En la sesión de hoy nos centraremos
en la generación del 98, generación que tuvo lugar en una época de crisis y
decadencia española. El imperio renacentista de Carlos V de Alemania I de España
era tan extenso que ni se ponía el sol pero a comienzos del siglo XX España
había dejado de ser un imperio, había perdido sus colonias en Sudamérica; Cuba,
Puerto rico y Filipinas. Hijos del realismo de Galdós, Pereda, Clarín y Emilia
Pardo Bazán, esta generación se caracterizó por escribir más novelas y ensayos
que poesía o teatro. La poesía y el teatro se desarrollaran en la generación
del 27. Pensadores de la talla de Unamuno, Ortega, Baroja, Machado o Maeztu. En
concreto hoy nos centraremos en Azorín, autor de la ruta por España de Don
Quijote. El tema del problema de España es un tema muy recurrente en esta
generación, ya fuera para intentar conquistar España (la derecha) o para
intentar salvarla de forma comunista y cristiana (la izquierda) El quijote se
convierte para esta generación en la metáfora de esa España atrasada,
analfabeta, pueblerina, loca, enferma y delirante. La España anterior al éxodo
rural. Las obras surrealistas de Valle Inclán retratan esa España castiza y
analfabeta, incluso en la ciudad, una caricatura o esperpento de esa España se
ve en el ruedo ibérico. Ortega quería europeizar España, que adaptara el
liberalismo económico y señorial. En su moral de los señores Ortega creía en la
democracia y en el individualismo capitalista frente a la masa ciega y sorda
que seguía las ideologías fascistas, anarquistas y comunistas. Pero no hemos de
olvidar que el capitalismo y el liberalismo son también ideologías. Unamuno,
sin embargo, pretendía españolizar Europa, hacerla romántica. España tenía fama
de ser zona romántica, aquí se desarrollaron las jarchas árabes y el mester de
clerecía, las cantigas de amigo, el amor trovadoresco y para los Europeos
África y su exotismo empezaba en los pirineos. En esta obra Azorín, inventor
del término Generación del 98, vuelve a emplear la metáfora símbolo de Don
Quijote. Este año es su 5 centenario. También Unamuno tiene una obra donde
analiza el arquetipo Quijote y Sancho. Azorín
no es barroco ni gongorino como lo serán los poemas herméticos y surrealistas
del 27. Azorín retrata una España castiza con un lenguaje muy simple, llano,
directo y frases de 4 palabras. En este sentido se parece mucho a las novelas
desordenadas y d estilo directo de Baroja. Novelas de aventuras con trasfondo filosófico
pero muy fáciles de leer y cercanas al pueblo. Al maestro Umbral le parecería
nefasto este realismo galdos- barojiano de mesa camilla. Con el minimo de
palabras posibles el máximo de sugerencias y el argumento lineal, principio, nudo,
desenlace, para que nadie se pierda. Azorín imita a los realistas y es
influenciado por la filosofía del momento que es la de Nietzsche, por su
pesimismo y nihilismo de la decepción. Al comienzo de la ruta Doña Isabel se
sienta con gesto de cansancio, tristeza, resignación. La vida es la repetición
monótona de las mismas cosas y sus mismas apariencias. Azorín empieza relatando
un cuarto diminuto, con cuatro vasos, una mesa pequeña, lavabo, cómoda y cama y
un balcón que da a un patio. Sus descripciones son objetivas, realistas,
profundamente denotativas (no subjetivas, no connotativas) aunque usa el cuarto
pronombre personal, la primera persona y repite mucho el yo, pero en sus
novelas el narrador describe en tercera persona y es omnisciente, sabe todo de
lo que piensan, hablan o actúan los personajes. En otra de sus obras, La
Voluntad, Azorín hace más un diario filosófico. Su filosofía es el idealismo
alemán, el vitalismo de Schopenhauer y su discípulo Nietzsche, al igual que
Baroja. También Unamuno aprovecha en sus nivolas para reflexionar, sus obras son
pequeños libros de filosofía. Se trata de un ensayo novelado, los personajes
hablan entre ellos, de temas filosóficos y a veces parece puesto de forma un
poco maniquea y artificial. Diálogos profundos que el pueblo no suele mantener.
El costumbrismo, el tradicionalismo y los lugares comunes pueblan esta obra
llena de personajes. Seres que se encuentran y conversan, descripciones de lugares.
Sigue un poco la narrativa francesa de Zola, el beauvorismo, y aparece
retratado el hedonismo, el costumbrismo. Azorín busca el placer en las cosas
pequeñas, es un descriptor de los detalles, las cosas importantes de la vida
que normalmente pasamos por alto y que no suelen ser lugares de estudio. En las
tertulias Azorín defiende el Yo romántico de Fithse, es una filosofía voluntarista
y narcisista, de una voluntad esperanzadora. Estamos condenados a la voluntad de poder, nos dice Schopenhauer y
Nietzsche; la naturaleza es cruel, se quiere imponer, tiene voluntad de poder.
Azorín reflexiona sobre
el individuo ciudadano que hace un contrato social con el estado, con la
comunidad. Es la reflexión de Roseau sobre la educación, la democracia, el
estado totalitario, el socialismo y la anarquía. El individuo ciudadano, social
por naturaleza, rechaza en parte a su libertad para hacer un personalismo
comunitario. Nuestra voluntad de poder es egoísta, cuando amamos queremos
dominar y poseer al otro y hasta cuando nos preciamos de ser solidarios estamos
esperando el reconocimiento o gratitud del otro. El amor posesivo que ya vio
Fromm. Lo que hago por el otro lo hago por mi mismo. El anarquista personalista
está también abierto al otro. Sus decisiones, sus elecciones, sus actos, tienen
repercusión y consecuencias hacía el otro anarquista. No es por tanto posible
una utopía en la que todos seamos iguales (el comunismo) pero sin menguar la
Libertad personal. El estado así es un equilibrio, un juego de poder, entre el
poder del estado y la del interés individual capitalista. Entre el liberalismo
y el proteccionismo, el capitalismo y el comunismo. Y el punto medio sería la
sociedad de mercado, hibrida. El dolor ajeno es mi dolor pero mi dolor quiero
que para el otro sea también su dolor. Por eso García Calvo habla del te quiero
libre. Una democracia que nos quisiera realmente libres, en la que no tuviéramos
que hacer renuncias y concesiones al sistema. Una sociedad en la que mi
libertad no acabase donde empieza la del otro. Una sociedad ideal en que mi
razón personal y autónoma (kant) fuese la misma que la razón comunitaria heterónoma
(la de la Onu, la de la iglesia..,) Y también en el amor sano debemos dar alas
a la otra persona si realmente la queremos. Si quieres a la mariposa; déjala
libre, no la mates y pegues en tu álbum. Te quiero libre, y no como posesión a
la que maltrato. Violencia doméstica. Ni una pareja en la que me quiero a mi
mismo al quererte a ti, eso sigue siendo egoísta. Te quiero que tanto no quiero verte sufrir
sería el lema del amor proteccionista y patriarcal; te quiero y te protejo,
como una madre a sus polluelos. Frente a la ética bien o mal, Nietzsche nos
habla de que más allá del principio del bien y el mal (relativo) está el del
placer o el dolor. Amar sería buscar el placer sin causar dolor. Igual que
gobernar. Queremos evitar a toda costa el dolor. En estas sociedades
capitalistas el dolor, el sufrimiento, la muerte se esconde, no queremos ver
que existe realmente la muerte o la miseria humana en otros países. Hemos pasado
del culto al dolor de todo el valle de lágrimas medieval a la evitación sistemática
del dolor. Nuestra sociedad, sin Dios, es hedonista y placentera, epicúrea,
busca el placer inmediato, frívolo y fútil. En esta sociedad mediática y
virtual convertimos la televisión en un espectáculo o show de masas. Y tampoco
es eso. El dolor no nos redime pero la risa tonta tampoco nos salva. Para el
cristiano sólo el sufriente, el ecce homo, el cura apolíneo y resentido y
camello, ganará el reino de los cielos. Los comunistas crearon un infierno al
intentar afincar el paraíso en la tierra. Baroja ya distinguía entre la piedad
al dolor con la misericordia y hoy hablamos de tener empatía al dolor ajeno, y
solemos mezclar la palabra caridad (cristiana) con la palabra Solidaridad, que
es una palabra más abierta. Buscamos evitar el dolor en terapias orientales. El
budismo nos dice que el dolor viene por la frustración entre yo y el mundo, y
piensa que matando el ego (el ego cidio) seremos más felices. El budismo nos
dice; no desees y eliminando el deseo no sufrirás. Eso es como quitarle parte
de su gracia a la vida. Hay que aceptar la vida con su dolor y alegría y no
podemos renunciar a desear porque algo hay en el ser humano, connatural e
innato, que nos hace siempre soñar y desear y buscar trascender. Por eso no me
gustan esas corrientes que te invitan a hacerte un junco en la orilla de un
mar. Tras la poesía de sus haikus japoneses hay una filosofía del determinismo.
No somos nada, no desees, no pienses, no tengas neurosis, no filosofes, no racionalices,
vive el ahora, elimina los pensamientos del pasado o los sueños del futuro. … algo
me chirria en esta filosofía que busca el instante, el presente, el haikus
detenido. Y lo que me chirria es que el budismo, como toda religión, cree en el
destino. También los románticos creían en él. Pero cuando el destino, el determinismo,
la vida, el objeto pesa más que la libertad y la voluntad del Yo algo estamos
haciendo mal. Si el capitalismo ha triunfado sobre otras ideologías es
precisamente porque conoce esta necesidad primaria del hombre de desear. Y de
eso se ha servido la publicidad este último siglo, pero es que de ese deseo de
desear se aprovechaba también la literatura. Las ideologías que buscan
absolutos (el fascismo o el comunismo) obligan al yo a amoldarse a la
comunidad. Y todos tenemos nuestro ego y a nadie le gusta someterse a los
otros. En cambio, el capitalismo nos da la promesa del individualismo. Por algo
el capitalismo nació llamándose liberalismo. El hombre se debate entre la
igualdad y la libertad. Ese narcisismo es voluntarista pero cuidado porque
Narciso se enamoró de sí mismo en el reflejo del lago. Al capitalismo le gusta
regodearse en que es el menos malo de los sistemas o el mejor de los mundos
posibles. En los años 20, que es cuando Azorín escribe esta novela, la sociedad
estadounidense estaba encantada de haberse conocido y no tenían abuela. Fiestas,
coco chanel y sus peinados a lo garzón, los felices años 20 enseguida se
tiñeron de la crisis y decadencia de los años 30, el crack del 29 y la gran
depresión. El gran gatsby habla de ese desencanto del sueño americano y toda la
literatura sureña de los esclavos en plantaciones de algodón y el fin de raza
de la aristocracia decadente o las uvas de la ira de Stenbeck o películas como
el ciudadano Kane. El pato feo se convierte en cisne. La belleza de los otros
le hace evolucionar, salir de su realidad dolorosa y convertirse en cisne por
su propia voluntad. Pero ya hemos visto como acabó el ciudadano Kane o el Gran
Gatsby; ese cisne bello ahogado en la piscina de su mansión. La esperanza y
desesperanza siempre están en movimiento, eterno retorno. El sueño americano
puede ser una pesadilla. Y aun así la esperanza es la última que sale de la
caja de Pandora. Por mucho que el hombre se degrade o decaiga, siempre querrá
seguir prosperando, creciendo, ser libre. Por eso, el capitalismo es mucho más dinámico
y flexible que el comunismo hasta que la multinacional se hace absoluto, hasta
que internet se convierte en el tercer ojo, en Dios, en Gran Hermano. El hombre
es un Yo enfrentado a sus circunstancias, decía Ortega y por eso nunca nos
falla la voluntad, salvo en la muerte. Siempre elegimos, somos libres, el
destino lo creamos nosotros, aunque a veces exista la suerte o las casualidades.
El capitalismo es un mal menor, nos dicen ahora, para que no podamos elegir
nosotros que sistema seguir, para que nos sea impuesto desde arriba. La revolución
ha de empezar por nosotros mismos y la burguesía no ser un Saturno que se coma
a la masa, instrumentalizada. La revolución fue más bien un jugar a la
revolución. Vale. Pero las clases bajas no sabían a lo que estaban jugando. Ni quienes
estaban jugando con ellos. El termino
populismo es despectivo, salvo para nombrar al PP, y parecemos olvidar el
origen de la democracia en el ágora ateniense. El gobierno del pueblo siempre
ha sido un despotismo ilustrado; todo para el pueblo pero sin el pueblo. Ingeniería
política que viene desde arriba, desde el eje vertical del que habla Deleuze y
no desde el eje horizontal que es el democrático o comunitario. El hombre yo
creo que es incapaz de cambiar o cambia pero muy poco. Por eso es más difícil
cambiar las súper estructuras ideológicas que las estructuras. Aunque cambiemos
los medios (físicos), la humanidad siempre llevara su parte oscura con él. La misma
corrupción se puede dar en gobiernos de izquierda que en los de derecha. Lo que
no significa que haya que abstenerse de votar porque esto da más alas al
partido mayoritario, mas alas a la gaviota del PP. El anarco capitalismo de no
votar es aún peor que el neoliberalismo de la globalización. Aunque cambie el
medio no cambia el hombre. Durante años se creyó que la propiedad era un robo
(proudhon) y que el mal estaba en el capital o en los ordenadores, pero el mal esta
en los capitalistas, en los asesinos y no en la pistola. En el hombre y no en
el medio. Cambiemos el medio, que el trabajo sea placer, pleno, espontaneo
¿cambiaría el hombre? Aunque creamos una utopía igualitaria ¿no habría gente
que se aprovecharía de ella? No podemos convertir las pasiones destructivas en
creadores y saludables pues el hombre es un lobo por naturaleza y también un
cordero, inocente por naturaleza como el buen salvaje. Ambas metáforas son válidas.
El hombre se debate entre el dolor de
unos y el placer de otros, entre el eros y el thanatos, solo queremos amor y
placer, solo queremos tragedia eclesiástica pero la vida es ambas cosas. El mal
no es la propiedad sino el propietario. Jamás será posible un estado de
bienestar igual para todos pues todos nacemos diferentes, y además con distinto
nivel de culturización o de domesticación, pero debemos intentar buscar esa
unidad en la diferencia. Respetar la diference de cada cual. Y seguiremos
debatiendo entre el interés público y privado. Eternamente. Ninguno queremos ser esclavo, sino
individualistas al margen de la estructura pero por ejemplo en una conversación
hablaremos de lo que el otro hable por miedo a que nos rechace. Por miedo a la soledad el hombre renuncia a
su libertad creyendo que encontrará igualdad, cuando la igualdad es una
ambivalencia imposible, una utopía. Por eso el intelectual se acaba exiliando
interiormente apartándose de una sociedad que rechaza sus ideas. ¿es el artista
enfermo o la enferma es la sociedad? Y el arte es el subterfugio que usa para
sublimar esa necesidad de expresarse y de comunicar. La esencia del arte es que
muestra lo humano que hay en el hombre. Por eso el arte es atemporal, se da en
todas las épocas, y aunque influenciado por ellas, va más allá de las ideologías.
El humanismo busca el misterio llamado hombre. Nada del hombre me es ajeno. La sociedad
del espectáculo es el mitos y la cultura o el conocimiento el logos. Un programa
de televisión perfecto sería el que tiene un contenido filosófico o cultural
(logos) pero lo explica con un lenguaje cercano a la calle y con un formato
entretenido (mitos) Por eso Platón usaba los mitos para explicar su logos, y
educar deleitando. Los medios de comunicación hacen creer que pasan cosas
cuando no pasan, que tengamos miedo a salir a la calle porque los pistoleros esquizofrénicos
afroamericanos nos pueden tirotear o poner una bomba los terroristas árabes. Y ante
muchas historias, cercanas y humanas, se corre un tupido velo, y se desinforma
sobre informando. Critiquemos el pan et circum actual pero buscando
alternativas. Las películas pueden evadirnos y alejarnos de la realidad peor
también denunciar esta, o hacer ambas cosas que es lo mejor.
María Zambrano echaba de
menos palabras que con el tiempo se han desfasado porque el lenguaje no se está
quieto, es mudable y flexible. Cambian los lenguajes y nuevas palabras de jerga
nos invaden y se contagian. Palabras que intentan aprehender la realidad que es
inabarcable. El lenguaje juega con nosotros, repetimos miles de palabras vacías
de contenido. Las palabras deben tener su fondo, su compromiso. Las noticias
actuales nos bombardean de datos y citas y referencias, repeticiones, cortas y
pegas institucionales, pero al final son como almejas vacías y sin perla. De eso
se quejaba Zambrano. Cuando desaparecen palabras como Camarada o Alienación o
Enajenación, toda aquella jerga marxista, está desapareciendo también ese
mundo, aquello que los significantes significaban. Al estrechar el lenguaje se
estrecha la realidad, los límites de mi mundo son los de mi lenguaje
(Wittgestein) palabras con compromiso como el discurso de Goytisolo al darle el
Cervantes. Vivimos una era de vendedores de humo (jorodoswky quizá, pero
sobretodo la publicidad) Con el nombre de alternativo, de contra cultural, de
moderno, de vanguardia se nos vende un producto llamado cultura al que a veces
le ha llegado su fecha de caducidad. Me refiero a todos esos cuadros que se
venden como arte y que quizá sean timos (pero es que el arte se basa en
seducir, en engañar, en mentir, en fantasear) Los dadaístas vendían mierda de
artista o aire de París. El público decide que es arte. Mentira. Lo decide el
dinero, el capital, como en la propia época de Velázquez. Los dadaístas se han
convertido en lo que odiaban convertirse; en un arte acomodicio con el poder y
reciclado en el sistema, re bautizado. Reciclado quitándole la parte
trasgresora y reivindicativa y dejando sólo su significante, para que igual con
el tiempo se nos olvide su significado. Toda su contra cultura se ha convertido
en adaptación al sistema. Aquellas obras echas en bares de París, borrachos de
absenta, decoran ahora las entradas de muchos Bancos. Pero esto siempre fue
así. Era la corte la que decidía que eso era arte, por lo que no nos ha de
escandalizar que Warhol tuviera una factoría
con obreros artesanos repitiendo miméticamente la cara de Marylin o la sopa
Cambell. El arte de Warhol hace una denuncia a la cultura de masas convirtiéndose
ella misma en cultura de masas. Lo critica, pero también lo necesita, lo aprecia.
¿no era acaso arte pop la obra de Goya? Era igual de popular. Warhol no es un
timador, ni Nietzsche gritando ha muerto Dios. Fueron visionarios, adelantados
a su época. Me pregunto a veces cuántos chicos de la calle, barriobajeros,
tienen un discurso parecido al de Nietzsche sin saber quién era este señor. Me refiero
al verdadero arte contra cultural de las pintadas y grafitis o de las bandas de
hip hop. ¿Surgen estos mensajes de ellos mismos, explotados por la sociedad y circunstancia
o son intelectuales orgánicos los que les meten esos mensajes? No hay canción
de hip hop inocente, no hay consigna en una manifestación inocente, todo tiene
una intencionalidad y manipulación. ¿Hasta qué punto el propio sistema crea
subsistemas y la cultura crea contra culturas? Un etarra mata, pero detrás está
el artículo del que le incita a matar. La cultura es otro comercio más, se
venden ideas, nada tangible. El artista crea la idea. El artesano la reproduce,
la hace objeto. Hasta Cela estuvo metido en la censura y tenía un taller de
negros, porque una cosa es la idea y otra el que la desarrolla. Cela se
influencia del periódico el Caso para escribir Pascual Duarte. Utiliza la
cultura popular para hablarnos de algo más profundo. Los intelectuales nos
hacen tomar conciencia de la realidad cuando nuestros ojos fallan. El intelectual
es un gran perdedor (la contracultura de Bukosky) frente al triunfador del
sistema; el profesional liberal, el hecho asi mismo o auto self man. Enorgullecemonos de nuestro fracaso porque de
super hombres está el mundo lleno. En la próxima sesión hablaremos del decálogo
del cine; amaras a Jon Ford sobre todas cosas, no tomarás
el nombre de billy wilder en vano, recordarás a Felini y honraras el discurso
pausado de erik romer y la novelle vage todavía vigente
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