JAVIER
MENDOZA-MIGUEL ARTAZA-ELBA MARTÍNEZ
Es un libro raro escrito por
Javier Mendoza y Michi Panero. Elba Martínez es la artista plástica que hizo el
documental “merienda de negros” sobre Panero y que pasó los últimos días con Michi
Panero. Es un libro raro, un volumen de doble portada, escrito por dos
debutantes que escribieron con una diferencia de 30 años. Es poco frecuente
esto. El libro está centrado en la figura de Michi Panero, pero destaca la
parte escrita por Javier. Son textos de distinta naturaleza. Es el estreno
literario de Javier Mendoza, voz a la que saludamos gratamente sorprendidos y
que seguiremos en sus próximos proyectos.
Javier y Michi se convierten en
amigos en unas circunstancias peculiares, luego lo contara él con más detalle. Michi
se casó con Sisica, la madre de Javier, a la que retrata con un par de detalles
reveladores. La figura de su madre presenta aspectos parecidos a los de la
madre de Panero. Había una fascinación a la madre en ambos. Micho no se parecía
a nadie que hubiera conocido. Era la pareja padre- hijo perfecto sin
obligaciones reales. Se hicieron amigos.
Michi propuso el título del
desconcierto para la segunda parte del documental sobre los Panero ya que la
película primera de Jaime Chavarri, que era documental también, se llamó el
desencanto. La película documental, la segunda parte, finalmente la dirigió
Ricardo franco optando por otro título. El libro se titula “el desconcierto,
memorias truncadas”.
Es un volumen poco frecuente. Un
escritor nunca empieza escribiendo sus memorias. Vivimos en una época donde está
en alza la novela confesional que está llena de onanismo intelectual, aunque
este no sea el caso. Es un género de auto ficción del que sale victorioso.
Soledad Puértolas, academia de la RAE, amiga personal de Michi, decía que la
voz personaje de Javier que narra la historia enseguida cae bien. Se trata al
fin y al cabo de que alguien te cuente su vida. Soledad habla de una voz cercana,
una conseguida impresión de calidez. A pesar de esa calidez y cercanía destaca
la honestidad, se niega a falsear la realidad o prestigiarla con edulcorantes
con la solemnidad y el dramatismo y opta por un camino diferente; el del humor
que está muy presente en este libro. Se maneja bien en esta variedad de literatura
que tiene que ver con el tono mirada más que con los acontecimientos o acción
narrativa. Uno avanza en el texto y tiene a sensación de estar ante algo poco
habitual. Uno entiende al final que no es tan rara la lección de acercamiento.
Acabas la lectura viendo que el autor no ha tenido más remedio que optar por
ese camino.
El autor se pone a escribir unos
textos inéditos de Michi Panero que llevaban décadas, 20 tantos años, guardados
en un cajón cogiendo polvo. Recuerda un poco a los anales de Borges que buscan
una mano que los empuje. Michi no quiso pudo o no le dio la gana de hacer literatura.
No escribió nada personal. Escribía una columna
diaria en el periódico de forma independiente. Hay algo mágico romántico en el
libro porque estos inéditos que llevaban años esperándole le llevan al autor a
forjarse su propia voz narrativa y estrenarse como escritor. Esto se puede
hacer bien o mal y Javier lo hace bien. Es el continuador de la saga. Michi le
abre la puerta en el camino, no le abre puerta de ningún cenáculo literario, le
pasa carpetas y le dice haz lo que quieras con ellas. Lo tiene muchos años. El resultado
son estas memorias. Tenía la necesidad de quitarse ese peso de encima y con la
muerte de su madre llega el momento de publicarlas. Son las memorias que Michi nunca
escribió porque era muy vago y se las ha escrito el. Es su biografía y también
la de Javier, de los dos. Michi dictaba estas columnas por teléfono más que
escribirlas. Su aportación a la cultura es que montó un bar donde tomaban copas
los cineastas, editores escritores e intelectuales. El presumía de vago y que
entre escribir o follar eligió lo segundo. Se le describe como un tipo
inteligente y brillante pero como dice Iñaki Uriarte en su primer tomo de sus
diarios; eso no basta. Era un tipo con
mala Leche, plástico y rápido en su forma y expresarse, divertido, que cuenta
chistes, entretenido, y que anima conversaciones pero que no consigue el
respeto social que consigue un escritor con las mismas armas. Era ágil
mentalmente, no le dio la gana de escribir. Empieza haciendo un chiste. Michi
amenaza con escribir sus memorias. Y le dicen; seguro que no se acuerda de
nada. Esa negativa a escribir sus memorias quizá se debía al peso familiar que
le frenó un poco. El tópico o imagen que quería propagar era la de escritor sin
libro. Es paradójico que la editorial que le pone en el mercado de forma
póstuma es bartleby.
Es hora de decirlo, sus cuentos
tienen un interés relativo, son diarios de juventud poco terminados. Hay que
ponerse en el lugar de Javier Mendoza, el pobre biógrafo que se encuentra con
esos textos. Tendemos a empezar por la otra parte. Todos los miembros de los Panero
siguen despertando gran expectación. Michi lleva 12 años muerto y José María 3
o 4. Antonio Huelga ha editado cosas de Leopoldo María. La peli de Chavari la
pasan por televisión continuamente o el disco de nacho vega el hombre que casi
conoció a Michi Panero. Sigue despertando interés y sigue de moda. Estas dos
películas documentales después de tantos años y el desencanto siguen vivas, son
pelis de culto. Chavarri dice que ellos son así, que se movían así, que no
fingían. El se limitaba a poner la cámara y grabar sin ocultar nada, pero con
delicadeza. Es un ejercicio honesto en que no se nos oculta nada, pero el tono o
mirada es tierna cercana. ¿Por qué define trucadas las memorias? Eran personas
muy lucidas e inteligentes, sobre todo Leopoldo maría. Hay que convivir con
esas personas 24 horas al día, al margen de su malditismo.
Con 40 años hacer tus memorias es cosa rara. No lo hubiera hecho si Michi
no le hubiera dado sus carpetas. Estaba muy presente lo de las memorias. Antes
de conocerle ya había oído hablar de sus memorias. No se las ha escrito él,
pero son sus memorias, pero como las cuenta Javier también son las suyas. Hace
un juego con la memoria. ¿de dónde sale este libro, cuál es su origen? Hay tres
flechas claves. El 19 de julio del 89 conoce a Michi. Le regaló un libro y
aparece ahí la fecha. Su madre le presenta a su nuevo novio que es Michi Panero.
Es una persona que no se parece a nadie, un grande de la vida, como una
estrella de cine. Él no sabía nada de los Panero. Es la primera persona adulta
que le trata como adulto, no como a un niño. Conectaron de forma espacial. Le
regala un libro. Empieza una relación que tuvo con el muchos años. Tenía el
autor también una familia inestable y cuando ellos se casan lo adoptan como su
familia. Su madre y Michi tenían problemas de alcohol y eso arruinó la familia
pero no la relación que tiene con Michi. Durante sus desahucios idas y venidas
sigue hablando con él.
En abril del 98 él le da su carpeta. Javier Mendoza sentía decidía que
era su familia. Se fija lo que más en los cuentos de Michi. Nunca había escrito
y de repente descubrió un Michi sin fe en si mismo y sin el sarcasmo del alcohol.
Mendoza considera que es buena literatura. No cuenta una historia, hace
reflexiones en el alambre y a veces se cae o no. Están escritos cuando es un adolescente
tardío, tiene 18 años. Hay uno con 12 años. Le atrae esa parte de Michi, en que
a pesar del alcohol y sarcasmo nota el cariño de niño. Conoce al Michi personaje
de la calle y en casa era mucho más cariñoso. Lo ve con distancia. Ha ido
eligiendo los textos donde se quitaba la careta. Los cuentos no tienen la
careta del personaje que va a ser luego. Con 18 años deja de escribir. Intenta responderse
así mismo Mendoza por qué Michi lo deja como ley motiv de una película
policiaca. Estas carpetas están en su vida, tenía que hacer algo con ellas pero
no tiene capacidad mental y su madre muere un 19 de julio en 2015 cuando él ya
había empezado a mirar bien esas carpetas y es imparable el proceso siguiente.
Una semana antes de morir en el hospital le lee un cuentecillo de Michi. No sabía
que textos eran de Leopoldo María y de Michi y la madre le dice; ante la duda atribúyeselas
a Michi que Leopoldo tiene demasiados. Ve esas carpetas, las diferencia unas de
otras. Leopoldo lo tenía lleno de tachones y Michi todo pulcro. No sabía si iba
a hacer el prologo. Hace una pequeña investigación sobre los Panero, con
miembros de su generación y recopilando lo que se había escrito de los Panero.
Estaba todo contado. Juan Luis (el mayor) y su madre escribieron sus memorias. Panero
tiene su propio biógrafo, un ladrillo importante. Ricardo Gullón escribe “la
juventud de Panero”. Villena cuenta los chaperos que tenían en Ibiza 35, cada
uno lo que le interesaba. Lo único no contado era la parte que había vivido, Michi
era el gran desconocido. Aquel Michi que vivió la movida madrileña.
Mentalmente pensó hacer una biografía un poco más al uso. ¡Pero es que
contaba unas truculencias…!; estaba en un bar y se caía, le mordía a su novia. Entrevistó
a todos los camareros de Madrid. Pero se da cuenta que él era la fuente, no tenía
que ir a ningún sitio. Había ido a la biblioteca nacional ya mucho, pero se
trataba de mirar hacia dentro. Representaba el fracaso de la familia, es un
tema que le ha venido bien como psicoanálisis al propio autor. Se da cuenta de
que tenía un libro. Tenía miedo a los recuerdos, pero se dio cuenta de que
estos no eran ni tan buenos ni tan malos. Los relativizó. Al margen de como
vean los Panero el mundo, el autor era un niño y lo ve como una persona que empieza
en el mundo. Es la historia de un niño que vive unas cosas y va creciendo a lo
largo del libro. Es un relato menos visto de Michi, conocemos su faceta de
diletante, de bebedor y de tío polémico, pero le falta al puzle esa pieza que
el plantea. Villena no hablaba de Michi porque Michí le odiaba y le ninguneaba.
Javier Mendoza, el autor, ha trabajado años en un estudio de diseño y un amigo
le habla de la solución gráfica. Se acuerda del libro de tip y coll, tip por un
lado y coll por el otro; un escritor que ya no existe y otro que puede que
empiece. El escritor ha contado su vida. Cuenta la historia que el quiere
contar y la que Michi cuenta. Para entender la parte de Michi, los 9 cuentos de
un niño de 15 años que vive y respira literatura, escribe un prólogo, para así explicarlo.
Era una casa asfixiante de literatura. Michi deja de escribir, de competir con
sus hermanos. No sólo era escribir, era ese ansia de conocimiento que tenía el
padre y todos los hermanos. También se quería suicidar Michi, pero le daba
pereza matarse. Como tenía éxito social no le hace falta escribir. El decide
que no va a competir con sus hermanos en ese terreno y para novelas las que ya tiene
todos los días. Él se inventa una cámara para que sean ellos mismos los que escriban.
Acierta allí bien. Hay mucho estigmatismo a la familia y sobre todo hacía Michi
en los documentales. Es un personaje irreverente con gracia a los 20 años pero
que con 50 no tiene ninguna gracia. Pero él no logra superarlo. Esto se ve en
los cuentos. Luego escribe un texto para el guion de la peli el desencanto.
Cada miembro hace su parte del guion. Él hace un guion llamado Michi, dice que
le da todo igual, que no quiere ser el fin de raza, que se había dedicado a ser
un fliper, máquina de hacer dinero y figura en el paisaje, ese personaje de la
peli se va desquebrajando. Están muy bien los últimos textos que no son cuentos
sino cartas de un anciano maduro que con 50 años se despide de la vida. Son varias
cartas. Tenía los 3 últimos textos que escribió. Y fue gracias a que conoció a Eva,
una amiga común, que le cuenta a Javier lo que vivió con Michi los 5 últimos
días de su vida y que le dio una carta que resume quién era Michi cuando no
hablaba para la galería sino cuando dice lo que sentía por dentro y lo que
había aprendido. Es un hombre que se despide. “Aun así
en este reino de amnésicos, soy profético y me miento en si mismo, alguien descubrirá
mi estafa, la clausura a la que he sido sometido y volverá a reír la primavera,
será la risa la mano que rescatará la inteligencia, como una canción del
verano, el roce de la piel, la música, y el recordatorio de que todos pisaremos
la tierra que negamos, y recordaremos aquellos primeros labios que besamos, más que nunca palpitando la
ciudad”
Elba Martínez estaba grabando el documental con Leopoldo merienda de
negros cuando recibe un email del periodista y profesor Federico Ultrera que le
da un teléfono para llamar a Leopoldo y avisarle de que Michi se está muriendo.
Estaban contentos grabando. Lo viviría Leopoldo María por dentro porque no
hablaron del tema. Cuando volviera a Madrid debía contactara con Michi. Ella
quería estar en Madrid para tomar conciencia de la realidad porque Leopoldo la
dejaba al borde de todo. Le pide Ultrera que vaya a hacer una entrevista a Michi,
que era la persona adecuada, pero ella no sabía nada de Michi y acababa de estar
con Leopoldo que le había agotado. Pero al final le convenció. Él te lo va a contar
todo, le prometió. Elba cogió un tren para Astorga, estaba nevando y se montó
en el último vagón. Los copos de nieve se alborotaban al pasar el tren. Tenía
la sensación de ir a conocer al conde Drácula. Le llamó, iba a comprar una
cerveza e iba a su casa. Se puso un camisón azul para las fiestas. El tenía el
pelo para atrás. Perdió la noción de que se estaba muriendo. Él se puso a hablar.
Fue muy bonito. Pasaron muchas horas hablando, anocheció y el fumaba en un
cenicero de plata. Entonces grababa en video y no sacaba fotos (que lo hizo a
partir de 2007). Angelines, la criada, le dijo que si quería quedarse allí.
Iba a coger una pensión, pero en fin... Michi
hizo una broma, quédate a dormir en mi cama. Aceptó la habitación de al lado.
Cenaron carne de choto. Era muy raro todo, eran dos desconocidos. La cena en la
cocina le parecía muy rara. Al día siguiente Michi no se levantó de la cama y
veían películas juntos. Ella bajaba a la calle a comprar pipas y pasaban el día
comiendo pipas y bebiendo kas naranja. Le hablaba muchas cosas. Fueron días muy
bonitos. Empezó a decir que se iría a Donosti a curarse como su madre. Ella le
dijo que había un hospital en Pamplona. Él la empezó a gritar, que no había
solución. Elba se fue asustada a beber a un bar y se tomó tatos chupitos que
acabo de borrachera con chavales de su edad. No quería volver a aquella casa, despedía
una energía extraña. Esperó al amanecer y él ya no estaba, le había dejado una
carta en la cama. Se lo agradeció y se reconciliaron. La carta no la entendió.
Lo entendió años después cuando Javier le pasó el libro. Atisbaba algo, pero no
terminó de comprenderlo. Había una tormenta y él le contó su infancia y adolescencia
en Astorga. Ese día compró una rosa y se pinchó, la sangre tan roja en aquel
cuerpo tan pálido la sorprendió. Grabó algunos momentos con la cámara. Tiene
una imagen pixelada de todo aquello. Él tenía un DVD que se atascaba cuando el
hombre le dice “no me abandones” y se paraba el DVD. Habían pasado 5 años allí
y decidió que se iba. Había estado el tiempo que la situación daba de sí. Le
dijo que se iba, sentada en la cama. Él le echó una mirada fulminante. Nadie le
ha mirado así en su vida y la dejó trastocada. La sostuvo la mirada como pudo,
y se fue. Le dio también lo que tenía escrito para el periódico, lo mandó. En
el ascensor sintió un gran alivio. No le llamó si podía volver en quince días o
un mes. En el tren no paraba de hablar, le entró la verborrea y tuvo un sueño
que una mancha negra contactaba con el cielo amarillo. A las 7 de la mañana le
llamó y no le cogía el teléfono. Bajo a Estella y estuvo en la biblioteca y a
las 5 de la tarde le llamó Federico y le contó que había muerto. Se quedó una
temporada en casa de sus padres. Leía las memorias de Balthus que él le regaló.
Su vida había sido muy bonita. Conoció a Javier cuando iba a ciudad del Cabo.
Le dio la carta como si tuviera un vínculo familiar con él. Lo más plausible
que tendría sobre Michi Panero sería una pesadilla, se lo decía él mismo. Y así
fue. Tiene canciones y cosas experimentales que publicó, en forma de una caja,
y llamó “ playas de arena finas”. Está la carta de ella a ordenador, la suya
(de Michi) a mano, las composiciones musicales, el DVD con la peli que se
atasca diciendo “no me abandones”. Recomienda el documental “merienda de negros”.
Michi hacia dibujitos cuándo hablaba por teléfono. Pintaba estoy solo y
un perrito, pobre de mí. Aparecen en el
libro esas ilustraciones. Le gustaría al autor seguir escribiendo, pero un
libro como este no le va a salir nunca, es un proyecto de 40 años de su vida.
Tenía 12 año en el 89 cuando conoce a Michi y él y su madre se casaron en el
92, tenía 15 años. Cuando él ya tuvo el primer
aviso grande y había que ingresarlo sólo tenía 40 años, la misma edad que tiene
el escritor ahora. Estaba envejecido por el alcohol. Él se había ido a Astorga
a morir.
Eran todo cartuchos vacíos, decía. Javier Mendoza no fue al entierro de
su padrastro. Ha hablado con el alcalde
que le recibió, estaba en Madrid y a la semana se presentó Michi allí con una
mano delante y otra detrás y el alcalde le ayudó, le dio una casa. Encontraron
a la tata, que les había cuidado, que se había casado con un señor de Astorga.
Y él fue a Astorga a morir. Mendoza estaba en Madrid y se enteró como mucha
gente porque salió en el telediario. ¿Cómo es la primera vez que el autor ve la
película el desencanto? Fue a casa de su tía y le cuenta que su padrastro es
Michi y ella dice; eso son los que hicieron la peli rarísima esa que se metían
unos con otros. Le llevaba a comer angulas, las angulas las comía Michi. A
sitios caros, cuando tenía dinero pues era persona generosa, tuviera dinero o
no. Los periódicos eran un negocio, trababa de columnista independiente y le
daban mucho dinero. Le compró la película en el corte ingles. Hicieron un pase
con los amigos y es que estaba igual, era más joven, pero el mismo rollo
progre. Javier Mendoza era fan de Michi sin ver el desencanto y luego ya se ha
hecho fanático. Lo cual nos da la pista de que la biografía será bastante favorable.
Lo de super héroe con las borracheras se destruía esa imagen, se caía el mito.
No ha querido cargar las tintas, las cosas son como son, pero no hay que
regodearse.
Esto ya no es un fin de razas porque esta él. El ya no es Panero, pero
algo de eso hay. Le hace ilusión. Le daba miedo y le gustaba Michi. Era entrar
en las arenas movedizas que son sus recuerdos. Había 5 personajes en ese primer
documental; el quinto es el ausente al que ponen a parir. El autor ha estado en
Astorga, aunque no fue a verle cuando murió. Allí hay una estatua de Panero
padre, el poeta oficial del régimen. El padre es puesto a caldo, pero hay una
calle frente a la catedral (donde está una casa de los paneo, no la principal)
En esa calle hay un verso que dice; “quiero venir a morir en el sitio donde
estuve, con la familia y a dos metros de la nieve”. Era un chiste de humor
negro. Panero padre da sentido a todo. Si no existiera el padre no existiría
nada. La estatua del padre. Escribió su epitafio dos meses antes,” aquí yace
Panero acribillado por los besos de sus hijos”. Esta familia se explica por sus
contradicciones. Hacía grandes poemas a la familia y según la familia no les
hacía ni caso. Era un hombre de la época, solo que tuvo una mujer que lo contó.
Si hay algo bueno de los Panero es que aparte de su exhibicionismo, se hablaban
las cosas, buenas o malas. Michi siempre se puso al lado de la madre. Esa digna
señora del franquismo tenía a un poeta oficial que iba a prostíbulos y hacia lo
que hacían los poetas entonces. Esa educación más férrea la cuenta en sus
memorias también. Intentó escribir Michi con Asís Lazcano unas memorias que son
40 páginas en bruto. De ellas Javier Mendoza ha seleccionado las que le
encajaban para la historia. En ella Michi cuenta con más detenimiento que su
padre para poner en prueba su valentía le ponía un duro en mitad del bosque.
Era un señor muy chapado a la antigua. Le ponen a parir en el desencanto, pero
también reconoce que quiere rescatar la figura de Leopoldo padre. ¿Quién se
acuerda ahora de león Felipe o de Rosales? A veces le recordamos como el
traidor a Lorca. Pero sí que hay un intento de revalorar al padre de esa
manera.
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