Otras novelas de
José Ángel Mañas
Soy un escritor frustrado
Editorial Espasa narrativa 2001
Un profesor treintañero de la Universidad Autónoma
de Madrid, licenciado en Literatura, es un excelente crítico, eventual
articulista y pésimo novelista. Es decir: un escritor frustrado. Da clases
allí, pero falta con asiduidad. Aunque aparentemente ha triunfado
académicamente y profesionalmente, su vida personal es un desastre: es
depresivo y alcohólico. Lleva siempre una petaca de vodka en su bolsillo. Le
han abierto expedientes en la facultad y le han demandado y suspendido de
sueldo por estos problemas.
El personaje no es nada plano sino complejo y
redondo, de gran introspección psicológica, con muchos matices. Sencillo, pero
no simple. Responde al tópico del profesor joven y progre de El club de los poetas muertos. Es
crítico porque no ha conseguido ser buen escritor. Tiene ideas liberales, una
profesión liberal, y sexo libre con su pareja. Encarna el desengaño del
idealista soñador. Hay rasgos comunes entre José Ángel Mañas y el protagonista.
Mañas es autor de una única novela: Historias
del Kronen, aunque ha publicado seis novelas más. Todas sus novelas son
recibidas como secuelas del gran libro y esto le frustra.
La novela trata el maltrato a la mujer, que no tenía
en esos momentos la repercusión mediática actual. El protagonista bebe antes de
pegar a su novia Ana y la necesita sexualmente, pero no la ama. A veces siente
asco por ella, llevan 5 años juntos y son codependientes. Ana va a llorar a
casa de su madre, se siente una mierda al lado de él, nunca tiene tiempo para
ella. Además le engaña con Marta, la amiga confidente del protagonista, una
profesora no agraciada físicamente, jorobada y mayor. La describe con “el
cuerpo de una tortuga, tímida, pero buena persona”. Ana acaba por abandonarle y
Marta quiere salir con él. Pero aún entra otro personaje en el trío amoroso:
Marian, una de sus alumnas.
Mundo burbuja
Espasa narrativa 1996
Mañas no abandona el tema transgresor de la juventud
posmoderna, a vueltas de todo. El protagonista es un joven becado Erasmus que
estudia en la Complutense, y sale por Malasaña, a la que llama “la pequeña
Rusia comunista”. Huye del compromiso: el político y social y el de pareja.
Prefiere sus follaamigas y a las MILFs:
mujeres maduras pero aún atractivas. Cohabita con el mundo homosexual y sale
por Chueca. Y con el artístico de las presentaciones de libros y las
exposiciones de arte. No destaca en la universidad más que en Sicohistoria. Hay
en la novela muchas citas de filósofos del lenguaje estructuralistas, de
situacionistas y de sicomarxistas de la escuela de Frankfurt.
Como en Soy un
escritor frustrado, el protagonista quiere ser escritor, pero no logra
escribir nada de calidad. En París vive
una historia de amor con Sofía y un lío de pareja, celos e infidelidades. Mañas
retrata la camaradería de los colegas, y también describe la muerte de un
chico, como en Historias del Kronen.
El profesor de la asignatura de Vanguardia Artística es despedido por llevar
las clases a la anarquía. Hay historias y fantasmadas para no dormir:
alucinaciones de LSD, pirulas, pastillas.
Pero lo importante en José Ángel Mañas es cómo lo
cuenta, con ese registro y argot característico. El lenguaje se muestra en toda
su perversión. Retrata de nuevo una
generación condenada al fracaso, abocada al nihilismo: el del protagonista y la
decepción de toda una época. Curro, Cobi, y Naranjito son el lavado de imagen
de España cara a la Comunidad Económica Europea. Con los socialistas en el
poder acabábamos de entrar en la OTAN. La droga está en la calle, a la orden
del día. Esta crítica político social se ve en el altercado en el bar donde un
viejo banquero crítica el pasotismo apolítico de los jóvenes que no votan ni
creen en nada, ni en el comunismo, ni en dios, ni en los Beatles.
ANEXO
4
(Complemento a la entrevista)
La
letra futura/ La Eva futura de
Lucía Etxebarria
Editorial Destino 2001
En
este ensayo doble Lucía Etxebarria se queja del mundo literario actual: un
panorama desolador de envidias, rencores y rencillas entre escritores; machista
y patriarcal. A la escritora se la trata despectivamente o con sobreprotección
paternalista, la infantilizan y cosifican. Los grandes premios están amañados.
Y la crítica alejada de los gustos del público y llena de clichés y prejuicios,
lastrados del franquismo. Distorsionan frases en las entrevistas y críticos y
periodistas, sin especificar nombres, la llamaron “puta provocadora” en su día.
La consideran una escritora joven e inmadura a sus más de 30 años.
Habla
de sus orígenes vascos, de su madre y sus varios hermanos. Empezó a leer a los 3
años por aburrimiento y soledad. Escribía buenas redacciones en su colegio. No
tuvo muchas amigas, era la empollona. Su carrera de Ciencias de la Información
en la Complutense le abrió la mente y desarrolló su afición a la escritura. Es
una escritora atípica. En su juventud no asistía a todas las conferencias ni
perseguía escritores ni compraba revistas literarias, salvo la Qué leer, el Hola de los escritores.
Confiesa sus viajes al extranjero, las noches de fiesta, sus muchas
relaciones sin encontrar el amor verdadero. Es doctora honoris causa en la
universidad de Aberdeen. Trabajó en revistas de moda y ha recibido premios
internacionales.
Nadie
es profeta en su tierra y en París encontró el reconocimiento de público y
crítica y el éxito. En Alemania la crítica la recibe bien. En Europa siguen más
adelantados que en España en materia literaria. La autora no proviene del
mundillo literario sino de la calle. Las columnas que Lucía publicaba en El
Mundo y en el ABC literario tenían un toque irónico, sarcástico, gracioso y
punzante. Un periódico puede ser de derechas y conservador como ABC, pero
mantiene en la plana a columnistas y firmas de izquierda para dar una nota de
color a la grisura del periódico. La principal razón para escribir radica en su
enfermedad entre psicológica y física, que muchos critican de fingida para
darse importancia. Mezcla episodios de bulimia, amenorrea, obesidad, neurosis,
crisis de identidad, anemia y adicción al Prozac. Necesita escribir como
terapia curativa y recuperación de sus crisis.
No
lo enfoca como negocio sino como vocación.
Sus obsesiones deben salir para estar ella bien y entenderse a sí misma.
Le han puesto muchas etiquetas, como la de transgresora. Se ha querido ver una
polémica entre ella y Espido Freire. La han acusado de tener recelo, o envidia,
ya que Espido Freire es de clase social más alta, más guapa, más fina, ha
viajado más y ha sido niña prodigio. Esta enemistad ha sido parte de un
márquetin y una campaña editorial. Las asocian porque ambas son vascas (Lucía
Etxebarria de Bermeo y Espido Freire de Llodio), jóvenes y de parecida edad,
aunque no hay tanta relación entre lo que escriben. (El tema de la secta de El contenido del silencio recuerda a Melocotones helados de Espido Freire.)
Espido Freire ha sido mejor acogida por la crítica que ella, cuya prosa tachan
de infantil, sensacionalista y abanderada de toda causa posmoderna para vender
más: el ecologismo, la defensa LGTB, el feminismo, lo antitaurino, el
veganismo…Se podría hablar de la misma generación en cuanto a origen y edad.
Espido Freire es más dada al amor, la chica buena que va al cielo y Lucía
Etxebarria al sexo, la mala que va todas partes; parafraseando su conocida
frase, original de Mae West.
El
feminismo, y el erotismo femenino, es el gran tema de la autora. Al contrario
que Ángeles Caso y Ana María Matute, ella sí distingue entre literatura
femenina y masculina. El hombre ha recibido una educación más liberal, y la
mujer más recesiva. Se entiende de forma diferente la sexualidad. El hombre es
explícito y salvaje, le han educado para desfogarse, necesitar el sexo. En la
prehistoria el cazador del paleolítico buscaba una mujer de pechos grandes,
garantía de que tendría muchos hijos y preservaría la especie. A la mujer se la
ha educado para cazar marido y buscar la relación y al príncipe azul. La mujer
debía ser como en aquel poema victoriano El
ángel del hogar: buena esposa, señora de su casa. Al hombre se le permitía
más y se le consentían las infidelidades en nombre de una necesidad natural. La
mujer debía hacerse de rogar, esperar al matrimonio, ser dulce, sensible,
tierna, intimista y romántica. Arremete Lucía Etxebarria contra el maltrato de
género. Habla sin tapujos de lesbianismo, incesto, la vida privada, el morbo,
la eutanasia, la píldora o el aborto. Da su opinión sobre la crisis, la
guerra, el 15M, los kronen y otros temas.
Lucía
Etxebarria defiende el plagio, no el brutal y textual sino lo que ella llama intertextualidad y apropiacionismo. Es
la idea de que todo está escrito ya. Nos seguimos preguntando lo mismo que
Aristóteles, la filosofía solo son preguntas y el humanismo no avanza, aunque
lo haga la tecnociencia. Las pasiones humanas son las mismas, no pasan de moda,
todo está ya en Shakespeare.
Nada
del hombre nos es ajeno y no hay nada nuevo bajo el sol. Como los grandes temas
son eternos, nos plagiamos unos a otros, nos influimos. Lo que decía Cicerón se dice ahora con otras
palabras. Le parece bien beber de la tradición, colocar en las novelas frases e
incluso párrafos literales de los grandes maestros, siempre citando la autoría.
Todos pensamos parecido y una frase puede recordarnos a otra dicha con
anterioridad. Los temas se copian, nada
es original, pero el talento hace cada gesto diferente, le da personalidad y
carácter, y eso no se remeda. A la autora la acusaron
de plagio por su poemario Estación de
infierno. No fue una copia textual como en el caso de Cela o Ana Rosa
Quintana. Se inspiró en Nación Prozac
para Amor, curiosidad, prozac y dudas.
No ocultaba párrafos literales del libro de autoayuda al que parodiaba. En Beatriz y los cuerpos celestes homenajea
la estructura cielo infierno de La Divina
comedia.
Lucía Etxebarria es como las demás, aunque tituló una de sus
novelas Nosotras que no somos como las
demás. Se considera una mujer normal. Otra de sus colecciones de cuentos la
llamó Una historia de amor como otra
cualquiera. Ya no quiere sufrir por amor, que causa tantas depresiones. Le
agobia San Valentín, invento del Corte Inglés para vender regalos y flores. No
le gustan los comentarios sexistas del Facebook, las subidas de tono de algunos
de sus detractores en internet y esos pesados agolpados en la feria del libro a
por una firma suya. Nunca ha entendido el sentido de las postales, las fotos
con ella o el garabato de una firma. Es el precio que paga por su fama. Ella es
una tímida «verdulera» porque defiende sus opiniones de forma vehemente y
sincera. Habla por los codos y sin parar, por vergüenza. No le gusta la
intromisión de la prensa rosa. Un escritor no es un modelo de fotos, ni un
Relaciones Públicas ni un sabio que sabe y opina de todo en la opinión pública.
Muchos tienen una visión idealizada o prejuicios hacía ella. No puede ser
mentora ni asesora literaria de nadie. Sus gustos son subjetivos y particulares
y no lee a autores noveles.
ANEXO 5
La generación siguiente en el 2000:
Los mileuristas
Y fotografías de algunos de estos
escritores del actual mundo literario
Juan Manuel de Prada y Laura Espido Freire se han
declarado independientes de la generación Kronen, aunque siempre se les asocie.
Ambos escriben novela histórica y evasiva: en 2017 los dos coincidieron en
sacar un libro por separado sobre Santa Teresa de Jesús.
Espido Freire (Bilbao, 1974) ganó el Planeta 1999
con 24 años con Melocotones helados, una
novela protagonizada por tres chicas de nombre Elsa: la pintora que narra esta
historia atípica de la guerra civil en su familia de panaderos, una niña
perdida y una joven que se adentró en una secta. Irlanda es su primera novela, escrita con 16 años, y la crítica la
compara a Françoise Sagan. Es la historia de dos primas que se odian un verano
y acaba en asesinato. En la mayoría de sus obras (Donde siempre es octubre, Diabulus
in música, Nos espera la noche,
Cuentos malvados, El tiempo huye) cultiva el género fantástico del cuento
gótico, en un estilo sencillo y fresco. Esta niña prodigio, joven promesa de la
música, recorrió medio mundo acompañando al arpa la orquesta de los tres
tenores. Estudió canto, teatro, filología inglesa y un master empresarial. Ha
fundado su propia empresa, E+F, y explota trabajos extraliterarios como la
promoción de marcas. Confesó haber sido anoréxica y bulímica en Volar y Cuando comer es un infierno. Cultiva la autoficción y el ensayo: Primer amor, Los malos del cuento y Los
mileuristas, en el que reflexiona sobre la generación del 2000 que ganaba
unos 1000 euros antes de la crisis. Comparte con Lucía Etxebarria y Belén
Gopegui las influencias de Ana María Matute y Carmen Martín Gaite, que las
recibieron en sus casas prestándolas clases particulares.
Juan Manuel de Prada (Barakaldo, 1970) tiene un
estilo más clásico. Bebe de Cela y Umbral en su trilogía del Fracaso, una crónica del café Gijón: Las máscaras del héroe, de 1996, Las esquinas del aire, y el ensayo Desgarrados y excéntricos. Vivió hasta
su adolescencia en Zamora. Estudió derecho en la universidad de Salamanca,
aunque nunca ha ejercido. Su carrera empezó con Coños en 1994 (homenajeando Senos
de Ramón Gómez de la Serna) y El silencio
del patinador en 1995. El éxito llegó con la novela histórica La tempestad, premio Planeta 1997. Defiende la intertextualidad y el apropiacionismo, como Lucía Etxebarria.
Ha seguido publicando muchas más obras, como, La vida invisible (premio Nacional y
Primavera en 2003), El séptimo velo (premio
Biblioteca Breve 2007), Me hallará la
muerte en 2012, Morir bajo tu cielo en
2014 y ensayos como La nueva tiranía
(Matrix-progre) en las que defiende posturas conservadoras (el aborto, los
gays, la eutanasia) cercanas al catolicismo, contrarias al capitalismo. Suele
participar en radio, en la tertulia de Garci y llevaba el programa de cine Lágrimas en la lluvia en Intereconomía.
LAURA ESPIDO FREIRE
BELEN GOPEGUI
FERNANDO ARAMBURU
ROSA REGÁS
CARMEN POSADAS
La
generación (del mayo) del 68 en Madrid
JUAN JOSÉ MILLÁS
ROSA MONTERO
ALMUDENA GRANDES
ELVIRA LINDO
Su esposo, ANTONIO MUÑOZ MOLINA
KIRMEN URIBE.IVÁN
REPILA (“el kronen vasco”)
Reportaje fotográfico de los bares Realizado
en diciembre de 2017
(En rojo los que aparecen en la novela Historias del Kronen)
El Kronen,
que sólo existe en la imaginación de Mañas
El Siroco, en
la calle San Bernardo
El Vía Láctea, mítico
en la movida, en la calle Velarde
El Jumbo, en
la calle Gonzalo de Céspedes
Riau Riau, Flas, Más Allá. El Palo, (no se han logrado localizar)
La Guillotina y el No Fam, mencionados
como afterawers
Cafetería Santander, en la plaza Santa Bárbara de Chueca
El Warhol, en
la calle Luchana
El Jaque Mate, en
la calle Fermín Caballero, Fuencarral
El Ágapo, en
la calle Madera
La discoteca Pachá o
Teatro Barceló,
en Tribunal
El Botas, en
calle la Fe
La
Manuela, bar en que se reunía la intelectualidad de la
movida
El
Palentino, en el que se inspira Alex de la Iglesia para El bar, (la última actuación de Terele
Pávez) Cerrado este año 2018 por defunción del dueño
La
Milana Bonita, dedicado al libro de Miguel Delibes y
la película de Mario Camus Los santos
inocentes
El Rock ola
Madrid Me Mata,
bar-museo de la movida
El Sol
El Pentagrama, templo profano de Antonio Vega
Alcalá 20,
conocida por el incendio
El Yoeslavia
Las noches de Moscú,
donde acudían los del rollo a tomar
café y fumar, sin más drogadicción
El Cutre Inglés.
La discoteca había rehabilitado un ascensor de centro comercial en la entrada,
que anunciaba que habías llegado a la planta joven o a la sección de
caballeros. El Corte Inglés lo denunció y el nuevo local pasó a llamarse
Guarrerías Preciadas.
El Convento de recogida o Templo
del chocholismo ilustrado.
A este piso de la pareja de artistas homosexuales conocida como Los Coctus iba
a dormir mucha gente durante la movida, después de la fiesta, para ahorrarse el
taxi, y fue escenario de la película Pepi,
Luci, Bom y otras chicas del montón (una película de cutreluz, sin presupuesto, rodada entre Pedro Almodóvar y sus
amigos en cámara súper8.) Se montaban
en esta vivienda fiestas hasta que uno de ellos murió de sida y el novio se
suicidó.
Los
bares propiedad de Joaquín Sabina en las calles Buenos Aires o San Vicente
Ferrer, como la sala Taboó.
La casa de Alaska
y Mario Vaquerizo, y Bibiana Fernández (en el piso de arriba).
El
quiosco de la Antonia, dónde se vendía heroína barata. ¡Y los que me dejo!
Teatro
Barceló (Discoteca Pachá)
CAFÉ La
Bohemia (antes, Bar Warhol)
CAFETERIA
SANTANDER
Bar Jumbo
BAR SIROCO
Bar LA Vía Láctea
Plaza de 2 de Mayo, fuente a Daoíz y VeLArde
Museo de
la Movida Madrid me mata
Autorretrato de Ouka Leele en el
bar museo
Bar EL
Botas
SALA TABOÓ
CALLEJON
donde encontraron muerto a Enrique Urquijo
BAR El Pentagrama
El
templo profano dedicado a la memoria de Antonio Vega
CAFETERIA
LAS NOCHES DE MOSCÚ
Dónde se
reunían los del Rollo
CAFÉ PEPE
BOTELLA Y CAFÉ 2D
En estos dos
cafés Amenábar encontró la inspiración para su película Tesis
Dedicado a Los santos inocentes, el libro de Miguel Delibes, y la película de
Mario Camus
Café
Manuela
El Guía de la ruta, Juan Carlos
González, nos muestra El néctar de las
hadas
BAR El Palentino
Su
sótano; en el que se inspiró uno de sus clientes más asiduos, Alex de la
Iglesia, para su película El bar de
2017
Este señor que aparece
en la foto, Casto Herrezuelo, era el dueño.
El
bar ha cerrado tras su fallecimiento en febrero.
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