viernes, 26 de enero de 2018

EL EXILIO DE DIOS

EL EXILIO DE DIOS".  LLUIS DUCH.

     
                                            Lluís Duch Álvarez (Barcelona, 1936) es un monje del Monasterio de Montserrat y antropólogo. En 1961 ingresó en el monasterio y desde 1963 es monje. El 1973 se doctoró en teología por la Universidad de Tubinga con el profesor Max Seckler; y después estudió a Münster/W. con el profesor Hans Blumenberg. Se le considera un especialista en historia de la cultura occidental, en especial de la antropología.
                                            La cultura del yo individualizado incide en una religión a la carta personal, alejada de férreas estructuras en un individualismo exacerbado donde las apariciones de Dios(Capital/Estado) condicionan la predisposición vital de las masas. La crisis de la imagen de Dios, o el Deus otiosus, deja constancia de la desnudez del ser humano en la Modernidad, frío del que intenta protegerse con la aparición/invento de nuevos dioses laicos. En este contexto tiene sentido aquella letra de canción de Luis Eduardo Aute de comienzos de los años 90: "Procesada en memoria la Trascendencia, desde el fin de la Historia nace otra ciencia: la Decadencia". Plantea L. Duch la necesidad de redefinir conceptos como Cultura y Dios para así tener puntos de encuentro comunes desde los que edificar/desarrollar la realidad que nos circunda. Un caos religioso(sonido New Age) que avanza con la destrucción de cualquier estabilidad psicológica necesita de un orden que fortalezca el equilibrio y de avances al desarrollo humano. Nuevos tiempos, nuevos paradigmas desde una Esencia(Spinoza, Zubiri) siempre eterna, siempre verdadera. Momento actual de alejamiento/superación de cualquier atisbo de personalizar el Absoluto con el resultado de una debilidad de las religiones tradicionales. La crisis de Dios afecta a los significados que de/desde El surgen y condicionan el comportamiento cultural humano. Huérfanos en un naufragio carente de flotador alguno que sirva de agarradera. Hay un cambio en la imagen/actitud ante el Enigma: frente a un Dios sin religión(progresistas divinizados del siglo XX), hoy aparece una religión sin Dios(esoterismo y culto al yo individual narcisista/egocéntrico). Secularización, mito gnóstico, teólogos de la presencia/ausencia de Dios(Johann Baptist Metz, Dietrich Bonhoeffer), Cristo como icono de amor del Absoluto. Un resquebrajo en lo asentado en Occidente que no hay DIOS QUE LO ENTIENDA y a cuya novedosa situación hay que adaptarse.




    















Exilio de dios. El libro lo ha escrito un monje benedictino. Lejos de alejarse de la vida, está en vida, pues es profesor de comunicación, antropólogo. Usa el termino exilio que desde luego es más suave que el de la muerte de Dios de Nietzsche. Viene a decir que para las sociedades modernas el concepto de Dios es visto como un exiliado, alguien que esta fuera. exiliado es el que esta lejos y no esta con nosotros (como Puigdemont, bromeamos) Se ve a Dios como algo lejano, en otra dimensión. Este exilio hace que la sociedad se centre mas en el yo individual de cada cual, el yo es omnipresente, la divinidad de cada uno. Entre la política, las religiones exotéricas y la cultura vanguardista, se deja a dios e n el exilio. El yo de cada cual ocupa ese trono de la propia divinidad, el Yo es el Dios de cada cual. El chamán que me dio un curso de cuentos decía que Jesús en hebreo; yo soy el que soy, el que era y el que siempre será, el todo y nada, en la finitud e infinitud, la trascendencia enigmática misteriosa. 



El religioso entró en Montserrat en el 62, tiene ahora 84 años, y sigue en el monasterio. Este monje abarca todos los temas de política, antropología y demás. La modernidad la analiza como algo en que esa divinidad aparece cuando esta exiliada. El Yo individual toma las riendas de la propia divinidad e inventa situaciones en lo político y esotérico. En estos lugares de nueva era te ofrecen no solos actividades culturales sino películas, una escuela de baile, un taller de yoga y taichí y nuevas religiones. Te dan respuesta a todas las necesidades de tu vida y de esta forma te enganchan, pero como toda secta es un espacio cerrado, en el que acabaran pidiéndote dinero o inmiscuyéndose en tu vida. He escuchado testimonios de gente a la que han captado en cierto lugar, donde ni me dejan escribir con el ordenador ni hacer videos, ni siquiera hacer una foto. Se ponen muy nerviosos de que un periodista merodee por allí, algo tienen que ocultar.  Toda esta nueva era es sucedáneo al vivir la propia realidad. El libro gira en torno a esto, y maneja los conceptos de desesperación y esperanza, la desesperación del hombre moderno se salda en la esperanza de que el enigma tiene la ultima palabra. Ese hombre en desesperación trata de suplir sus carencias y necesidades con terapias y teorías de post- modernidad dejando de lado los mensajes que en otro momento tenían valor, como la religión oficial. 

El Yo y deja de lado tradiciones y se vuelve post modernista e inventa nuevas teorías ante el fracaso del proyecto moderno. No sólo asistimos a la muerte de la filosofía o de la novela sino de todo humanismo, el fin de la historia, como decía Fujiyama en su libro el último hombre. Todo se va debilitando. La política ha perdido la ilusión de las ideologías, aunque también el contenido cerrado y totalitario de toda creencia. Han muerto los meta-relatos, los relatos de grandes historias y grandes palabras. Lo ha sustituido el story telling que en periodismo son los testimonios humanos, personales, individualizados.

La política ha pasado de ser ese ensayo de democracia y libertad a algo alejado del pueblo. Crece el escepticismo hacía los políticos, constantemente se hacen chistes de ellos o se les insulta. La nueva sociedad se considera apolítica olvidando que política es todo, toda sociedad es política en cuanto a organización de la Polis, de lo social. los jóvenes ya no van a votar olvidando que un voto en blanco no representa el descontento que tenemos a los políticos, sino que cuenta a favor del partido político ganador. Por no hablar del caciquismo y pucherazo que aún se dan, la manipulación de los ordenadores, la creación de cibors cuando nos sorprendemos de que han votado muertos o hay gente que ha votado varias veces. 

En general lo que ha muerto no es la política, la historia o la filosofía sino todas las humanidades en general, que se han debilitado. Si eran los mundos de compresión del intelecto ahora son las marías o la María Magdalena. Es decir; la cultura es la gran puta, marginada en presupuestos e impuestos. Parece que la cultura debe ser gratis, confundiendo el que haya de ser divulgada y compartida con el hecho de no valorarla. Olvidamos que detrás de escritores, actores o pintores hay personas que tienen que comer y llegar a fin de mes. Vemos los grandes musicales como el rey León en Madrid marginando los pequeños espectáculos de teatro y ni siquiera damos dinero cuando pasan la boina en el teatro de calle. 

Una paradoja de este mundo que hemos creado es que el escritor no solo no recibe el ridículo 5% de beneficios de su novela, sino que a veces tiene que pagar para que le publiquen o comprar tu propio libro, como a mi me ha pasado. Las humanidades se han debilitado. Ya nadie asume una ideología o se suma a una gran campaña, sino que participa individualmente (y no como colectivo) y de forma temporal en una ONG. Se cree muy solidaria por ir a una ONG. Y en vez de apuntarse a partidos se apunta a campañas concretas. Ya nadie milita en el partido comunista, pero surge una nueva izquierda que se suma a todas las buenas causas, desde el veganismo a los anti taurinos pasando por la ecología, la economía inmersiva y de desarrollo, el feminismo o la militancia poli sexual LGTB. 

Todo es más light, Bauman hablaba de la sociedad liquida, o la sociedad burbuja o la era de acuario o la era azul y Umberto Eco habla de la cultura del espectáculo y el entretenimiento como una nueva forma la postmodernidad de edad medía donde el mensaje es audiovisual. En la edad medía eran analfabetos y como no sabían leer la moral se predicaba a través de las santas imágenes de catedrales e iglesias. No hay verdades absolutas a dios gracias, pero se abandona la búsqueda de una verdad. No buscamos la verdad sino respuestas fáciles, sencillas, inmediatas y omnipotentes. Se abandona la ortodoxia de la creencia e ideología, pero el que va a taichí cree que es la solución de sus problemas en la vida. La religión a la carta actual es un sucedáneo y un mal remedio ante la realidad. ya nadie sigue la ortodoxia cristiana, pero se hacen budistas porque lo han visto en la TV a los actores de Hollywood. En el super mercado se compra una religión como compramos un producto y se mezcla con heterogenia cada credo sacando lo aprovechable de una religión y lo que interesa de otra. 

Los psicólogos se han convertido en los nuevos curas, que en vez de confesarte te sicoanalizan el pasado y los traumas (que es otra forma de confesión, culpa, redención, arrepentimiento y perdón) En vez de darte ejemplos bíblicos como los predicadores de la escolástica te recetan pastillas. Los psicólogos son “el orfidal del pueblo” pues al sistema le interesa adormecernos y sedarnos, que no pensemos. El orfidal es algo muy “bueno” protesta Carlos. Pero es un narcótico, un tranquilizante y un sedante que nos hace dormir y no pensar que a veces también es necesario. 

El budismo mal entendido busca lo mismo; sedar y parar la mente, parar los pensamientos, no identificarse con los pensamientos. Lo que vulgarmente se conoce como dejar la mente en blanco. Pero al dejar la mente en blanco no dejamos espacio para el recuerdo del pasado (¿no es lo que llamamos vida un conjunto de recuerdos vividos que nos constituye como la persona que somos ahora?) y tampoco hay espacios para los sueños o para un proyecto de futuro. Parece que ese dejar la mente en blanco busca vaciar nuestros discos duros. El cerebro humano funciona como un ordenador, es energía que se trasforma y no se destruye. Vaciamos la mente porque nos dicen que no es sano acumular recuerdos. La vaciamos y la convertimos de nuevo en esa tabula rasa que Descartes decía que era el cerebro; un ordenador vacío que vamos llenando de información. Al vaciar la mente de contenido hemos perdido la búsqueda de contenido que es lo que posibilita el humanismo. 



El mundo se ha desacralizado, pero el sentido de trascendencia lo llenamos con otras cosas. De creer en Dios se pasó a crecer en la razón y ahora ambas están muy mal vistas. La trascendencia era más oficial, ahora es más débil, pero sigue siendo una creencia heterónoma, que viene de fuera, y no una ideología autónoma. No se acerca ni de lejos al imperativo categórico kantiano de pensar por nosotros mismos, del Sapere Audem. Surgen nuevas tendencias exotéricas, divertimento de la post modernidad, y proliferan sectas, chamanes, maestros, consejeros, vendedores de humo que nos ofrecen repuestas fáciles. Los libros de autoayuda suplen los dogmas de antaño, que eran mas ortodoxos y la heterodoxia light se respira en el ambiente. La gente se engancha a estos libros que hablan de ownis y energías cósmicas, de masajes tántricos para retener la eyaculación o para tocarnos un poco los sagrados chacras. Hablan un lenguaje exotérico y esotérico, místico y se escriben manuales para la sexualidad, para evitar el moobin-bullling y llevarte bien con el compañero de trabajo (el trabajo sigue siendo alienante) o para conseguir a tu pareja en la vida. Ofrecen consejos del sentido común, los remedios de la botica de la abuela. Son consejos como una solución parcial a la vida. 
 

Aunque el ensayista es católico, de un monje benedictino, este libro no persuade propagandísticamente sobre la necesidad de volver al catolicismo. Hace un análisis objetivo de lo que es la postmodernidad, con un halo no cristiano y más aséptico, más equilibrado. Analiza el concepto de dios y los becerros de oro con los que le hemos sustituido. Hemos erigido con el cetro al Estado y al Capital creando una corte entorno suyo. 

Es curioso que la mayoría de los ensayistas que critican la postmodernidad sean cristianos. Cada vez hay menos jóvenes con vocación de curas y menos misioneros, parece que la iglesia pierde fieles paulatinamente a como van muriendo nuestras abuelas. 

Creyéndose atea e individualista, la postmodernidad tiene su propia teología y su proyecto finalista y teleológico que es la creencia en una mezcla de eterno retorno, rencarnación y las respuestas que aún seguimos dando al hecho de la muerte. La postmodernidad es una época muy espiritual pero no desde el colectivo sino desde el yo que inventa esa ataraxia y esa felicidad de pacifismo colorista y músicas celestiales. El hombre se diviniza inventando estadios espirituales al margen del lenguaje oficial. El individuo inventa un propio lenguaje dejando de lado los dogmas que tradicionalmente las religiones históricas han impuesto. Se prefiere una sesión de reiki a una ceremonia eucarística. En el yoga se experimenta un bienestar físico, pero no se abandona la fe y la unión con los hombres o la comunidad a través de la celebración eucarística. La hace él solo, en su casa, enciendes una vela a San Mames y pone incienso y se pone en posición de loto mientras escucha los coros angelicales de una música de Enya o Lorena mckennitt, Se trata de trascender el propio yo para llegas a una ataraxia espiritual, como en los ritos de Eleunis o como el soma del mundo feliz.

Hay una contradicción, o mejor dicho una ambivalencia, en nuestra época. Por un lado, es la clara victoria del individualismo y el personalismo, del yo. Pero por otro filosóficamente hemos vuelo a dar prioridad a lo exterior, a la realidad o al Objeto frente a lo interior y lo subjetivo. La realidad exterior es lo que llamamos Sistema. El hombre es una nada al lado del todo Capital- Estado. Psicológicamente estamos más alienados que nunca, aunque las nuevas tecnologías y el pensamiento tecnocientífico haya prosperado. 

Nunca hemos tenido tanta calidad de vida como ahora, gracias al surgimiento de la clase media, pero paradójicamente vivimos la época en que más suicidios ha habido. El trabajo es el principal alienador del ser humano.  Hemos superado el feudalismo, pero hemos creado un sujeto débil y fragmentario como es el post moderno. Dios ha muerto, pero pedimos al cielo a gritos nuevas cadenas. ¡vivan las cadenas!   Parece que el hombre tiene miedo a la libertad


Los psicólogos sustituyen a los curas. Psicológicamente nuestra sique esta fragmentada y debilitada, se comporta neuróticamente y a veces hasta esquizofrénicamente. En las cadenas de montaje el hombre se vuelve objeto como parodiaba Charlot en tiempos modernos

El dinero es un instrumento o un objeto, pero le damos calidad de sujeto y lo mismo con el ordenador; ¡si pierdo todo lo escrito en este blog me da un infarto!  Si el sujeto se hace objeto en la alienación capitalista significa que volvemos a dar prioridad al objeto y no al sujeto, como los siervos feudales que valoraban más la tierra arrendada que trabajaban que su propia vida. Sujeto es la personal racional (esa razón cartesiana con un poco del inconsciente de Freud) y Objeto es lo no racional. Pero si rechazamos la racionalidad y el humanismo, ¿Qué nos diferenciará de una máquina, de un replicante de Blade Runner, de un Gran Hermano tecnológico y de un mundo feliz sin rebelión en la granja? 

 

La postmodernidad es más emocional que racional. Hemos abandonado el proyecto moderno, el logos. Prima la emoción sentimientos y pasiones, pero no a la manera romántica sino como forma de manipulación del capital y la publicidad.  El mensaje ya no nos llega a través del logos conocimiento porque se rechaza el logos porque supone esfuerzo. La sociedad se basa en el cumplimiento del deseo, desde la estructura del placer más básico. El hombre se cuestiona la idea de la propia razón, pero no para crear una razón vital-poética sino para anular el Logos. 

Se conforma con taichí, el yoga, no le hables de lo que es ente, el ser. Porque es esfuerzo. Eso no forma parte de su viraje vital, cultural. Les explicas historia del yoga. No se lee nada. Lo que sea esfuerzo supone rechazo. La postmodernidad no quiere nada con logos ni con la fe, con el placer deseo físico. lo fácil. Lo otro supone esfuerzo. Exige esfuerzo, trabajo y voluntad acercarse al humanismo y por eso llega siempre e forma de vocación y nunca de imposición. La letra con sangre no entra y si a alguien no le gusta leer es muy difícil convertirle y contagiarle la pasión. Las humanidades nunca han estado bien vistas, era cosa de vagos y maleantes. La literatura espectáculo gusta porque no implica el esfuerzo de pensar por uno mismo, te lo dan hecho y mascada. 

El poder estado capital se aprovecha de las emociones, de lo más primario, los instintos placeres, en que vive la mayoría de la sociedad. El pan et circum actual es el fútbol. Al poder le interesa una masa no pensante, aborregada y a ser posible sedada con el Orfidal del pueblo o la pastillita mágica contra la depresión; el Prozac. Una masa inestable emocionalmente y siquiatrizada, empastillada y adicta a las drogas legales como la medicación antipsicótica y los tranquilizantes contra la ansiedad. Aunque sin llegar a los extremos del “soma” que aparece en la novela Un Mundo Feliz. Es una masa emocionalmente enferma pues ese egocentrismo o narcisismo del YO esconde en el fondo el sentimiento de inferioridad y culpabilidad que nos impone el trabajo actual organizado por el capitalismo. 

Cuando se defiende el yo personal no se defiende el yo individualista y racional sino un yo inmaduro e infantil de caprichos pasajeros y frívolos. El deseo fluctúa sobre cualquier cosa. Así se explica el auge de la novela rosa; Barbara Wood, Rosamulde Pilcher, Daniel Steel o Corín Tellado o del culebrón venezolano (¡Vos me amaste!, Don José). 

 

El amor que interesa al mercado es el deseo sexual pasajero y el amor cosificado, vuelto objeto. Ya no se ama al modo romántico que era pasional y muchas veces oscuro (Dark) A ese color negro de las calaveras de Don Juan Tenorio le ha sustituido el color rosita de los bolsos Pink (rosa), de los corazones de peluche de San Valentín y de toda esta industria de merchandaisin organizada en torno a la pareja postmoderna; las canciones ñoñas del pop o las letras machistas del reggaetón y las baladas y música pachanga o las telenovelas y revistas del corazón.  Es un amor emocional, pandémico, sexual, que nada tiene que ver con el amor uránico o platónico. A riesgo de parecer machista podría decir que hemos sustituido al hombre duro aquel, grave y moderno, por el hombre blandurrio, sentimental; un efebo de cara aniñada, rubio, con aspecto andrógino, metrosexual, con apariencia dura por fuera pero débil en su interior. las niñas coleccionan en sus carpetas fotos de cantantes famosos al estilo de Justin Biever, adolescentes que parecen niños y con rasgos femeninos, un hombre que no constituye ninguna amenaza y al que poder amar platónicamente o idolatrar en ese delirio de los fans-naticos. Hemos sustituido la gravedad del moderno racional y del romántico individualista por la levedad del hombre light, sensible pero inseguro. Lo que Kundera llamaba la insoportable levedad del ser. Algunos nos trascendemos porque no soportamos esa inmanencia de lo cotidiano, esa levedad que es la naturaleza animal que hay que sublimar. 

 

El auge de un yo artificial e infantilizado e inmaduro viene auspiciado por la industria de la publicidad, sumándose a la alienación del mundo laboral. (Cuando hablo de infantilización no me refiero a la inocencia del niño interior o ser puro que guardamos desde la infancia) 

Creo que ningún libro de autoayuda ha ayudado a nadie en su vida. No sirven. Los que lo escriben tampoco han sido del todo felices, teniendo en cuenta que la felicidad son momentos y estados transitorios cuya suma da un análisis de si somos felices o no. Nadie conoce la fórmula de cómo vivir, el secreto de la vida. Si no lo consiguieron los alquimistas de la felicidad como fueron los filósofos difícilmente lo lograrán estos escritores norteamericanos de los libros de autoayuda. Piensas que estos libros te ayudan porque ejercen el efecto de placebo; si tú crees que te ayudan te lo acabas creyendo. Puedes entender o racionalizar tu problema, pero es muy difícil llevarlo a la práctica, por ejemplo; si te hacen la vida imposible en el trabajo. Los consejos de estos libros son muy básicos; si no tienes éxito con los hombres cómprate un bolso y un vestido nuevo. 

Los psicólogos, a los que no me cansaré de llamar nuevos curas, se preocupan más de que dejes de fumar o beber que de que seas feliz. Todo se debe a esa aberración de la psicología llamada conductismo. No entienden que la conducta es un efecto del pensamiento o de la conciencia. Creen los conductistas que primero es el efecto y no la causa. Que si dejas de repetir una conducta acabarás amaestrando el pensamiento. Eso es considerar al ser humano menos que un animal. Los seres humanos somos algo más que un perro de Paulov que saliva si le quitan la zanahoria del palo. Somos algo más que ratones buscando el queso en la polea conductista. Quién se ha llevado mi queso ha sido el libro más vendido de las novelas de autoayuda, pero parece el libro querer volver a esos experimentos que se hacían con ratones en el siglo XIX. EL QUESO ES EL VIL DINERO. 

No hay más que leer Walden 2 de Skinner para desengañarse del proyecto conductista. ¿por qué ha triunfado esta teoría sobre otras? El psicoanálisis de Freud es caro, costoso para el sicoanalista, exige esfuerzo y se dilata en el tiempo, parece no tener fin nunca. Y como es costoso está reservado para las elites burguesas. En cambio, el conductista es fácil de aplicar. Basta con marcar un calendario de lo que debes hacer en el día o una tabla con premios y castigos, si te limpias los dientes vendrá el ratoncito Pérez a traerte un regalo. El conductista trata al ser humano como a un estúpido o un animal. Y la mayoría de los libros de autoayuda están escritos en esta línea de psicología. 

 

Pero las dudas siguen. Ningún humanismo te da la respuesta. Sigues preguntándote de donde vienes y a dónde vas. Y estos libros de autoayuda solo te dicen; Vive el presente. Pero olvidamos que cuando decimos Vida con mayúscula nos referimos a un conjunto de recuerdos que constituyen la persona que ahora somos. Estos libros dicen; no mires atrás, como la mujer de Lot que se quedó congelada y condenada por mirar atrás. Pero, aunque no analices tus traumas estos van a seguir ahí. Si algo nos enseñó Freud es que no es sano reprimir las experiencias dolorosas, hay que recordarlas para así asumirlas y superarlas. Y si es posible sublimarlas en una obra de arte. Ese es el sentido del psicoanálisis. Pero estos libros de autoayuda y estos conductistas te dicen de pronto; olvídate del pasado y vive el ahora. pero ¿qué ahora? El ahora, el presente en un segundo deja de serlo. No se puede aprehender el momento del presente instante. 


 

Estos libros te aconsejan no mirar atrás. Ortega decía que el individuo actual era un indigno heredero, pues piensa que puede vivir sin reconocer a los antepasados que le han regalado la vida que ahora vive. Una feminista debería estar muy agradecida a Simone de Beavour en vez de criticar hasta qué punto fue feminista teniendo en cuenta la época. Pero si la historia ha muerto, junto a los demás humanismos, significa que no podremos mirar atrás para aprender de nuestros errores. También es cierto que estamos condenados a repetir esos errores en un eterno retorno del hombre humano que se tropieza tres veces con la misma piedra. 

 

Rechazamos el proyecto futurición que decía Ortega. Está muy mal visto hacerse “castillos en el aire o de naipes”, “estar en las nubes”, “subirse a la parra” En cuanto trasciendes al mundo de las ideas de Platón siempre hay alguien desde abajo diciéndote que bajes; “Que se caiga del guindo”, “que se baje del manzano”, “que pise tierra”. Es el cuento de la lecherita al que se le cae el cántaro por hacerse sueños en el aire. No nos dejan soñar, porque hemos de vivir el carpe diem. Y en este “coge las rosas doncella antes de que se marchiten” del poeta Horacio la mujer que se queda “para vestir santos” o de solterona es la que se ha marchitado, a la que “se le ha pasado el arroz”. Y vivir el momento se entiende como un placer inmediato, pero recordar el pasado o idear un futuro son otras formas de vivir el presente. 

 

Y eso no les entra en la cabeza a los autores de libros de autoayuda que legitiman el mundo capitalista y te dicen; no puedes cambiar el mundo, solo tu parcelita de mundo. No hay revoluciones colectivas solo individuales. No cambies el mundo, cámbiate a ti mismo. Una vez le pregunté a un chamán ¿por qué hay guerra en el mundo? Y entonces me dice; procura estar en paz contigo mismo. Pero ¡que a mí no me basta con cambiar yo, quiero que cambie el mundo! O le podía haber respondido; Yo ya me estoy cambiando, ahora le toca el turno a los demás.  O como decía el romántico Hölderlin; ¡que cambie el mundo en todas partes! Ahora a Hölderlin, por la lectura psicoanalítica de Lacan, lo hemos siquiatrizado: Era un loco como Nietzsche.  Aquel hombre gritaba en el risco; ¡Ojalá no me hubieran enseñado nada la cultura y las escuelas! ¿por qué nos hemos vuelto tan cínicos, aburguesados y conformistas? Nos hemos contentado con cambiarnos nosotros en ese Yo que aflora narcisista y egoísta. La sociedad actual, que parece tan comunicada por redes sociales y nuevas tecnologías, está muy sola. Cada vez vivimos más en pisos individuales y nos cuesta más relacionarnos con los Otros. Cada vez parece más que ya no luchamos por cambiar el sistema como nuestros padres y abuelos sino porque el sistema no nos cambie demasiado a nosotros mismos o nos recluya en la cárcel de Basauri.  

 

El eslogan de Nike lo dice bien claro; Just Do It. No lo pienses, hazlo. Actúa sin pensar, cegado por tus mecánicas animales pasiones. Pero ¿qué es un señor mayor sin sus recuerdos? Para él son toda su vida. ¿qué es un adolescente sin sus sueños de cambiar el mundo o de mejorar su vida? 

 

Además, es imposible vivir el presente. El presente enseguida es pasado. El pasado siempre se distorsiona, no existe, son solo recuerdos (cada persona recordará la misma escena de forma diferente, el río de Heráclito) y el futuro no existe. ¿entonces qué tenemos? ¿un presente eterno? Algo tenemos, quizá no Todo, tampoco Nada. No podemos estudiar la realidad porque está se mueve y para estudiarla hay que pararla. Pero si la paramos ya no es Vida sino un momento concreto de ella. Y si nos movemos o danzamos con la vida tampoco podemos estudiarla como una mariposa que se escapa de nuestra red y se rebela a que la clasifiquemos con una chincheta en nuestro álbum. Por eso no podemos estudiar ni lo muy infinito ni lo muy ínfimo. Y la ciencia física topa con la metafísica al reconocer el noúmeno y lo que no podemos conocer. 

Nuria seguirá viendo programas en la tele de sicoanalistas mediáticos argentinos. Seguirá leyendo a Buckay, a Osho, a Jodorowsky y seguirá sin dar con una respuesta para su vida. El publico de estas novelas son mujeres de edad madura de una cierta burguesía que siguen soñando con príncipes azules. Las bastan los remedios de la abuela y los consejos de Perogrullo y del menos común de los sentidos, pero a mí me seguirán pareciendo estos libros llenos de respuestas fáciles. 

En el libro “las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes” te enseñan a ser una chica mala, una bad girl, una choni o cami o súper woman. Te enseñan a comprarte un buen vestido para gustar a tu hombre. Te enseñan a compaginar tu trabajo en la oficina con las tareas domésticas de tu casa, llevar a los niños a la escuela y a la vez ser una ama de casa culta que va a talleres literarios y a cenas importantes con su marido. La lectora se identifica primero y luego se frustra, porque ella no es como las heroínas y las famosas de la prensa rosa y la revista Hola. Es el mismo argumento que Madame Bobary. En vez de hacerse feminista, se hace súper woman, y añade a su esclavitud como maruja la esclavitud de mujer autorrealizada laboralmente. Estos libros no tienen una base teórica porque sus lectoras tampoco se lo piden. 

Proliferan libros como “internet para tontos”, “cocina para patosos y estudiantes sin tiempo”, “filosofía explicada en 2 minutos” Nos están faltando al respeto. Se están estos libros riéndonos de nosotros a la cara. Ya desde el título. La que va a yoga o fendelcrast no quiere que la expliques el taoísmo o la historia de la religión tradicional china. Ella solo quiere un cd de música relajante y aprenderse cuatro posturas. Rechazará todo contenido, “toda chapa que la ralle” La nueva era es en el fondo otra línea comercial, otra forma de mercado, como estos libros de autoayuda que encuentran su público. También hay una estética de la fantasía que se produce y reproduce y se explota comercialmente. En toda casa no ha de faltar el incienso, la baraja de cartas del Tarot de Marsella, el poster de Buda, el hada de barro sobre el televisor y la estatuilla del unicornio. Instala sobre la alfombra india el objeto fetichista y el jardín de fenshui, las bolas chinas, la cabeza de león de tu viaje por la sabana africana, la cachimba y la chilaba y la tetera de Túnez, el gatito que mueve el dedo de tu viaje a China y el biombo de Japón. Y si aún te queda espacio en la casa; intenta vivir.   

 

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