H IBAN
ZALDUA - ELVIRA NAVARRO - ALICIA SAN JUAN
“¿ESTÀ LA NOVELA EN CRISIS?”
EZTABAIDAK LITERATURAREKIN XXI. MENDEAN
Los conferenciantes de hoy van a
hablar del estado actual de la novela. Existe cierto catastrofismo histórico
que acompaña a la novela y a otros géneros. La novela está en crisis porque no
hay lectores. Es algo más externo que interno. Hay muchos competidores; internet,
el cine, las series… Se lee más por internet que en papel. Intrínsecamente no está
en crisis. Si no hay una sociedad receptiva, la literatura entera está en
crisis por esa falta de dialogo. Cada vez más los escritores escriben para un circuito
reducido. La literatura se convierte en hobby, como quien colecciona sellos. Está
en crisis la literatura y el necesario dialogo que tendría que entablar con los
lectores, con la sociedad.
Es una realidad contrastable y deseable,
dice Iban Zaldua que ha venido a hablar mal de la novela. Es sobre todo
cuentista y está aquí de intruso. Si va a la mesa de una biblioteca siempre hay
novelas. Si haces un club de lectura, salvo que sea especifico de filosofía o ciencia
ficción, la gente lo que demanda son novelas. La literatura en mayúsculas está
en crisis y la novela en específico. La novela de sillón, la alta novela, tiene
detrás una gran tradición literaria. Y la novela de tumbona y toalla de playa no
está en ningún caso en crisis. ¿Sigue habiendo alta literatura y baja
literatura? Muchos peligros la acechan y por eso la novela está felizmente en
crisis. Él aboga por el cuento. Hay competencia de la tv, de las series… eso
afecta directamente a la novela y no solo a la de sillón, también a la de
tumbona. La confusión entre alta y baja literatura es grande. Se han roto esas
fronteras de hace 50 años, cuando estaba en el instituto, y estaban muy claras las
separaciones. Ahora esos límites se han borrado y hay una amalgama de la
literatura mezclada. En un apartado en una librería de viejo esta la novela
literaria. Los libros que ve allí y las novelas le parecen horribles. Pero es
un escalón más. Esa confusión lleva a ese tipo de cosas, a darle el Cervantes a
Eduardo Mendoza o Sergio Ramírez o el premio nacional de las letras a Rosa
Montero. Los considera literatura menor, viendo quienes estaban antes en esas
listas. Lo ha visto desde el punto vista de la oferta, pero por la demanda también
hay problemas. Existe cierta tendencia al auto biografismo y auto ficción. La muerte
de la ficción afecta a la novela. ¿Dónde vamos ahora con la novela? La novela
del xix fue un espejo a lo largo del camino, la del xx un camino a lo largo dl
espejo y la del xxi un espejo a lo largo de espejo, dijo Sthendal. Ahora
refleja el yo y antes reflejaba el mundo o el camino para hacer las novelas. Da
la sensación de ser beligerante con la novela. Hubo un buen tiempo en que se
escribían grandes novelas, haciendo un ejercicio de nostalgia. Siempre se han
escrito más novelas. La tradición que nos llega nos viene por un tamiz, solo
nos llega lo mejor. Que buena era la música de los 80, pero la de los Beatles y
los discos comerciales, pero también se publicaba mucha basura. Antes las
barreras entre alta y baja literatura eran más claras y marcaba pautas.
La necesidad de reconquistar un poco al lector
no es una responsabilidad únicamente nuestra. ¿Qué tendría que pasar? La crisis es total. El
interés del lector ha decaído. La auto ficción es un intento de reconquistar al
lector. La manera tradicional de narrar están ya las series de tv. Frente a eso
hay algo que ofrece siempre la literatura y la novela y el cuento frente a una
narración visual donde tenemos unos personajes que desarrollan un conflicto a
través de diálogos y la escena. Eso es la introspección. ¿Qué es lo que nos
había ofrecido antes la narrativa? Ese ejercicio de introspección. La auto ficción
no es negativa, no deja de ser ficción. El hecho de inventarse a uno mismo no
convine necesariamente un ejercicio de narcisismo. No siempre lo es. Porque una
novela sea auto ficción no es egocéntrica.
Son hipótesis.
Han cambiado sus condiciones de verosimilitud
por el audiovisual. La telerrealidad esta ha llevado a un paradigma que ha
asimilado la propia narrativa. Para adaptarse a lo verosímil se acerca a un supuesto
y. ese yo de narrativa es tan ficticio como un personaje. ¿Qué podríamos hacer
los escritores para reconquistar el territorio perdido? La propia narrativa ha
asumido este paradigma. A sus talleres viene todo tipo de gente y a veces
propone lecturas difíciles, Joyce, y muchos alumnos se ofenden. Hay un complejo
de inferioridad cultural en España donde lo elevado de las manifestaciones
artísticas se ha visto como una especie de desdén hacia el gran público. Estas
cosas elevadas no son para mí. En este país nunca se ha leído demasiado. En
otros piases se plantean como recuperar el territorio perdido, pero aquí no ha
habido territorio, ¿Cuánta gente leía a Galdós o a Pereda? La lectura era una
cosa de clases privilegiadas y en España esa clase no era muy ilustrada. El
problema es muy basto y hay que verlo desde el punto de vista de la sociología,
política, historia. La alfabetización se ha extendido cuando la literatura no
era signo de elevación. Ni las clases pudientes tienen aprecio por la literatura,
aprecian yates o el golf. Hay que enmarcarlo históricamente. Tiene que ver con
eso.
Lo de reconquistar al lector es
algo que le produce dudas y sospechas. Viene del ámbito vasco parlante y
rechaza esas campañas de seducirnos y traernos al eusquera. Lo que se hace es
rebajar la literatura. En la contrarrevolución literaria de los 80, tras la
transición, la narratividad se impone y colisiona con las series. Se intentó volver
a narrar como se narraba en el XIX, pero ha sido una contrarrevolución, ha
quedado en agua de borrajas. La pelota no está en el lado de los escritores o de
la oferta sino de la oferta educativa, qué hace el estado en esto. La palabra
clave de esto es el placer de la lectura. Es algo que cuesta, como en el sexo,
y no está lejos del dolor, hay que avanzar. Ha traído una cita de Félix Ovejero
que dice “la enseñanza de lo que importa debe ser obligatoria Solo quien ha estudiado
algebra puede disfrutar de ella. Quien avanza páginas de Ulises o va en búsqueda
del tiempo perdido paseará por el resto de páginas sin que le falte el aliento”.
Su experiencia es en talleres de lectura. Aunque le protestan. Ese libro que les
ha puesto no ha podido con él. Chesterton no es difícil. Pero con la traducción
en eusquera es complicada la traducción. Tras 15 años con el taller de lectura
ha entrado en lo que sea, en cualquier libro. Es un proceso de educación lo que
falta en la escuela. A sus hijos les mandan libros para leer. Es literatura muy
fácil, dentro de lo juvenil se podría seleccionar mejor. A partir de 14 15 años
es más o menos adulta. Tuvo suerte de tener buenos profesores que le veían
leyendo ciencia ficción y le daban rayuela o señas de identidad. Y a veces no podías
con ellas. El placer es algo que hay que educarlo. Le da miedo lo de seducir al
lector, la manera más fácil de seducir es ir directamente no al placer sino a
la satisfacción inmediata. Eso lo hace muy bien el mercado. Hemos perdido el
“para qué” es importante leer o educarte. Educarte no sirve para nada. Se
pierde el horizonte de sentido de estudiar matemáticas o leer o lo que sea. No
a todo el mundo le gusta la física cuántica. Por eso es absurdo el empeño de
que todos lean, algunos leerán o no, hay que darle herramientas al posible lector
para que se produzca este placer con lo bajo, o lo alto. Vamos a lo fácil y
hacemos novelas para leer que no tienen chicha ni limoná literalmente. Luego
¿qué vas a exigir el día de mañana? La educación es una tecla fundamental. Les
dan lecturas muy facilonas a sus hijas. El paisaje que vivimos es la infantilización
eterna. Antes daban herramientas para crecer y consumir libros que ha leído
toda su vida. Ahora son mensajes para alargar la eterna niñez que es un
problema. Parece que hay una teoría conspira-noica para que el pueblo no se eduque.
Hay herramientas para que nos eduquemos todos y la responsabilidad del pueblo
de educarse. Se va al territorio de placer más elaborado y profundo, que abre más
perspectivas de ver cosas. ¿Por qué elegimos la infantilización? ¿Qué saca la
sociedad con ello? Ella no cree en teorías de “al pueblo hay que tenerle
entretenido”. La sociedad elige entretenerse, pero acaba aburrida de todo. Son
preguntas que deberíamos hacernos todos.
Hay campañas sobre la literatura
cuya función principal es distraernos, función digna de la literatura en algún
momento. Después de vida y destino él se lee una se Simenon, necesitas algo más
suave después de esta droga fuerte. La distracción lleva a la alienación. Ha
leído el libro tachado de Patricio Ploom y decía que la promoción de la lectura
que tanto entusiasma a los gobiernos de centroderecha fomenta una literatura
para usos recreativos y frívolos. No da herramientas para leerlo de forma
productiva, aunque de acceso a los textos. La responsabilidad es grande. El
tuvo la suerte de encontrarse profesores de literatura a los que les gustaba la
literatura, pero no es lo que siempre encontramos. En el campo de la educación
bilingüe las cosas son más kafkianas aún. Compara lo que le dan a leer en castellano
a sus hijas, como ha cambiado el cuento. Muchas novelas en las estanterías a
las que acedemos están alejadas del arte. Un escritor literario sigue buscando
hacer una obra de arte. Lo que pasa es que ¿qué es una obra de arte? Esto nos
lleva a un melón interminable. Les daban la lección con una primera edición, editada
en México. La novela es un género joven, a fin de cuentas, Se fue construyendo
como género a lo largo del XIX y XX, había que demostrar que estaba por encima de
cuento, la poesía, el teatro y los géneros clásicos. Esa generación aún vivía
de aquello, pero no ve que quede nada de eso.
Se ha estado documentando, leyendo
una novela sobre la novela. Es una novela de impedimenta, la buena novela, “Good
Roman”, de Laurent José, una autora francesa. Plantea la cuestión siguiente;
vamos a hacer una librería donde solo se vendan buenas novelas. Las novedades
inundan el mercado de productos de muy baja estofa. Reúnen a un comité de
sabios, 8 escritores, algunos con nombres supuestos, pero una es Virginie Despentes
si conoces la literatura francesa los reconoces a todos. Cada uno hace una
lista. No aparecen ellos en las listas y boicotean la librería. La novela es
una novela con una trama política absolutamente vulgar, pero tiene esa cosa tan
francesa de ser una novela de amores, de infortunios del amor, muy
convencional, que le recuerda cosas horribles tipo Amelí o la elegancia del
erizo. ¿Cómo me vendes esto?, usas las mismas armas que estas criticando en la
novela. Todo es novela literaria o best seller que está en buenísima salud.
Para sentirse buen escritor hay
que escribir una buena novela. A veces escriben una novela sin demasiado
apetito o convicción. No está segura de si lo que ha escrito son novelas. El
primer libro es un libro de cuentos, pero con la misma protagonista en todas las
historias, que se leyó como inter genérico, novel o novela. Es un libro de
cuentos, lo escribió así. Tiene un segundo libro, dos nouvelles o dos relatos cortos.
Tiene un tercer libro que parece que es más novela. Tiene la sensación de no
haber escrito una novela nunca, con trama lineal, personajes, al modelo
decimonónico. La quinta parte funcionaria ella sola como una nouvelle, un
relato largo que no llega a ser cuento ni novela. Tampoco es tan larga para ser
una novela. lee novelas convencionales, incluso grandes clásicos, que se le
caen de las manos. Le aburrió estas navidades David Copperfield de Dickens, le
reconoce su maestría, pero está aburrida de esa manera de narrar, ¡la ha visto
tantas veces! No se siente obligada a hacer una novela de ese tipo. En Latinoamérica
es distinto, tienen a Borges Cortázar y el cuento tiene importancia mayor. Aquí
parece que si no has escrito nunca una novela juegas una liga de segunda. Llegó
a la literatura en 2007 cuando los grandes pastos se habían acabado, había
crisis. Nunca se ha leído demasiado y ahora se lee menos. Tiene una sensación
de que esos lugares que parece que uno va a ocupar si te dedicas a escribir han
desaparecido. Un día ocupas el sillón que es para ti. Pero en su generación no existía
tal sillón para las generaciones que venían detrás. Daba igual que escriba una
novela o no, para llegar a tal sitio he de escribir una novela. No vamos a llegar
a ese sitio donde uno llegaba si escribía una novela gorda que todos leyesen.
No se siente obligada salvo por una cuestión de curiosidad suya, ¿qué pasaría
si escribirá una novela larga? Le aburre leerlas y escribirlas, se le caería de
las manos. Si escribiera algo largo sería más bien fragmentario. Escribe
relatos largos y le da otra forma. Le interesan otros formatos. En el caso de iban
también. Seré más escritor si escribo una novela.
Hay cierta presión, en el caso
vasco más al escribir en eusquera. Resumiéndolo mucho, poniendo en cámara
rápida la historia de la lite vasca, no hemos tenido historia de la lite vasca
hasta hace 50 años como dios manda. Se demandaba que hubiera novelas realistas,
todo lo que no se había hecho en el XIX y XVIII, en España se hizo en Euskadi
con cierto retraso artístico. Aquí estaba el Quijote. En el país vasco nada
así. La presión en ese sentido ha sido algo mayor. También en el campo español.
De alguna manera siente que el reconocimiento como escritor pasa por hacer una
novela, por eso escribe su manifiesto. Publicar algo a lo que le llames novela.
La novela ya se fracturó y se le dio la vuelta al calcetín desde finales del
XIX. Cualquier cosa poniéndole el nombre de novela puede funcionar y venderse
como novela que es lo que importa a la editorial y a la gente que te dice que
es novela o no. Ha escrito dos novelas porque el cuento le ha salido más. Si te
sale mal el cuento o lo tiras a la basura o lo hinchas y lo pasas por novela.
Es la estrategia que siguió. El editor le dijo ese cuento largo como libro de
relatos no lo veo, aquí hay más historia y era verdad. Es un cuento que había
escrito para un concurso literario. En la página 30 mata al personaje porque
tenían que ser 30 paginas. Para él es algo que no tiene que ver con su espíritu.
Tiene la suerte de no vivir de la literatura y eso le da cierta libertad y no
ha vuelto a internarlo después de esas dos veces porque no es lo suyo. Los
buenos novelistas no son buenos cuentistas y viceversa, pero hay excepciones.
Hay cierta presión en el ambiente. Después del manifiesto no puede escribir
novelas. Siempre habrá voces que te acusen de ser incoherente.
Iban se ha tomado a molestia de
traer el manifiesto para que lo pueda leer la gente y sepan de que van a hablar
ahora. iban Zaldua argumenta que la novela no es un género interesante. Ha escrito
el manifiesto con sentido del humor y mucha claridad. Ha elegido clarificar conceptos.
Dice que la novela es turbo capitalista. Es el género que al final se impone.
La novela surge con la imprenta y en los primeros pasos del capitalismo. Se coinvierte
en negocio. Al final hay esa obligación de escribir novela porque es el único género
que da réditos, beneficios, no siempre y no todas. Por fortuna en la literatura
cuando se intenta catalogar, no es como fast food o las hamburguesas de Mc Donald
pues se intenta repetir el éxito literario, pero tiene un punto de azar. En la
novela se concentra gran parte del negocio. En las editoriales te dicen a
veces, “publicas gracias a que Reverte o Montero venden un montón”. Es difícil
escapar de eso. Winston Wallace lo dice; las malas novelas se venden mucho.
Pero si lo criticas y luego te pasa a ti que descoloque hay, que incongruencia.
Le carcomía esa cuestión a este hombre. Por eso le da el epíteto de turbo capitalista.
¿qué pasaría si la novela no diera dinero o no hubiera habido ese sistema que permitió
que la novela llegara a todo el mundo? ¿si el capitalismo desapareciera desaparecería
la novela?, no, pero perdería peso. Da la impresión. No sé que lo sustituiría.
Los nichos de beneficio son pocos. La literatura, incluso el best seller es la historia
del entretenimiento. El mismo igual no se convertiría en lector ahora. Si le hubieran
dado una Xbox o un teléfono móvil de niño quizá no sería ahora lector. Llego a
la literatura porque era malo jugando a futbol y ¿qué iba a hacer sino? Era
relativamente barato. La novela perdería parte del protagonismo al desaparecer
el capitalismo. Es la esperanza que tiene. No sería tan obligatorio. La novela
ha sido un buen sistema de propaganda, que funcionaria para cualquier gobierno,
no solo el capitalista. En la URSS la novela también pero la poesía tenía más
presencia que lo que pasaba en el oeste. En los países de cultura árabe la
poesía sigue teniendo un peso aun todavía mayor. No tiene una teoría clara,
pero parece que si el sistema cambiara la novela dejaría de ser como es, como
parte de ella al menos, pero como no va a cambiar… Se considera rencoroso iban,
algo visceral y refrescante al tiempo. Se necesitan ataques de sinceridad en la
literatura como el de este manifiesto, de que alguien exprese lo que siente. Echa
de menos en este engranaje de la literatura. No hay ninguna contención ahora en
redes, pero lo que se dice no tiene importancia. Como en redes sociales, lo que
se dice no tiene peso porque hay miles de mensajes. Podemos decir eso,
teóricamente, pero no es así por una cuestión de narcisismo y vanidad. Es muy
fácil obtener me gustas, es un placer momentáneo, me voy a sumar a esta polémica
que se tiene que hablar hoy. Ha generado una expresión brutal. Es muy difícil
que haya un debate interesante que llegue a amucha gente. Porque hay mucha
dispersión y ese beneficio inmediato del me gusta no es apto para debates con cierto
matiz como el literario. Hay un exceso de opinión, a veces bien fundado, pero
hay tanto que ¿Dónde miras al final? Hay opiniones d gente que escribe cosas en
las redes. Tiene un punto obsesivo con esas cosas y se engancha cosa mala. Hay
que elegir lo que hay dentro. Desparecen los grandes referentes. Antes solo leías
Babelia. La crítica se ha dispersado y no hay grandes poppers. Todo está tan
fragmentado que te buscas tu capillita y te resguardas en ella. El manifiesto
no va mas allá, es una tontería que se añade al ruido en general en ese
sentido. A él le llega. Elegir. Al llegar a redes con expectación y entusiasmo,
se generaba cierto debate, con los blogs de moda, había debates larguísimos de
gente con entradas que argumentaban. No estaban extendido esto de los trols.
Esto ha ido derivando al horror. Los blogs permitían exponer mejor cualquier argumento.
Leías el post entero que podía ser largo, media hora leyendo una entrada larga
y los comentarios, echabas la tarde y era como leer una revista literaria. Fue sustituido
por las redes, opiniones mu cortitas, en Facebook puedes echar grandes
parrafadas, pero no tiene sentido porque hay mucha oferta y no invita a ello.
El efecto es pernicioso, uno elige a quien sigue porque le da me gustas. Abre
twitter y le sale “por si te lo perdiste”. Siempre va a los mismos. Gente que
le interesa, interesantes pero que generan el fenómeno de capillita. Es más
difícil buscar como en Google. Glogeas algo y te sale lo más pinchado que no es
lo mejor. Para encontrar algo hay que hacer un esfuerzo, trabajo de búsqueda. La
impresión que tiene a punto de cumplir los 40 años, es que era mejor lo de
antes. Había más libertad en formarte en tus lecturas criterios porque no tenías
esta presión de la opinión continua de las 4 personas que sigues que te salen
en lugar central. Es su experiencia. Está derivando en algo masturbatorio o es
el uso que hace ella. Se ahoga por saturación, algo turbo capitalista. El proceso
de blogs al twitt, ha evolucionado de una columna d opinión a una frase más
menos ingeniosa, molona. Va más allá de las redes, síntoma de una debacle más
profunda. No hay asideros, ni línea. Ni líneas contrapuestas sino que hay
muchísimo donde elegir. La crítica se ha desmigajado y no hay manera de seguir
un apoyo. Qué hay que leer, por dónde tirar.
¿Cómo os colocáis ante la carrera
literaria, si con optimismo o pesadumbre? Lo afrontan con ilusión. Están hablando
desde lo exterior. Son optimistas pero no porque se plantee llegar un día a ser
millonaria sino porque escribir le gusta mucho. Para ella es un placer que se procura
casi a diario. Procura todos los días escribir y no lo hace con sufrimiento. Se
lo pasa muy bien escribiendo y mientras ese placer le dure, su ambición es
escribir buenos textos, que le gusten a ella primero, y dar lo mejor de ella. Si
al final eso encuentra más o menos editores… si los encuentras el ego se
alimenta. Hay algo de que escribiría aunque no encontrara lector, por una necesidad
interna. Ella con la literatura pierde la cordura, le da un sentido ficticio y
un estado mental donde está divertida. Es un estado extraño donde le gusta
estar. Ocupa muchas horas en su día la literatura, lo cual le parece
maravilloso. No hay que mirar fuera para no descentrarse. Es inútil escribir,
es como leer. Cuando lee un libro lo disfruta a tope, no mira afuera, si el vecino
también opina que es maravilloso. El propio hecho creativo vale, aunque el
resultado lo des al mercado o a la comunidad no deja de ser algo como algo
contigo mismo, aunque lo extiendas fuera. La batalla la libras contigo mismo y
es gozosa. Iván, sin embargo, se imagina perfectamente sin escribir. No siente esa
necesidad imperiosa. Hay una contradicción porque escribir es para los otros,
no para uno mismo. Eso para él es no escribir. No usa la escritura como parte
de una terapia. Le interesa el texto. Si tiene algo que decir lo dice, se
convierte en algo para otros. Intenta que salga y si gusta bien y si no lo pasa
mal. ¿Para qué vas a contribuir más al caos de sobreabundancia más absoluta? No
hay más que ir a una librería. Se imagina sin escribir, pero no sin leer. Solo
si cree que lo que va a hacer puede tener mínima contribución, se pone a ello.
No sufre escribiendo pero se dice ¿para qué?. Lo que es parte de él es leer, no
puede irse a la cama sin leer un libro en ese momento.
¿Cómo se explica que haya tanta
gente que quiere escribir y menos lectores actualmente? Si se pone una escuela
de escritura en pueblos pequeños es habitual que fracase. En Córdoba se ha
intentado, aunque haya suficientes habitantes que da a pensar que un taller
puede funcionar. Funcionan en Madrid Barcelona, en ciudades grandes. Sigue
habiendo más gente que lee y poca gente que escribe. En su taller solo un 20% de
los asistentes se plantean la literatura como algo a lo que quieran dedicarse
profesionalmente. O que necesiten escribir diariamente. El resto les gusta la
literatura porque abre nuevas vías y se divierten como cuando te apuntas a
tenis y no pretendes ser Rafa Nadal. Es como echar un rato un partido al tenis.
Hay mucho alumno de ese perfil. Hay mucha gente que escribe en redes. Son pocos
los que tienen una pretensión literaria. Eso no es literatura. Es una idea que
circula pero que no es cierta.
Uno de los espectadores afirma
que viene más por el presentador que por los conferenciantes, hoy se va
contento, porque amén de unas interesantes disertaciones sobre literatura
actual, se lleva un libro para leer en el trayecto del metro. Su nieta no lee,
pero le gusta escribir, emborrona notas, escribe en un diario, la intenta persuadir
de que para escribir antes hay que leer. Lo que le gusta ante todo es la tv, ve
ficción en la tv. Tiene 9 años. Busca las cosas mas increíbles, información de
los volcanes, pero todo en formato audiovisual. La imagen gana a lo conceptual.
Él ha sido profesor de filosofía y se habla del horizonte de sentido. Unamuno
ha estado presente en el tema de la ficción, del formato de la narración. El
inventó el termino Nivola, que no era ni novela ni nada, pero tenía la
necesidad de escribirla. El espectador que ha tomado la palabra se posiciona contra
Iván. ¿No creéis que la dimensión de ficción del hombre es eterna? La novela,
en cuanto que representa el mundo siempre de la libertad y de las
posibilidades, y los ex futuros, es inmortal. Trata de lo trascendente, de lo
que no está presente y hace del hombre humano. La novela no pude morir mientras
seamos humanos y no robots, y no trabajemos con algoritmos sino con
sentimientos y racionalidad. La novela es eso desde siempre. En los momentos más
graves de crisis tenemos el Decamerón o George lucas, o los existencialistas. ¿Por
qué dices que va a acabar la novela? ¿Vamos
a ser todos robotizados? Es deseable como cuentista que la hegemonía de la
novela acabe y no sea tan grande. De hecho, habrá una novela escrita por un
robot, igual mejor que muchas de las que escriban los humanos. Desde siempre no
ha sido así. La novela como género literario lleva 500 años en la historia
humana, un suspiro. Es imaginable que haya otras cosas. Es probable que no
tengan que ver con lo que entendemos ahora por literatura. Lo que se lee en las
hojas de papel pasa a la pantalla. Quizá la nieta de este señor escriba y se convierta
en guionista para series o algo en internet. La cuestión de la creación está
ahí, es lo que dice Kundera; la novela es una forma de acercarse a novelas que
se plantean en otros formatos del saber, de la filosofía o la política. Lo hace
a través de unos personajes, una estructura y de forma no dogmática. Es lo que
la diferencia de otras disciplinas y de forma comprensiva distingue a la novela
del cuento. En eso no le puede ganar el cuento. Se refiere a una novela más
convencional, pero puede ser más fragmentaria. Aunque desapareciera la novela
su pregunta apunta a algo más amplio; la necesidad del hombre de hacer ficción
para establecer hipótesis, explorar lo posible y lo imposible. La novela puede
morir, pero eso no morirá; se hará otra manera, no en novelas. Es una constante
el crear ficción, asentar lo establecido e intuir lo posible. En Grecia la
literatura estaba ligada a la costumbre y a educación como buen ciudadano.
Mientras la cultura y nosotros seamos eso, existirán diversas formas de
explorar lo posible o lo que de facto es. Se crearán distintas manifestaciones literarias
que no necesariamente pasan por la novela. Es la forma dominante en una cultura
como esta.
Lo que está en crisis es que no
hay tiempo para leerla ni pelas para comprarlas. No habría que escribir novelas
tan largas sino más pequeñas, por cuestiones de tiempo. Responde a una
disponibilidad del tiempo que ya no tenemos. Cuando va por el metro o en el bus
ve a la gente leyendo novelones enormes. A los cuentistas les dicen para
animarlos que el cuento es el género del futuro porque no hay tiempo y al
cuento se acede de forma inmediata y rápida, el cuento es lo que se adecua a
eso. Pero vas a un editor y te sigue rechazando el libro de cuentos o no vende
y no llega a una segunda edición. Lo que no hay es tiempo porque tienes esa
barrera de entrada entre la alta y baja literatura, la Literatura en mayúsculas
y la novela de evasión o best seller; no hay tiempo para leer “Vida y destino”
pero a Dan Brown sí. Puedes estar media hora en el tren, luego cortas y sigues leyendo
o lo lees en el móvil. No lo ve tan claro. Cuando habla de las cuestiones del
tiempo leer un libro de cuentos es más difícil incluso que leer novela, aunque
sean cortos y se adapten mejor al tiempo. Porque en un libro de cuentos sales
de la historia continuamente. Se termina y vuelves a la realidad. Una novela
sin embargo te absorbe, eso de enganchar. Esa novela me ha enganchado, se dice
mucho, y nos acordamos de la droga. Iván, que viene de los 80, lo de enganchar
le recuerda la heroína. Le parece peligroso. Te están llevando a borrarte de la
realidad, y evadirte, al “pan et circum”. Las buenas novelas te devuelven a la realidad
constantemente y los buenos cuentos también. Fomentan el pensamiento crítico. Hay
que diferenciar de qué tipo de novela estás hablando. Todo cae en un maremágnum
donde se mezcla todo. Hay que hablar de alta y baja literatura más en estos
tiempos de confusión y sobre información.
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