sábado, 12 de mayo de 2018

DAVID LODGE


David Lodge. Londres 35. Autor de novelas de humor. Maestro de literatura inglesa, representante de otras generaciones y del humor. Su padre era violinista en orquestas y ponía música a las películas mudas en Inglaterra. Estudio letras en la universidad pública de Londres y en Birmingham donde trabaja como profesor de literatura inglesa especializado en literatura victoriana entre el 60 y el 87. La experiencia del mundo académico universitario la pone como fondo en sus novelas, ambientadas en campos universitarios, donde satiriza la universidad. En el 87 se retira de la catedra y se dedica solo a escribir. Es profesor honorario de literatura inglesa en Birmingham. Satiriza el mundo académico universitario del arte y las humanidades y el catolicismo pues no es protestante o anglicano sino católico no practicante. Una de sus primeras novelas es la caída del museo británico. Crea barios barcos para sus novelas ficticias. Novelas que se desarrollan en la ciudad de Burnich, ciudad inexistente. O en el estado de euforia en EEUU entre california del norte y del sur. Alli en la universidad de Plotinius, alter ego de Berkeley, dio clases. 

 



El humor es un asunto muy serio. No es nada fácil escribir con la bandera del humor y esa sensibilidad especial que permite ver el absurdo del mundo. En el 65 publica la caída del museo británico, la trilogía del campus mundo académico (intercambios 75, el mundo es un pañuelo 84, buen trabajo 85) noticias del paraíso 91, terapia 95 trapos sucios 99 pensamientos secretos 2001 el autor 2002, la vida en sordina y otros. Ha hecho adaptaciones para series de la BBC. Buen trabajo y el mundo es un pañuelo se han llevado al cine. Ha adaptado novelas de Dickens. Hace novela sobre el envejecimiento, cuando cuida al padre ya mayor, nota el envejecimiento propio. La vida en sordina trata de eso. Como buen profesor de universidad es experto en literatura inglesa y tiene un libro sobre la escritura. El arte de la ficción, en edición de bolsillo. Durante 12 meses, del 90 al 91, jen featon publica una columna semanal art poética (como Horacio) donde reproduce un breve poema y comentario que da a luz sobre el texto o la literatura en general. A principios del 91 el editor le pide lo mismo para narrativa, como ha hecho con los poemas. Suele examinar estas propuestas y luego decir que no. Pero decide que si antes de que termine de hablar

 
Del 60 al 81 enseña literatura inglesa. Publica criticas literarias sobre novelas. Es importante su curso, la forma en la ficción. Critica a un público esencialmente académico. Le quedaban cosas que decir sobre el arte de la novela para un lector mas amplio. La columna del periódico le parecía la plataforma ideal. Se centrará más en un texto. Trabaja uno o dos extractos breves, con cuentos clásicos y modernos o novela para ilustrar esa redacción. Parafrasea el título de Henry James. Se centra mas en los escritores ingleses y norteamericanos porque es su campo. No hace un análisis meticuloso de las novelas sino divulgativo. Empezó por el comienzo, intenta acabar por el final. Sugiere un articulo el siguiente. Recoge artículos retocados y dedica cada capitulo a un tema; el narrador, el punto de vista, el flujo de conciencia, el monologo interior, la desfamiliracizacion, las repeticiones, la intertextualidad… lo había escrito para un público académico y aquí lo adopta al publico general. Abre un apartado a un fragmento de la novela y luego lo comenta. Parece un temario universitario, pero no es árido. Es para gente a la que le intereses escribir. Los epígrafes son muy atractivos. Su ámbito de conocimiento solo es el inglés. La teoría vale para todo. Usa ejemplos británicos; Jane Austen, G Eliot, Salinger, H Jones, Kipling… Se usa así mismo, a Virginia Woolf, Fitzgerald, M Amis, Dickens, Hemingway, Nabokov, Bradly, Kundera, Ishiguro (restos del día, narrador poco fiable)..  Graham Greene, W Scott, Evelin Waugh, Leonora Carrington, Benet, Burguees, Poe, Becket, William Goldin… están todos los autores. Da un curso de literatura. Cada capitulo son 5 páginas de letras grandes. Lo usa como taller de escritura. Con esa tontería puedes hacer un máster

El arte de la ficción es un curso de escritura, pero es divertido y con humor inglés. Te sorprende que ese libro sea de él. Este profesor de literatura nos sorprende. Es alguien capaz de analizar la literatura para todo el mundo y juega con elementos en sus novelas. Sorprende que escriba novelas tan serias. Es mejor que el Wilt de Thom Sharpe, aunque ambos van del mundo universitario. Allan Benett con una lectora nada común le supera en el arte del humor. La protagonista es la reina de Inglaterra. Peret es mejor escritor que Lodge pero Lodge es mejor que Sharpe. Algunos escritores rizan el rizo con la formula del humor. 

 
Esta universidad es totalmente ficticia, al menos cuando escribió este libro. Un científico glamuroso sale por tv. Es director del centro de ciencia cognitiva y procesos mentales, quiere recrear la vida tras la muerte. Es también un don juan, seductor que tiene aventuras amorosas ocasionales fuera del hogar. Dice que su literatura es tan anticuada que es experimental. Intenta seducir a una viuda que sale de la depresión con la literatura. La literatura es la vida para esta señora. el demuestra que la mente son sucesiones lógicas y no iluminaciones del lenguaje. Es una novela de enredo con un punto crítico. El conocimiento científico frete a la vida literaria irracionalista. 

La Universidad de Gloucester es una institución totalmente ficticia. Al menos, lo era cuando escribí este libro
Uno, dos, tres, probando, probando... la grabadora funciona bien... una Olympus Pearlcorder, comprada en el dutyfree de Heathrow cuando mi viaje a... ¿dónde? No recuerdo, da igual... El objeto del ejercicio es grabar con la mayor exactitud posible los pensamientos que se me pasan por la cabeza en este preciso momento, que es, veamos... las 10.13 de la mañana del domingo 23 de febre... ¡San Diego! Lo compré cuando iba a aquella conferencia en... Isabel Hotchkiss. Por supuesto, San Diego, «Visión y cerebro». A finales de los ochenta. Isabel Hotchkiss. Probé el alcance del microcondensador... sí... ¿Dónde estaba? Pero ahí está la cosa, no estoy en ninguna parte, no he tomado la decisión de pensar nada en concreto, sino que el objeto del ejercicio es simplemente grabar los pensamientos al azar, si es que algo es azar, los pensamientos fortuitos que pasan por la cabeza de un hombre, de acuerdo, por la mía, en un lugar y tiempo elegidos al azar... Bueno, no exactamente a la buena de Dios, he venido aquí esta mañana a sabiendas de que estaría desierto un domingo, nadie me interrumpiría ni distraería, no habría un alma, sólo teléfonos y faxes en silencio, y los ordenadores y las impresoras de los despachos y talleres durmiendo. El único mecanismo que tararea para su coleto, aparte de los del cerebro, es la cafetera último modelo que tenemos en la sala de profesores, donde me he servido este cappuccino con canela y sin azúcar antes de empezar el experimento, si la palabra no es demasiado pomposa... La finalidad del ejercicio es tratar de describir la estructura de... o mejor dicho producir un espécimen, es decir, datos en bruto a partir de los cuales se podría empezar a tratar de describir la estructura -o aquello de lo que se pudiera deducir la estructura- del... pensamiento. Si es un flujo, como William James dijo, o, como también dijo hermosamente, si es como un pájaro que vuela púr el aire y se posa un momento y alza el vuelo de nuevo, un vuelo punteado por instantes de... a propósito, ¿cómo va a puntuar la mecanógrafa todo esto? Tendré que darle instrucciones, por ejemplo, ponga puntos suspensivos para una pausa breve, y punto y seguido para una más larga, y punto y aparte para una muy larga... Este aparato se activa con la voz, se para si no dices nada durante unos tres segundos, pero por debajo de ese umbral habrá pausas perceptibles en el flujo de palabras... Un artilugio chulo... Isabel Hotchkiss... Nos grabé en la cama para probar el alcance del condensador del micro, lo dejé encendido en la silla con mi ropa sin que ella se enterase... hizo mucho ruido cuando se corrió, cosa que me gusta en una mujer... Carrie no hace tanto si no estamos solos en casa, lo cual no ocurre muy a... Dios santo, no puedo encargar que transcriban esto... imposible... aunque lo enviase a una agencia con un seudónimo desde un apartado de correos de Cheltenham, sería muy arriesgado... aunque dijese que era un texto narrativo de vanguardia, los nombres... siempre existe el riesgo de que alguien reconozca los nombres y de que lo mande a Prívate Eye o hasta intente chantajearme, cojones, y no puedo cambiar los nombres sobre la marcha, es demasiado difícil, distrae demasiado. Tendré que transcribir yo mismo todo el puto rollo, joder qué coñazo. Pero quizás sea mejor así, porque si no podría censurar inconscientemente mis pensamientos para la mecanógrafa... En realidad quizás lo haya hecho cuando Isabel Hotchkiss ha venido a la cabeza... en definitiva, la característica fundamental del pensamiento es que es personal, secreto, de modo que si esto tuviera que escucharlo alguien, aunque sea una dactilógrafa anónima, el experimento quedaría completamente tergiversado, debería haberlo previsto... Pero es que la idea se me ha ocurrido esta mañana en la cama, cuando estaba despierto en la oscuridad demasiado pronto para levantarme, no he dormido bien, una indigestión ligera, no me gustó nada el entrante que sirvió Marianne, mousse de cangrejo o lo que fuera... Lo que necesito es un programa informático de esos que permiten dictar a tu PC... sólo que creo que tienes que hablar muy despacio y muy claro, lo que podría inhibirme, frustrar la espontaneidad, si tienes que hacer una pausa... así - entre - cada - palabra... Aun así, quizás valiese la pena probarlo si hago muchas más cosas de este tipo, sin duda los programas mejoran constantemente... 
Va improvisando en la grabadora. Por eso no acaba las frases, sino que pone tres puntos. Se ven sus pensamientos a través de correos electrónicos
viernes, 21 de marzo. Ralph acaba de marcharse, después de haber intentado sin éxito acostarse conmigo. He estado cerca, más cerca, sospecho, de lo que él se imaginaba. Si me hubiera visto esta mañana, aprestándome frenéticamente para su llegada, se habría creído con muchas posibilidades.
Le he telefoneado esta mañana a eso de las once para pedirle que me ayudara a instalar el correo electrónico, y al instante se ha invitado a comer. Sólo pan y queso, ha dicho. En la nevera no había mucho más que un pedazo de Cheddar viejo, y he ido corriendo al supermercado del campus a abastecerme de Stilton, Gruyére y queso de cabra, paté de las Árdenas, ensalada y suficientes tomates para hacer una sopa. Luego he pasado el aspirador por toda la casa, ordenado el cuarto de estar, cambiado las sábanas de la cama (¿por qué? Porque asomaban por debajo del edredón, que es demasiado corto, y daban la impresión de necesitar un cambio, o eso me ha parecido, pero quién sabe qué ideas bullían en mi subconsciente..., y, de todos modos, ¿por qué iba yo a suponer que él vería el dormitorio? Lo cierto es que nada más llegar ha insistido en recorrer toda la casa, cuarto de baño incluido, donde había unas bragas en el suelo que yo no había advertido).
A esas alturas sudaba copiosamente a causa de todo el esfuerzo, y me he duchado por segunda vez hoy, y de paso he decidido lavarme el pelo, y me he cambiado de ropa... dos veces, porque la blusa y la falda que me he puesto primero parecían demasiado elegantes para la ocasión, sobre todo con el complemento del pelo recién lavado, y entonces he optado por un aspecto más informal, una camisa vaquera holgada por encima de unos pantalones. Quería causar una impresión agradable sin emitir señales seductoras. Tampoco es que él necesitase estímulos. Tengo la completa certeza de que ha venido con la plena intención de seducirme, y de que su petición de ver la casa ha sido un mero pretexto para conocer la pertinente geografía doméstica: para reconocer el terreno, como dicen los ladrones, o como decían en las novelas.
«Seducir» es otra palabra que suena hoy tremendamente anticuada y literaria, y que hace pensar en doncellas desfloradas y en mujeres arruinadas, en la Pamela de Richardson defendiendo su «virtud» contra el señor B, pero en este momento no se me ocurre otra mejor. Al fin y al cabo, ha intentado acostarse conmigo y yo he resistido la tentación. Porque no hay duda de que me ha tentado. Es el primer hombre desde la muerte de Martin que me atrae físicamente, con el que puedo imaginarme desnuda y entrelazada sin que la imagen me parezca ridicula ni repulsiva. Hubo unas cuantas ocasiones el año pasado, en fiestas literarias y reuniones parecidas, en que estuve charlando con un hombre y en que quizás me dejé llevar un poco por el alcohol y aparenté ser más coqueta de lo que era en realidad, para luego comprender con alarma que él estaba calculando las bazas que tenía de enrollarse conmigo y entonces yo me enfriaba en el acto, o hacía señas a algún amigo inexistente en la otra punta de la habitación y corría a su encuentro, o buscaba alguna otra excusa... Una vez dejé a un pobre memo, un librero de mediana edad, con los dientes amarillos y las orejas peludas, con mi copa de vino en la mano mientras yo iba al servicio, pero en lugar de reunirme con él cogí mi abrigo del vestíbulo y salí a la calle y paré a un taxi y me fui a casa riendo culpablemente para mis adentros.
Después de muchos años de sexo monógamo con Martin, se me hacía impensable la idea de volver a empezar desde el principio con un hombre distinto, con un desconocido. Estábamos muy acostumbrados el uno al otro, habíamos envejecido juntos, tolerábamos con paciencia nuestras mutuas imperfecciones, comprendíamos nuestras necesidades respectivas, conocíamos las preferencias y las tendencias y las aversiones del otro, y si alguna vez ocurría que él perdía su erección o yo no alcanzaba un orgasmo, no tenía importancia, él no permitía que eso le turbara, y yo no lo fingía, porque sabíamos que habría otras oportunidades. Lleva tiempo construir esta clase de relación, es como un lenguaje que tienes que aprender. ¿Qué harías cara a cara, cuerpo desnudo frente a cuerpo desnudo, con un desconocido que no lo hablase, que tuviese otro lenguaje suyo? No tenía sentido remontarse hasta una juventud un tanto promiscua en busca de un modelo de conducta. En retrospectiva, resultan patéticamente triviales aquellos acoplamientos agitados, tímidos, solemnes, inquietos y ebrios en dormitorios universitarios y en pensiones sórdidas. Qué ansiosos eran los chicos, qué impacientes sus erecciones temblorosas, qué rápido terminaban, qué decepcionantes eran, en conjunto, mis sensaciones, aunque era difícil que lo reconociera, de tan formidable que resultaba el sentimiento de liberación, de madurez alcanzada, deconocer por fin qué era el sexo. Martin fue el primer hombre que me hizo el amor despacio, el primero que me provocó un orgasmo como es debido... y el único, hasta entonces. Valía para la sensualidad. Se le veía en los ojos cuando estaba a tono, y en la leve sonrisa que se le pintaba en las comisuras de la boca. Veo esa misma capacidad en Ralph Messenger.
No es su novela más humorística. Juega con el diario. Se va ella por las ramas, cuenta cosas que no había querido contar. El otro grabando le pasa lo mismo. La visión científica de la mente se contrapone a la ilógica y caótica de la artista o literata

NAipal
India civilización herida
Los simuladores
En un estado libre
Lodge
Pensamientos secretos
Arte de la ficción
Banville
El mar
Antigua luz
El libro de las pruebas
Jon banville, julia Barnes y park Barker 10 diez, salman Rusdhie, Martin Amis, Allan mc krian, Benjamín Blalke era el seudónimo de Banville para escribir obras no sesudas. De este tipo tarda un verano en hacerlas y las otras, las serias, tarda 3 años en escribirlas

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