martes, 26 de abril de 2016

Razones para leer al loco de Hamlet


Primero-) Hamlet era para los del 98 el paradigma del intelectual pre- ocupado que ellos  oponían a los que simplemente estaban ocupados.  Es la eterna duda contradictoria en el “mar de dudas” de Ortega.  Es el icono más claro del hombre reflexivo o filosofo.  (Segismundo es el Hamlet español) Segundo. Estoy enamorado de Hamlet. Hamlet es todo lo que decía el maestro Ortega y mucho más. A este príncipe danés lo han encarnado mil actores (el mejor sin duda: Kenneth Branagh).  Hamlet no soporta a su madre fría y esquiva ni a su viejo padrastro: autoritario, tiránico, kafkiano.  Su verdadero padre pulula por el sombrío y apenumbrado castillo de Elsinor y acabamos cogiendo cariño al fantasma del padre... al fantasma de Hamlet. ¿Hamlet es el fantasma o son sus fantasmas? Su principal fantasma es la muerte y de ella se enamora este “muerto en vida”.  Hamlet “juega a hacerse el loco” para revolucionar desde arriba el castillo de Elsinor. Hamlet es un niño triste de taciturna mirada y calavera corroída en las dudas existenciales.  Hamlet ante el vacío de la muerte se queda sin “palabras, palabras, palabras”.  Al pobre Horacio lo tiene frito de lamentos existenciales. Hamlet prefiere acariciar la calavera de ese bufón cortesano de Yostick a acariciarle un pecho a su Ofelia. Y esto es lo que le hace más existencialista que vitalista, y más humano que los demás. Ese bufón que antes reía... ¡ahora esta muerto! Y ¿acaso no era para Shakespeare un bufón quien cuenta esta vida llena de ruido, furia y Nada?  Hamlet es la sed de venganza, el soñador entre dormidos, la mascara del loco y del payaso triste...

Es el mejor clow del teatro de la vida. Él no quiere tener rol ni mascara como esos hipócritas cortesanos pero al final escoge la mascara del loco, siendo el más cuerdo de todo ese castillo.  Ofelia acaba loca por contagio de la locura de Hamlet, ahogada entre petunias. Aún la oímos en el lago de las Ninfas y Nereidas delirando melancolía. 

Y de mientras, asistimos a la decadencia de un reino. La caída de un mundo. Un duelo de esgrima y ajedrez. Un monologo que al leerlo nosotros se hace dialogo, un fantasma que en nosotros toma vida. Hamlet es tan eterno adolescente como Peter Pan se nos ha quedado niño.  Hamlet es un drama histórico, una novela sicológica con Edipo freudiano, una calaverada barroca y romántica, una obra de castillo tenebroso y muchas lecturas más que nunca acaban.  La libertad creativa de Shakespeare (que enterró las normas bajo siete llaves como nuestro Lope) sólo tiene un epíteto; G- E- N- I-A-L.  Por todo ello, sí no lo habéis leído este libro...hacerlo cuanto antes, y que el mal olor de Dinamarca nos acompañe en nuestra romántica incursión por este cementerio tan lleno de vida. ¡mucha mierda! que dicen los teatreros
 
Hamlet es la eterna duda, una sombra en el castillo, en todo el reino de Dinamarca, que no sabe como actuar. Aunque aparente ese plan de venganza, cual conde de Montecristo, en realidad es un niño, educado en colegios internos, al que se le muere el padre y su amor eterno y no sabe cual es su papel en una obra de teatro mezquina que es la realidad, cruda y dura, que acaba de descubrir.
 
Hamlet es un atormentado niño triste, de pómulos contraídos, boca de fresa y ojeras perpetuas. Es un témpano de hielo, vestido de racionalidad y cortesía, de fingida demencia, que ante la muerte, duda, luego existe. Que acaricia una calavera, haciéndose pajas mentales sobre la muerte, en vez de acariciar a la dulce Ofelia, que muere perdida de amor y desconcierto. Hamlet vive su pasado, la idea de la masculinidad y la venganza de su siglo, pero no vive el presente, y no vislumbra futuro.

 A Hamlet le han robado los ideales, la infancia, a su padre, la inocencia. Y su idealismo romántico, de niño encerrado en un libro, le llevan a una pena infinita, pesimismo frente al mundo. Es el cuervo negro de la literatura, que venga sombras, que persigue molinos de vientos. Es el inconformista, junto al Quijote, por antonomasia. Pero no tiene más Sancho Panza que su amigo Hoacio, alguien que lo devuelva al materialismo y la realidad. Se hace a si mismo, se enmascara de Personae, teatro, sangre y fingida locura. Herido en lo más hondo, solo tiene a Horacio para confesar su eterna tristeza. En el fondo es introvertido, siniestro, individualista, libertino y solitario, porque el mundo le ha hecho así. 

 Resultado de imagen de hamlet

Es misógino con las mujeres, porque su madre vuelve a casarse. Han pasado dos meses y el lecho donde yacía su padre con ella, se pervierte del hedor del hermano traidor. No la perdonará nunca su falta, su pecado. Y paga ese dolor con al pobre Ofelia. Demasiado inocente, niña boba, mujer objeto... o ¿También fingía su locura? Es el primer amor, el de toda la vida, juntos desde la infancia. Pero como a Romeo y Julieta; sus familias, su condición de príncipe de Dinamarca, los demás, no les permiten consumar su amor. Ofelia al principio me parecía superficial y ñoña. Burlándose de la locura de Hamlet, conspirando contra él, pero creo que estaba preocupada por como su compañero se envolvía de desengaño nihilista, mientras ella seguía en su piel de niña ilusa. Y después cuando enloquece, en realidad no hace más que resistirse a crecer, como una eterna Wendy que cuidaba de su padre y de Hamlet. Y Hamlet por su parte es el Peter Pan al que roban su infancia.

Para mi Ofelia y Hamlet no estaban locos, eran los únicos que llenaban de música, flores(la obsesión de Ofelia), Teatro(la obsesión de Hamlet) y filosofía o preguntas tras la muerte, el desolado reino de Dinamarca. Un reino en decadencia, en pleno declive. Un reino dividido, en plena revolución, que asiste al fin de su pasado de gran potencia y ve como muere su rey Hamlet en manos de un vil villano (Porque el pueblo no es tonto) y como el taciturno y melancólico Hamlet entra en un estado de apatía.

Por eso abrazan a Laertes como héroe nacional y nuevo rey, ante una corte conspiradora, pérfida, más preocupada de sus intrigas y tramas que de ellos. Un reino que ve como mueren las damas castas en el lago de las Náyades y las ninfas, y como se pelean por ella(Amor) y por sus padres (pasado) los jóvenes príncipes Laertes y Hamlet en ese juego de esgrima, que es la vida.
Un pueblo desunido es un pueblo vencido, por eso la obra nos sorprende con un final tan trágico, en que triunfan los soldados noruegos, a los que creían vencidos, pero que no pretendían pasar por sus tierras para conquistar Polonia, sino invadirlos a ellos. Así mueren todos, de forma absurda y a la vez heroica. Pasean el moribundo cuerpo del herido príncipe encantado, para siempre.

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