Terenci era extrovertido y amable y gentil, extremadamente
educado. Terenci de joven quería ser actor, por eso amaba tanto el cine y se
enamoraba de los galanes del cine clásico e idealizaba a las divas del cine americano.
Terenci nunca llegó a entrar en el armario, siempre se consideró bisexual, y a
veces le confundían con el otro escritor Antonio Gala por su condición sexual. Terenci,
como él mismo relata en su autobiografía, pertenecía a una familia de clase
medía.
Su hermana Ana Maria Moix también fue una escritora reconocida que se
carteaba con Rosa Chacel y era feminista, de izquierdas, anti globalización y
tiene alguna novela sobre la emperatriz sisí. Terenci Moix no tenía ninguna
carrera y fue un estudiante mediocre, rebelde, muy movido. También su mente era
así; un caos mental, ideas desordenadas, indisciplinado para la vida. Su cerebro
era una tormenta de nuevas ideas siempre en ebullición. Terenci empezó
trabajando de ayudante en una editorial y así es como empezó a publicar. Pero
enseguida se escapó a Londres que es donde estaba el arte y la literatura del
momento. Por tanto su literatura debe mucho a los autores vanguardistas y
experimentalistas, a la generación beat, a la generación perdida, al monologo
interior, a la nouvelle roman… y por supuesto al cine, al cine de la nouveau
vague o nueva ola.
Ramon Mois
se construyó un personaje de sí mismo. Tomó su nombre del de Terencio, emperador romano liberado. Ramón era bajito,
peludo y moreno pero posó como una estrella de cine para la revista Fotogramas
o vestido de Santa Teresa. Terenci salió en los años 70 en la revista fotogramas con un tanga de leopardo y el pelo teñido de rubio
platino. En ese libro se mostraba como burgués, había conseguido dinero con sus
novelas pero bohemio, liberal. Salir desnudo o provocar a la cámara era para él
un acto lúdico, le gustaba provocar sexualmente, era un erudito salvaje. Él no
quería ser famoso los 15 minutos de fama de Warhol sino ser famoso y excelente
toda su vida.
El catalán (como buen catalán y daliniano) sabía venderse
muy bien. Esta publicidad le sirvió de autopromoción y se convirtió en un icono
pop rompedor y trasgresor. Terenci se hizo asi mismo, tomó de los ingleses la
figura de gentleman inglés (un lord
Byron romántico o un Oscar Wilde
realista) y también de enfant terrible de las letras copiando a Truman Capote; borracho, fumador,
ligón, frívolo, acudía a fiestas de la burguesía….le gustaba el cine de la
década dorada del cine de Hollywood, los años 50. Y también el mundo griego y el
Egipto funerario. Famosas son sus crónicas a Egipto y sus novelas históricas
sobre Tutankamon, Nefertiti o los faraones, como el sueño de Alejandría, no
digas que fue un sueño (premio Planeta en el que describe los amores del trio
Marco Antonio, Julio Cesar y Cleopatra), Terenci del Nilo, el amargo don de la
belleza o el arpista ciego. También era socio del museo egipcio de Tarragona y
del de Londres. A Terenci le gustaba todo; su autobiografía en el Madrid de
posguerra y transición, el cine, viajar, las coplas, la filosofía.. lo mismo
era entrevistado por Lola Flores que parodiado por Martes y trece. Terenci era
cercano, divertido.
Viajó por todo el mundo, se echo un novio griego… y su
literatura es más intuitiva y experiencial, más vivida que relatada. Aunque
Terenci sabía lo que se hacía, ya de joven iba a visitar a Josep Plá a su masía
para recibir clases de poesía. Terenci enseguida dejó de ser sólo un escritor
para convertirse en presentador de televisión, en show man y en símbolo de su
generación. Su muerte fue un acontecimiento de importancia nacional a la que
acudieron sus amigas Nuria Espert, Maruja Torres y muchos famosos. Terenci
criticó a las famosas en su trilogía garras
de astracán, chulas y famosas y mujercisimas. En otras novelas dio rienda
suelta a su pasión por Egipto y el mundo antiguo. En otras el tema era el cine.
Pero lo más conocido de él quizá sea su propia autobiografía; el peso de la paja. El cine de los sábados
narra su infancia, el beso de Peter pan su
juventud y extraño en el paraíso su
etapa en la que vivió en Londres, trabajando haciendo camas de hotel y
asistiendo por la noche a todas las macro discotecas gays de la metrópoli. Allí
empezaron sus amoríos con los que recorrió la vuelta al mundo..
El amor y
el sexo estaban unidos en él, y eso se ve en obras como el Sexo de los Ángeles,
la torre de los vicios capitales, Mundo Macho, el día que murió Marylin
(retrato de la generación fash victim) o obras como los sadisimos. Mucha de su
narrativa es de tema erótico, que no pornográfico. El amor era algo brillante,
alegre y genial. Le encantaba un poeta griego y homosexual llamado Kavafis que
escribió que todos debíamos encontrar Ítaca y que llegar allí era nuestra meta
pero que lo importante era el viaje en sí, lo ganado en el camino. Terenci fue
un espadachín que luchó contra la injusticia social, un icono pop, un símbolo de
la trasgresión, la democracia y la libertad. Tenía el don de la risa, la ironía
romántica de sentir que el mundo estaba loco, que la loca era la vida y no él. Era
la persona más libre que conocimos. Y un genio del lenguaje, sin duda. Era abiertamente
anti nacionalista y de izquierdas. En su literatura era experimental, seguía la
forma de escribir de Juan Benet, Carmen Martin Gaite, Rosa Chacel… los
vanguardistas de la generación anterior, la del 50 y 27. . Hay mucha influencia
en su literatura de los escritores norteamericanos. La carrera del escritor es
solitaria pero él nunca estuvo solo, siempre se resguardó en los amigosY de la
vida de la calle, del barrio chino, el rabal o las ramblas. En sus novelas
aparecen por igual prostitutas que famosas, egipcios que actores. Era un hombre
libre que hacía lo que le daba la gana, con su sexualidad y con su día a día. Aunque
a veces se quejaba de que le hubiera gustado que sus padres le quisieran menos
pero le educaran más. Quizá se sentía al final de su vida que le habían puesto
pocos límites en su educación, lo que ahora se llama un problema de límites. Pero
si no hubiera sido un niño mimado como lo fue quizá no tendríamos ahora un
prosista de su talla. Los escritores siempre tenemos un punto de niños
malcriados. Este joven solitario y triste se peleó contra todos los molinos de
viento, contra el franquismo y la religión. Los niños lo quieren todo en el
momento y lo quieren ya y es que Terenci quiso ser libre y lo consiguió.
Terenci era autodestructivo, fumaba 4 cartones de tabaco
a la semana. No quería saber que tenía enfisemas. Él, como Peter Pan, quería
ser eternamente niño, perpetuarse en la eterna juventud de Dorian Gray. Terenci
se encontraba en el Palacio san Jordi cuando empezó a decir que se encontraba
muy mal y se lo llevan al hospital. Sus últimas palabras fueron que quería
pasar por casa para pujar por un poster que cualquier mariquita me puede
quitar. A su entierro fueron Jose manuel lara, Molina foix,
Maruja torres, Montalban, Nuria spert, Mercedes Salichas, Ana María Matute, Boris,
Gala, Monserrat Caballe, Barral, la Presley, La sardá, Pilar Bardem o Masiel.
No fue un entierro en solitario como el de Cela o Cernuda al que nadie fue (al
de Cela creo que solo fue Juan Manuel de Prada) Su entierro fue multitudinario,
lleno de famosos y cubierto por las televisiones. Todos querían despedirse de
este hombre bueno.
Su muerte nos dejó helados a todos, y sus cenizas fueron
esparcidas al mar mediterráneo, dirección Alejandría. La biblioteca universal
que Borges quería poseer, para leerlo todo. Allí descansan las cenizas de este
hombre que supo aunar lo humano (sus amantes homosexuales, las fiestas, el
cine…) con lo divino (la literatura) este adolescente que no quiso crecer será
para siempre inmortal en nuestro recuerdo.
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