lunes, 13 de agosto de 2018

TRIO METAFISICO EN EL PARAISO. POEMA DE VIDA Y MANZANA



TRIO METAFISICO EN EL PARAISO
                                                  Poema de vida y manzana
                                            (Dedicado a Zuhaitz y Sofia, teosoficos y antroposofos de la poesía)

No vi primero al árbol ni al gusano.
Vi algo a lo que no llamaba: eran muchas, pero sólo me cayó una
La mordí primero, curiosa y tentada
Y luego la nombré
Ahora cada vez que muerdo la Vida sabe más al nombre que al primer sabor.  

Caía de un árbol de vida, al que llamé ciencia.
No podía ya paladearla sin nombrarla 
Cada vez la veía con más luz y más nombres
La luz primero me cegó arrancándome los ojos, pero luego me acostumbré a ella
El sabor de las siguientes ya no fue el mismo, sabían más al nombre.  

Primero culpé de esto a la serpiente arrastrándose abajo, pero enhiesta de lengua
Creyendo al árbol Dios, y que yo lo había creado a mi imagen y semejanza,
(Cuando sólo le había dado nombre), culpé después al árbol, soberbio allí arriba.  
Sólo se oía mi voz culpando:                                            El árbol callaba sin intervenir.
                                     Y la serpiente me seguía sacando su lengua sin palabras  
Llegué a echar la culpa a la propia manzana
                                                Pero… ¡El pecado fue nombrarla! 

La manzana solo era la manzana, cada vez con más nombres
Sí añoraba tanto la primera: Esa era la mejor Y la peor sería la última
Todo y Nada me aterraba
Las sombras serpenteantes y las ramas al viento
Y para quitar el miedo soñaba con regresar al árbol sin nombre 
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Me estremecí, había Otro allí
Adán la llamaba diferente, pero la había descubierto yo
Y me la quedé para mí.

En cambio a Eva no le bastó con degustarla ella
Le engañó para que también la mordiera, hasta hacerle tragar su nombre 
Y él humilló a la manzana y se río de ella, pero siguió mordiéndola
A mí me insultó aún más
Ellos continuaron la estirpe del pecado original, del estigma de Caín.
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Los tres fuimos expulsados del edén
Por la serpiente. O por el árbol de ramas aladas. O quizá nos fuimos nosotros
Cubrimos de palabra la manzana desnuda
Y con una verja al árbol de vida
Para que nadie lo robara, ni siquiera nosotros mismos  
Hemos tardado en darnos cuenta de que del mordisco y del nombre
ni el árbol ni la serpiente ni la manzana tienen sólo la culpa
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Ellos Dos siguen pasándosela de boca en boca
Vienen de un mismo cuerpo y por eso se buscan y huyen 
A veces me piden que los Tres seamos Uno
Una misma manzana
Lo que les divierte no es la manzana sino metérsela al otro y quitársela
Somos infelices desde que la nombramos.
Sabe a más Nombre pero no mejor
¡Ojala nuestra última manzana sea como la primera!  
A la que no dábamos nombre. 
¡Oh, volver allí! 

       Lilith  (G. Villar)

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