Hoy en un bar de Bilbao la Vieja
nos dan una charla sobre igualdad de género entre hombres y mujeres, como una actividad
dentro de la asociación LGTB Aldarte. El ponente habla de que los hombres
necesitan contar en alto sus sentimientos para recuperar así las relaciones entre
los hombres que siempre han estado mal vistas. Al hombre sentimental se le ha
estado tildando siempre de homosexual. La
igualdad ha de verse por ejemplo a la hora de cuidar a nuestras criaturas. La
paternidad es un efecto de cambio importante dentro de este planteamiento de
género. Habla de una paternidad corresponsable. Los hombres tenemos que
repartir las tareas de cuidado y crianza con las compañeras a partes iguales. Todos
somos personas dependientes, debemos cuidar a nuestras familias, padres y madres
y mujeres, los cuidados no solo son a los hijos. Hay facetas que aun no
asumimos. Él da también charlas a adolescentes. Los padres jugamos con los
niños, hacemos los deberes con ellos. Llega la noche, y el bebe se despierta y
se levanta la madre. Pero las tareas de cuidado y la responsabilidad son de
todos. Jugar con los niños es la parte divertida, bonita, pero hay mucho más.
La coeducación empieza en casa. Cuando hay reuniones con tutores van las amas.
Se preocupan más de la educación de los hijos.
Hay que repartir las tareas a partes iguales y asumir las que no acabamos de asumir. Hay que introducir un nuevo parámetro, conciliar vida laboral y personal, no solo las mujeres. La segunda oleada feminista considera también lo político. La conciliación se carga sobre las mujeres. Mejor hablar de corresponsabilidad que de conciliación, de responsabilidad compartida. El reparto de tareas domesticas debe ser igualitario. Lo personal es político. A ellas las obligamos a hacer dobles jornadas. Hay mujeres con problemas de estrés por ello. Cuando pasamos del trabajo al salón de casa cambiamos y nos hacemos dueños del mando a distancia. Es nuestro cetro el mando. Tenemos una imagen fuera de igualitaristas, pero llegas cansado del trabajo y es la mujer la que hace la cena cuando es un trabajo personal que tenemos que hacer todos. No cuenta nada que él no haya experimentado también. Es importante ser conscientes de ello.
Una pata vertebral de este
trabajo es juntarse los hombres para discutir sobre ello. Los grupos de hombres
crean espacios de comunicación con especialidad y complicidad y se hace el
cambio necesario en los participantes. En esos grupos encontraos los
referentes. Son grupos pequeños que rompen con los esquemas tradicionales. No
es un grupo para teorizar o un grupo de terapia (lo parece porque nos
desnudamos con otros hombres) Identificamos los roles machistas, somos
conscientes de ello para exponerlo a los compañeros. Parece algo endogámico, pero
en un comienzo hace falta esta concienciación. No juzgamos, sino que compartimos
sentimientos, dolores, esperanzas y nos ayuda si un compañero plantea un
problema serio con su pareja que le ha hecho mucho daño porque nos permite a
los demás mirarnos en ese espejo y decir que también nos afecta. El miedo a la
homosexualidad nos puede más de lo que debiera. Los hombres se juntan para
hablar de tópicos futbol coches chicas, pero no estamos acostumbrados a hablar
de cómo nos sentimos. Hay que incluir la perspectiva de género en estos temas.
Una vez superado el primer miedo o vergüenza el poder nos influye de mala manera.
Podemos hablar de la sexualidad, de la relación con parejas hijos familia, con
el mundo afectivo y emocional. El grupo nos ayuda en muchos sentidos, nos apoya
en momentos de dudas, no ratifica en los avances. Es un motor de cambio
tremendo y nos impulsa a nuevos escenarios de búsqueda de libertad y desarrollo
personal. No hacemos chistes con eso. Empatizamos. Es necesario confiabilidad,
lo que entra en grupo no sale de él, estamos compartiendo cosas personales e íntimas.
Hay que deconstruir ese modelo
patriarcal. Conocerse a uno mismo y controlar nuestra propia vida. Que no la controle
el machismo o la sociedad patriarcal. Ganamos en autoestima y seguridad, aunque
no lo parezca tenemos falta de ella, tenemos muchas carencias que no admitimos
ante los demás o no las reconocemos. Una vez conocidos las podemos afrontar.
Descubrimos relaciones de complicidad con otros hombres. A través de las relaciones
con otros hombres feministas se nos abren abanicos de posibilidades de apoyo y
ayuda mutua, complicidad y de compartir muchas cosas. De poder abrazarnos (tenemos
miedo a la desnudez masculina, incluso la del corazón) La igualdad nos permite
disfrutar de relaciones de cariño, ternura, con otros hombres. Tenemos miedo a
abrirnos con los hombres por ser tildados de gays. Puedes dar un beso a un
amigo sin que te tachen de gay. Ganamos en autonomía personal.
No somos autosuficientes sino muy
dependientes de las mujeres; cocinar, planchar, coser la ropa, curar unas
heridas… no son solo tareas de mujeres. La relación de pareja ahora cambia.
Aprendemos a relacionarnos con nosotros mismos en estos grupos y gestionar
nuestro mundo personal y con la pareja, ganamos una sexualidad más completa y
satisfactoria. Somos muy agresivos con nuestra sexualidad. Y con nosotros
mismos. Necesitamos vivir de otra forma la sexualidad, el deseo sexual,
identificar los roles sexuales, en un permanente examen de nuestras relaciones
sociales. Hay más, pero los tres grandes retos que nos toca a los hombres
igualitarios son; identificar y eliminar los neo-machismos. A través del
feminismo la sociedad ha cambiado, no es igual que hace 40 años. El patriarcado
se esta recomponiendo, adaptándose a estas formas. Hay actitudes que debemos
ser conscientes de ellas para contrarrestarlas. Hay que desmontar la idea de
que estamos en una sociedad plenamente igualitaria. Tenemos leyes contra la
violencia de género, y a favor de la igualdad, hay empresas que abogan por
eliminar el techo de cristal, pero no estamos en una sociedad igualitaria.
Sigue habiendo discriminación, actitudes en que actuamos despreciando a las
mujeres.
Los micromachismos son las
actitudes, una violencia de baja intensidad, aunque sea grande. Todo el mundo
está contra los asesinatos, pero las instituciones han hecho tanto hincapié en
reducir la violencia machista a los asesinatos que se dejan violencias más
encubiertas, desde los famosos chistes machistas hasta actitudes de insultos, o
menosprecios psicológicos. Luis Bodino escribió un artículo, Micromachismos,
donde hace una relación exhaustiva de qué tipos hay; micromachismos coercitivos
(de intimidación, que obedezca la mujer, que están en el limite con la
violencia machista.) En casa el hombre saca el dinero y la mujer se lo pide
para hacer la compra. El hombre hace un uso expansivo abusivo del espacio
físico y del tiempo, el abuso del tiempo personal se ve cuando el hombre está siempre
ocupado, llega tarde a casa… Eso se ve mismamente en las reuniones de
activistas políticas que se hacían a las 6 de la tarde, en el sindicato. Se
ponía de escusa para no ir a casa. Las mujeres hacen las tareas porque el
hombre no sabe hacerlas, es otra escusa que se emplea. Se encarga la mujer del
uso de electrodomésticos, porque el marido no sabe poner una lavadora. Ahora
hay nuevas masculinidades y activismo político, en partidos y sindicatos, y
todo ello nos hace seguir abogando por una sociedad más justa e igualitaria
entre sexos.
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