miércoles, 11 de enero de 2017

BLAS DE OTERO HOJAS DE MADRID EN LA GALERNA

Hojas de Madrid en la galerna

Para Blas de Otero la vida es una escuela de dolor, pero también de remanso, fue un niño prodigo y prodigio. Otero en sus versos habla de días gloriosos de placer, pero la mayor parte de los días eran de nihilismo y desesperanza y desasosiego. Habla de su infancia como un Bilbao maldito, su niñez perdida entre los escombros de la guerra. Solo su poesía le salva. Sabina de la Cruz protegía a su marido, a su niño, le hacía la comida cuando él pasaba días enteros tumbado en la cama deprimido. Aquellas depresiones eran horribles, incluso para su mujer que sufría cuando él sufría. Su poesía es de una sencillez lacónica y pide siempre la palabra y es por eso que no se sumerge en el silencio ni en el olvido. Pronunció una palabra en una sala de cine; te amo. Y aquello bastó para que Sabina le acompañase toda su vida. En Hojas de Madrid en la Galerna Blas de Otero recuerda el cielo de Madrid de color de plata y de luz del ocaso. Ya estaba enfermo, de un cáncer que pudo con su vida. En 1960 s va a la china a orientarse, también estuvo en Cuba y en la URSS y en todos los sitios comunistas.
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Resultado de imagen de mary shelleyBlas de Otero nació en Indautxu. Ahora hay una escultura con su efigie y su rostro. Tenía el pupitre 23 en s colegio jesuita. Fumaba escribiendo, fumaba mucho. Aunque en Bilbao llueva tanto siempre hay sequía. Ahora la editorial galaxia Gutenberg y circulo de lectores publican 306 poemas, 161 de esos poemas son inéditos
La influencia de Blas de Otero ha llegado hasta Luis García montero, Pepe hierro, ángel González, Jesús ángel Valente, Claudio Rodríguez .. A él le influyo Unamuno y Machado y los del 98 y sobretodo la poesía del 27; Lorca, Rosales, Vicente Aleixandre, Hernández, Antolaguirre, Larrea o Vallejo. En el 68 le da una embolia pulmonar que lo mata en 1979. Escribe poemas a los 63 años que son tan desgarrados como los de su adolescencia. Siempre el poeta desenraizado, sin tierra ni patria. Pasa 3 años en la Cuba de la revolución, la esperanza y la alegría de la gente. Tras el fracaso matrimonial con Sabina pide el divorcio y se casa con su amante cubana. Ya le han detectado el cáncer y  le extirpan el tumor. En el 73 sufre muchas depresiones, y empieza a escribir hojas en la galerna con una fuerza de tempestad y así de súbito. A pesar de su tristeza, de su dureza, los poemas son un elogio a la vida, llenos de vitalidad. La amenaza de la muerte no siempre es triste si te preparas para ella. Recuerda en estos versos el paisaje de su infancia, a su madre, y su abuela de Orozco. Encuentra el amor en Sabina de nuevo que le apoya y cuida hasta el final de su vida. Se compra un animal doméstico. Lucha por la democracia. Quiere hablar cantar al aire que envuelve todo. “soy un pobre mudo que habla mucho, parlamenta con la muerte, mi grito airado es fieramente humano”. Se burla del dolor, el miedo, la soledad. No puede desplegarse del papel ni de la pluma de sus entrañas. Quiere un vivir autentico, ser nada más ni menos que un poeta hijo de su tiempo. Su lenguaje es renovado con exquisiteces literarias y una poesía abierta. Vive el estado de excepción del 23 f. A su pájaro le llama irrintxi y a su perro Bladi. La madre es siempre el refugio del desdichado. El padre celestial vuelve a acoger en su seno al hijo prodigo. La guerra civil es la madrastra de España que ha perdido a s verdadera madre, la Republica. Blas de Otero en estos poemas hace algo extraordinario de lo ordinario, del día a día y el dios de las pequeñas cosas. Se queja de su obligación de fregar pues las labores domésticas las hacía Sabina a pesar del progresismo de la pareja. Tiene Blas de Otero voz de chistu, o de tamboril con 13 variaciones. A Blas de Otero le encanta la música en su tocadiscos y no solo la clásica, también los Beatles o Bob Dylan o Bach o Mikel Laboa o los Rollings y compra muchos discos en tiendas. Pasea por las calles, va a ver a los toros que era su pasión. Le gusta el café con una nube de nata y mermelada en las tostadas. Sigue siendo el mismo adolescente naufrago en su isla
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Sus poemas hablan del eterno retorno y la rencarnación, influido por Nietzsche. Siempre el recuerdo de la sombra de su madre, y los fantasmas de las mujeres que ha amado. Son poemas combativos y rebeldes y políticos, de marxismo y puño en alto, pero también de dar palos de ciego ante la ceguera de su sociedad inmersa en la caverna de Platón. La sociedad esta ciega y enferma. A la vez que él enferma físicamente, enferma espiritualmente. él cree en la otra vida, y que la vida está hecha de sustancias químicas. Firma con la pluma en sus entrañas. Hace un teatro de sombras fúnebres. En el lirico atardecer amarillo aparece la niebla y neblina de Bilbao, las piedras rodadas en el camino de su vida. El sol y la fiesta de cuando era niño sin sombra. Recuerda aquellos bailes de sociedad, los cacahuetes y los anises, y el baile en Orozco. La niebla llega hasta el gorbea. Quiere ya solo descansar en el lecho, besar a su madre, que vengo muy cansado. Se desvanece en hilos de plata entre la niebla densa. Come plátanos, cocina, come en na mesa de mármol y sigue teniendo miedo a los curas. Recuerda los telegramas de su juventud, los anuncios murales en la universidad, las axilas de las estudiantes, su pasado revolucionario. Estuvo en las huelgas de altos hornos, participó en el mayo del 68 en España. Su estado civil era divorciado, pero con una mujer que todo se lo perdonó y que permaneció toda su vida a su lado. Blas de Otero está enfermo y siente la humedad de su cuerpo, el silencio resbalado en las baldosas y entre sus dedos. Intentando desenredar los entuertos como Don Quijote. Besa a Sabina en la línea de sus labios, qué bonito sería morirnos juntos… pasa el día en la cama entre capas de sueño, mirando la pared turbia. En su despacho repasa los estudios de filología, y lee a Rimbaud en la cama. En voz baja le dice a Sabina; te quiero. Y brota la alegría, y la esperanza, los pájaros de colores, los carteles, los vergeles verdes, los pájaros risueños, y el viento azul entre las ramas. La vida es movimiento, aunque el verso en el cielo está teñido de desengaño. El corazón emprende su huida, parte a la madurez del olvido. Blas de Otero encuentra su cuna materna entre los senos de Sabina que son su amparo, su ala de ave para volar, su mar de borbotones. Escribe el cántico espiritual en  la fábrica, escribe al compás de los años. Habla en estos versos de todo, del pensar, del imaginar, de la palabra, el inventar, el hablar. Se retrata y se mira así mismo en el blanco espejo. La vida es un carrusel que gira. Su bolígrafo tiene la punta luminosa, entre los dedos se desliza. Sus versos son conocimiento vivo, insólito, vocablos, testigos de la vida, y la verdad incierta. En sus versos no se puede quitar el hierro del minero y el campesino. Estas líneas nos arañan los ojos y el colmen de amor son estos versos que nos serenan la mañana
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