Generación literaria de los años 50. Escritura en blanco y negro una vez que el color del desarraigo y el desaliento eclipsan cualquier formato colorista de avance en las sombras. Autores de esfuerzo, de tendencia a solventar con la PALABRA el tiempo de silencio fruto de la atrocidad obnubilada. Amanuenses del compromiso moral que, sacando fuerzas de flaqueza, sirve de inicio a una realidad que tiene como deber el asumir/entender a pesar del dolor/desasosiego producido. Antonio Ferres(Madrid, 1924), entre la vida/muerte del apuntador de relatos desde el dardo hiriente de la Tradición ibera. Sangre, sudor, y aparición de tenue luz en lontananza.
"La
piqueta"(1959), gentes del bajo llano numantino con odio/miedo
impregnado en sus entrañas. Claridad/penumbra sentimental en narración
costumbrista que entronca con el olvido social a una clase excluida que
se moviliza para no sucumbir ante el infortunio. La música del
picú(tocadiscos) crea un clima de fantasía que contrarresta a la
sordidez . Fiesta forzada que huye del verdadero(brusco) contexto. De
Orcasitas a Usera, pasando por Lavapiés, travesía madrileña que
reduce/resume el universo/misterio existencial. Nombres que desgranan
una búsqueda/novedad que haga salir de una monotonía punzante. Diálogos
entre el vacío y la verdad encubierta que no se materializa y despunta
en un anhelo dúctil de blancura silente. Una lectura entre líneas en la
aparente ausencia de discurso. Narración que no se narra(global), y
apela al lector para su desarrollo estructural.
Metáfora del eterno contratiempo(si tiran las
chabolas), no queda nada por lo que seguir. Incertidumbre e inquietud
ante un hipotético desalojo. Todo pende de un hilo no controlable. La
idea compensativa del amor juvenil equilibra la balanza hacia un matiz
de quietud. Maruja, mujer humilde, centra la atención de la trama.
Ejerce un elemento protagonista en el que confluyen diversos vectores
narrativos. "La gente cerraba los ojos. El aire hacía daño en la
cara".(Pág. 46).
Rutina, sí, que hace mella y provoca un ambiente
circular del que nadie puede salir. Los más osados sueñan con un futuro
que ansían exento de esa claustrofobia que paraliza. Diálogos fluidos
entre pesimistas y repetitivos con la tensión del derribo de sus casas y
la importancia del trabajo(dinero). "Había hambre, todos los días había
hambre. Se levantaba cada mañana y subía por la trocha hasta el bancal
de los habichuelos". (Pág. 80). Tangenciales amores entre quebrantos y
firmezas. Realismo social sin ribetes mágicos en la acción. Como en la
copla, malos tiempos para la lírica.
Condiciona la denominada vida la siempre
presencia del derribo y la piqueta. No se vive, se instala un sin vivir
sometido a la dictadura de la impotencia ante el hecho a consumar. Los
cimientos mínimos, desde los que poder edificar una
conveniencia/convivencia, quedan distraídos por la circunstancia brusca
que borra cualquier atisbo congratulatorio. Antonio Ferres no se separa
en su discurso del nexo común que une la presente obra: objetos/sujetos
humanos sufrientes paralizados ante lo omnipotente de la Estructura. No
vale dorar la píldora; cada párrafo, en el mejor de los fotogramas
cinematográficos, recuerda/desemboca en el drama final anunciado. ACTUA
LA PIQUETA. Vuelta a empezar, como preámbulo a una nueva novela, en el
devenir del Tiempo. Conocer el ayer para vivir con dignidad y sin
subterfugios el presente. Capacidad crítica para discernir sin necesidad
de falsos opinadores vendedores de humo a precio de oro. Un ejercicio
de honestidad con uno mismo cuando los tiempos de penumbra acechan con
insistencia asesina de cualquier vestigio ético al margen de verdades
verdaderas de especímenes sin escrúpulos morales. La sociedad del
espectáculo y sus falsos vendedores de aparente honestidad. ¡Precaución
amigo conductor!. Son capaces de vender que las curvas son líneas rectas
sin peligro, en un viaje cargado de fantasías animadas de regozijo y
bienestar. Seguiremos informando.
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