viernes, 10 de agosto de 2018

ENTREVISTA A CARLOS GURMENDEZ, LA MELANCOLIA DE LA REPUBLICA EN LA TRANSICION


Entrevista a Carlos Gurmendez
 
Sirva para lo que sirva, esta noche en el programa Noche que hago, el aprendiz de librepensador y periodista de la radio pública vasca Carlos de Agustín entrevista al filósofo Carlos Gurméndez. Es la noche del 14 de abril de 1991, 60 aniversario de la república española, y quién mejor que este gran pensador que ha vuelto del exilio para hablarnos de ella, de otros pensadores cristiano marxistas y de la melancolía postmoderna. 



Nuestros cómplices en el insomnio van a tener que acostumbrarse a estos ruidos de fondo, porque hoy estamos en un café de Madrid con una persona que ha escrito mucho y bien. (¿Cómo? ¿Qué se ha ido a Madrid a entrevistar a un rojo?) Carlos Gurméndez es el autor de Amanecer en Holanda, un estudio sobre la pintura holandesa de Veermer a Van Goth y de un librito que a mí me costó 65 pesetas: La alienación humana. También ha escrito Tratado de las pasiones, y Teoría de los sentimientos. (El mismo título que el libro del siquiatra “rojo” Carlos Castilla del Pino, compendio de sus seminarios y conferencias) Ahora acaba de publicar La melancolía. ¿Qué es ese sentimiento que nos visita de pronto y al que llamamos melancolía? Buenos días, tristeza.  

La melancolía es un fenómeno o síntoma de la tristeza, sí, pero la depresión del triste es anárquica, perturbadora, desalentadora y paraliza. La melancolía, en cambio, es un sentimiento más elaborado, estable, suave y placentero. La depresión es patológica, viene de un pathos instintivo animal y es ella la que nos visita y nos paraliza en ese constante dinamismo de lágrimas. La melancolía en cambio la elaboramos nosotros, la elegimos, es estática pero nos mueve al ethos y a la libertad, nos permite crear belleza a partir de ella.  El gran Víctor Hugo decía que la melancolía era el placer de la tristeza. El carácter doloroso de la depresión siquiatrizada frente a la melancolía romántica. Sthendal, un realista aún romántico, dirá que ha puesto su felicidad en estar triste. El dolor de la tristeza lo volvemos goce melancólico, como el del recuerdo. 

Nos hemos encontrado con hombres que han escrito obras impregnadas de mucha melancolía; Cesar vallejo, en tristeza fuerte. O josé Bergamín, tu gran amigo, en sus escritos Esperando la mano que tengo de nieve. La depresión puede ser pavorosa. Pero, ¿la melancolía como desesperación entraña la esperanza de volverla algo creativo? 

Kinkegaard decía que era un estado demoníaco, de ensimismamiento y de quedar prisionero de uno mismo, acentuando lo terrible y diabólico de la melancolía. Trostler, romántico alemán, habló de la melancolía en un sentido más positivo: era una isla afortunada en el mar tempestuoso de la existencia, un refugio del yo y de la reflexividad. Lo que le salva a la melancolía es lo que Fitse llamaba la reflexividad del yo, un YO romántico, que se piensa y reflexiona sobre sí mismo. 

¿Es un condimento del melancólico la presencia del otro? La melancolía nos encierra dentro de nosotros mismos, y de ahí surge la creatividad o la destructiva desesperación, la náusea nihilista, pero quizá sea el Otro el que nos salve de esa tristeza y convierta en cielo el infierno.

En las cantigas galaico portuguesas, en la saudade, siempre está la presencia de un otro ausente, que se sueña o se crea en el subconsciente e inconsciente. El amado se dirige a su amada, que ya no es el objeto de presencia real sino una proyección idealizada, cristalizada. Al amado no se le alcanza jamás, se le aspira y se le busca. Este objeto amado puede ser una figura irreal o real, un amor que se ha vivido en la infancia y al que se le recuerda. Freud dice que el deseo, la libido, es la nostalgia de un sueño de infancia que se busca aún. Recuperar un tiempo perdido, edén feliz. La melancolía no es la cosa brutal pasional e inmediata de la tristeza sino una idealidad proyectiva hacía un estado de melancolía elaborada.

¿Todo drama acaba con el tiempo convirtiéndose en una comedía? ¿Qué papel juega el humor como bálsamo de la desesperanza del triste?

El hombre que se cierra en sí mismo emplea el lenguaje propio de la ironía, el humor como forma de su razón para objetivar el drama. La ironía es la coraza y el mecanismo de defensa y de auto protección que muchos solitarios melancólicos utilizan. La tesis doctoral de Kingegaard fue El concepto de ironía con la desesperación y la melancolía. El humor brota de esa desesperanza innata terrible debida a un idealismo desmedido. El irónico quiere vengarse de su tristeza clavando dardos contra los otros y contra el mundo real objetivo. Para el romántico lo que no sea su subjetividad suscita la ironía melancólica.

En la postmodernidad los hombres deambulan sin rumbo fijo, con caras tristes, en contrapunto a esos cuadros de Veermer que usted estudia en Amanecer en Holanda. ¿Esa modernidad melancólica sería lo contrario a esta postmodernidad desesperada? ¿Esta es una época buena para los melancólicos o estamos en una sociedad patológica y depresiva?

Veermer es la quietud, las delicias de la placidez, el sosiego, la calma y la tranquilidad. Lo más opuesto al nihilismo de Kinkegaard. Con Velázquez quizá sea el pintor más perfecto, no sólo técnicamente al pintar, sino al ofrecernos un sentido paradisiaco de la existencia.  Nuestra sociedad esta esquizofrénica, sin rumbo, sentido, sin futuro (generación no future) En la desesperación postmoderna se da la perdida de la conciencia, de lo que Heidegger llamaba la posibilidad del Logos. La pérdida de lo posible es lo más grave de esta postmodernidad. Baudrillard y Lyottard no se adhieren a eso, sino que son como médicos que diagnostican el mal, sin fomentarlo o propagarlo. Es un mundo de depresiones, dónde los suicidios aumentan cada día en las sociedades tecnificadas cada vez más solitarias y cerradas en sí mismas, incomunicadas. En la melancolía hay un estado de quietud pero el desesperado sale a  la calle como un loco y no puede estarse quieto. La melancolía es estática, quieta, hogareña, pero la desesperación es urbana, un andar y pasear, un andar de aquí para allá sin brújula ni norte. Frente a la ataraxia y estoicismo del melancólico que se queda en su casa, la depresión postmoderna es un callejón sin salida ni sentido. En este mundo se adora el absoluto gran señor del capital. Es el origen de esta desesperación el afán desmedido de acumular beneficio, dinero y apropiación de la propiedad. El ser económico nunca está satisfecho, tiene una ávida sed de apropiación.  El deseo es insaciable.

Gurméndez ha escrito sobre sentimientos pero también sobre la historia en mayúsculas. Este  domingo 14 abril de 1991 se cumplen 60 años de la proclamación de la Republica, ¿Qué recuerdos guarda usted en su melancolía de este hecho histórico?

En el 31, tenía 12 años y estudiaba en el colegio de los jesuitas. Nos llegó la noticia de que el rey se había marchado y en la plaza de Oriente había una manifestación. Yo, audaz y provocador, convoqué a esa manifestación a mis compañeros y salimos del colegio de areneros de la calle Alberto Aguilera y fuimos andando hasta la plaza, adhiriéndose a ese acto de entusiasmo con la República. Era una nueva España, un mundo nuevo que amanecía, lleno de esperanzas e ilusiones, resplandeciente de dos conceptos; Justicia e Igualdad. Pero todo esto presumido, anticipado. Un gran filósofo castellano contemporáneo Luis Martin Santos (aunque es vasco) dice en La paradoja del vencido; la melancolía nace de la ambición, de los ideales desmedidos (de dinero, pero también de sueños colectivos)  Experimentamos una cierta decepción melancólica. La alegría del advenimiento de la república se quedaba un poco melancólica por la intensidad de esta tarea que se nos aparecía de pronto. Los ideales son melancólicos. (Una mujer de ojos claros que escuchará esto se habrá emocionado al oír a Martin Santos y le vendrán recuerdos, le interrumpe Carlos)

Usted ha conocido a muchos filósofos en muchas tertulias placenteras, donde se habla de todo y más. Cuéntanos alguna anécdota de estas tertulias, alguna con José Bergamín.

Al poco tiempo de llegar Bergamín a Madrid le llamo por teléfono y le pregunto dónde reside. “Ven a la plaza de Oriente pero no te equivoques de número, que no estoy alojado en el palacio real sino en un modesto piso”. En la transición, cuando ya se había instaurado la democracia, Bergamín me dijo cristianamente; “mi mundo no es de este reino”. Por si hay una persona que no sepa quién es, Bergamín fue el creador de una revista católica de izquierdas fundamental Cruz y raya. Zubiri, el filósofo vasco, la funda con el apoyo y la ayuda del Banco de Bilbao. Fue una revista fundamental en la cultura española y símbolo de la generación del 27. Alberti me ha confesado que Bergamín fue el inspirador de muchos titulos de sus poemarios, y el principal teórico de la poética del 27. Sus titulos Cal y canto, Marinero en tierra y Soy un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos se deben a él. Bergamín fue un genio de lo dramático, paradójico y existencial del idioma, un maestro del lenguaje. Dentro de sus obras me limito a señalar El arte de birlibirloque, y El pozo de la angustia, publicado en editorial Séneca en México y reeditado por mí en la editorial Anthropos con un prólogo mío. Bergamín llegó a hojear mi introducción. Sus estudios sobre Don juan, Segismundo, Calderón y cierra España son lo más profundo de la crítica literaria en lengua hispánica. También recomiendo de él Memoria rota, exilios y heterodoxias

 
¿Podría darnos una bibliografía de libros relacionados con los sentimientos?

En España se ha publicado poco sobre este tema. Algunos trabajos de Eugenio Trías en Barcelona (Tratado de las pasiones), Luper de Ventosa (¿) ha escrito algo parcialmente. La que ha dado una visión global con una obra sobre los sentimientos, un poco sociológica pero muy interesante, es la discípula húngara de Georg Lukács Agnes Heller. Theodor Rimbaud en Francia escribió una teoría de los sentimientos, un poco desfasada y ya no tan útil, influenciada por el neopositivismo de la psicología experimental. En La ciencia íntima del tiempo, Hussel analiza los sentimientos desde un punto de vista fenomenólogo, de sentirlo y resentirlo, revivirlo y vivirlo, como una vivencia.  Se han escrito biologías de las pasiones en Bélgica. Modestamente creo que mi obra puede contribuir en el futuro a desarrollar más esta semántica. 

Ahora has reeditado estos volúmenes de filosofía que habrían pasado desapercibidos si no hubiera sido por esta labor

Al volver de España, tras años de ausencia obligada, me di cuenta de que había un gran desconocimiento de la obra de Bergamín y de García Vaca, gran ensayista y filósofo del exilio, y de José Gauss, de la profunda labor realizada por el exilio republicano español en México y Argentina. Dos grandes gallegos Rafael Diez y Lorenzo Varela tampoco se conocían. Me pareció un vacío y una ruptura de memoria histórica para la conciencia española. Eugenio Ïmaz es un filósofo vasco desconocido. Con agudeza y generosidad la editorial Anthropos me propuso dedicar una sección, Memoria rota, al exilio exterior e interior, No sé es una obra de estilo sartriana y existencialista que hemos editado en esta sección. Poetas como Ramón de García sol escribían en una penumbra y semisombra muy tímidamente, no atreviéndose a salir a la luz. Yo les he rescatado de ese silencio. Hemos publicado El pan y el vino, un ciclo novedoso que refleja el drama y la lucha de la clandestinidad, con el título de una elegía de Hölderlin. Es una gran labor para recuperar el tiempo perdido. Un libro fundamental, de Paulino Mausi, es El diario de Hamlet García, una obra maestra del exilio. Hubo dificultades porque su familia, residente en México, se resistía y después de amplias negociaciones accedieron a publicarlo y ha sido un éxito. Es un catalán, un periodista que trabajó en la vanguardia y se vinculó a Azaña, presidente de la república, y fue director de El sol, periódico de aquella época. Nadie conocía su vocación secreta de novelista y le hemos descubierto con esta novela cumbre de la literatura.  

Han entrado dos yuppies a la cafetería. ¿Cómo vive esta gente este asunto de la melancolía y la tristeza? 

Viven en un estado ambiguo, ambivalente y contradictorio, de satisfechos insatisfechos. Su proyección al negocio, a la actividad económica, les da un sentido gozoso de participación en el mundo y su Yo se acrecienta eufórico, pero al tiempo se olvidan de sí mismos. Se exteriorizan tanto en su personalidad que olvidan su yo interior: no saben amar, querer, gozar. Todo lo sacrifican a ese dinamismo externo. Esa es una causa de la melancolía actual; el dinamismo y la velocidad postmoderna. 

En esta entrevista también hay que parar, aunque se me ha quedado en el tintero hablar de las calles de Madrid, (porque a usted le gusta mucho andar), o de la figura de García Vaca y Zubiri. Tuvieron una labor intelectual digna de revindicar. 

García Vaca es un pamplonico puro, la diputación de Navarra le va a rendir un gran homenaje. En la ciudad de Barcelona, donde se formó y estudió, también lo harán y en el País Vasco. Es el más grande filósofo español del siglo XX. Casi nada. Es autor de La metafísica, la versión más original y nueva del tema, que nada tiene que ver con la escolástica ni con el idealismo alemán. Ha escrito Dios y ¿Quién es dios? y recomiendo su lectura profunda a los teólogos. José Luis Aranguren en la revista Saber y leer ha hecho una lectura desde el punto de vista cristiano marxista. 

Muchas gracias. Se acaba la cinta, aunque podríamos seguir horas. 


 

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