“CINE Y LITERATURA: HERMANOS DE
SANGRE” EZTABAIDAK LITERATURAREKIN XXI.MENDEAN
FERNANDO MARÍAS Y LUIS MARÍAS
(HERMANOS)
PRESENTADO POR IÑAKI ESTEBAN
Fernando y Luis son hermanos, del
62 y del 58. Se llevan 4 años. Tienen trayectorias comunes y paralelas, pero
también divergentes en gran parte de su geometría creativa. Crecieron juntos
con pasiones comunes, como la del cine. De niños hablaban más de cine que de literatura.
Luis es director de cine y Fernando es novelista. Han hecho entrecruzamientos
en las obras de cada uno. Tienen elementos comunes. Hay muchas novelas de
Fernando que son casi guiones de cine, y al revés; guiones de Luis que parecen
novelas. Ha influido el montaje del cine en la estructura de la novela. Iñaki
Esteban hace un recorrido biográfico de los dos
Luis Marías nace en el 62 en
Bilbao, y en el 85 se licencia en ciencias de la información por la UPV, y
monta una productora de cine con Enrique Urbijo, Javier o Ana Dudabe y ruedan
tu novia está loca y todo por la pasta, sus dos películas más conocidas. A
partir del 96 escribe para Eduardo Camboy, Mariano Barroso, y otros directores.
Gana el Goya al mejor guion con Mensaka (novela de Mañas) con Salvador Ruiz de
director. Ha dirigido x y Fuego. Está preparando una película y también ha
hecho la miniserie “Gernika bajo las bombas”
Fernando Marías nace en el 58 en Madrid.
Es el autor de la luz prodigiosa, ciudad de Barbastro. Intentó hacer novelas
para cine. Pensó que podía funcionar. Ha creado un comisario que protagoniza
sus novelas. Ha ganado el Nadal primavera y el Biblioteca Breve en 2015 por la
isla del padre, su última novela que es una memora familiar.
Hablan de la confluencia de cine y literatura a través de la vida en común de los dos hermanos. Crecen juntos y se contagian esas pasiones. Fernando vivía en Madrid y cuando salía del hotel y veía la luz, el aire y la presencia bilbaína se llenaba de felicidad. Ahora ha vuelto a Bilbao, ayer estuvo hablando de esos recuerdos. Se acuerda de esos domingos por la tarde en invierno en que ponían Bonanza en la tv y cuando acababa le albergaba la depresión, pues era el fin de las vacaciones. Llegaba el anochecer y le deprimía porque al día siguiente había que ir al colegio. Cuando ponían los créditos significaba el fin de las vacaciones, volver al cole. Era el fin del fin de semana. Se confligía. Esta atmosfera color y temperatura es lo primero que forma a uno como escritor. Comparten las pasiones que ambos tienen; las pelis que han hecho, los libros que han escrito. Todo viene de la percepción del aire que les hace ser de una manera o otra. Nos educaron los Western con Jon Wayne, esos semidioses grabados en la memoria.
¿Cómo se ven las cosas con los
años en la infancia y juventud que es cuando te estás formando y buscando tu
esencia? Es un papel en blanco la creación. Ahora ves la película y te puede gustar
mucho, pero acaba ahí. Lo que se lee o las pelis que se ven de niño son clave en
la formación de un artista y luego nos extendemos, pero todo parte de esa
infancia. Recuerda una peli que vio de niño y otra de adolescente que le
cambiaron la vida. La literatura va detrás del cine, para él al menos. Es
importante porque te marca, pero de otra forma. Es como un circulo, lo que les
y ves de joven y luego sale a flote de mayor. Todo por lo pasta es un homenaje
a la primera novela de Fernando. Fernando
le abrió a los escritores de novela negra como Víctor Hayne. En una presentación
tenía que contar de qué iba el libro. Le dicen que su narrativa se parece a Melbourne
y otros escritores de novela negra. Te empapas de todos esos autores y lo sacas
inconscientemente.
Relatan su primer impacto con el mundo
de la fantasía, ambos tienen la sensación de que su vida ha sido ver pelis y de
ahí pasaron a los tebeos. En la formación de los que amamos la literatura
siempre está al principio el comic; Asterix Tintín, el capitán Trueno, el teniente
Blueberry y de ahí se pasa a la alta literatura. Los tebeos son maravillosos,
pero necesitas algo más y lees Frankenstein o Movy Dick. Esa peli que cambió su
vida fue (la vio con 8 años en la tv) sombras recobradas, un título precioso.
También daban Nosferatu y fue a verla, a las 8 de la tarde la pusieron. Era
miedo, pero no el de la vida real, porque estas en casa y no te va a pasar nada,
pero esa noche pasó terror, sudores fríos y al día siguiente a la mañana estaba
bien, pero cuando se acercaba la noche tenía miedo de nuevo. La madre les había
comprado el exorcista. No le dejaban leerlo. Era Luis muy cabezón, solo quería
leer eso, no otras cosas. Y lo consiguió. Era el placer de leer cosas
prohibidas, de mostruos y terror y leyó también nuestra señora de París y se dio
cuenta de que el monstruo Quasimodo que quería ver era lo de menos. El
verdadero rostro del libro es el cura mentor del jorobado. Es una novela
grandiosa, y hay miles de personajes. Lo que pasa no obedece a la típica historia
de terror, va mucho más allá. Hay algo más que los monstruos y creces y
empiezas a leer otras cosas. Fernando vio Nosferatu también y analiza ahora lo
que le dio tanto miedo entonces; la escena de Nosferatu entrando por la ventana
y las imágenes del cine mudo en blanco y negro y la sensación que le quedó, la imagen
documental que pertenece al pasado, la idea de que existió de verdad. Cristopher
Lee o Bega Lugosi se disfrazaban de Drácula, pero a Nosferatu lo habían
encontrado los reporteros del documental. Le pasó con la primera de Terence
Fisher de Cristofer lee. Estaba en una casa, en un lado el salón con tv y en el
otro la habitación. Tenía 14 años, se creía que ya estaba formado y curado de
espanto y de miedo. Se acordaba de Nosferatu. Apagó las luces de la casa, qué
tontería, no me va a dar miedo. Tenía miedo de que allí apareciera. Vio los anuncios
antes de ir a la cama y el largo pasillo lo atravesó encendiendo la luz por
miedo a que apareciera Drácula. Cruzó el pasillo a oscuras, ahí perdió el
miedo, y germinó la pasión por la fantasía. El Exorcista cumplió la función de
volver a darnos miedo, aterrorizarnos. E incentivar la creación.
A los chavales sigue gustándoles
ir al cine. Entonces veían la tv que casi no existía, se leía mucho y se veía
mucho cine. La tv no te formaba tanto la cabeza. Los cines eran enormes,
grandes. En la calle Iturriza es donde vivían. Estaban los cines el ideal, no
los ideales, eran el cine más grande. Estaban los Albeniz, el Olimpia, el Cinarama,
en ese círculo en un par de manzanas. El Santiago apóstol era el cine del
colegio. El cine de parroquia. Una parte
de su vida de infancia trascurría en ese cine. De ahí vino la predisposición de
ellos al cine. Estaba la ciudad real y luego esas salas mágicas, ir al cine era
algo mágico, te sentabas y veías el espectáculo blanco. Veías el prisionero de
Zelda o bailando bajo la lluvia. Tiene grabado las pelis que ha visto, el
coloso en llamas. Estas películas se estrenaban desde el 69. “Se nos ha quedado
grabadas esas escenas”. Había la sesión doble, algo inconcebible ahora, daban
dos pelis seguidas y comías y bebías y podías hacer de todo dentro, incluso se
fumaba. Huele mucho a humo, decían. Era una sensación muy especial al acabar el
colegio. Entrabas con la peli terminando, para la sesión de las cuatro.
Empalmabas un cine con otro. Entrabas en una sala en la que ya estaba Jon Wayne
cabalgando, llegaba en caballo y bajaba del caballo y lo ataba en la cuadra.
Entrabas en una peli empezada sin saber de que iba, llegaban los anuncios y el
nodo. El momento en que Wayne bajaba del caballo es cuando te decían ya está,
esto ya lo hemos visto. Él quería seguir viendo la película, aunque fuera
repetida.
¿cuándo decidieron que no serian
ingenieros ni economistas, sino que iban a dedicarse al cine? Siempre han
tenido una pulsión extrema. Los llevaban a Santiago apóstol en 3 de EGB.
Algunos amigos se iban a los pueblos de fuera y él se quedaba charlando. En la alhóndiga
había carteles del cine. Los monstruos del terror, recuerda. Les contaba a sus
amigos de que iba la película, luego empezaba a improvisar, “me tengo que ir,
mañana seguimos”. No puede evitarlo la pulsión que tiene hacía el cine, de
pronto surgía la posibilidad de crear historias. Se preguntaron si podían vivir
de ello. Era una obsesión el cine y el terror en Luis. Hay una foto de él disfrazado
de Drácula con 11 años, con la cara blanca. Grababa voces atroces. Alguien
hacía ruidos horrorosos y no había nadie, era Luis que los estaba haciendo. No
era tanto el cine, era todo lo relacionado con el terror; el hombre lobo, Drácula…
Era una fascinación total. Siempre pensó que iba a dedicarse a algo
específicamente sobre el periodismo, pero nunca se ha dedicado a nada de eso.
Fernando le abrió mucho camino a
su hermano. Se marchó a Madrid y volvía en navidad con libros y discos en el
año 75. En aquella época era una locura. ¿Cómo le propones a tu familia con 16
años “quiero ir a Madrid a estudiar cine”? Les dio una buena serenata para
convencerlos. Tenía la vocación muy clara. Lo miras con el conocimiento de las
cosas que te dan los años, y lo ves hasta divertido. Creía que no había llegado
a Madrid sino a Hollywood, en un par de años ganaría el óscar, se decía. No era un hombre adulto maduro viviendo en la
ciudad. Con 16 años era un niño. Era peligroso Madrid entonces. Luis tiene el
recuerdo de las cosas que traía su hermano de Madrid. Al acabar el primer curso
de la facultad conoció Fernando a un chico de Alicante experto en rock y este
amigo le enseñó a apreciar a Bowie, Dylan, Lou Reed, Leonard Cohen que él no
había oído. Fernando se aficiona y obsesiona por el rock como su hermano por el
terror. Tenían un tocadiscos, que compró en círculo de lectores, con bafles y
un botón que girabas y la música pasaba de uno al otro. Era el prodigio más grande,
como se escuchaba la música. Tenían un disco de María dolores Pradera y la
internacional del 75 de su padre. Sacaron un disco musical con la muerte de
Franco, con la Internacional. Fernando llegó con un taco de discos, era una
orgia musical, no lo habían oído nunca, fue un descubrimiento igual al de la
literatura y cine, pero como no tenía capacidad para la música ahí dejó su
vocación.
“De adolescente buscas de todo, luego hay cosas que rechazas, lo vives con intensidad y pasión. El viaje a Ítaca ha sido muy impórtate, da la vuelta a muchas cosas”. Recuerda Luis los discos que trajo Fernando. El rock de Miguel Ríos, por ejemplo. Aún no había decidió que quería, le gustaba los comics, y se planteó ser dibujante. Fueron a ver el sueño eterno y salieron de ahí fascinados a otro nivel que con Nosferatu. Luis decide que quiere hacer cosas como la que acaba de ver, con el pelo atrás y la gabardina de Humphrey Bogart. Fueron donde un profesor yogui del colegio la Salle para que les diera nociones y clases de cine. Daba lecciones básicas de lenguaje. Esa peli cambió sus vidas, como una revelación. “Quiero hacer películas”, se dijo Luis. “Tengo 14 años en Bilbao y es casi imposible”. Fueron al cine social de Lekeitio con el grupo salvaje. Había visto pelis, las había comentado, pero eso le dejó anonadado. “No sé cómo, pero voy a dedicarme a esto”. El cine te hace moverte, en la necesidad de seguir haciendo cosas. Hay momentos en que fracasas, llevas años sin hacer una peli o algo concreto, o no puedes levantar una película, necesitas una pasión especial para aguantar eso, porque no estas cobrando. Algo sigue existiendo con los años. No hay trabajo más bonito que inventar historias. Escribes una página y otra. Lo dice sin falsa humildad, sin vanidad. Te dices; “esto está bien”, igual te lo dices equivocado, pero aprecias el giro argumental que se te acaba de ocurrir y que va a electrificar a los espectadores. Tienes la sensación humilde sincera de que está quedando muy bien. Es una gran satisfacción. El buen salvaje, el sueño eterno… Han atravesado el rio grande y no pueden volver. Deciden hacerse escritor y cineasta, con la inutilidad que los caracteriza.
Recuerdan cuando empezaron a crear. Cogieron un cuaderno. Fernando copiaba páginas de comics y se recuerdan los dos hermanos siempre dibujando. Luis copió un comic de 60 páginas con todos los personajes, un comic entero, con todos los diálogos y todos los personajes, Blueberry, el corto maltes, con toques de Tintín, tenía 17 años. Tiene el comic en casa. No lo ha perdido. No lo ha vuelto a ver el comic. Supone que le dará un poco de grima igual que volver a ver su primera película “mi novia está loca”. Pasa eso con las primeras novelas y todo lo que hacemos. El protagonista se llamaba Luis Marías. Quiere releerlo para ver de que iría. Fernando se refiere en broma a la megalomanía de su hermano. Esto era la continuación de la gabardina de Bogart, con Gary Cooper, bromea. Pero Luis no tenía talento como dibujante. Intentó equivocadamente hacer cine. Intentaba hacer guiones.
¿Se acede más fácil al mundo y mercado
e industria editorial que a la industria del cine? El cine es mucho más
complicado y más en esos años. Se recuerda siempre escribiendo Fernando,
mientras se arrima una copa de agua a los labios (bebe más agua que nunca,
dice) Empezó Luis con esos comics y películas en super 8 inspiradas en ese cura
de la Salle, pelis de tiros y muertos, que escribía, dirigía, montaba e
interpretaba, pasándoselo muy bien. Es como jugar de niños a vaqueros. Hay una
peli que se ha perdido, en super 8, rodada en la terraza de su casa, era una
pelea. Fernando la dirige y Luis interpretaba a las dos personas que se pelean.
Eran los planos de tomavistas del pasado. Tenían un concepto teórico del
montaje; este plano que dure segundo y medio, por tanto, si cada fotograma pasa
24 segundos, el momento en que aprietas el puño hay que grabarlo en medio
segundo. Se ponía como la víctima que recibía el puñetazo y se grababa 1
segundo. Eran movimientos absurdos, él solo en la terraza. Estaba ahí el “algo más”,
la vocación por el cine. Juan Carlos Santamaria murió al poco de ir a Madrid.
Daba la clase de fiosofía religión, sabía mucho de cine, tenía muchos intereses
en las películas que veía. Indagaba en las pelis, sabía quiénes eran los directores.
Eran pelis de Gary Cooper y de Jon Wayne, pero nadie mencionaba a los directores.
“Él nos hablaba de cada director, de cada peli y las que sacaban un tema social”.
En esas edades hace falta algo o alguien que te guie, luego ya eliges, pero necesitas
alguien para que te empuje, dicen. La educación y el aprendizaje son básicos, y
que esa persona maestra sepa un poco de todo. Es necesario un adulto que te
diga que es posible interesarse por las películas, verlas, incluso hacerlas.
Lo de dedicarse al cine fue un
cúmulo de coincidencias y pequeñas circunstancias. Ambos estuvieron en la escuela
de ingenieros y luego pasaron al Santiago apóstol. Vieron un corto de Antón Echevarría
de hace 45 años. Te podía gustar o no. Era algo de un matadero. Alguien ha
conseguido una cámara de 16 y había hecho una peli. Eso le dio ánimos a Luis para
rodar su propia película. En el 72 en Madrid estaba Luis más cerca de rodar que
en el Bilbao de 1942. Las circunstancias te permiten que algo ocurra a tu favor
¿Tienen puntos comunes entre los
dos hermanos o cada uno va a por su lado? Son muy distintos. Luis hizo un guion
“el asombroso hombre doble”, estaba muy bien, se veía como una novela de terror
y era un guion buenísimo. Era un Jekyll y Mister Hyde en una ciudad moderna y en
el tiempo de ahora, con los personajes de hoy. Ambos parten de un mismo punto,
pero es inevitable derivar hacia lo personal. Fernando le dice a su hermano que
no se reconocerá en el comic que hizo, le hará gracia. La luz prodigiosa es la
primera novela de Fernando, la releyó para una edición de hace poco y hay cosas
que no haría así, o descubres con terrible horror ¿cómo he podido hacer algo
tan mal? Vas derivando a otros lugares la creación literaria. Seguro que si
Luis hace otra versión de su misma novela sería distinta. La evolución de cada
uno va por un derrotero. Bebieron de los mismos comics, de los mismos libros,
vieron las mismas películas, se empaparon, pero luego lo que crea cada uno es
diferente. Hay cosas suyas que Luis no tiene porque no las has vivido personalmente.
Al final tu mirada es la que has ido adquiriendo por el hecho solo de vivir. A diez
personas las pones ante un folio en blanco y habrá varios puntos de vista diferentes,
una se interesará por una cosa o otra, por el desenlace, o por como comienza.
Cuentas creas te imbuyes de tu propia autobiografía o de los cuadros música y libros
de los que has podido empaparte.
¿La primera novela de Fernando se
escribió mal o es el espectador y el lector el que ha cambiado? Las obras que
escribió Faulkner en el año 30 ahora no seguirían gustando a los lectores. “A veces
cambias tu más que la obra, más que la novela o película, lo que cambias eres
tú que estas en otra película, nunca mejor dicho”. En una persona que empieza a
contar historias siempre hay una parte de aprendizaje. Es raro encontrar que la
primera novel sea una obra maestra deslumbrante. Una peli es un debut. Ha
estado mucho tiempo preparando esta historia que ya ha madurado. Pero a los 22 haciendo
la primera película y sin medios para hacerlo todo es más difícil. En lo que ha
hecho hay una parte de iniciación, todo narrador se ha pasado unos cuantos años
imitando a sus héroes y hay que matar luego a esos ídolos que te han fascinado.
Es un poco adolescente lo de los ídolos, “luego te olvidas y tú cambias más que
la obra”. De tu novia está loca tiene un recuerdo precioso. El paso del tiempo
repercute mucho en este tipo de cosas. Recuerdan la primera novela de Fernando.
Esas pelis que tanto te impactaron si vuelves a verlas dirás que están bien,
pero es muy difícil cumplir las expectativas de una primera novela. Es muy
llamativa la novela, piensa ahora, pero a la vez la escribiría absolutamente de
otra manera. Me da mucho miedo volver a releer mis novelas, asegura Fernando. Las
de Raymond Chandler, se han quedado pasadas, algunas se mantienen bastante. La ultima
el largo adiós, ha quedado. Lo que le pasó con Víctor Hugo a Luis le pasó con
el largo adiós a Fernando. La novela negra ha derivado en novelas que no merece
la pena leer. Pero en esta novela hay una mirada sobre el ser humano, es una novela
extraordinaria. Adiós muñeca está bien, pero el sueño eterno es muy poquita cosa.
Tiene la sensación de que le gustaron las 6 primeras novelas, y que era
necesario leerlas para llegar a la última. Es una novela iniciativa. Es más fácil
revisitar una peli que un libro.
Han hablado en términos no elogiosos
de sus primeros trabajos; mal rollo, grima... Los espectadores les preguntan a
los dos hermanos sobre sus primeras obras. Nunca les han pasado las cosas que
les pasaron en estas pasarelas a su vocación. Cuando empezaron hacían cosas con
una inocencia que ahora no podrían volver a hacer. Mejorando también se puede
empeorar. “No queríamos decirlo tan fríamente, pero es lo que queríamos decir”,
bromean los hermanos. ¿Es una pregunta o una afirmación? Toda persona empieza
no sabiendo hacer nada, hace porquerías, y emprende un camino que acaba en la
decadencia y en la muerte y en medio queda un destello. Con el tiempo pierdes
parte de la ilusión o te desgastas. Cada caso es distinto, pero el escritor
solo puede mirar sus trabajos hacia el futuro. Lo que hicisteis hoy está bien o
mal pero ya es pasado. Es sano no tomar muy en serio todo lo que has hecho.
Luis ha hecho grandes mierdas, y otras cosas que le sigue gustando. No dejan de
ser pelis o libros, ¿qué importa que estén mal o bien?, nos gustaba y gusta
hacerlas y si le gusta a la gente genial. Esta percepción del sentido el humor
es muy impórtate, lo que he hecho viene al final, pero con 20 años no puedes pretender
hacer obras maestras. Luego te vas conformando.
Cuenta Fernando la anécdota de Jiménez
rico y Garci en el Gijón, lo que Garci le dijo; “llevamos 30 años amando el
cine de Hollywood e imitando el sueño eterno y casa blanca y el viento se llevó,
y no hay manera de hacerlo mejor que ellos”. Lo bonito es hacer las pelis,
luego lo ves el resultado. Es lo que decía Luis Llach en el viaje a Ítaca; no importa
donde llegas sino lo que vas haciendo, importa el camino y no lo que haces. Está
en la enseñanza de la literatura, son libros para que aprendamos. No lo decían
hace 500 o 3 mil años sino hace poco. Hay obras que nos estan contando cosas y
la odisea está contando que lo que merece la pena es el viaje. Lo deprimente es
cuando vuelve a casa y todo acaba y se pelea con los pretendientes de Penélope.
Igual que en western cuando llega el héroe solitario a caballo a la ciudad. El
creador está buscando la sensación placentera de escribir guiones o novelas, y
decirse; este párrafo me ha quedado bien. Los creadores viven más en el siguiente
capítulo y en el futuro que estás haciendo y en lo que vas a hacer. Te
preocupas de que se realice en esa etapa dura lo próximo que vas a hacer. A
Fernando le sorprende cuando hablan bien de una novela del pasado. Agradece el
alago, pero no se lo cree. El niño de las coroneles no lo ha vuelto a leer, le
da la misma grima, no está seguro de que volvería a escribirlo ahora como está
escrito.
¿Podrían contarnos algo de lo que
están haciendo ahora? Fernando está escribiendo un libro y Luis preparando una
peli. Fernando escribe algo autobiográfico similar a la isla del padre. El otro
día se le ocurrió un libro relacionado con esa sensación de Bilbao después de
ver Bonanza. En un alarde de humildad sin imites ha hecho una novela de ciencia
ficción donde él mismo tiene 90 años y esa megalomanía extrema va a entroncar
con el comic de su hermano. Luis empieza con una megalomanía extrema que es
donde Fernando acaba. Luis acaba de rodar una peli que ha escrito, saldrá Maribel
Verdú, hay una escena de un puente colgante, el año que viene oiremos hablar de
ella, se llamará “bola de crímenes”.
Los dos hermanos concluyen que era
difícil dedicarse a esto, pero se han dedicado a ello. ¿A qué se dedican los
demás hermanos? En la imagen que salía hoy publicada en el Correo esta su
hermana Ana, que ha tenido mucho que ver con esa imaginación que desarrollaron
los hermanos. Ella ha desarrollado otra vida familiar y otra profesión. Pero ella
tenía un protagonismo importante en las películas que producían o veían. En
ellas Luis era el muerto, la carne de cañón. Vieron morir con las botas puestos
y repitieron la escena del general Caster y los indios eran Luis y Ana y
Fernando era la caballería. Jugaban también a viajes al fondo del mar, un viaje
en submarino, Ana recordará que ella creó un submarino en la habitación,
cogiendo las fichas del parchís y poniéndolas en una mesita como distintos
botones. Pulsaban así los elementos nucleares del submarino. Encontraban
turbulencias submarinas y ella gritaba ¡turbulencias! y todos se movían. Los
botones se caían al suelo moviendo la mesa.
Y es que el padre era marino
mercante y muchas veces se iba de viaje. Esa imagen del padre la tienen grabada;
iba con traje chaqueta y corbata y llevaba un portafolios nada más y cuando
iban a Lekeitio de vacaciones llevaba como 20 maletones. Era como las pelis de
agentes secretos, tú ves a un señor que va vestido con corbata negra americana
gabardina y con portafolios y te dices que es un agente secreto. Los agentes
vestían como su padre. Todos van vestidos igual. Tenían la teoría de que era un
agente secreto y no trataban de desenmascararlo, tenía mucha gracia pensar que
era agente secreto el padre.
En el entorno familiar la idea de
la fantasía ha sido muy importante. Tenían unos padres narradores que les contaban
doctor Zhivago. El origen de contar historias viene de como contaban sus padres
esta novela de Pasternak. La madre lo contaba en forma de resumen; es una historia
de amor en la revolución rusa. Decía la música está muy bien o contaba alguna
escena más. La versión del padre duraba 3 horas porque contaba todo, 4 h y
media. La versión de la madre duraba 1 hora. Eso les hizo ver que hay distintas
maneras de contar una historia. Veían luego las de David Linch, y se decían; no
está mal, pero era mejor la de papa. Contaban lo que leían en los libros y el
cine pues antes que la tv era el único divertimento. Veían todo tipo de cine. Un
día fueron a comer chocolate con churros en Lekeitio y el padre les contó el coloso
en llamas. Cuando lo vieron ya se la sabían entera por lo que les había contado
el padre. Los padres lo disfrutaban aún más. Eran historias que les gustaban más
que los 3 cerditos, el puente sobre el rio Wayn… La idea de imaginar escenas
era parte de su fantasía. Iñaki Esteban recuerda que Marta Sanz estaba atascada
en una novela y decidió contarla como lo contaba su hermana. Acaban las
intervenciones del público y la conferencia acaba, pero los dos hermanos Marías
firman ejemplares de la novela de Fernando y conversan con los espectadores.
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