Voy a analizar unas cuantas películas
que han sido premiadas en los Goya de este año
Handia es la historia de dos hermanos, dos aldeanos vascos, que
juran de mayores ocuparse del caserío de su padre, pero que son separados por
la guerra. ¿por qué eligen a uno para la guerra y el otro se queda en el caserío
creciendo y creciendo de soledad? Es la historia de un gigante, al que todos
tratan como a un monstruo de Frankenstein cuando lo verdaderamente monstruoso
es esta sociedad llena de prejuicios. Cuando fue a recoger el Goya pudimos ver que el actor que lo interpreta tiene una talla normal y un hermano gemelo que también es actor. Me ha recordado a un monstruo viene a verme de Bayona, que es un cuento de hadas gótico verdadero,
cruel y triste, como eran los cuentos tradicionales antes de ser edulcorados
por Disney.
Otra película que habla de seres
a los que marginamos por sus deformidades es Pieles. Y la protagoniza Itziar Castro, una actriz que tampoco tiene una talla normal. Una niña es violada por el único pecado de haber nacido con
la deformidad de tener el culo en el lugar de la boca. Por la película aparecen
seres desproporcionados como la mujer a la que interpreta Itziar Castro con
obesidad mórbida, enamorada de una prostituta sin ojos. A estos seres diferentes les explotan en una
casa de citas especializada en prostitución con seres raros y amorfos. En la película
aparece la pedofilia, la violación, el suicidio, el maltrato… y de forma
descarnada y sin calzador. Originalidad asombrosa en el tema y en el guion y un
elenco de actores que lo bordan; Candela Peña, Carmen Machi (haciendo de madre
maltratadora) Jon Kortajarena, Itziar Castro… La película saca lo peor del ser
humano sin ninguna dulzura. La madame de ese prostíbulo infernal se escuda
diciendo que el genero humano es así. (Y no es así. Nacemos lobos, pero también
corderos) Me queda la imagen del blanco que le da a Machi cuando se fuma un
porro y se pone el traje de sirena de su hijo. El chaval no quiere tener
piernas y ser como las sirenas, y muere feliz y sonriente cuando un coche le
corta el cuerpo en dos y le libra de ese lastre con el que camina. Abre el
debate de si debemos respetar el deseo de esas personas que quieren ser por
ejemplo gatos, igual que respetamos el de las personas transexuales. La película
nos asquea por las deformidades que muestra. Nos da asco igual que comer hormigas
en Japón, porque no estamos acostumbrados a verlas diariamente. Pero personas
con deformidades existen y esta película las visibiliza, al igual que a los
enfermos sexuales con gustos condenables o no.
Itziar Castro es la actriz revelación
del año. Sin duda es la actriz más grande del cine español porque sufre obesidad
mórbida. Ya era hora de que aparezcan actrices de esta talla y no siempre la
protagonista joven y guapa. En el corto RIP
interpreta a una mujer a la que se le muere el marido perro luego resucita y
como ya tienen preparado el funeral ella misma lo descuartiza con una sierra eléctrica,
lo cose a puñaladas a cada cual más sangrienta. Y el marido sigue vivo, incluso
se fuma un cigarro mientras la mujer le apuñala monótonamente.
En Matar a Dios vuelve a actuar esta actriz. Llega un vagabundo chalado
a una casa en la que una familia celebra la nochevieja. Afirma ser Dios, un
Dios sádico que los secuestra y que amenaza destruir el mundo, como hacía en el
antiguo testamento, (esta vez, aunque haya un solo inocente no va a dejar de
destruir la humanidad corrompida) Solo salvará a dos personas, los nuevos Adán
y Eva. La familia se pelea entre ella eligiendo quien se salvará y quien morirá.
La solución nietzschiana pasa por matar a este señor, matar a Dios. Es un Dios
que no cree en sí mismo, que asegura que no existe la vida ultraterrena y que
tiene carné de vagabundo chalado.
Estas películas las he visto en
el Festival de cine fantástico de
Bilbao. La mayoría de estas películas de terror me han dejado más frio que
helado de terror. He visto locos que disparan a su víctima, luego la apuñalan,
la atropellan con el coche y aún así el tipo sigue vivo o casas abandonadas en
las que suceden masacres. Una bruja que asesina a sus amantes con rituales de
wikka (la bruja del amor), o una
aplicación del móvil que consiste en grabar carnicerías a sangre fría para
conseguir más audiencia en redes sociales (Framer).
También he podido ver a un ejecutivo que decide matar a todos sus jefes directivos
en una gran multinacional, harto de ellos. Aprovecha que hay un virus que hace
sacar los instintos concupiscibles e irascibles del ser humano y no le van a condenar
por el crimen, ya que es consecuencia del virus. Esta película la venden como
una crítica al capitalismo, cuando no es más que un thriller que supura sangre.
El herrero y el diablo, producida por Alex de la Iglesia, se basa
en una leyenda vasca y vuelve a aparecer ese satanismo humorístico y exagerado que
caracteriza al director bilbaíno. He visto varios cortos vascos. En dos de ellos aparece el actor Iñaki Urrutia, profesor de recitación
en Baracaldo y Deusto. Interpreta al que será el nuevo juguete de una niña
sádica en su habitación rosa. O a un inspector de hacienda que persigue a sus víctimas,
más terrorífico que el peor de los zombis vivientes. En otro corto un psicópata
amaestra a una persona como si fuera un perro al que ata a la caseta del jardín.
En otra se fantasea con la posibilidad de crear un robot que sustituya a un ser
querido fallecido. Estas son algunas de las películas que he visto en este
festival.
El autor es otra película premiada en los Goya de este año. Habla de
la obsesión por la fama literaria y por escribir la gran novela. Este autor envidia
el éxito de su mujer, escritora comercial. Se encama con la portera del nuevo
inmueble al que va a vivir para que le cuente los chascarrillos de la escalera
y espiar así a sus vecinos, convertirles en personajes de novela e incluso
interferir en sus vidas. Aparece la realidad de los talleres literarios en los
que uno se siente una mierda porque no es capaz de escribir nada bueno.
Otra película literaria premiada
en los Goya ha sido la librería de
Isabel Coiset. Coiset vuelve a hacer una historia dulce y romántica y feminista
sobre una mujer que monta una librería, aunque no es bien recibida tanta
cultura. Pero la que más me ha gustado ha sido el editor de libros. Este editor existió en la realidad; editaba
los libros de Hemingway o Scott Fitzgerald cuando lo de ser editor era más vocación
que negocio. Un día llega Thomas Wolfe con su novela el tiempo y el rio (varias
carretillas llenas de folios y folios de novela) Este santo varón tiene la santa
paciencia de ir corrigiéndole frase por frase, durante 4 años, quitando el
grano a la paja y eliminando sus digresiones retoricas. Nikole Kidman borda el
papel de su mujer, que es actriz. Cuando amenaza al editor con una pistola este
le afea que en ese papel está un poco sobreactuando. La película rebosa amor
por los libros, hace reflexionar sobre cómo abandonamos la vida personal por nuestra
carrera literaria, cuando “amar es el único argumento y las personas no somos
personajes de novela” Aparece el mundo de los años 20, los locales de jazz y
música negra, la locura de Zelda y a un arruinado autor del Gran Gatbsy. Un autor humanista puede ser la persona más
inhumana e insensible del mundo, hasta que comprende que en la vida no todo se
puede novelar.
Muchos hijos, un mono y un castillo es el sueño de la madre de Gustavo
Salmerón, verdadera protagonista de esta película que es el primer largo de
este director. La señora era falangista porque entonces todos lo eran y Primo
de Rivera era muy guapo. Quería ser monja, pero acaba casándose y teniendo
muchos hijos. Luego viene lo del mono. Se anunciaba en el periódico; un mono al
que poner vestiditos, y que comerá en la mesa de los señores. Pero el mono
resulta un mono salvaje que arranca el moño de la señora. Y por último viene lo
del castillo. Lo heredan y luego lo pierden al arruinarse con la crisis. La
señora es un personaje estrafalario y divertido, muy bien construido. La realidad
supera la ficción. Esta señora del documental es un personaje que no se le
habría ocurrido ni al más original de los humoristas, una especie de conjura de
los necios con señora de 80 años. Tiene un poco Diógenes porque guarda hasta
las vertebras de su abuela y en el castillo se apilan cajas y cajas de
recuerdos todos etiquetados; gorros de papa Noel, candelabros, dientes de mis
hijos…
Camino no es una crítica a la religión, como muchos lo han atacado,
pero tampoco la defiende. La madre vive obsesionada con educar a su hija para
el amor a Dios, y hasta cuando muere de cáncer en su lecho lo importante es
santificarla y cumplir los ritos cristianos. Pero la niña quiere amar y actuar
en la obra del colegio como una niña normal. La escena final está genial; ella
fantasea con estar actuando en esa obra como Bella durmiente, mientras el cura que le da la extrema uncion cree
que se está haciendo santa.
La película del joven Trotsky plantea la revolución en
la postmodernidad que se ha convertido en algo risible, una broma de mal gusto.
Los profesores presumen de izquierdosos y progresistas, pero tratan a los
alumnos con paternalismo, y los infantilizan, pues hay que velar por estos
niños que no piensan por sí mismos. Ni les permitían tener un sindicato escolar.
Las revoluciones las hacen los hombres equivocados, los que parecen locos. Y este
protagonista ciertamente lo está, pero acabamos comprendiendo su obsesión de
ser el nuevo líder comunista. Me ha recordado a un compañero de clase absorbido
por estos temas mitómanos de la revolución rusa. Cuando se manifiestan y
abandonan las aulas en señal de protesta lo que iba a ser la Gran Revolución se
torna un patio de recreo en la que hablan de programas de televisión por el
móvil. Y sin embargo, al menos en la ficción final de la película, retornan los
meta relatos y los grandes discursos, hoy acallados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario