Fundación para un Nuevo Periodismo
Gabriel García Márquez reunió a un grupo de periodistas para criticar el modo actual de hacer periodismo y crearon la fundación para un Nuevo Periodismo basado en la corriente surgida en los años 60. A raíz de estos congresos celebrados publicaron los Libros del Taller, los Ensayos, las Antologías y los Diálogos. Fueron subvencionados por el Fondo de Cultura Económica. En este primer libro Óscar Escamilla entrevista a Ryszard Kapuscinski, en el año 2002. Hablan, entre otras cosas, de su libro El Emperador. Al entrevistador le llama la atención sus pies pequeños, a pesar de los cuales este hombre trascurrió su vida caminando. En este texto, habla de la globalización, del nuevo periodismo, del mestizaje de géneros, de la dignidad profesional... estos textos son los que ofreció en el taller de Buenos aires, organizado por la FNPi y el bid (banco internacional desarrollo) y la fundación Pro:
El periodismo antes era
una profesión de respeto y dignidad, intelectual y política. Políticos como
Churchil fueron primero corresponsales en África. Ahí tenemos el ejemplo
de Hemingway. Ahora el periodismo lo
dominan los media- worker, los trabajadores para la mass media.
Frente a aquel
periodista- escritor el de ahora es un redactor anónimo. El periodista trabaja
para el sistema, para la cadena productiva. Es un trabajo de grupo, por lo que
se ha perdido el orgullo de lo personal, el ser responsable del texto.
Realidad y ficción, información e interpretación
El periodismo manipula la
opinión pública. No hablamos de la censura sino de modos más sutiles de
manipulación como elegir una noticia y no otra.
No existe la objetividad pura. Se mezcla siempre la información con la
interpretación e incluso la opinión, sin diferenciarlas. Por ejemplo, mucha
gente ve los programas de humor y entretenimiento en que dan noticias (me
refiero a espacios como caiga quien caiga) dándole el mismo valor que a un telediario. Los medios de comunicación
están tejiendo un mundo
virtual y ficticio frente al mundo real. El peligro está en no distinguir lo real y la
fantasía.
Vivimos en un simulacro
de la realidad, ya lo decía Baudrillard, tomamos por real lo que vemos por
televisión, y lo que no sale en los medios no existe. Esta globalización es una
especie de “mundo burbuja”, donde vivimos protegidos por una coraza virtual
paralela al mundo real. Preferimos wasapear con el amigo a quedar con él en una
cafetería porque hay prisa. Damos más importancia al mundo virtual que al
tangible. Sustituimos las experiencias reales como jugar en la calle por
quedarnos en casa con al ordenando chateando. No vamos al cine, tenemos la
película bajada gratis y palomitas caseras. De igual forma en los
funerales, en la iglesia, ya no está el muerto presente y se oficia sin el
cadáver, porque la muerte es lo único que no hemos dominado aún y que nos da un
sopapo cósmico en las narices. No podemos aceptar la realidad de un muerto y
hasta los entierros son ficticios. O cuando estamos hablando en la calle y nos
suena el móvil, atendemos antes la llamada del móvil (la presencia virtual) que
al amigo real del que enseguida nos desprendemos.
En este mundo ficticio creado por los medios
se confunde mucho la realidad y la ficción. A veces nos comparamos a personajes
de una novela que ni siquiera hemos leído. Vemos a nuestros compañeros de
trabajo o de clase como a otros actores de la misma película. Incluso llegará
el día que preguntemos a nuestros padres si son actores en el Show de Truman y
anuncian productos en el intermedio en que vamos al servicio.
La televisión nos
muestra las catástrofes como películas bélicas o juegos de disparos en el
ordenador. No nos creemos estas noticias, las vemos lejanas, distantes… no nos
afectan, igual que nos resultan indiferentes los muertos de un juego de guerra.
Parece que así nos conmueven menos las desgracias y son menos reales y esto va
mermando nuestra capacidad de compadecernos de ellas. ¿Y si la guerra del Golfo
nunca existió?... ¿Y si la llegada a la luna se hubiese rodado en un estudio de
televisión con decorados? Esta confusión (la noche me confunde) se denota
también en la gente mayor que te cuenta sus batallitas de guerra mezcladas con
la última de Spielberg.
El sicólogo del arte
Arnheim habló ya de la confusión entre el mundo real (el tangible con
las sensaciones) y el virtual creado por el pensamiento. Un poco como en
la caverna de Platón (sombra de idea, la cosa en si, la realidad) o en la
película Matrix. Confundimos lo real y la ficción porque la otorgamos a esta
valor de autenticidad, la tomamos por real.
Como en el show de Truman
JIm Carrey pensaba que su vida era real siendo parte de un programa televisivo
o en los programas actuales de Gran hermano o en la película Ed Tv en que una
persona autoriza a que le graben las 24 horas del día para un reality . Además,
pensamos que lo que no vemos por TV no existe. Y que lo que vemos en ella es
palabra de Dios. Pero Kapuscinski reflexiona que no es lo mismo ver las noticas
que entenderlas, ni es lo mismo oír que escuchar. Silenciamos el hambre en
África o lo retransmitimos como quien va allí de turismo. Y narramos las
guerras como juegos bélicos de ordenador. Los medios están tejiendo una aldea
global pero superficial, la información llega a todas partes pero esta
información se limita a ser frívola y superficial.
Ya no aprendemos sólo por
medio del colegio y la familia sino a través de los medios. Los medios tienen
-o deberían tener- una capacidad instructiva, educativa. Pero en los medios
actuales, se mezcla la información con la opinión, la historia autentica
documentada y datada con las distintas versiones interesadas. Conocemos la
historia a través de los medios (como la tragedia de Ruanda del 94) ya que los
sociólogos e historiadores no tienen la capacidad divulgativa que tienen los
medios. Hay tal sobre información que recurrimos a la especialización de los
profesionales. No podemos abarcar toda la realidad o lo que entendemos por
ella. Por eso, el discurso es fragmentado, superficial, desestructurado,
inconexo. Se pierde el sentido de autoría, de trabajo personal (con su coste y
esfuerzo) y se convierte en una profesión gregaria. "Sin el pensamiento de
los Otros no existimos", opina el autor. "La sociedad no existe sin
periodistas ni los periodistas sin sociedad", insiste Kapuscinski. Cuanta
más opiniones mejor, pero luego debemos seleccionar las que más se acercan a la
verosimilitud del acto noticioso.
El Periodismo es una
profesión donde la experiencia no se acumula. Cada nueva noticia es como
empezar de cero, por lo que nunca dejamos de estudiar en esta profesión. El
mundo progresa, evoluciona o al menos camina, y por ello debemos actualizarnos
cada día, estar en la actualidad permanentemente.
El periodismo es una
profesión interdisciplinar, donde debemos saber de todo y apoyarnos de muchos
conocimientos. Hemos de ajustarnos al modelo y género periodístico. y revisar
la información constantemente, lo de ayer puede que mañana este ya muerto y no
interese. Además debemos escribir pensando en el lector potencial y no en
nosotros mismos.
El gran cambio en el
periodismo se debió a la revolución tecnológica, la posibilidad de viajar por
el mundo, y la capitalización de la profesión. No hemos de olvidar que el
Periodismo es un negocio. No son los ideales los que lo mueven sino el dinero.
La tecnología pasó de ser herramienta y un medio a ser, como diría Mc Luhan; el
mensaje ("El medio es el mensaje.")
Ya no es la búsqueda de la verdad lo que persigue sino la búsqueda de la
venta. Ha perdido importancia, ahora leemos una noticia y no nos influenciamos
tanto como en pretéritas épocas. La información es una mercancía más y el
periodismo; un mercado. Se pierde la vocación del periodista pues este trabaja
por un salario y no por nobles causas. Es una ocupación más y cualquiera puede
ser hoy periodista. Del romanticismo al pragmatismo. Al igual que la iglesia,
el periodismo se ha vuelto "un templo de mercaderes". Se ha
desacralizado. Lo importante es lograr audiencia y entretener, no informar o
formar, ni educar.
La humanidad vive
pendiente de lo que informamos aunque todavía hay una parte del mundo
desinformada, que vive al margen. La
realidad es muy amplia pero informamos de una parte sesgada de ella. El fútbol
como opio del pueblo o como "pan et circum". Por ejemplo, publican la
muerte de Francisco Umbral el mismo día que la de un futbolista, dándola a esta
más importancia y repercusión. El móvil, el correo electrónico, las redes
sociales... han revolucionado el sector.
Con Internet se elimina la búsqueda y selección de noticias pues ahora
todas vienen de agencias de prensa o de la agenda de noticias. Ahora redactan
las noticias, como los monjes amanuenses en la edad media escribían sus
códices; copiándola pero sin procesarla mentalmente, sin entenderla, sin
contrastarla. Además, el periodista está más pendiente del móvil y la cámara y el
ordenador que de lo que está sucediendo
en el momento. Frente al reportero de guerra que viajaba al país de conflicto,
ahora los periodistas de guerra van en un 4x4 escoltados por la policía. Frente
al periodista que salía a la calle "a buscar la noticia", el redactor
de ahora trascribe, copia las informaciones que le llegan a su pantalla de
ordenador. No tienen ni idea de lo que informan, sólo obedecen ordenes, lo que
deben escribir. Otro problema del periodismo es la inmediatez y la falta de tiempo
que elimina la creatividad de los textos y los hace superficiales. En la prensa sensacionalista se ha perdido no
sólo la responsabilidad profesional sino la ciudadana. El becario que comienza
no puede exigir nada en la redacción, y se limita a obedecer. La rutina y la
monotonía laboral crea un producto final deshumanizado e impersonal y poco
estético. No hablamos de una manipulación adrede, muchas veces es simplemente
ignorancia de la empresa,(pero la ignorancia de una ley no exime de su
cumplimiento). Ignorancia a veces incluso de hasta dónde está Irak en el mapa.
La globalización ha aumentado las desigualdades económicas en el mundo, pero a
veces se crea una cortina de humo, dando una noticia sensacionalista sobre
Belén Esteban. Los juicios de los famosos por vulneración de su derecho a la
intimidad, honor y propia imagen tienen prioridad sobre juicios de desahucios
por ejemplo.
A veces las noticias
obedecen a la paranoia colectiva de la seguridad nacional frente a la
libertad. Dan imágenes de terroristas, que siempre son árabes y los
delincuentes; negros o extranjeros. Nos hacen ver que el mundo de fuera, el
exterior, es un lugar peligroso e inhóspito, con lo que si hiciéramos caso a la
TV no podríamos ni salir de casa. Crean la sensación de que "papá"
Estado nos protege y vela por todos nosotros y que las fuerzas de seguridad nos
protegen de las amenazas terroristas. Por eso se da tanto hincapié en los
atentados (como en el 11m donde intentaron vendernos que había sido la banda
terrorista ETA para ganar más votos el PP)
La masificación de los
medios es una consecuencia de la masificación de todo el resto de elementos
de la cultura. Como decía Ortega en la Rebelión de las Masas, la masa vive en
la creencia y en ella esta acomodada, sin preocuparse o al menos ocuparse, de
tener ideas y un pensamiento crítico. La mayoría de la sociedad vive en la
pasividad del "hombre unidimensional" de Marcuse cuyo único deporte
es el "sillón boll" o cambiar el programa de televisión con el mando
a distancia. Y entonces nos preguntamos, como Umberto Eco se pregunta en su
libro Apocalípticos e Integrados; ¿el público recibe lo que se merece en la
televisión o es que al poder y al "sistema" le interesa este
aletargamiento social? ¿es el publico el que perjudica la TV o la TV la que
perjudica al público?
A veces parece que hay un
interés orweliano en controlar nuestros actos y opiniones y nuestra libre
opinión con la parilla televisiva. Si eliminamos la capacidad crítica y de
análisis eliminamos la oposición al sistema. Un Gran hermano donde todos hablen
del gran hermano de Mercedes MIlá y el que hable sobre un tema humanístico sea
marginado socialmente como le pasaba al personaje de "pastor" en la
obra 1984.
La Tv, por otra parte, también
puede ser otro medio más de adquirir cultura. Hay programas que ilustran más
incluso que un libro, pues en este caso no es el medio sino el contenido.
Ponemos la vista atrás y parece que en los 80 había más programas culturales
que ahora. Y eso que antes la televisión la conformaban menos cadenas. Parece
ser que ahora tenemos más información, más donde elegir, pero el público opta
por programas generalistas de entretenimiento banal, vanidad de vanidades. El
usuario tiene la última palabra y hemos de confiar en su capacidad crítica para
elegir entre tanta sobre información lo más interesante. La televisión se ha
especializado y se ofrece para un target determinado, para una segmentación del
público al que ese programa le interese. Pero los informativos se han
homogeneizado, y se copian modelos de programas de tertulias insulsas y de lo
que podríamos calificar "tvbasura". Esto ha creado una diferenciación
entre canales culturales, que emiten a todas horas espacios de historia,
reportajes etc, y cadenas sensacionalistas, como TV5, que ofrecen contenidos
que obedecen más al "interés del público" que al "interés
público". (lo que debería interesarnos)
Nuevo periodismo y la
literatura
kapuscinki habla también
del Nuevo Periodismo, que fue un nueva forma de narrar las noticias que
se dio en los años 60, junto a los movimiento hippie y beat de EEUU. En él hay
firmas como Norman Mailer, Truman Capote o Tom Wolfe. En España grandes
profesionales como Pilar Urbano, Juan José Millás o Rosa Montero se dedicaban a
esta nueva forma de hacer periodismo. Se trataba de “literaturizar” el
periodismo o de "periodistificar" la literatura. Se empezaron a
escribir crónicas con elementos propios de la literatura, como el relato de
Garzón juzgando casos. O la crónica de una niña ahogada en un pozo que relató Isabel
Allende. Tom Wolfe tiene un libro llamado el nuevo periodismo, que es el que
dio nombre a esta generación. Estos autores intentaron aumentar el número de
palabras utilizadas y crear ricas metáforas, hacer menos aburrido el texto a
través de los recursos expresivos y estilísticos. El periodismo se estaba
volviendo burocrático y tedioso. Truman Capote relata en A Sangre Fría la
muerte de una familia en un pueblo de EEUU, la huida de los asesinos y su
captura, y más parece una buena novela que un reportaje. A medio camino entre
literatura y periodismo, esta forma hibrida bebe de la tradición literaria
realista que siempre ha jugado con elementos propios del periodismo. Antes, el periodista era también escritor. El
nuevo periodismo fue estudiado por la sociología postmoderna, por ejemplo en el
libro TRistes TRópicos de Claude Lévi Strauss. Estos estudiosos analizaban la
confusión e hibridación entre géneros, y entre los límites expresivos del
periodismo y la literatura. Personajes y
hechos reales relatados con los recursos propios de la narrativa, algo que cada
vez se ve menos en la profesión. La inmediatez de la TV acabó con esta
interesante propuesta de escribir, pues la imagen lo da todo y más rápido que
la lectura. Pero ni la TV ni Internet han terminado con la literatura.
Esta idea obedece al
mismo miedo que se dio cuando se pensó que la fotografía o el cine acabarían
con la pintura y el arte clásico, o que la radio y la TV provocarían un
cataclismo en las ventas de prensa escrita. Lo que si denota el autor es que
cada vez se lee menos y los periodistas están incluidos en ese retroceso
cultural. La literatura actual es la propia del best seller, novelas
cinematográficas o televisivas de lectura fácil y larga extensión que se venden
masivamente ante la caída y crisis de la literatura tradicional. Algunos hablan
de la muerte de la literatura, pero ¡se habla de tantas muertes; de la
filosofía, de la historia… ¡ (al igual que en la edad media los mileniaristas
creían en el advenimiento de un nuevo mesías y del apocalipsis y fin de la
historia en el año 1000) Más que por la calidad que ve el crítico en la novela,
el público la compra por el "boca a boca", para leer lo que los demás
leen, por borreguísimo de masas. Los libros electrónicos no están sustituyendo
a los clásicos en formato papel, pues son aún incómodos de leer. Y desde luego
la literatura no ha muerto.
Periodista y escritor
kapuscinski trabajó para
una agencia de noticias como corresponsal y redactor de periódico. Trabajo
duro, mecánico y poco creativo controlado por el jefe, donde se movía con un
lenguaje pobre de apenas 800 palabras. Con esa escritura se ganaba el pan, era
un trabajo alimenticio. Y luego escribía lo que quería escribir, sus textos
creativos. Esta doble vida generaba cierta esquizofrenia. Prefería el texto
literario, en el que podía jugar con la imaginación y crear un texto más
filosófico. En la escritura literaria debemos encontrar nuestra voz y estilo,
lo que no significa que el periodista no tenga también su propia voz. El texto
periodístico se escribe y se olvida, al día siguiente deja de ser noticia pero
el creativo literario perdura. A veces el texto periodístico nos resulta hasta
irreconocible, ¿esto lo he escrito yo?. Todo libro es por principio una derrota
para el escritor que se exige mucho así mismo.
La globalización
En otro orden de cosas,
Kapuscinski reflexiona sobre la globalización. Según la escuela histórica, la
globalización es tan vieja como la historia y siempre ha estado allí en todas
las formas de poder. Para otros autores, surgió tras la guerra fría y el fin de
la 2GM, partiendo el mundo en Oriente y Occidente. Conquistamos el espacio y el tiempo y de una
sociedad de masas fuimos a una sociedad global, con el triunfo claro del
neoliberalismo capitalista. La globalización es un proceso histórico
consecuencia de la revolución tecnológica pero también una ideología. Por
ejemplo la expuesta por Francis Fukuyama en el Fin del Hombre y la Historia
donde el capitalismo no sólo es el menos malo de los sistemas sino el único
viable. Pero la integración global crea a su vez más desigualdad económica, la
gran brecha en el tercer mundo, y el resurgimiento de los conflictos étnicos y
regionales tras la descolonización. Lo importante en este sistema global es la
idea de nación-estado. Y a su vez uno de sus fallos consiste en la
despersonalización, el extrañamiento, enajenación y alineación a la que somete
al hombre. No elegimos a las autoridades que nos gobiernan (no hablo ya de
partidos políticos democráticos sino de instituciones económicas como el Banco
Mundial o el Fondo Monetario Internacional)
No elegimos a los dirigentes y parece que nos gobierna un ente
invisible. A veces no sabemos ni lo que acuerdan. La masa se desinteresa de la
política (se apolitiza) y la multinacional se alza soberana del mundo. La
economía tiene vía libre para influir en la política y carta blanca para crear
un sistema orwelliano de imposición al ciudadano. Las mafias y organizaciones
criminales como la del narcotráfico y la droga campan a sus anchas. La
corrupción de ongs o de blanqueo de dinero sucio, las mafias de pateras de
inmigrantes, las redes de prostitución, las instituciones de seguridad privada,
los mercenarios en las guerras, las guerrillas en los países descolonizados.
...ya no son controlados por la política sino que tienen el consentimiento de
las multinacionales económicas. Nadie controla estas formas de violencia o las
controla el ente abstracto de lo económico. La privatización ha disminuido el
intervencionalismo en las economías mixtas o de mercado. Esto ha favorecido
también las dictaduras de partidos únicos pero obedeciendo a estos intereses
económicos más que políticos. La nueva burocracia de grupos financieros, las
organizaciones e instituciones internacionales son las que controlan el globo y
manipulan los medios. Un mundo sin fronteras sicológicas, de raza, de idioma. Un
mundo sin límites para la empresa y el capital.
La revolución de las comunicaciones, de internet, de los movimientos
migratorios y del éxodo rural han favorecido a ello. El peligro de Internet es
que abundan las informaciones pero tenemos poca imaginación para trabajarlas.
Además, los problemas de los países en vías de desarrollo no se solucionan con
la implantación de internet y otras tecnologías. Ni con la implantación de la
coca cola.
Un nuevo mundo surgió
tras el 11 s, donde ya no era comunistas contra capitalistas sino el primer
contra el tercer mundo. Fukuyama llama el Fin de la historia al fin de los meta
relatos políticos, democráticos y humanísticos. Los medios hoy deben
entretener, vivimos en un mundo burbuja del show y la sociedad del espectáculo.
Si la edad medía vivió sumida en la tristeza y el temor a Dios, la
postmodernidad es una gran risa, una carcajada ante la muerte de Dios. El
individualismo y el consumismo son los únicos ideales validos. Y la risa es una
risa obligada ,como se reían en la época de Pericles, donde la comedía floreció
en el momento de mayor crisis y decadencia.
Aunque para Huntington la
historia no acabará hasta que no muera el último hombre. Según el estudioso de
la Historia Arnold Toynbee, Nuevas
civilizaciones como la china, india (los tigres asiáticos) o musulmana (que
controla el petróleo) amenazan el imperialismo norteamericano.
Para Nye y otros
estudiosos vivimos en la decadencia de occidente, emula de la decadencia del
imperio romano. y por lo tanto la postmodernidad representaría el comienzo de
una especie de nueva edad medía. Y es que realmente o en mi opinión al
menos, se dan muchas analogías con la época del Medievo; el oscurantismo
intelectual, el periodista- amanuense que copia sin entender y asimilar la
información…
una sociedad iconográfica
donde no se lee y la enseñanza viene a través de la imagen (la imagen
televisiva o del PC), una crisis tremenda en la filosofía, donde hemos
sustituido la filosofía clásica por religiones de masa. La guerra actual entre
EEUU como defensores del catolicismo contra el islam y sus atentados
terroristas nos recuerdan las cruzadas de la edad medía. En vez de filosofía
griega, ha habido un auge de las supersticiones y la superchería, la nueva era
o new age, el budismo capitalista, la religión comprada en el súper
mercado...(más Prozac y menos Platón) Al igual que en la edad media, la
sociedad esta globalizada. Si en la edad medía formaba parte de la
"Cristiandad" ahora forma parte de la "aldea global". Encontramos
más semejanzas; la forma de sociedad en la edad medía era precisamente la
aldea. y ante el triunfo de la aldea, el resurgimiento de los nacionalismos,
aunque parezca paradójico en un mundo tan internacionalista. Y ante esa idea de
mundo inestable, amenazado por los islámicos, surge la idea de seguridad
colectiva, seguridad a toda costa, con el precio de menguar nuestras libertades
personales ("por nuestra propia seguridad"). Esta seguridad colectiva
se aprovecha de nuestro sentimiento de inestabilidad, no ya física, sino
sicológica.
El conflicto entre lo
local y lo global, (entre nacionalismos y el liberalismo capitalista) se da
pues lo local se resiste a lo global. los anti globalización critican por
ejemplo que vayamos donde vayamos encontramos un mc donald y una coca cola, en
sitios que no tienen para comer regularmente. Podemos vivir en el rincón más
inhóspito del planeta que recibiremos la misma información, copiada de una gran
agencia internacional, que en nuestra antípoda.
Buscar lo universal
El autor nos invita a
buscar lo universal y atemporal frente a lo local, pero no lo universal como lo
que todo el mundo reclama sino como aquello tan importante que podría pasar a
la historia, buscar dentro del hecho fenomenológico aquello universal que nos
interesa como humanos.
Por eso, la literatura es
más universal que el periodismo, porque describe "lo humano", lo que
es igual en España que en Chile, en el periodo isabelino que en el gobierno de
Allende. Los grandes temas (amor, muerte...) Buscar lo universal dentro de lo
pequeño y lo anecdótico, como el periodista que sintetiza las informaciones en
su libreta, de forma breve, casi aforística. Volver al periodista que
selecciona las noticias y no sólo las copia- pega. Una forma de buscar "el
dios de las pequeñas cosas" porque quizá en ellas, en el café de cada
mañana, esté lo universal, lo importante, lo trascendente y lo humano.
Kapukinski tiene más de poeta que de periodista pues son estos los que más se
ocupan del lenguaje. Poetizar el periodismo. El periodista ha de ser
autocritico consigo mismo. Escribir lo original, lo que nadie antes ha escrito.
Sin embargo, se reconoce así mismo un pobre redactor que se da ínsulas de
literato. Del periodismo se podrían sacar historias más increíbles que las que
nunca se han escrito en literatura. Cada vez se escribe más, todo el mundo ha
publicado un poemario de joven, pero cada vez se lee menos. Todos quieren ser
escritores o periodistas.
el corresponsal de guerra
La vida del corresponsal
es dura penosa y peligrosa. ¿Qué decir del periodista que se traslada a estas
zonas de hambre y miseria? Para el autor la guerra parecía el estado natural de
la vida. El corresponsal sufre muchos peligros. Muchos mueren cada año pero hay
que afrontar el miedo si queremos informar. En estos lugares reina el caos y
puede uno morir fácilmente cayendo por ejemplo en una mina personal. Las minas
son armas baratas y fáciles de colocar y quitarlas es caro. Muchas veces las
víctimas son niños o ganado. A veces los propios niños soldados las colocan.
Les drogan para incorporarlos al ejército. Les roban la infancia a cambio de
comida. Los hospitales están lejos de las minas, lo que hace que mueran la
mayoría de heridos. Kapuscinski se movía de una guerra a otra como titula uno
de sus libros. "En la guerra todos perdemos, todos somos víctimas",
se lamenta el entrevistado. Es fácil comenzar un conflicto pero difícil
finalizarlo. El periodista debería viajar solo y conocer y adentrarse en la
cultura sobre la que informa. No nos deberían influenciar nadie del país.
Narrar desde dentro de esa sociedad, teniendo empatía con ellos. Uno no puede
narrar la miseria durmiendo en el Hilton, ha de experimentar la guerra en su
propia piel.
la censura
La censura existe desde
el momento que publicamos una cosa y no otra. Él la conoce bien porque vivió en
el sistema comunista. A veces cortamos la noticia para que impacte más la
historia. Cuanto más grande sea el medio más censura hay. Sólo se publica la
parte autorizada. Uno debe sortear la censura y engañar al sistema dentro del
sistema. Muchas veces el periodista cae en la autocensura, la ideología
hegemononica del medio es menos importante a veces que la personal (Las
circunstancias personales que rodean al periodista). El periodista debe ser
excelente en su calidad profesional e intentar ser ético. El periodismo
anglosajón concibe la prensa como el cuarto poder y la noticia ha de ser
objetiva. Por una parte están los redactores y por otra los columnistas que
tienen más libertad creativa, al tener más experiencia. El redactor común
escribe las noticias del día.
La escuela europea ve la
prensa como un actor en la lucha política, un instrumento del gobierno, con un
mayor intervencionismo del estado. La objetividad a veces produce un texto frio
y la emoción da fuerza al texto. El periodismo debe estar en la calle, en
contacto con la gente.
Tras leer este texto,
quizá me haya enamorado de la idea de periodista-escritor que había antes. El
periodismo de ahora me parece pragmático, apático y conformista. El periodista actual debe tener dos virtudes;
la atención y retención de datos. Pero no se le pide creatividad, conocimientos
en filosofía, originalidad literaria. Parece que mi imaginación es más un
lastre que me impide escribir "objetivamente", que es lo que se nos
pide; copiar-pegar, volver a reproducir noticias de agenda. Esta subjetividad
me impide escribir como un robot plasma realidades, de forma neutral y glacial.
La sociedad perdona al criminal, pero no al soñador. ¿Cómo apresar la
actualidad si es efímera en un eterno retorno? Me ha quedado claro que el
periodista debe leer porque la literatura no pasa de moda, no se desfasa, y
siempre habla de los temas universales como el sentir humano. Quizá hallamos
evolucionado técnicamente, tecnológicamente y podamos incluso destruir el mundo
con una bomba atómica, pero tenemos las mismas dudas que Hamlet o Platón.
Moralmente, emocionalmente, siempre somos los mismos, no evolucionamos. Llegara
el día en que no sintamos resquemor ético ante la clonación humana. El hombre, capaz de destruirse, no es capaz de quererse lo suficiente
para no cometer su propio suicidio. El periodista debe tener conocimientos de
humanidades, vocación de escritor, conocerse así mismo, ordenar el caos. Hoy lo
raro y trasgresor en el periodista es que lea, tenga ideas propias. Quizá,
igual que Kapuscinski sea yo un novelista metido a periodista, al que le baste,
le sacie y le de esplendor escribir para sí mismo o para su alma gemela. Nos
basta escribir nuestro mundo interior aunque esto no nos sacie el estomago y
tengamos que escribir también de forma positivista. Falta pasión y sentimiento en el periodismo,
por pascaliano que suene y peligroso que parezca. No enturbiaría la palabra
sentimiento llamando así al sentimiento patriótico o al antinacionalista o a
esas confesiones de tocador (prensa preciada de “cardiaca” pero que no llega ni
a estomacal por indigestible). Hay
sentimientos auténticos como el maternal, única sangre (la afectiva) con qué
entra la letra. Esa intención de plasmar la belleza o el dolor no es ni falsa
ni verdadera, pero si es sincera, al menos para mí. Y siento traicionarme a mí
mismo cada vez que escribo sin autenticidad, sin sinceridad, como si
prostituyera mi capacidad de escribir.
Según este
texto, la escritura periodística actual parece un mero transcribir de escribano
mal pagado, hastiado en su rutina profesional y refugiado en la norma. Esa falta de implicación emocional del
comunicador se contagia en un espectador que asiste impasible a las muertes
“que echan” por la Tv -Hoy toca una de Irak-. Esas imágenes las envolvemos en
un halo cinematográfico o virtual para no despertar la conciencia. Podemos
llorar con Titanic o con Ana Frank, pero no con estas noticias, más ficticias
que las novelas. Imagino un periodismo burocratizado, formalista, impregnado de
creencias políticas, dimes y mentís, chismes y chanzas, doxas de prepotentes
líderes de opinión o “gatekeepers” como el Urdazi, copias y pegas de mensajes
institucionales... y prefiero ni imaginarlo.
El
periodismo es una de las carreras con más paro. El periodismo parece un oficio
cruel donde tiras una piedra y salen 7 titulizados que curran en el burger.
¿Cómo no sentirse desazonado y frustrado ante esto?
Y aún peor
barrunto la industria editorial que comercia con sentimientos y pensamientos
íntimos. Libros que a la semana se apartan del stock del estante, se
descatalogan y se queman en pira común, como en los mejores años del
nazismo. Pero el periodismo también
tiene muchas ventajas; te permite moverte por el mundo, adquirir conocimientos
de todas las humanidades, conocer personas interesantes, estar en el lugar y en
el momento exacto, participar activamente de la vida social y política etc. A
pesar de esta visión negativa sobre el periodismo, no desisto a seguir estudiando
esta carrera. La principal razón de mi vocación periodista; llegar a escribir
obras de ficción literaria. Al igual que Kapuscinski me descubro más escritor
que periodista.
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