Felipe Benítez reyes y Eduardo Mendicutti
hablan hoy en Bidebarrieta sobre el compromiso social del escritor y su
responsabilidad.
Benitez nace en Rota en los 70.
En los 80 participó en la poesía de la experiencia que fue un movimiento de aproximación
a la vida de los objetos cotidianos sentimientos. Le siguió el culturalismo y
los precedentes. Su obra poética es de las más señaladas de la poesía actual.
Es novelista. Ganó en 2007 el premio Nadal con mercado de espejismos. En 2016
saca el azar y viceversa, un título sugerente y original para una novela
picaresca.
Mendicuti nació en san lucas de Barraneda
en 1948. A 20 km uno del otro (Lo ha mirado en guía Michelin). Obtuvo el premio
Cesar por su primera novela que no se publicó, pues fue censurada. Su segunda
novela surge a partir de episodios en la revista Garbo, que publicaba
folletines. Era una revista de quiosco popular de cotilleo. Los novios
búlgaros, el palomo cojo. Mae west y yo, otra vida para vivirla contigo, California,
ganas de hablar... son obras suyas. Tiene una obra novelista consolidada. Es el
representante de la literatura homosexual en España. En sus novelas aparecen
muchos gais. Si aparecen muchos heterosexuales debería llamarse novela
heterosexual.
A ambos les une el humor, la intención
de recoger el habla popular como ha reconocido Felipe. Hay muchos escritores
que solo se comprometen consigo mismos y con su obra. El primer compromiso de
escritor es con la literatura, con lo que escribes, es de Perogrullo. A partir
de ahí cada uno se lo plantea como quiera. La idea de que el compromiso solo
sea con su obra es un poco pretenciosa. Solo hablar de mi libro da mucho yuyu.
En mi obra se puede detectar no sé que cosas. Ha aparecido en alguna entrevista,
pero no lo ha dicho él. Tiene también un compromiso con el lenguaje. Es
escritor sin imaginación, no tiene imaginación para los acontecimientos y personajes. Necesita escribir
a partir de algo que conoce y a ser posible ha vivido, pero en realidad tiene mucha
imaginación verbal. Y eso enlaza con la pregunta. Habló del compromiso y
atención que uno presta cuando se pone a escribir con el hecho literario. Luego
viene todo lo demás. Compromisos son varios siempre que estos no estropeen o perjudiquen
lo que uno es capaz de hacer, lo literario. El lenguaje, la composición,
estructura, cadencia. Solo escribo novelas. Esa es primera preocupación. Tiene
otros compromisos. Tendemos a pensar que
la literatura es un arte subsidiario de otras cuestiones, como lo social. En
épocas de normalización social y democrática el papel de la literatura ante una
situación normal tiende a volver sobre sí misma, no tiene necesidad de
convertirse vehículo para otros objetivos. Si viviéramos en una dictadura opresiva
y terrible habría otra literatura como forma de rebelión contra esa situación.
La rebelión melancólicamente es más testimonial que efectiva. Es el poder de la
literatura según que autores para reincidir en la colectividad. Las cuestiones
políticas se resuelven en el ámbito político. La literatura queda como
testimonio único de su tiempo. Es una indagación en la realidad de una manera o
otra. Se intenta interpretar la diversidad caótica del mundo, la sociedad y también
y sobre todo la diversidad caótica de la propia intimidad. En gran parte se
establece un sistema de pensamiento, donde se procura observar lo que hay
alrededor y con las normas estilistas en su mano construye un mundo paralelo
que sucede en el territorio de la literatura. Da la impresión de que el milagro
de la literatura nunca está del todo pegado a la realidad. Cuando un libro nos hechiza
y cautiva es porque nos ha llevado a un territorio en que se produce una
intercesión de la realidad con los mundos imaginarios. Uno de esos paradigmas
podría ser el quijote, libro básico. Estamos leyendo algo muy a pie de realidad
pero que a la vez nos traslada al mundo mágico de la literatura. En esas múltiples
e infinitas maneras de interpretar la realidad de lo literario tienes de
quedarte en ese mundo de fantasía. Fundir el propio universo o mundo literario
donde lo que sucede es más real que la propia realidad. Entendemos mejor la
vida en los libros que en la propia rutina. Tenemos la impresión cuando leemos
una novela de que el personaje con que hemos convivido es más real que las
personas con que nos cruzamos por la mañana con los pasillos de nuestro
edifico. Hay un poder de trasformación en la literatura. Poder trasformador que
se hace a través del lenguaje. Mendicutti es novelista realista. Tiene poca
imaginación salvo en la verbal. ¿Esto que cuestas es verdad? No todo, el 3% no
es verdad, exagerado un poco. El hecho es que se detecta muchos aspectos de la
novela ligados con la actualidad que un lector puede reconocer. Con lo milagroso
ocurran estas cosas. La gente que te conoce mucho vive cerca, es del pueblo o
son amigos de Madrid y reconocen cosas, se identifican. Pero en un pueblo de León
también lo reconocen y es imposible. La literatura permite que el lector en
cualquier lugar se pueda sentir identificado con lo que le estas contando.
Durante un tiempo medio en broma o en serio decía que teníamos que volver a la
novela social. En este país durante estos tiempos de bonanza hasta las novelas
de realista eran peculiares, solo había arquitectos, pintores escritores como
personajes. Solo sufrían esta serie de personas, no había gentes normales que
lo pasaran mal o en apuros económicos. Pasaban apuros porque había construido
un edificio y se le había caído, no porque no llegaran a fin de mes. Se separa
de la realidad social lo que cuentan algunos novelistas. Dentro de 50 años los
lectores que lean las novelas de este país durante este tiempo pensarían que
España era jauja, nadie lo pasaba mal o sufría. Solo las personas electas
profesionalmente y culturalmente tenían problemas porque eran las que aparecían
en las novelas. Uno se puede acercar a la realidad social sin retratar la sociedad
de manera literal frontal y sin elaborar. Hay un acercamiento de la realidad
social con los recursos literarios con los que iluminar la realidad social de
otra manera
Mc luhan dice que hay un radar
con que el escritor filtra las cosas. En los 80 se vivía la intimidad a nivel
literario. Esta historia es de nuevo sentimentalismo. Luego eso continua pero
ahora también hay muchos escritores jóvenes que vuelven a la pelea. Hay muchos
ejemplos. El escritor es además un hijo de vecino, con sus problemas y satisfacciones
como todo el mundo. El reflejo de las preocupaciones de uno, de la manera de
pensar de uno, eso debe reflejarse en la literatura. Hay muchos novelistas
jóvenes que recuperan la temática social en la novela. Este momento histórico
les afecta a de manera muy directa. Frente a la literatura de evasión, en el buen
sentido de la palabra evasión, optan por una literatura de crítica y de denuncia
de la época en que están siendo víctimas. El proceso básico de la escritura es
que cualquier escritor escribe sencillamente de lo que le interesa escribir.
Nadie escribe de algo que no le interesa. A algunos sí. En el comienzo del
proceso literario está la elección de tema. Recoges una voz y no otra. Es una
decisión. Por qué coges un marco geográfico y época determinada y no coges
otra. Eso exige cierto compromiso. Esas decisiones de punto de partida te
comprometen. Hay cosas que le interesan, le afectan, preocupan, indignan,
satisfacen y eso es sobre lo que escribe siempre. Siempre escribe en primera
persona. Un par de novelas de las 20 que ha publicado están en tercera persona.
La primera elección es esa. El personaje que cuenta tiene que ser él de una
forma de otra. El protagonista es un travesti la noche del 23 f aunque el
escritor no se ha travestido en su vida, le da vergüenza. No lo ha hecho ni hará
nunca. Le interesa la representación de ese personaje. Lo ha repetido en muchas
novelas, travestis o draq queen. La representación sirve para reflejar el
mundo, lo que nos rodea. Esa es la primera elección. Escribe de cosas que le
han pasado. No es complicado en ese sentido. Quien tenga paciencia santa de
leer todas sus novelas dirá ¡cuánto ha vivido este señor! Él no tiene tanta
vida como la que se refleja en los libros que él ha escrito. La segunda elección
es elegir lo que le preocupa, los personajes y asuntos homosexuales ocupan sus
novelas. Ha habido una tradición individual colectiva de lucha, conquista,
decepciones, con la necesidad de incorporarse al aspecto público. El lenguaje
era una voz determinada añadida a la conversación colectiva. Es una elección
que implica un compromiso, pero no políticamente correcto. Le gusta la
convivencia, de respetar a los demás, de no ser hiriente, pero en el hecho
literario lo políticamente correcto es un rollo. Debe aparecer la vida y un lenguaje
que no es políticamente correcto salvo que tú lo fuerces para bien. Es la conquista
civilizada de la democracia. Se le acusa
de alimentar unos estereotipos que no se corresponden a lo presentable,
respetable, aceptable a una manera de ver y entender el mundo. Asume los
riesgos que pueda tener ese compromiso con lo impolíticamente correcto. Es una
literatura de humor, política, comprometida. Hay literatura buena o mala,
regular, esforzada y que no llega, esplendorosa. Todas esas literaturas
conviven con su compromiso con lo literario. Retrata el movimiento social
histórico. ¿Se compromete en decisiones de partido? La novela la ve como un
mural en abstracto, visualiza la historia con todos sus episodios. Cuándo se le
ocurre una novela el detonante es muy pequeño, una cerilla. Como punta de hilo
que uno entiende que puede ir tirando. Es una aventura en la que va entrando,
va tomando sus propias decisiones, causas sobrevenidas, que la coherencia de la
historia propia te lo va pidiendo, para otorgarle una unidad estilística. Su
primera novela la escribió en primera persona y la tercera también. La primera
no le quedo mal. La tercera le salió una novela horrorosa. Nunca más escribiría
en primera persona, aparte de por la cuestión estilística, porque cuando
escribes en primera persona puedes incluir el fluir de un pensamiento, un punto
de vista concreto. Le resulta artificiosos la postura del narrador omnisciente
que sabe lo que piensan todos los personajes de la novela. La novela que se
cuenta desde perspectiva del narrador, puede contar una verdad, una mentira,
seudo mentira pero desde un punto de vista, no de varios, todos. No escribe de
cosas que le pasan. La novela es el espacio de los otros, de la invención,
inventar conciencias y vidas que no tienen nada que ver con él. La poesía si es
el espacio del yo. El que le pegunta no se ha leído la novela, lo entrevista un
día después de darle premio o publicarle. Si la novela fura autobiográfica yo
debería estar muerto, como el Drácula de Blam Stoker. Es una autobiografía
falsa. Parte de una idea muy pequeña, que no merece la palabra de punto de
partida. Parte de una imagen, una frase, va tirando del hilo y aquello va
creciendo. La novela que acaba de publicar tiene 300 páginas. La ocurrencia
inicial fue una frase. Admira a escritores así porque él es todo lo contrario. Termina
la novela y necesita unos meses para no pensar, desintoxicarse de la novela,
meses para empezar a pensar en algo, siempre hay unas ideas ahí flotando, una
idea que empuja más que las demás, necesita elegir esa idea que esta por ahí,
es incapaz de empezar una novela sin el título. El titilo te da la clave en
tono de sol o la de lo que será la novela. Escribe la novela en la cabeza, sabe
cómo empieza, termina, que va a pasar en el medio. No lo llevas a rajatabla,
ocurren por el camino cosas que no pensaba. Los personajes toman vida propia,
se le rebelan. A él no, no se le rebelan los personajes, en la novela más larga
de 300 páginas. Nunca ha escrito de 400. Se concentra en la manera de escribir,
de contar lo que quiere contar. Suena ortopédico. Es muy admirable y fluido
entregarse a la aventura de la narración. Lo hace de forma más estructural.
Encuentra soluciones, la novela el fluir te lleva a otro sitio, no puedes
renunciar a eso, pero tienes que enhebrarlo en la idea que tiene de la novela.
Hay escritores de los dos tipos. Escribe el novio del mundo. Está volando de
Madrid a Mallorca. Es la historia de alguien que se acuesta en un hotel en Ámsterdam
y amanece al día siguiente tirado en una calle de Melilla con un camisón de
mujer. De ahí salieron 600 paginas. Encontró la clave de porqué estaba ese
hombre allí tirado. Le lleva 600 páginas que le paso a ese hombre.
El título es fundamental, lo necesita
a la segunda página. No es algo secundario. Pidió a que le ayudaran a elegir título
que la novela sale en dos meses. Eso no puede ser. La voluntad es también
azarosa, donde la elegimos o se nos impone. Los editores le tiran por ventana
con ese título y pensó en otro para que se lo aceptaran. Como era la historia
de un pícaro, de un buscador contemporáneo, le puso el título al servicio de
usted. La editorial piensa en otro título porque este no le convence. Propone
azar y viceversa. Uno no conoce a sus propios editoriales. Haban elegido el título
raro. Publica el libro no tengo la culpa de ser tan sexy. Es de un transexual
que decide ser santa de las que meditan, no las que lo pasan mal y se flagelan.
Todo el lenguaje es recreación del lenguaje de los místicos, de santa Teresa y poemas
de san Juan de la cruz pero en plan transexual. Le pasó lo mismo con el título.
Esto es una mamarrachada el título. Decide cambiar el título y le pone el
absurdamente titilo soso del alma en vilo. Hablando con Beatriz, de la editorial
Tusquets, le encanta el titulo primero. Esta firmado como el alma en vilo, pero
fue publicado así. A veces cambian el título porque la novela ha cambiado. Ese título
ya no funciona con lo que está escribiendo. Le cambiaron una vez el titulo por
impositivo editorial y porque era muy joven y no supo oponerse. Venía desde arriba
arriba del grupo planeta, de José Manuel Lara. El tenía 35 años, le dieron el premio
ateneo de Sevilla que es mucho dinero, y la novela se llamaba la evacuación del
humo. Lara y su mujer dicen que es un título muy largo y que no es muy
comercial y querían que se llamara humo. El joven inexperto intenta protestar,
batallar, Turgeneev ya llamó una novela como humo, la novela de Djuna Barnes se
llama humo, hay una novela de un escritor olvidado de los años 30 titulada
humo. Decidieron que se llamase humo y se llama humo. En esa época no tenía
dinero ni para pagar el alquiler y les dice que como si quieren llamarlo
cerilla. Era mucho dinero. Con ese dinero compraría un gato y se pagaría el psicólogo
para que le ponga mentalidad de rico.
Se puede catalogar escritores de
una parte o otra. Los psicólogos expertos profesionales dicen que hay espacios
neurológicos diferentes para cada escritor. Hay una escala, te sitúas en un
sitio u otro. Se podría hacer una historia de la literatura así, aunque no
sirviera para nada. Hay escritores que se les nota la ideología política. Si
Borges no hubiera hecho declaraciones en periódicos y leyéramos solo su obra no
nos daría pista política ninguna. No le interesa la política, vive en un mundo
propio personal. Tiene opiniones que da están al margen de las realidades
sociales. Hay escritores de izquierda que al opinar resultan reaccionarios. Salvo
que sea una literatura de batalla, intencionadamente ideológica, entonces si.
Si es literatura como tal no se averigua que idea tienen. La gente escribe
desde sí misma, emociones, convicciones, compromisos en sentido amplio. Esto de
un modo a otro se nota, no tiene que ser literatura social, panfletaria. Pero
lo que se define absolutamente como apolítico lo tengo claro, es de derechas. A
partir de eso todo consiste en un compromiso con la literatura, no con tus
ideas, no con tu forma de pensar, ver el mundo o compromiso político que puedes
tener como cualquier ciudadano. Hay una actitud progresista de izquierdas, se
nota el compromiso con las gentes que tú crees progresistas. Uno puede escribir
con todo su alma y espíritu algo horrible o genial. Viaje al fin de la noche es
de lo más nazi que se puede hacer, pero es deslumbrante la novela. La manera de
abordar determinados asuntos no nos da pistas de la posición del mundo de forma
progresistas. Uno ha leído muchas novelas, sobretodo de antes, de escritores de
derecha y sabe cómo lo tratan, como lo describen y lo cuentan, aquello se nota.
Uno no puede ser militante pues sale un horror. Los gays o lesbianas son
personas y personajes, y hay espectáculos, mediocres, horrorosos. La mayoría
son una cosa y otra, hacen lo que pueden, no hay que idealizarlos. Pero hay una
actitud ante una cosa así o ante las calamidades de la vida y los apuros de la
gente, ante las injusticias. Eso se tiene que notar y es bueno que se note
siempre que seas capaz de darle una dimensión literaria. Han firmado los dos un
montón de manifiestos políticos. No sirve para nada, pero bueno. Os lo piden como
escritores. No tengo autoridad sobre nadie, pero si quieres te lo firmo. Tiene
valor testimonial, de una protesta ante una injusticia, pero por desgracia el
papel de los intelectuales es muy insignificante como incidencia social. El político
de pueblo manda más que un intelectual. Que una persona amaestre perros
caniches y salga 5 m en el telediario tiene más repercusión que el libro de
poemas de uno. Firma de forma testimonial sabiendo que no sirve para nada. Uno
se siente más mejor si expresa un compromiso con algo en lo que cree. La repercusión
es la que es, por desgracia. Los intelectuales, artistas, tienen corazón y
cabeza, pero no saben de todo, y es como cualquier ciudadano firman un manifiesto
porque se siente identificado con ese manifiesto. Seguirá firmando todos
manifiestos que pongan delante y apuntarse a todas las causas que hay. No soy
intelectual, soy artista de variedades y escribo artículos de prensa. Al Intelectual
se le asume una visión global de todo y uno no lo tiene. Uno sabe que esto es
injusto, pero no sabe por qué, no tiene los datos, aunque sea periodista. La apariencia
de que el intelectual sepa de todo es de gran vanidad. Firmaría un manifiesto
contra ello. Mendicutti participaba en las tertulias, tenía que hablar, aunque
no supiera del tema para que no le echaran. Entonces improvisas y dices barbaridades,
te pones estupendo y lo dices. Te les los manifiestos y sabes lo que estas
defendiendo. A veces ni los lee. Le llama nuestro amigo común, Luis García
montero, le dice vamos a haber un manifiesto… no me lo cuentes, firma. Pero
porque ahí hay confianza. La intervención en medios de comunicación en la radio
y en los artículos es una respuesta más próxima o inmediata a lo que está
pasando. Aprovecha el artículo de prensa para dar su opinión. Los articulistas
riñen a los que han hecho algo mal. Procura hacer un análisis de un aspecto muy
concreto de la actualidad sabiendo que tienes muy poco espacio. El artículo del
periódico es como un soneto, no puedes pasarte ni una silaba, tiene sus
caracteres y espacios, nunca sabes que te van a cortar, por eso uno mismo se
ajusta a los caracteres. El articulo implica razonamiento sobre un tema. Lleva
5 años haciendo artículos en periódicos. Eso no es análisis frívolo, puede ser divertido,
pero no hay que dar lecciones a nadie. Está claro el posicionamiento ideológico
más vehementemente en los artículos que lo que uno escribe en la obra de
ficción de uno. Actúas sobre un hecho de la actualidad. Publica en correo y en el
mundo 3 columnas semanales. Escribe con mucha libertad, siempre a la contra del
periódico. Escribía artículos sobre Madrid. No escribe del pan y de los peces.
Son artículos literarios pero ligados a la actualidad. Hay que mojarse. El
periódico respetaba lo que decía. Un par de veces pusieron algún, pero. Dijo lo
que quiso hasta que se fue del periódico. Escribir esos artículos era
divertido, podía ser muy peleón, decía cosas tremendas, intentaba escribirlo
con algún recurso literario, como el humor, para ir más allá de lo que te permitirías
a ti mismo si no usaras el humor. Resbaladizo es decir esto. Se escribe de las
cosas tremendas envueltas en ambiente humorístico. Aprendió que los políticos más
zoquetes están entrenados en aceptar esas cosas mejor o peor y hay otros que no
tanto, los grandes empresarios no tienen sentido humor suficiente para aceptar
ciertas cosas. Es cuestión de madurez o inmadurez. Tuvo pelea con algún
humorista. Guti cogió un gran enfado. Sabina era amigo de Guti e hizo de intermediario.
Estaba casado con Arantza de Benito. Guti, el del real Madrid, le puso a parir
por teléfono. Sabina le dedico unos poemas. A las 3 de la madrugada le suena el
teléfono. Le volvió a llamar, estoy con Guti.
En poesía hay más elementos
autobiográficos que en sus novelas. En el cuento segundas rebajas el narrador
era un alter ego suyo. Funda un grupo con dos amigos, uno de ellos Irapu.
Aprovecha los personajes de las novelas, hacen cameo algunos amigos suyos en
sus novelas. Vivió en Rota en los años 60 con la presencia vehemente de la base
militar. Se notaba en los gustos musicales. Escuchaban no los grupos de aquí
sino de Inglaterra y EE.UU. que se oían por la base militar. Se lo dedica a un
amigo de la infancia y se lo dedica después de que muriera. Ha tocado en grupos
de música y él era el batería. Crear ficción desde la absoluta nada es muy
complicado. Escribes de gente y personas que conoces convirtiéndolos en otras
personas. No hay traslación literal de un personaje real a los mundos de ficción.
Llega a hacer un monstruo de Frankenstein con varios personajes; el habla de
uno, el carácter del otro, los rasgos físicos de otro… no se corresponde con un
personaje de la realidad. En toda obra de ficción hay mucho autobiográfico,
algo de tu formación, cosas que conoces, quieres recordar, aunque lo
trasformes. Siempre hay proceso de trasformación. No hay nada literal que se
corresponda con hechos fidedignos. La realidad sirve de punto de partida, pero
no como punto de llegada que casi siempre es otro.
Hay compromiso con lo literario y
con el lenguaje. ¿Qué contenidos tiene lo literario de ficción sobre el
compromiso? Hay que escribir lo mejor que uno sepa. Elegir el punto de vista,
si es una primera persona o no. Corresponder el lenguaje al carácter cultura y experiencia
personal de ese personaje. Eso implica sacrificar ocurrencias ideas brillantes
lingüistas que al final entiendes que no le corresponde a alguien con esa extracción
social, con esa cultura. Depende del ambiente social en que se mueve. Implica
una reelaboración del lenguaje. Le interesa mucho el lenguaje coloquial. Hay
que darle dimensión literaria a ese lenguaje. A veces se traslada a escritura
una palabra o expresión, pero las novelas que escribe en ese registro están
llenas de frases y palabras, vocablos, compuestos a la manera de. No es que eso
se diga así exactamente, pero se dicen cosas que son equivalentes a lo que pone
en boca de un personaje. Es un trabajo complicado, no sudas a mares, pero
tienes que darle verosimilitud lingüística a esa manera de contar del personaje
que narra en primera persona. Eliminar lo que estorbe a esa verosimilitud y que
sea creativa y no plana. Lograr que ese trabajo, y los procesos de creación
recreación literaria, no se noten demasiado. Uno no habla así por mucha
imaginación verbal que tenga o competencia lingüística. No hay que dar la
sensación de que hacemos que ese personaje hable así, sino que tiene que haber
fluidez lingüística. Compromiso con el lenguaje. Cuento no en tono coloquial pero
que tampoco intenta ser demasiado elaborado literariamente. Le interesa una
naturalidad en el habla del personaje. Importa la cadencia y plasticidad de la
frase sin que sea relamido, forzado. Ese es el compromiso con el lenguaje. Hay
otros con lenguaje muy barroco, literariamente recargado, elaborado todo igual,
con otro tipo de registro. Le interesa el lenguaje coloquial andaluz. Se siente
andaluz por su memoria de forma de hablar cuando vivía allí, por como hablaba
la gente que le rodeaba. Eso le hace ser andaluz. Al rocío fue dos veces y juró
que no iría más, la semana santa le agobia, los toros no le gustan. El lenguaje
tiene mala fama, es muy superficial, chisporreante. Ha escrito la novela en
tercera persona de una familia que vive 100 años, no podría escribirse en
tercera persona. Tiene un capitulo escrito con un lenguaje seseante. Se puede
ser listo solidario hablando así. Se cecea mucho en su pueblo. Su cuñado cecea
y sesea al mismo tiempo. Tiene bipolaridad poética.
El lector es algo fundamental en el
hecho literario. Hay gente que dice que escribe para el solo. Autores que creen
que no influyen en sociedad con una novela o poesía, lo dicen porque lo creen,
pero su experiencia personal ha sido diferente. Él es como es entre otras cosas
por lo que ha leído de determinados escritores, por las lecturas que ha hecho.
El escritor es un lector más resabiado, no es inocente, está analizando el
juguete, averigua los mecanismos de como construye aquello, como se construye
la frase. El lector no tiene por qué estar pendiente de eso. El escritor al
leer hace un trabajo de espionaje industrial, detectar de que esta hecho el
juguete. Uno dice por humildad que lo que ha escrito y no ha tenido influencia
en una persona. En la vida las lecturas pueden cambiarte muchas cosas en la
vida, influir sobre estados de ánimos, ser el que eres. Esta agradecido siempre
al escritor el lector. El escritor aumenta dudas incertidumbres, respondes preguntas.
Es un factor mágico donde se produce una reacción química entre un libro y un
lector que no tiene por qué ser la misma. Un mismo libro cambia leído en una
época o otra de la vida. Libros que en una edad no nos han dicho nada en otra
edad son libros que nos fascinan. Ahora al escribir el libro tiene más repercusión
inmediata por las RSS redes sociales. El proceso de escribir no acaba con el
texto acabado porque hay que estar atento de su viralización en redes. Hasta
hace años leíamos las 4 reseñas que salían en los principales periódicos,
suplementos culturales y lo que decían los amigos que lo tomábamos como un
agradecimiento o un halago, no como una crítica. Tienen mucha repercusión las novelas
o cuando firmas manifiestos. Hay que tener mucha influencia en muchos lectores.
Es el caldo de cultivo para una actitud colectiva. La experiencia individual de
la lectura puede ser muy importante. Un libro no existe mientras no hay un
editor. Si lo meto en un cajón existirá cuando lo saque del cajón. Si un libro
no lo lee nadie no habrá existido nunca. Hay tantos libros como lectores, la reacción
de lector es única e intransferible, aunque se parezcan varias reacciones. No neguemos
una influencia de verdad que da sentido al libro. El libro influye su
significado en la manera de sentir, desear, recordar en cada lector. No era la
intención decir que no influyen los libros. A veces ve la capacidad que tenemos
de influir. Los intelectuales que firman manifiestos no tienen repercusión
social. El escritor o creador en general apoya un manifiesto le parece ni bien
ni mal. Aparece la lista de 100 200 intelectuales, lo primero que dice es
cuanto intelectual hay en este país. Con los manifiestos se queda mejor o peor.
No dice que no haya que hacerlos. Pero ante todo está la lectura de los libros,
el compromiso del escritor con su sociedad a la que influye.
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