Hoy tenemos a Gonzalo Villar,
escritor. Acaba de terminar la carrera de periodismo. Y está escribiendo una
colección de cuentos sobre temas sociales para el proyecto a largo plazo de
sacar un libro con ellos. Por eso le hemos traído hoy a esta carpa del arenal,
con motivo del día de la diversidad.
¿Sobre qué escribe Gonzalo?
Intento en mis escritos reflejar
partes personales autobiográficas, lo cual incluye todas las historias de la
gente que me voy encontrando. De niño inventaba mundos de evasión. Cuando te
vas a un mundo de fantasía es porque este te decepciona. Pero cada vez estoy
más convencido de que la realidad ya es suficientemente literaria por sí misma.
Estos cuentos surgen de un encargo de la editorial para la que trabajo en
prácticas. Siempre tengo que meter la coletilla de lo que hace la ONU en su
Plan de Desarrollo por estas vulneraciones de derechos humanos. Soy consciente
de que me piden lo “políticamente correcto”, pero las historias son tan
dramáticas que la trasgresión siempre va a estar ahí, sin buscarla. Mis
personajes son algo planos o estereotípicos, más típicos que tópicos, desde su
singularidad pueden convertirse en símbolos universales o portavoces de cada
problema. Por ejemplo, hago el cuento de la maltratada-estereotipo, para que
puedan identificarse la mayoría de las mujeres en su situación, pero esta mujer
tiene rasgos propios, como su pasión por los cuentos de hadas. Y así puedo
meter cosas propias. Incluso si me meto en la mente de un ludópata o del
violador de la manada trato de que tenga algo humano, no por gusto sino por su
sicología propia. En estos relatos hablo del mobbing, los desahucios, el bullying,
los ludópatas, el Prestige, el Acuarius…. 0 historias que me han pasado en un
psiquiátrico, en un centro de trabajo ocupacional o en una asociación LGTB.
Quizá puedan servir de denuncia. Yo en una LGTB me defino como indefinido.
¿Dónde encuentras estos temas?
El otro día compartiendo los
pinchos que nos regalaban de los bares con unas personas pobres sentí que tenía
que reflejarlos, para denunciar que la pobreza no es cosa del tercer mundo y
que se puede guarecer en los soportales de la plaza nueva o las Sietes calles. Creo
que en esta entrevista voy a quedar como “el rojo” que soy, pero cuento la
tragedia que me llega al margen de que quede progre o no. En cuanto el
individuo entra en contacto con el otro ya tienes drama. Por más que intente
contar una historia en positivo (escribe algo alegre, me dice la abuela) y
describir a la vendedora de mecheros como una mujer sonriente en todo momento,
su tragedia interior se desborda del papel. No es mi culpa que las historias
acaben mal, sino de la realidad. Se tiende a criminar a la víctima, como en el
caso de la manada o cuando consideras a una persona “victimista”. La gente no
entiende que a veces hay circunstancias que te determinan y que la libertad que
nos regala el liberalismo económico no es más que un insulto para ellas. Una condena a muerte prorrogada un día más,
tragedias que quizá con el tiempo las podamos ver como comedías. Por eso es
importante meter humor, aunque sean desgarro del alma. Cuanto pasa el tiempo
una tragedia se relativiza y objetiva, se ve desde fuera e incluso te ríes de
ella, pero sin que nadie te fuerce a reaccionar cuando te estás sintiendo
impotente. Es la única forma de superar la traumática carga de la mochila,
pasar el tiempo. Lo que quizá si sea culpa mía es que cuando me aburro de un
relato le suicido al personaje. Y como
su monologo interior es tan parecido al mío propio siempre queda bien.
¿qué pensarían tus amigos sí leyeran los cuentos que escribes sobre
ellos?
¡Se enfadarían mucho!, porque al
final no son ellos sino cómo yo los veo. Son una excusa para hablar de mí mismo
y del mundo hostil en que me siento marginado.
¿Para qué seguir escribiendo y leyendo en esta sociedad cada vez más
audiovisual?
Porque todo lenguaje, aunque sea
el de internet o las pelis, al final se nos queda pequeño. A veces echas de
menos en una peli más palabras interiores. También tengo un amigo que no lee
los subtítulos de las películas, porque no ha ido al cine a leer. Y claro, no
se entera de la historia. Durante toda la edad medía se dominó al pueblo a
través de la imagen. El pueblo analfabeto era instruido a la religión con esas
imágenes terribles del Apocalipsis. Y no se enteró de la historia bien, como mi
amigo. Hay mucha pereza en leer, lo veo cuando entrego un trabajo académico y
el profesor tarda meses en leerlo o sólo quiere leer la versión resumida. Noto
cierto rechazo a todo contenido profundo o grave, ya sea humanístico o incluso
sentimental. Oral o escrito. Es como si “rayara” pensar. A mí me encanta
rayarme.
¿Qué sientes ante el folio en blanco?
A mí lo que me aterra es que se
vaya a acabar el papel, gracias a dios esto con los ordenadores no pasa. No, en
serio, me puedo pasar horas filosofando y vivo emocionalmente las dialécticas y
lo paso mal. Defiendes ideas con pasión vehemente. Pero mejor eso que adoptar
con frialdad creencias de otros que crees tuyas.
Además de relatos, ¿qué más escribes?
Diarios, y reflexiones. No me
preocupa la forma, sí no vale como cuento lo cuelo como reflexión, pero siempre
sin traicionarme. Tengo un poemario premiado por el Mario Marrodan que se muere
de asco a dos euros autopublicado en Amazon. El año en que lo gané debía ser el
último en que la viuda regalaba una merendola a los ganadores. Luego el premio
ya ha sido económico. También he participado en dos poemarios; uno con la
asociación de artistas vascos en sus 70 años y otro que me hicieron comprarme a
mí mismo. No es sólo que por cortesía no te regalen un par de ejemplares para
la familia, sino que estas editoriales pequeñas se garantizan que al menos los
amigos del poeta se compran el libro. Estoy a la espera de que mi editorial
saque estos dos libros que he escrito en un mes. No me hace ilusión, son
trabajos de encargo. El primero sobre ciudades literarias (“Book towns” con un
pasado de poetas o con un presente de venta de libros de segunda mano) Este
segundo libro sí me hace más ilusión porque he metido aspectos autobiográficos.
Pero ni siquiera participaré del ridículo 5% que se paga al que escribe el
libro, que por lo que parece es el que menos culpa tiene. Gané dos veces el de
cartas de amor de Cruces. El primero porque era el primer año y nos habíamos
presentado cuatro. Lo escribí en un café el último día y lo entregué a última
hora. En el segundo premiaron una carta de amor a mi bisabuela, con la que
estaba muy unido. Lo metí en su urna. Jamás me hubiera imaginado presentarlo a
un concurso. He publicado desde niño en revistas de los Scout, en la revista
del colegio Vizcaya, en un fancine de Deusto… También me publicaron un relato
en otro libro de un concurso. Y ahora tengo el blog dónde lo puedo regalar
todo; culturasdenorta.blogspot.com.es. No encuentro sentido a escribir para uno
mismo, siempre quieres que te lean para que te quieran. Cuando te dicen “sí te
sirve como hobby o como terapia…” te está diciendo implícitamente que nadie va
a leer tu desahogo de víctima. Pero a mí sí me interesa lo que sufra el que lo
escribe, su fondo y no sólo sus formas. Y muchas hobby y terapias son
compartidas. De hecho, la gente suele preferir hacer el amor al onanismo y los
siquiatras ven peligro en auto sicoanalizarse.
¿Siempre has querido ser escritor?
Sí. La carrera de periodismo la
elegí porque filología hispánica tenía mucha gramática e idiomas. Pensé que
quedaba bien en la solapa de un libro un título (¡aunque mira lo que aprendió
Umbral directamente de Larra de forma autodidacta!). Pero la conclusión de una
carrera de comunicación es que está siempre falla, sea por el lenguaje
insuficiente, por un emisor pesado o por un receptor que no quieres que le
rayes. Siempre he leído en casa, al tener madre depresiva y libros. Parece que
el escritor tiene que pedir disculpas por escribir, o hay que buscarle un
origen traumático al gusto de Freud, mientras que al panadero no le preguntan
por qué hace pan ni a Bush por qué invadió Irak. Supongo que uno está siempre
recordando los dos besos en la cara que te estampa la profesora de primaria por
tu buena redacción. No conozco lectores que no hayan querido ser luego
escritores. Lo que sí por conozco, por desgracia, son escritores que no han
leído en su vida. La carrera de
periodismo en Deusto la continué luego en la UPV. Pero todos los lenguajes son
válidos, el arte, el teatro… sí nos permiten fantasear.
Además, participas en muchos recitales y tertulias literarias
Sí, me encanta “la pasarela
Cibeles”. Empecé en este mundo asistiendo al taller literario de la Galleta del
Norte de la librería Caraba. En plan experimental, dadaísta, juegos con el
lenguaje… Era la retórica barroca llevada al surrealismo, juntar palabras en
metáforas que no decían nada, regodearse en la forma, sin ningún fondo. El
cadáver exquisito, las lluvias de ideas… Decir que se “escribe con palabras” me
parece insuficiente. Claro que el panadero amasa con harina, pero no podemos
ignorar lo que le ha llevado a amasarlas. No es muy correcto en estos tiempos
de materialismo y poetas-obreros revindicar la inspiración, o si quieres
locura, del escritor. Pero sin ella no hay juego posible, hay que estar loco
para escribir, reconocía Platón.
Luego empecé a asistir al taller
de Josu Montero de historia de escritores, a la vez que iba a clases de
historia del arte o el taller de radio que hice con vosotros en Clara Campoamor
un año. Empecé a ir a las conferencias de Bidebarrieta, el Azcuna y a
trascribirlo todo en mi ordenador para que no se perdiera. (La escritura es
memoria que perdura) También voy a recitales de la sociedad Escribe y Lee en
Deusto y de la asociación de Artistas Vascos. Unas abuelitas entrañables, pero
la poesía, sea aristocrática o sea marginal, no puede ser del club de la
Tercera edad.
Con los movimientos alternativos
me pasa lo mismo. No me acaban de convencer unos versos anarquistas en una casa
okupa compartiendo pinchos veganos y postfeminismo. Su poesía parece más bien
Hip Hop o rap, y va tan rápido que no lo puedo trascribir con el ordenador. Lo
de Noches poéticas, el bar Zabala, la poesía del abismo, el dock, el k2, más de
lo mismo. Me acaba cansando la performance del Manuel encojonado, por mucho que
levante los brazos y le aplaudan los Hípster. También he ido a la tertulia de
Ramiro Pinilla, que se murió tras haberle sólo podía enseñar un cuento No estoy
declarándome culpable de su muerte con esto. Un día llevaré un texto de Javier
Marías al taller pasándolo por mío, para que lo despellejen a gusto. Pero, al igual que me gusta lo literario, me
gusta ver obras de teatro o ciclos de cine o ir a museos. También he estudiado
unos años teatro. No veo el sentido de estar un año ensayando para que la obra
muera allí, pero me encanta meterme en la piel de otros o descubrir los muchos
yos de uno mismo. A veces quedo con el filosofo Carlos de Agustín que me habla
de sus tiempos de movida, transición y de García Calvo.
En el Luz de gas me permitían
recitar poemas, y no había uno por detrás diciendo “como leas más de dos te
corto los huevos” o dejándome para la última hora de un sábado en la que ves
salir a todo el mundo del local mientras recitas, o echándome del bar de malas
formas. Incluso me invitaban a un cubata después del poema. Era carne fresca, y
ahora debo ser ya muy conocido, acabas recitando siempre los mismos poemas para
que la gente al menos se acuerde de uno. También participo en la revista
satírica la Gallina Vasca. Me preguntan sí no tengo miedo de que me vinculen
con la ideología abertzale, pero un artículo sobre el amor romántico no tiene
afiliación. Aunque no me pagan, he viajado gracias a ellos a Pamplona a un
congreso de revistas de humor o al festival de comic de Barcelona. Y siempre
consigo acreditación para verme gratis todos los festivales de cine. Estoy más
que pagado. Y lo otro, el mundo cultural, lo veo como un club social en el que
destrozamos poemas de Blas de Otero. Menos cruel que el del periodismo.
Pero esta bien que la cultura llegue a todos…
La cultura sí, como juego social.
Pero el conocimiento siempre ha sido minoritario y sí me apuras es bueno que
sea así. La filosofía eternamente ha sido marginal, porque de esta forma puede
contradecir al poder, y decir “el emperador va desnudo”. Cuando todos se
aplauden unos a otros el pensamiento no avanza. Se pelean por presentar sus
poemarios…Me apena que estas amas de casa de los talleres de escritura nunca
lleguen a ser las escritoras profesionales que sueñan ser, como los niños con
Messi. Puede parecer una postura elitista, pero es peor vivir engañado, soñar sin
saber que sueñas. Quizá en nuestra época no hubiéramos metido al psiquiátrico a
Nietzsche. Todos los filósofos han acabado mal. Sócrates no dejó una palabra
escrita. Los presocráticos cuatro líneas. En un eterno retorno de lo mismo, los
txistularis del futuro Euskadi independiente de dentro de dos siglos verán mi
blog y me rescatarán del olvido. Ja. Lo terrible de esto no es que los
filósofos vivan vidas de mierda, sino que el poder que los marginó tarde o
temprano los instrumentaliza, como pasó con Nietzsche y los nazis. Alguien se
apiadará de nuestra soledad e incomprensión en el futuro… ¿y eso a mí que me
importa?
Por último, quisiera leer un
fragmento del cuento oscuro de Cuba, ya que es el día de la diversidad étnica
esta, sobre la isla como nuestra utopía de solitarios aislados, siempre que un
Robinson no trate de colonizar a un Viernes.
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