La verdadera fantasía no es
evasión mera porque te hace pensar, hay reflexión. Al proponer un nuevo mundo
estás criticando el actual. Te evaden esos mundos, pero te hace pensar, edificas
una nueva realidad como contrapunto a la fealdad de lo que quieres criticar. ¡Está
tan denostada la fantasía…! A Ana María Matute
y Carmen Martín Gaite, las mejores autoras de cuentos para niños, las
consideraban narradoras infantiles cuando sus cuentos están llenos de moralejas
para los adultos. (eso cuando no confunden a la una con la otra o con Gloria Fuertes a la que consideran también
con esa palabra tan fea que es “para críos”) La Gaite revindicaba el cuento del
emperador va desnudo. Es precisamente
un niño (el niño interior) el que denuncia la fealdad del emperador. Niños y
borrachos siempre dicen la verdad.
La fantasía es una forma de
realidad que no se materializa. Te critican llamándote fantasioso porque
defiendes otro mundo y lo revindicas con la misma que los realistas aseguran
que solo existe una realidad; la suya. El principio de realidad y racionalidad se
impone sobre el individuo. El que ve a elfos es un loco, el que ve a Dios es un
buen cristiano. Un poema de García calvo decía; el mundo que yo no viva lo pensé como cosa extraña, como arca de maravilla,
¡ay de mi vida! Lo piensas ese mundo, pero no va a llegar nunca porque,
como decía Shakespeare; está construido con la tenue materia con que se fabrican
los sueños (y no me refiero a la fábrica de sueños de la industria del cine norteamericano).
Santa Teresa de Ávila es la patrona
de los escritores porque se creyó su fantasía hasta el punto del delirio, que
es la trampa que tiene la fantasía; a veces caes en la locura. Un esquizofrénico
es una persona que no sabe cortar con la fantasía, que la confunde con la realidad.
A Santa Teresa la llamaban "la loca de la casa", como nos recuerda Rosa Montero en su ensayo sobre literatura y fantasía con el mismo nombre que la novela de Benito Perez Galdos. Luego, otra Teresa, Santa Teresa de
Calcuta decía eso tan calderoniano de la vida es sueño, añadiéndole un “hagámoslos
realidad”.
Es fantasía, pero es real. Ese
mundo es real mientras viva en ti. No llegas a él por los impedimentos espacio
temporales de la propia realidad de la física. Hay que analizar la realidad que
nos venden como realidad los medios. Se vende esa realidad como verdad cuando
solo es un fragmento perspectivista de la misma. Ese principio realidad y racionalidad
es una mezcla de razón cartesiana y cierto Freud. Seguimos entendiendo la razón
como en el renacimiento y la ilustración. Un gran defensor de la fantasía fue
el siquiatra Carlos Castilla del Pino
en esa charla privada que dio sobre fantasía y literatura para Gonzalo Torrente Ballester o Carlos de
Agustín.
La fantasía es una idea
compensativa de la realidad que podría ser real, pero no lo es, pero sirve para
que nuestro cerebro se estabilice porque la realidad en su mentira nos puede hacer
vencer. La fantasía es compensativa y no supletoria de la vida, o sustituta,
que nos vuelve a sonar a prostituta. La Fantasía es complementaria. Y existe de
la misma forma que la realidad. Las partículas y bacterias de nuestro cuerpo no
se ven a simple vista, pero existen. La realidad es algo más que lo meramente
percibido por los sentidos físicos. La ideología no se pueda tocar y no por
ello quiere decir que no sea real. El que delira ve una realidad que no es real,
pero la confunde con la realidad.
El nazismo fue un delirio, una
pesadilla y una promesa de paraíso convertida en infierno. Fue todas esas cosas
no tangibles, pero se constituyó en realidad, porque la idea se hace creencia y
de ahí ideología y al final acto y hecho. El otro, desde fuera, ve que no es
real pero no puede convencer al que delira de su delirio-pesadilla ni al
soñador de su sueño. Al despertar de nuestro sueño vemos una flor como en el
poema del romántico Coleridge y
creemos que ha sido real. O al despertar vemos al dinosaurio de Monterroso. El
sujeto ve la fantasía con la misma realidad con la que habla. Otro libro de Castilla
del Pino se llamó el delirio, un error
necesario. El soñador compensa la realidad con la fantasía. Para un señor
mayor su vida son sus recuerdos, no tiene futuro. Cambia inevitablemente los
recuerdos con la fantasía, con su imaginación o lo último que ha visto en la TV.
En ese recuerdo hay una parte que se ha obstaculizado y que le causa dolor, pero
él lo trasforma y convierta el dolor en placer. Si Lucecita no le quiso y le dio
mucho dolor, Lucecita en su recuerdo le quiso mucho, se tranquiliza y duerme
toda la noche bien. Para las personas esquizofrénicas es más importante el
mundo interior que el exterior. El interior es el suyo, el exterior el del
otro. En las personas con problemas psicológicos se recluye el sujeto a su vida
interior donde la fantasía juega ese papel importante por la idea compensativa
de Piaget.
Se pueden clasificar a los
escritores en escritores introvertidos (Kafka,
y su mundo interior, sus pesadillas) y extrovertidos (Andre Bretón que recitaba poemas-espectáculos, manifiestos del
surrealismo) Es necesario el contacto con el mundo exterior igual que una persona
que solo viva para el exterior está incompleta.
Hay dos formas de escribir fantasía.
Una es el Realismo mágico. Se trata
de contar hechos de la fantasía, pero dentro de la realidad. Por ejemplo: 100
años de soledad o la casa de los espíritus de Allende donde los hechos
sobrenaturales se describen como reales, Están dentro de la realidad. La otra
es inventar un mundo de fantasía con autonomía
en si mismo. Se trata de proponer un mundo paralelo de fantasía pero que no
está dentro de la realidad, sino que constituye otra realidad per sé, por sí
misma. Tolkien en el señor de los anillos
inventa un mundo con su lenguaje, sus habitantes, sus señas de identidad
culturales, su arquitectura, un conjunto de normas... O el reino del Olvidado rey Gudú de Matute que ella sitúa
en un lugar lejano de la edad media, en un periodo espacio temporal indefinido.
Mundos de fantasía hay para
aburrir; desde sueño de una noche de
verano con el reino de las hadas, la Utopía en forma de isla de Platón, la Atlántida,
la Utopía de Tomas Moro, las leyendas de cualquier mitología (la tierra de los
sueños de los aborígenes australianos), el Nunca Jamás de Peter Pan, el País de
las Maravillas de Alicia, la tierra del mago de oz, el mundo de Harry Potter,
las novelas de Terry Pacher, el mundo de las crónicas de Nardia, Fantasía de la
Historia Interminable, pasando por las distopias futuristas.
En realidad, toda literatura es
inventar una fantasía, es ficción. En la Conjura
de los necios se inventa un personaje extravagante. Su autor se acabó
suicidando porque no publicaban su libro, la madre consiguió un editor para el
libro cuando su hijo homosexual ya se había inmolado. Es notable que se tome su
tragedia con ese humor. Esa novela sin humor seria infumable. El humor la
convierte en el Quijote de la postmodernidad.
En la literatura de calidad esa fantasía
te la crees, te la cuenta tan bien que la confundes con la realidad. A través de
los caracteres humanos de los personajes, de las descripciones, se hace creíble,
analizable. El conocimiento está en ello. Permite reflexionar. La antropología sabe
el papel importante que ha tenido la fantasía en todas las mitologías,
religiones y filosóficas. Ya desde los presocráticos
la cultura es una creación, una ficción. Nietzsche
decía que era tan fantasía el sistema cerrado y científico de Platón que los poemas de aquellos que
fueron expulsado de la República. Las pasiones humanas, en su quehacer
cotidiano, hacen creíble esa fantasía. Madame
Bobary es creíble porque es humana, porque es un conjunto de tinta en un
papel, pero te crees que esa persona existe o existió. Esa es la magia de la
literatura.
También existe la Fantasía por la Fantasía. Fantasía en
cuanto a creatividad. Las vanguardias
(surrealismo, dadaísmo…) es lo que buscaban; originalidad, creatividad. Pero luego
esa explosión de creatividad hay que corregirla. La inspiración es enemiga de
la calidad. Si escribes con las emociones a flor de piel no sale nada decente,
hay que reposar las emociones para no desbordar al lector contándolo todo como
surge en el inconsciente. Tiene que ser creíble
la fantasía. Los vanguardistas entendían la fantasía como algo filosófico. Magritte habla de fantasía para
reflexionar sobre la realidad, no solo como idea contemplativa. Hay otros
mundos que no llegamos a ver, el mundo
de los sueños de Dali, la escritura automática, la lluvia de ideas, el matrimonio
palabras, ese escribir lo primero que se te ocurra, los cadáveres esquistos,
la creatividad y originalidad en sí misma sin buscar el hacerla creíble. Sobre esto se han escrito libros como la Gramática de la fantasía de Rodari, o el psicoanálisis de los cuentos de hadas etc. La novela el alquimista de Coelho o el Principito son cuentos donde se ve la fantasía por la fantasía, la creatividad que solo busca expresarse así misma.
Ya dedicamos varios artículos de este blog a los cuentos de hadas, por aquel curso que realicé, en el que el lector puede encontrar gran bibliografía. los cuentos de hadas siempre tienen buenos y malos. en la tradición popular se pasaban de padres a hijos. los hermanos Grimm fueron recogiéndolos en Alemania en la época del romanticismo. Otro autor románticos de cuentos de hadas fue Andersen. Luego en la época más moderna vinieron los cuentos de Calleja (tener más cuento que Calleja) o los de Perrault en la ilustración (el cuento entonces empieza a tener una moraleja final) Los cuentos de hadas tradicionalmente eran más gores y crueles, mucho más grotescos y trágicos; la madre del príncipe azul quiere cocinarse a la bella durmiente o las hermanas de la cenicienta se cortan los dedos de los pies para entrar en el zapato del príncipe
En la película Vainica Doble alas de algodón se
describe la fantasía de alguien que vive en una portería y sueña que es un
héroe de la aviación; “volar, volar…” En su imaginación soñaba Juan, escapar de
su condición. Sale de una realidad mezquina
con la fantasía.
La Fantasía está mal vista, se
piensa que es una escapatoria. Los best Sellers o libros de escaparate son una
literatura espectáculo que no te hacen pensar sino evadirte en una trama que
engancha a veces más que las telenovelas o los videojuegos. Ves en el metro a
mujeres de mediana edad leyendo unos tochos impresionantes y luego protestan de
tener que leer la metamorfosis de Kafka, con lo corta que es.
Esas novelas evasivas pueden ser históricas (el Egipto faraónico de Cristian Jack, la edad media de los Pilares de la Tierra de Ken Follet, las
búsquedas de tesoros templarios al estilo de Juan Eslava Galán o el código Da Vinci…) La novela histórica actual
es intrahistórica, que diría Unamuno. Se han sustituido las batallas de los
reyes y las cuitas de Sissi Emperatriz por libros en que participan los esclavos
de las pirámides, o se describe cómo vivían los artesanos en la edad media. Es
como si quisieran dotar de un mensaje social a la novela histórica al retratar
las clases bajas.
A veces son novelas rosas (Daniel
Steel, Barbara Wood, Rosamulde Pilcher, Amanda Quick) o incluso eróticas (el morbo que despierta 50 sombras de Gray y el sado masoquismo) A veces son novela negra, la literatura sueca de Milenium de Larson, Manwell, Ane Ryce…
O las novelas de ciencia ficción. En el
franquismo y transición estaban de moda las novelas eróticas de Corín Tellado y las de vaqueros, piratas o del oeste de la serie Estefanía.
Estos lectores no leen para
pensar, sino para entretenerse. Tampoco por el hecho de que se vendan mucho
podemos decir que es mala literatura. A veces hay sorpresas. Esta literatura cumple
el objetivo de entretener y llegar a mucha gente. Es otra forma de entender la literatura.
Siempre la he entendido como prolongación de la filosofía, pero la evasión,
antes de dormir, es legítima. Ves en el metro leyendo tomos que yo no podría
porque una vez que se enganchan no pueden dejarlo. El metro no es el ambiente
relajado e idóneo para leer. La señora que siempre coge el metro a la vez que
yo, no despega la vista de su e-book, con el que se protege como una coraza de fantasía.
Mucha gente no busca un mensaje. Y es que no siempre el cuento de hadas ha de acabar con un final feliz y todos casados por la iglesia.
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