martes, 12 de diciembre de 2017

FELISA URRACA TOTAL

Felisa Urraca ha pasado de la poesía a la narrativa. Tras tres poemarios (Vuelos, gritos y fragmentos y ecos del recuerdo) se atreve con la novela. Ha escrito esta novela corta que mueve al lector al sosiego y la esperanza. Todas las personas se basan en personajes reales de sus recuerdos de infancia. Felisa recuerda que estudió la carrera de ciencias humanas. En sus compañeros de carrera primaba la solidaridad. Felisa Urraca, además de novelista, es pintora escultora y autora de cuentos infantiles. La novela no tiene la moraleja de contentarse con lo que uno tiene sino de buscar el misterio que tiene la vida, para ser felices, para queremos mas cada vez. En los documentales de los paisajes africanos vemos como se mueren de hambre, pero ya ni reaccionamos. Ella recuerda su vida en su pueblo con 4 vacas y ovejas. Su abuelo la pide antes de morir que siempre tenga un espíritu fuerte y valiente como la lluvia de espigas. Las espigas se doblan, pero siempre emergen mirando sol. Se alimentan de sol. 
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Felisa Urraca.Nace en Bilbao 1954. Miembro de la Asociación Artística Vizcaína. Estudió arte y decoración en 1975. Se formó en artes plásticas en el museo de reproducciones de Bilbao y en el estudio Unzalu.  En los talleres de 'Udal Kultur Etxea ' de la Diputación Foral de Vizcaya adquiere su formación como escultora.  Participó con U.P.V. 2000 en el curso de 'La escultura en el siglo XX ' dentro de los encuentros de Arte y Cultura y en el 2001 con U.P.V. curso de 'Escultura y Ciudad ' y ' Semiótica y Museo '.
Artista polifacética y creativa pertenece también a la asociación de poetas vascos, habiendo editado en 1998 su primer libro titulado ' Gritos y Fragmentos ' en 2013 su segundo libro titulado ' Ecos del Recuerdo' y su tercer libro titulado ' Vuelos ' en el 2015. Con más de 150 exposiciones en su haber. Felisa pinta esculpe hace poesía escribe cuentos.
Felisa Urraca, encierra en su manera pausada pero sentida de expresarse, un algo cristalino y dulce que hace brotar de la pluma, de un pincel o barro inanimado trazos de vida. Entre la fuerza y la fragilidad se mueve su arte y su espíritu, que sólo nos exige un esfuerzo: detenernos frente a ella y dejarnos llevar por la poesía de sus imágenes. (Jon Ander Acebedo - cultura )   
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Después de 3 poemarios presenta su primera novela corta. La presenta primero en el aula de la experiencia y después en el edificio de la bolsa donde se reúne cada martes la asociación artística vizcaína. Allí y en el café Lago y Boulevard (ahora Merced) había ya presentados sus libros de poemas.
La novela es autobiográfica, de recuerdos del pasado. Sara vuelve a su pueblo al norte de la península ibérica a las montañas. Retorna porque su abuelo José ha muerto. Su vida cambia totalmente por los recuerdos y situaciones que se suceden día a día.  El protagonista son sus abuelos profesores republicanos que murieron defendiendo sus ideas. No es una novela larga. El libro tiene episodios llenos de empatía como la enfermedad de un niño que en la novela muere. Sara ha creado una escuela de artes plásticas, para inducir a los niños al proceso de creatividad con dibujos y pinturas. No lo hace por un interés personal sino por ayudar a que los más débiles tengan un futuro mejor. Esta obra escrita con el corazón no es fácil de encontrar en nuestro panorama literario. En la novela no hay violencia, está exenta de palabras malsonantes y todos los personajes son solidarios e Incita a la reflexión solidaridad con el prójimo y a hacer feliz al de al lado día a día. Destaca la descripción de las abuelas de niño siempre trabajando para agasajarle. Y la descripción de esa profesora creativa del bachiller artística.
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En la novela habla de cuando buscaba con su abuelo minero los diamantes de la tierra. “Cuando camines por la vida no mires atrás, se cómo las espigas que se doblan, pero siempre siguen en pie. Sé siempre lluvia de espiga” La novela nos induce a un proceso de vida, divertirse, pensar. Invita a la reflexión. Critica el ambiente urbano que vive Sara que revalora la naturaleza al volver al pueblo. Es un mundo donde se necesita poco para ser feliz. Destaca la solidaridad de los personajes, el esfuerzo del día a día por salir de la posguerra. Uno tras leerlo se siente inmensamente feliz. Es un canto a la vida a pesar de los problemas del abuelo republicano que pasó penurias en la guerra. Sus abuelas son retratadas de forma idealizada. Coge todo lo humano que ha habido a su alrededor, lo exagera un poco.  Hace lo que quiere con las palabras y marca sus propias normas. Es un cuento que trasmite al fin paz. No hay ningún asesinato ni niño violado ni ningún bombardeo, nadie mata a nadie. Los personajes son amables, solidarios entre ellos, incluso con los animales; sansón el caballo y el perro. Muestra el amor del abuelo por los animales furtivos. El abuelo entiende la caza como algo alimenticio, cuando hay una necesidad. Hay un respeto por los animales. Es un libro lleno de sensibilidad amistad, de un amor sencillo y verdadero como el que puede sentir una nieta por su abuelo. Otros miembros del taller poético destacan su capacidad crítica con el franquismo; el poder nos quiere tener aislados asustados. No interesa gente crítica y por eso nos asustan para tenernos controlados. Los artistas no somos demasiado comprendidos, reconoce Felisa. Agradece a todos los que le han apoyado y a su madre. Recuerdo del abuelo minero su cara ennegrecida y sus manos. Su casco en la cabeza me parecía la corona del rey de Inglaterra. Volver al origen nos lleva a territorios cenagosos. Te fundirás en las entrañas de la tierra, la mina. Resurgirás con fuerzas renovadas para mirar el futuro con esperanza. Quizás aquí encuentres tu raíz y tu historia.

El abuelo tenía una casa al norte península ibérica, “en realidad era la casa de mis abuelos, pero para mí siempre fue mi casa. Retorne a ella porque mi abuelo estaba muy grave. Después del éxodo comprendí que mis raíces no estaban lejos sino ahí con mi familia, mis viejos amigos, y el entorno natural. Recordé el trasiego de los ganaderos nómadas que se movían a merced de la climatología de montaña. Las aves volando, mugiendo las vacas, el ruido de los cencerros, resultaba una música ancestral que te poesía en el aire. Me gustaba pasear, el oxígeno, que impregnaba mis pulmones y el canto del aire que barría los pensamientos negativos que a veces me aturdían. Tenía la sensación de que me abstraía lo bucólico, pero a la vez me entristecía por razones que desconozco.” Al recordar a su gente, se encuentra con el amor que no esperaba y sus sombras. “En los brezos cogía manzanilla. Fluían las nieves de la montaña, me sumergía como una musa esperando el espejismo de la belleza más insólita que podía emerger de aquellas montañas. Mis pasos no se aprendieron para nada mi ruta adiestrada durante los años de mi niñez”
Olía a campo y primavera nueva, a punto de nacer. De repente sonaron las campanas potentes pero tristes. Anunciaban la muerte de mi abuelo. Sentí gran dolor. El abuelo era la sabiduría del pueblo, estaba para todo dispuesto, él, que tanto nos quiso. Llevo dos días de continuo rezo, recuerdo su imagen blanca pero llena de paz. Fuimos al camposanto en lo alto, todos en profesión llevamos al abuelo por el sendero caminando. El aire silbaba ruido de pájaros. No sé por qué, sentí su abrazo. Fue un hombre de espíritu fuerte y valiente. Y me decía; no mires atrás de la vida. Las espigas siempre emergen erguidas llenas de vida, mirando al sol. Sirven para alimentar a miles de hombres. Me miraba con los ojos fijamente y me decía “sé siempre espiga, lluvia de espigas”. Cuando murió nada parecía igual. Mi timón estaba en la deriva. Me trasportaba a ese mundo donde el color y la magia sentidos se mezclan hasta tomar un eje ancestral que te abstrae del mundo que te rodea. Estaba enfadada con el mundo. Mi separación sentimental me había dejado inmune a sentimientos y caricias. No sentía la necesidad de amar o ser amada. Me fundí en pintar mis lienzos de colores y espacios. Me enfadaba si alguien se entrometía. Hubo mucha furia, desalientos, esperanzas y temores. Me ví convertida de repente en la protagonista de una historia que comenzaba de nuevo como la lluvia de espiga, incógnitas esperanzas y quien sabe si también amor y locura.
Los diamantes de la tierra. Aquel día el abuelo y yo fuimos en bici a la mina, el viento soplaba a favor. Divisamos los andamios que se fundían en la tierra. La tierra absorbía a los hombres hasta sus entrañas. Recuerdo su cara tiznada y llena, su casco con luz. Parecía la corona de oro del rey de Inglaterra. La sirena anunciaba su presencia y yo corría. Ya viene el abuelo, me decía y le abrazaba hasta sentir su sonrisa abierta que me embelesaba. “Le traigo a mi niña el diamante más bruto de la tierra.” Lo partíamos en trozos, lo engarzábamos con seda. Aquellos carboncillos maravillosos eran los diamantes de la tierra. Mi niña esta bella, lleva una guirnalda de diamantes en cuello, cabeza y muñeca. La sirena tocaba de forma diferente sin parar. Un día el abuelo no volvía. Solo me decían “niña quédate ahí”. Preguntaba y nadie respondía. Pasaron las horas y el abuelo no volvía. La gente lloraba, entraban y salían y yo asustada no comprendía
Mi abuela dijo compungida, “hoy mi tesoro el abuelo se quedó cogiendo tus diamantes. Le pesaban mucho y eso ha impedido que regrese a casa”. “Ya tengo muchos diamantes, abuela. Lo que quiero es que vuelva”, dije yo. Pasaron 6 días y el abuelo no regresaba. La abuela me decía, pronto el abuelo te traerá los diamantes de la tierra, y nos pondrá otra corona y me dará la vida. El abuelo volvió con la cabeza vendada. Los brazos los movía en péndulo cansados de girar. Mi abuelo gritó; “ay mi niña, la tierra se enfadó y no me dejó traerle los diamantes a mi niña”. Mostró los diamantes de forma cansada. Puso en mi mano un trozo de carbón. Me apretó tan fuerte que temblaba. Sentí que nuestras almas se unían. Hacia buen tiempo. las bicis reposaban en antigua mina. Ambos nos miramos. No necesitábamos palabras, dejamos que el aire nos acariciase y paseamos por senderos recordando los viejos tiempos en la mina. El chirriar de las bicis delató aquel paseo que nos llevó a los dos a esos recuerdos con nostalgia. La voz de abuela luz sonó por la ventana; “daos prisa, la comida esta sobre la mesa”
El libro gritos y fragmentos lo presenta en la AAV en la Bolsa en homenaje a los enfermos de alzhéimer, en especial a la memoria de su padre que perdura en su recuerdo; “fue un gran hombre, mi amigo, mi maestro, se fue, pero dejó su estela iluminando mi camino. A veces en la nostalgia de mis noches miro al norte y veo su brillo”. Son las últimas rosas de un otoño gris, impecable y frio. La poeta recuerda a su padre, mientras huele los cálidos pétalos de una rosa y exhala su aroma y habla de cantos de alondras heridas esperando el desenlace. El ruiseñor duerme. Pues que descanse, quizá mañana sea su ultimo día. El poemario está lleno de imágenes evocadoras de su tránsito por esta azarosa vida. Este poemario lo presentó en el café boulevard el 1 diciembre del 98. Recuerdos a su padre en el monte Arraiz, en todos los episodios importantes de su vida.

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El 12 de mayo del 2015 publica el poemario ecos del recuerdo en la bolsa. Ecos del recuerdo son un réquiem de gloria recordando a su amado tío José. La serenidad y belleza de su recuerdo nace de su alto amor familiar tejido con los pretéritos de los días vividos de ese ser tan cercano que representó felicidad en su vida. Habla de la rica perfección de nuestro mundo. Toca el tema de la música, el color (es pintora de varios matices) y la madre del arte; la naturaleza. “Fluyen mis pinceles, expulsan mi rabia y llanto, se elevan en canto de color y armonía, con sentido o sin el pero buscando”. Habla de la espiritualidad y momentos de oscuridad opaca. Al estilo de Juan Ramón Jiménez y haikus japoneses. Es poesía necesaria como decía Celaya. Rencuentros de emociones y momentos de dulzura y dolor. Es un canto a la naturaleza y el dolor. Los múltiples ecos del recuerdo son hoy un homenaje a la vida. Recuerda a su amiga Soledad Sierra que ya no está. Su querida tía Carmen ha venido de la Rioja y la ha dedicado el poemario a ella y a su amatsu. En la sencillez esta la belleza. El motor del poemario es su tío.

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Después presentó el poemario VUELOS en la asociación en mayo del 2016. Hubo regalos sonrisas y emociones en la Bolsa. Estaba el presidente de la asociación, José Ramón, y algunos miembros y socios como Loli ubio, Eduaro zuhaitz, Antonio, francisca.  Se trata de 30 poemas.” Sé que eres tú cuando me llamas, peregrino perdido”, dice uno de sus versos. Son versos llenos de sensualidad, pero con la elegancia que caracteriza. Deja a los cuerpos a la merced de la ingravidez de la palabra. Lo que consideramos todo nuestra imposible, volar, es en ella posible. 


Es el amor en el amplio sentido de la palabra, el que convoca el alma melancólica de los poetas. Todos sentimos, aunque nos expresemos de distinta forma. Guardamos en la memoria el don de lo que hemos vivido, amado. Hay poemas llenos de pompa, majestuosidad con técnica y gran armonía. Y hay otros naturales que se escriben con lágrimas. Provocan emoción y huyen de la retórica. Tenemos la mente cargada de sentimientos. Felisa quiere que este lenguaje conecte con nosotros, aunque sea por un segundo, en esa fusión entre alma, mente y belleza. Así lo dicen sus versos; Cuando el corazón habla, tus orígenes te llaman. La libertad flota en el aire. El amor es sublime. Respiro libertad Susúrrale al viento lo mucho que nos amas
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Ha participado en el poemario colectivo que ha sacado la asociación artística este año cumpliendo los 70 años de asociación. Felisa siempre agradece mucho a sus amigos y compañeros y les obsequia con flores. El año pasado regaló una escultura con una placa para conmemorar el 70 aniversario.
También ha presentado varias exposiciones de pintura. Carnaval es una colección de pinturas; bailes de máscaras, se flautistas, payasos y plumas desfilan por sus cuadros. Damas vestidas de carnaval y la comparsa… la autora pone un acento dulce de gran expresividad en todo lo que pinta o escribe. Sus cuadros son un velero de amplias telas que surca los mares de la imaginación, la creatividad y los sentimientos con matices. También ha presentado la exposición de cuadros simbiosis o la colección paisajes, el valle de jertes. O áfrica negra. Expuso en sabin etxea en el 99, Trapagaran en 2000.  Hizo la exposición benéfica para lograr fondos para la esclerosis múltiple o la retinosis pigmentaria o el Alzheimer (enfermedad que sufrió su padre). Podemos ver cuadros como atardecer en la sabana, nubla, toreros. Ha expuesto también en barrankua, el aula de exposiciones del ayuntamiento.

Celebró una exposición en Barrrankua para lograr fondos para los afectados por la retinosis pigmentaria. Se trataba de conseguir dinero para una causa justa. Había caras conocidas; Ex lehendakari Ardanza, Marta López miss Vizcaya mis Euskadi. 4 copas cayeron al suelo. Hubo pinchitos. Comentando los cuadros estaba Andrea uña.  Los cuadros cuestan desde 50 mil pesetas a 200mil e.   
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Felisa muestra sus sentimientos como artista. Mediante sombras y delicadas pinceladas retocadas con espátulas, refleja su mundo interior, ideas y sensaciones. Emplea la espátula con el óleo espeso. Califica su obra como expresionista, se basa en el color, en las impresiones internas, las emociones. No trata solo de captar lo que ve sino lo que siente en cada momento. Influye la situación emotiva que atraviesa cuando lo hace. Es una pintura con bastante fuerza, trata de jugar con la luz el color, el movimiento, la materia. Le gusta el contraste de luces. Expresa lo que en ese momento desea o tiene ganas de expresar. Hace taurinos, cuadros en movimientos, o el carrusel que expresa la niñez, la emoción, movimiento también. Son características que trata de ir introduciendo en la obra. Pintar no es un oficio, es una búsqueda. Trata de jugar con emociones y espacios de su vida incluso interior, captar la poesía y la luz. Introduce fragmentos de poemas que a la gente le gusta, juega entre lo plástico y la poesía. Ha movido mucho la obra. 
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La pintora trata de renovarse a sí misma. Pinta sin delimitar temas muy concretos, tiende a la línea personalizada, es inevitable en cada pintor. Ha ido más al paisaje sin abandonar la figura. El paisaje no le desagrada. Se expresarme por medio de él, dando un toque personal. No son paisajes comunes que la gente ve. Tiene una pincelada suave, pero con fuerza, con rabia. Le sorprende esto al público. Tiende a la espontaneidad violenta. Más que buscar el detalle, trata de expresarse buscando sugerencias. Los trazos sin detallar dan paso a captar la sugerencia. Abunda la figura de la mujer. se identifica más con ella, pues es mujer. La mujer tiene que caminar el doble para conseguir los mismos derechos que un varón. El público sabe que le gusta la poesía.
Se autoeditado sus poemas en una edición no comercial sino para amigos y para acercarse al público. Ha escrito gritos y fragmentos, una deuda que tenía con su padre que falleció hace dos años de Alzheimer. Se lo prometió al padre y así misma. Son poemas con una trayectoria retrospectiva, no son todos de ahora. Los ha compilado. Quiere que la gente conozca su faceta literaria y expresarse a los demás desde dentro. Juega con la plástica, la pintura como expresión del artista. En homenaje al secuestrado por ETA José Antonio Lara, le ha dedicado una escultura llamada libertad. La artista quiere entregarle en persona la escultura al funcionario. La escultura se ve en varios lugares de Burgos. El funcionario estuvo 532 días secuestrado. Por la forma y expresión que tenía la escultura simboliza la libertad. Quería atenuar el sufrimiento que había tenido regalándole esa escultura. En el día internacional de la cruz roja, Felisa Urraca ha querido colaborar con la organización. Una parte de lo recaudado por los cuadros se lo llevan ellos. Su pintura es expresionista, por el color que emplea. Refleja el mundo interior, la potencia y la materia y el movimiento. Hay que receptar plasmar y expresar a la gente y a ti misma lo que sientes en cada momento. La escultura es un rarte parecido a la pintura; plasmar emociones en 3 dimensiones. La forma de trabajar es distinta a la pintura, pero en cuanto a ideas es lo mismo. 

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Felisa Urraca sigue buscando la forma etérea de mostrar su interior, ya sea con la escultura, la pintura, los poemas o esta su primera novela. Una artista total y querida por la asociación artística vizcaína. Felisa Urraca siempre agradece a todos y siempre tiene flores para regalar.



EL LLANTO DEL ESPIGÓN

Felisa Urraca, presentó su segunda novela el llanto el espigón en las aulas de la experiencia de la Universidad del País Vasco.
Leonor Aurrekoetxea, doctora medica en atención primaria en osakidetza
Begoña Mararieta, historiadora del museo de medicina de Leioa, profesora en el aula de la experiencia de la UPV de historia de las medicinas antiguas
Florencio Moneo, médico siquiatra, psicoterapeuta de grupo, sicoanalista de familia
Músicos; Alexander Villarroel y Carlos Mazo
 




Florencio Moneo va hablar de la escritura en general, de la salud mental y de esta novela en concretro. Se han escrito miles de ensayos sobre literatura y también sobre enfermedades mentales. Para una escritora como Soledad Puértolas escribir es mostrar la vida oculta. Para Jorge Semprún escribir es siempre una alternativa al vivir. Para José Luis Sampedro escribir es una necesidad. Hay diversidad de opiniones y puntos de vista sobre qué es la literatura, cada uno tenemos nuestra opinión.
Escribir es crear y creer. No hay que creerlo todo, pero sí hacerlo en pequeña medida; cuando leemos una novela nos estamos creyendo esa historia, en el pacto de verosimilitud entre escritor y lector. Escribir es imaginar unas historias con un personaje como mínimo, confeccionar descripciones diálogos y acciones y plasmarlos en el papel o ordenador. Escribir novela es narrar cambios, personajes, unos son protagonistas y otros secundarios. Pero todos viven y experimentan cambios. No son los mismos al principio que al final de la historia. (ni el río ni tú eres el mismo, decía Heráclito) Hay cambios de ficción inventados, pero no diferenciados muchas veces del yo del escritor que lo ha creado con sus propias energías psíquicas. El artista, ya sea pintando como pintor o esculpiendo (campos del arte que Felisa ha contemplado en su larga carrera artística), hace representaciones a través de imágenes y palabras.
El escrito es como un oso de peluche, afirma el siquiatra, que cumple las funciones de objeto instrumental y funcional para el bebe, pero que además son estéticos. Las novelas son versiones más complejas y sofisticados, pero en el fondo las damos el mismo uso que al osito de bebé; calentarnos si tenemos frío, llevarnos a un mundo infantil de fantasía. Las novelas intentan ser recreación de ese paraíso de la infancia, ese edén perdido del que nos expulsan al llegar a la madurez. En el escrito, el adulto se regenera, según el médico pediatra, y se crea la misma dependencia que entre el bebe y la madre; una relación uterina y maternal pues el creador es el padre o en este caso la madre de su hijo; la creación. Él bebe pronto se encuentra ante un dilema de vida; cómo coincidir el mundo exterior con sus deseos de bebe. El principio de realidad de la mamá coincide con el principio de placer, en el caso de la literatura. La novela nos da placer. Hacer una novela es por tanto vivir una regresión psicológica a aquel periodo uterino y feliz dónde éramos uno con la madre, con lo real y con lo fantástico según Yung. Se ofrece el producto final al lector; el libro. No ofrecen el paraíso terrenal perdido, que más quisieran, pero esto es imposible. No es tampoco una ruptura o rechazo total con la realidad, porque eso sería una propuesta anti social y anti cultural, en el sentido de que la cultura o civilización siempre es un proyecto social. pero sí que es cierto, y al malestar de la cultura de Freud nos remitimos, que el escritor se desahoga criticando este mundo que llamamos real y ofreciéndonos un mundo mejor que es el de la fantasía.
Expresamos nuestros deseos más comunes en la cultura. Todos tenemos deseos similares. La literatura es una realidad más cercana al mundo de los sueños y a experimentar un mundo mejor, una sociedad mejor, al menos cara al papel y como utopía imposible. La literatura refleja sensaciones gratas como el placer, o negativas como el miedo y la impotencia. El escritor da voz al que no la tiene y en este caso además da un buen contenido. La escritora ha conseguido contagiarnos la Ilusión con la que lo escribió.
Nos sentimos cerca de sus personajes, aunque sean tan lejanos a nosotros como pueden en un primer momento parecernos unos enfermos mentales. Salimos de la novela con mayor creencia en la esperanza humana, lo que ya consiguió con su primera novela del abuelo minero y republicano. Y salimos del relato además con el pensamiento de que otro mundo es posible y se puede alcanzar, y de que el mundo se puede modificar a mejor. Nuestra realidad actual circundante es deprimente y está llena de frustraciones, no hay más que ver las imágenes de esos niños que mueren ahogados en las pateras. Aquí mismo, a unos kilómetros de nuestro estado de confort. Y nos llenamos de impotencia y conformismo en vez de henchirnos de rabia y de ganas de revolución y de cambiar esta sociedad. Solo podremos cambiar el mundo desde un pensar crítico, soberano ejemplo del hombre libre pensante. Ese cambio de la realidad es el cambio propuesto en esta novela.
Escribir es mentir descaradamente, pero para decir verdades. Escribir y leer son deseos que necesitamos satisfacer y de esos deseos y sueños habla la novela. Las palabras no se las lleva el viento, porque en ellas nos aferramos cuando hay tormentas como la galerna que se da en esta novela. En la literatura quedan las palabras grabadas y escritas para siempre, como en las fichas psiquiátricas de estos enfermos protagonistas del libro. La escritura es un acto de compromiso con el grupo social que es la cultura. Es por tanto un compromiso social, reivindicativo. Y lo más importante; es la plasmación de los deseos y sueños y nos hace tener la falsa sensación de una conversión del sueño en realidad. Eso es lo que de mágico tiene la literatura. Un rito fantástico como era aquella primera sicología que surgió con los alquimistas y los curanderos y chamanes. (Y que se verá en la tercera novela de Felisa Urraca) Esto ocurrió antes de que la psicología se profesionalizara y especializara y se llenara de diagnósticos-estancos, de casillas en las que nos incluyen; esquizofrénicos, autistas, Aspergeil y mil nombres más, que no dicen nada.
No hay acción equivalente al acto de escribir. La literatura sirve para hacer amigos y profundas enemistades. Nos hará a veces sentirnos ninguneados, ser objeto de la fama y de las críticas más escandalosas. A lo largo de la historia los escritores han sufrido la persecución de los poderosos que no podían permitir que hablaran al pueblo de rebelión o les llenara de ganas de cambiar el mundo. Si escriben para lucrarse económicamente tal vez deban elegir otra profesión pues este es un mal negocio. Llevar a la imprenta un libro puede resultar caro, y sí se vende a 12, como es el caso, poca es la plusvalía o la ganancia.  Escribir nos hará objetos de burlas y recibiremos adjetivos no fácilmente reproducibles por aprecio al buen gusto. Pero escribir es también aportar un granito de arena a la playa de este mundo social llamado cultura. Se escribe en varios niveles. Siempre se escribe literatura social, al dar voz a los mudos y al darnos ojos a los demás para ver las injusticias sociales y querer frenarlas. Acabe bien o mal, la novela siempre critica la realidad actual. Por desgracia, en la vida no siempre ganan los buenos, como ocurre en los cuentos de hadas o en la literatura de esta mujer.
Escribimos para cambiar el mundo, es una utopía lograrlo de la noche a mañana y lograrlo para un gran colectivo, pero al menos leer esta novela cambiará al lector que en ella se aventure. La novela es profundamente humana y eso lo consigue al mostrarnos experiencias inter personales. Todos los personajes buscan más calidad en su vida, incluso la felicidad. La felicidad completa nunca se consigue, pero si logramos un mayor grado de sabiduría. Escribimos para que no muera la gente, para que no hay perseguidos y rechazados, para educar a los niños, para que se desarrollen los países, para que se respete a la mujer. Lo que menos importa en el escritor es la edad. Cervantes escribió la primera parte del quijote con 58 años y la segunda a los 68.
El llanto del espigón habla de problemas familiares, de las falsas ideas en torno a la salud mental, de los problemas de la vida. No va a descubrir el final, pero sí decir que la novela nos hará pensar en muchas cosas. Todo en la novela está buscado y pretendido; El espigón es un símbolo. Es la historia de una enfermera, Adriana y es también una historia de amor (interracial).
La novela tiene los mimos ingredientes básicos que tiene la vida. Está hecha de sensaciones, sentimientos y pensamientos. Estos se extraen de la vida gracias al lenguaje y a los símbolos y así conseguimos entendernos. Todos intentamos que el amor entre en nuestras vidas de forma exitosa, y siempre entra con trancas y barrancas. Por todo ello, enseguida nos sentiremos identificados con su protagonista, enamorada de un hombre africano, muy sensible a sus pacientes y enamorada de la vida.
(Fuente;su página web)
El vocabulario no es inocente y por eso Leonor Aurrekoetxea, doctora medica en atención primaria en osakidetza, revindica su nombre de médica de familia y no de médico. El Espigón llora cuando las rocas golpean. Son los sonidos del agua, del choque entre nuestro interior y exterior. Es la metáfora de una roca que llora. Quizá por tanto marinero ahogado. Gusta la ternura que rezuma esta novela. Habla de cómo una persona vive las cosas, de la relación con su padre y como ella va creciendo durante la novela cuando desarrolla la empatía y le afecta el dolor ajeno. De hecho, quizá le afecte demasiado, quizá esa hiper sensibilidad no debiera de tenerla un profesional médico, pero todos somos humanos y hay situaciones que nos afectan, nos indignan o nos deprimen, como le pasa a Adriana. 
Cuando habla de los enfermos psiquiátricos del libro habla de personas con nombre. Los nomina con su nombre. No es lo mismo decir el paciente XX que Mariano Bilbao, atendido por esquizofrenia. La doctora insiste en que el vocabulario no es inocente, que las palabras son importantes, no se las lleva el viento que choca en el espigón. A veces no llamamos a los enfermos por su nombre, con la excusa de preservar el anonimato de los pacientes o por pura desidia. No hablemos de diabéticos sino de ese señor “Fulanito de Tal” que es diabético. Son personas individuales con un problema cada uno. Todos tienen una enfermedad mental concreta y Felisa Urraca describe cada caso sin dejarse llevar por el morbo o el estereotipo. Lo hace desde la empatía, y la escucha activa. Ese ponerse en el lugar del otro es el gesto amable de Adriana con sus pacientes. Lejos del tópico, la siquiatra no es fría e insensible, sino que expresa en todo momento las ideas y sentimientos que siente por sus pacientes.
El título de la novela nos evoca una cosa inanimada a la que las lágrimas hacen humana. Ella da vida al espigón, que no deja de ser una obra de cemento, una mole en medio del puerto. Parece que el espigón no tiene vida o sentido, pero ella lo anima y lo antropomorfiza. Es una figura simbólica, una bonita metáfora. Habla de las desgracias de los personajes desde la cercanía de esta narradora, una persona que escucha y les intenta apoyar y disminuir la gravedad de su problemática. Habla de la salud, y del malestar, de la depresión, y de sus antídotos; la escucha, y el verdadero consuelo. Son ingredientes que se entremezclan en el libro. Habla de personas concretas con problemas reales y de la música, del ambiente del puerto donde se juntan los marineros después de faenar y cantan y comparten momentos. Es una novela de camarería entre marineros y los mal llamados “locos”, y también una novela integradora pues dentro de los personajes hay personas de varios orígenes. Felisa habla de la perdida y de su desgracia propia, o quizá sea la de Adriana, pero entre la autora y su protagonista encontramos leves parecidos. Habla también de las desgracias de las demás personas, los “locos”, siempre desde la empatía y la escucha.
Begoña Mararieta es historiadora de museo de Bilbao y fan de las obras de Urraca que le han enganchado ya desde la primera novela. Destaca la ternura con la que la autora describe a esos personajes dentro de su enfermedad. Nos mete en el mundo de ellos. Felisa tiene una sensibilidad especial para agarrarnos como lectores y trasladarnos en este viaje, página a página, hasta un final sorprendente. Es un viaje hecho poco a poco, le ha costado más de un año escribirlo. Ahora tiene un proyecto encantador en mente, una próxima novela. La novela tratará de esa parte mágica de la medicina arcaica, de las medicinas populares tradicionales, de un chamán. Visto desde punto de vista de un muchacho, página a página vamos creciendo con él.
Algunos se preguntarán como Felisa Urraca, sin tener formación académica específica, ha escrito sobre el problema mental.  “Me he preguntado muchas veces dónde se diluye la delgada línea roja entre la cordura y la locura, la vida y la muerte. Conocía y desconocía el funcionamiento de la mente, que puede trasportarnos a mundos diferentes de fantasía pero que también nos juega malas pasadas. ¿cómo diferenciar maldad y bondad, realidad e irrealidad?” Todos somos enfermos mentales pues todos tenemos ansiedades, remordimientos, excesivas reflexiones y todos pasamos por situaciones límites o por las extrañas referencias sensoriales que creen sentir los psicóticos. Nos podemos perder en la locura hasta límites insospechados. La locura es a veces causa de violencia, de delitos incontrolados, de impulsos de locura como son los parricidios y homicidios y las patologías de no resolución. ¿Dónde está el límite entre el cuerdo y el enfermo? ¿Qué lleva a la mente a causar estos problemas?”
En su juventud Urraca intentó comprender mejor las reacciones que tenemos los seres humanos, e hizo estudios de psicología universal, explorando el mundo complicado de la mente. Siempre ha sentido empatía curiosidad por este tema. Eso es lo que la ha decidido a escribir este libro. Ha recibido más información en las clases del curso de introducción a la psicología, la evolución sicosocial y las enfermedades de patología general. Ha recibido estas clases de gran interés en la universidad del país vasco, en el aula de la experiencia, durante el primer año. La profesora Begoña le dio clases de medicina e historia de las medicinas antiguas. También ha visitado a personas enfermos terminales y le ha impresionado la atención de los profesionales y el apoyo de los familiares a los enfermos.  Esta novela es un paso más para entender ese camino desconocido que es la locura, que cuando nos iniciamos en ella no tiene retorno posible. Y es que la mayoría de enfermedades mentales, como la esquizofrenia, son crónicas. Felisa elogia a los profesionales de la medicina que le han ayudado en este proyecto; médicos, enfermeros, celadores, voluntariado y a las familias que cuidan del enfermo. Todos los casos de la novela están basados en referencias, en experiencias. No son tampoco intentos de intrusismo profesional en este campo de la siquiatría. Muchos de los casos no son reales sino imaginados. “Aun siendo casos irreales estoy segura de que determinadas conductas os van a parecer reconocidas”. Y por último, Felisa Urraca da las gracias a los profesores del aula de la experiencia, donde cursa ya tercer cuso.
Después de doctores y especialistas, María José Asteinza, no sabe qué decir. Tampoco le dejan decir mucho porque cuando se pone a narrar el argumento de la novela la cortan. “¿Nos vas a destripar el final?” Es una amiga la que está presentando el libro de una compañera, pero intenta ser imparcial. Esta novela nos hará crecer en la humanidad y en la comprensión hacia esas personas que, atadas a su mente, sufren y hacen sufrir a los que les rodean. Asteinza relata de forma amena la vida de cada personaje que aparece en el libro. La novela parte del relato de la protagonista, la joven Adriana, que en primera persona narra su vida.
Describe a su padre y a su hermano y a los pacientes a los que cuida, y nos habla del joven negro del que se enamora. Nos relatará sus gratas tardes de cerveza en el bar de puerto. Allí hacían amistad todos los marinos. Es la otra parte de la vida marinera, cuando se reúnen, cantan y beben un poco. Su padre es un marino más. Los marinos cantan en hermandad y amistad entre ellos. Al leer el libro se nos rebela la gran sensibilidad de Adriana. Es una chica con voluntad de ayudar, pero cada caso la afecta mucho y cada vez más. Sufre por sus pacientes, y consuela a los familiares con amor y humanidad. Uno de sus pacientes, en una salida de fin de semana, se suicida. Adriana pide unos días de descanso. El doctor Mauricio, el siquiatra investigador, le recomienda que se tome una pausa. Esta buena señora se ha tomado la molestia de escribir notas y la ficha psiquiátrica de cada paciente. Estas son algunas de esas fichas;
Mauro, 25 años, maniaco depresivo, no tiene la capacidad de disfrutar de las buenas cosas de la vida. Contrasta su juventud e inteligencia con la enfermedad que padece. Intenta suicidarse dos veces. Hace dibujos preciosos, pues ha estudiado arte y ella le anima diciéndole lo genial que es y pide al cielo que salga del abismo en que se encuentra.
Florentino (Damian), 22 años, esquizofrénico, el cielo le habla
Joselu 24 años, depresivo, le pide a Adriana que lea su diario, y ella no puede
Fidel 40 años, psicópata agresivo, lesionó a sus padres, madre afectada bajo tratamiento
A Lorenzo, de 49 años, profesor en la universidad de mayores, le censuran sus clases, pero sus monólogos son muy apreciados por sus alumnos. En el capítulo 5 Lorenzo da clases de historia universal, pero es cesado por la institución, consideran sus conferencias inadecuados para la gente, políticamente incorrectas. Le diagnostican un trastorno obsesivo compulsivo. Le han dado cierto carácter atormentado sus ideas políticas. Cuando mejora, su obsesión es retomar esas clases y aulas de la experiencia (en la UPV), pero no le dejan. En una salida con su familia se suicida. Solicita dos días de permiso Adriana para ir al funeral, darle la condolencia a su familia, y la dedicatoria que le pone es; “nunca dejes de mirar las estrellas”. Un ejemplo de hasta dónde llega la humanidad y ternura de esta protagonista. Le cuenta a su padre lo que le ha afectado la muerte del profesor. Tiene una duda de fe en su trabajo. Y él la recuerda por qué ha elegido esta profesión.
Cuando Adriana pasa por el espigón con su madre recuerda sus paseos de niña con su padre. Vuelve a la taberna marinera con su padre y allí todos se lo pasan bien.  Y ella se enamora de un chico africano, que es un pescador venido en patera de Senegal, pero del que ella queda enamorada desde el primer día. Muestra la relación de amistad que se convierte en enamoramiento y acaba en drama. Mustafá es un marinero de raza negra de Senegal que trabaja en el puerto. No le importa su color o costumbres, porque enseguida se enamoran. 
El acantilado amanece en otoño. Adriana tiene un dilema, una lucha en su interior, pero las palabras de su madre alientan su ánimo. Empieza a interesarse más por sus pacientes. Ha habido un ingreso nuevo, Joselu de 24 años. Esta atendido por depresión. La muestra su diario para que lo lea, pero ella no puede, se va corriendo. Quizá se haya confundido de profesión, tendría que haber hecho caso a sus padres y haber hecho administrativa. Pero su madre la recuerda que es la profesión que ha elegido para ayudar a los demás. Tiritando de frio, mojada de lluvia, así la encuentra Mustafá.
Mauricio el siquiatra les da una charla a los trabajadores sanitarios sobre unas nuevas terapias; un buen enfermero no debe involucrarse tanto en los problemas de los enfermos. No debe llevarse los problemas a casa igual que no debe de traerlos al trabajo. Para que estén bien los enfermos y su trabajo, el enfermero debe estar también bien. Por eso les ofrece esos cursos de auto control y gestión de sus emociones. De pronto se produce una galerna, y esto apura a Adriana que sabe lo que significa esto para los marineros; ese día no habrá pesca. La protagonista parece movida por el viento, como si las fuerzas de la naturaleza chocaran con ella igual que el agua en las rocas del espigón. Ella ha ido a la bahía, quizá quiera acabar su vida como la del profesor. Piensa en lo que le decía Mustafá, que “el amor es grande como Dios”. Pierde la noción de realidad y la encuentran en estado grave de shock. Se ha llenado de recuerdos y estos le han acercado más al mar. Menos mal que le ha rescatado el barco de Mustafá, llamado la “bahía”. El pueblo, dado a las habladurías, ya tiene una leyenda nueva; esa historia de amor entre Adriana y Mustafá con el espigón como único testigo.   
El libro humaniza, por el sufrimiento de esas personas atrapadas en el monstruo de su propia mente. Parece que los siquiatras estan a salvo de padecer problemas psiquiátricos, pero no es así. Adriana no ha nacido en una familia desestructurada sino muy normal, cuerda y equilibrada. Ninguno estamos exento de caer en una enfermedad mental. El siquiatra podría ingresarnos a cualquiera de nosotros en un momento dado.
La novela es muy sensorial; el viento siempre presente, el sonido del mar, la brisa marinera acariciando la cara de Adriana… el libro está lleno de bellas imágenes y metáforas con la naturaleza. A veces el rostro se salpica con gotas de mar. Dulces recuerdos bañados en la nostalgia del tiempo perdido.
Adriana nos cuenta la historia de su padre Tomas, que es el segundo protagonista del libro. Un accidente le quebró la pierna y no salió nunca más al mar. Debido a su experiencia como hombre de mar, ahora se dedica a la actividad portuaria, almacenamiento y mantenimiento y distribución en los barcos pesqueros. Aún conserva su audacia y espíritu aventurero, y resuelve todos los problemas con facilidad. Todos le admiran, es como un líder entre los marineros. Le llaman el viejo Ulises, pues es astuto y sagaz como el marino de Homero. Sus ideas son extraordinarias y se desvive por ayudar a sus compañeros pescadores. Todos saben dónde encontrarle para pedirle consejo; en el espigón.
También cuenta Adriana la historia de su madre Sandra que es especial para ella. Ella atiende la casa, el hogar y cose las redes en el puerto. Trabaja en la cooperativa conservera. También la madre fue voluntaria del pequeño hospital alzado a lo alto del acantilado. Se erguía entre las rocas el psiquiátrico como un fantasma flotando al cielo. De niños lo llamaban “la casa de los locos”, pero Adriana lo contemplaba con respeto y cierto temor. Allí trabajaba su madre ayudando a los enfermos. La madre también observa el hospital, “Oigo sus gritos” La madre, aunque no llega a terminar sus estudios de enfermería, se desenvolvía muy bien en esta gran labor que hacía. Adriana admiraba a su madre y quizá ella influyo en su vocación de enfermera. Cuando tiene que elegir sus estudios sus padres quieren que haga una carrera de empresariales para así cubrir las plazas de gestores de las fabricas conserveras. Pero ella deja esos estudios a los que la obligan para seguir los pasos de su madre, recordando esas historias que le contaba su madre sobre el hospital. Saca unas notas brillantes en enfermería y termina con éxito. Así ella acaba trabajando en la casa de los locos. Pero hay días que no puede aguantarlo y se va al malecón a escuchar el sonido del mar.
 Adriana habla a su vez de su hermano Nicolás, capitán de la marina mercante, le echan mucho de menos. Se comunican con él por la radio emisora del barco.
Adriana también describe en primera persona a sus compañeros de trabajo y sus jefes. El director es Mauricio, siquiatra biólogo e investigador. Adriana vive experiencias al contacto con los enfermos. Le desconciertan al principio con sus mundos irreales y diferentes. Ella en todo momento intenta integrarse en la terapia de auto control de emociones, pero se ve desbordada de tanta injusticia y tanto dolor humano. El aire del acantilado no disipa los sentimientos encontrados que le han producido. 
El llanto del espigón es una obra en que se conjugan aspectos relacionados con la humanidad, descritos con ternura. Hace una descripción de personajes de forma sencilla desgranando uno a uno su personalidad. Narra su experiencia de amor por la profesión, y solidaridad con ellos. La protagonista deja la carrera de dirección de empresas para hacer estudios de enfermería que aprueba con buenas notas. Su familia de pescadores hace esfuerzos por sobrevivir. Ella ayuda a sus semejantes y trabaja en el hospital de su pueblo. Se muestran las situaciones dramáticas de las personas recluidas en el mismo. Han pasado el umbral de la cordura a la locura, por motivos de profesión o problemas familiares. Son situaciones que no tienen que ver con la ficción, sino que son una realidad del día a día que sobrecoge; situaciones de exclusión social y desigualdad y falta de medios para sobrevivir.
A veces los obreros se sienten alienados por los empresarios o por sus familias, el ser humano traspasa el umbral y necesita ser apoyado por profesionales. La psicología merece cierto respeto porque es una ciencia para ayudar a estas personas, en teoría. Hay una imagen bonita en la novela. El padre de Adriana, Tomás, le lleva de la mano por el espigón y le advierte; el espigón es una espada invencible capaz de parar mareas y tormentas. El ser humano ha nacido para sobrevivir y afrontar las desigualdades de la vida, y los problemas. Se necesita serenidad y cordura para solucionar las situaciones adversas, para reforzar la autoestima, como una espada invencible que abata tormentas.
Estamos presentes en esta vida y mañana dios dirá. Hay decisiones, que parecen imposibles, que hay que afrontar con valentía. La madre le recuerda a Adriana como de niña su padre le hablaba del espigón, es la frase con que empieza el libro. Felisa Urraca nos tiene acostumbrados a crear finales abiertos, que suelen acabar dónde empezaron, a través de repeticiones a veces de la primera frase. Hay otro momento bonito; Uno de los pacientes la entrega un diario que refleja la dramática situación que vivió de niño; un padre alcohólico maltratador que le daba palizas, o la pedida de su hermana y de su hermano de 4 años que es atropellado. A Adriana le sobrepone la historia de José Luis. Va al espigón. Rema en barca y es rescatada por Mustafá, y así sellan su historia de amor. De la novela destaca esa línea de humanidad que Felisa Urraca desprende en el día a día y que se plasma en sus obras. Así ha hablado uno de sus fieles compañero de fatigas, como a ella le gusta decir. Nos recomienda la novela, sin desvelarnos el final, aconsejándonos que la leamos pues se hace corta y amena.
Del texto de una novela es difícil hacer una canción, pero eso lo que han hecho Alexander Villarroel y Carlos Mazo (de bajo) que han puesto música a los textos de la novela. La propuesta surgió de Felisa y aunque no disponen aún de cedés, será fácil hacernos con uno. Es una creación digna de elogio. Dan forma a todo con mucha ilusión y cariño. Ante mareas y galernas imperiosas, el espigón es fuerte. Avanza en su extremo la luz del faro, las sirenas de los bancos pesqueros… una novela llena de lenguaje efímero pero provocador. Definitivamente, a todas las palabras no se las lleva el viento.

ENTREVISTA CON LA ESCRITORA FELISA URRACA

Pequeña entrevista con la autora:
¿cómo surgió la idea de escribir esta novela?
Surgió por mi curiosidad hacía los trastornos de la mente humana, la variedad de situaciones sociales que se presentan. Determinadas personas viven momentos difíciles y situaciones sociales de exclusión por su enfermedad mental. Me motivo especialmente unas clases del primer curso de ciencias humanas sobre psiquiatría y psicología y otras patologías que impartieron unos profesores. Decidí embarcarme en la aventura de hacer el llanto del espigón, y así reflejar situaciones parecidas a las que podemos vivir en la realidad
¿y te ha servido como terapia?
Indudablemente. Escribir es expresarte de alguna manera, desde un folio, la pintura, la escultura, la música. El arte es una forma de expulsar los muchos momentos buenos y malos que llevamos dentro. Invito a que la gente lo haga, como forma de sentirse viva y mostrar a los demás sus sentimientos. La cultura es algo que, aunque no de dinero, da satisfacción y placer.
¿Cuál es tu método de escritura? ¿Corriges mucho?
Un libro de 150 páginas tardo un año, depende el tiempo que emplees indudablemente de cuanto hayas de documentarte e investigar. Escribo cuando me apetece, me concentro y suelo escribir en papel. Corrijo mucho, hago muchos tachones, me vienen muchas ideas a la cabeza, peor no escribes lo primero que te sale sino que  las va dando forma y luego lo paso al ordenador y corrijo mucho, ya digo.  
¿Cómo valoras tu carrera artística desde que empezaste? (Felisa Urraca es pintora escultora también)
Es la opción de manifestar algo que algunas personas no se atreven. Invito a esas personas a que lo pueden intentar y hacer. No me planteo metas económicas ni relacionadas con premios. El valor está en mi trabajo, que es expresión de intuición, de sentimientos y alegrías y trasladada a variadas formas de expresión
¿Tienen partes autobiográficas tus novelas? ¿parten de la realidad, de otras experiencias?
En todas hay un porcentaje mínimo de auto ficción o autobiografía. No son biográficas al 100 x 100 pero he escuchado situaciones parecidas que han dejado huella en mí, y que he novelado después. La Auto ficción se lleva ahora. En este mismo libro se ve que hay mucha gente con problemas sociales causados porque arrastran problemas mentales. He recogido muchos testimonios de pacientes y de sus familias y de profesionales.
¿tienes alguna influencia en tu forma de escribir? ¿te consideras parte de alguna escuela, movimiento?
 No. Escribo sin más. Cierto es que tienes ideas que motivan a hacerlo. Doy forma a la idea que tengo y voy creando ficción. No pertenezco a ningún movimiento, o grupo literario artístico pero soy miembro de la asociación artística vizcaína y de escribe lee.

Felisa tiene tres novelas publicadas. Su primera novela, Lluvia de espigas, son los recuerdos de una niña hacía su abuelo minero republicano. Esta su segunda novela, el llanto del espigón, es la que trata sobre el psiquiátrico. Vemos la coincidencia de titulos, quizá para dar continuidad a su primera novela. El próximo año publicará voces de tlaloc. Este nuevo libro trata de la exclusión social y las penurias económicas de un niño mexicano. El niño sobrevive en la calle, en plena lucha por la vida, en la indigencia y la necesidad. El niño come lo que encuentra. Entre las explicaciones que se dan a por qué estas personas de familias desestructuradas roban está la de robar para comer. Hay una profesora que entra en su vida y sobre todo el chamán que conoce y que actúa como su padre ausente. Pronto se establece un vínculo espiritual y energético entre el chamán y el niño, pero al chaman le matan otros indigentes que le atracan. Sin embargo, el niño sigue teniendo esa conexión extrasensorial con él. Él le hace emerger de la vida para hacer algo positivo con ella. El niño apenas esta con sus padres y ni les ve porque trabajan en condiciones precarias, y pasa mucho tiempo solo. El fantasma del chamán se le aparece. Se convierte en un buen estudiante. Y siempre ese nexo de unión con el chamán que se le aparece y va dirigiendo su vida. Es como un asesor espiritual. El prólogo lo ha hecho la misma historiadora, Maradieta y José Ramon Gurpegui, doctor de la UPV y médico historiador en la universidad de Vitoria. La historiadora la ha ayudado a documentarse sobre la medicina antigua de los chamanes. Sin intentar destripar el final, adelantamos que acaba bien.  
La autora se encuentra ahora mismo en pleno proceso de creación de su cuarta novela, Posos en mi alma. No lleva ni 30 folios. Tratará de una familia clasista de la España profunda, de la Vieja Castilla en la época del franquismo. Una mujer que se enamora de un hombre de clase social inferior y queda embaraza, la quitan el hijo, la mandan a un convento casi de clausura, y la casan con un viejo. A raíz del diagnóstico de un médico que la dice que va a morir, de tuberculosis, manda misivas a la gente que ha conocido y amado. La novela está prevista para 2019.  En la quinta novela, Luciérnagas de noche, habla de los sin techo, la exclusión social. Para inventar sus personajes visitará comedores sociales para encontrar gente que la cuenta historias personales y humanas. Esta prevista para 2010. Tiene en mente una sexta novela que irá sobre el maltrato al hombre, pero no está ni escrita ni empezada siquiera. Siempre se presentan situaciones de violencia general del hombre a la mujer y a veces de parejas homosexuales, pero ella dará una vuelta de tuerca hablando del maltrato de la mujer al hombre. Quizá recoja testimonios de maltratadores en la cárcel, intentando buscar no una justificación, pero sí una explicación al maltrato. No se trata de defender situaciones bélicas sino de entenderlas. Podría contemplar el moobin laboral, que es otra forma de maltrato de una jefa en la empresa que trate mal a sus empleados, o los vea como objetos sexuales. Dará forma a la novela y voz a colectivos de divorciados, separados…  

 img_4416img_4417videos y fotos de su pagina web; https://felisaurraca.com/category/libros/









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