ABSTRACT, PRESENTACION DE TESIS Este
examen del hecho cómico parte de un resumen crítico de las clases impartidas
por Loreta Anna Paola de Stasio sobre la
Historia del Teatro en el posgrado de Literatura
Comparada impartido en la facultad de Vitoria de la U.P.V durante el año 2018.
Tratará mi estudio de defender la tesis de que los mundos de las juglaradas
medievales, estudiadas por el dramaturgo Darío Fo (uno de los mayores exponentes
del teatro libre de los 70 y 80) en su obra Misterio
Bufo, están en relación comparada con La Comedía D´ Art italiana renacentista que en nuestro país se imitó
bajo el nombre de Cómicos de la Legua
hasta el periodo estético conocido por Barroco;
y además buscar la trasferencialidad e interrelaciones con las compañías de
teatro independiente en torno al final del tardofranquismo y durante la Transición
Española y La Movida. Son muchas las características que estos fenómenos
artísticos tienen en común, y trataré de hacer un desglose de las principales
siguiendo la metodología de un análisis inductivo. El trabajo lleva una
bibliografía final; ya que aparte de los apuntes de unas clases concretas, se
han consultado otras fuentes documentales. Concretamente una serie de ensayos
críticos (siendo el principal Misterio
Bufo de Darío Fo); representaciones en video de varias de estas obras de la
Comedía del Arte; de La Torna; Makina Beltxa; de Bilbao
Bilbao; de la función Aquí no paga
nadie, que un grupo de amigos amateurs
interpretó hace un año en la casa de cultura de Bidarte en Deusto, Bilbao, y
que he vuelto a visionar en video; o la lectura de la obra de ficción Muerte accidental de un anarquista,
ambas las más representativas de la comedía de Darío Fo. Aunque bastaba con el
resumen de las clases, aporto algunos comentarios sobre Muerte accidental de un Anarquista y he comentado críticamente la
obra Bilbao Bilbao en su totalidad,
escena a escena, y no solo los fragmentos visionados en clase, como la parte complementaria
que la profesora nos sugirió.
INTRODUCION En el estudio de las juglarías europeas
medievales, la Commedia dell’Arte renacentista italiana, así como en el del
teatro de la Transición en las diferentes autonomías de este país debemos tener
en cuenta las categorías funcionales que Antonio Gramsci o Mikhail Bakhtin, (estudiando la literatura, filosofía y semiótica del
teatro en los años 20 así como las formas medievales y renacentistas bufas) ven propias de
la comedía: la risa, lo carnavalesco, grotesco, esperpéntico, irónico,
paródico, satírico- burlesco, sarcástico, todas las representaciones
heterogéneas del deseo de vida y eros
y la fuerza de la vida alegre y leve (simbolizados también en esa Movida madrileña y la ilusión de un
teatro independiente) sobre el instinto de muerte tanatos (un mortuorio franquismo
lleno de pesada gravedad) De estos elementos también se sirve en el discurso
formal (elementos atrayentes) y en el contenido (mensaje capitalista) la
publicidad. Estos rasgos (que pueden usarse para un fin de venta de productos e
ideas conformistas o para la subversión y divertimento) para los formalistas rusos y estructuralistas
franceses cumplen funciones de des
familiarización, des alineación, des enajenación, des automatización del
pensamiento tópico habitual a modo de extrañamientos.
Extrañan, trasgreden, chocan con el sentido común jugando con los elementos
paródicos. “Grotesco” etiológicamente proviene del latín
“gruta”: aquellos hombres primitivos cavernícolas representaban en estas cuevas
a hombres cazando animales, pero daban a esta caza un simbolismo ritual,
sagrado, pintándola junta a ídolos deístas naturales (dioses relacionados con
el sol, agua, tierra…) y panteístas. Estas pinturas nos hablan del trabajo de la
fantasía, buscando la originalidad, apelando a la imaginación. Picasso halló en esas pinturas rupestres
inspiración para sus formas geométricas cubistas. Nietzsche reveló también que
el origen de la Tragedia está en el ditirambo, aquellos cantos al fin de una
borrachera cómica. Este trágico valle de lágrimas lo olvidó.
Darío Fo puede servir
en este análisis de nexo de unión entre las comedias medieval- renacentistas de
aire juglaresco y el teatro de las compañías independientes en la Transición
española: ya que aparte de sus conocidas obras (Muerte accidental de un anarquista, Aquí no paga nadie), desempeñó
una labor filológica y erudita buceando en la historia de estas juglarescas
medievales primitivas o de la Commedia
dell’Arte italiana; a la par que constituyó un referente importante para
estos grupos de teatro (Els Joglars, Cómicos de
la Legua o Karraka, entre otros.) Darío Fo era una persona muy inteligente y
divertida; un personaje controvertido, siempre provocando. Su obra recibió el
premio Nobel en el 97 y él: la fama internacional, aunque la noticia del galardón ni siquiera fue bien acogida entre
sus compatriotas más reaccionarios. Fueron
los italianos los primeros sorprendidos (y para mal) de que le otorgaran la
mayor distinción en el mundo. Sus
inicios estuvieron marcados por la total marginación y estigmatización por
parte de las instituciones oficiales del régimen de Mussolini y el ostracismo
de la iglesia de San Pedro del Vaticano. Ambos organismos intentaron
obstaculizar su carrera artística y su propia vida personal. La dictadura, y todos sus ecos conservadores en la
democracia, no se lo pusieron fácil. EEUU no sólo tenía prohibida la
publicación de toda su Obra sino la propia entrada del autor en el país,
mientras internacionalmente su nombre era sinónimo de cambio social y
revolución; ocupando un asiento indiscutible en la Historia del Teatro. Este ataque contra su persona llegó hasta el punto de violar
y torturar a su pareja Franca Rame, quemándole el pubis con un cigarrillo: un grupo de neofascistas forzaron sexualmente a su
compañera sentimental y de compañía teatral (que pasará a dirigir cuando este
muera en 2006 y hasta la muerte de esta en 2013), tal y como se había hecho con
muchos de estos juglares que su esposo y ella describían en Misterio bufo: ¡delante de sus propios
hijos!
Fo se formó en el teatro europeo vanguardista, estudió con
Meyerhold, en la escuela de mimos de Paris de Jack Lecock (maestro de mímica
que también formó a cómicos: catalanes-a Boadella representando a Els Joglars-
o a actores becados en los 70-80 por el Gobierno Vasco como Álex Ángulo.) Como
la mayoría de los actores del Teatro Independiente, Fo avanzó de un teatro
amateur, independiente, sin casi presupuesto… a profesionalizarse y
especializarse, representando en circuitos más comerciales, debido a la
consecución de la democracia y el despegue de la industria teatral. Darío Fo tenía un programa en la RAE
en la que literalmente hacía el payaso ante un público conformado por jóvenes,
muchos de ellos estudiantes universitarios y mistificadores de las revoluciones
culturales y sociales del mayo francés y el Wordsworth hippie en EEUU,
mitificando el mundo comunista. Pero aparte de hacer el ganso, impregnaba a
estos jóvenes un mensaje izquierdista, o más bien humanista, sobre todo social,
incitando a la rebelión contra un sistema tan injusto como había sido el de
Mussolini y escéptico con la presencia omnipotente de la iglesia en Italia y en
cualquier país europeo. En España esto lo hacía Miliky, Milikito, Fofito y
compañía, y así salió. Pero en la clandestinidad, totalmente marginado de esa
televisión española única (que acababa de conocer el color y que podían existir
La Dos o las privadas) el catedrático de filosofía y poeta Agustín García Calvo
interpretaba monólogos humorísticos intelectuales. Hablaba de ser
“individuos-ciudadanos”, “con matiz libertario” o de que “el individuo es lo
primero, antes que cualquier nación”. Siguió pronunciando estos discursos
ácratas erigido en adalid del 15-m hasta su fallecimiento hace seis años.
La crítica a
la iglesia en Dario Fo es bastante
evidente. Se le censura y persigue porque la fe se siente atacada por su
ateísmo practicante y rechazo hacía la iglesia temporal. Fo tuvo problemas con
el Vaticano por su denuncia ética a la doble moralidad cristiana institucional
que traicionaba el mensaje evangélico y social de Cristo. Este enfado con la
teología viene ya de la reforma protestante (anglicana, protestante, calvinista,
luterana) del Renacimiento. El ateísmo es uno de los logros en el proyecto
moderno; la ilustración prosiguió esa crítica renacentista interrumpida por una
contrarreforma católica (reaccionaria, como ya indica la misma palabra).
Espinoza, Descartes, Montaigne habían iniciado tímidamente una paulatina secularización
ilustrada que ya es negación absoluta en Nietzsche: Dios, como esa metáfora de
todo idealismo, había fenecido. Y ahí andamos, disfrazados de posmodernos.) En
el mundo clásico no se revindicaba más que someramente: en la Comedía
grecolatina se ridiculizaba a algún dios, pero en la Tragedia quien osara
enfrentarse a la voluntad divina acababa mal. En la edad media era considerado
el ateísmo una herejía, así como cualquier postura heterodoxa del dogma
ortodoxo. Un cisma constituía cualquier otra religión, el panteísmo, o lo que
no fuera la doctrina más pura de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Por
ello, el destino de brujas, paganos (cualquiera con distinto credo u origen),
personas que se creyeran Jesús o un nuevo profeta directo de Dios, quien
emitiera un mensaje diferente al oficial de San Pedro, quien protestara por el
diezmo, los propios curas rebelados al credo… era ser condenado a la hoguera
(también a algunos mártires de nuestro santoral), a la lapidación (aunque Jesús
mantuviera que nadie está libre de pecado y de tirar la primera piedra a María
Magdalena por prosti-puta que fuera) o a la crucifixión (como al mismo Jesús.)
Muchos trovadores y bardos eran también asesinados por su crítica, o les
cortaban la lengua y de ella les colgaban.
Paralelo al
espíritu clasicista Humanista, se había desarrollado
mayúsculamente el pensamiento tecnocientífico durante la revolución
científica: Los descubrimientos de Copérnico y Galileo en el
llamado “giro copernicano
acabaron con esa cosmovisión ptolemaica y aristotélica (la Tierra ombligo del
Universo y el sol girando en torno nuestro). El sol había sido la metáfora tradicional para la Divinidad y descubrir
que el sol (Dios) no gira en torno a la tierra sino que somos nosotros quienes
rotamos alrededor de su órbita (buscando lo inefable del Ser y frustrados por
su silencio) contribuyó a esta desacralización. Los descubrimientos del Nuevo
Mundo y patentar que la tierra no es cuadriculada, plana, finita, un mapa preciso,
en cuyos extremos perfectamente delimitados podías caerte a la Nada (¿De
verdad: creían que se iban a despeñar del mundo hacía la Nada por Finisterre?) sino ovalada, esférica, como un círculo
hermenéutico, una serpiente que se muerde la cola así misma. Descartes
investiga sobre la mente (un sistema neurológico basado en la médula espinal y
el sistema neurosensible) y se produce el llamado “giro cartesiano” con el Cogito ergo Sum (Pienso: luego Existo. No existo porque me haya creado Dios sino
porque me percato, soy consciente de mi vivir.), y comienza la entronización de
la Razón en Diosa culminando en una ilustración racionalista in media res de la
Modernidad. Estas ideas contribuyeron a la humanización del ser humano, que no
nace sino que debe hacerse humano. A Newton (paradigma de este erudito diletante, autodidacta científico y
humanista a la par) le cae una manzana en su ilustrada peluca, a modo de
metáfora de este Logos supremo, esta “Diosa Razón”. La anécdota revela como
aquella razón teórica o ciencia se basaba aún en métodos racionalistas,
prejuicios a priori, la autoridad de Aristóteles y un análisis inductivo de
inspiración idealista y platónica, pero también cómo se empiezan a emplear métodos
más empíricos.
Procedimientos científicos. basados en la deducción
con la prueba práctica en laboratorio y el conocimiento a través de la
experiencia sensible, del fenómeno físico y no de noúmenos metafísicos y
abstractos, separando así la ciencia y las humanidades y todos los aspectos
vitales de la religión que los había inundado. Se va gestando una visión más
androcéntrica y escatológica de la literatura (y del teatro, por tanto) que
teocéntrica y teleológica. Los humanistas renacentistas Espinoza, Montaigne
(Ensayos) no se autodenominaban “humanistas”, “renacentistas”, “modernos” son
términos acuñados por la crítica posterior, no programáticos. Ni eran
conscientes de estas etiquetas ni tan revolucionarios como los soñamos en un
imago romántico: nos los imaginamos como unos héroes enfrentados a todo un
sistema social, económico, político, cultural… Debemos desechar esta idea
ingenua: aquellos eruditos proseguían la labor de los monasterios y
universidades teológicas: estudiar a los clásicos. Eso sí, haciendo una lectura
más laica o secular, como ya he señalado, desde perspectivas más abiertas, y
también más fieles al texto y el contexto grecolatino, por una razón bastante
pragmática y económica: ya no tenían la necesidad de depender del beneplácito o
la censura de la iglesia al encontrar el mecenazgo en una naciente burguesía
surgida al tenor del protocapitalismo, cuyo origen (dirá Max Weber) está en la
banca florentina, holandesa (Amberes, Flandes), la creación de infraestructuras
y arquitecturas en la ciudad y un tímido librecambismo que rompe el sistema
proteccionismo autárquico (arancelario, aduanero) de los gremios medievales
(situados en la parte más céntrica y antigua de la ciudad, en los “cascos
viejos” como ahora los llamados) y basada en un comercio y artesanía con escasa
competencia, reducida al producto y
mercado local, sin exportación/importación. A estos elementos añade Weber “el
espíritu protestante” al que le acompañó cierta austeridad de ahorro. Los
credos protestantes (luteranos, calvinistas, erasmistas, o los anglicanos, cuya
orden surge por una razón tan pragmática como poder casarse el rey Enrique VIII
con una persona de un credo distinto) atacan el poder y el enriquecimiento de
las cúpulas vaticanas en su injusticia para con el pueblo, es decir: su
traición al mensaje evangélico de Jesús, al que tampoco hay que entender como
un libertador de pueblos elegidos del yugo imperialista romano, pero sí como un
salvador o redentor de culpa, que traía un logos esperanzado ante nuestra
impotencia mortal.
Todos estos “humanistas” cuestionaron la teología
escolástica tomista (los seguidores de Tomas de Aquino habían convertido la
filosofía en un galimatías incomprensible hasta para quien lo escribía, con una
retórica abstracta y árida llena de silogismos que no
decían nada.) Echan en cara esta vacuidad envuelta en mil rodeos de lenguaje y
revindican el panteísmo originario: esa armonía universal de la naturaleza de
inspiración presocrática y fundamentación casual en Aristóteles, el “alma de
las cosas” como lo llamaba Espinoza. Este paso de lo teocéntrico a lo
antropocéntrico y androcéntrico tendrá su repercusión en las formas artísticas:
los poetas italianos (Dante con su Divina
Comedía, Petrarca con su Cancionero
al aura Laura, Bocaccio con su Decamerón)
escriben sobre temas y personajes más humanizados, aunque Dante hable del más
allá. Por ejemplo Petrarca escribe a una Laura concreta, un eros a una mujer y
no el ágape hacía dios, el amor a cristo. Aun así respondía esta visión al
género a una mística de eterno femenino que cosificaba a la mujer como mera
musa y en todo lo demás un objeto deshumanizado. Los humanistas ingleses,
influidos por Cromwell, como Milton en El
Paraíso Perdido, o Chaucer en Los
cuentos de Canterbury… plantean también la revisión de los significados
sacralizados, que seguían las triadas platónico-aristotélicas de lo bueno, bello, verdadero, eterno, fijo,
inmutable, universal, imperecedero… unas categorías estéticas, éticas y
epistemológicas, que en el fondo eran metafísicas y tenían su correlato siempre
en lo divino. Todas estas visiones
renacentistas más laicas, protestantes, tendrán su reacción conservadora pero
también su continuación en la mística barroca que en el fondo es otro tipo de
protesta: interior. Fo también critica la teología como institución temporal
(ritualista, represiva, asfixiante, injusta…) y no a la teleología o el sentido
trascendental prometeico ni cierto panteísmo ni otras formas de sublimación que
se pueden dar en entornos seculares o en otras metafísicas. A Fo le tenía
fichado el Vaticano por estas críticas a la corrupción y oscurantismo, la
manipulación en las siques y sus alianzas del clero con el capital-estado.
Aspectos
formales del teatro de Fo.
Exagera los elementos escénicos no necesariamente verbales:
la visualidad, kinésica, prosémica, mímica, gestualidad, expresividad del actor
en su actuación, el tono de voz… A veces no hay discurso claro, pero siempre
narra el cuerpo y otros elementos de expresión. Cancelado o expulsado de su
programa en la televisión nacional y comercial italiana (la RAI), muchas veces,
para burlar esta censura, recurre a
un idioma inteligible: inventó el grammelot,
un lenguaje onomatopéyico incomprensible (al basarse en una mezcla de idiomas y
registros coloquiales y regionalistas a los que tampoco es fiel.) No se
entiende nada al mezclar vocablos. En
realidad no lo inventa él, pues los juglares o los actores en esta comedia
italiana ya se expresaban en el dialecto de la zona en la que representaban,
para así enfatizar más con su audiencia, junto a otros elementos folk que
incorporaban a su teatro (al igual que el teatro independiente europeo en la
democracia.) Los comediantes del arte para
hacerse entender reproducían sonidos de la tierra que los hospedaba y así la
gente se reconocía, al hablarles en su mismo lenguaje. Fo juega a este lenguaje
confuso, con falsas jergas y acentos regionales, o latinajos, reproduciendo
sonidos indescifrables, añadiendo una capa o nivel a la representación. Algo
que parecía francés y sonaba a francés, pero no era francés. El lenguaje
facial, la misma máscara pintada junto a los maquillajes, vestuarios…son otros
elementos expresivos innovadores con calidad por sí mismo y no sólo como
crítica. Contaba la historia antes de representarla, como acostumbraban los
eclesiásticos a hacer antes y después de la representación bíblica para que quedara
al pueblo clara la enseñanza moral, que ese ejemplum
alegorizaba o representaba. Solo que el didactismo, la escolástica de Fo o los
comediantes del arte medieval, moderno y contemporáneo era secular, humana. Era
un misterio, pero bufo, no exento de ética, pero sí de falsa y doble moral
cristiana. Sus obras, sobre todo las televisivas y más independientes, se
modificaban dependiendo de la reacción del público. Busca en todo momento comunicar
de forma clara, directa, efectiva y cercana en continuas alusiones al momento
presente, político o social (por ejemplo el pasaje en que se burla del papa Bonifacio IX es una crítica velada al papa de
entonces, Woitiwa, de los más conservadores de la historia papal. Se refiere a
él en un momento concreto en el que el Papa había liado algo para que aquellos estudiantes los confundieran en la mente y
se identificaran más con la historia.) El humor hacía aquello, que no deja de
ser una tragedia, lo hacía más leve y digerible. En la Commedia dell’Arte
italiana renacentista también hay intervenciones extradiegéticas con el público,
que recuerdan que es una ficción, un meta espectáculo.
Se han analizado de este dramaturgo italiano muchas
obras como Muerte accidental de un
anarquista, (su obra más representada en el mundo, también la escenificó
Geroa) o Aquí no paga nadie, como lo
más representativo de su producción creativa, pero no se ha estudiado
detenidamente Misterio Bufo, una obra escrita en el 68, en pleno
mayo, de las mejores de su creación. Para escribir esta obra teatral escogió entre las
piezas medievales los Misterios de juglares; los misterios bufos y no los
sacros. Se hacían burla entre sí y son antitéticos. Se le acusó al estudioso de
distorsionar estos textos hacía su postura atea o de denuncia a la iglesia,
pero realmente aquellas juglaradas medievales hacían burla del clero. Fo emplea
en el análisis de estas obras un lenguaje cultista con el argot propio de la
época medieval mezclado con lo dialectal, pero sus explicaciones son sencillas
y en un tono más coloquial, directo. Muchas veces traduce intencionadamente de
forma confusa para crear más perplejidad en el lector, pero de ahí a
distorsionar los textos creo que dista mucho. Junto a esta recopilación de
misterios bufos teatrales y poemas medievales, incorpora poemas propios,
comentarios y valoraciones a partir de unos estudios factuales históricos y
filológicos, fundiendo ambas creaciones en una misma voz, y de ahí la confusión
intencionada. Se ha documentado por ejemplo en El Manual mínimo del actor, o en La Comedia del Arte Italiana. Esta obra está llena de lo que en
teatro se llama “sketches” “gags”, y
diálogos fragmentados. En las juglaradas, la comedía del arte, y en el teatro
de Fo y otros grupos de teatro independiente no hay un discurso unitario ni con
sentido lineal sino conformado por una mezcla incompleta, heterogénea e
improvisada de escenas allí mismo, en la plaza popular como lugar de
representación. Son monólogos o diálogos de fagocitación, de apelación a su
público, digresiones autorreferenciales que hacían ver que todo formaba parte
del espectáculo y la farsa y que nada se debía tomar demasiado en serio. Buscan
un humor rápido y directo, quizá fácil, instantáneo, como el de una película de
Charlot en que este cae a una alcantarilla o el que vemos por ejemplo en los
humoristas televisivos (Martes y 13, José Mota…) El club de la comedía, un programa contemporáneo, repite este
esquema fragmentario, aunque no sean situaciones (para las que rigurosamente
hay que aplicar estos términos de gags)
sino monólogos de ironía, más intelectuales, como los que Fo hacía en la RAI. Codifican
una serie de chistes, son las batutas de dialogo, de una improvisación
individual, contestataria de esta manera apropiada que es la estética
vanguardista. Las obras no estaban codificadas por escritos, eran patrimonio de
cada compañía y las heredaban los sucesores. Había guiones, pequeños esbozos y
cañamazos, apartes, acotaciones, comentarios sobre las telas de velcro que
debían cubrir el escenario, indicaciones y pautas sobre entradas y salida a
escena, precisiones del atrezo que descansaba tras las bambalinas. Todo era en
vivo y en directo. Ensayan en lugares menos importantes, pero no en un teatro
oficial y bajo un texto o guion mínimo.
La iglesia moralizaba en aquel primer misterio de fe
un teatro hablado y dramatizado para el pueblo con un fin didáctico. De Rosa fresca de ciulo, sus profesores de
secundaria (adoctrinando en el fascismo italiano) ocultaban los textos
originales o usaban eufemismos en todo lo relacionado con el amor carnal (que
sin eufemismo se llama sexo.) Parecida a la distorsión escolástica con los
textos de Dante o cómo “bautizaron” las filosofías platónico-aristotélicas y
los textos clásicos en general. Va
analizando el lenguaje que la propia obra expresa: cullo es culo… ¡Cornudo y encima apaleado! Aunque las
historias que Fo cuenta en el libro se apoyan en cronistas de la época, añade
niveles de representación a la fábula mediante recursos expresivos no verbales,
en un efecto carambola. Y así, por ejemplo, nos cuenta el destino de muchos de
estos pobres juglares. Les cortaban la lengua a estos pobres juglares, como a
Muratoni, que se sentía perteneciente al pueblo. En las llamadas lenguadas: les
colgaban de un árbol, y los ataban a su propia lengua. Es lo que quiere hacer
el Papa con uno de los juglares que desentona en el canto gregoriano que estan
preparando para armonizar una profesión. El Papa no le deja cantar en el coro “Cuidado que te cojo por la lengua y te
cuelgo al mantel.” La orden franciscana o la dominica eran las más duras y
ortodoxas y quienes más les colgaban en el portón de la muralla a la salida de
las ciudades. Se sigue diciendo en Italia que te mereces una lenguada o
colgarte a tu lengua con un clavo porque hablas demasiado. Y se refieren a esta
tradición oral, de la que hay pocos documentos escritos. Las bufonadas eran
espectáculos irónico-grotescos A través de atuendos, atrezos y las Manmuttones (mascaras zoomórficas de
cabra, diablo, la que portaba Jolly el
loco, uno de los personajes estereotipo) representaban una serie de
jerarquías eclesiásticas (falsos obispos, cardenales) y económicas (banqueros,
burguesía, nobles, ricos…) ridiculizándolos por sus rasgos más tópicos y
prestados a la parodia. Marc Bloch, asesinado
por los nazis cuando escribía su Apología
para la Historia, afirmaba que las persianas se inventaron en la época para
observar sin ser vistos, la situación del pueblo cuando va a ver estas obras
ocultando su identidad entre las sombras de los bancos del público, y el modo
en que los actores podían fijarse en los personajes para tomarles como modelos
cómicos, sin llamar la atención sobre su observación. No era una crítica
directa la de este teatro medieval-renacentista (ni la de Fo y el teatro
tardofranquista) sino a través de la ironía, la metáfora, la alegoría, y algo
como el teatro (que es una ficción), y por tanto hay un distanciamiento (como
quien mira desde una ventana oculto.) La crítica no debía ser demasiado explicita
o directa para evitar la represalia. Muchos juglares se autocensuraran: su
propia vida, su preciada lengua, corría peligro al proponer una visión más
escatológica (temas humanos: sexualidad, excrementos, grandes comidas) frente a
la visión teológica moral, jugando siempre con las verdades de la teología que
no se podían cuestionar. Constituyeron estos grupos, en medio del valle de
lágrimas medieval, una sonrisa de alivio. Podía el esclavo de la tierra tomarse
una breve bocanada de aire fresco en medio del infierno teológico. A aquellos
aldeanos les habían atemorizado con el infierno, pero perdía este gravedad y se
aligeraban las llamas cuando los cómicos arrojaban baldes de agua a un averno
representado en el escenario y así perderían quizá ese miedo irracional del que
la iglesia hipócrita y codiciosa se servía. No critican el sentido de
trascendencia o fe en la naturaleza, las creencias que uno puede tener personalmente
en lo sobrenatural y metafísico. Lo que critican es a la Eclesía temporal, el
lugar de asamblea del templo, con todas sus ritualizaciones absurdas en torno a
la muerte (no se ve en como pate del ciclo vital y natural sino que se vive con
ansiedad, histerias de culpa, de redención, miedos, neurosis… Freud estudió
todas estas patologías imaginarias o psicológicas que la pobre gente contraía
solo por el miedo impuesto, la represión física en pos de un ideal, en nombre
de un abstracto inteligible.) Representando a lo inefable, sus castigos eran
bien físicos. El lucro que las jerarquías eclesiásticas lograban conseguir, a
cuenta de vender bulos y mentiras a su pueblo, era bien material también. Ni los
juglares, ni la Comedía D´Art, ni Fo critican el credo que uno pueda tener
(fruto de una maduración intelectual, emocional, sensitiva) sino cómo el clero
ha instrumentalizado miedos, deseos de eros
y tanatos de la conciencia con fines pragmáticos de enriquecerse. Critican
el lucro y la represión psicológica, sexual, social, económica con el feudo,
política… de esta iglesia, como ya habían hecho los protestantes y Fo intenta lo
mismo.
Los mesteres de clerecía se representaban en las
fiestas religiosas (navidad, pascua…), pero los de juglaría tenían lugar en
fiestas consideradas paganas, más populares, basadas no en el sufrimiento
trágico (el mismo martirio de Jesús y de todos los santos mártires) y por tanto
en un instinto de muerte sino en lo contrario:
la alegría de vivir, de disfrutar de sus cuerpos, su familia, una buena
cosecha, un parto, de intentar ser felices aunque fuera en esas breves horas en
que los representaban una bufonada que hasta los niños sonreían. El culto a las
fiestas (religiosas, seculares, políticas) es tan viejo como la humanidad. En
Sumer ya se hacían. Y siempre vinculadas a la agricultura (los ritos báquicos o
a Dionisio, los cultos de Eleunis, con esa diosa naturaleza-madre tierra, que
ha ido tomando tantos nombres: Mari, Deméter, Perséfone, Proserpina,
Cibeles, la diosa celta Wikka, madre
Gea…) O con lo religioso en torno a la muerte (los misterios órficos, la Semana
Santa, la Pascua…) o con lo político (celebrando una campaña política, una
invasión o anexión, la vuelta de la guerra, un alzamiento político, una fundación
de villa…) y también con lo más popular, como puede ser el carnaval (el romano
era muy importante): jugar por unas horas a ser otro del pobre campesino
muriéndote de hambre que eres.
Darío Fo opina que la juglaradas nace de la
representación paródica del misterio o auto sacramental, pero –y es mi
opinión-cabría preguntarnos si no nace también el mester religioso de este otro
misterio bufo, alegre y humano, al igual que el origen de la tragedia, como
decía Nietzsche, radica en los ditirambos de unos pastores borrachos en un
monte rindiendo culto a Dionisio por la buena cosecha del vino, y que podían
acabar en orgías. Orgías, cantos y vino son el origen de la tragedia, mal que
le pese al monje oscuro Jorge de Burgos, que en El nombre de la rosa de Umberto Eco, trata incluso de comerse La Comedía (la obra perdida de
Aristóteles) para que el mundo siga siendo valle de lágrimas y sigamos
gritando: ¡oh, Dios! ¿Por qué me has
abandonado triste y solo? En la resaca de esta borrachera, en la que se
lamentaban de la vida, cantaban estos ditirambos trágicos. La iglesia copió
todo, incluidas fiestas, de las culturas colonizadas y cristianizadas, y
mimetizaron la tragedia y comedía grecolatina, de las que derivan el mester
religioso y el Misterio Bufo o juglar respectivamente, basándose el primero en
la filosofía estoica y el segundo en la filosofía epicúrea. Fo ha hecho con Misterio Bufo una investigación
filológica, histórica, e incluso un trabajo de campo, buscando pruebas
empíricas, a través de informadores de estas historias trasmitidas oralmente de
juglar a juglar y en los pueblos de abuelos/ padres a hijos/ nietos,
generacionalmente, y que tenían su origen y tema en lo popular. Por eso, se
trasladó en persona a Croacia y a Francia y donde hubiera resquicios de estas
juglaradas.
Darío Fo ensayaba teatro en su fábrica escénica, un
teatro entretenido de protesta y mensaje social, que hablaba también de las
fábricas donde explotaban a los obreros y que a veces se representaba en la
propia factoría, haciendo subir al escenario a estos proletarios, tratados como
ratas por el patrón, para contar sus inquietudes y sus situaciones de
explotación. Fo siempre buscaba a quienes más podía convencer: a estos obreros
o a los estudiantes que imitaban el mayo francés o idolatraban y mistificaban
todo lo relacionado con la contracultura underground,
por lo que también iba a muchas universidades, surgiendo en ellas grupos de
teatro independiente. Fue muy prolífico escribiendo, llevando a escena sus
creaciones. Dejaba hablar a los propios obreros y daba voz a los universitarios
que de otra forma no podían expresar su punto de vista en una enseñanza aún
conservadora. Debía primar la expresividad gestual más que la verbal, el
dialogo solo era un complemento, el texto no primaba. Fo rompe también con el
discurso literario que en los 70 80 se hacía, que era bastante proselitista,
donde no importaba tanto la calidad estética o literaria sino trasmitir un
mensaje politizado, social, pero que olvidaba a su receptor. No, los textos de
Fo tienen calidad, y mucha, como propios textos literarios, más allá de su
denuncia o fin social pragmático. Es obvio que en ellos van sus ideas socialistas,
pero no me parecen panfletarios como podía serlo el manifiesto de un partido o
esos artículos hablando de la situación de Cuba o de la historia del PCE que se
pasaban los estudiantes unos a otros clandestinamente en las universidades tal
como los iba escupiendo el ciclostil. Textos sin cuidado en la forma, en forma
de diarios o panfletos o fancine o
periódicos hechos sin presupuesto y con prisa y por redactores amateurs.
Por el contrario, los textos de Fo son
literariamente elevados, innovando con todos estos recursos, vanguardistas y
versando sobre temas interesantes y no sólo sobre la revolución rusa. Lo vemos
en estas mismas investigaciones: tienen valor como trabajo filológico y como
obra literaria por sí misma, al margen de su comicidad frívola o de su
intención de denuncia. Admiramos la calidad de su estilo y lo interesante de un
tema, tan alejado en tiempo y espacio como puede ser la edad media, pero que
sin embargo él actualiza (confundiendo a un papa y otro por ejemplo, unos
nobles con unos burgueses de ahora, un rey con un político fascista o
conservador de la dictadura o de su eco.) Se dirige directamente a los
espectadores, en una forma diferente de comunicarse con el público: teniéndole
en cuenta (el público siempre había sido pasivo: un pobre campesino obligado a
asistir al rollo del cura) Emplea formatos del cabaret alemán, francés o italiano de entreguerras o posguerra, el
formato revista (no entendida al modo
español, por favor) y todos esos estilos de teatro popular y a la par
vanguardista del siglo xx, herederos de las formas medievales juglares, de las
comedías renacentistas, barrocas, ilustradas y del teatro romántico, aunque
también del teatro realista (más del teatro social que del naturalista, mimético
con la realidad que había, una realidad que según este teatro conservador de
estudio no se podía cambiar) Fo no es el único.
A la par estaban creando obras los grupos de teatro
independiente de la Transición española y de toda Europa que acaba de conocer
la Democracia. Giorgio Strehler en el teatro Picolo de Milán que fundó, ya lo había
intentado, durante la Segunda Guerra Mundial, en aquella Italia dictatorial,
mala herencia que le dejó al cómico Darío Fo. Strehler había impulsado un
teatro autentico, sin prejuicios de llevar a grupos independientes, o textos
clásicos considerados irreverentes con el poder (obras de Brecht, de la
juglaresca medieval, de La Comedia del
Arte) para oponerse así a la ideología fascista. Lo hace de una manera
formal elegante, quizá demasiada clásica, estable en unos circuitos oficiales y
comerciales, en representaciones fijas al año en el país, y famosas giras
internacionales. Todos estos temas,
aunque se retrotraigan a lo medieval (como en Misterio Bufo), sirven de denuncia. Fo, con esta recopilación de
juglaradas, critica las instituciones de forma más o menos subliminal, más o
menos directa, pero no con la retórica teologal o fascista sino de forma
sencilla, para que lo entienda el pueblo Y llegan al receptor por la forma más
rápida y más destinada a permanecer: el humor, la sonrisa. Y por todo ello Fo,
también permanecerá siempre en nuestra historia del Teatro.
LA profesión del papa. Fo recrea la profesión de Bonifacio XVIII, uno de
los Papas más crueles de la historia. Los grupos de heréticos cataros lo
denunciaban por representar a una iglesia lujosa no preocupada de los pobres,
pidiendo volver a una iglesia evangélica. Este Papa organiza el año santo (un
Jubileo) un Viernes Santo, antes de Pascua, durante su año de ministerio. Iban
a llegar muchos peregrinos. En realidad montó una orgía tremenda que duró casi
un mes infame, una porno-utopía
escandalosa, incluso los reyes de la época estaban escandalizados (no es que
fueran ejemplos morales ellos precisamente.) Entretiene a sus invitados con
toda clase de divertimentos, cuentan que apagaba la vela con eructos a tres
metros de distancia. El Papa se prepara
para una ceremonia religiosa, se viste con una capa muy pesada (parece un
mantel de cocina en Fo), engarzada de diamantes y piedras preciosas y monta en caballo
en profesión. Se cruza con un pobre, caminando sobre el polvo descalzo. No le
reconoce (no se digna siquiera a mirar a los pobres.) Es Jesús. El Papa, no
creyéndole cuando se presenta este tipo como el salvador, le propina una patada
en el coxis (que llaman hueso sacro.) Jesús murió de espaldas en la cruz, como
un esclavo. Había nacido en un pesebre pobre. Portó un manto remendado y se lo
dejó al primer pobre que encontró, pero sus representantes llevan mantos
alicatados con joyas. El hijo de dios murió como la representación de Dios en
la tierra, ¿Ellos a quién representan? Jesús no dejó dicho nunca que después de
Abraham y tras él tuviera que haber un representante de San Pedro. El Papa ni
le escucha, se lo quiere llevar a cortar la lengua y proseguir su santa orgia.
Nacimiento del juglar. Un
juglar cuenta su origen campesino, villano, y como le trataban. Trabajaba de
sol a noche, sin ganas de disfrutar con su mujer, jugar con sus niños, cansado
hasta para hacer el amor (no se entiende con ella.) Pasa por una tierra
abandonada en el campo, una tierra volcánica, la llaman “la cagada del diablo”
porque es negra, explosiva, azufrosa, y le aseguran que tierra de nadie,
ocupando cementerios y tierras muertas. Él pretende arar esta tierra. La cultiva
con habas y florece como un paraíso. Un emisario del señor la reclama en
propiedad, y el campesino le manda a hacer puñetas. Al obispo igual y el
notario recibe una patada suya. Lo cual obliga a personarse allí el mismo
señor. Al juglar le atan sus sicarios y violan a su mujer delante de sus hijos
(igual que a la esposa de Darío Fo.) El honor lo tenía quien tuviera tierra,
ropa, riqueza y por eso no se defiende; no tiene nada que hacer. La esposa se
vuelve loca. Y él queda apático, imbuido en una profunda melancolía. Los hijos
le abandonan. Acaba preparando todo para ahorcarse. Un hombre le pide de beber
y comer y él, aunque se esté ahorcando, le atiende servicial, aunque se queja:
“No es de educación pedirle de beber al
que se está ahorcando.” Lleva dias sin cocinar, pero le da de comer. En
recompensa, Jesucristo (quien se escondía tras la identidad de aquel
harapiento) le nombra juglar. Es un discurso socialista de comuna, que incita a
compartir bienes en comunidad y solidaridad. “Te hago una gracia, un milagro, te haré hablar ante los demás, y aunque
tengas la lengua en salpicada, yo te la soltaré. “Así Fo defiende que el
juglar no nace sino que se hace. Un
mensaje bastante existencialista, en la línea de Sartre y De Beavouir. Cristo
le ha otorgado el don del juglar, del teatrero, para que cuente su historia y
su terrible experiencia pero en clave cómica, de parodia, restándole así dureza
y dramatismo y divulgando un discurso social, con el mismo espíritu de
compartir que caracterizaba aquel mayo del 68. Estamos ante un discurso de
contenido subversivo, antisistema. Con la lengua cortará el poder de los que
defienden el sistema, presentará una realidad divertida, pero incomoda. El
juglar se expresa en lengua lombarda, de la región de Milán. “Mi lengua es mi cuchillo.” No es un don
de la tierra, estamental sino natural, genético, desarrollado luego con su
trabajo y su juego. Tampoco la tierra ha florecido sola o por gracia de dios:
la ha trabajado él con sus manos, con su esfuerzo obrero, proletario. Allí
hasta el aire que se respiraba era del señor, y él ha humanizado la tierra, ha
devuelto la tierra a quien le pertenece, como cantaban los marxistas de la
época: ¡la tierra para quien la trabaja! Hay muchos elementos cómicos: el
juglar no sabía dónde acababa el trasero del notario y donde empezaba el de la
burra. Y este notario le explica las leyes naturales de la comarca, que por Napoleón y según edicto del duque de
Córcega…según la ley procesual…para concluir que la tierra le pertenecía al
señor. Acaba echado a patadas. Es un parlare, un falare contra el patrón.
Las Juglaradas nacen en torno a 1200 en Lombardía, Francia,
Alemania y toda Europa. Y duran casi hasta el renacimiento,
en contraposición pero también relación (antagónica) con el otro tipo de mester
que era el de clerecía. El mester religioso, cuya forma en el teatro fue el
auto de fe sacramental, insistía en los aspectos más trágicos, piadosos y lacrimosos: La representación sagrada de la vida de Cristo y
otros pasajes de la biblia, de los santos, apóstoles, mártires y profetas, y de
algunas representaciones alegóricas de la natividad del señor, la Pascua etc.
ya que solían celebrarse durante las festividades religiosas, muchas veces
incluso dentro del templo y otras veces en espacios abiertos al aire libre como
plazas públicas etc. Con estas obras se quería dar una visión teológica al
pueblo que insistía en las virtudes cristianas (piedad, sumisión, humildad…)
ejemplando unos modelos morales, adoctrinando más que deleitando. Más bien
atemorizaban aún más a un pueblo muerto de hambre al que obligaban a asistir a
estos actos, a veces interpretados por los propios miembros del clero al
término de sus oficios.
En reacción a estas formas enfatizando los aspectos
más trágicos y dramáticos de la existencia; el
mester juglaresco y el Misterio Bufo y cómico reflejaba la parte carnavalesca,
grotesca y alegre, como la otra cara de este mundo ambivalente. Junto a esa
épica (heredera de una epopeya clásica remontada a La Ilíada y La Odisea de Homero o a La Eneida de Virgilio) que recitaban los trovadores y bardos; los
juglares se dedicaban dentro de lo literario a formas más teatralizadas.
Parodiaban la
vida de las personas poderosas (latifundistas obispos y señores, notarios y
abogados de la estructura, soldados del mundo castrense…) Se convirtieron así en tipos, moldes populares (arquetipos,
prototipos universales, que Jung estudia en el Inconsciente Colectivo) debido a la paulatina sustitución de los
estamentos nobiliarios y eclesiásticos por
las clases sociales, Se representaba este teatro primitivo en la calle, en
las plazas más importantes de los pueblos (después indicaré las semejanzas que
guarda con el teatro independiente, que desde el tardofranquismo caminando por
la Transición, ha llegado a nuestros días, para no ir a cada instante
subrayando las analogías.) Este teatro lo desempeñan grupos o compañías
itinerantes de clase media alta, organizadas casi en forma de comuna y en
formas muy libres para tratarse de tan pretéritos siglos. Los juglares eran hijos de aristocráticos villanos
y sirvientas campesinas. Por tanto, habían accedido a la educación, pero se
sentían hijos del pueblo y le devolvían este conocimiento adquirido. Como
reacción a los misterios religiosos trágicos, ellos componen unas piezas
cómicas a las que Darío Fo y todos los estudiosos del tema se refieren como
“misterios bufos”.
Sí bien el pueblo, aunque algo extrañado, enseguida aceptó
esta forma de teatro, no así las clases dominantes, que trataron en todo
momento de reprender aquellas obras inmorales que confundían a sus esclavos de
su trabajo diario explotado. Se persiguió a los juglares, los cómicos del arte
debían instalarse a leguas de la ciudad, y si eran poco agraciados también a
lenguas de su ciudad (lenguadas.) Tras el
medievo, se les da más libertad a los juglares no profesionales, pero su teatro
de denuncia seguía molestando a obispos y cardenales y tras el concilio de Trento en 1535, se oprimió más
duramente a los juglares que usaban las artes circenses para parodiar el poder,
no podían permitirles esta denuncia y según ellos inmoralidad. Multaban unos 70 e si te encontraban actuando,
podías defenderte argumentando que no era tan grave el pecado.Así que ellos para vengarse caricaturizaban por ejemplo al abogado ingles engañador que a un noble
acusado de violación le presentaba como a un buen tipo, en una defensa cínica e
hipócrita. Los nobles violaban con total imputación a las campesinas y sí lo
veía un noble con buen corazón podía celebrarse un juicio, pero en la mayoría
de estos procesos e imputaciones no había derecho a abogados ni defensa y se
saldaban al instante: colgarte del primer árbol que encontraran delante de tu
lengua. Los nobles se aprovechaban de las campesinas y de unas leyes permisivas
según el dinero y la condición social. El defensor pasaba al imputado violador
por un ángel y a esa serrana como una puta. Ben Jonson se burlaba de los
jueces, personas juzgadas por la opinión pública más ilustrada. Federico II de
Suecia en el siglo XII había creado esta ley favorecedora de la gente rica que
podía cometer el estupro sin consecuencias penales. Si le pillaban los
parientes de la chica no podían defenderla. El trovador parodia esta situación
dramática, aunque le multan, le pueden matar y además le obligan a exclamar: ¡viva el emperador verdadero! La defensa
siempre apelaba en favor de los nobles, pues la justicia es ciega al dinero, y
no distingue billetes ingleses o italianos. En una de sus obras, el portugués
Gil Vicente representa a un fraile que acaba de violar a una campesina y salir
absuelto. Le defiende otro obispo con el argumento de que ella le ha atentado
con su belleza pecadora, mientras el pobre hombre de fe solo estaba rezando.
Eva era la madre de los pecadores redimida por la virgen, pero Lilith fue más
lista y se negó a copular con Adán, quedando una como ángel doméstico o en su Morada teológica de Santa Teresa de Dios
y Jesús, y Lilith, la otra (la
rigurosamente virgen) como una puta, un diablo fatal, madre de súcubos y
pecados. Y esta era –y es, por el cine y en nuestro capitalismo cosificante del
sexo- la forma de clasificar a las mujeres. La violación no estaba reconocida
por ley, y siempre el miedo a ser denunciadas las víctimas y puestas ellas a la
berlina, acusadas encima de haberlo provocado ellas mismas. Lo vemos en los
años 70, en la violación de la compañera de Fo y hace unos meses en La Manada.
Si la chica se hubiera vestido de otra manera, hubiera andado de otra forma, no
estuviera a esas altas horas de la noche por allí pérdida y sola en un errante
rumbo alcohólico, si se hubiera quedado en casa rezando el rosario y cocinando
para el marido, si no hubiera tenido pelo… ¡ella se lo ha buscado! La mujer
instiga a la acción y la chica buena debe ponerse fea si aprecia en algo su
vida.
En el ambiente carnavalesco, este teatro supone una juerga
popular: al pueblo llano se le permite disfrazarse y apropiarse del discurso oficial,
parodiando el poder, frente a las tradición religiosa, sus ritualizaciones y
celebraciones solemnes implantadas e impuestas (obligan al pueblo a asistir a la
celebración de Navidad y al Misterio o nacimiento de Jesús) Al pueblo llano se
le impiden sus propias procesiones alegóricas. Un juglar podía apropiarse del
gorro y ornamentación del obispo para caricaturizarle y así se le permitía
descansar al pueblo de este respeto a la autoridad eclesiástica. La iglesia no
sólo ofrecía una fe sino que funcionaba a modo de eclesía social, un lugar de
reunión, de imposición ideologica, represiva en lo sexual, moral, económico… y
que llegaba hasta lo más recóndito de la sique, haciéndose omnipresente,
omnisciente y omnipotente. En el Renacimiento se practicó un teatro de cámara y
ensayo, que derivaba de estas formas juglares, llamado la Commedia dell’Arte hasta
su extinción con una comedia más clasicista, intelectual, favorecedora de lo
institucional y de formas más cultas y elitistas como son la ópera, en el
barroco. Durante el siglo de oro
español ya se realizaban escasas lecturas y representaciones de este tipo.
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