jueves, 9 de junio de 2016

MIGUEL HERNANDEZ, EL POETA PASTOR


Miguel Hernández es uno de los más grandes poetas  españoles. En 2010 se cumplió 100 años del nacimiento de este genial escritor. Por ello en la asociación espacio Luzarra ha querido darle un homenaje recitando sus poemas de forma teatralizada. Miguel Hernández no escribió ninguna novela pero como poeta fue el precursor de la poesía social o política ya que sus letras son consignas, gritos reivindicativos, lemas a favor de la república y contra la guerra civil que él vivió.  La guerra le mató, como a Lorca, acabó con sus huesos en la cárcel y allí murió de hambre y pena y añoranza por su mujer e hijo. De hecho su poema más famoso tal vez sea las nanas de la cebolla dedicadas a su único hijo.
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Miguel nació el 30 de octubre de 1910 en Orihuela. Era el tercer hijo de los siete que tuvieron Miguel Hernández Sánchez y Concepción Gilabert, y el segundo varón. Su familia se dedicaba a la cría de ganado caprino, lo que motivó que se trasladaran de la casa donde Miguel nació (San Juan, nº 82) a una más grande y acorde con el negocio familiar (calle de Arriba, nº 37), ubicada en las afueras. Su padre aspiraba a ascender socialmente, logrando ser nombrado "alcalde de barrio"; su madre, por su parte, era una mujer enfermiza (padecía bronquitis crónica) y a menudo debía guardar cama. A los 14 el padre le pone a pastorear cabras, desde niño tenía temple, se tiraba al agua, y vivió mucho la vida, le gustaba divertirse pero también  culturizarse. Tuvo una infancia feliz llena de juegos, correrías por el monte, los recuerdos típicos que todos tenemos de los pueblos. Miguel fue un pastor de cabras autodidacta, era un chico muy estudioso por su cuenta pero un fracaso escolar en lo académico. Se llevaba los libros del padre Luis Armancha Hernández, el obispo de Orihuela, aunque se los devolvía mojados. Este cura le pasaba libros clandestinos, Miguel lee de todo; Gabriel Miró, Paul Verlaine, Cervantes, Lope de Vega., Calderón, Garcilaso y sobretodo Góngora... No hay libros que encuentren un lector tan fiel y tan autodidacta como Miguel, el pastor. Miguel Hernández digirió en su adolescencia clásicos desde Virgilio hasta san Juan cruz, era un genio; Mozart murió a los 33, y el a los 30. ¿De dónde sacaba tiempo?. Cuando sacaba el rebaño a pastorear se llevaba novelas, obras de teatro y sobretodo libros de poesía a las eras y campos. Mientras cuidaba el rebaño, Hernández leía con avidez y escribía sus primeros poemas. Su padre le apagaba la luz para que durmiera y él seguía leyendo con una linternita bajo las sabanas. Fue escolarizado desde 1915 hasta 1916 en el centro de enseñanza «Nuestra Señora de Monserrat» y de 1918 a 1923 recibió educación primaria en las escuelas del Amor de Dios. En 1923 pasa a estudiar el bachillerato en el colegio de Santo Domingo de Orihuela, regentado por los jesuitas, que le proponen para una beca con la que continuar sus estudios, que su padre rechaza. En 1925 abandonó los estudios por orden paterna para dedicarse en exclusiva al pastoreo.
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Esta conferencia es un coloquio sobre su vida. Fue un niño solitario, marginado, mantenía una relación difícil con su padre, el padre era duro con el, su padre no entendía que tuviera esa obsesión afición con la poesía. El padre nunca llegó a entenderle, Miguel era un letra herido, el espíritu de la poesía (era muy delgado y alto, dicen que hermoso). De hecho cuando murió en la cárcel el padre comentó que él se lo había buscado. La relación no era buena. El padre tenía muchas limitaciones como educador y Miguel era un espíritu libre, mucho más culto que el padre. Lo que en Italia llaman diletante o amante del saber. El padre lo lleva a un colegio de familias ricas, trabaja allí para poder comer, no era maltrato, era la mentalidad de aquella época en la que había que ganarse el pan. Miguel  estudiaba en un colegio pobre, el padre era violento cuando le veía con la luz apagada, palo por aquí y por allá. La  autoridad de la madre era bien poca, la madre era el poli bueno, hacía de mediación entre el padre y el hijo. Una lectura psicoanalítica de Miguel Hernández nos rebela que sufrió el Edipo, quería más a su madre ideal que a su padre real al que tantas veces se rebela (como Lorca, Dalí, Miguel Bosé…)  por eso, por el complejo de Edipo, resultó tan rebelde y revolucionario y trasgresor. Miguel fue a trabajar de prácticas con los niños pobres. Miguel no se lamentaba de las dificultades invisibles, un padre duro es mejor que un padre deprimido.  No se puede elegir a los padres. Miguel se  inspira en la naturaleza, en los prados, en el locus armonicus renacentista para escribir sus poemas que tienen también mucho de panteísta.   
Sus visitas a la biblioteca pública eran cada vez más frecuentes y empezó a formar un improvisado grupo literario junto a otros jóvenes de Orihuela en torno a la tahona de su amigo Carlos Fenoll. Los principales participantes en aquellas reuniones eran, además de Hernández y del propio Carlos Fenoll, su hermano Efrén Fenoll, Manuel Molina y José Marín Gutiérrez, futuro abogado y ensayista que posteriormente adoptaría el seudónimo de «Ramón Sijé» y a quien Hernández dedicó su célebre Elegía. Desde ese momento, Ramón Sijé se convirtió no solo en su amigo, sino también en su compañero de inquietudes literarias.
El 25 de marzo de 1931, con tan solo 20 años, obtuvo el primer y único premio literario de su vida concedido por la Sociedad Artística del Orfeón Ilicitano con un poema de 138 versos llamado Canto a Valencia, bajo el lema Luz..., Pájaros..., Sol... El tema principal del poema era el paisaje y las gentes del litoral levantino, en el que destacaba el mar Mediterráneo, el río Segura y las ciudades de Valencia, Alicante, Murcia y, en mayor medida, Elche. Cuando Hernández recibió la notificación de la consecución del premio, se apresuró a viajar a la ciudad ilicitana creyendo que recibiría un premio económico, pero fue acreedor tan sólo de una escribanía de plata.
Desde el 1930 al 31 de diciembre de 1931 hace muchos viajes a Madrid, buscando consolidarse en la escena, acompañado de unos pocos poemas y recomendaciones. Introducido por Francisco Martínez Corbalán, las revistas literarias La Gaceta Literaria y Estampa lo ayudaron a buscar empleo, pero el intento no fructificó y se vio obligado a volver a Orihuela el 15 de mayo de 1932. No obstante, dicho viaje tuvo gran importancia, al permitirle conocer de primera mano la obra de la generación del 27, así como la teoría necesaria para la composición de su obra Perito en lunas.  En 1933 se publicó Perito en lunas, su primer libro. Hernández fue invitado a hacer lecturas de su obra en la Universidad de Cartagena y en el Ateneo de Alicante el 29 de abril de 1933.
Tras aquel prometedor comienzo, marchó a Madrid por segunda vez para obtener trabajo, esa vez con mejor fortuna pues logró ser nombrado colaborador en las Misiones Pedagógicas. Más tarde le escogió como secretario y redactor de la enciclopedia Los toros su director y principal redactor, José María de Cossío, que se convirtió en su protector y más ferviente sostenedor de su obra. Colaboró además con asiduidad en Revista de Occidente y mantuvo una tórrida relación con la muy liberada pintora Maruja Mallo, que le inspiró parte de los sonetos de El rayo que no cesa.[] Se presentó a Vicente Aleixandre e hizo amistad con él y con Pablo Neruda; este fue el origen de su breve etapa dentro del Surrealismo, con aliento torrencial e inspiración telúrica. Su poesía por entonces se hace más social y manifestó a las claras un compromiso político con los más pobres y desheredados. En diciembre de 1935 murió su fraternal amigo de toda la vida, Ramón Sijé, y Hernández le dedicó su extraordinaria Elegía, que provocó el difícil entusiasmo de Juan Ramón Jiménez en una crónica del diario El Sol.
En 1930, con 20 años, se marcha por segunda vez a Madrid. Más allá de Orihuela hay un mundo entero por descubrir. Miguel se siente como un paleto venido a la capital, un pastor o un campesino que es lo que era en una ciudad metrópoli. Madrid le impresiona, Madrid le asusta. Como asustará a Lorca el Nueva York de los rascacielos y el neo capitalismo feroz donde prima el individualismo y la ley de la selva, la ley del más fuerte. Miguel Hernández llama rasca leches a los rascacielos que rascan las nubes. Su vega murciana, era bucólica. Allí en esos campos andaluces, lee a Virgilio. Los griegos y los renacentistas llamaban locus armonius a los lugares armónicos, naturales, agrestes, salvajes en los que relataban novela pastoril o bucólica. Miguel Hernández se sentía uno de esos pastores cortejando damiselas en el campo como las poesías de Garcilaso de la Vega o de Petrarca. Leyó a todos los clásicos, las obras de teatro griegas, las novelas y diarios romanos. Tenía una  sed embebecida de aprender. Aprender siempre, incluso en la cárcel (El Lute se sacó la carrera de derecho en la cárcel tras sus robos de ovejas) Miguel Hernández se negó a ir a la mili franquista y también a la cárcel, pero durante la guerra le apresaron por republicano. Se había alistado en el ejercito republicano. En el verano de 1936 también se afilió al Partido Comunista de España.[ ]Hernández figuró en el 5.º Regimiento y pasó a otras unidades en los frentes de la batalla de Teruel, Andalucía y Extremadura. En plena guerra, logró escapar brevemente a Orihuela para casarse el 9 de marzo de 1937 con Josefina Manresa. A los pocos días tuvo que marchar al frente de Jaén. En el verano de 1937 asistió al II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas celebrado en Madrid y Valencia, donde conoció a César Vallejo. Más tarde viajó a la Unión Soviética en representación del gobierno de la República, de donde regresó en octubre para escribir el drama Pastor de la muerte y numerosos poemas recogidos más tarde en su obra El hombre acecha.
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Su mujer, Teresa Manresa, recibía sus cartas desde el frente llena de miedo y ansiedad. Miguel arengaba a sus compañeros en el frente, dio muchos discursos de guerra airados y vehementes. Había conocido a a josefina Manresa en Orihuela y antes de marchar a la guerra se casaron. Teresa estaba embarazada de Manuel Ramón, el hijo de Miguel Hernández que muere en el 37, con pocos meses. A él le dedicó el poema Hijo de la luz y de la sombra y otros recogidos en el Cancionero y romancero de ausencias. En enero de 1939 nació su segundo hijo, Manuel Miguel, a quien dedicó las famosas Nanas de la cebolla. Escribió un nuevo libro: Viento del pueblo. Destinado a la 6ª división, pasó a Madrid. En abril de 1939, recién concluida la guerra, se había terminado de imprimir en Valencia El hombre acecha. Aún sin encuadernar, una comisión depuradora franquista[,] presidida por el filólogo Joaquín de Entrambasaguas, ordenó la destrucción completa de la edición. Sin embargo, dos ejemplares que se salvaron permitieron reeditar el libro en 1981. Su amigo Cossío se ofreció a acoger al poeta en Tudanca, pero este decidió volver a Orihuela. Pero en Orihuela corría mucho riesgo, por lo que decidió irse a Sevilla pasando por Córdoba, con la intención de cruzar la frontera de Portugal por Huelva. La policía de Salazar, dictador fascista de Portugal, lo entregó a la Guardia Civil.[]

No se arrepintió jamás ni reconoció que su vida había sido un error. No quiso verse con el cura que confesaba a los presos en la cárcel. Para Miguel Hernández la cultura es cultivarse así mismo. La cultura como un cultivo de la tierra propia, de la pequeña huerta, del botage y el openfield. Aquello que decía Voltaire de cultivemos nuestro jardín interior. Y el jardín de Miguel era enorme, un gran mundo interior, mucha fantasía e imaginación, muchas lecturas, mucho trabajo y esfuerzo, mucha suerte e inspiración y una vida vivida en plenitud como la de un buen salvaje pero consciente de lo que vivió. El jardín de Miguel era su infancia, el tiempo perdido, su adolescencia. Apenas probó la madurez. La Tierra era para el que la trabaja, el que da fruto, pensaba Miguel Hernández pues fue furibundo comunista y republicano. Sin embargo no le gustó la URSS cuando la visitó, era un mundo muy deshumanizado y peligroso, tanto o más que Nueva York. Los coches eran elefantes en esta selva sin ley de la metrópoli. La policía le detuvo y prendió  porque creían había robado un reloj que Vicente Alexandre le regaló. Lo identificó un guardia civil. Se defendió lo mejor que pudo, pero le llevaron preso la guardia civil, le maltrató el jefe de falange de Alicante. Se juzgó su vida “pecaminosa”. Si se hubiera defendido, si se hubiera arrepentido quizá podría haber salido de la cárcel pero Miguel era testarudo, y un republicano convencido. ¿su delito? Ponerse de parte de los rojos. No tenía delitos de sangre, no delinquió, no asesinó, le condenaron por sus poemas.
Desde la cárcel de Sevilla lo trasladaron al penal de la calle Torrijos en Madrid (hoy calle del Conde de Peñalver), de donde, gracias a las gestiones que realizó Pablo Neruda ante un cardenal, salió en libertad inesperadamente, sin ser procesado, en septiembre de 1939. Vuelto a Orihuela, fue delatado y detenido y ya en la prisión de la plaza del Conde de Toreno en Madrid, fue juzgado y condenado a muerte en marzo de 1940. José María de Cossío 14 y otros intelectuales amigos, entre ellos Luis Almarcha Hernández,15 amigo de la juventud y vicario general de la diócesis de Orihuela (posteriormente obispo de León en 1944), intercedieron por él y se le conmutó la pena de muerte por la de treinta años de cárcel. Pasó a la prisión de Palencia en septiembre de 1940 y en noviembre, al penal de Ocaña (Toledo). En 1941, fue trasladado al reformatorio de Adultos de Alicante, donde compartió celda con Buero Vallejo. Allí enfermó. Padeció primero bronquitis y luego tifus, que se le complicó con tuberculosis. Falleció en la enfermería de la prisión alicantina a las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942, con tan sólo 31 años de edad. Se cuenta que no pudieron cerrarle los ojos, hecho sobre el que su amigo Vicente Aleixandre compuso un poema. Fue enterrado en el nicho número mil nueve del cementerio de Nuestra Señora del Remedio de Alicante, el 30 de marzo.

Se le hizo callar, el tenía sus ideas y los falangistas no querían escucharlo. La guerra le obliga a sacar lo máximo de él mismo hasta desgastarse. Miguel escribe según le da el siroco de los vientos árabes, o lo que los árabes llaman samsara, la locura lúcida. Al primer hijo que murió, Miguel lo escribió también desde la cárcel. Le apresaron en el 39, al final de la guerra. Pretendían con su apresamiento dar ejemplo de lo que les pasa a los republicanos que no aceptan el nuevo régimen. Mientras está en la cárcel nace su segundo hijo, también Manolo, al que le escribe la nana de la cebolla. No tenía para alimentar a su hijo más que cebolla, decía Teresa Manresa, de sus ubres salía también leche de cebolla. Le dejaron en libertad pero le volvieron a detener porque le denuncian los vecinos.  Conoció 13 cárceles distintas. Allí en la última cárcel le entra tuberculosis, y muere en un hospital de alicante que los fascistas habían liberado. Muere con 31 años
Son sus poemas de Libertad y educación para el pueblo, hablan de las ausencias, las tristezas, la amargura y la lucidez. Miguel escribió una de los mejores elegías de la lengua castellana. Su poesía es consecuente con la causa en la que luchó. Era libre espiritualmente, para el alma humana no hay cárcel, no hay límites que se puedan imponer. La  infamia, el drama, la  penuria del ser humano, la ignorancia, la necedad, la vulgaridad, siempre va a persistir en el ser humano. Un ser humano que para Hernández es bueno por naturaleza, roussiano pero que el poder, la sociedad, la cultura pervierte. Él mismo es el ejemplo de buen salvaje metido de lleno en el mundo feliz. El ejemplo del hombre de campo bueno y noble que en la sociedad se comen. Miguel Hernández llega a la ciudad de Madrid como un Alfredo landa al que hacen el timo de la estampita, un salvaje en la ciudad. Un hombre bueno de pueblo cuyo crimen intenta ser ejemplar y que le hace quedar como un icono, una leyenda o un mito.  La memoria histórica está ahí no para ver las cosas con venganza y rencor sino para revindicar su figura y el ejemplo de vida que dio a sus contemporáneos. Sus herederos no dejaron que los franquistas manejaran su herencia e hicieron una moción a las altas instancias para que levantaran la sentencia del rojo separatista.

Fue un poeta pobre (le regalaban los libros, no tenía dinero) Un poeta que luchó contra y viento y marea contra la  incultura de su época.  Poemas como solo por amor o antes del odio dan buena cuenta de ello. A veces tenía que comer cuchillos. Podía estar lleno de chinches y piojos, podrán matar su cuerpo pero nunca su alma, su palabra. San Juan de la Cruz y Fray Luis de León (y hay mucha influencia de esta poesía mística en Miguel) decían que el alma se eleva ante el cuerpo que duele. Miguel tuvo que sufrir mucho, aguantó mucho dolor físico en la cárcel y eso le hizo elevarse a lo trascendente. Por eso en Miguel hay mucho de místico, de preso en su celda que sueña con volar, con escapar. Que cuenta los días que lleva en la pared con una tiza y que añora, extraña a su mujer y a su hijo, al que ni siquiera ha visto nacer, del que no sabe nada. Sí, podrán matar su cuerpo pero no su palabra. Ahí nos queda su palabra, eterna e inmortal cuando la escribimos. Efímera, volátil, voluble cuando no la escribimos. Escribimos para que las palabras no se las lleve el viento. La esperanza es lo último que se pierde, lo que no se pierde nunca. Miguel es la utopía, es la esperanza, el color verde del prado.
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En cuanto a su técnica o poética diremos que fue un poeta barroco, gongorino al principio. Tenía gran amistad con Alexandre, Jrj y Lorca y era conocido del refinado Cernuda. Cernuda, tan chulo de barrio, tan borde y con tanto ego, no tuvo muchos amigos. Su poesía es pastoril, es marxista, habla de la clase trabajadora frente a los señoritos de ciudad. Alexandre le quería mucho, daba clases con Lorca, Neruda. Algunos críticos le sitúan en la generación del 27 y para otros se encuentra en la generación del 36, la de la guerra. A medio camino entre la generación de la república (la del 14, la de Azaña) y la de posguerra (los años 40, Rosales) Lorca estuvo en NY y Rusia y Miguel Hernández en Madrid y en la URSS.
La Generación del 27 estaba llena de snobs universitarios, como el propio Cernuda. Miguel no era así, ni relamido ni pedante. Le veían no como un igual sino como un pegado, un caso aparte. Miguel está a caballo entre todas las generaciones sin pertenecer a ninguna, como pasaba con Juan Ramón Jiménez y otros. Dámaso Alonso dijo que fue el genial epilogo del 27.
Neruda y Lorca le ayudan a publicar, le regalan libros. Hernández está entre las generaciones del 27 y el 36, en tierra de nadie. En el 27 tiene 17 años, y se relaciona con los poetas, es un chaval que empieza a escribir. El poeta pastor. Dámaso Alonso, Manuel Antolaguirre, Alberti, Cernuda, Guillen, Emilio prados, Gerardo Diego y otros constituirán la generación del 27, la edad de plata. Se llevan 11 años del mayor al menor. Neruda y José Bergamín son los que más le ayudan. Pero también estarán por ahí Juan Ramón Jiménez, los hermanos Machado, Unamuno, Ortega (con su libro la deshumanización del arte) No se le puede llamar parte de la generación al 27 porque no cumplen los requisitos que el critico Petersey pedía para pertenecer a esta generación. No habían muerto los poetas anteriores. No coincide en la misma edad con los otros miembros.  No asistió al famoso homenaje a Góngora en la que se sacó la foto de poetas del 27.
Su poesía esta impregnada de sentimientos  y corre paralela (tanto en vida como en obra) con la de Lorca; Romancero gitano, la poesía deshumaniza surrealista, la poesía social de poeta en nueva york…  la poesía de Miguel Hernández es realista y social, muy política, muy comprometida. Entonces se hablaba de poesía pura  e impura. Pura es la de Góngora (culteranista, culto a la forma) e impura la de Quevedo (conceptista, culto al fondo, concepto). La poesía pura el maestro es Juan Ramón Jiménez y uno de sus artífices también es Rubén Darío. La poesía pura es la que está llena de metáforas, de palabras cortas, la palabra como algo preciso, el adjetivo exacto, reducir con el menor número de palabras una idea, un contenido. Intentar llegar a la quinta esencia de la poesía, es un arte conceptual por tanto pero que cuida mucho la forma. Buscar el purismo en poesía, el arte por el arte. Se acusaba a la poesía pura de estar deshumanizada. La impura era más sentimental y surrealista. Y también más política. Y ahí es donde situamos a Miguel Hernández; en la poesía impura. Es más importante el mensaje que quieres dar casi que la forma en que lo das. (Para Rubén Darío lo importante es la forma, se escribe con palabras, no con ideas. Usar palabras como en el poema de la princesa de labios de fresa; nenúfar, odalisca, témpano….culto a la palabra, a  la forma)

Los poemas de Miguel son conceptistas; llamadas a la lucha, a la praxis, a la esperanza de la utopía. Para la poesía pura, el tema no debe interferir en el poema, no debes contar tus problemas o los de la sociedad. La poesía pura es la poesía por la poesía, el arte por el arte, las emociones contenidas en unos versos perfectos técnicamente. Es más la forma, la rima, los recursos estilísticos lo que interesa. Interesa la belleza estética y no el contenido, el significado. Pero la Poesía impura de Miguel Hernández utiliza el verso libre, abandona la métrica, propone novedosas y trasgresoras estructuras poéticas. A Miguel no le importa que no haya  rima o que esta rima sea asonante. Le da igual el verso, la rima, la métrica. No tenían entonces claves para comprender la poesía impura, que proponía nuevas figuras literarias, nuevos ritmos, nuevos recursos fonéticos, nuevas imágenes y metáforas. Durante el franquismo la poesía será oficialista o garcilasista y social o política. Miguel Hernández no retrata el folclore andaluz gitano como Lorca pero a cambio nos ofrece el cantico de los republicanos.
Miguel tiene contactos epistolares con todo el 27 y su poesía dejó huella en la poesía del 36; Gerardo diego, Dámaso Alonso y Luis rosales. Los tres fueron los que se reconciliaron con el franquismo, los que asumieron la dictadura, los que no se exiliaron. Estos tres poetas simpatizaron con Franco pero siempre les quedo por dentro el remordimiento por ese millón de muertos de la guerra civil. La poesía de Miguel estuvo por supuesto prohibida en el franquismo pero los poetas sociales como Celaya o Blas Otero o Ángela Figuera lo rescataron. Alabaron su actitud comprometida, sus críticas al tema franquista. Parece que los poetas que se marchan al exilio o mueren son los más famosos. Nos queda la leyenda de Lorca fusilado o de Miguel Hernández muerto en la guerra. Pero tampoco podemos olvidar a los que optaron por exiliarse interiormente o asimilaron el franquismo. Al igual que de Machado, Serrat sacó un disco con los poemas de Miguel. Aquel se hace camino al andar de Machado recitado en sus labios, revisitado. Canciones llenas de letra y rima. Sin duda los comunistas instrumentalizaron a Miguel Hernández pero él era un comunista convencido aunque no apoyó la URSS. Miguel fue un cordero para el hombre. Un hombre bueno y de pueblo asustado por los rasca leches de la capital.
Sus restos fueron exhumados en 1984 debido a la muerte de su hijo Manuel Miguel Hernández Manresa el mismo año. Aquella exhumación causó gran revuelo entre un grupo reducido de seguidores de Hernández, que se agolparon el día del entierro del hijo, llegando a besar su calavera o intentar robar un hueso. El ataúd fue preservado para exponerlo en la Casa-Museo de Miguel Hernández de Orihuela.[ ]En diciembre de 1986, los restos de ambos fueron trasladados a un terreno cedido por el Ayuntamiento de Alicante ubicado en el mismo cementerio y en febrero de 1987 fue enterrada junto a ellos la que fuera esposa de Miguel Hernández, Josefina Manresa.[18]

Poesía[editar]


Teatro[editar]


Antologías[editar]


Menciones y condecoraciones

Hijo predilecto de la provincia de Alicante. []Hijo adoptivo de la ciudad de Murcia.[21]

Poemas musicalizados
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«Andaluces de Jaén», musicalización del poema «Aceituneros», realizada por el grupo Jarcha en su álbum Libertad sin ira.

Homenaje a Miguel Hernández por Adolfo Celdrán, Movieplay-Fonomusic, 1976.[22]

Homenaje flamenco a Miguel Hernández, por Enrique Morente (1971). Poemas de Miguel Hernández. Guitarra de Parrilla de Jerez y Perico el del Lunar.

Miguel Hernández, por Joan Manuel Serrat (1972). Poemas de Miguel Hernández. Arreglos y Dirección Musical: Francesc Burrull.

«El niño yuntero», musicalizado por el cantautor chileno Víctor Jara en su álbum El derecho de vivir en paz en 1971, además la bellísima versión de Joan Manuel Serrat, en su álbum Miguel Hérnandez, volumen 1. También una de las últimas canciones de Jara, «Vientos del pueblo», donde canta sobre la posibilidad de una guerra civil o una dictadura fascista en su país (predicción que se haría triste realidad en septiembre de 1973), está inspirada por un poema homónimo de Hernández.

«Carnívoro cuchillo», poema aparecido en El rayo que no cesa fue transformado en canción por el cantante Poncho K en su disco Cantes valientes del año 2007.

Hijo de la luz y de la sombra, poema dedicado a Josefina Manresa (Serrat, 2010).[23]

«Hoy converso con Miguel», Nach. Canción homenaje al centenario del nacimiento del poeta.[24]

«Tierra y sangre». Homenaje del cantante y guitarrista Fraskito, quien pone música flamenca a los poemas del poeta.[25]

«Compañero (Elegía a Ramón Sijé)», Silvia Pérez Cruz. Canción homenaje a su amigo Ramón Sijé.

"Para la libertad". Del cantante Miguel Poveda

"http://www.bandainaudita.com/a_la_luna/alaluna_nuevocd.htm", disco del grupo Banda Inaudita con Julián Páez, sobre poemas de Miguel Hernández.
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