lunes, 30 de mayo de 2016

Las Carreras Ortega y Gasset


RESUMEN CON ALGUN COMENTARIO


Carrera es correr de un sitio a otro siguiendo una trayectoria, según el diccionario.

Cicerón representa la vida como una carrera por un estadio, con mucho esfuerzo desde el primer al último momento por parte del atleta con moral deportista.

La vida no es estática, no es permanecer, sino que es moverse dinámicamente. No es yacer, hay que hacer. Hay que hacerse hombres. El hombre no es lo que ya es lo que es sino que ha de elegir ser. Es el único animal no prefijado por su determinismo, el único capaz de ser libre.

Nuestra vida futura es, por lo pronto, una fantasía, una obra de imaginación. Siempre construimos en la imaginación lo que haremos a continuación. Se da cuenta de que es heredero de muchas líneas de existencia y modos de vida. La fantasía, al contrario que la verdadera imaginación, no es creativa sino reproductora. (diferencia que hicieron los románticos, FITSE, Goethé y cya) la fantasía se alimenta de las vidas anteriores y son estas las que escenificamos en nuestra mente; seré abogado del diablo como Santo Tomás, seré actriz como la Monroe, seré revolucionario como Sócrates o el Ché...

La palabra carrera ha pasado del sentido que tenía en términos de Cicerón como lo individual y personal a designar un sistema de vida genérico y un modo de ejercer la profesión tópico.

En realidad la distinción entre carrera y oficios es vital porque la sociedad hace una distinción CLASISTA entre hombres de espíritu (de ideas, de papeles, de palabras) y hombres de mano, manufactores. Artistas, artesanos. Aunque en el fondo todos son obreros, desde el peón hasta el Homero, entendido arte o trabajo como técnica (teckes) aristotélica.

En las sociedades primitivas hay pocas carreras o profesiones que uno pueda escoger. Y en cambio en la sociedad de la igualdad de oportunidades, al menos en teoría, podemos elegir entre un abanico más amplio de profesiones. Pero la carrera no coincide exactamente con el plan de vida pues hay cosas aparte de lo profesional como son lo afectivo. El problema de las carreras es que le especializan sólo en determinados temas y le dejan ignorante para todos los demás y si esta persona no se preocupa o siente curiosidad intelectual -de diletante- será un analfabeto funcional, sólo preparado para intereses pragmáticos de dinero y posición social. No se trata de tener “culturilla general” sino de tener cultura porque cuanta más cultura mayor amplitud de miras para entender el propio presente.  Hoy en día la filosofía es una función social y Ortega dice a sus estudiantes que han venido allí a hacer metafísicas. Pero en tiempos de Platón no lo era porque la filosofía era individualista y no colectiva. Es siempre un individuo el que siente primero la necesidad y luego se lo contagia a los demás, a su sociedad. Por eso las ideas de un hombre acaban convirtiéndose en creencias sociales.

(Ortega frente a la teoría textualista es más individualista, aristocrático) Por eso Ortega logró poner de moda la filosofía y que la gente sintiera esa necesidad, como el economista que crea necesidades ficticias a sus consumidores. La filosofía después se des- individualiza y en cierta forma enajena, aliena y mal interpreta. Las ideas tardan en incubarse pero luego arrasan como creencias.  La vocación es un deseo, un apetito íntimo y sincero hacía algo que nos gusta y nos llena mucho. Es por todo ello una forma de amor, en sentido clásico, una afiliación al conocimiento, un principio de Eros. Haya dos formas de hacer filosofía; delicisiosamente aceptando “lo que hay” y la realidad o angustiosamente intentando que no haya lo que hay. Platón pertenece a los filósofos angustiados, así como Nietxsche. En cambio Descartes es de los “realistas”, de los aristotélicos, de los legitimadores de lo que hay, de la realidad. Soñadores quijotescos frente a sanchos panzas, y la mejor forma de filosofar es conciliando materialismo e idealismo. (que es lo que Ortega hizo)

La metafísica se nos presenta como un cúmulo de pensamientos y doctrinas que ha ido atesorando la humanidad -algo, pues, que a los ojos parece positivo. Enterarse de estos pensamientos y aprender esas doctrinas, será hacer metafísica pero sólo aprendiéndola, será reproductivo y no creativo.

Hablando, pues, con rigor, hace realmente metafísica el que se encuentra con la necesidad inexorable de hacerla, de buscar una realidad a su vida por haber caído en la cuenta de que ésta por sí no la tiene -por tanto, de hacerla aunque no estuviese hecha y como si nadie la hubiese hecho nadie antes-, pero, a la vez, se encuentra, quiera o no, con metafísicas ya hechas.

Hay que hacer nueva filosofía y ya esta hecha la filosofía.

Y entre esa tensión de fuerzas navega el filosofo. Rescatando de lo anterior pero siempre cara al futuro.  El actualismo y el futurismo es el imperativo de la filosofía; proyectarse hacía el futuro, la vanguardia, sin olvidar el pasado del que viene.

Y entre los grandes filósofos y los que meramente aprenden, repiten o enseñan la filosofía como órganos de vitrina hay una gran diferencia.

Ortega se refiere a los alumnos que vienen a estudiar filosofía sin vocación como una panda de desorientados vitales. Dice Ortega que la claridad del filosofo se lo da la vida y sobretodo la experiencia de la vida, la madurez. 

Una generación de jóvenes es un conjunto de personas con parecidas inquietudes y características semejantes, pero no obstante todos se diferencian entre sí. (como la del 98 o la del 27) La juventud es tan parlanchina que en el fondo no tiene voz, es muda, o más bien ventrílocua; los adultos hablan por ellos y les hacen decir cosas que ellos no quisieran. El bloque de una generación se levanta frente al bloque de la otra como dos acantilados incomunicables y así se da el abismo generacional que siempre es un abismo porque contemplan el mundo de forma muy distinta- aunque en el fondo existan constantes, eones, esencias y verdades eternas, cosas que a través de la historia nunca han cambiado o cambiaran en los hombres-. Por eso la historia es, en una de sus caras, polémica y cambio, pero por otra parte, por su otra cara, la historia es una continuidad. Toda idea o sentimiento humano proviene siempre de una idea o sentimiento anterior – ya sea nuestro o de otros hombres- . No hay posible vacío en la historia. No debe haber oscurantismo. No hay, ni debe haber, por tanto, generaciones perdidas. Y ustedes, jóvenes, son la esperanza de la ruptura y la continuidad.

 

 

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