lunes, 21 de marzo de 2016

CHUTE LITERARIO

Ayer mi amigo me preguntó por qué escribo. Me abalanzé hacía él - ¿Sabes cómo dejarlo?.- 

- No, aún no hay clínicas de desintoxicación para los letra heridos- dijo. Sentí mis neuronas naufragando en un barco de pajas mentales a modo de olas, pero intenté asustarlo - Los escritores somos esquizofrénicos, ¿sabes?, oímos voces-

Voces por la calle. Voces de personajes. Diálogos. Incluso a veces monólogos interiores, a lo Yoyce, Martin Santos. A Virginia Woolf la pasaba eso también. Que la hablaba la gente y ella, claro, oía voces. Y cuando se callaba la gente ella dejaba de oír esas voces. Que cosa más rara. Al manicomio con ella. Y con Nietzsche y con Panero. ¡Al manicomio con todos los poetas! Seguro que es esquizofrénica típica afectiva bipolar con trastorno límite de la personalidad múltiple, y obsesiva compulsiva maniaco depresiva. ¡A la Hoguera con ella!

- Tu problema es la sinceridad, tío, ¿No sabes eso de ver, oír y callar? A quien confías tus palabras le das tu libertad, y me sé una mejor... Hablar es el arte de preguntar y escuchar. Cada palabra soltada; información perdida, el mejor poema es el silencio. No hables si lo que vas a decir no es más importante que el silencio. ¿Quieres que siga? De lo que no sé debo callar. Lo decía Wittgestein.
Y por fin mi amigo se calló.


Tio, dame uno, sólo uno. Dame un libro, que no aguanto el mono, tío, en plan colega mio, solo el último, dame, que mañana lo dejo… tio…un chute de Pascal del bueno, o un poco de Bécquer, por fa, tio, que llevo días sin leer…  

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