MONICA CRESPO PRESENTA SU LIBRO LAS MADRES SECRETAS EN EL AZKUNA DE BILBAO ENTREVISTADA POR JON BILBAO Y VICENTE HUICI
Hoy Mónica Crespo presenta su
libro “las madres secretas” en la sala pequeña de la alhóndiga o edificio
Azkuna de Bilbao. Entrevistándola y preguntándola por su creación está el escritor
Jon Bilbao y el crítico Vicente Huici. “Relatos como los de este libro de
Mónica Crespo nos hacen pensar la realidad de otra manera, diferente a como se
presenta. Por ejemplo, en uno de los cuentos plantea un hombre embarazado. Todo
lo que es fantasía aparece en el libro; que a una señora le salgan alas, que
una madre acabe siendo devorada por su hijo o acabe ahogando a su niño. Puede
parecer un poco gore. Hay un forjamiento de interpretaciones naturales que
rompen con el tópico y la imagen convencional que se tiene sobre la mujer hoy
en día”. Es un punto de vista crítico, está juzgando desde fuera, reconoce el
crítico literario Vicente Huici. No lo ha hecho ella deliberadamente, pero le
ha salido así, y para eso debía estar dentro antes. Este libro brota de sus
fantasmas interiores. Vicente Huici dice que en esto sigue siendo muy tomista
(no sé a qué se refiere). “Este prolongo tan larguísimo que te he hecho condicionará
tu respuesta”, le dice el crítico. “Sobre todo, la condicionará a la brevedad”,
bromea Jon Bilbao.
Vicente Huici bromea con que le
hará alguna pregunta dónde sólo pueda decir si o no. ¿Hasta qué punto has
jugado con esto, con el provocar con estas historias? Todos los cuentos tienen
un alto grado de provocación y descoloque y descodificación. A Mónica le parece
una pregunta oportuna, aunque puñetera. No ha tenido esa intención primera. Han
aparecido situaciones, determinados personajes llevados al extremo, forzando
que se desarrollara así esta historia. Había cuentos con elementos comunes entre
si y ella ha ido más allá uniéndolos todos bajo un hilo común. Recopiló unos
cuentos en primera persona, de personajes que no conocía, que no sabía de dónde
venían, y les dio la palabra a ver qué pasaba. La intención de Mónica ha sido ir
más allá, trasgredir los limites, llevar los cuentos al extremo y sostenerlos allí
el mayor tiempo posible. Ha sido un proceso intenso. La escritura es riesgo y descubrimiento
y tratar de ir mas allá. Ha tratado de evitar clichés comunes y tópicos. Ha descompuesto
esos tópicos sobre la maternidad, las relaciones de pareja, lo que es bello o
lo que no. Hay situaciones de una naturaleza muy feroz y muy hermosa. Pone el
foco sobre estos relatos, los une y trabaja en ellos. Hay relaciones entre si
entre esos cuentos y por eso decide unirlos, darles cohesión e hilo interno. Se
apoya en esta estructura formal para hacer otros personajes e historias. Añade
a los cuentos que ya tenía otros nuevos. Se mete a provocar, a generar
elementos que de forma más consciente puedan perturbar a quien lo lee. Busca que
el lector se mueva en algún sentido. Se trata de movilizar, de entrar en
territorios que se salen de lo común en la literatura sobre la maternidad.
Y el lector la responde. El lector
se conmueve, le ofrecen una respuesta a la curiosidad que le ha llevado a abrir
el libro. A lo largo del libro el lector experimenta reacciones pendulares de
unos relatos a otros. A riesgo de ser reduccionista, Vicente Huici agrupa estos
relatos en dos grupos; los que parecen realistas, pero no lo son al 100% (según
Jon); una mujer que tiene un desengaño amoroso y regresa a la casa de su
infancia para arreglarla. O una familia que vive en un barco y pasa a vivir en
tierra) y los relatos fantásticos o alegóricos; una mujer con alas, un niño carnívoro
antropófago
Cuando lo vas leyendo cada relato
te sientes tenso, te angustias y piensas que cambiará el registro y que “ahora
voy a descansar”… pero no. ¿Cuál de esos relatos es más alivio y descanso para
el lector? ¿Con qué grupo de estos relatos te sientes más cómoda y libre a la
hora de escribir? No se trata de descontextualizar tópicos sino de triturarlos.
Nunca se ha planteado descansar entre un relato y otro. La lectura agarra al
lector desde la primera página. El de Galmunia deja espacio para sentirse tranquilo,
pero es una declaración de intereses, una leona se apropia de un ciervo para que
sea su cría. Ella está rompiendo la posibilidad de que exista esa relación. Se
lo plantea esto en todos los relatos. Se lo pasa bien con los relatos
fantásticos, especialmente. Lo de escribir es una necesidad orgánica. Es un cuerpo
a cuerpo con el lector que la irradia mucha energía. Los relatos fantásticos
son los que más le cuesta escribir. Hay momentos donde existen cambios y
trasfiguraciones o trasformaciones mágicas…
Esa necesidad de escribir también debe ser permanente, pero es difícil
sostenerlo a través de todos los relatos
El libro es como una música de
piscina, es agradable, pero no es un libro de piscina cubierta. Con este libro
no te tiras al sofá, porque vas a pegar un respingo en cuanto leas dos páginas.
No todo el mundo está dispuesto a esto, a que le abofeteen. Es un abofeteo
mental. “la sensación de dos bocas succionando mi pecho, el llanto agotador de
otra noche sin dormir”. Eso sale en unas frases que ha destacado el crítico, pero
esa es la más suave de las frases. Una mujer limpiadora odia limpiar el baño.
Eso no quiere decir que el sujeto varón lo vaya a limpiar. “Las tetas en el
sujetador negro que las ampara, pobrecitas, tantos sobresaltos desde que
nacieron los hijos”. En otro relato un niño se saca un moco inmenso. Hace falta
actitud y aptitud para escribir y leer esto y dejar que te provoque y te haga
sentir. Es lo que consigue la escritura. Para pasárselo bien tenemos series
divertidas. Esta literatura es un chillido de aves en el interior. Se enciende la
luz inmediatamente si estas con una lamparita.
¿Qué aptitud debería tener el que
lee este libro? Para empezar; curiosidad y ganas de que te cuenten algo
diferente y que cada uno haga su propia lectura, y trace su itinerario. Los
cuentos tienen un recorrido. Lo ha dicho de forma taxativa; no hay descanso,
pero si hay remansos, un poco de humor, entre esas relaciones familiares
intensas. En el retrato de la familia de los nómadas aparece una familia que viaja
en un barco. La familia es la tripulación, dos hermanos y un dingo australiano que
los acompaña. Los niños van creciendo. Esta forma de vivir se agota, se extingue
por su propia naturaleza. Están en el mar. Han atravesado zonas oscuras y para
eso se necesita una tensión al escribir.
Mónica se lo pasa muy bien
escribiendo, no sé los lectores. Hay quien le gusta la literatura de terror o
de corte sentimental o fantástica. Cada uno es libre de leer como le plazca y
en el orden que quiera. Los cuentos establecen una relación entre si de dos en
dos en muchas ocasiones. Aparecen unos mellizos gemelos. El deseo de ser madre
o no. El conflicto de ser mujer, querer ser madre y producir una creación
artística. Una mujer que es pianista o la escritora de cuentos infantiles en un
momento de bloqueo y que rememora el día en que daba un recital en el colegio a
unos niños que estaban revueltos. Uno se saca un moco y otro pide que le abarque
en sus brazos. Ella quiere escribir, tener ese espacio, poner su vida en la
escritura. Animaros de leerlo. Intenta avisar sobre el libro, no es un libro
para todos los públicos sino para gente abierta y dispuesta a emociones fuertes.
Y es que en él hay mujeres que huyen,
a las que les salen alas, que son devoradas por sus hijos, que matan a sus
hijos, mujeres que no quieren ser madres, que huyen en barco otra vez… se
plantea la religación del embarazo al varón. Que sea él el que se quede en
estado y se haga cargo de estos trabajos tradicionalmente atribuidos a mujeres.
Estas mujeres que tienen que ser guapas, cariñosas, limpias, “super womans”, y a
las que las ponen como dianas muchas veces del machismo de los hombres… Mónica
nos dice lo que una mujer no podría ser ya en este siglo. Y que cada uno entienda
lo que quiera; que el embarazo se de en hombres sería un paso en el feminismo,
pero también es quitar ese signo de distinción que tiene que la mujer pueda ser
madre. El ser madre como un derecho digno de orgullo y no como una obligación.
El esfuerzo de la escritora está
ahí. No habla de esos relatos convencionales que todos deseamos o necesitamos para
la vida. Ella personalmente no desea esas situaciones para su vida en general,
algunas si. Plantea el cómo vivimos, lo qué forma parte de la vida. Narra lo que
no se cuenta sobre ser madre, o sobre el proceso artístico; elegir tu aporte
como autor, qué muestras en tu obra y qué dejas fuera. Habla de lo que no se
realiza en la vida cotidiana, de lo fantástico. Y del tabú para muchas mujeres,
y de lo que no se atreven a realizar o verbalizar siquiera.
Ha sido un juego formal y de
contenido. La apuesta literaria ahí está. El tema de genero esta como tema principalmente
y formalmente lo logra con las voces de las narradoras. Todos los cuentos se
escriben con una narración en primera persona por parte de una mujer. Son diferentes
mujeres de diversas edades, situaciones y países. Cuando terminas de leer el libro
tienes una visión de conjunto con todos los relatos en la cabeza y te das
cuenta de que esas voces se parecen o al menos resuenan como en una misma voz.
Releyendo el libro hace unos días el crítico se da cuenta de que siempre es la
misma voz, que evoluciona con el tiempo, crece, rectifica, se refuta así misma,
¿hay algo intencionado en eso o ha salido de forma visceral? Hay algo de lo que
él ha dicho. Antes, hace muchos años, Mònica Crespo escribía en tercera persona
porque le daba distancia y se sentía más libre para estar a salvo, distancia que
no tiene que ver nada con lo que escribes. Pero en este caso le salen cuentos
en primera persona, que le aportan distanciarse aún más. El aparente escondite
de la tercera persona en realidad no le servía. “En primera persona daba la impresión
de que era yo, pero estaba más alejado de mi Yo como autora”. Le interesa
explorar esas voces. Es un ejercicio formal, se plantea de qué forma construir
una voz diferente, aunque fuera en primera persona la voz que lo cuenta. Se
repite el mismo yo narrativo, siempre son mujeres o casi siempre. También se
oye la voz de un niño en el cuento nómadas con un léxico distinto. Se da cuenta
de esto y trabaja de forma consciente en todo momento. Hay diferentes yos,
voces distintas, con un corazón encarnado que es el mismo. Es la misma mirada del mundo que va
evolucionando. El ultimo cuento es una distopía o propuesta de ciencia ficción,
que en la actualidad no se puede dar. Interesa que haya una corriente subterránea
que atraviese todos los cuentos. La leona que se humaniza. El final es una
buena salida para el libro; un hombre queda embarazo, ella provoca que él geste
ese bebe.
Incluso los relatos que Vicente
Huici califica de realistas no parecen realistas, interviene por fin Jon Bilbao.
El realismo 100% no es posible. Es un libro polifónico, de muchas voces. En el
fondo, dentro de cada relato no hay muchas voces sino una voz que está contando
y retumba. De ahí la ausencia del relato, lo que no se ve o no aparece, pero se
intuye. Cada mujer tiene parejas y compañeros de trabajo, pero que no hablan,
no hay un dialogo y eso lleva a un tema secundario más latente; la incomunicación
y la distancia de las mujeres con ese entorno cercano y ese lugar que tendrían
que abrirse a ellas y no lo hace.
El tratamiento y punto de vista de
estos cuentos es de un gran extrañamiento y distancia. Esto se ve en los diálogos
con los personajes, en los hijos de la pareja, en el entorno más cercano y familiar.
No re produce una comunicación plena o autentica. El libro se conforma escribiéndolo,
pensando en cómo armarlo. Quien lo lee se siente asfixiado por una voz que le
habla al lector y que es abrumadora. Es un ejercicio que estaba haciendo Mónica
de forma consciente.
La conclusión extraordinaria del
libo es la incomunicación y la búsqueda de respuestas. Muchos personajes no las
encuentran en el entorno más inmediato. En estos relatos la problemática se
resolvería con sentarnos, tomar una copa y hablando en media hora despejar el
horizonte. Cada personaje está enrocado en su posición. Hay cierto trabajo sobre
el instinto, lo biológico, cómo va apareciendo y negociando su posición, lo
instintivo opera en el relato y eso no lo puedes controlar manejar y también brota
de forma inconsciente. En las relaciones personales uno no sé habla así mismo
para aquello que quiere contar. Aparecen y desaparecen términos fantásticos y realistas.
Se trata de ver como se encuentran respuestas al discurso externo de la maternidad
y al discurso interno que ella está tratando de elaborar.
Una pregunta lleva a otra; lo Instintivo,
lo inconsciente. Llama la atención en su literatura la plasmación de la
naturaleza. Aparece de manera recurrente pero no es una naturaleza como escape
del agobio de la vida cotidiana o para oxigenarse el fin de semana. Es una naturaleza
más shakesperiana, valga la pedantería, para sacar las pasiones ocultas, incluso
un lugar para el crimen. Es una naturaleza oscura. Lo ve en todos los relatos.
También priva de esta naturaleza a sus personajes, oprimidos por la sociedad, por
el hetero patriarcado y escapan a un sitio más respirable pero que tampoco es
carnavalesco. El relato de la familia de nómadas viajando en barco es su relato
preferido, está escrito en el pasado ese relato. Empieza la vida a contaminarse
y borrarse en el recuerdo. Al recordar se mata el momento en el que nunca te
volverá a bañar.
Vicente Huici reconoce haber
disertado más que preguntar. Escuchaba mientras hablaba ella y a la vez que lo
decía lo iba repensando. La naturaleza anuncia la llegada de unas mujeres que
van a ese lugar y esperan a ese ser que no se nombra, pero que tiene una voz. Aparece
esa voz, y les va a recibir. Todo está relacionado en los relatos. La
naturaleza va teniendo su lugar y se va manifestando perversamente por decirlo así,
reclama su espacio y se quiere apropiar de todo. Es la capacidad que tienen las
enredaderas, algo bello, de ocupar el espacio y el mundo y enredarlo todo, como
en las relaciones de pareja. Hay un intento en sus personajes de que no les
conquiste la naturaleza. Lo ha tratado ella de trasladar eso a los relatos.
Mónica quiere comentar algo antes
de que se le olvide; cada cuento surge al chispazo de una idea. Una vez veía un
documental sobre Van Gogh, pintor del que conoce lo que conocemos todos. Pero dieron
un dato que no conocía; el artista tenía un hermano mayor llamado Vicent que falleció
antes que él y cuando nació el pintor le llamaron igual. Su madre le hacía ir
desde que podía caminar a ver la tumba de su hermano. A Mónica le pareció algo terrible
perverso y terrorífico; ir a una tumba en la que está escrito tu propio nombre.
De ahí surgió el cuento los gemelos. La familia son esa gente que te protege,
pero también un espacio donde se ejerce mucha violencia. Ese relato le
impresiona. Mas violencia que lo de la tumba no puede haber. Tu madre, la persona
que más te va a proteger, resulta la peor devoradora de su hijo. Se pone en
cuestión esto en todos los cuentos. El ámbito intimo familiar es el espacio de
mayor violencia y de capacidad de control. Quería meter Mónica esta cuña
Hasta cierto punto es una novela
de tesis como aquellas de los realistas, plantea Jon Bilbao, porque está
defendiendo algo. Repasando lo que ha sido la visión convencional de las
mujeres hasta ahora (y esto está volviendo otra vez) impera la visión de la
mujer de los 70 80 y principios de los 90. Basta con escuchar la música machista
que escuchan nuestros hijos para ver cómo está el gobierno; las letras del
reguetón. Se está hablando de una mujer que se ha presentado hasta ahora como
la natural. Nunca ha creído en la naturaleza, en lo natural. Sin que sea una
tesis, está recorriendo todos esos tópicos y el mayor de ellos que es el ser
madre. Emakume en euskera es la que “da hijos” y pasar de emakume a andere
(señora) ha sido un paso importante en el feminismo; poder ser señora y no solo
madre. Se discutió quitar de en medio la palabra gizona, sustituirla por
gizakiak. Necesitamos un lenguaje no binario que sea neutral. Ni bueno ni malo.
El lenguaje ordena lo que pensamos y construye la realidad. Las chicas que
aparecen son malas, no quieren aceptar un poco todo eso. No tienen porque ser
madres, ni renunciar a lo que hacen los varones y si no quieren o no pueden se
escapan; vuelan o matan al fruto que están concibiendo. Que un varón quede
embarazado trae detrás mucha discusión. Si aceptamos que es una novela de tesis
al final una de las discusiones es, aunque sea de forma indirecta, cuál sería
la clave para Mónica de esa nueva mujer; la mujer del siglo XXI. Habla de una mujer
del siglo XIX y XX que se ha prolongado con los beneplácitos de lo material.
Ahora se reconoce la homosexualidad, se regulariza a adopción, hay embarazos
artificiales… pero se lo dijo hace poco una amiga feminista a Vicente; la mujer
puede perder un gran poder que es precisamente el parir. Si lo relegamos a una
maquina o la dominación de las probetas y los úteros artificiales, se perdería
quizá un valor de feminidad que algunas feministas pueden reclamar.
Mónica no se había hecho esta
pregunta. Después de escribir el libro piensa en la casuística, en las posibilidades
del libro. Diana es un cuento que escribe del tirón con su amiga Araceli. Habla
de la maternidad subyugada, la tensión entre lo biológico y lo educacional, la posibilidad
de ser madre o no. La maternidad o la posibilidad de ser madre es una cualidad
biológica. Todos los procesos culturales que intervienen en la mujer construyen
esa manera de presentarla. La protagonista consigue ese bebe llamado Diana,
pero no lo puede identificar como propio, un vínculo ahí se ha roto. No se
trata de plantear si esto puede ser o no, sino si hay una posible ruptura de ese
vínculo del parir, sobre eso trata el cuento. En Malgumia ella es un animal y
quiere hacerse cargo de un ciervo y nutrirlo. No es su objetivo definir a la
mujer. Le interesa más reflexionar sobre esta cuestión y que cada uno
establezca un dialogo propio con sus propios pensamientos emociones y con las cuestiones
que aparecen en estas “malas madres”.
Durante generaciones ha habido cosas
que no se han podido decir o contar. Escribir es pasarlo bien y jugar, pero
también hacer pensar, reflexionar. Mónica lleva 3 años dando talleres
literarios, enseñando a escribir a la gente y los alumnos aprenden algo con
ella. Quiere pensarlo así. Pero cuando se imparte una clase el que más aprende
es el profesor. La docencia la ha ayudado a escribir estos cuentos. El trabajo de
preparar las clases, hacer ejercicios, el trabajo diario del taller... La
creación de sus cuentos va por otra via, no tienen que ver con las clases, pero
le ayuda ver cómo otros resuelvan otros los problemas en el texto. Es hacer una
gimnasia para cuando llegas a tu ring, es ejercitarte. Quien más aprende es la
profesora de sus alumnas, cuando comete errores que no tiene que cometer o
bromea con ellas.
Andrea, amiga de Mónica y alumna
del taller de Ramiro Pinilla, toma la palabra y la agradece la conferencia.
Para ella Mónica en este libro cuenta los entresijos de ser madre. En todos los
sitios se cuenta la verdad y la bondad de ser madre, pero no todo es bueno.
Ahora se va sabiendo más. En su libro muestra una sensibilidad impresionante. Lo
explica de manera perfecta. Hay momentos en que a un hijo lo quieres, pero… te irías
a un hotel ahora mismo a descansar. Mónica refleja todo eso, y por ello le da la
enhorabuena. Esta enfadada con Vicente Huici en su definición de mala madre
porque las madres son lo que pueden, ni malas ni buenas. Es importante e inquietante
esta cuestión que nos hace preguntarnos a nosotros mismos. La literatura sirve para
que nos hagamos preguntas. Los que han leído el libro se han enfrentado con su
propia realidad. Quiere la autora que al final uno se conmueva y se haga preguntas.
Hay una corriente de malas madres en la sala, bromean. Mónica habla de esas “chicas
malas”, como aquel título de libro de autoayuda tan repetido por Lucia Etxebarri;
“las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes”. Habla de los 9
años que ha tardado en escribir el libro, y la preguntan si ha sido por el
miedo escénico. En realidad, han sido más años. Empezó los cuentos en 2008 a
escribirlos. Cuando pensó que había algo digno llegó el momento de mostrarlo y
entregarlo a otros.
Las alumnas también le agradecen
los ribetes poéticos de su prosa, “escribe para nosotras”. Todas la felicitan
por esta su opera prima y su brutal encanto. ¿Pensó en la crítica mientras lo escribía?
Pensó mucho en la crítica. Al impartir talleres de escritura parece que si coordinas
talleres eres mejor que nadie, pero no es así. Ella ve todos días personas muy
buenas, con buenas historias y gente que escribe muy bien. Al final haces lo que
puedes. Por dar talleres no es mejor escritora.
Ha sido de forma pensada y reflexionada
lo de publicar. Quería abrir la puerta a personajes femeninos y temáticas
femeninas que han tenido poco espacio en la literatura. Fatema Mernissi es una
feminista que no ha leído, pero que ha llegado circunstancias parecidas a las que
expresa en el relato. No sabe si lo ha hecho de forma consciente o
inconsciente. En la charla Mónica comenta las referencias literarias que tiene;
Julio Cortázar, sobre todo en los cuentos fantásticos. Clarice
Lispector es una voz
introspectiva, admira de ella su forma de posicionarse como mujer autora y
escritora y establecer el tema literario como algo con lo que reflexionar. No
recuerda más autoras en este momento. La forma extrañada de tratar la realidad
de Kafka es su principal influencia. También hay algo de Silvina Ocampo que le
gusta mucho. A los tres los cita en el libro. Tiene que ver con lo irracional y
la naturaleza en la vida del ser humano. Muchas otras referencias son
inconscientes, uno va leyendo y se va empapando de sus lecturas, pero de forma
deliberada sus referencias principales son estas.
La felicitan por su valentía,
normalmente nadie quiere en lo políticamente correcto posicionarse o salirse
del discurso oficial marcado. A muchos hombres les ha hecho inquietarse. Es un
poco fuerte. se alegra de que sea así. Hay mucho trabajo detrás. El tipo de
relato o cuento que hace plantea tesis para que trabajemos cosas interesantes.
Siempre son un poco metáfora. La preguntan si ha pensado utilizar este libro
como terapeuta. Tiene buenos ingredientes para hacer unas buenas terapias con
estos cuentos. Se podría trabajar el psicoanálisis con el cuento de Mónica por
la simbología que utiliza. Las mujeres investigamos en este campo de trabajo
que somos nosotras mismas, para poder decir; “vete a tomar chocolate y yo a un
hotel”. Podría ser un trabajo de campo para todas las feministas que lo quieran.
“El libro es vuestro”, reconoce Mónica. Hay lectores a los que les costará entrar
al libro y reconocer sus claves. Vicente cuando quiere releer o repensar algo sobre
el libro va a los apuntes donde ha hecho una relación directa con el texto, son
sus apuntes de trabajo. “Esto es para vosotros”, insiste Mónica. Cada cuento
sirve para pensar, para sentirse mejor. Si el libro es terapéutico mejor,
aunque no era esa su intención inicial. Pero la literatura siempre nos salva.
Lo mejor que le puede pasar a un escritor es sentarse con el lector a hablar
sobre ese libro.
Otras voces se unen a las felicitaciones
y agradecimiento. Muestra a una mujer que no sería posible mostrar hace 20 o 30
años. Es la mujer de hoy, con sus inquietudes sobre la maternidad y es el futuro
sobre la mujer. Quería señalar Mónica que su libro es un producto acabado desde
la portada. Se pregunta si la portada la ha hecho después o antes de la
redacción del libro. La portada recoge lo que ella en palabras va explicando. En
la portada aparece una mujer exultante como mujer con pechos, que puede
amamantar, pero que se tapa la sexualidad, la cara y la cabeza. Eso lo vemos en
cada uno de los cuentos.
Sus alumnos la agradecen las
clases que les da y lo que les ha enseñado, y la nueva mujer que les enseña a
ser. La portada es de José Luis Cantos, el ilustrador con él que ha trabajado.
La editorial es Base. El editor es David Aliega quién está en Barcelona y no ha
podido venir. La dijeron; “hemos pensado para ti ponerte en contacto con el
ilustrador y cuéntale lo que tú quieres que dibuje”. Ella le dice en que consisten
sus cuentos, la emoción que quería trasmitir en la portada. Trabajan juntos e intercambian
ideas. Mónica había soñado con una mujer con cabeza de leona. Además, hay un
cuento de una mujer leona. Brotó la sintonía entre los dos. El ilustrador
ajusta la perspectiva, trabaja los fondos y otro tipo de detalles, pero el
resultado le encanta a su autora. Está agradecida a Cantos, a David y a la
editorial. La portada de la leona le gusta “El libro como tal ha quedado muy
bien, ¿qué voy a decir yo que soy su autora?”.
No se identifica con el resto de
las madres. Las madres somos un poco leonas. Es un acierto esa portada. Y el
título; las madres secretas. Hay momentos de esas madres que todas hemos
tenido. No deja indiferente su retrato y te conmueve mucho interiormente porque
las ves desnaturalizadas. No te deja inerte. Esto lo consigue un autor, un
escritor, pero puede ser un cuadro. El arte principalmente no te tiene que
dejar indiferente. Por eso ha cumplido lo que tiene que cumplir un artista. El
instinto de la leona lo coloca donde no debe. El instinto de la hija del
segundo cuento es parte de lo que le falta a esa leona. Trabaja con lo natural,
lo innatural, lo que culturalmente es bueno o malo y lo que debe hacerse. Quiere
agitar conciencias con estos elementos y hacer algo que trate de sacudir al lector.
Encontrar un libro que sea un hecho artístico es muy difícil, que en si mismo
resida su utilidad, no sea algo funcional, trasladable, producible o trasportable.
Puede pasar con un cuadro. En este caso es literatura porque si no sería una crónica
documento o historia.
Cuando alguien abre estas páginas
y se mete, con este encéfalo que se nos ha dado, vive y piensa y siente y al
cerrarlo le causa un efecto importante. ¡Cuántas veces dejas un libro a medias!
Un libro como este hay que leerlo varias veces. Si es leíble varias veces es un
hecho artístico, no puedes apropiarte del contenido, y vuelves a la forma que
te agarra y te hace reflexionar y pensar. Es un gran libro. Un hecho artístico.
“Es cierto, como igual no público en mucho tiempo que lo lean varias veces”,
bromea su autora.
Resaltan la importancia de la
forma en este libro, las historias son impresionantes, pero como alumna lo que
le deslumbra es el lenguaje, siempre adecuado según la historia que se trata.
Hay momentos en que ha hecho magia. La manera que habla de esa naturaleza
inquietante en el relato “mujeres, hombres y enredaderas” Este librito exige
leerse varias veces cada cuento. Una persona entre el público reconoce haber
leído el relato de la ofrenda hasta 4 veces y sigue sin saber las claves, lo
que nos quiere contar. Eso exigiría otra sesión, en que destripe un poco sus
intenciones ultimas porque es un texto para el gusto de esta lectora complicado
y encriptado y difícil de saber su intención. ¿Hasta qué punto ha querido
llegar con esa historia? La pregunta esta queda en el aire, exigiría otra
charla, pero el tiempo apremia. Cada vez que esta lectora lee a Mónica se
siente más pequeña ante su grandeza. El acto acaba porque hay muchos lectores que
quieren que Mónica Crespo les firmar unos cuantos libros y esto le va a llevar
mucho rato. Sentada en un butacón Mónica conserva con sus lectores y luego les
invita a un aperitivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario