Rosa Montero ocupa un papel importante en la transición española y en el feminismo en una época aun machista. Ha escrito novelas policiacas, de ciencia ficción, filosóficas, de amor, de aventuras y de fantasía. En sus novelas mezcla la realidad y parte lógica y racional del ser humano con la fantástica, el surrealismo, el inconsciente. “La realidad no es sólo lo tangible y tocable sino los sueños, fantasmas, delirios…eso también es real. El nazismo fue un delirio y cambió el siglo xx. Lo intangible y trascendente es a veces más real que lo inmanente.”, explicó la también psicóloga.
Rosa Montero ha publicado
14 novelas, traducidas a 20 idiomas. Hace 37 años publicó su primera novela. Actualmente
colabora con artículos y reportajes en el País. Tiene el premio Nacional de
Periodismo, el Primavera y el Que Leer. Estudió psicología y periodismo en la complutense
de Madrid y perteneció al grupo de teatro Tábano. Hoy nos visita en la
conferencia que ha tenido lugar en la Alhóndiga, espacio Azcuna, en Indautxu- Bilbao.
A Rosa Montero le ha gustado Bilbao siempre, incluso cuando decían que era feo.
Le gusta el Guggenheim y nuestra arquitectura. Como una turista japonesa saca
miles de fotos. Nos habla de sus últimas novelas, dónde se atreve con la
ciencia ficción; lágrimas en la lluvia y
el peso del corazón (y una tercera en preparación). Estas novelas se dan un
aire a Blade
Runner y trata de unas replicantes que quieren desprogramarse.
Rosa nos habla de lo
inabarcable que es la literatura. “Aunque leamos un
libro a la semana solo leeríamos 3mil libros en toda nuestra vida. Eso es muy
poco si nos acabamos de bajar una biblioteca digital de diez mil libros. ¡Ya
los leeremos cuando nos jubilemos! Y que de entre toda la literatura existente
alguien elija un libro suyo es todo un orgullo. “, dijo con alegría.
“Los
escritores somos la mayoría lectores voraces, letra heridos.”, confesó
la oradora. Nos habla Rosa Montero de la mala suerte del escritor: “o es tuberculoso, o se suicida, o se exilia, o se exilia
interiormente, o es huérfano, o pierde al hijo como Umbral, o entra en
depresión como la Matute o le fusilan, o se divorcia o muere borracho en la
calle como un poeta maldito o no vende un libro en su vida, o le reconocen ya
muerto”. La escritora nos remite a un estudio de Clara Obligado sobre la desgracia del escritor. Obligado leerlo.
“El
escritor no tiene por qué ser buena persona, muchos pegaban a su mujer. Los escritores,
en el fondo, son niños que no han crecido o se niegan a crecer. Niños que
esperan el reconocimiento de su profesora y que les den muchos premios. Niños a
veces mal criados y con mala educación como Cela o Fernando Fernán Gómez. ¡A la
mierda! Por eso los escritores dicen que no hay más patria que la infancia y se
pasan la vida, como Proust, intentando recuperar el tiempo perdido. El jardín
mágico de la infancia, ese paraíso antes de ser expulsados de él al morder la
manzana de la madurez”, opina la autora. La manzana de la madurez yo la
imagino como la que le cayó a Newton, una manzana envenenada como la Blanca
Nieves, una manzana reineta podrida. La manzana que le pusieron en la cabeza al
padre de Guillermo Tell para ser objeto de sus flechas. “Los escritores son niños perdidos en los jardines de Kensington
de Peter Pan”
Rosa Montero confesó que
las historias la surgían de dentro, del inconsciente, de sus sueños: “Algo te emociona y no te cabe en pecho y cabeza y deseas
compartirlo. Escribimos para que nos quieran. La inspiración es la salida del
inconsciente en sueños o despierta, sacas lo de dentro a flote. Todas las
preguntas tienen su respuesta pero tardas en darte cuenta que lo tenías dentro.
Por eso a veces en sueño se aclaran neuras y salen cosas que tu misma no te
dices estando despierta”. Rosa Montero sacó la psicóloga que lleva
dentro: “El escritor tiene cierto desorden mental,
siempre, está muy relacionado la creación artística con la ambigüedad sexual,
con el trauma psicológico. Es la educación recibida y las consecuencias del
entorno social, son los problemas familiares y sociales los que acrecientan el
mundo interior. Porque cuando somos felices nadie crea, estamos demasiado
entretenidos en vivir la felicidad”. Rosa puso de ejemplo el trauma de
Dalí: su hermano gemelo murió en el parto. Se sentía el asesino de su hermano. Esto
es “el estigma de Caín”. Enterraron
el feto muerto del hermano y en la tumba dejaron espacio para cuando muriera Salvador Dalí. Mark Twain relató a un
periodista que su hermano gemelo murió ahogado mientras se bañaba, pero al no
tener el lazo diferenciador, no sabían bien quién de los hermanos había muerto.
Rosa Montero habló de la monstruosidad de esos hermanos siameses que conviven
en un mismo cuerpo. Trabajaban en un circo de EEUU y uno de ellos murió. Y habló
de las siamesas de Pakistán a las que separaron y que han muerto ambas. Son esas
crueldades sádicas con las que a veces la vida saca su lado monstruoso.
Rosa Montero mezcla la
novela de ciencia ficción con la negra y policiaca. “Antes
la novela era muy cerrada. Debía ser verosímil y encerrada en jaulas y
cajetillas estanco que encasillaban la literatura. Hoy en día los géneros se
hibridan y la novela está viva, cambia, se inicia, muere, se inventan nuevas
formas de creación”, aseguró la conferenciante.
En la novela el Peso del
Corazón hay varias plataformas flotantes (en el espacio) donde viven sociedades
democráticas y otras más tiránicas, hiper religiosas, todas con un gran avance tecnológico
como en la novela de Orwell o en mundo feliz. La protagonista Bruna Kaskin
busca desesperadamente su corazón de hojalata; ser humana. Sólo está programada
para vivir 10 años y lleva ya 4. La imaginamos con su cabeza rapada, sus ojos
felinos y sus tatuajes por todo el cuerpo. Ella no es un robot sino un androide
orgánico. Todos saben que van a morir. “La muerte; lo
terrible de ella es que después de un par de generaciones seremos olvidados y
nadie nos recordará. Y será como no haber existido. Por eso escondemos la
muerte como la asistenta que oculta la suciedad bajo la alfombra” dijo
la escritora. Rosa de niña (hay muchos relatos de su infancia en su novela la
Loca de la Casa) se decía así misma: “disfruta porque pronto
llegará la noche, serás mayor y habrás muerto. La vida es lo que sucede
mientras perdemos el tiempo. Cumplirás 10, 20, y a los 44… ¡Rosa deja de contar!”.
Por eso escribimos siempre contra la muerte. El tiempo corre en nuestra contra.
La escritora tarda de media 3 años en escribir una novela. Eso significa menos
horas de estar con tus amigos o mascotas o ir al cine. ¿Pará que sentarse en un
rincón a inventar mentiras? “Porque no puedo hacer otra
cosa”, nos confiesa. “Por eso escribimos
memorias y diarios, y autobiografías; nos da la ilusión de que nuestra vida
permanecerá cuando nosotros ya no estemos. Perdemos la infancia de forma traumática.
El escritor se ve obligado a madurar antes de tiempo, es un niño viejo, forzado
por las circunstancias. Y ¡claro!, no quiere, uno se resiste y se rebela a
perder el niño interior, a crecer” nos explicó. Rosa habló de que muchos
escritores habían empezado a leer y escribir a consecuencia de una enfermedad. “Los divanes de los sicoanalistas se llenan de personas que
han perdido algo tan esencial como es la infancia. Dijo H Hesse que aferrase al
sueño de la niñez es el peor de los refugios. Por eso el escritor se obsesiona
con el paso del tiempo y combate la decadencia de esa perdida de cosas; sean
amigos, padres, familia, la infancia, recuerdos, o peluches que queríamos
mucho. (y empieza así el complejo de Diógenes también, no queremos perder los
recuerdos)”
Su libro se basa en el sueñan androides con ovejas eléctricas de
Filipi Dik, llevado al cine como Blade
Runner por Ritley Scott, con Harrison Ford de protagonista y música de Vangelis. La película no tuvo éxito en
su estreno pero con el paso del tiempo se ha convertido en una peli de culto. No
sólo por su guion original y sus actores, sino por un vestuario y escenografía increíble.
Incluso se ha creado un videojuego, una aventura gráfica, sobre la película. En la novela de Rosa al protagonista le
encargan el caso de un robo de diamantes que destapa una trama de corrupción energética
internacional. Además de una novela de ciencia ficción también es un thyler y
una novela política y filosófica sobre el sentido de la vida.
A los replicantes les
insertar una memoria con 500 recuerdos. (Suena un poco a la película Abre los
Ojos de Amenábar); tú estás muerto pero crees que vives porque tienes
recuerdos. “Lo que nos asusta de la muerte es perder la
conciencia, la memoria, el cerebro”, dijo Rosa. Estos recuerdos de 25
años de vida las escriben los memoristas. Rosa habla de escritores memoristas
como Juan Marse que siempre habla
del pasado, la infancia. Como Proust o
Tolstoi. Y otros escritores amnésicos, sin memoria, como Conrad. “La memoria
depende de cómo la imaginamos, o qué recordamos, es una mentira y cuento que
vamos construyendo, el recuerdo ya no es el mismo, va cambiando: los padres de
mi hermano no son mis padres ni la casa es la misma para los dos. Nunca es el baño
en el mismo río. La imaginación reconstruye e inventa nuestro pasado dándole
apariencia de que tiene un sentido. La vida es absurdo ruido y furia, decía
Faulkner. La realidad es múltiple, variable, depende del prisma, de la
perspectiva. Quizá lo que le da sentido es la necesidad del otro, ser animales
sociales”, explicó Rosa.
“Hay
escritores erizo como Proust que siempre escriben el mismo libro y escritores
zorro que buscan e investigan nuevos caminos”. Rosa Montero siempre
escribe de las mismas obsesiones pero con lenguajes, formas diferentes,
intentando innovar e experimentar. “Se escribe para
aprender de ello, no para enseñar. La misma historia ¿con qué estilo la cuento?
Hallar cada vez la forma más bella de narrarla.” Rosa toda su vida pensó
que escribía de perdedores, el lugar común y típico- tópico de los antihéroes y
ahora cree que escribe sobre súper vivientes. En la loca de la casa y ridícula
idea de no verte mezcla el género novelesco con el nuevo periodismo. Sus personajes
son marginales, al principio de la novela no se perdonan así mismo y se
culpabilizan, no se quieren, son solitarios. Están hechos polvo. Y tras la
prueba iniciática, consiguen quererse más así mismo.
Ahora por fin se atreve
con la ciencia ficción. Aunque es de letras pura le gusta la ciencia, que es
más mágica que un libro de hadas. En la feria del libro de Madrid muchos se
acercaron a su estand para comentarla lo mucho que les había encantado su
novela a pesar de que odiaban la ciencia ficción. “La
mayoría de esas personas no habían leído nunca un libro de ciencia ficción. Es más
el prejuicio que tenemos en este país a científico. La ciencia ficción no habla
de esoterismo y cosas raras y a veces es una excusa para hablar de anti utopías
como en el mundo feliz de Huxley o en Walden 2 de Skinner o en el Gran Hermano
de Orwell”.
Rosa Montero construye la
novela en la cabeza, toma notas en cuadernitos. En su vida es caótica pero
escribiendo la importa mucho la estructura, la arquitectura y esqueleto interno
de la novela. Por eso idea organigramas, mapas de cartulina a colorines, mapas de
un lugar mágico como en su novela del Rey trasparente. Va haciendo montones,
mapas con capítulos, poniendo fechas, avanzando, cambia orden capítulos…mezclar
ingredientes para guisar una buena novela, el desarrollo psicológico del personaje,
el movimiento, acción y cráteres y el punto central donde todo converge. “Traspasar lo de tu cabeza al papel, como un ebanista montando
una pieza. La escritura es como el amor pero tu te lo guisas tu te lo comes. La
estructura de una novela es como una matriusca o una cajita dentro de otra que
hay que ir abriendo”.
Ella escribía a los 5
años cuentitos de ratitas q hablan: “eso es ser
escritor pero no buen escritor. Escritor es el que escribe y buen escritor el
que encuentra su voz. Se puede aprender a escribir (aunque a veces se aprenda
de forma auto didacta)”. Rosa Montero tiene formación universitaria y académica
pero es bastante escéptica de los talleres de literatura si te intentan cambiar
el estilo y forma de escribir. Ella misma dirige uno desde hace 15 años. Ella no
fue a ninguno. “El taller está bien porque pone en
contacto a gente que quiere escribir y se leen mutuamente, es un buen caldo de
cultivo para desarrollar luego nuestro propio camino. Nadie te enseña a
escribir y no se debe imponer la manera de ver la literatura. Cada cual tiene
su estilo, su tono, su voz, su ritmo. A mi el genial Márquez no me gusta, por
ejemplo. Nadie te puede imponer un tipo de literatura”. Rosa Montero
desengañó a los que quieren escribir: ”No vais a ganar
dinero ni fama, os llevará mucho tiempo y a veces lo pasareis fatal pero si
necesitas escribir podrás con todo” aconsejó la escritora. “No se puede escribir
por envidia o recelo a otro escritor. O para ganar dinero, público o premios,
sino escribir porque lo necesitas. En la novela sale el inconsciente, no el Yo
personal. El ego tiene que morir, la razón esta subestimada, el narrador debe
pasar inadvertido en la novela. Que parezca que se ha escrito sola”, advirtió
la autora de la hija caníbal y el
corazón del tártaro. Recomendó
leer muchísimo, mejor que ir a clases de literatura. Y leer clásicos y releer. “Al principio no sabes cómo va a ser la novela, se va
descubriendo. Se te puede ocurrir en un avión o en el cuarto de baño. Corregir y
rehacer y leer y leer” Le da tal ansiedad los libros que nunca leerá que
no suele repetir lecturas, no hay tiempo de releer. Rosa nunca ha dejado de
escribir por el que dirán. Ni se ha auto censurado. Su primera novela,
testimonio de juventud, Crónica del
desamor la escribió a los 29 y habla del sexo sin tapujos. (Aunque no le
gustan las autobiografías habló de su marido muerto) En Ridícula idea de no volver a verte reflexiona sobre Madam Curie.
“La
novela no es tan fantástica e irreal. Seguramente en el futuro haya clones. Y plataformas”.
Se plantea aquí el debate ético y moral de los límites de la tecnología. Igual que
estallaron las bombas atómicas en Hiroshima Nagasaki. “El
problema de los residuos radiactivos es que pueden durar 100 mil años. Ahora se
ponen en agua para que no contaminen pero ¿dentro de 100 mil años nuestros
descendientes seguirán poniéndolas en agua? Otra opción es meterlos en una
tumba sellada y avisar a las nuevas generaciones que no lo abran. Quizá a
través de un mito; decir que esa tumba está maldita para que no lo abran”,
propuso la novelista.
Rosa Montero es una defensora
de los derechos de los animales y en su twitter critica esa animalidad salvaje
de matar a los toros. En su última trilogía aparece una mascota alienígena; Bartolo
el tragón, que come libros. “Los animales nos reconcilian con el animal que
todos somos. Anatole France dijo que
quién no ha amado un animal tiene una parte de su vida dormida”.
Rosa Montero nos ha
recordado en esta conferencia la importancia del inconsciente para gestar cualquier
creación artística, pero además de la inspiración, detrás hay mucho trabajo.
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