jueves, 16 de noviembre de 2017

NUEVO LIBRO SOBRE MICHI PANERO POR SU HIJASTRO, JAVIER MENDOZA

JAVIER MENDOZA-MIGUEL ARTAZA-ELBA MARTÍNEZ
Es un libro raro escrito por Javier Mendoza y Michi Panero. Elba Martínez es la artista plástica que hizo el documental “merienda de negros” sobre Panero y que pasó los últimos días con Michi Panero. Es un libro raro, un volumen de doble portada, escrito por dos debutantes que escribieron con una diferencia de 30 años. Es poco frecuente esto. El libro está centrado en la figura de Michi Panero, pero destaca la parte escrita por Javier. Son textos de distinta naturaleza. Es el estreno literario de Javier Mendoza, voz a la que saludamos gratamente sorprendidos y que seguiremos en sus próximos proyectos. 
 
Javier y Michi se convierten en amigos en unas circunstancias peculiares, luego lo contara él con más detalle. Michi se casó con Sisica, la madre de Javier, a la que retrata con un par de detalles reveladores. La figura de su madre presenta aspectos parecidos a los de la madre de Panero. Había una fascinación a la madre en ambos. Micho no se parecía a nadie que hubiera conocido. Era la pareja padre- hijo perfecto sin obligaciones reales. Se hicieron amigos. 
 
Michi propuso el título del desconcierto para la segunda parte del documental sobre los Panero ya que la película primera de Jaime Chavarri, que era documental también, se llamó el desencanto. La película documental, la segunda parte, finalmente la dirigió Ricardo franco optando por otro título. El libro se titula “el desconcierto, memorias truncadas”. 
  
 
Es un volumen poco frecuente. Un escritor nunca empieza escribiendo sus memorias. Vivimos en una época donde está en alza la novela confesional que está llena de onanismo intelectual, aunque este no sea el caso. Es un género de auto ficción del que sale victorioso. Soledad Puértolas, academia de la RAE, amiga personal de Michi, decía que la voz personaje de Javier que narra la historia enseguida cae bien. Se trata al fin y al cabo de que alguien te cuente su vida. Soledad habla de una voz cercana, una conseguida impresión de calidez. A pesar de esa calidez y cercanía destaca la honestidad, se niega a falsear la realidad o prestigiarla con edulcorantes con la solemnidad y el dramatismo y opta por un camino diferente; el del humor que está muy presente en este libro. Se maneja bien en esta variedad de literatura que tiene que ver con el tono mirada más que con los acontecimientos o acción narrativa. Uno avanza en el texto y tiene a sensación de estar ante algo poco habitual. Uno entiende al final que no es tan rara la lección de acercamiento. Acabas la lectura viendo que el autor no ha tenido más remedio que optar por ese camino. 
  
El autor se pone a escribir unos textos inéditos de Michi Panero que llevaban décadas, 20 tantos años, guardados en un cajón cogiendo polvo. Recuerda un poco a los anales de Borges que buscan una mano que los empuje. Michi no quiso pudo o no le dio la gana de hacer literatura. No escribió nada personal.  Escribía una columna diaria en el periódico de forma independiente. Hay algo mágico romántico en el libro porque estos inéditos que llevaban años esperándole le llevan al autor a forjarse su propia voz narrativa y estrenarse como escritor. Esto se puede hacer bien o mal y Javier lo hace bien. Es el continuador de la saga. Michi le abre la puerta en el camino, no le abre puerta de ningún cenáculo literario, le pasa carpetas y le dice haz lo que quieras con ellas. Lo tiene muchos años. El resultado son estas memorias. Tenía la necesidad de quitarse ese peso de encima y con la muerte de su madre llega el momento de publicarlas. Son las memorias que Michi nunca escribió porque era muy vago y se las ha escrito el. Es su biografía y también la de Javier, de los dos. Michi dictaba estas columnas por teléfono más que escribirlas. Su aportación a la cultura es que montó un bar donde tomaban copas los cineastas, editores escritores e intelectuales. El presumía de vago y que entre escribir o follar eligió lo segundo. Se le describe como un tipo inteligente y brillante pero como dice Iñaki Uriarte en su primer tomo de sus diarios; eso no basta.  Era un tipo con mala Leche, plástico y rápido en su forma y expresarse, divertido, que cuenta chistes, entretenido, y que anima conversaciones pero que no consigue el respeto social que consigue un escritor con las mismas armas. Era ágil mentalmente, no le dio la gana de escribir. Empieza haciendo un chiste. Michi amenaza con escribir sus memorias. Y le dicen; seguro que no se acuerda de nada. Esa negativa a escribir sus memorias quizá se debía al peso familiar que le frenó un poco. El tópico o imagen que quería propagar era la de escritor sin libro. Es paradójico que la editorial que le pone en el mercado de forma póstuma es bartleby. 
  
Es hora de decirlo, sus cuentos tienen un interés relativo, son diarios de juventud poco terminados. Hay que ponerse en el lugar de Javier Mendoza, el pobre biógrafo que se encuentra con esos textos. Tendemos a empezar por la otra parte. Todos los miembros de los Panero siguen despertando gran expectación. Michi lleva 12 años muerto y José María 3 o 4. Antonio Huelga ha editado cosas de Leopoldo María. La peli de Chavari la pasan por televisión continuamente o el disco de nacho vega el hombre que casi conoció a Michi Panero. Sigue despertando interés y sigue de moda. Estas dos películas documentales después de tantos años y el desencanto siguen vivas, son pelis de culto. Chavarri dice que ellos son así, que se movían así, que no fingían. El se limitaba a poner la cámara y grabar sin ocultar nada, pero con delicadeza. Es un ejercicio honesto en que no se nos oculta nada, pero el tono o mirada es tierna cercana. ¿Por qué define trucadas las memorias? Eran personas muy lucidas e inteligentes, sobre todo Leopoldo maría. Hay que convivir con esas personas 24 horas al día, al margen de su malditismo. 
  
Con 40 años hacer tus memorias es cosa rara. No lo hubiera hecho si Michi no le hubiera dado sus carpetas. Estaba muy presente lo de las memorias. Antes de conocerle ya había oído hablar de sus memorias. No se las ha escrito él, pero son sus memorias, pero como las cuenta Javier también son las suyas. Hace un juego con la memoria. ¿de dónde sale este libro, cuál es su origen? Hay tres flechas claves. El 19 de julio del 89 conoce a Michi. Le regaló un libro y aparece ahí la fecha. Su madre le presenta a su nuevo novio que es Michi Panero. Es una persona que no se parece a nadie, un grande de la vida, como una estrella de cine. Él no sabía nada de los Panero. Es la primera persona adulta que le trata como adulto, no como a un niño. Conectaron de forma espacial. Le regala un libro. Empieza una relación que tuvo con el muchos años. Tenía el autor también una familia inestable y cuando ellos se casan lo adoptan como su familia. Su madre y Michi tenían problemas de alcohol y eso arruinó la familia pero no la relación que tiene con Michi. Durante sus desahucios idas y venidas sigue hablando con él. 
 
En abril del 98 él le da su carpeta. Javier Mendoza sentía decidía que era su familia. Se fija lo que más en los cuentos de Michi. Nunca había escrito y de repente descubrió un Michi sin fe en si mismo y sin el sarcasmo del alcohol. Mendoza considera que es buena literatura. No cuenta una historia, hace reflexiones en el alambre y a veces se cae o no. Están escritos cuando es un adolescente tardío, tiene 18 años. Hay uno con 12 años. Le atrae esa parte de Michi, en que a pesar del alcohol y sarcasmo nota el cariño de niño. Conoce al Michi personaje de la calle y en casa era mucho más cariñoso. Lo ve con distancia. Ha ido eligiendo los textos donde se quitaba la careta. Los cuentos no tienen la careta del personaje que va a ser luego. Con 18 años deja de escribir. Intenta responderse así mismo Mendoza por qué Michi lo deja como ley motiv de una película policiaca. Estas carpetas están en su vida, tenía que hacer algo con ellas pero no tiene capacidad mental y su madre muere un 19 de julio en 2015 cuando él ya había empezado a mirar bien esas carpetas y es imparable el proceso siguiente. Una semana antes de morir en el hospital le lee un cuentecillo de Michi. No sabía que textos eran de Leopoldo María y de Michi y la madre le dice; ante la duda atribúyeselas a Michi que Leopoldo tiene demasiados. Ve esas carpetas, las diferencia unas de otras. Leopoldo lo tenía lleno de tachones y Michi todo pulcro. No sabía si iba a hacer el prologo. Hace una pequeña investigación sobre los Panero, con miembros de su generación y recopilando lo que se había escrito de los Panero. Estaba todo contado. Juan Luis (el mayor) y su madre escribieron sus memorias. Panero tiene su propio biógrafo, un ladrillo importante. Ricardo Gullón escribe “la juventud de Panero”. Villena cuenta los chaperos que tenían en Ibiza 35, cada uno lo que le interesaba. Lo único no contado era la parte que había vivido, Michi era el gran desconocido. Aquel Michi que vivió la movida madrileña.
Mentalmente pensó hacer una biografía un poco más al uso. ¡Pero es que contaba unas truculencias…!; estaba en un bar y se caía, le mordía a su novia. Entrevistó a todos los camareros de Madrid. Pero se da cuenta que él era la fuente, no tenía que ir a ningún sitio. Había ido a la biblioteca nacional ya mucho, pero se trataba de mirar hacia dentro. Representaba el fracaso de la familia, es un tema que le ha venido bien como psicoanálisis al propio autor. Se da cuenta de que tenía un libro. Tenía miedo a los recuerdos, pero se dio cuenta de que estos no eran ni tan buenos ni tan malos. Los relativizó. Al margen de como vean los Panero el mundo, el autor era un niño y lo ve como una persona que empieza en el mundo. Es la historia de un niño que vive unas cosas y va creciendo a lo largo del libro. Es un relato menos visto de Michi, conocemos su faceta de diletante, de bebedor y de tío polémico, pero le falta al puzle esa pieza que el plantea. Villena no hablaba de Michi porque Michí le odiaba y le ninguneaba. Javier Mendoza, el autor, ha trabajado años en un estudio de diseño y un amigo le habla de la solución gráfica. Se acuerda del libro de tip y coll, tip por un lado y coll por el otro; un escritor que ya no existe y otro que puede que empiece. El escritor ha contado su vida. Cuenta la historia que el quiere contar y la que Michi cuenta. Para entender la parte de Michi, los 9 cuentos de un niño de 15 años que vive y respira literatura, escribe un prólogo, para así explicarlo. Era una casa asfixiante de literatura. Michi deja de escribir, de competir con sus hermanos. No sólo era escribir, era ese ansia de conocimiento que tenía el padre y todos los hermanos. También se quería suicidar Michi, pero le daba pereza matarse. Como tenía éxito social no le hace falta escribir. El decide que no va a competir con sus hermanos en ese terreno y para novelas las que ya tiene todos los días. Él se inventa una cámara para que sean ellos mismos los que escriban. Acierta allí bien. Hay mucho estigmatismo a la familia y sobre todo hacía Michi en los documentales. Es un personaje irreverente con gracia a los 20 años pero que con 50 no tiene ninguna gracia. Pero él no logra superarlo. Esto se ve en los cuentos. Luego escribe un texto para el guion de la peli el desencanto. Cada miembro hace su parte del guion. Él hace un guion llamado Michi, dice que le da todo igual, que no quiere ser el fin de raza, que se había dedicado a ser un fliper, máquina de hacer dinero y figura en el paisaje, ese personaje de la peli se va desquebrajando. Están muy bien los últimos textos que no son cuentos sino cartas de un anciano maduro que con 50 años se despide de la vida. Son varias cartas. Tenía los 3 últimos textos que escribió. Y fue gracias a que conoció a Eva, una amiga común, que le cuenta a Javier lo que vivió con Michi los 5 últimos días de su vida y que le dio una carta que resume quién era Michi cuando no hablaba para la galería sino cuando dice lo que sentía por dentro y lo que había aprendido. Es un hombre que se despide. “Aun así en este reino de amnésicos, soy profético y me miento en si mismo, alguien descubrirá mi estafa, la clausura a la que he sido sometido y volverá a reír la primavera, será la risa la mano que rescatará la inteligencia, como una canción del verano, el roce de la piel, la música, y el recordatorio de que todos pisaremos la tierra que negamos, y recordaremos aquellos primeros labios  que besamos, más que nunca palpitando la ciudad” 
 
Elba Martínez estaba grabando el documental con Leopoldo merienda de negros cuando recibe un email del periodista y profesor Federico Ultrera que le da un teléfono para llamar a Leopoldo y avisarle de que Michi se está muriendo. Estaban contentos grabando. Lo viviría Leopoldo María por dentro porque no hablaron del tema. Cuando volviera a Madrid debía contactara con Michi. Ella quería estar en Madrid para tomar conciencia de la realidad porque Leopoldo la dejaba al borde de todo. Le pide Ultrera que vaya a hacer una entrevista a Michi, que era la persona adecuada, pero ella no sabía nada de Michi y acababa de estar con Leopoldo que le había agotado. Pero al final le convenció. Él te lo va a contar todo, le prometió. Elba cogió un tren para Astorga, estaba nevando y se montó en el último vagón. Los copos de nieve se alborotaban al pasar el tren. Tenía la sensación de ir a conocer al conde Drácula. Le llamó, iba a comprar una cerveza e iba a su casa. Se puso un camisón azul para las fiestas. El tenía el pelo para atrás. Perdió la noción de que se estaba muriendo. Él se puso a hablar. Fue muy bonito. Pasaron muchas horas hablando, anocheció y el fumaba en un cenicero de plata. Entonces grababa en video y no sacaba fotos (que lo hizo a partir de 2007). Angelines, la criada, le dijo que si quería quedarse allí. Iba  a coger una pensión, pero en fin... Michi hizo una broma, quédate a dormir en mi cama. Aceptó la habitación de al lado. Cenaron carne de choto. Era muy raro todo, eran dos desconocidos. La cena en la cocina le parecía muy rara. Al día siguiente Michi no se levantó de la cama y veían películas juntos. Ella bajaba a la calle a comprar pipas y pasaban el día comiendo pipas y bebiendo kas naranja. Le hablaba muchas cosas. Fueron días muy bonitos. Empezó a decir que se iría a Donosti a curarse como su madre. Ella le dijo que había un hospital en Pamplona. Él la empezó a gritar, que no había solución. Elba se fue asustada a beber a un bar y se tomó tatos chupitos que acabo de borrachera con chavales de su edad. No quería volver a aquella casa, despedía una energía extraña. Esperó al amanecer y él ya no estaba, le había dejado una carta en la cama. Se lo agradeció y se reconciliaron. La carta no la entendió. Lo entendió años después cuando Javier le pasó el libro. Atisbaba algo, pero no terminó de comprenderlo. Había una tormenta y él le contó su infancia y adolescencia en Astorga. Ese día compró una rosa y se pinchó, la sangre tan roja en aquel cuerpo tan pálido la sorprendió. Grabó algunos momentos con la cámara. Tiene una imagen pixelada de todo aquello. Él tenía un DVD que se atascaba cuando el hombre le dice “no me abandones” y se paraba el DVD. Habían pasado 5 años allí y decidió que se iba. Había estado el tiempo que la situación daba de sí. Le dijo que se iba, sentada en la cama. Él le echó una mirada fulminante. Nadie le ha mirado así en su vida y la dejó trastocada. La sostuvo la mirada como pudo, y se fue. Le dio también lo que tenía escrito para el periódico, lo mandó. En el ascensor sintió un gran alivio. No le llamó si podía volver en quince días o un mes. En el tren no paraba de hablar, le entró la verborrea y tuvo un sueño que una mancha negra contactaba con el cielo amarillo. A las 7 de la mañana le llamó y no le cogía el teléfono. Bajo a Estella y estuvo en la biblioteca y a las 5 de la tarde le llamó Federico y le contó que había muerto. Se quedó una temporada en casa de sus padres. Leía las memorias de Balthus que él le regaló. Su vida había sido muy bonita. Conoció a Javier cuando iba a ciudad del Cabo. Le dio la carta como si tuviera un vínculo familiar con él. Lo más plausible que tendría sobre Michi Panero sería una pesadilla, se lo decía él mismo. Y así fue. Tiene canciones y cosas experimentales que publicó, en forma de una caja, y llamó “ playas de arena finas”. Está la carta de ella a ordenador, la suya (de Michi) a mano, las composiciones musicales, el DVD con la peli que se atasca diciendo “no me abandones”. Recomienda el documental “merienda de negros”. 

Michi hacia dibujitos cuándo hablaba por teléfono. Pintaba estoy solo y un perrito, pobre de mí.  Aparecen en el libro esas ilustraciones. Le gustaría al autor seguir escribiendo, pero un libro como este no le va a salir nunca, es un proyecto de 40 años de su vida. Tenía 12 año en el 89 cuando conoce a Michi y él y su madre se casaron en el 92, tenía 15 años. Cuando él ya tuvo  el primer aviso grande y había que ingresarlo sólo tenía 40 años, la misma edad que tiene el escritor ahora. Estaba envejecido por el alcohol. Él se había ido a Astorga a morir.
Eran todo cartuchos vacíos, decía. Javier Mendoza no fue al entierro de su padrastro.  Ha hablado con el alcalde que le recibió, estaba en Madrid y a la semana se presentó Michi allí con una mano delante y otra detrás y el alcalde le ayudó, le dio una casa. Encontraron a la tata, que les había cuidado, que se había casado con un señor de Astorga. Y él fue a Astorga a morir. Mendoza estaba en Madrid y se enteró como mucha gente porque salió en el telediario. ¿Cómo es la primera vez que el autor ve la película el desencanto? Fue a casa de su tía y le cuenta que su padrastro es Michi y ella dice; eso son los que hicieron la peli rarísima esa que se metían unos con otros. Le llevaba a comer angulas, las angulas las comía Michi. A sitios caros, cuando tenía dinero pues era persona generosa, tuviera dinero o no. Los periódicos eran un negocio, trababa de columnista independiente y le daban mucho dinero. Le compró la película en el corte ingles. Hicieron un pase con los amigos y es que estaba igual, era más joven, pero el mismo rollo progre. Javier Mendoza era fan de Michi sin ver el desencanto y luego ya se ha hecho fanático. Lo cual nos da la pista de que la biografía será bastante favorable. Lo de super héroe con las borracheras se destruía esa imagen, se caía el mito. No ha querido cargar las tintas, las cosas son como son, pero no hay que regodearse. 


Esto ya no es un fin de razas porque esta él. El ya no es Panero, pero algo de eso hay. Le hace ilusión. Le daba miedo y le gustaba Michi. Era entrar en las arenas movedizas que son sus recuerdos. Había 5 personajes en ese primer documental; el quinto es el ausente al que ponen a parir. El autor ha estado en Astorga, aunque no fue a verle cuando murió. Allí hay una estatua de Panero padre, el poeta oficial del régimen. El padre es puesto a caldo, pero hay una calle frente a la catedral (donde está una casa de los paneo, no la principal) 

En esa calle hay un verso que dice; “quiero venir a morir en el sitio donde estuve, con la familia y a dos metros de la nieve”. Era un chiste de humor negro. Panero padre da sentido a todo. Si no existiera el padre no existiría nada. La estatua del padre. Escribió su epitafio dos meses antes,” aquí yace Panero acribillado por los besos de sus hijos”. Esta familia se explica por sus contradicciones. Hacía grandes poemas a la familia y según la familia no les hacía ni caso. Era un hombre de la época, solo que tuvo una mujer que lo contó. Si hay algo bueno de los Panero es que aparte de su exhibicionismo, se hablaban las cosas, buenas o malas. Michi siempre se puso al lado de la madre. Esa digna señora del franquismo tenía a un poeta oficial que iba a prostíbulos y hacia lo que hacían los poetas entonces. Esa educación más férrea la cuenta en sus memorias también. Intentó escribir Michi con Asís Lazcano unas memorias que son 40 páginas en bruto. De ellas Javier Mendoza ha seleccionado las que le encajaban para la historia. En ella Michi cuenta con más detenimiento que su padre para poner en prueba su valentía le ponía un duro en mitad del bosque. Era un señor muy chapado a la antigua. Le ponen a parir en el desencanto, pero también reconoce que quiere rescatar la figura de Leopoldo padre. ¿Quién se acuerda ahora de león Felipe o de Rosales? A veces le recordamos como el traidor a Lorca. Pero sí que hay un intento de revalorar al padre de esa manera.


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