Para
Nietzsche su sociedad era Decadente; rebaños encauzados por débiles cristianos,
enclenques racionalistas, pálidos idealistas, mojigatas moralistas... Esta
sociedad sigue enfermiza y nuestra cultura sigue en malestar. Ya no anda
enferma del ideal excluyente sino del materialismo excluyente. Como rezaba
Rubén Darío; ¡Ojalá Dios nos libre de tanto súper hombre!. Ha muerto Dios y también Nietzsche, así que
ni hay cristianos ni nadie que se moleste en leer al filósofo (si ni siquiera
era leído en vida...). El romanticismo, reducto platónico, pasó a mejor vida y
de tanto aceptar nuestra animalidad y sexualidad ahora lo extraño es
enamorarse, lo elevado, lo que escape al mero “follar”. (Incluso los teóricos
posmodernos llaman al amor un mero invento occidental) Todo es sexo y carne en
el mercado mayorista de cualquier chat, o en la frivolidad televisiva.
Por
no hablar de los institutos tipo Sensación de Vivir o en los centros estéticos
donde las señoras se hacen “la lipu” y se tiñen para conservar cuerpo de
quinceañera.
¡La nueva Circe engañadora es la publicidad que nos
controla gregariamente. El actual eslogan “No
Future” o el “just Do it” de la
marca Nike me parecen tristes revisiones del Carpe Diem, porque para muchos drogadictos y seropositivos
realmente no ha habido futuro. Vivir la vida no es beber hasta potar, no es
temer a la arruga, no es aferrarse a la juventud
divino tesoro o al colige virgo
rosae antes de que las rosas y la vida se marchite. Hay vida también a los
40 y es vida también la de quien estudia en una biblioteca.
La marca de ropa “Bad
Boy” nos trae la moda de ser duro, macarra (El hombre de los 50 con el que
los beatles no acabó) ¡Vaya “súper hombre”; Duro y fuerte por fuera pero blando
y vulnerable por dentro!. Varonil y viril para defender a la chica, pero de
cara aniñada y con rasgos tradicionalmente femeninos (como la frivolidad, el
pensamiento débil, los sentimientos, el rol de sumisión pasiva).
Duro por fuera y frágil por dentro. Justo lo contrario
a lo que pretendía Nietzche; Fortalecer el interior con un exterior flexible a
la adversidad, a la felicidad o al cambio.
Los adolescentes, en manos de los anuncios, se creen
dioses, acostumbrados a tenerlo todo y ¡Ya!, ansiando el infinito económico.
Traducen “ser más y mejor”, ese mensaje trascendente de Nie de que “lo que no
me mata, me hace más fuerte”, por pegar palizas o sacar buenas notas, ascender
laboralmente, emular al Gran Gatsby y al ciudadano Kane, al ingeniero yuppie
triunfador, ¡trepas de Wall Street! ¿No
es una mal interpretación del superhombre y quedarse en león que ruge sin crear
nada?
Se produce y se reproduce (el ínter texto, los
plagios, la ausencia de opiniones personales...) pero no se crea. Para producir
útiles funcionalistas en una cadena de montaje no se precisa valerse de la
imaginación, para crear sí. Al mal estudiante se le castiga a hacer copias en
clase, a reproducir el libro de forma mimética por su falta de atención (muchos
realizan estas copias sin prestarles la más mínima atención, copiando palabras
sin ni siquiera leerlas, como significantes que carecieran de significados).
Y al buen estudiante se le considera y premia la
memorística, la capacidad de retención de fechas y datos, y no la creación,
relación, reconstrucción de los contenidos para moldear su propio pensamiento
libre.
Pasamos de rezarle un ángelus a Dios con la cabeza gacha
(El cuadro de Millet) a idolatrar al $ (Nuevo Dios), al progreso, a la técnica
“Deux et machina” Somos más esclavos que
nunca, pero los anuncios de compresas nos convencen de lo contrario;
Supuestamente somos superhombres, individualistas con mucha personalidad; “Voy
a ser yo”, “Me gusta ser mujer” Los anuncios y la música de la FM ocupan el
último reducto de trascendencia que nos queda tras el crimen de Dios.
En esta
sociedad pragmática, útilista, mercantilista, positivista (La de siempre... la
misma de Nie) el devenir es la fluctuación en las oscilaciones bursátiles y
condena al idealista, a quien se abstrae y no produce nada a simple vista útil.
Cela dijo que las ideas son síntoma de locura, que el hombre sano no las tiene.
A ese tipo de mentalidad me refiero (Esto lo escribió en su prologo a Pascual Duarte
sólo para polemizar pues es incongruente con crear ficción denegar de las
ideas). No podemos quedarnos en nuestra animalidad conectada a las nuevas
tecnologías, no podemos denegar del humanismo y del hombre (Ni del arte que
aspira al ideal estético apolíneo o a su transgresión) Los ideales nos separan
del animal y nos dan la autonomía moral. Hemos separado el mundo en amos
capitalistas y esclavos en África(la parte impúdica, Sur de nuestro ombligo)
Su hambre es
también una guerra, quizá hoy no, pero sí mañana. Condenamos su terrorismo, que
nos den la patada en nuestro par de... torres gemelas, pero se nos olvidan las
causas que lo motivan. Vemos la superficie, la punta del iceberg o el hecho
puntual de un acontecimiento histórico y no profundizamos en su origen.
No podemos
olvidar lo trascendente quedándonos en lo inmanente, no podemos dejar de ser
racionales (Aunque dejemos de reprimir los instintos). Si olvidamos la faceta
espiritual o los ideales, seguiremos en este relativismo actual. Si perdemos el
lenguaje, si matamos al sujeto y por tanto sus responsabilidades morales, si ya
no creemos en la utopía de Igualité, caeremos en otro nihilismo negativo, en
una exclusión de lo utópico, de los sueños apolíneos de un mundo no perfecto
pero si mejor.
Caminamos
hacía el nuevo ocaso, y el idealista o romántico son una especie en extinción.
¿Se me ha comprendido?
“Dionisio anda por ahí mamado, y Apolo en las nubes con su arpa”
Pero hay un término
medio, que ya el pensador gestó. Nietzsche nunca denegó de lo apolineo si
admite lo dionisiaco. Ahora lo dionisiaco condena lo apolineo, el malentendido
super- prepotente- hombre tipo Rockefeller o Goliat arremete contra el artista
y el soñador.
Oscar Wilde decía que la sociedad perdona al criminal pero
nunca al soñador. El pueblo siempre va a salvar al criminal Barrabas y a matar
a Jesús por soñador, a Cesar por soñar un imperio, a Dios por soñar a los
hombres. Me quedo con esa frase de Niet de que el hombre es mortal y, como tal,
su naturaleza aspira al ideal. En la Posmodernidad estamos lejos de ser esos
niños creadores, porque lo bacanal, la autonomía de lo temporal, se ha impuesto
sobre quien se atreva a soñar más allá (es decir a teleologías y metafísicas o
a diseñar su propio futuro, porque NO FUTURE).
¡Arbitrium Aude!, ya qué suena ridículo incitar a los
alumnos a un ¡sapere aude! Si nos han matado a Dios y a la Razón, al menos
luchemos porque el “sistema” no se cargue nuestra imaginación. Si no podemos
cambiar el sistema que este no nos cambie a nosotros.
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