lunes, 20 de agosto de 2018

EN ESTA MESA SI SE HABLA DE POLITICA


Burguesía etimológicamente viene del ciudadano del burgo, de la ciudad, y eso la distingue de la nobleza medieval que era rural. Además la burguesía se dedicaba más al comercio y los señores feudales a la explotación agraria. El protocapitalismo sustituye el trueque por la moneda,  dicen que nace con el comercio fenicio, enriqueciendo a la burguesía que más capital y producción acumule, independientemente de quien la produzca. El neocapitalismo nos trata de convencer de que es tan viejo como la historia y que le ha acompañado siempre al hombre (e incluso a los dinosaurios) el menos malo de los sistemas, el mejor de los mundos, y el único posible. Está relacionado con el puerto en que podía esta burguesía comerciante mover sus productos, pues lo que le caracteriza al capitalismo es su aparente dinamismo; la libertad de flujo de capital, dejarle campar a sus anchas, y para esa libre circulación insistió el primer liberalismo económico del XVIII en abolir aduanas, fronteras, aranceles, incluso los puentes que tenían su importancia comercial en la edad media (cobrando por cruzarlos). El feudalismo, en cambio, está más relacionado con lo sedentario y estático y más con el sedentarismo y la ruralización que hubo al fin del imperio romano y en los primeros poblamientos románicos cristianos, o “bárbaros”.  


Clases sociales en la era clásica. En las urbes y polis griegas había una burguesía de comerciantes, artesanos, los ciudadanos libres y metecos, que en Roma serían los patricios. Eran sociedades patriarcales, machistas, y eslavistas, pero los esclavos en la antigüedad clásica tenían más dignidad que en el antiguo Egipto milenario dónde eran mano de obra de las pirámides. En Roma, por ejemplo, tenían a esclavos cultos griegos que educaban a sus hijos y vivían con la familia, mejor que antiguamente. Siempre ha habido una desigualdad supina, no era mejor el despotismo ilustrado del rey Sol que el absolutismo de Carlomagno. En el feudalismo los eslavos eran tratados peor que perros, como en las sociedades primitivas.
Estamento feudal. Muchos soldados o senadores romanos fueron premiados con retiros en villas rurales. Aquella clase social burguesa comerciante y artesana, que posibilitó la democracia y filosofía clásica, comenzó a sustituirse por los estamentos de una nobleza guerrera. Diferentes señores (condes, duques de Marzana, nobles…) al fin de una conquista se juraban protección y lealtad entre ellos y al rey, que les hacía propietarios de unos territorios y unos privilegios de higaldia, unas exenciones fiscales, a cambio de llamarles para la guerra o cruzadas. Los campesinos eran esclavos de la tierra, y los explotan estos grandes señores. Los siervos sólo poseían una parte mínima de su producción ya que la tierra era del señor, que además les protegía militarmente de otros señores o de los barbaros y musulmanes. La tierra también pertenecía al clero, al que deben pagar un diezmo, un 10%, una relación aún más desigual que la capitalista, que se sostenía gracias a las histerias de pecado, culpa, miedo, redención que excitaba la religión, la moral de esclavos.
De alguna forma esta aristocracia encarnaba el gobierno de los Aristoi, de los señores, de los mejores en la guerra y en la política y religión, o al menos de los que más tierra habían conseguido acumular. En la república soñada por Platón los guardianes (los señores feudales) protegían al pueblo artesano y campesino, pero en el fondo era el clero de filósofos el que gobernaba. (los poetas y artistas, por mentirosos y sofistas -que engañaban y confundían al pueblo- debían ser expulsados de la Republica) Aristóteles había pretendido al educar a Alejandro Magno que fuera un guerrero y un principe ilustrado, pues la diferencia entre la nobleza medieval guerrera feudal del medievo y la del renacimiento es su cultura. Maquiavelo o Baltasar de Castiglione, o el mismo Montaigne, enfatiza las virtudes del perfecto cortesano de la republica, como el honor (la virtud de la dignidad) en la guerra etc. El noble ya no era ese señor que monta a caballo y monta banquetes pantagruélicos en su castillo, sin saber siquiera leer y dejando su reino de forma absentista en manos de otros nobles subordinados. El noble renacentista debía ser noble de cuna, pero también de moral. Por eso Ortega con su moral de señores se refiere a una higaldia cultural. 
Capitalismo moderno. La burguesía vuelve en el renacimiento al urbanizarse los feudos y surgir los gremios de artesanos, al crearse la primera banca (en la zona de Flanders) Y ese capitalismo de clases se va radicalizando, expulsando nobleza y clero en el antiguo régimen a través de las desamortizaciones, con la revolución francesa y las demás revoluciones burguesas. La paradoja ahí es el grito de igualdad y fraternidad de 1789. Hicieron creer al campesino en un igualitarismo que nunca llegó. Eran una respuesta política liberal, que llevaba a la praxis las ideas de la modernidad ilustrada, a la verdadera necesidad económica de volver a organizar las nuevas ciudades industriales, a tenor de la revolución industrial, en la que la nueva dialéctica sería entre burguesía y ese proletariado, que en su éxodo rural, pasaba a trabajar a minas, fábricas etc  
Adam Smith es el gran teórico del capitalismo y habla de una mano invisible por lo cual el mercado oferta-demanda se equilibraría por sí solo, habría simplemente que dejarle hacer al intercambio económico sin intervención estatal. Creo que de invisible nada, tiene la fea cara de nobles señores y burgueses en su tensión histórica con esclavos y obreros. Según Keynes el capitalismo y el de estado deberían ir de la mano en la social-democracia.  El principal problema de este capitalismo sería la desigualdad social, y que el status y dignidad personal lo da el capital: “tanto tienes tanto eres”. Realmente sólo se sustituían estamentos por clases, aunque la clase social es mucho más flexible y dinámica que el estamento medieval, en la cual nacías y morías eslavo. (Una solución era hacer a la hija monja si esta era fea y no servía para labrar el campo) El mismo lazarillo de Tormes ilustra lo difícil que era pasar en el barroco de un estamento social a otro. La libertad de pasar de una clase a otra es el sueño americano; el vendedor de periódicos que llega a ciudadano Kane de una multinacional. Pero la libertad que señala la estatua de Nueva York se refiere a una libertad económica, dándole igual la social, que sólo es un sueño más que produce la publicidad o la Dream Factory de Hollywood. Este capitalismo moderno se consolida con la tecnificación-mecanización-automatización-deshumanización-cosificación y con el fordismo americano y el taylorismo; trabajo en cadena, en serie, en ruedas de montaje, alienación que parodiaba Charlot en Tiempos modernos. También surgió la idea del trabajo a destajo, “si haces más ganas más”, Stajarov era un hombre gordo, un animal de la naturaleza, que con su martillo, trabajaba como un animal para producir más que el resto y cobrar más. Siempre ha preocupado al cantero firmar su piedra para que le retribuyeran su trabajo, pero esta obsesión se radicaliza en esta teoría económica, que en su versión postmoderna y light llamamos trabajo a comisión. Stuar Mill en su ensayo de La libertad (él se refería más a la social filosófica que a la económica), o Tocqueville con la Democracia en América son los otros pilares en los que se legitima este sistema. El capitalismo industrial se ha ido sustituyendo por un neocapitalismo feroz tecnológico y cibernético, en el que las diferencias sociales (dentro del mismo sistema y en el sur de nuestro ombligo) se han radicalizado y aumentado.


La escuela sicomarxista de Frankfurt
critica esta alienación del trabajo, que nos hace reprimir incluso la libido (Freud, la revolución del orgasmo de Reich),  el eros y civilización, el hombre unidimensional, Adorno, Marcuse, Habermass, y los libros de Erik Fromm: ética y psicoanálisis, el miedo a la libertad, el arte de amar...Max Weber expondría su teoría; el origen del capitalismo es la ética protestante: los protestantes habían querido acabar con los intermediarios entre la fe/logos y el hombre (un capital tampoco ha de tener intermediadores estatales o obstáculos morales) y por la cultura del esfuerzo y el trabajo, la moral pietista por ejemplo de Kant, el esforzado (hoy diríamos pringado) que pone toda su vida en el fin teleológico absoluto del trabajo.



Pero otros teóricos siguen defendiendo el capitalismo, como Fuyukama para quien hemos llegado al fin de la historia. Este es el sistema que ha ganado, y la mayoría de derechos sociales ya los hemos reconquistado históricamente, con lo que se regodea y autoalimenta en que estamos en el mejor de los mundos posibles. ¿Cómo se puede afirmar que este sistema ha triunfado cuando ha fracasado en el plano humano (el aumento de suicidios, el estrés, las patologías…), en esta esquizofrenia social del becerro de oro y en tantos países a los que sigue explotando? El capitalismo es la peor de las anarquías, una ley de la selva de Wall Street, donde se reproduce la lucha por la vida y la supervivencia como especie, en la peor y más cruda, pero refinada, de sus representaciones.  Lo caótico a lo que nos ha llevado su dinamismo nos ha vuelto a enfrentar a una guerra lobezna de todos contra todos. La multinacional más grande se come a la pequeña y el yuppie es el nuevo superhombre, más allá del bien y el mal, que cree que su razón tecno científica ha de desprenderse de toda moralina o ideología social. ¡Cómo si la razón teórica de la ciencia y la práctica y vital de la moral no fueran vasos comunicantes!  El sentido de culpa moral nos lo empastilla el conductismo, que nos recomienda ser positivos y positivistas con este sistema. "No se puede ser realista ni crítico con el sistema, sólo optimista". Seguir girando en la rueda y polea del sistema, produciendo en pos del queso y la zanahoria, salivando y enriqueciendo al que se lleva finalmente el queso, que caritativamente nos da nuestras migajas y RGIS a las cigarras y parásitos sociales del lumpen del consulado de Bilbao.  Leibniz se ha vengado de la mofa que se traía Voltaire en su Cándido. Parece que ha reído el último, pero mi sonrisa hoy es más irónica y escéptica que nunca y no esa sonrisa positiva, de lado a lado de la oreja, que un aparato de naranja mecánica me quisiera implantar.
No vivimos en el mejor de los mundos posibles, queridos ilustrados franceses y constitucionalistas savaterianos. Con Rousseau criticando la civilización ilustrada y soñando en bosques y jardines en los que se perdía el buen salvaje y con todos los románticos que le siguieron (incluido Thoreau en su bosque y su desobediencia civil, Nietzsche en su Zaratrusta etc…) comienzan a quebrarse los conceptos de propiedad privada, diosa razón, dios, logos, incluso del mismo lenguaje.  La crisis del lenguaje va desde los románticos que se quedaban sin palabras para describir un paisaje hasta el posestructuralismo y formalismo, y Wittgenstein (de lo que no se sabe se debe callar, los límites de mi mundo son los de mi lenguaje), la vieja gramática es una Circe engañadora para el filólogo Nietzsche…(De la crisis de Dios y de la razón ya he hablado en otros artículos, y no me repetiré). Los socialistas utópicos, Proudhon (la propiedad es un robo burgués, el que nos pone un palo en su manzano para que no lo robemos…)Owen, Fourier, Saint Simmon, los falansterios…fueron ampliando la crítica ilustrada hacía su sistema político, y se materializarían en la comuna de París.
Tras las revoluciones burguesas de 1789, 1830, 1840 y 1848 se pretenden hacer revoluciones obreras. Cobran importancia los partidos políticos, asociaciones, cajas de ayuda, mítines, panfletos, la literatura realista de denuncia, el compromiso social, la responsabilidad con el camarada, ideologías y creencias socialistas… Existencialistas y humanistas nihilistas (Sartre, Camus, Marcel Carne, Simone de Beavour, Boris Vian, Malraux, Celine, Heidegger, Hannah Arendt, el teatro del absurdo…) soñaran con otro sistema político de igualdad, y trataran de convencernos de que ya se daba en las revueltas del esclavo Espartaco o en movimientos comuneros medievales. La crítica era doble; al capitalismo y al nazismo fascista, cuyo holocausto, hizo plantearse a los postmodernos hasta dónde nos había llevado el monopolio de la violencia legal, el bien común, el superhombre, la razón de estado…
El comunismo se vendió como una teoría que prometía la distribución equitativa de salarios, pero se encontró con varios problemas; el enriquecimiento de una cúpula que se comportó de forma fascista (Stalin tras la revolución rusa), la dificultad para exportar e importar en países que no jugaban el mismo juego, la protesta de quién se consideraba más capacitado y por tanto quería cobrar más, la repulsa moral de los intelectuales que primero lo apoyaron intelectualmente, la indolencia con que algunos trabajadores se tomaban su trabajo ya que iban a cobrar lo mismo, como se ve en la dormida Cuba o en los funcionarios de la cafetería de aquí de al lado. De la guerra fría salieron mal parados los comunistas. La caída del muro de Berlín hizo creer al capitalismo que había triunfado, pero el 11s fue otro símbolo de que a esta teórica económica, con su legitimización en los valores de la revolución burguesa estadounidense, también le quedan dos telediarios.  

El capitalismo a su vez contaba con otra ventaja económica que era el imperialismo colonialista. Europa, y sobre todo la Inglaterra victoriana se habían repartido todo el nuevo mundo que descubrieron los colonizadores. Con los movimientos de descolonización de muchas zonas de la Commonwealth no acabó esta explotación de la metrópoli de las  riquezas naturales y recursos energéticos, tales como minerales, en la colonia. Los relatos de Daniel Defoe, Kiplin, Stevenson, Conrad, Verne o Salgari ilustran esto… las minas del rey salomón…la conquista del oeste… pero aún seguimos extrayendo el coltán del móvil de África: la riqueza social de este mundo norte se debe a la sumisión de los hemisferios indignos de nuestro planeta, a los que conviene más tener en guerras internas que sublevados contra EEUU. EEUU, que tanto admiraba Tocqueville, no tiene una cultura propia sino la que llevaron los inmigrantes irlandeses, muchas veces escapados de la justicia de su país, y la que ya había exportado Colón y los demás colonizadores a culturizando a los autóctonos. Ellos no inventaron el petróleo, sino que importaron de Europa su forma de extraerlo. Lo que sí han inventado es la industria cibernética, simbolizada en Silicon Valey, pero que sigue sacando sus recursos energéticos y materias primas de los países no desarrollados a nuestro modo. En nombre de la libertad y la democracia EEUU lleva sus ejércitos a los países que considera que nos lo tiene, pero en realidad son nuevos intereses económicos. No le tiembla el pulso al país de la libertad en fomentar guerras internas que favorecen su industria armamentística.

 


Este mundo heterogéneo y plural se ha unificado en el discurso monista del monoteísmo (el 2 de Platón y el 3 de Aristoteles resumidos en el 1, Dios), y después en los meta relatos ideológicos, para tener más fuerza en la unión. La fragmentación de la izquierda, del feminismo o de los países contribuye a su debilitación pues el grupo da una idea de pertenencia, seguridad y más fuerza. Los grandes imperios siempre han tratado de evitar segregaciones independentistas, “las españitas”. De la misma forma la persona, con su fragmentación interna de yos, se diluye en el grupo que le aporta una sensación de pertenencia, como la que tenían los nazis. Renuncia a su subjetividad porque al hacerse masa objetiva también se libra de todo sentimiento de culpa interior, fundido en la creencia común, en un inconsciente colectivo moral. “Lo hacen todos. Es lo normal. A Hitler lo hemos elegido democráticamente y nos limitamos a cumplir órdenes de superiores y con el bien público” Con la caída de las grandes ideologías, el ciudadano deja de involucrarse en su ideología, aparca la responsabilidad de la libertad y la conciencia social hacía el otro. "Ya no se apunta al movimiento sino a la campaña"(Adorno) y su pensamiento es débil, light (Vattimo) y kitsch, leve (Milan Kundera) Hace un batiburrillo ideológico, como lo hace del religioso, cogiendo de aquí y allá la ideología que menos daño le hace o la frase maoísta budista que más le convence, pero sin profundizar en el estudio de esa ideología o de ese culto. La película El joven Trotsky también refleja la idealización que tenemos del comunismo. Trata de un chaval que trata de montar la revolución rusa en su instituto y se encuentra con que los alumnos, desde su pasotismo postmoderno, se pasan la revolución viendo videos de YouTube y llamando por el móvil. Los profesores progres tienen que velar y proteger a estos menores de edad que no se atreven a pensar, a estos ninis eternos que ni estudian ni trabajan y que tampoco saben lo que se hacen.  La película Soñadores de Bertolucci contribuye a la mitificación que tenemos de Mayo del 68. Una pareja de hermanos y un norteamericano se dedican a los menuaxetrua, a fumar maría, a escuchar Edith Piaf y a ver cine clásico en la mansión burguesa de los padres de la pareja, mientras en las calles se alzan barricadas, y un tal Marcel Carné trata de grabarlo todo con su cámara.

 

La raíz de la democracia, y de muchos valores y derechos sociales actuales que hemos de seguir re-conquistando, es Atenas Hay muchas similitudes entre la época clásica y moderna, pues ambas se consideraban un paso del mitos al logos. Los sistemas que la Grecia clásica estudia, (que luego retoma Montaigne en el Renacimiento, y Montesquieu en la ilustración) eran; la tiranía o dictadura (Como la que Platón quería instaurar en la isla de Samos). La aristocracia o gobierno del mejor guerrero (feudalismo) La meritocracia o oligarquía, gobierno de unos pocos y de la burguesía (capitalismo) La democracia o gobierno de todos, del pueblo (Teoría de la voluntad general de Rousseau) y la anarquía o gobierno de nadie.
El sistema ideal para ellos es la democracia que tiende a pervertirse en los demás sistemas. El comunismo sería una falsa democracia e igualdad, por ejemplo, Y el capitalismo una oligarquía. Marx pretende abolir el estado, pero esto no llega a hacerse, ya que la dictadura del proletariado no se quiere ir, así que no se ha dado aún el paso de Bakunin (y de otros príncipes anarquistas, Kropovich, y los revolucionarios de salón) de una federación sin representantes políticos y con una participación directa de todos los ciudadanos. La verdadera democracia parece ser el sueño anarquista, que en mi opinión nunca se logrará, pues trata de implantar a una mayoría unos sueños individuales de intelectual burgués utópico, y en el que también habría disidentes que reeducar y corregir, indolencia y pasotivismo del ciudadano, crímenes como los de Urruti, y la dificultad de implantarse en un sistema ya demasiado pervertido de capital, estado e iglesia. El anarquismo es más un sueño ético individual que una propuesta colectiva, pero no llevaría a un caos peor que el que ya sufrimos con el capitalismo. Además ahora ha surgido el eufemismo ciber-anarco-capitalismo, porque el capitalismo como ya hemos explicado apela a la libertad total para el capital, ya sea en la vida real o en la virtual de un ordenador, una anarquia en la que sigue reinando desordenadamente el capital.
 

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