bestseller, en relación con los massmedia y el periodismo (que me ha ocupado cinco años de grado), las ruedas de prensa, la firma de libros; el club de fans, tertulias y clubs de lectura como formas de critica informal, las preguntas personales respondiendo a ese interés por la intimidad del autor (el que Barthes quisiera ver muerto, más que al “autor implícito”), y que se ha multiplicado exponencialmente en nuestra sociedad de masas. Habría que distinguir bien entre el autor real y el autor que late implícito en la obra, reclamando su humanidad y que quien toque su libro toque- o más bien crea tocar- a un hombre. A su vez, se indica que «en los últimos veinte años no se ha publicado en inglés ningún nuevo manual sobre Liter. Comparada», dejándonos en la duda de qué ocurrió en otras lenguas importantes de investigación. La orientación universitaria norteamericana tal vez motive curiosas contradicciones en las pp. no carentes de interés, firmadas por H. Saussy. Acepta plenamente, por ejemplo, una frase del danés G. Brandès según la cual sólo los escritores franceses, ingleses y alemanes esperan ser leídos en su lengua original. Nueve pp. más adelante, el profesor cita al científico francés L. Pasteur, al inglés C. Darwin y al alemán R. Bunsen, para asegurar que sólo Darwin se lee ya en su lengua original. Tal vez la contribución al libro del profesor Saussy peque de prescindir del sentido histórico, ha sido su opción teórica, pero contradice la interdisciplinaridad. Tampoco comparto tanta descalificación de la deconstrucción por parte de Villanueva, pero me hace callar lo que este erudito ha investigado sobre la teoría de Derrida y los textos de Foucault, Barthes e incluso a nivel experiencial en las universidades estadounidenses, que han llevado la teoría francesa a esta preocupante permisibilidad de sentidos personales que señala. Los autores se han distribuido los distintos aspectos tratados en la obra sin pisarse unos a otros sino más bien complementándose, por lo que aunque el libro es circular o espiral hermenéutica (volviendo a temas ya tocados, debates dejados a medio responder o en elipsis, aumentando así la intriga por la solución a cada problema) no se hace nada reiterativo y se puede leer con la misma agilidad que leeríamos una obra de ficción. Puede apreciarse dónde se manifiesta una visión general de los problemas, con aire de divulgación hacía ese lector común, y dónde el razonamiento se consume en buscar soluciones prácticas en la inmediatez universitaria. Said propuso, en Humanismo y crítica democrática el necesario retorno “a un modelo filológico-interpretativo.” El problema radica en la importancia que, en un momento histórico, la sociedad estima preciso que debe otorgarse a la liter., una expresión significativa, e incluso modelo social e individual. La globalización ha creado la idea de que todo es accesible a todos y en todo momento, lo que puede ser una falacia pero, en cualquier caso, determina y justifica el cambio de dirección de los estudios (descentralizar la cultura del anglo eurocentrismo y nacionalismo y la revaloración de otras culturas hace poco consideradas marginales.) Ya no interesaría tanto el texto literario singular como eje del estudio nacional sino su relación con un sistema de comunicación literaria integrador de otras obras y contextos culturales, ideológicos, disciplinas y artes. El cambio de título con respecto a la edición original ha beneficiado su aconsejable difusión.

Obviamente la palabra más repetida en esta reseña es literatura, por eso he usado la abreviatura liter. (En mayúsculas cuando se refiere a la disciplina o a una literatura mundial o nacional.) Capitulo lo he abreviado cap., páginas pp. Comparación comp. Y volumen vol. A medida que he reseñado y resumido la obra he relacionado sus ideas con otros paradigmas críticos aunque nos los refiera explícitamente.

OBRAS CITADAS 

GUILLÉN, Claudio, Literatura como sistema, Filología Romanza, vol. 4, 1957 Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la Literatura Comparada (Ayer y hoy). Barcelona, Tusquets, 2005. 

GENETTE, Gerard, Palimpsests. Literature in the Second Degree, Lincoln, University of Nebraska Press, 1997. 

GOETHE, Johann Wolfgang von, World Literature. A Reader, Londres, Routledge, 2013 

MARINO, Adrian, «La critique des idées littéraires” Presses Universitaires de France, 1977 

BROWN, Calvin S., Music and Literature. A Comparison of the Arts, Athens The University of Georgia Press, 1963. 

SAID, Edward W., Humanism and Democratic Criticism, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2004 [Humanismo y crítica democrática, Barcelona, Debate, 2006 

LODGE, David, Small World, Londres, Vintage, 2011 [El mundo es un pañuelo, Barcelona, Anagrama, 2007 

GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. El amor en los tiempos del cólera. Editorial Debolsillo, 2014. 

APOLLINAIRE, Guillaume. Caligramas. Cátedra, 1987. Varios informes Bernheimer (entre 1993 y 1995)

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