La generación Kronen. Exposición
oral.
Gonzalo Villar
José Ángel Mañas escribió el libro “Historias del bar Kronen” al volver de
una noche de farra, convirtiéndose en el fundador de esta generación de
escritores de los 90.
Soy Gonzalo Villar y este es el tema de mi TFG. Yo era un
adolescente entonces y esta gente triunfaba con 20 años. Se vendían sus novelas
como discos. Ahora que nadie lee en este mundo audiovisual, la camarera del bar
Kronen me lo dejó claro; “todos los de esa época se han muerto por la heroína,
las anfetas y el speed”.
Se escribió en el 92; la exposición de Sevilla, los juegos
olímpicos, el centenario de América, los socialistas…
Igual no conocéis al autodestructivo Ray Loriga o a Belén Gopegui o a Lucia Etxebarria que es la única
que ha triunfado. “Eran escritores de una sola novela, libros mal escritos que
leímos muy rápido”, me comentaba Lucía tomando pinchos en un bar del Casco.
Escribían sobre “sexo, drogas, rock and roll” y bares. Su
mérito fue acercar la literatura al público joven que no leía. Se pusieron de
moda por el morbo de que gente de nuestra edad relatase nuestras borracheras y por
el lenguaje callejero “en plan pavo no me rayes la biblia”. Era la crónica de
un adolescente drogata y “su tribu”. No quiero contar el final. No sé si hay crítica social; más que cambiar
el mundo como los del 68 querían drogarse. Relataban la noche urbana de la post
movida madrileña. Así que allí me fui.
Allí en Malasaña hay un museo de la movida y organizan una
ruta de tres horas donde te enseñan los bares de Sabina o el bar de la peli de
Alex de la Iglesia o la casa de Alaska y Mario o incluso la esquina donde murió
Antonio Vega de un “chute”. Pero de los bares que aparecen en la novela queda
poco; me colé en La (discoteca) Pachá con un grupo que iba a ensañar y en otro
bar casi nos pegan por grabar dentro.
De esa época es “la
naranja mecánica”, “la generación X” o “Amerycan syco”. Y el grupo Nirvana; Kurt Cobain se suicidó y
su novia Courney Love sigue liándola cuando bebe más de la cuenta. También
surgió el rock radical vasco que aún escuchamos.
Luego vinieron “los mileuristas” en el 2000 y autores como Espido Freire o Juan Manuel de Prada,
aunque son de la misma edad, empiezan a criticar estas “novelas de yonquis” y a
escribir de temas evasivos (novelas históricas) y con una ideología más de
derechas.
Quizá el libro no, pero sí que habréis visto la versión cinematográfica
que rodó Montso Armendáriz, finalista en Cannes. Entonces seguro que recordáis
la escena en que se cuelgan todos los colegas de un viaducto sobre la M30. En la
novela aparecen las snuff-movies, esas
películas de necrofilia que salen también en “Tesis” de Amenábar.
Eran la generación perdida. Ahora ya no se escribe así, quizá
Jaime Baily o Jorge Javier y gente de la TV siguen relatando esas noches de
cocaína. Mañas continuó escribiendo, pero todo son repeticiones de su gran
éxito. Nos cansamos de la generación.
Quizá no pasen a la historia estas novelas, pero se leían
fácil, pasé buenos ratos. Por eso os he hablado de ellos. En conclusión, igual
fue un invento de las editoriales más que una literatura de gran calidad.
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