Esta charla clandestina, cita bohemia, sucede en un banco junto a la ría Nervión, bajo los auspicios del noble ducado de Marzana, seña insigne de este lugar del Bilbao de ensueño donde todavía el individuo ciudadano tiene cosas que decir, sentir, y disentir. Loado y eternamente sea este ducado. Hoy analizamos las diez fábulas irónicas de juan Eduardo Zuñiga.
Zuñiga es un escritor castellano interesado en la trama de la guerra civil y la posguerra, su dilatada trayectoria literaria siempre ha tenido esos temas como referencia. Profundiza sobre distintos conceptos que afectan a nuestra realidad como individuos.
Habla del olvido como forma de seguir en la vida, algo que hay que superar para avanzar, para que los recuerdos no paralicen, y superar embistes de una vida dolorosa. En esto es la antítesis de Modiano “No dudemos en olvidar algo a cada minuto y que los rasgos de lo que supimos se alejen a nuestras espaldas. Alegrémonos de olvidar” Propone olvidar todo, para ser más libres, porque el recuerdo nos esclaviza. Son fabulas para avanzar, salir adelante. Modiano en su culto al recuerdo no quiere olvidar y edifica el palacio de la melancolía sobre las ruinas de su realidad dolorosa. Aunque sean recuerdos a-sentimentales se regodea en ellos y en su nostalgia. Zuñiga, en cambio, invita a prescindir de todo recuerdo, olvidar y que cada día sea una página nueva en blanco. Modiano revive las paginas ya escritas de su vida, las recuerda y saca a primera instancia, y le sirven para vivir la vida. Llamó a su último libro Recuerdos durmientes, porque en ellos se sigue adormilando, como zona de confort, y el recuerdo como lo más gozoso de la vida. En esa duermevela recrea la viva vivida, vuelve a vivir, ¿Cómo será Felipe 20 años después? Para el fabulista, por el contrario, el recuerdo paralizaría y no le permitiría seguir viviendo. Quiere olvidar el pasado para construir un futuro sin impronta de dolor. Las victimas de terrorismo se dicen que hay que seguir viviendo, y que pueden perdonar, pero las cosas no se olvidan. La impronta del dolor queda marcada. El tiempo posibilita el relativismo de la tragedia, su objetivación y superación. El tiempo lo pone todo en su lugar. Pero siempre queda el trauma, una impresión de realidad que no se puede olvidar. El recuerdo traumático lo dicta la razón, pero el logos sería la voluntad de decirle a la razón; sé lo que ha pasado, conozco tu dolor, pero voy a avanzar en la vida para no quedarme postrado.
La autoridad
En una de las fabulas el zar castiga a su mujer cortando la cabeza de Bautista a su amante o la obliga a a acostarse con un bufón, Intenta provocar en esta mujer humilde una ruptura de su estructura psicológica, pero esa mujer no se inmuta. Pasa por sus provocaciones directas, sin inmutarse en apariencia. En su fuero interno está siendo afectada, pero no quiere darle el gusto al zar de verla en su dolor, y le desprecia sin inmutarse. El emperador va desnudo, la autoridad se equivoca. Los emperadores, nobles, bufones siempre están en una relación conflictiva, en una lucha antropología por mantener el ego, la seña personal, las voluntades de poder, la jerarquía. En lucha de clases y de tesis y antítesis.
El humor
Otras fábulas hablan del humor, envoltura con el que se hace más llevadero el golpe ante la realidad. Toda tragedia mas tiempo es comedía. Es en lo trágico dónde se percibe el sentido del humor. Aún siendo historias duras difíciles de digerir, el autor usa la parcela del humor en ambivalencia (cuerpo mente, tragicómico) El absoluto es un camino sin salida, pero en la ambivalencia encuentras respuesta y agujeros y estancias balsámicas, se hace dulce lo amargo, se enfría lo ardiente (la pasión) y se calienta la frialdad de la realidad. Lo ardiente es un absoluto donde nos quemamos, en el infierno del otro. Y en lo gélido nos congelamos y paralizamos. El trauma deja huella y marca e imposibilita avanzar. Pero aveces hay que ver los problemas desde arriba, desde la cima, y no desde la falda del problema. Relativizar objetivamente e incluso buscarle humor. El humor es la fuerza suprema de la sabiduría y forma de protesta contra una hostil realidad. El humor suaviza la lucha antropomórfica de todos contra todos. Es un paréntesis o kitkat en esta guerra de lobos contra lobos. El humor critica a veces los estamentos de poder y puede cambiar la realidad, la vida y el humor. Woody Allen o Groucho Marx hacían esta denuncia, disfrazada con el humor. O los dibujos de Chummy Chumez, el humor gráfico para desmitificar esa presencia omnipotente del poder. Contra el poder es necesario el humor. Pero de esto ya hablamos en la sesión de Norai de “reírse por no llorar”, analizando la conjura de los necios y otras obras de humor. Nuestra época graciosa no gustaría al monje malo de el Nombre de la Rosa que quería eliminar la risa del mundo, por su capacidad de desacreditar a la autoridad, cambiar el mundo y hacernos felices.
Ironía, sarcasmo y cinismo
La ironía es el dardo hiriente contra la realidad dolorosa, con placer y satisfacción atraviesa el dolor mofándose de sí misma. Dulcifica la realidad, la sensibiliza, la sentimentaliza. El sarcasmo pretende destruir y hacer daño al otro, porque te ha hecho daño y hay resentimiento. La ironía comparte ese resentimiento contra la realidad pero no va contra el nombre propio. El sarcasmo sí va contra el otro, al que bajas del pedestal con una descripción ofensiva de sus defectos. La ironía romántica se ríe de sus propias tragedias, describiendo la banalidad de la realidad. El cinismo es un humor nihilista contra la realidad, haciendo ver que ya nada importa, ataxia dónde uno se ríe pero no necesita ni reírse de nada ni del otro. El cínico tiene ya superado su dolor, y desde su marginación social parece haber alcanzado una sabiduría al margen del mundo. Al cínico no le hace huella la vida, nada le afecta, y al irónico y sarcástico sí. Diógenes, metido en su túnel, ni se inmuta cuando Alejandro Magno le tapa la luz del sol. Con su linterna y en su túnel está más allá del bien y del mal y ya ni se molesta en denunciar la inmoralidad de su Polis. El sarcástico está dolido y sí hace daño es porque a él se lo han hecho antes (Nadie me ha regalado nada, por eso no quiero compartir) A partir de la quinta cerveza al cínico le da igual su lenguaje, o el receptor, el otro.
Estas fábulas revindican la memoria histórica. Apunta a los actos cegadores que toman los gobernantes ante el pueblo, lo que García Calvo diría “la cara del que sabe,” el que lo tiene todo claro y prebenda dentro del poder. Se puede discernir y dilucidar esta prepotencia del gobernante, el zar, el presidente... el tótem de poder de cualquier democracia en aparente libertad. En toda dictadura aparece eso evidentemente. En las fábulas analiza los comportamientos humanos, no deja un gusto al pesimismo de la derrota sino una vía abierta a la sabiduría de los seres, por insignificantes que parezcan, que pueda cuestionar a la autoridad que en su prepotencia parece tener garantía de la verdad. Zuñiga valora la escritura como apunte de la historia. En esos papiros, símbolos que uno va plasmando, nos cuenta la historia de la propia vida y del tiempo histórico donde sacas siempre alguna conclusión, dicho, sabiduría de estos seres.
En la fábula de Esopo de la zorra y las uvas, la zorra quiere coger las uvas del pico de un pájaro y para eso tiene que conseguir que abra la boca. Por eso la alaba constantemente, hasta que de un grito de jubilo las uvas caen. Le seduce con frases laudatorias, sin escrúpulos morales, sin importarle el pájaro realmente. Hay un axioma para la reflexión: el comportamiento humano está condicionado por múltiples variables.
La fabula siempre tiene de protagonistas a unos animales antropomorfos, es decir; con comportamientos psicológicos humanos. Y su otra condición es que tengan moraleja. Se diferencian de los cuentos morales en que lo protagonizan los animales, aunque ambos sean morales. George Orwell en Rebelión en la Granja a través de la fábula nos está dando una moraleja de lo que debería ser la política utópica, o más bien; lo que no debería ser, la distopía. La moraleja puede ser ilustrada, al servicio del capital-estado, renacentista, filo comunista, o cualquier ideología, pero siempre ha de tener una enseñanza de sabiduría, que es lo que las diferencia por ejemplo de los cuentos de los hermanos Grimm. Siempre hay una intención pedagógica, didáctica y moralista. En las fábulas ilustradas la moraleja es explicita, pero en los cuentos del romanticismo hay que buscarla, porque la moraleja está más escondida; por ejemplo la moraleja en Caperucita roja es no te fíes de los extraños. Este cuento de Perrault está entre la ilustración y el romanticismo.
Estas fabulas se interpretan moralmente. La zorra y las uvas nos enseña que apelando a nuestro ego nos pueden robar las uvas. La hormiga trabajadora consigue una plaza fija en la universidad y la cigarra, cantada por Mercedes Sosa, se queda viviendo la vida. La lagartija con su astucia puede vencer al fuerte León, como una revisión del mito cristiano de David y Goliat; sí hemos sobrevivido como especie no es sólo por nuestra superior fuerza física sino por nuestro desarrollo intelectual. La fábula estudia las relaciones y voluntades de poder de esta lucha entre los hombres. Analiza los comportamientos y psicologías de cada cual, pero al tratarse de cuentos los personajes son planos o estereotipos, no son personajes de una complicada introspección psicológica, sino representantes típicos y modelos de cada dilema moral. En este sentido, las fábulas recuerdan los autos sacramentales en los cuales El Amor hablaba con la Justicia o con El Pecado. Defectos o virtudes humanas elevadas a categorías de personajes humanos. Pero aquí no interesa la descripción psicológica de un Balzac sino que estos protagonistas animales sean títeres de la moral o Logos que el autor quiere defender. Cuando el cuento moral empieza a analizar a los personajes en su sicologia profunda el cuento se convierte en Madame Bobary o en cualquier otra novela moral. La literatura siempre ha sido moral, aunque ahora los lectores no aguanten las partes intelectuales, las digresiones, dentro de una trama de acción. La novela realista se llamaba novela de tesis, pues siempre había una tesis moral detrás de Marianela o de Germinal.
El cuento del traje nuevo del emperador también es un cuento moral, más bien contra moral. Desmitifica la acción de la autoridad por el hecho de ser autoridad, aunque se equivoque. El emperador desnudo es como todos sus súbditos, mea como todos y se morirá como todos. El capitalismo nos ha ofrecido la manzana envenenada de la libertad (económica) El marxismo leninismo tampoco nos trajo el paraíso en la tierra de la libertad sino todo lo contrario. Pero la libertad es poder equivocarse por uno mismo y no que otros se equivoquen por nosotros. La libertad es abandonar la culpable minoría de edad, morales hetero-nomas y pensar y elegir por uno mismo. En la elección encuentras identidad con el otro y aunque te equivoques no eclipsa el fin o sueño por el que has apostado. Eres dueño de tus errores y esclavo de los errores de los otros.
Las fábulas tratan también de la crueldad, la justicia y la venganza. La crueldad forma parte de la naturaleza humana, la justicia equilibra el exceso de crueldad inmerecida, no de recibo, y la venganza es la crueldad hacía el que te ha dañado, tomándose la justicia por su mano, justiciera. En las charlas del dolor y el eje del mal ya vimos como un catedrático de derecho legitimaba el código penal y la pena de muerte (la silla eléctrica) apelando a la teoría hobbesiana de que somos lobos en una guerra de todos contra todos y por eso era necesario un fuerte Levitan represor.
Zuñiga en los años 80 escribió trilogías sobre la guerra civil, donde predominaba el sentido trágico de la vida, pero aquí defiende el sentido del humor, como realidad alternativa. El sentido patético de la vida lo llamó Unamuno al final de su vida, pues consideraba que la naturaleza humana además de trágica a veces se ríe también del Pathos y del determinismo. Para los románticos lo patético era lo sublime. Patético era la situación de decadencia extrema, que los románticos admiraban. Ahora el termino se ha devaluado; patético se llama a lo que da pena. Pero en su origen patético era lo que se admiraba. Si lo trágico condiciona la realidad, el humor es el antídoto para esta realidad literaria o vital.
Las novelas de Zuñiga son prolongaciones de su vida. Si toca el tema de la posguerra y la güera civil es porque le ha marcado. Emplea un castellano similar al de luis Mateo Diez. El cuerpo de su castellano es barroco, no son descripciones bonitas a lo Azorín sino al servicio de su contenido dialéctico, sociológico histórico, de la guerra civil. No ve más sentido de la vida que lo absurdo de la vida cotidiana. Es un autor de posguerra que quiere significar ese dolor y trauma histórico para superarlo, pero sin regodearse en el recuerdo como Modiano. El recuerdo en Zuñiga es la memoria histórica, y la psicología de sus personajes está condicionada por la guerra y el contenido está subordinado a ese propósito de denuncia. Las fabulas se las ha inventado, con su tragedia y crueldad. Son fábulas populares, de la tradición, pero no las pone al pie de la letra sino que las añade su inventiva y datos históricos, fabulando el universo histórico de este libro.
LA FABULA EN LA HISTORIA
La fábula ha tenido dos grandes momentos; la Antigua Grecia con Esopo, y las de le Fontaine y Samaniego en la ilustración. (Le Racine también escribía cuentos morales) La fabula siempre va acompañada del condicionante de moraleja, la especie humana falla y el hombre debe corregir sus errores, y a través de la fábula se invita al análisis y reflexión. Los animales que la protagonizan somos nosotros. El hombre tiene que comprender aquello de lo que adolece o de sus errores, con ejemplos aparentemente baladíes. El cuento de las uvas y la zorra habla de la ambición, la adulación, el deseo del ego de cada cual. Son pedagógicas y didácticas, apelan a la razón, para despertar su sabiduría y Logos interior. Son una metáfora de lo que el hombre debería llegar a ser. Remite al mundo ideal y no al de las cosas.
En la edad medía, había fábulas dentro del mester de clerecía, moralinas, y en los autos sacramentales se ponía en boca de personajes el fenotipo de lo que debía ser el alma cristiana. Uno representa el amor, otro la avaricia. Manipulaba la iglesia a través de los signos del lenguaje cuentista. Las controlaba la iglesia para potenciar el ideal católico.
En el renacimiento humanismo había aforismos, reflexiones mas directas, pensamientos, que no eran tesis doctorales ni ensayos pero incitaban a la reflexión del individuo. Por los axiomas, los tratados para príncipes y biografías de los pensadores se dejaba entrever un apartado para la reflexión. Las alegorías, cantos y gestas de los hombres de la milicia eran ejemplos heroicos para la sociedad bien pensante. Vemos moraleja al final de cada cuento del Decamerón, esos cuentos durante una peste en Florencia, o en los cuentos de Canterbury o en el libro del buen amor en España.
Los cuentos románticos en cambio van sin moralina, muestran sin dar moralejas. Calleja a principios de siglo XIX escribía cuentos costumbristas, con moralina; personajes con bondad, otros como modelos de comportamiento humano, espejos de la moral de un tiempo histórico como aquel, siempre conservador como todo constructivo que potenciaba lo mejor de cada cual; los niños buenos aplicados, hacen sus deberes, no gritan a los padres, un mundo paradisíaco según el ideal platónico de lo bueno, bello, verdadero. Tienes más cuento que Calleja.
Monterroso inventa también unas fabulas breves. Con animales y moraleja final. La moraleja ya no será la ilustrada sino la de su izquierdismo y será de extensión muy breve, como todo lo que escribía este hombre tan conciso. El autor del cuento mas corto del mundo (el dinosaurio sigue ahí) recurre a la fábula como una forma de haikus breve con la que trasmitir un mensaje. La fabula tiene un cuerpo argumental, va expresando y explicando los pasos hasta producirse el desenlace moral. Es el arte de narrar, contar, la sicologia de estos animales humanos.
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