Ha sido una autentica encerrona.
Tenía que defender el trabajo final de grado a la 1 menos cuarto y yo ya estaba
allí desde las 12 y media. Me han tenido esperando hasta la 1 y 20. La tutora
no estaba presente, pero deambulaba por el pasillo, y yo era incapaz ni de
mirarla a la cara después del informe negativo que había mandado al tribunal, después
de prometerme no hacerlo. No sé si por venganza y maldad o por asegurarse que
no la evaluaban a ella como profesora. Mejor no presuponerla maldad sino miedo
al puesto. Ni siquiera me han dejado poner el pendrive en el ordenador para
cargar mi presentación y defenderla. Ha sido totalmente humillante. Me han
hecho justificar cada párrafo que había escrito como en el tribunal de la
inquisición a Santa Teresa, sí había leído a San Juan de la Cruz o a Pepito de
los Palotes.
Han demostrado su total
desconocimiento no ya del libro de Mañas, no ya de la movida sino del
periodismo en sí. Es absurdo que hablen en términos de un concepto obsoleto
como objetividad, cuando el periodismo es hoy más interpretativo que nunca. Les
ha parecido literatura y no periodismo; demasiado subjetivo, valorativo, sin
rigor, más un ensayo que un producto periodístico (ya estamos con el mercado, y
el negocio. Eso no me lo compra El País, ¿y qué?) Debía parecerse más a un
tinto de verano del País, ligero de leer, que a un artículo de la Revista de
Occidente que hiciera pensar. Estaba desordenado, había digresiones, demasiada
información y esta no era vinculante Demasiado largo. Para no hacerles trabajar
hay que ponerles una bibliografía de dos libros y hacerlo en un mes, 8 páginas,
y hacérselo fácil al tribunal. Tratar sólo una idea por párrafo es subestimar
de tonto al lector, incapaz de asimilar más de una idea mascada. No podía hablar de Podemos y de otros temas
que no venían al caso, aunque fueran interesantes. El poeta Adolfo Castaños
cada pregunta me la contestaba con 7 párrafos, se iba por las ramas, me hablaba
de cosas de poesía. Que ¿por qué la pregunto a la mujer de Adolfo si también
escribe? La entrevista a Lucia Etxebarria era sensacionalista y me metía en su
vida personal. A nadie le importaba que me hubiera tomado dos pinchos con ella,
pero eso es lo que hace “humana” una entrevista, pensaba mientras me sentía
dentro de un laboratorio de Skinner, como un “pastor” intentando hablar de términos
que estos nuevos cerebros reprogramados ya no entendían. Pensé que el trabajo
les haría recordar su época de juventud, la movida, pero luego caí en la cuenta
de que ellos nunca habían tenido juventud, habían nacido ya así.
“En las entrevistas no puede el
periodista meterse como protagonista”, sentenciaban. Yo me refería a las primeras
entrevistas de Umbral, y me han soltado lo que ya preveía que me iban a decir;
sí, porque Umbral era ya famoso y un tío importante y tú no. ¡Qué total
desconocimiento de la obra de Umbral! Me estaba refiriendo a sus primeras
entrevistas a folclóricas en las revistas Diario 16, Tiempo, Triunfo, pueblo o
las que fueran, es decir, a sus inicios con 20 años. No a su etapa ya mayor
como columnista de opinión, que es la única que ellos conocían. Umbral ha
escrito siempre igual, así de subjetivo, fuera famoso o no lo fuera. Me habría
venido mejor hacer como Umbral, que no pasó por universidad alguna y aprendía
directamente de los maestros del periodismo; Larra, Mesonero Romanos, Bécquer…
¡¡qué les hubieran ido a estos románticos con el cuento de la objetividad!!
Lo han calificado mi reportaje
de nuevo periodismo como si esto
tuviera carga peyorativa. (Gay Talese, Tom Wolf, incluso el Kapukinsky ese que
tanto les gusta… y en España Rosa Montero, Pilar Urbano, Juan José Millas,
Vicent y así hasta el infinito) Les he tenido que explicar que me quería
dedicar al periodismo cultural que es una especialización y que por eso quiero
estudiar el máster en literatura comparada y análisis literarios. Pero a ellos
ni les sonaban revistas como la Qué Leer, sobre escritores, o revistas de
pensamiento, que también son periodismo. Mi trabajo les parecía demasiado
académico. Que eso no lo entendía una persona ajena al mundillo de la movida
(¡¡No lo entenderán ellos!!!) Me dicen que escribo bien, pero que no les gusta
el tema, demasiado original. Que había cantidad, pero no calidad. Que había
muchos temas, en vez de un tema solo. Que tenía que quitar los términos que no
se entendían. Que había faltas de ortografía, puntuación etc (ya estamos con
las formas, la muerta se queda muerta, pero con su vestido de Chanel) Que la
entrevista a Belén Gopegui era telegráfica (¿yo qué quieres que la haga si me
respondía en monosílabos?) y que la del poeta Adolfo interminable. Que el trabajo no podía ser una enciclopedia
sobre la movida. Que menos mal que no recogí el testimonio de todos los
borrachos que me había encontrado recordando su juventud en los años 80, porque
entonces sí que habría sido infinito el trabajo. Y luego me sueltan; ¿Describir
los años 70 80 sólo porque coinciden los bares del libro con los de la movida?
Les había puesto hasta las calles y metros y todos los bares de la novela. Afirmaron
que a ellos no les importaba ni el argumento ni los personajes de la novela ni
todo el despiece que de ella hice. Y en conclusión debía eliminar todo lo que
no se centrara en el tema o fuera subjetivo. Y que las entrevistas parecían las
del loco de la colina, y que solo me faltaba que hubiera presentado el trabajo
fumando.
Han concluido que no presentara
las diapositivas porque me iban a poner suspenso. Así que me tengo que
presentar en septiembre. Lo cual me jode todos los planes del máster, que
necesitan que tenga la carrera acabada. Y lo peor de todo es que me obligan a
hacerlo con la misma neurótica. Por ley tengo una relación contractual, procesal
y kafkiana, con esta tipa de dos años. En todo momento muy educados, salvo
cuando calificaron de basura artística el trabajo, apelando a que todo lo
hacían con mi acuerdo, con mi consenso, con mi aprobación, desde mi libertad…Así
que ni siquiera me dejaron poner el pendrive en mi ordenador, mientras la otra
se sonreía paseándose por los pasillos de la facultad con su preparado micro
biótico.
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