(CORRESPONDENCIA 1949-1990). MARIA ZAMBRANO-RAMON GAYA".
La distancia no
es el olvido. La separación forzosa, que conduce a un bloque granítico
de exilio interior/exterior, se dulcifica con la voluntad de sentir la
presencia a través del correo epistolar. Filósofa(María Zambrano) y
pintor(Ramón Gaya) en contacto en tiempo de oscuridad con pretensión de
encontrar/recuperar la LUZ perdida/avasallada fruto de la barbarie.
Dioses interiores que dan sentido al momento de zozobra y desesperanza.
El lenguaje como compañero inseparable que sirve de soporte para el
mantenimiento de compañía que no puede ni debe ser destruida por la
hostilidad de historias en la tenebrosa HISTORIA. "No dejes de
escribirme", le recuerda a la pensadora el artista plástico. Un ruego
inexcusable el de mantener el color/calor de la vida en el lienzo
esperanzador de la PALABRA. "Recibe un abrazo provisional de tu hermano
en el agua y la ignorancia". Salto a nuevas ciudades. Descubrimiento y
quietud en una inquietud vital innata. Amistades que ayudan/enriquecen
en la punzante obligatoriedad existencial. En el intercambio de cartas
surgen, asumida la amabilidad, términos que encierran apertura a una
verdad filosófica: "Acompañarnos sin quitarnos soledad". Estar a gusto
con el otro sin perder un ápice de libertad en ello. Complemento que no
resta ante la presencia del amigo. Resistir como desafío ambivalente de
angustia y esperanza. El ser humano tocado por el halo del compromiso(sí
mismo/colectivo) que le exige perseverancia transformadora.
Sorbos pequeños con intensidad de contenido. Dúctil impresionismo
pictórico trasladado a las frases que dan pauta a un desarrollo
filosófico a descubrir. Las citas sirven de base para lo que con
posterioridad se plasmará en un cuerpo para la reflexión, donde la idea,
casi inmaculada como la luminosidad de la dialéctica, toma razón de
ser. El Fundamento enigmático, cual blancura, posibilita la aparición de
un entorno que se aleja de esa blancura inicial y entronca con una
tragedia que conlleva la materialización de la negritud como sentimiento
bien encuadrado tanto en prosa como en lienzo. La carta como refugio
abierto a un mundo humanista que parece que puede desaparecer si no se
trabaja el momento en pro de la consecución de un estado casi imposible
de plasmar, pero posible en el sentir. La suavidad esconde sabiduría
desde la percepción de lo hiriente del presente histórico. Tiempo de
silencio que se escapa de su condición traumática con el encanto y la
belleza de una comunicación honesta más allá de fronteras y
condicionamientos. La Inteligencia Sentiente (Zubiri dixit) protagoniza
el VERBO pausado no exento de perplejidad.
Oir
un cuadro, no sólo observarlo. Abrir la vida a nuevas posibles
deducciones/valoraciones por los matices infinitos que vislumbran el
momento sagrado de tomar conciencia de iconos/colorismos como formas
sutiles de silente filosofía. Blancura honesta de desnudez simbólica
desde la que se abre la pretensión de encontrar un logro ante la
paralizante incertidumbre que rodea el entorno. Lucha/trabajo desde el
Angel contra el Mal que enturbia el proceso, y que en un desvelo sin
cuartel pretende conseguir una victoria desde la Belleza/Verdad. Ambos
(Zambrano-Gaya), con la ayuda de amigos comunes, consiguen el
éxito/triunfo de solventar la derrota con una fuerza voluntarista en pro
de la dignidad y esperanza por un tiempo nuevo, donde el esfuerzo
poético ubicado en el presente sirve de base para la hipotética
luminosidad futura. Lejos de ser amistades peligrosas, se convierten,
por mutuo deseo desde el respeto y la fraternidad, en amistades
necesarias, libres, creativas y AMOROSAS. Correspondencia como soledad
acompañada que vitaminiza la identidad de unos seres que no descansan,
que están/son en BUSQUEDA.
"Lo que está escribiendo es, decididamente extraordinario,
impresionante, no ya de gran talento, sino de genio, con algunos
hallazgos..... grandes, de altura, como quizás nadie hoy, o sin quizá".
Ramón Gaya. "Cartas a sus amigos".
"La pintura sueño de la tierra que se realiza por la luz y en el agua
y, como todo, por el pensamiento". María Zambrano. "La pintura de Ramón
Gaya".
"Animo y calma, pues, Ramón, en todo. El destino nos da estos
laberintos, estos hilos enmarañados que hemos de sacar lisos para que
aun invisiblemente los tengamos en nuestras manos un día, como la total
ofrenda".
(María Zambrano).
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