anexos. Información complementaria al
T.F.G.
Análisis de Historias del Kronen de José Ángel Mañas
Editorial Destino, 1992, finalista
del premio Nadal 1994
“Impacta e inquieta este documento. No es un libro perfecto
ni necesita serlo, pero tiene el perfume de la calle, de la juventud de ahora,
recoge vivamente la actualidad y por lo tanto en cualquier momento hubiera funcionado”. Francisco
Umbral en la revista Ajoblanco. Setiembre de 1994. (Y en su Diccionario
de la Literatura. España 1941-1995. De la Posguerra a la Modernidad).
1
Argumento
2
Personajes
3
Hitos
y temas
4
Contexto
sociopolítico
5
Recorrido
por el Madrid de la novela
6
Referencias
en la novela a grupos musicales y obras cinematográficas y literarias
7
Opinión
personal
1-Argumento
La
novela relata unos días en la vida de Carlos, el adolescente protagonista,
entrelazados con la historia de sus amigos y de su familia, de clase alta pero
disfuncional. La trama central gira en
torno al bar Kronen, y otra serie de garitos y antros de Malasaña, donde se
reúne Carlos con su pandilla para drogarse, aunque se mueven con el coche a
otras zonas. Carlos está abierto a toda aventura sexual, y tiene varios ligues.
Ejerce un machismo que no queda claro si el autor quiere denunciar o solo
denotar. (Mañas dedica bastante espacio a las discusiones con sus novias y con
su hermana). El protagonista visita a su abuelo enfermo que le da consejos
sobre la vida. La familia se reúne en el tanatorio cuando este fallece. La
novela cuenta varias gamberradas: Se rapa el pelo como un skin. Los amigos
conducen el coche en dirección contraria. También fantasean con hacer un viaje
en interrail por Ámsterdam donde la marihuana es legal.
El protagonista va cometiendo una serie de vandalismos hasta verse implicado en un asesinato. En la fiesta de cumpleaños de Fierro, le atan a una silla y con un embudo le introducen una botella de whisky entera por la garganta. Le emborrachan hasta la muerte. Al ser diabético, entra en coma, y aunque le intentan reanimar, finalmente se lo lleva una ambulancia y muere en el hospital, al que va toda la cuadrilla. Carlos se enfada con sus amigos: “Sois unos débiles, os odio a todos”. Propone usar las imágenes para una snuff movie y amenaza con entregar la cinta a la policía. (Esta escena recuerda tristemente a la violación de La Manada). Carlos se va a veranear a Santander con sus padres y Roberto empieza una terapia de psicoanálisis donde confiesa que Carlos era obsesivo y una mala influencia. Le escribe una carta, pero para Carlos las cartas son “anacrónicas y de sentimentales”. Su asesinato queda como un accidente y Carlos se va tranquilamente de veraneo. El final es trágico, como en las obras románticas y barrocas que acababan en muertes o suicidios, pero queda abierto, (y destripado en este spoiler).
2-Personajes
A
Carlos, el protagonista, le llaman Quique
en casa y Coque la novia. La novela
se narra en primera persona, lo cual la hace más directa y nos lleva a
preguntarnos hasta qué punto es autobiográfica. Su forma de diarios
confesionales tiene mucho de autoficción. Normalmente el narrador es un
personaje en el que confiamos, una persona racional o centrada, pero en este
caso desconfiamos de la versión que nos da, porque lo relata un personaje
inestable y complejo. Es retratado psicológicamente con detalle introspectivo y
responde al tópico estereotipo del antihéroe, joven y rebelde. Carlos es un
narrador pasivo de lugares y personajes. La novela es ágil y dinámica en sus
acciones, pero él personaje, estático e inmutable, no evoluciona durante la novela.
Tampoco vemos sus sentimientos o vida interior. Parece estancado o atrapado en
su pequeño mundo de drogadicción y carecer de toda sensibilidad. La novela nos
crea la ilusión de que cambia, pero al final de la novela el personaje no se
nos hace más amable. No hay sentimentalismo.
No
se inmuta ante la muerte de su abuelo. Trata a las mujeres con superioridad y
machismo. Odia a los homosexuales. Insulta a los emigrantes. Tampoco parece
querer de sus padres más que dinero. No es un diario intimista sino crudo,
descarnado y en ocasiones desesperanzado, lleno de palabrotas y lenguaje soez.
Todos los personajes de la novela van evolucionando menos Carlos. Tiene 21
años, pero está infantilizado, un peterpan
que se ha quedado en sexto de primaria, en una decadencia detestable. Se
muestra en todo momento un personaje inhumano, frio, duro. El protagonista es
un mimado mal criado, un niño de papa. Le llegamos a coger asco u odio al
personaje consentido, creído, egocéntrico e idolatra. Es difícil amarlo. Tiene
un carácter narcisista, anclado en el mito de la juventud eterna, como un doriangray trasnochado. Es un superhombre que, como en La naranja mecánica, se expresa
violentamente, guiado por sus instintos. No respeta ni quiere a nadie. No se
conmueve por la enfermedad de su abuelo ni por su muerte.
Carlos
sigue la máxima del Carpe Diem: vive al límite el momento presente, o como dice
el slogan de Nike: Just do It (No lo
pienses: ¡Hazlo!) y ya decía el verso renacentista: Collige virgo rosas (Coge las rosas, doncella, antes de que se
marchiten). El suicidio se sugiere en la novela cuando se cuelgan del puente y
el asesinato aparece explícito al final de este relato. Es quizá víctima de su
hogar roto, de sus malas compañías y de la droga. Es toxicómano, pero su propia
madre está enganchada a los tranquilizantes. Mañas no trata de justificar a su
personaje, tampoco lo condena, simplemente refleja el contexto en que se ha
criado este personaje, que en ocasiones se hace tan odioso. Toda victima
maltratada en su educación acaba por convertirse en agresora y esto explicaría
su carácter psicopático.
Aunque
tiene a su novia Amalia, Carlos se acuesta con cualquier otra en cuanto tiene
ocasión. Tiene líos con Nuria González, con Rebeca y con Elena, que conoce de
un campamento. No escucha a las mujeres y las utiliza como objetos sexuales.
Basa las relaciones en el sexo y tiene broncas constantes con ellas. Es
profundamente inmaduro, rechaza cualquier responsabilidad, se desvincula de
todo en cuanto ve problemas. Tiene pánico al compromiso, no se compromete con
nada. Como ejemplo de sus relaciones incluyo citas de una discusión en la que
Mañas usa la tipografía de las mayúsculas o caja alta haciendo ver que es a
gritos. Carlos asegura: “Hay gente que
no racionaliza, que no quiere hablar, que prefiere la emoción a la lógica.
Obligarme a hablar contigo antes de un polvo es una violación psicológica”.
Ella le pide madurez: “Al madurar te das cuenta de que no eres nada sin los
demás”.(Ella
ayuda en un centro a personas con discapacidad psíquica, a los que llama
“retrasados”, y ha tenido una relación de cuatro años en la que se planteó
casarse). Él está harto de sermones de los viejos y de que la novia le reproche
su inmadurez.
Carlos
vive en la zona residencial más cara de Madrid, en un chalé de la Moraleja con
piscina, a las afueras. Su familia es la típica familia nuclear de los finales
de la transición. Sus padres han luchado por la democracia, pero ahora Carlos
no tiene un porqué luchar. Sus padres ausentes solo viven para trabajar, no
están nunca en casa, y pasan, quizá porque no pueden con él. Carlos los llama
“los viejos” sin mencionar sus nombres. Habla poco de su hermano pequeño y
siempre le describe como el enano que juega a la Nintendo, enganchado quizá a
las nuevas tecnologías. A su hermana Sara, una chica estudiosa y responsable,
que no se despega del teléfono, la intenta casi violar incestuosamente en el
ascensor. No es un retrato de familia feliz como el de las teleseries
estadounidenses. Estos trabajadores liberales tienen una asistenta de hogar
sudamericana, filipina, a la que Carlos menosprecia, cosifica, llama “chacha”,
insulta como “sudaca” o hace proposiciones. (La asistenta del abuelo se llama
Martina).El retrato del abuelo, enfermo pulmonar y el único que parece comprenderle
en su familia, no es más amable: “Los viejos son personajes del pasado,
fósiles, fantasmas de película, o fotos de un álbum viejo y lleno de polvo,
estorbos”, en la página 47. Su abuelo le cuenta batallas de guerra, combatió
con los republicanos. La muerte del abuelo no une a esta familia que apenas se
ve durante el día. En el entierro mencionan a una abuela muerta y acuden otros
familiares: sus tías Carmen, Paloma y la tía Sara, de 80 años, o el tío Juan y
a Cecilio, compañero de trabajo del padre.
La
cuadrilla de Carlos se conoce desde que iban juntos al colegio Liceo Francés:
“Como si no nos conociéramos, nunca hablábamos de nada”. No son amigos sino una
tribu o clan o “mafia”, de compadrería circunstancial: “No hemos tenido una
educación sentimental”. Carlos lo deja claro en la página 137: “Nadie tiene
amigos, la amistad es cosa de débiles”, (el superhombre de Nietzsche, más allá
del bien y del mal, de nuevo). Sus relaciones son superficiales y frías, falsas
e hipócritas, basadas la camaradería de borrachera pero sin profundizar ni
sincerarse sobre su interior. No siente amistad, afinidad o empatía por estos
colegas torrenciales. No comparten sentimientos o pensamientos elevados, y sus
conversaciones se reducen a “Ya no se le ve el pelo desde que sale con...”
Manolo
es el dueño del bar Kronen, y cuando no está su hermano se encarga de la barra.
Por el bar desfilan camellos que pasan “material” a la cuadrilla, formada por
sujetos de varias clases sociales y tribus urbanas, desde las pijas de la
universidad, los heavies con camiseta de Metálica hasta los extractos más
marginales del lumpen, como los yonquis.
Roberto
es el mejor amigo de Carlos, el único que le aguanta bebido, se drogan juntos y
está enamorado secretamente de él. (También parece insinuarse cierta ambigüedad
sexual en Carlos). Otros amigos son David, Guille, Miki, El Niñas (porque va
con menores), Chus, Herre, Santi, Joaquín, Raúl, Julián “el vasco”, Rodrigo “el
camello de la moraleja”, Jon, Alex, el Raro, y Conti. Fierro es el “masoca” al
que marginan desde niños y luego acusan de homosexual, emborrachan y matan. Las
chicas de la cuadrilla; Sofí, Laura, Nani y Silvia; tienen un papel muy
secundario, porque en su machismo dejan a la mujer en segundo plano. Carlos
califica a estas universitarias de “macizas, pero por desgracia intelectuales”.
También aparece un “travelo” que les hace un francés (técnica sexual) por tres
mil pesetas y unas prostitutas a las que invitan a subir a su coche para unas
felaciones. A la mayoría de personajes secundarios Mañas los describe en un par
de líneas. A veces Carlos se trae a sus
amigos a su piscina. Miguel es su vecino y colega y sale con Celia. Carlos es
retratado como un adolescente pasota y holgazán, vago y comodón, al igual que
sus amigos, que viven una vida caótica, sin disciplina, pero llena de
adrenalina.
3-Temas de la novela: El sexo, la
droga y la música
Los
principales símbolos o hitos que aparecen en la novela son el sexo, la droga y
el rocanrol. Uno de los personajes argumenta que el sexo es “tener una novia
que me follo, buenísima y cachonda, pero que vive con sus viejos”, y que la
droga y el amplificador que necesitaría para el rock no puede pagárselo. En la
novela está presente el sida cuando fantasean con que unas chicas el día después
escriben en el espejo de sus amantes: “Bienvenidos al sida”. Aparece
constantemente la droga: heroína (caballo, jaco), marihuana y hachís (costo,
chocolate), cocaína (“el polvo blanco”), los nevaditos (mezcla de hachís y
cocaína), anfetaminas (farlopa), speed y
drogas de diseño sintéticas, la centramina que ayudaba a estudiar. Emplea un
vocabulario especifico en torno a la droga: rular porros, meterse unos gramos
de farlopa o de merca, esnifar rayas, sangrar
por la napia, subidón, morón, yonqui, tripi, enfarlopado, calada, chocolate.
Carlos llama “Jotabé” y “Huatlaibel” al JB, “Baily” al Baileys, y también bebe
cañas de cerveza, Dyc-cola, Yack Daniel´s, sidras y sangrías.
4-Contexto político social de la
novela
La
novela constantemente critica a la generación anterior del 68 y a la movida:
“Todo apesta a hipismo y sesentayochismo, en especial el budismo”, o cuando
describe al primo de su madre, José Antonio: “millonario dueño de una
editorial, afiliado y con carné comunista”. Los llama “seudoprogres”, y afirma:
“Toda rebeldía se la han quedado los putos marxistas que hablan de libertad y
democracia”. Mañas denuncia de esa generación anterior, tan supuestamente
izquierdista o progresista, el haberse aburguesado. Los kronen no quieren
cambiar el mundo, solo evadirse de él con la droga. Si la movida fue
reivindicativa, estos son escapistas. Se creen apolíticos o amorales, no se
atreven a ser contrapoliticos. La novia de Carlos se queja de no tener dinero y
de vivir con sus padres. La droga para pobres o ricos es una evasión, pero hay
que pagarla. Carlos pertenece a una clase social acomodada: “De mis padres solo
quiero dinero, no amor. Eso es todo”. Y añade: “Mientras no le falte dinero a
mi padre voy tranquilo. Soy su heredero potencial y ese es mi pequeño sueldo”.
Amalia en una de sus broncas le replica: “A mí tampoco me gusta trabajar. No
puedes hacer como hacéis tú y tus amigos. Sois hijos de papa, niños monos que
no tenéis nada más que hacer que gastaros el dinero de vuestros padres en copas
y drogas. Ellos lo han ganado y trabajado. ¿Qué es lo que has hecho tú? Te
molesta que te digan la verdad. Pero no puedes seguir en perpetua huida. Hay
más cosas que tu pequeña vida egoísta. Existen los demás. Madura. Haces un
juego sucio y lo sabes, de manipulación y poder. Tienes miedo a sufrir y lo
escondes”.
La novela se escribe en 1992, con un desengaño
fuerte ante el gobierno socialfelipista.
¿Qué acontecía en aquellos años 90? España llevaba 15 años de transición. El
neocapitalismo estadounidense y el consumismo posmoderno se erguían ya
soberanos del mundo. En el año 1992, en que se escribe la novela, se celebraban
los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Exposición Universal de Sevilla (“En
la tele hablan de los juegos olímpicos” o “la antorcha olímpica llega a
Sevilla”, en la página 66) y el
Quinto Centenario del Descubrimiento de América. El Mundial de fútbol se había
celebrado diez años antes. Cobi, Curro, Naranjito y las Torres Kio, que se
empiezan a construir en estas fechas, simbolizaban ese breve espejismo de
regeneración y prosperidad económica de los 90 en medio de las dos crisis: la
de la reconversión industrial de los 80 y la actual. España entraba en la
Comunidad Económica Europea y en la OTAN. Aún gobernaban los socialistas. El
GAL emprendía la guerra sucia contra ETA (la novela refleja la bomba que
pusieron en el bar Jumbo). Felipe González, el entonces presidente de España,
se refería a esto como «las alcantarillas de la democracia». Los periódicos se
salpicaban de escándalos de corrupción, enchufismo en el pelotazo de funcionarios, tráfico de influencias, Mario Conde y
el caso Banesto, la dimisión de Mariano Rubio en el caso Ibercorp, Lola Flores
pidiendo a cada español una peseta porque había defraudado a Hacienda, Ruiz
Mateos de Superman agrediendo a Miguel Boyer, ministro de Economía y Hacienda y
llamando «china» a su consorte Isabel Presley...Y mientras, Induráin ganaba el
Tour de Francia.
Critica
el protagonista la europeización de España: “Acabaremos bebiendo horchata de
Ámsterdam”. Aparece un posible viaje allí por interrail y a Montpellier
“Monpelie”. Se cita la guerra del golfo “con los moros” y la de Yugoslavia de
fondo. En un par de líneas denota la situación de la banda de ETA, en activo
entonces: “ETA plantea negociaciones con el gobierno”. Hay referencias
constantes a la Movida, como por ejemplo: “En la tv hay una entrevista con Bibí
Andersen. Dice algo de la generación de los 80, de McNamara y Alaska”.
En
la visita que hace a su abuelo este le habla de la república, la guerra, el
paseo cazando “rojos” y la posguerra franquista: “En la guerra había un sentido
del compañerismo que se ha perdido. La guerra puso a prueba el sentido de la
amistad”. (La cuadrilla de Carlos es cerrada, tribal e incomunicada, no se
habla de temas intelectuales ni se sincera sentimentalmente). “El pasado es
siempre aburrido, son viejas historias”, opina Carlos. Hay una leve crítica a
las nuevas formas de familia. El abuelo critica que no se coma ya en casa.
“Ahora te caes muerto de un ataque al corazón en la Gran Vía y nadie te ayuda”.
“Sois los hijos de la televisión que ha matado a la familia tradicional”.
5-Recorrido por el Madrid y los
lugares de la novela
Principalmente
los barrios de Salamanca, Chueca, Malasaña y Lavapiés. Carlos vive en una casa
unifamiliar (chalé) entre la calle Azalea y la calle soto Begoña de La Moraleja
en Alcobendas, en la famosa urbanización. Estudia allí en el colegio (él lo
llama ermita) de las irlandesas. Suele invitar a su amigo Roberto a bañarse en
su piscina. Aparecen carreteras, porque la novela tiene mucho de roadmovie
iniciático, como Colmenar, la M-30 o la N-1. Y varias marcas de coche:
“Renolnueve” (Renault 9), Opel negro, “Seat wolwawen” (Seat Volkswagen), hablan sobre el seiscientos
y el coche escarabajo y de motos “Jarlidevinson” (Harley Davidson) En un
episodio, los amigos aceleran el coche y van a 160 por la carretera de
Manzanares, a trompos por la Castellana, conduciendo en dirección contraria.
Aparece
la Gran Vía, la puerta de Alcalá, pero todos tenemos en la cabeza la escena del
túnel. En la película se cuelgan del túnel de la Plaza de Castilla sobre la
M-30 de Madrid. Las torres inclinadas KIO, la Puerta de Europa, recibe al que
llega a la ciudad, y en la novela aparecen aún en construcción y en manos de
los Albertos y las Koplowitz. Cruzan con sus frenéticos coches el paseo de la
Castellana, con sus rascacielos de fondo, hasta María de Molina, hasta la calle
Francisco Silvela donde se sitúa el bar Kronen, que solo existe en la ficción.
Se mueven por esa zona: la plaza Colón, la calle Bravo Murillo. Al desplazarse
en auto aparecen zonas alejadas del centro de Madrid, como Príncipe de Vergara,
la calle Concha Espina en el barrio del Pilar (o Pitis), la Glorieta de Cuatro
caminos, la Avenida América o la Avenida de la Ilustración. La cuadrilla va con
el coche al cine del centro comercial La Vaguada (mencionan la avenida Herrera
Oria) o a otros como Continente, o al supermercado 7 Eleven donde compran
alcohol tras sacar el dinero de sus padres de Caja Madrid o del Banco Santander
y haber cenado en el Pizza Hat. Tras beber, a veces van a interceptar
prostitutas en la zona de Capitán Haya.
Aparecen
en la novela lugares emblemáticos como el museo Reina Sofía, la plaza de toros
Las Ventas donde Nirvana da el concierto al que Carlos y sus amigos asisten, el
Vicente Calderón, el Santiago Bernabéu, el Pabellón del Real Madrid (de
baloncesto) o la fuente Cibeles, la fuente de Neptuno o la puerta de Toledo. Y
calles conocidas del barrio de Salamanca como Goya, Serrano o Santa Gema. Al
trascurrir mayormente en el barrio de Malasaña aparece la plaza Dos de Mayo,
las estaciones Bilbao y Tribunal, la Travesía de San Mateo, las calles hermanos
Álvarez Quintero, San Vicente Ferrer (la calle con más bares por Km2 de Madrid
y del país), San Bernardo, San Francisco, la calle del Espíritu Santo,
Fuencarral, Tirso de Molina, la calle Palma (de allí era camarera Rossy, la
actriz de belleza picassiana y esta calle aparece en el videoclip de Hoy no me puedo levantar de Mecano), los
bajos de Aurrera, Chueca (Se menciona cinco veces la plaza Santa Bárbara),
Hortaleza, Huertas, La Latina, Atocha (la estación), Vallecas y Ronda de
Valencia. Mañas ha afirmado en varias entrevistas que Madrid es un lienzo sucio
para sus novelas.
6-Referencias en la novela
En
la novela hay muchas referencias a películas o grupos musicales o marcas
comerciales, algo plenamente posmoderno, metaliterario o lo que ahora se
calificaría de intertextual o apropiacionismo. Las he dividido en tres; las
referidas a grupos musicales, películas y libros:
Grupos de música
La
novela se abre y cierra con un fragmento de la canción Giant del grupo inglés
The The (“de de”, según Carlos) El grupo Nirvana, tan popular en los 90, tiene
mucho protagonismo en esta novela. “Nirvana es lo que le gusta a la gente, un
ritmillo guapo y unas letras con un poco de te
quiero y yo también y ya está, ¿sabes? El cantante mete mucho sexo”.
También asegura Carlos en la página 51 que Kurt Cobain le ha dedicado la
canción a una fan porque “se la quiere trabajar”. Kurt Cobain se suicida en
1994, justo el año en que Mañas escribe esta obra. Courtney Love, la novia del
vocalista, ha sido detenida en varias ocasiones por escándalo y ebriedad en
aeropuertos. En la novela el cantante lanza su famoso Good evening Madrid en el concierto de Las Ventas, al que Carlos va
con su novia y amigos.
En
el concierto ya se refleja la costumbre de encender mecheros. Carlos está
obsesionado con este grupo, aunque a su baterista Dave Grohl le llame “David
Grohol”. Aparecen en la novela otros grupos musicales de entonces: Los Ramones,
The Doors (al grupo de Pink Floyd lo traducían por Los Puertas), Pixies, Guns
N' Roses, Metálica, Marillion (menciona su disco Fugazi). Y cantantes como
Madonna (aparece la canción Like a
Virgen), Sinéad O'Connor y Elton. John. También grupos de tecno, que se
populariza en estos años, como Depeche Mode, u otros más inclasificables como
Simply Red, que mezclaban reggae con rock, soul, pop y rhythm and blues. Y es
que por aquellos años en Malasaña había
tribus ocultas cerca del río esperando que cayera la noche, como cantaban
los hermanos Auserón en Radio Futura, porque estaban surgiendo nuevas tribus
urbanas: desde los del rollo, los grunch, los mods, los poperos, los punks, los
garageros, los nuevos románticos, los siniestros, los rockers, los heavies, los
góticos, los bacalas, los glam, los indies...
Menciona
grupos españoles: Leño (Rosendo), Los Ronaldos (en la novela el protagonista se
obsesiona con una de sus letras: Tendría
que besarte hasta desnudarte, pegarte y violarte, hasta que digas sí), Los
Enemigos, Burning, Siniestro Total (Carlos ama la canción Te mataré con mis zapatos de claqué), Héroes del silencio, o el
grupo que se escindió de Alaska y los Pegamoides hacía un rock más punk-gótico: Parálisis Permanente. Lo
formaban Nacho Canut, Javier Benavente y su hermano Eduardo Benavente, que
murió en un fatal accidente de coche en el que también iba su novia y la otra
integrante del grupo: Ana Curra, a la que ahora apodan “la viuda de la movida”.
Sigue acudiendo a psicoanálisis por lo ocurrido, y da clases de piano en un
conservatorio.
Además, se alude en la novela a Tomatito y Camarón.
La novela es un documento testimonial de las primeras sesiones de tecno y hardcore en nuestro país, aparecen disc-jockeyrs,
pinchadiscos que Carlos llama “dyc”, “dijeís”.
Películas
Al
igual que le atraen las letras agresivas (En la movida las letras aluden a
cierta violencia irónica: Sufre… mamón o
te retorcerás como polvo pica pica, Todos los ahorcados mueren empalmados, Los
negritos mueren de frio, Bailaré sobre tu tumba) en general lo que Carlos
ve son películas de psicópatas, como reconoce Roberto al psicoanalista. Carlos
repite varias veces en la novela: “La vida es una mala peli”. Beitman es la película que más le
obsesiona. Aunque puede parecer en un primer momento una alusión a Batman, se tata de una película
estrenada el año en que se escribe esta novela, basada en la novela de Bret
Easton Ellis. La película de Amerycan
Psycho no se rodaría hasta el año 2000, y se basó asimismo en otro libro de
este autor que también le trastorna. Carlos admira La matanza de Texas, donde un tío mata a la gente con su sierra
eléctrica y se hace una careta con pieles humanas. Se nombran en esta novela Henry retrato de un asesino, La naranja
mecánica, El silencio de los corderos, Karate Kid. Drugstore Cowboy (“Drogtorcaban”), Al filo de la sospecha…Y
otras menos sangrientas: La doble vida de
Verónica, Delicatessen, Hasta el fin del mundo, Cuento de invierno de Eric
Rohmer, Bagdad café, Mi hermosa
lavandería, Mi pie izquierdo o El nido de Adán. Hablan los personajes de
los actores Matt Dillon, Richard Gere
y Maribel Verdú.
Obras literarias
Carlos
va al estreno de la película Beitman,
porque ya se ha obsesionado previamente con esta novela de Bret Easton Ellis en la que se basa. También se
encandila con la otra novela que escribió este autor en 1991: Amerycan
Psycho. “Es la única novela que Carlos soportaba, nos influenció a todos,
nos embruteció”. La novela trata de un psicópata, con el que el adolescente se
identifica. Mañas menciona también otros titulos más dulces como Sin noticias de Gurb de Eduardo Mendoza,
libro que Carlos lee porque aparece Marta Sánchez en él, y Un mundo feliz de Aldous Huxley. En la novela se alude a la poesía
de Ángel González, de Antonio Machado, y sobre todo de Jaime Gil de Biedma. El
poeta muere de sida dos años antes de escribirse esta novela.
Con
esta referencia sugiere Mañas el fin de la movida madrileña o al menos de la
Gauche Divine catalana, ya que el poeta era un asiduo de la discoteca Bocaccio
desde los tiempos de Carlos Barral, a la que siguió acudiendo hasta su muerte.
Carlos desprecia el reportaje que el periódico El País dedica a este autor y se
queja, una vez más, de todo el romanticismo sesentayochista de su padre
aburguesado: “En la mesa veo un libro de un tal gili de Biedma que debe ser del
viejo. Y un artículo del país Poetas ante
el fin de siglo. La última época lírica fue la de entreguerras. Los poetas
eran populares, antes del cine y la tv”. Mañas también cita a Cervantes y
emplea términos propios del sicoanálisis en el epilogo de la novela cuando
Roberto empieza a tratar con un sicoterapeuta su amor secreto a Carlos.
La
novela me deja un regusto un tanto insípido de aquel tiempo. A veces se queda
en un relato anecdótico, y en otras parece la crónica de los años perdidos de
aquella generación perdida, X, No Future o Nocilla de la posmovida de los 90.
El lector que haya vivido este ambiente se reconocerá en los guiños que Mañas
le hace, pero a mí me pilló con diez años. Muchos de sus términos han quedado
desfasados. El lenguaje es original, pero acaba cansando tanto argot y jerga de barrio. El retrato de los
personajes es bastante simple, no profundiza. En general la novela es muy
mejorable.
Escribirla
en una noche de alcohol o en quince días explicaría sus fallos de estilo porque
tal vez se pasaría más tiempo documentándose con cañas en el bar que
escribiéndola. ¿Mañas ha tenido un propósito de crítica social? Muchas
referencias a películas estrenadas o repuestas en 1994 o a los libros que
Carlos lee son meramente circunstanciales o accidentales y otras parecen
escritas conscientemente. No defiende el comportamiento sádico de su personaje,
tampoco lo condena. Aunque su intención fuera hacer una bildursroman o incluso un retrato generacional, se queda en el mero
diario de un adolescente psicópata.
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