Jon Juaristi Inazedo nació en Bilbao
en el 51. Doctorado en filología románica, estudió en la universidad de Deusto y
en Sevilla, y fue catedrático de la universidad del país vasco, profesor en Nueva
York, y profesor investigador en el colegio de México D.F. Fue profesor titular
de la catedra de pensamiento contemporáneo en la fundación Cañada Blas de la universidad
de Valencia, fue director de la biblioteca nacional desde 2001, y también director
del internacional instituto Cervantes. Ha sido traductor eusquera castellano y
castellano eusquera. Ha recibido muchos
premios. En el 99 es nombrado director general de la universidad de Madrid. También
daba clases en la universidad de Alcalá. Ha recibido premios como el ikaro de
literatura en el 88, el Espasa de ensayo en el 97, el Nacional de ensayo en el 98,
Fastenrath de la RAE en 2000. En el 77
funda en Bilbao con otros novelistas (encabezados por Bernardo Atxaga) el grupo
Pott que se mantuvo hasta el 80. Estos meses están fotos del grupo en las
vitrinas de la biblioteca de Bidebarrieta, al lado del salón y en el intermedio
de las escaleras. Hay una exposición de todo el grupo, lo que escribían
dibujaban en el grupo Pott creado en el 77. Crearon hasta una revista. Se
interesaron por la poesía. Fue un miembro importante en la creación del lenguaje
del Eusquera Batua, con la unificación de los diversos dialectos vascos. Ha
escrito destacadas novelas, ensayos, memorias artículos y otros libros como el linaje de Aitor, el bucle melancólico,
bosque imaginario, o caza salvaje. Desde el 86 al 2008 escribe 9 poemarios
y el tratado de prosa poética selmo huminis
Presentó en la fundación Mach de Madrid
una biografía sobre Unamuno, donde establece grandes paralelismos entre don Miguel
y el mismo. Ambos fueron personas muy controvertidas. A medida que pasa los años
los dos poetas no abandonaban su libertad y analizan con ella todo el mundo de
un modo u otro. Juaristi vivía en el casco viejo como Unamuno. Habla mucho de
la valentía de Unamuno. En septiembre del 84 hacen una escultura de Unamuno y
él lee unos poemas. La cabeza de la plaza de Unamuno es horrible y hay otras
dos esculturas; una en Deusto, otra en Bidebarrieta, debajo de los artxones, la
residencia, y ibarrekolanda. En Salamanca hay dos estatuas maravillosas, en la
plaza nueva, porque allí se le quería más. Unamuno le decía en broma a Juaristi
que no era muy de Bilbao. Y este le respondía que cuando se marchaba a Orduña
quería volver a Bilbao a cantar bilbaínadas, le entraba la morriña. Juaristi no
dice las cosas de forma fuerte, aunque usa palabras fuertes, pero emplea la
ironía británica. Esas angustias vitales existencialistas de Unamuno no las tenía
él. No le gustaban mucho los curas. Otero Unamuno y Aresti son poetas
desesperados, pero no trágicos. No se considera exiliado sino desterrado. Unamuno
apoyó a las derechas porque le parecía mejor. Todos los intelectuales tienen
sus contradicciones. En la charla de Elsa Punset una espectadora criticó la
costumbre de homenajear el muñeco de Unamuno que preside un palco de la
biblioteca Bidebarriea. Ella decía que no debíamos honrar a un facha como él,
partidario del franquismo, lo cual Unamuno nunca fe. A Unamuno le invitaron a
una comida los fascistas y le emborracharon e hicieron firmar un manifiesto fascista,
pero conocida es su anécdota con Millan Astray y Carmen Polo y su venceréis,
pero no convenceréis. Unamuno estuvo
exiliado con Primo de Rivera en Fuente ventura. Cuando empieza la guerra civil
él escribe triste España de Caín, la guerra como un fratricidio, una guerra
entre hermanos. En julio empieza la guerra y él muere en diciembre, dicen que
de pena. Unamuno no fue fascista y si lo hubiera sido estaba en su derecho. En
la inauguración a un monumento de Unamuno en el 84 Juaresti le dedica un poema.
Blas de otero, que veía la paja en el ojo ajeno, le llamaba a Unamuno “vieja
urraca”.
Juaristi ha cosechado el éxito y
ha creado libros, interesantes. En el orden ideológico en un principio perteneció
a ETA, formación que abandonó pronto. Dicen que cuando vio calcinados a dos
guardias civiles. Ahora promueve la unidad de España. El poemario mediodía tiene
una introducción, unos párrafos en los que el poeta Andrés Trapiello reflexiona
sobre sus versos en dicho libro. El libro surgió de un artículo. Va a hacer 30
años pues el artículo es del 88. El prologuista es Andrés Trapiello. Se reunieron 80 poetas en Valencia. Julio Martínez Mesanza, premio nacional
de poesía este año, estaba alli. Hace 30 años en abril del 88 había una apoteosis
de la poesía y de esta asociación artística vizcaína. Juaristi fue colaborador del
periódico el correo. Andalucía es tierra de poetas y el país vasco lo es un
poco menos. Comenta Trapiello sobre el poemario mediodía que su poesía viene de
lejos, de Unamuno Otero Aresti, la trinidad de poetas desesperados trágicos. Juaristi
es desesperado, pero no trágico. Conoce las trochas cervantinas del humor. Es más
fácil en él la sátira. Si la claridad es la cortesía de los filósofos, el humor
es la cortesía de los poetas desde Shakespeare. Su humor es al estilo
británico. Es una voz clara e inconfundible de la poesía española. Combina la dureza
de Unamuno con el lirismo de Otero, y la inteligencia de Auden o Nietzsche.
“Y aunque escribir es viento
solitario, desparrama tu voz en muchas voces”. Es un verso de él. El poema puro de juan Mairena Machado tiene
dos temas; el tiempo y yo. Y es el tema de toda poesía, afirma Juaristi. No hay
más poesía que la elegiaca. La sátira es la elegía abreviada comprimida. Un
poeta conserva el recuerdo del 23 de junio del 94, víspera de san juan, en el
que coincidieron en boulevard Cesar del riego y su esposa (que ya ha muerto, que
se fueron a vivir al escorial) Teresa Aramis y el propio Jauristi. Les invitaron
a su casa en Zabalburu, para celebrar la poesía con su simpatía. Escribió allí
su poema noche de san juan.
Juaristi tiene influencia
mexicana cuando habla de corrido. Es un hombre muy culto y polifacético. El primer
poemario, el libro mediodía tiene
152 poemas, a cada cual más interesante. Tiene un talento muy especial. Son
fáciles de entender y ver sus poemas. En el 92 fue el esplendor de la
asociación artística vizcaína y Juaristi sacó el libro de los paisajes domésticos (92). En un poema habla del 68,
Praga y París que quedaban muy lejos. Es el poema cuando arrastra el verano. Refleja
su amor odio por Bilbao, donde se mezcla inteligencia y sentimiento. Cuenta
como se hace mayor, sus años de los 20 a los 40, en los que vivió, amó y gastó.
Cuando dos policías murieron calcinados él dijo hasta aquí a ETA. Escribe
varias cartas a Joseba Sarrionandia que estaba encarcelado entonces por
pertenecer a la banda. En el 85 publica diario
de un poeta recién cansado. En visión de Bilbao describe a un niño en
la plaza nueva, que es el mismo. Son recuerdos de cuando tenía 3 años, en el 66.
También escribió Invitación a una
decapitación y el libro tiempo despreciable
Pertenece a la misma generación
que Fernández de la Sota y Carmelo Iribarren, poeta de san Sebastián. En una
antología con de la Sota escribe sus poemas junto al poeta Vladimir Nabokov, ruso
americano y autor de Lolita. El protagonista es condenado a muerte desde el
nacimiento, pues todos esperamos una ejecución que vendrá tarde o temprano.
Se hace las reflexiones de
cualquier persona. No es trágico. “¿Por qué hemos muerto tan jóvenes? Porque
nuestros padres nos mintieron”. Él fue crítico con todo lo que estaba
ocurriendo con eta. “Tendría que haber una derecha e izquierda liberal y habría
un centro, un asentamiento de todo lo que pasa”, dijo una vez en una entrevista.
Criticaba las izquierdas porque no funcionan bien. Bilbao es Vinogrado para él.
Se podrían comentar muchas cosas, sobre su pensamiento y sobre sus ideologías
en plural. En su poesía vemos su ironía. Él se mira y se compara con el estilo
inglés, que no es tan desgarrado. También a veces responde al estilo castizo
típico del país. Una cosa es lo que decimos y otra la que hacemos. Conociendo
su vida, el por qué, sabremos más de su ideología y sus versos. Aquí acaban estos retazos sobre su vida y
trayectoria de nuestro amigo bilbaíno Juaristi. Vamos ahora a leer algunos de
sus poemas.
NOCHE DE REYES
Cuántas noches como ésta permaneciste en vela,
a la espera del alba,
apoyado de pechos en tu almena,
insomne centinela de la ciudad cansada,
y cuántas otras noches
la fatiga y la pena concertadas
en la raya del día te vencieron.
Las cuentas están claras:
soledad, soledad y muchas noches
como esta misma noche, solitarias.
La tristeza es un tiempo
en que no pasa nada,
porque pasó lo que pasar debía
como si no pasara,
como si fuera el gasto corriente de la vida,
algo sin importancia:
la moneda menuda que olvidamos
en los bolsillos de la ropa usada
o esos números viejos de teléfono
a los que nunca llamas.
A lo lejos se apaga un ruido de motores.
Silba el viento en su flauta
una monodia trémula.
Llueve en la interminable madrugada
y refleja la luz de los faroles
el húmedo encachado de la plaza.
Alguien camina por los soportales.
Se ha fundido ya el hielo en tu vaso de malta.
Llueve en esta vigilia sin consuelo
donde sólo la noche te acompaña.
Cuántas noches como ésta permaneciste en vela,
a la espera del alba,
apoyado de pechos en tu almena,
insomne centinela de la ciudad cansada,
y cuántas otras noches
la fatiga y la pena concertadas
en la raya del día te vencieron.
Las cuentas están claras:
soledad, soledad y muchas noches
como esta misma noche, solitarias.
La tristeza es un tiempo
en que no pasa nada,
porque pasó lo que pasar debía
como si no pasara,
como si fuera el gasto corriente de la vida,
algo sin importancia:
la moneda menuda que olvidamos
en los bolsillos de la ropa usada
o esos números viejos de teléfono
a los que nunca llamas.
A lo lejos se apaga un ruido de motores.
Silba el viento en su flauta
una monodia trémula.
Llueve en la interminable madrugada
y refleja la luz de los faroles
el húmedo encachado de la plaza.
Alguien camina por los soportales.
Se ha fundido ya el hielo en tu vaso de malta.
Llueve en esta vigilia sin consuelo
donde sólo la noche te acompaña.
JON
JUARISTI, Tiempo desapacible, Comares, Granada, 1996, pp. 28-29
Canción para recoger el agua sosticial
Soy hija del
rey, Señora, a coger
la flor del agua. (Del Romancero tradicional)
En la lluvia de junio cómo me eres extraña.
Cómo llenas el mundo con tu voz inaudible. Cómo tiendes las manos en la bruma
anegada, grial de tibia penumbra, cauce de húmeda luz. Déjalo, no se enturbie
con el limo del tiempo que revuelve la culpa como un novillo herido. Mudo
fragor del beso. De repente, qué tarde: de agrio remordimiento me ha llenado la
edad. Reverdecen en vano estos chopos. Tú sabes de un dolor de raíces que
devorando va.
Diario de poeta recién cansado
1985
Al marchitarse la rosa de la memoriase adueñaron del jardín la ortiga y la cizaña…”
“Cambra de la tardor”
Aquí llega el otoño, con su voz de ceniza,desalentando sueños, cubriendo de hojarasca
las imágenes rotas que el coraz6n conoce.
Ante mi casa lloran las cañas azotadas
por el viento nocturno, y asciende hasta mi cuarto
el olor inquietante de la tierra mojada.
Conozco esta fragancia de carne entumecida,
de deseo imposible: es la estación del miedo.
La vida se derrumba como una torre endeble.
Amor, un dios decrépito recorre Vinogrado.
Oigo bajo la lluvia sus pasos inseguros
y un bordón que golpea en los árboles muertos.
Jon Juaristi
En “Diario de un poeta recién cansado” de 1985
Bueno, vuelvo a mi tierra
Bueno, vuelvo a mi tierra
A mi piedra, a mi llano
Que maduró el verano
Y que arrulló la sierra.
Morir lejos me aterra,
Se adelgaza mi mano,
El alma es un milano
Que en las luces se entierra.
Llora mi alma intranquila,
Me da luz tu pupila
Y me alumbra los sueños,
De estos días oscuros,
Tenebrosos y duros
Que nos vuelven pequeños...
Bueno, vuelvo a mi tierra
A mi piedra, a mi llano
Que maduró el verano
Y que arrulló la sierra.
Morir lejos me aterra,
Se adelgaza mi mano,
El alma es un milano
Que en las luces se entierra.
Llora mi alma intranquila,
Me da luz tu pupila
Y me alumbra los sueños,
De estos días oscuros,
Tenebrosos y duros
Que nos vuelven pequeños...
“Qué inútil
el recurso a los recuerdos
o al consuelo banal de otras caricias,
porque has perdido para siempre a aquélla
que devastó tu carne enamorada…”
o al consuelo banal de otras caricias,
porque has perdido para siempre a aquélla
que devastó tu carne enamorada…”
“De visita”
Cuando
llegue la hora, no hagas ruido.
La casa bulliciosa
olvidará tu paso al poco de irte
como se olvida un sueño desabrido.
La casa bulliciosa
olvidará tu paso al poco de irte
como se olvida un sueño desabrido.
No te valdrá
el amor ni la paciente
entrega a su cuidado.
Márchate silenciosa,
suavemente.
entrega a su cuidado.
Márchate silenciosa,
suavemente.
Entre sus
moradores, alguien crece
para quien defendiste la techumbre,
los muros y los altos ventanales
donde la luz cernida comparece
cada nueva mañana.
para quien defendiste la techumbre,
los muros y los altos ventanales
donde la luz cernida comparece
cada nueva mañana.
Es la
costumbre:
Permanecer no entraba en el contrato
y es preciso partir
(de todos modos,
no pensabas quedarte mucho rato).
Permanecer no entraba en el contrato
y es preciso partir
(de todos modos,
no pensabas quedarte mucho rato).
Y con pablo
(Para Antonio Martínez Sarrión)
Yo, o lo que fuera entonces, navegaba
por el plácido mar materno,
cuando, un día de agosto,
doscientos antes de mi nacimiento,
y contando la misma
edad que ahora yo tengo,
del mester de la vida dimitiste.
Europa iba saliendo
de la última resaca de su historia
o acaso de la Historia. En el albergo,
la lámpara de mesa reunía
quince tubos vacíos en el cerco
de su luz mortecina y, desde la penumbra,
la tersa baquelita del teléfono
parecía usurpar las imposibles formas
de un noble buda de ébano.
No te preguntaría, aunque pudiese,
si abajo resplandece un alba de oro viejo,
pero saber quisiera
de quién eran los ojos con que salió a tu encuentro,
qué rostro de mujer te reclamaba
desde los tenebros ejidos del silencio.
Pavesa desprendida
de los rescoldos del reciente incendio
que ya se nos perdía, hacia la noche
profusa de los tiempos,
¿qué banderas contrarias tremolaron
delante del espejo?
¿Oíste una voz ronca en medio de las voces
del ronco griterío que precedió el descenso?
¿Puso el amor esquivo un poco de dulzura
en tu copa de sombra, olvido y desaliento?
Destartaladas ediciones
de tus libros de versos,
que me hicieron antaño menos ardua
la triste travesía de un tramo del infierno,
me acompañan también en esta hora,
bajo el rigor del trueno.
Releo en la alta noche las líneas de tu diario
que más me conmovieron,
y con ellas regresan imágenes soñadas
tantas veces: las flores de un almendro
en los bacanales de Brancaleone;
Santo Stefano Belbo,
escondido en el norte partisano,
y los ríos ligures que morirán muy lejos:
en otro mar, lejano camarda,
en otro mar, como la vida, ajeno.
Yo, o lo que fuera entonces, navegaba
por el plácido mar materno,
cuando, un día de agosto,
doscientos antes de mi nacimiento,
y contando la misma
edad que ahora yo tengo,
del mester de la vida dimitiste.
Europa iba saliendo
de la última resaca de su historia
o acaso de la Historia. En el albergo,
la lámpara de mesa reunía
quince tubos vacíos en el cerco
de su luz mortecina y, desde la penumbra,
la tersa baquelita del teléfono
parecía usurpar las imposibles formas
de un noble buda de ébano.
No te preguntaría, aunque pudiese,
si abajo resplandece un alba de oro viejo,
pero saber quisiera
de quién eran los ojos con que salió a tu encuentro,
qué rostro de mujer te reclamaba
desde los tenebros ejidos del silencio.
Pavesa desprendida
de los rescoldos del reciente incendio
que ya se nos perdía, hacia la noche
profusa de los tiempos,
¿qué banderas contrarias tremolaron
delante del espejo?
¿Oíste una voz ronca en medio de las voces
del ronco griterío que precedió el descenso?
¿Puso el amor esquivo un poco de dulzura
en tu copa de sombra, olvido y desaliento?
Destartaladas ediciones
de tus libros de versos,
que me hicieron antaño menos ardua
la triste travesía de un tramo del infierno,
me acompañan también en esta hora,
bajo el rigor del trueno.
Releo en la alta noche las líneas de tu diario
que más me conmovieron,
y con ellas regresan imágenes soñadas
tantas veces: las flores de un almendro
en los bacanales de Brancaleone;
Santo Stefano Belbo,
escondido en el norte partisano,
y los ríos ligures que morirán muy lejos:
en otro mar, lejano camarda,
en otro mar, como la vida, ajeno.
Bazar
Cazador entre los pinos,
al acecho de torcaces.
Otoñada.
Tus recuerdos son caminos
que regresan pertinaces
a la nada.
De mozo te conocí,
en este puesto secreto
vigilante,
como un ávido neblí,
por zarpar pugnando inquieto
desde el guante.
El arroyo entristecido
ha gastado con los días
sus riberas
y tus días el olvido
los ha trocado en vacías
parameras.
Cómo te burla el halcón,
cómo en el cielo de octubre
va tendiendo
redes a tu corazón,
cómo con ellas lo cubre
descendiendo.
Cazador, mal cazador,
toda herrumbre tu escopeta
temblorosa,
¿cuándo te pasó el amor
de claro con su saeta
silenciosa?
al acecho de torcaces.
Otoñada.
Tus recuerdos son caminos
que regresan pertinaces
a la nada.
De mozo te conocí,
en este puesto secreto
vigilante,
como un ávido neblí,
por zarpar pugnando inquieto
desde el guante.
El arroyo entristecido
ha gastado con los días
sus riberas
y tus días el olvido
los ha trocado en vacías
parameras.
Cómo te burla el halcón,
cómo en el cielo de octubre
va tendiendo
redes a tu corazón,
cómo con ellas lo cubre
descendiendo.
Cazador, mal cazador,
toda herrumbre tu escopeta
temblorosa,
¿cuándo te pasó el amor
de claro con su saeta
silenciosa?
Rosario
Yo la quería mucho, pero entonces
amar y destruir sonaban parecido,
como en los más confusos poemas de Aleixandre.
Nos casamos con otros. Tal vez así perdimos
lo mejor de la vida. Quién sabe. Hubo una noche
en que ambos acordamos que pudo ser distinto
el rumbo de esta historia de culpa y cobardía.
Se quitó el pasador de su cabello oscuro
y me lo dio al marchar, y nunca volví a verla.
Murió. No lo he sabido hasta esta tarde misma,
varios años después, en su pequeño pueblo
y frente a la serena desolación del mar.
Ahora intento evocarla, pero se desvanece:
No he encontrado siquiera su pasador de rafia.
Yo la quería mucho, pero entonces
amar y destruir sonaban parecido,
como en los más confusos poemas de Aleixandre.
Nos casamos con otros. Tal vez así perdimos
lo mejor de la vida. Quién sabe. Hubo una noche
en que ambos acordamos que pudo ser distinto
el rumbo de esta historia de culpa y cobardía.
Se quitó el pasador de su cabello oscuro
y me lo dio al marchar, y nunca volví a verla.
Murió. No lo he sabido hasta esta tarde misma,
varios años después, en su pequeño pueblo
y frente a la serena desolación del mar.
Ahora intento evocarla, pero se desvanece:
No he encontrado siquiera su pasador de rafia.
Poema La Casada Infiel de Jon Juaristi
Un día de Aberri Eguname puso en un compromiso.
Después vivimos una historia
de amor, maría y luna llena
frente a la playa de Zarauz
que habría matado de envidia
a cualquier arábigo-andaluz.
Yo me la llevé a la playa
la noche de Aberri Eguna,
pero tenía marido
y era de Herri Batasuna.
Me porté como quien soy,
como un euscaldún legítimo,
y para olvidarla pronto
le regalé un prendedor
con un verso, una icurriña, una pluma y una flor,
y un libro de Patri Urkizu
forrado en raso pajizo.
“Diario de un poeta recien cansado” 1985
Noche de ánimas
A Karmelo IribarrenDesordenada mesa que es espejo
De un desorden más íntimo y acaso
Irremediable ya, mientras me alejo
Por una estrada oscura, paso a paso,
Hacia la última orilla,
Sin otro capital que mi fracaso.
Desordenada mesa, astrosa silla,
Libros que no abriré en altos estantes
Y una tenue bombilla
Presidiendo las horas vacilantes
En que toda esperanza se desploma
(la vida que soñé: menuda broma).
Poema Maestu de Jon Juaristi
Homenaje a ramiro y María de Maeztu de vitoria
A Javier Monedero
Río del tiempo
que cruza el alma
fluyendo siempre
desde el mañana.
Orillas mustias
por donde pasa
lánguida y lenta
su lengua el agua.
Juncal del sueño
junto a la mansa
corriente. Lecho
de piedras blancas.
Sobre las ondas
sombra de garza.
Manos del viento
desmadejadas.
Ay, devolvedme
los campos de Álava,
el terso llano
color de espada,
la Fuente de Ocho
Caños que mana
el bebedizo
de la nostalgia.
Dadme el sol pálido
sobre la plaza:
aquel perfecto
sol de la infancia
(luz taciturna
que presagiaba
el nacimiento
de la palabra).
Sí, devolvedme
la voz del alba.
- Diario de un poeta recién cansado (1986).
- Suma de varia intención (1987).
- Arte de marear (1988).
- Los paisajes domésticos (1992).
- Mediodía (1993).
- Tiempo desapacible (1996).
- Poesía reunida (1986-1999) (2001).
- Prosas (en verso) (2002).
- Viento sobre las lóbregas colinas (2008).
- Renta antigua (2012).
- Euskararen Ideologiak (1976).
- El linaje de Aitor. La invención de la tradición vasca (1984).
- Literatura vasca (1987).
- Arte en el País Vasco (1987). Con Kosme M. de Barañano y Javier González de Durana.
- Vicente de Arana (1990).
- Vestigios de Babel. Para una arqueología de los nacionalismos españoles (1992).
- Auto de Terminación: raza, nación y violencia en el País Vasco (1994). Artículos: en colaboración con Juan Aranzadi y Patxo Unzueta.
- La Europa (cultural) de los pueblos: voz y forma (1994). En colaboración con otros autores.
- El chimbo expiatorio (la invención de la tradición bilbaína, 1876-1939) (1994).
- El bucle melancólico. Historias de nacionalistas vascos (1997).
- Sacra nemesis. Nuevas historias de nacionalistas vascos (1999).
- Sermo humilis: poesía y poética (1999).
- El bosque originario (2000).
- La tribu atribulada. El Nacionalismo Vasco explicado a mi padre (2002).
- El reino del ocaso (2004).
- Dios salve la razón. Ediciones Encuentro.
- Espaciosa y triste. Ensayos sobre España (2013).
Otras obras
- La leyenda de Jaun Zuria (1980).
- La tradición romántica: leyendas vascas del s. XIX (1986). Leyendas.
- Flor de baladas vascas (1989). Recopilación de canciones tradicionales vascas.
- Cuando canta la serpiente (1989). Guion en colaboración con Mario Onaindía.
- Cambio de destino (2006). Memorias.
- La caza salvaje (2007). Novela.
- Voces para una enciclopedia interrumpida (2008). Memorias sobre Bilbao.
- A cambio del olvido (2011). En colaboración con Marina Pino.
- Miguel de Unamumo (2012). Biografía de Miguel de Unamumo
- Historia mínima del País Vasco (2013)
Premios
- 1988: Ícaro de Literatura.
- 1997: Premio Espasa de Ensayo, por El bucle melancólico.
- 1998: XV Premio de Periodismo Francisco Cerecedo.
- 1998: Premio Nacional de Literatura, por El bucle melancólico.
- 1998: Premio Nacional de Ensayo.
- 2000: Premio Fastenrath.
- 2007: Premio Azorín de Novela, por La caza salvaje.
- 2007: Premio Mariano de Cavia, por su artículo Teología.
- 2010: Premio Comillas de historia, biografía y memorias, por su libro A cambio del olvido.
- 2014: Premio Euskadi de Literatura, en la modalidad de ensayo en castellano, por Espaciosa y triste. Ensayos sobre España.12
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