jueves, 14 de abril de 2016

Ruta del Quijote de Azorín y el problema del estado y el arte

En la sesión de hoy nos centraremos en la generación del 98, generación que tuvo lugar en una época de crisis y decadencia española. El imperio renacentista de Carlos V de Alemania I de España era tan extenso que ni se ponía el sol pero a comienzos del siglo XX España había dejado de ser un imperio, había perdido sus colonias en Sudamérica; Cuba, Puerto rico y Filipinas. Hijos del realismo de Galdós, Pereda, Clarín y Emilia Pardo Bazán, esta generación se caracterizó por escribir más novelas y ensayos que poesía o teatro. La poesía y el teatro se desarrollaran en la generación del 27. Pensadores de la talla de Unamuno, Ortega, Baroja, Machado o Maeztu. En concreto hoy nos centraremos en Azorín, autor de la ruta por España de Don Quijote. El tema del problema de España es un tema muy recurrente en esta generación, ya fuera para intentar conquistar España (la derecha) o para intentar salvarla de forma comunista y cristiana (la izquierda) El quijote se convierte para esta generación en la metáfora de esa España atrasada, analfabeta, pueblerina, loca, enferma y delirante. La España anterior al éxodo rural. Las obras surrealistas de Valle Inclán retratan esa España castiza y analfabeta, incluso en la ciudad, una caricatura o esperpento de esa España se ve en el ruedo ibérico. Ortega quería europeizar España, que adaptara el liberalismo económico y señorial. En su moral de los señores Ortega creía en la democracia y en el individualismo capitalista frente a la masa ciega y sorda que seguía las ideologías fascistas, anarquistas y comunistas. Pero no hemos de olvidar que el capitalismo y el liberalismo son también ideologías. Unamuno, sin embargo, pretendía españolizar Europa, hacerla romántica. España tenía fama de ser zona romántica, aquí se desarrollaron las jarchas árabes y el mester de clerecía, las cantigas de amigo, el amor trovadoresco y para los Europeos África y su exotismo empezaba en los pirineos. En esta obra Azorín, inventor del término Generación del 98, vuelve a emplear la metáfora símbolo de Don Quijote. Este año es su 5 centenario. También Unamuno tiene una obra donde analiza el arquetipo Quijote y Sancho.  Azorín no es barroco ni gongorino como lo serán los poemas herméticos y surrealistas del 27. Azorín retrata una España castiza con un lenguaje muy simple, llano, directo y frases de 4 palabras. En este sentido se parece mucho a las novelas desordenadas y d estilo directo de Baroja. Novelas de aventuras con trasfondo filosófico pero muy fáciles de leer y cercanas al pueblo. Al maestro Umbral le parecería nefasto este realismo galdos- barojiano de mesa camilla. Con el minimo de palabras posibles el máximo de sugerencias y el argumento lineal, principio, nudo, desenlace, para que nadie se pierda. Azorín imita a los realistas y es influenciado por la filosofía del momento que es la de Nietzsche, por su pesimismo y nihilismo de la decepción. Al comienzo de la ruta Doña Isabel se sienta con gesto de cansancio, tristeza, resignación. La vida es la repetición monótona de las mismas cosas y sus mismas apariencias. Azorín empieza relatando un cuarto diminuto, con cuatro vasos, una mesa pequeña, lavabo, cómoda y cama y un balcón que da a un patio. Sus descripciones son objetivas, realistas, profundamente denotativas (no subjetivas, no connotativas) aunque usa el cuarto pronombre personal, la primera persona y repite mucho el yo, pero en sus novelas el narrador describe en tercera persona y es omnisciente, sabe todo de lo que piensan, hablan o actúan los personajes. En otra de sus obras, La Voluntad, Azorín hace más un diario filosófico. Su filosofía es el idealismo alemán, el vitalismo de Schopenhauer y su discípulo Nietzsche, al igual que Baroja. También Unamuno aprovecha en sus nivolas para reflexionar, sus obras son pequeños libros de filosofía. Se trata de un ensayo novelado, los personajes hablan entre ellos, de temas filosóficos y a veces parece puesto de forma un poco maniquea y artificial. Diálogos profundos que el pueblo no suele mantener. El costumbrismo, el tradicionalismo y los lugares comunes pueblan esta obra llena de personajes. Seres que se encuentran y conversan, descripciones de lugares. Sigue un poco la narrativa francesa de Zola, el beauvorismo, y aparece retratado el hedonismo, el costumbrismo. Azorín busca el placer en las cosas pequeñas, es un descriptor de los detalles, las cosas importantes de la vida que normalmente pasamos por alto y que no suelen ser lugares de estudio. En las tertulias Azorín defiende el Yo romántico de Fithse, es una filosofía voluntarista y narcisista, de una voluntad esperanzadora. Estamos condenados a la  voluntad de poder, nos dice Schopenhauer y Nietzsche; la naturaleza es cruel, se quiere imponer, tiene voluntad de poder.
Azorín reflexiona sobre el individuo ciudadano que hace un contrato social con el estado, con la comunidad. Es la reflexión de Roseau sobre la educación, la democracia, el estado totalitario, el socialismo y la anarquía. El individuo ciudadano, social por naturaleza, rechaza en parte a su libertad para hacer un personalismo comunitario. Nuestra voluntad de poder es egoísta, cuando amamos queremos dominar y poseer al otro y hasta cuando nos preciamos de ser solidarios estamos esperando el reconocimiento o gratitud del otro. El amor posesivo que ya vio Fromm. Lo que hago por el otro lo hago por mi mismo. El anarquista personalista está también abierto al otro. Sus decisiones, sus elecciones, sus actos, tienen repercusión y consecuencias hacía el otro anarquista. No es por tanto posible una utopía en la que todos seamos iguales (el comunismo) pero sin menguar la Libertad personal. El estado así es un equilibrio, un juego de poder, entre el poder del estado y la del interés individual capitalista. Entre el liberalismo y el proteccionismo, el capitalismo y el comunismo. Y el punto medio sería la sociedad de mercado, hibrida. El dolor ajeno es mi dolor pero mi dolor quiero que para el otro sea también su dolor. Por eso García Calvo habla del te quiero libre. Una democracia que nos quisiera realmente libres, en la que no tuviéramos que hacer renuncias y concesiones al sistema. Una sociedad en la que mi libertad no acabase donde empieza la del otro. Una sociedad ideal en que mi razón personal y autónoma (kant) fuese la misma que la razón comunitaria heterónoma (la de la Onu, la de la iglesia..,) Y también en el amor sano debemos dar alas a la otra persona si realmente la queremos. Si quieres a la mariposa; déjala libre, no la mates y pegues en tu álbum. Te quiero libre, y no como posesión a la que maltrato. Violencia doméstica. Ni una pareja en la que me quiero a mi mismo al quererte a ti, eso sigue siendo egoísta.  Te quiero que tanto no quiero verte sufrir sería el lema del amor proteccionista y patriarcal; te quiero y te protejo, como una madre a sus polluelos. Frente a la ética bien o mal, Nietzsche nos habla de que más allá del principio del bien y el mal (relativo) está el del placer o el dolor. Amar sería buscar el placer sin causar dolor. Igual que gobernar. Queremos evitar a toda costa el dolor. En estas sociedades capitalistas el dolor, el sufrimiento, la muerte se esconde, no queremos ver que existe realmente la muerte o la miseria humana en otros países. Hemos pasado del culto al dolor de todo el valle de lágrimas medieval a la evitación sistemática del dolor. Nuestra sociedad, sin Dios, es hedonista y placentera, epicúrea, busca el placer inmediato, frívolo y fútil. En esta sociedad mediática y virtual convertimos la televisión en un espectáculo o show de masas. Y tampoco es eso. El dolor no nos redime pero la risa tonta tampoco nos salva. Para el cristiano sólo el sufriente, el ecce homo, el cura apolíneo y resentido y camello, ganará el reino de los cielos. Los comunistas crearon un infierno al intentar afincar el paraíso en la tierra. Baroja ya distinguía entre la piedad al dolor con la misericordia y hoy hablamos de tener empatía al dolor ajeno, y solemos mezclar la palabra caridad (cristiana) con la palabra Solidaridad, que es una palabra más abierta. Buscamos evitar el dolor en terapias orientales. El budismo nos dice que el dolor viene por la frustración entre yo y el mundo, y piensa que matando el ego (el ego cidio) seremos más felices. El budismo nos dice; no desees y eliminando el deseo no sufrirás. Eso es como quitarle parte de su gracia a la vida. Hay que aceptar la vida con su dolor y alegría y no podemos renunciar a desear porque algo hay en el ser humano, connatural e innato, que nos hace siempre soñar y desear y buscar trascender. Por eso no me gustan esas corrientes que te invitan a hacerte un junco en la orilla de un mar. Tras la poesía de sus haikus japoneses hay una filosofía del determinismo. No somos nada, no desees, no pienses, no tengas neurosis, no filosofes, no racionalices, vive el ahora, elimina los pensamientos del pasado o los sueños del futuro. … algo me chirria en esta filosofía que busca el instante, el presente, el haikus detenido. Y lo que me chirria es que el budismo, como toda religión, cree en el destino. También los románticos creían en él. Pero cuando el destino, el determinismo, la vida, el objeto pesa más que la libertad y la voluntad del Yo algo estamos haciendo mal. Si el capitalismo ha triunfado sobre otras ideologías es precisamente porque conoce esta necesidad primaria del hombre de desear. Y de eso se ha servido la publicidad este último siglo, pero es que de ese deseo de desear se aprovechaba también la literatura. Las ideologías que buscan absolutos (el fascismo o el comunismo) obligan al yo a amoldarse a la comunidad. Y todos tenemos nuestro ego y a nadie le gusta someterse a los otros. En cambio, el capitalismo nos da la promesa del individualismo. Por algo el capitalismo nació llamándose liberalismo. El hombre se debate entre la igualdad y la libertad. Ese narcisismo es voluntarista pero cuidado porque Narciso se enamoró de sí mismo en el reflejo del lago. Al capitalismo le gusta regodearse en que es el menos malo de los sistemas o el mejor de los mundos posibles. En los años 20, que es cuando Azorín escribe esta novela, la sociedad estadounidense estaba encantada de haberse conocido y no tenían abuela. Fiestas, coco chanel y sus peinados a lo garzón, los felices años 20 enseguida se tiñeron de la crisis y decadencia de los años 30, el crack del 29 y la gran depresión. El gran gatsby habla de ese desencanto del sueño americano y toda la literatura sureña de los esclavos en plantaciones de algodón y el fin de raza de la aristocracia decadente o las uvas de la ira de Stenbeck o películas como el ciudadano Kane. El pato feo se convierte en cisne. La belleza de los otros le hace evolucionar, salir de su realidad dolorosa y convertirse en cisne por su propia voluntad. Pero ya hemos visto como acabó el ciudadano Kane o el Gran Gatsby; ese cisne bello ahogado en la piscina de su mansión. La esperanza y desesperanza siempre están en movimiento, eterno retorno. El sueño americano puede ser una pesadilla. Y aun así la esperanza es la última que sale de la caja de Pandora. Por mucho que el hombre se degrade o decaiga, siempre querrá seguir prosperando, creciendo, ser libre. Por eso, el capitalismo es mucho más dinámico y flexible que el comunismo hasta que la multinacional se hace absoluto, hasta que internet se convierte en el tercer ojo, en Dios, en Gran Hermano. El hombre es un Yo enfrentado a sus circunstancias, decía Ortega y por eso nunca nos falla la voluntad, salvo en la muerte. Siempre elegimos, somos libres, el destino lo creamos nosotros, aunque a veces exista la suerte o las casualidades. El capitalismo es un mal menor, nos dicen ahora, para que no podamos elegir nosotros que sistema seguir, para que nos sea impuesto desde arriba. La revolución ha de empezar por nosotros mismos y la burguesía no ser un Saturno que se coma a la masa, instrumentalizada. La revolución fue más bien un jugar a la revolución. Vale. Pero las clases bajas no sabían a lo que estaban jugando. Ni quienes estaban jugando con ellos.  El termino populismo es despectivo, salvo para nombrar al PP, y parecemos olvidar el origen de la democracia en el ágora ateniense. El gobierno del pueblo siempre ha sido un despotismo ilustrado; todo para el pueblo pero sin el pueblo. Ingeniería política que viene desde arriba, desde el eje vertical del que habla Deleuze y no desde el eje horizontal que es el democrático o comunitario. El hombre yo creo que es incapaz de cambiar o cambia pero muy poco. Por eso es más difícil cambiar las súper estructuras ideológicas que las estructuras. Aunque cambiemos los medios (físicos), la humanidad siempre llevara su parte oscura con él. La misma corrupción se puede dar en gobiernos de izquierda que en los de derecha. Lo que no significa que haya que abstenerse de votar porque esto da más alas al partido mayoritario, mas alas a la gaviota del PP. El anarco capitalismo de no votar es aún peor que el neoliberalismo de la globalización. Aunque cambie el medio no cambia el hombre. Durante años se creyó que la propiedad era un robo (proudhon) y que el mal estaba en el capital o en los ordenadores, pero el mal esta en los capitalistas, en los asesinos y no en la pistola. En el hombre y no en el medio. Cambiemos el medio, que el trabajo sea placer, pleno, espontaneo ¿cambiaría el hombre? Aunque creamos una utopía igualitaria ¿no habría gente que se aprovecharía de ella? No podemos convertir las pasiones destructivas en creadores y saludables pues el hombre es un lobo por naturaleza y también un cordero, inocente por naturaleza como el buen salvaje. Ambas metáforas son válidas.  El hombre se debate entre el dolor de unos y el placer de otros, entre el eros y el thanatos, solo queremos amor y placer, solo queremos tragedia eclesiástica pero la vida es ambas cosas. El mal no es la propiedad sino el propietario. Jamás será posible un estado de bienestar igual para todos pues todos nacemos diferentes, y además con distinto nivel de culturización o de domesticación, pero debemos intentar buscar esa unidad en la diferencia. Respetar la diference de cada cual. Y seguiremos debatiendo entre el interés público y privado. Eternamente.  Ninguno queremos ser esclavo, sino individualistas al margen de la estructura pero por ejemplo en una conversación hablaremos de lo que el otro hable por miedo a que nos rechace. Por miedo a la soledad el hombre renuncia a su libertad creyendo que encontrará igualdad, cuando la igualdad es una ambivalencia imposible, una utopía. Por eso el intelectual se acaba exiliando interiormente apartándose de una sociedad que rechaza sus ideas. ¿es el artista enfermo o la enferma es la sociedad? Y el arte es el subterfugio que usa para sublimar esa necesidad de expresarse y de comunicar. La esencia del arte es que muestra lo humano que hay en el hombre. Por eso el arte es atemporal, se da en todas las épocas, y aunque influenciado por ellas, va más allá de las ideologías. El humanismo busca el misterio llamado hombre. Nada del hombre me es ajeno. La sociedad del espectáculo es el mitos y la cultura o el conocimiento el logos. Un programa de televisión perfecto sería el que tiene un contenido filosófico o cultural (logos) pero lo explica con un lenguaje cercano a la calle y con un formato entretenido (mitos) Por eso Platón usaba los mitos para explicar su logos, y educar deleitando. Los medios de comunicación hacen creer que pasan cosas cuando no pasan, que tengamos miedo a salir a la calle porque los pistoleros esquizofrénicos afroamericanos nos pueden tirotear o poner una bomba los terroristas árabes. Y ante muchas historias, cercanas y humanas, se corre un tupido velo, y se desinforma sobre informando. Critiquemos el pan et circum actual pero buscando alternativas. Las películas pueden evadirnos y alejarnos de la realidad peor también denunciar esta, o hacer ambas cosas que es lo mejor.

María Zambrano echaba de menos palabras que con el tiempo se han desfasado porque el lenguaje no se está quieto, es mudable y flexible. Cambian los lenguajes y nuevas palabras de jerga nos invaden y se contagian. Palabras que intentan aprehender la realidad que es inabarcable. El lenguaje juega con nosotros, repetimos miles de palabras vacías de contenido. Las palabras deben tener su fondo, su compromiso. Las noticias actuales nos bombardean de datos y citas y referencias, repeticiones, cortas y pegas institucionales, pero al final son como almejas vacías y sin perla. De eso se quejaba Zambrano. Cuando desaparecen palabras como Camarada o Alienación o Enajenación, toda aquella jerga marxista, está desapareciendo también ese mundo, aquello que los significantes significaban. Al estrechar el lenguaje se estrecha la realidad, los límites de mi mundo son los de mi lenguaje (Wittgestein) palabras con compromiso como el discurso de Goytisolo al darle el Cervantes. Vivimos una era de vendedores de humo (jorodoswky quizá, pero sobretodo la publicidad) Con el nombre de alternativo, de contra cultural, de moderno, de vanguardia se nos vende un producto llamado cultura al que a veces le ha llegado su fecha de caducidad. Me refiero a todos esos cuadros que se venden como arte y que quizá sean timos (pero es que el arte se basa en seducir, en engañar, en mentir, en fantasear) Los dadaístas vendían mierda de artista o aire de París. El público decide que es arte. Mentira. Lo decide el dinero, el capital, como en la propia época de Velázquez. Los dadaístas se han convertido en lo que odiaban convertirse; en un arte acomodicio con el poder y reciclado en el sistema, re bautizado. Reciclado quitándole la parte trasgresora y reivindicativa y dejando sólo su significante, para que igual con el tiempo se nos olvide su significado. Toda su contra cultura se ha convertido en adaptación al sistema. Aquellas obras echas en bares de París, borrachos de absenta, decoran ahora las entradas de muchos Bancos. Pero esto siempre fue así. Era la corte la que decidía que eso era arte, por lo que no nos ha de escandalizar que Warhol tuviera una factoría con obreros artesanos repitiendo miméticamente la cara de Marylin o la sopa Cambell. El arte de Warhol hace una denuncia a la cultura de masas convirtiéndose ella misma en cultura de masas. Lo critica, pero también lo necesita, lo aprecia. ¿no era acaso arte pop la obra de Goya? Era igual de popular. Warhol no es un timador, ni Nietzsche gritando ha muerto Dios. Fueron visionarios, adelantados a su época. Me pregunto a veces cuántos chicos de la calle, barriobajeros, tienen un discurso parecido al de Nietzsche sin saber quién era este señor. Me refiero al verdadero arte contra cultural de las pintadas y grafitis o de las bandas de hip hop. ¿Surgen estos mensajes de ellos mismos, explotados por la sociedad y circunstancia o son intelectuales orgánicos los que les meten esos mensajes? No hay canción de hip hop inocente, no hay consigna en una manifestación inocente, todo tiene una intencionalidad y manipulación. ¿Hasta qué punto el propio sistema crea subsistemas y la cultura crea contra culturas? Un etarra mata, pero detrás está el artículo del que le incita a matar. La cultura es otro comercio más, se venden ideas, nada tangible. El artista crea la idea. El artesano la reproduce, la hace objeto. Hasta Cela estuvo metido en la censura y tenía un taller de negros, porque una cosa es la idea y otra el que la desarrolla. Cela se influencia del periódico el Caso para escribir Pascual Duarte. Utiliza la cultura popular para hablarnos de algo más profundo. Los intelectuales nos hacen tomar conciencia de la realidad cuando nuestros ojos fallan. El intelectual es un gran perdedor (la contracultura de Bukosky) frente al triunfador del sistema; el profesional liberal, el hecho asi mismo o auto self man.  Enorgullecemonos de nuestro fracaso porque de super hombres está el mundo lleno. En la próxima sesión hablaremos del decálogo del cine;       amaras a Jon Ford sobre todas cosas, no tomarás el nombre de billy wilder en vano, recordarás a Felini y honraras el discurso pausado de erik romer y la novelle vage todavía vigente



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