viernes, 5 de octubre de 2018

ELIOT: LA FUNCION SOCIAL DE LA POESIA


Se distinguen tres géneros literarios; épica, lírica y dramática, según prevalezca en ellos los recursos de la narración, la descripción o el dialogo. Ninguna obra es pura sino que utiliza los tres recursos, interrelacionados. Y los tres géneros se pueden expresar en prosa, verso o con otros recursos. No es sinónimo lirica de poesía ni épica de novela, pues hay narraciones en prosa que son liricas sí en ellas prevalece una descripción interior (de sentimientos) y hay cantares épicos en verso que son narrativos. La poesía sería una descripción subjetiva del interior del poeta en su interrelación con el otro que se puede expresar de forma rimada o con otros recursos retóricos.  Eliot analiza la función social de la poesía. No lo que debería ser o tendría que hacer la poesía, o la clase particular de poesía que le gustaría escribir, sino una cierta función social objetiva que él quiere ver en ella. 

En principio parece la literatura no tiene una utilidad o función practica y concreta, como el resto de contenido humanístico, ni en el pasado, ni que la tendrá. Sin embargo, la poesía se empleaba desde la antigüedad con propósitos mágicos, de rituales religiosos (runas, canticos antiguos, himnos) El drama griego viene del ditirambo, como analiza Nietzsche en El origen de la tragedia, de los ritos báquicos, dionisiacos, órficos, de Eleunisis… aquel Libro de la comedia de Aristóteles que Jorge de Burgos (Borges) en El nombre de la rosa quería quemar, y que se perdió, podría explicar también el sentido o sentimiento trágico, y el drama en sí mismo. La lírica y el drama surgía tras la comedía bufonesca de unos alcohólicos haciendo una especial de ritual profano. Aunque haya prevalecido la concepción del mundo más como valle de lágrimas que de risas; el origen de lo trágico es lo cómico y como dijera Woody Allen; toda tragedia es comedía con el tiempo, la distancia objetiva y la relativización a través del humor como forma suprema de inteligencia, en todas sus formas; ironía romántica, parodia (el pastiche postmoderno de lo intertextual), la sátira, el sarcasmo, el cinismo, el chiste, la burla, la ridiculización, el humor negro, rosa, blanco, azul, racista, de mal gusto, o de colorines LGTB… 


El drama en la antigua Grecia era una ceremonia pública formal, institucional, asociada a la celebración religiosa, con intervención política (de la Polis, del ciudadano) como vemos en las odas pindáricas. Las sagas de la poesía épica se contaban socialmente, a una colectividad. Estas historias pasaban de padres a hijos por trasmisión oral. (Fue bastante posterior que las leyendas y odiseas del supuesto aedo Homero se pasaran a escrito) Contar historias es algo tan antiguo como la condición humana, y no otra cosa hacían los hombres primitivos pintando sus cuevas, contando historias bajo la lumbre y una noche estrellada que sombrearon con sus dioses naturales, presocráticos y panteístas. No otra cosa trata de hacer la portera cuando nos ve bajar por la escalera.  La literatura en general necesita del otro, aunque se escriba y lea en soledad, pues sin interrelación con el lector los libros están muertos, y aún más los autores: esperan que nosotros los resucitamos. De esta forma se cae el mito del escritor individualista aislado, del genio romántico, que escribe para sí mismo o para un lector potencial idealizado, o muchas veces para la persona amada. Ni siquiera Garcilaso de la Vega o Petrarca tenían una intención sincera de escribir para su Freire y para su Laura correspondiente sino que eran conscientes de escribir para un público. Muchos escritores expresaron su voluntad de que se quemaran sus escritos, como Kafka, y gracias a sus amigos nos han llegado a nosotros. Pero los autores renacentistas que he mencionado tenían más en mente el público de su época y sobre todo el de la posterioridad que la supuesta amada a la que se dirigían.  Aunque escribamos para nosotros mismos o para alguien amado en exclusividad siempre hay algo tendente en el hombre a comunicar la luz que ha conseguido al resto de esclavos libertos de la caverna. 

Eliot se plantea que la poesía amorosa escrita para una sola persona (las epístolas) constituye una excepción. A veces vemos las cartas personales de un autor a sus amigos o a su novia como algo extraliterario, una invasión en su intimidad (aunque no se pueda desligar autor y obra) y una especie de extralimitación de su función de creador. Con un infierno de Dante nos basta y no necesitamos conocer sus detalles personales, opina Eliot. Los señores Browning se escribían poemas y algunos son buenos, pero lo que queremos o deberíamos querer leer son sus ensayos. Rosetti escribió sus poemas para una sola persona y también los quería quemar, como Kafka. Pero mayoría de poetas bajo el artificio de la amada se dirigen a una audiencia y necesitan a un lector.

Incluso en los monasterios la lectura era muchas veces comunitaria. Aunque se diera individualmente en sus celdillas junto a oraciones, algunos monjes no sabían leer, y los demás sentían la necesidad de explicarles la lectura y reinterpretársela. En el refectorio siempre había un monje que leía mientras los demás comían. La lectura silenciosa vendrá tardíamente, pues incluso los romanos leían en voz alta, pasando así a la visión intimista, de lectura personal, que tenemos actualmente. En el medievo escolástico, en aquellos monasterios y universidades, se escribía una poesía didáctica, que trasmitía información a la par que una instrucción moral. Pero no ha sido la poesía, la lírica, el mejor instrumento del pensamiento reflexivo y filosófico, que se ha expresado más en el tratado sistemático y en el ensayo.

En Las Geórgicas de Virgilio se dan instrucciones claras y concretas sobre cómo cultivar la tierra, pero en nuestro siglo tendría más sentido redactarlas en una prosa ensayística. En la filosofía ha prevalecido el tratado sistemático, originado en la ilustración (Kant, Hegel), pero que viene de Aristóteles, sobre otras formas marginales como el dialogo (Sócrates, Platón) o la expresión del contenido filosófico a través de la poesía (Nietzsche) Los romanos escribían sus tratados astronómicos y cosmológicos en verso, pero ahora este tipo de contenidos se han remplazado por el recurso de la prosa. Esta poesía didáctica tiene la función social de la exhortación moral y para ello los recursos retóricos se ponen al servicio de la persuasión. (Incluso en los salones de señoras del siglo XVIII los filósofos tenían que hacer atractivo para aquellas damas de la cultura contenidos muchas veces abstrusos) Mucha de esta poesía medieval incluía elementos cómicos, de caricatura, parodia, ironía, sátira, como en El libro del buen amor…Bajo aquel fondo trágico del cinismo metafísico de la muerte y del sarcasmo de la iglesia temporal, necesitaban explicarle al pueblo contenidos a través del humor, para que no se hiciera tan insoportable la levedad de sus vidas y la gravedad de la verdad. En los poemas de Dryeden, en The Hind and The Panther, se mofa de la iglesia protestante (luterana, anglicana, calvinista) a través del humor.  Y en el otro “bando”, Shelley incorpora el humor también en su poesía, muy preocupado por la reforma social. A esta poesía la podríamos calificar de filosófica. 

Solo la poesía dramática está pensada para causar una impresión inmediata y colectiva, pues la didáctica necesita de un lector individual y de un tiempo para que reposen los contenidos en el lector individual. El teatro no deja de ser la representación de un episodio imaginario en un escenario. La función social de la poesía teatral es inmediata y colectiva, relacionada con la poesía épica de aquellos juglares, bardos, aedos, trovadores etc. Pero la función de la poesía filosófica es más personal, intima, y más ralentizada en el tiempo. No es inmediata pero quizá cause más cambios en el mundo que la otra, vendida como distracción o divertimento puntual en el ágora, plaza pública etc.  Muchos rechazan la moralidad de la poesía cuando esta moral les desagrada, pero lo cierto es que ese contenido profundo sobrevive a los cambios en la opinión pública del momento e incluso excede a las intenciones iniciales del poeta y al propio autor mismo. A veces es más conocido el personaje que el autor y las ideologías y el espíritu sobreviven a los mortales y a la materia a través del recuerdo de otras personas. Un poema de Lucrecio sigue siendo un gran poema, aunque se hayan desfasado sus nociones de física y astronomía, si nos sirve para analizar la forma lingüística y el contexto histórico y social, y si lo revaloramos (no sólo atendiendo al valor para su época de los formalistas, sino a su significado hermenéutico universal.) 

La principal función de la poesía es causarnos placer, un placer intelectual “para el que no hay palabras” que amplía la conciencia y refina la sensibilidad. Para Eliot, es importante que todo pueblo tenga su propia poesía, no por una cuestión ideológica nacionalista, sino por la misma perpetuación de la lengua, del idioma. La poesía es mucho más local que la prosa, como se advierte en que el latín fuera el idioma oficial de la filosofía y la ciencia (ancilla o esclava de la teología) y que todas estas disciplinas se expresaran en prosa, pero que la poesía épica se expresara en las lenguas regionales y en verso. “La poesía tiene que ver con el sentimiento, la emoción” que son más particulares que el pensamiento que quiere ser general, objetivo, universal. Es mucho más fácil pensar que sentir en un idioma extranjero y (como Eliot no distingue entre el individuo-ciudadano y su colectividad y vincula el sentimiento individual con el patriótico, nacional) afirma que no hay nada más nacional que la poesía. No se puede exterminar un idioma sino exterminando a sus hablantes, y esto explicaría la aculturización de un país sobre otro en la que parece que el nuevo idioma tiene ventajas sobre el otro para remplazarlo. “La estructura, el ritmo, el sonido, los modismos de la lengua expresan la personalidad del pueblo que lo habla” 

Distingue entre la Gran poesía (la didáctica o filosófica) y la popular (dramática y épica) El poeta tiene algo que decir a sus compatriotas, un deber para con su pueblo, y el deber directo con su lengua de preservarla, extenderla y mejorarla. El poeta es la persona elegida por ser más consciente que los demás, e individualmente distinto de los otros poetas y otras personas. Su sensibilidad más refinada que el resto y su individualización o subjetivación le permite compartir unos sentimientos que los lectores no han experimentado jamás, pero que creen haber sentido o que sienten en ese momento. Y en eso se diferencia el poeta genuino del loco que quizá tenga sentimientos únicos, pero no comunicables, quizá sean imposibles de comunicar, de empatizar con él o de comprenderle. Poeta y lector han de tener un marco de referencia común, y el poeta ha de descubrirle una nueva sensibilidad (ser original) sin sacarle de sus esquemas mentales (es inevitable el tópico si se quiere empatizar). Ha de hacernos sentir algo nuevo, que ha sentido él, pero haciéndonos sentir que lo estamos sintiendo nosotros en este momento, que lo hemos sentido siempre y el lo ha puesto palabras, o que lo podríamos haber escrito nosotros, y por ello no puede trasgredir demasiado lo que ya pensamos y sentimos. 

Además de la localidad, el poeta tiene un contexto temporal. Muchas personas se enorgullecen de poetas a los que no han leído. Las naciones los instrumentalizan como distinciones de su país, los nombran los políticos en sus discursos, pero si no se siguen produciendo nuevos poetas, la poesía y la lengua se deteriorará y la cultura será absorbida por otra más fuerte. Necesitamos una literatura actual y viva para revalorizar y reinterpretar la del pasado, una continuidad, para que el libro no se vuelva algo remoto sino cercano. El mismo idioma no deja de cambiar junto a los cambios de su entorno. Si dejáramos de escribir, y nos contentáramos con los poetas antiguos, degeneraría la capacidad de expresar e incluso de sentir emociones. Pues en el fondo, los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje, como dice el estructuralismo a partir de Wittgenstein. Si no tengo palabras para expresar el amor puedo sentirlo, pero no amplifico su intensidad, que es lo que le pasaba a la lectora de Rojo y negro de Sthendal. 

El poeta ha de tener un público reducido en cada generación. No importa que no sea mayoritario, pues los grandes filósofos siempre han sufrido esta marginalidad que los distancia del poder oficial y les permite pensar independientes. Un poeta importa para su época. No hay que escribir para la posteridad sino para nuestra generación. Si otros en el futuro nos valoran es algo que no nos compete y quizá, ya muertos, ni nos importe. Por eso el poeta ha de innovar, ser original, trasgredir, hacía una vanguardia capaz de apreciar su poesía, adelantada un poco a su época, que asimile rápidamente la novedad. (Eliot se está adelantando a la postmodernidad con su postsimbolismo)  Que la cultura se desarrolle no quiere decir que todos deban estar en la primera línea, eso es la falacia de la cultura de masas. Tiene que escribir para una élite y no para el cuerpo principal pasivo de lectores. Y si es bueno influirá no sólo en sus sucesores inmediatos sino en las generaciones siguientes. Y por ello hay que estudiar rigurosamente a aquellos que lo hicieron mejor que nosotros en su época. Y ahí entrarían las influencias, la intertextualidad, el apropiacionismo o no. Una obra buena tendrá repercusión, no inmediata pero paulatina, no solo individualmente sino en la colectividad. Eliot lo compara a seguir el curso de un pájaro en el cielo. Lo observas irse lejos a gran distancia, tú lo sigues con la mirada por lejos que vaya y la otra persona no lo ve por mucho que se lo señales. No influye la poesía lo mismo, claro, en el lector que no lee nunca que en los más afectados. La poesía diagnostica que una cultura nacional está viva y sana, su excelencia y su interacción. En un lenguaje mejorado el poeta se beneficia y lo mejora a su vez. Puede restituir la belleza de una lengua, y extraerá de ella lo mejor que pueda y a su vez ayudará a que se desarrolle la lengua. No hay que caer en el nacionalismo que separa un pueblo de otro, ni en el que lo unifica. Muchas civilizaciones han desarrollado su cultura en soledad y aislamiento, pero la autarquía no es buena musa del poeta. La antigua Grecia tenía una deuda cultural con Egipto y el Asía menor y los romanos con ellos. Seria peligroso unificar o separar naciones pues la diversidad es condición de la poesía y de la identidad del poeta. No le parece bien a Eliot la lengua franca del esperanto o el inglés básico. Acabarían incomunicados aun hablando esperanto. La comunicación espiritual de la nación necesita de lectores que se tomen la molestia de leer en otro idioma y sentir en otra lengua. A veces no comprendes fragmentos en otro idioma pero el significado te lo da el contexto del resto de la obra. Además hay palabras con pluri-significación o ambiguas. Si lees a un autor extranjero, una vez acostumbrado a la lengua, eres incapaz de traducirle porque le lees directamente en su idioma. 

La literatura se puede analizar desde un plano lingüístico (la tipo ortografía o presentación formal, la fonética, la morfología sintáctica, el análisis léxico semántico) o estudiar su contenido humanístico, simbólico y hermenéutico… La literatura ejerce siempre una función social en la nación, siendo sus habitantes conscientes o no. Nos importa que un pueblo no pierda su cultura, y su lengua, porque esta enfermedad podría extenderse por todo el continente. Hay una decadencia religiosa que también afecta a las humanidades, y las palabras que algunos se han esforzado en expresar pierden todo sentido.  La música de la poesía. Tiene actitudes y limitaciones peculiares el poeta y ve la poesía pasada en relación a la suya. Les agradece a los poetas muertos o les es indiferente o es contrario a ellos, pero suele exagerar sentimentalmente esta reacción lectora. El poeta más que juez o fiscal es siempre abogado, y por mala que sea la obra trata de defender la literatura en general y la profesión que le da sustento. Siempre se concentra en unos autores y descuida otros. Teoriza sobre la creación, según su experiencia, y es menos o más competente que el filósofo, según nos contentemos con una verdad más o menos profunda. 



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